Amalia y el carnaval
Una noche de carnaval, un chico de 35 años, una mujer maciza de 42, el disfraz de cabaretera y un polvo con mucha leche por las tetas y el culo de Amalia.
Todo ocurre una noche de Carnaval. Tengo 40 años y conozco a Amalia desde que era un adolescente, cuando yo tenía unos 15 ó 16 años y ella 22 ó 23. Amalia es amiga de la familia, y como habéis visto, 7 años mayor que yo. Ella siempre ha sido una mujer maciza. Unas tetas de 95, cintura de 63 y cadera de casi 100, que le ha dotado de un culo de los que los tíos decimos ¡joder qué culazo!, o vaya ojal. Como podéis imaginar, con 16, 17, 18 años...me hacía unas pajas de las que hacen afición cada vez que la veía, y cuando no la veía también, cada vez que me acordaba de su cuerpo, y me imaginaba qué esconderían aquellos vaqueros ajustados, y aquellas camisetas y camisas que ella llevaba. Para ser sincero, a mis 40 años alguna vez me sigo haciendo una buena paja recordando ahora sí, las veces que hemos follado juntos.
Como os decía, todo ocurre una noche de Carnaval. Siempre le tiré la caña a Amalia, pero recuerdo que la primera vez que hicimos algo sería cuando yo tenía unos 23 años y ella 30. Lo recuerdo como si fuera ayer: nos vimos en algún bar, llevábamos dos copas, la acerqué a casa en mi coche, y antes de dejarla tuvimos varios morreos, una buena comida de tetas, un dedo intenso en su húmedo y caldoso coño, y una buena mamada y cubana en su 95 de tetas, que terminaron empapadas con mi espeso semen. Pero por mucho que yo insistía, Amalia no me dejaba follarla. Esta escena se repitió un par de veces más, sin llegar a tener penetración. Os puedo asegurar que la espera valió la pena, porque el primer día que conseguí meter la polla, para mi sorpresa no sólo fue en el conejo, que por supuesto no era virgen. Su culo tampoco lo era. Todos sabemos que el ano es un músculo, y Amalia lo tenía bien entrenado.
Retomando el Carnaval, en esta historia yo tengo 35 años y Amalia 42. La noche iba bastante avanzada, y tras varias horas de cachondeo con los amigos, íbamos cambiando de garito en garito pidiendo la última, e intentando no irnos a casa calientes solo con los cubatas. Y así, en el último sitio, me encontré con Amalia. Como dije anteriormente, ya habíamos tenido folladas de infarto con anterioridad. Amalia iba disfrazada de cabaretera y yo de lobo. No sé por qué, pero el lobo me gusta, será por sus colmillos.....
Amalia llevaba un hermoso disfraz de cabaretera. Rojo y negro, con multitud de plumas, una cintura apretada, una falda algo más ancha pero corta, una liga, un corpiño que hacía que su 95 de tetas parecieran una 120, con un prominente canalillo, y unos labios rojos de los que piensas ¡dios mio, si esta noche me la chupa me hace un hombre! Mis ojos no dejaban de mirar esas imponentes tetas. Para colmo, junto a Amalia estaba otra amiga de la familia, Julia, que también rondaba los 42 o 43 años, y con la que menos, pero también he fantaseado. Julia es algo más gordita, lo que llamaríamos una mujer BBW, pero no por ello menos atractiva. La dos por cierto, bastante guapas. Julia además, tiene un físico aunque rellenita, dura. Sus tetas pueden estar en 110 sin problema, una cintura de 75 y unas caderas de 120. Nunca he follado con ella, pero joder, en mi época de 20 años, las veces que imaginé follarme a Amalia y Julia juntas. Nunca pude hacerlo, pero siempre pensé en que algún día las dos me chuparían la polla al mismo tiempo, que masturbarían mi tronco a 4 manos, que yo me tumbaría en la cama, Amalia se metería mi polla en su conejo sentada frente a mi, y que Julia se sentaría en mi boca mirando a Amalia, y se fundirían en un buen morreo. Muchas más veces imaginé que luego yo follaría a Amalia a 4 patas, mientras ella le comía el coño a Julia. O que yo me tumbaría, Amalia se metería mi polla por el culo, y Julia se comería el coño de Amalia y mi polla, mientras se masturbaba su voraz conejo.
Estábamos pues Amalia, Julia, un par de amigos mios y yo. La noche no daba más de si, y ya empezaba a tocar retirada. Mis amigos marchaban, y yo me ofrecí a llevar a Amalia y Julia a sus casas. ¡Soy un caballero! ¿Cómo las voy a dejar ir solas y andando? Ellas como es evidente encantadas, no iban a decir que no a un amigo al que conocían desde hace 20 años.
