Ama negra para zorra blanca (5)
Elena conoce por fin a los que van a follarla. Su boca es usada para prestar su consentimiento, ya se convertira en la perra de todos ellos para siempre, conocen su secreto, saben que es una esclava.
AMA NEGRA PARA ZORRA BLANCA (5)
Hermenegildo requirió a su ama de llaves. Esta acudió trayendo una especie de bolsita de terciopelo estrecha y larga y unas sogas. Le pidió a Elena que estirará los brazos hacia atrás, la inclinó hacia delante para que pudiera ponerlos lo más paralelos y juntos posibles. Una vez conseguido esto la sirvienta introdujo las manos y gran parte del resto del brazo hasta más allá de los codos en la bolsita de terciopelo negro. El propietario de la casa ató a la esclava blanca en dos puntos de sus embolsadas articulaciones con un par de sogas cortas para mantener la unión de los brazos y finalmente amarró las muñecas de la sometida con una soga larga, dejando libre un extremo con bastante cáñamo.
La zorra , sin bragas dijo uno de los enmascarados, a la vez que se acercaba a la señora de Organvidez y le bajaba el tanga transparente.
La privación de la prenda inferior de la entregada no supuso una mejor visión del cuerpo de la mujer, ya que todo quedaba a la vista y resaltado con su traslúcida y exigua indumentaria, pero produjo en la víctima una sensación de una mayor desnudez y desamparo, aún más cuando conservaba en sus pechos el tacto del sujetador, que por otra parte no ocultaba nada, en contraste con la carencia absoluta de tejido de cintura para abajo.
Hermenegildo hizo arrodillarse a la esposa del arquitecto pegada al pozo, de forma que no podía retroceder, y ató el extremo libre de la soga al hierro del que colgaba el cubo, quedando por fuerza la hembra inclinada hacia delante en forzada postura de rodillas, con los brazos hacia atrás.
-Elena, ya es hora que conozcas a mis invitados- le dijo con ironía su vecino, para a continuación tomar la cabeza de su prisionera y besar sus labios, venciendo su resistencia con un mordisco - . Debo besarte ahora, luego no sería higiénico.
El ama de llaves abandonó el patio y el resto de los asistentes incluidos Virginia y el cónyuge de la inmovilizada se retiraron al claustro. Hermenegildo alentó con un gesto a uno de los hombres de la túnica negra a acercarse a Elena.
Era de piel morena y arrugada, delgado de complexión fibrosa. De cara a Elena y de espaldas al resto que no podían ver su rostro se colocó el invitado. Con parsimonia se levanté el antifaz. La joven lo reconoció en seguida, era quien limpiaba el gimnasio al que acudía con regularidad.
- Nadie sabrá nunca nada delicada puta si acudes al cuarto de la limpieza cada vez que te llame- le susurró al oído. Ella se estremeció.
La túnica tenía una abertura por la que el individuo sacó su miembro erecto.
Ya sabes lo que tienes que hacer.- le ordenó.- Trágatelo todo. Encaminó su sexo a la boca de la feladora y esta supo lo que tenía que hacer, había sido adiestrada para ello. El empleado del gimnasio se corrió dentro, luego se puso de nuevo el antifaz y volvió con el resto.
Su turno, caballero invitó gentilmente a otro de los invitados el anfitrión.
Este se acercó siguiendo la misma ceremonia que su antecesor. Desveló su rostro a la mamadora. Era Luís, su antiguo novio, que la había dejado por estrecha y del que Juan Organvidez tenía unos celos patológicos.
Que tal pequeña Le dijo el joven , pues era de la misma edad que la mujer atada.- A mi no me importa que tu marido sepa quien soy, es más quiero que se lo digas y que le cuentes que vas a verme cada vez que te requiera, que serán muchas veces hasta que me harte de tus orificios de ramera refinada. Ahora chupa y calla.
Con una vergüenza extrema pero con el mayor esmero para no caer en la ira de su negra propietaria y maestra, Elena volvió a cumplir con lo que se esperaba de ella.
Llegó el turno del tercer enmascarado. Cuando se acercó y se identificó mostrando su cara a Elena se le escapó una sonrisa. El hombre de la túnica, sesentón ya, bajito y con barriguita le respondió con dos sonoras bofetadas.
Una perra como tú debe tenerme más respeto, más aún cuando pienso encargarme detenidamente de ti en las ausencias de tu marido que van a ser frecuentes.-Le dijo al oído.
El marido de la abofeteada intentó acudir en su auxilio pero su intención fue abortada enérgicamente por el dueño de la casa. Aún el arquitecto tuvo que ver como el desconocido le bajaba el sujetador a su mujer dejando sus pechos desnudos y luego los abofeteaba también.
Elena comenzó la felación como había hecho con los otros. Se había negado muchas veces a cualquier contacto con él, era un viejo baboso y le asqueaba, era el jefe de su marido.
Este al contrario que los otros no quiso correrse en su boca y cuando estuvo apunto, retiró el miembro para duchar de semen el rostro de la esposa de su cualificado empleado.
Virginia desató y limpió a su esclava. Hermenegildo no quiso hacer uso de su boca, al menos en aquél momento.
Elena .- le dijo ahora iremos a otra sala donde van a follarte.- Elena recordó porque la había besado antes de que su boca chorreara semen.- Estoy seguro que nunca te han follado. Has hecho el amor, has practicado sexo , pero hoy vamos a follarte, a joderte. Te aseguro que notarás la diferencia.