Amaia 4

Amaia sigue su entrenamiento y esta vez es bautizada y le imponen el collar de sumisa

AMAIA, SIGUE CON SU EDUCACIÓN(IV)

Javier se había marchado ya, Amaia se quedó sola con Julio. Julio la revolvió con cariño el pelo y la abrazó. La trató con cariño, se lo debía sobre todo después de las palabras que habían tenido esa mañana y porque debía de informarle del momento tan importante que se iba a producir esa tarde.

Ahora Amaia pasa la mañana tranquila pero no te relajes. Luego dúchate, maquíllate bien pero sin pasarte, vístete con la ropa que te ha dejado tu madre en su cama. Un traje que ha escogido para ti. Póntelo todo.

Julio la besó en la frente y la dejó sola en casa con sus pensamientos después de informarle que a las 15:45 la recogerían en un coche al que no debía de hacer esperar. Pasó toda la mañana lavándose, duchándose, peinándose, se hizo las uñas. Se preparó por completo. Se rasuró el pubis que algo le había crecido. Fue a la habitación de sus padres y allí tenía la ropa. Una blusa blanca, falda azul tipo tubo, ese faldas remarcaban mucho sus curvas y la sentaban muy bien. Luego había unas medias negras, liguero negro y unas braguitas negras semitransparentes. Unos zapatos de tacón también negros.

Se puso todo y bajó a la calle a esperar al coche. Lo vió llegar, era Julio con su coche. Aparcó a su lado. Ella abrió la puerta, se sentó en el asiento y cuando fue a besar a Julio él la ofreció su mano que ella besó. Hoy iba como su sumisa en todos los sentidos. No sabía donde iban. La ordenó que cerrase los ojos. No quería que viera donde iban. La amenazó que si no la tendría que tapar los ojos. Ella obedeció. La excitaba esa sensación de incertidumbre, de no controlar nada pero de tenerlo controlado porque estaba en manos de Julio.

Fue una media hora de recorrido. Ahora ya podía abrir los ojos. Bajaron por una rampa hacia un parking. Los ojos los abrió cuando Julio aparcó en una parcela cerca del ascensor. La abrió la puerta, cerró el coche y cogiéndola de la mano la hizo girar como una muñeca admirando su cuerpo. En el ascensor introdujo una tarjeta para poder acceder al último piso. Fueron subiendo. Julio la colocó un antifaz a la hora de traspasar la puerta del ascensor.

Caminaron unos 4 o 5 pasos y se abrió otra puerta. La condujo hacia un lado del despacho. La quitó el antifaz. Vió a un lado un gran ventanal desde donde se veía todo el skyline de la ciudad. Habían apartado una gran mesa de reuniones y se habían sentado en unos grandes sillones. Julio estaba de pies a su lado. En los asientos estaban de izquierda a derecha un hombre que no conocía, de color con el cráneo rapado, a sus pies una chica delgadita también de color, preciosa. Luego estaba David, a sus pies estaba…. Su vecina de abajo, una chica universitaria que estudiaba en la capital y que venía solo en vacaciones. Al lado Nuria y a los pies de ella un chico que parecía salido de un anuncio de bóxers, sin un solo pelo y muy definido. Después un hombre que estaría en los 60 aprox. Bien conservado, con ligera perilla. Luego estaba su…. Padre. y a los pies estaba una chica rubia de formas rotundas pero muy guapa. Luego ya estaba su madre que tenía a los pies Javier.

Julio, enséñala el contrato de sumisión, que lo lea y lo firme. Luego nos mostrarás sus encantos y acercaras para que la veamos.

Julio sacó de una carpeta que había en la mesa de reuniones el contrato. Cogió una silla y la ordenó sentarse para que leyera los papeles. Amaia fue leyendo hoja a hoja rellenando todo y poniendo anotaciones a todo lo que consideraba. Acabó de leerlo y lo firmó. Al fin y al cabo, estaba Julio y sus padres para protegerla. El hombre que estaba al mando hizo un gesto y Julio se sentó. Ahora estaban todos observándola, los Dominantes todos vestidos y l@s sumis@s todos desnudos.

Alfonso que era el hombre maduro llamó por teléfono y por la puerta apareció una mujer madura. Mandíbulas cuadradas, ojos negros, vestida con un traje chaqueta que marcaba sus formas. Se quitó la chaqueta y debajo llevaba un corsé negro con lacitos rojos. En la mano una fusta para indicar. Con un ademán la ordenó desnudarse. Ella la iba indicando el orden. Primero los zapatos, luego las medias. La blusa blanca. Luego el sujetador. Ahora que estaba con los pechos al aire hizo que se acercase a los Dominantes.

Estos palparon los pechos como sopesándolos y lamieron los pezones. Todos menos sus padres que no creyeron oportuno hacerlo. Mademoiselle Victorie que iba a ser su maestra en materia sexual y BDSM para que Julio pudiera disfrutarla. Ahora Amaia se bajó la falda. Luego soltó el liguero. Solo llevaba las braguitas. Vicky jugaba con ellas apretándoselas contra el coño que estaba empapado. Cuando Amaia estaba distraída se las arrancó de un golpe. La volvió a acercar donde los que mandaban. Amaia tuvo que mojarse los dedos con el mar que era su coño en ese momento y ofrecerlo a l@s Am@s para que lo probasen. Todos lo probaron menos otra vez sus padres.

Ahora Fue situada en mitad, las manos a la nuca para que pudieran observar su cuerpo. Ella miraba avergonzada a sus padres pero el verlos orgullosos la hizo excitarse más y más. Julio ser acercó a ella y la puso algo al cuello. Ella miró, era su collar en una plaquita ponía Amaia. Ahora solo quedaba lo último. La acompañó Vicky hasta la mesa. Inmovilizó sus muñecas a los lados de la mesa. Los tobillos separados y a su vez atados también.

Se puso un guante de látex y con dos dedos comprobó sus dos agujeros que podían dilatarse sin problemas. Ahora venía el remate. Todos los Dominantes fueron follando sus agujeros. Sus padres no la tocaron. Nuria la folló con un arnés.

L@s sumis@s habían colocado un gran trozo de plástico en el suelo y ayudaron a Amaia a tumbarse. Luego todos los hombres de la sala tanto los Amos como los sumisos se masturbaron sobre ella hasta eyacular y llenarla de semen. La indicaron que era su bautismo.

Estoy muy orgullosa de ti, ahora te falta que aprendas más y sobre todo que probemos tu capacidad de aguantar dolor.

Se acercó su madre la abrazó y la dio varios besos muy cariñosos. La cuidarían y ella iría avanzando poco a poco.

Mademoiselle Victorie, la condujo por el pasillo hasta el baño donde había una pequeña ducha para que se adecentase y pudiera acudir a la fiesta de su bautismo. También la dijo que ese verano la visitaría y a veces Amaia tendría que pasar algunos días en su casa para ser adiestrada y mejorar sus habilidades.

Continuará………..

Este relato es imaginario, si queréis podéis escribirme sobre todo mujeres a:

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