Así, subimos los 3 en el coche. Yo conducía, Amalia a mi lado, con su falda corta que me debaja ver donde acaban las medias y me ponía cachondo con su liga, y Julia detrás. Amalia y Julia vivían muy cerca, y como Amalia y yo sabíamos cómo terminaría la noche....dejamos primero a Julia. Sinceramente, creo que aunque Julia no sabía nada, se intuía que yo follaba con su amiga, pues en ocasiones anteriores el reparto había sido idéntico. Nunca lo sabré pero creo que Julia se hubiera apuntado a un trio, pues los 3 éramos solteros, no teníamos pareja, y con nuestra madurez, podíamos disfrutar mucho.
Fué dejar a Julia, y nuestras lenguas se encontraron. Un intenso beso, y emprendimos camino de mi casa. Durante el corto trayecto, mi polla había saltado del disfraz de lobo, y la cabaretera de Amalia me se había abierto de piernas, apartado el tanga, y me había dejado abierto el coño para que le fuera trabajando un dedo. Llegamos a casa, y nada más abrir la puerta, comenzó la acción. Lo primero que hice fue quitar el tanga por completo, arrodillarme bajo la falda de cabareteras, y comerle el coño de rodillas como si no hubiera mañana. ¡Joder qué rico estaba!...era un auténtico pescado, bien saladito, mezcla de los propios jugos femeninos y quizas resto de piss de toda la noche. Mi polla estaba totalmente empalmada. Así que fué el turno de Amalia, quien se arrodilló en el propio pasillo y empezó a hacerme una mamada mientras yo sobaba sus tetas que ya estaban fuera del corpiño.
Seguimos avanzando, desnudándonos, hasta quedar totalmente en pelotas. Recuerdo que Amalia se quitó todo excepto las medias y la liga, realmente estaba muy puta. Nos tumbamos en la cama, nos pusimos en 69, y Amalia me trabajaba una buena mamada al tiempo que golpeaba mi polla con sus tetas como si fueran dos campanas. Por mi parte, yo me encargaba de seguir comiéndome su coño saladito, y como ya sabíamos lo que podíamos dar de si, no tuve reparos en trabajarle también su ano con un par de dedos.
Después cambiamos la posición. Yo seguía tumbado. Amalia se incorporó sentándose sobre mi y metiéndose mis 17 cm dentro de la vagina. Empezó a cabalgar mientras apoyaba su pecho contra el mio, nos morreábamos lengua con lengua, le cogía las tetas con mi mano y chupaba sus pezones sin descanso. Amalia gozaba como nunca antes lo había hecho, sobre todo cuando sentía mi polla en la vagina y un par de dedos por su culo. Cambiamos de postura, yo seguía tumbado, y ella se dio la vuelta, de espaldas a mi, y metiéndose de nuevo la polla por el coño. En cuclillas, empezó a follar como si hiciera sentadillas. Mis manos no sabían donde acudir, pues tan pronto cogían su 100 de cadera, sobaban sus tetas, le daba un par de azotes o le metía un dedo por el culo para luego llevárselo a la boca. Amalia estaba tan excitada que ya se había corrido un par de veces. Eso si era una cueva, húmeda, ideal para que mi polla no necesitara ningún tipo de lubricante.
De nuevo, cambiamos de postura. Ahora era Amalia la que se ponía a 4 patas. Mi perdición. Es mi postura favorita, ver a una buena hembra ofreciéndome su culazo, con las tetas colgando. Mi polla era un misil tierra-aire, que ni pa dios se bajaba. Volví a metérsela por el coño, cogiéndola por las caderas. Su culo previamente dilatado, invitaba a hacer un fisting, si no de puño entero (esto es casi imposible), sí de 3 ó 4 dedos. Tan salidos estábamos, que creo recordar que 3-4 dedos entraron tanto por su ano que llegaro a tocar algo de caca. Listo pues ese culazo, la ensarté sin contemplaciones. Mi polla tenia las venas para reventar, su ano extremadamente dilatado, y después de unas cuantas embestidas, llegó la corrida. Mi leche saltó por su culo y su espalda, y tanta era la tensión de la polla, que ésta no se bajaba. Al punto de que después de haberme corrido, aún tenía fuerzas para meter la polla por su culo, y seguir empujando un rato. Creo que en ese momento se mezclaba el semen con algo de sus restos orgánicos. Finalmente, saqué mi polla de su ano, y Amalia que de vicio sabía un rato, quiso rematar con una pequeña mamada saboreando los restos de mis flujos y sus flujos.
Caímos rendidos, pero como el domingo no teníamos nada que hacer, aún tuvimos tiempo para echar otro par de polvos hasta la hora de la comida. Increíble esta Amalia, e increíble los polvos que disfruté cuando me la follaba. Nunca he descartado que estas escenas vuelvan a repetirse, porque desde luego Amalia, merece la pena, sobre todo cuando llega el Carnaval y se viste de cabaretera.