Ama negra para zorra blanca (3)

Continua la preparacion de Elena por su antigua criada negra para ser entregada a varios hombres para ser follada delante de su marido.

AMA NEGRA PARA ZORRA BLANCA III

La historia del matrimonio Organvidez se inicia con el relato "Una fusta para Elena" sigue con "Carne de látigo" y luego con Ama Negra para esclava blanca.

Una vez que Virginia arrancó del arquitecto Juan Organvídez el beneplácito para que su joven esposa fuera follada por otro hombre, no se precipitó en llevar a cabo esta tarea. Puso todo su esmero y dedicación en llevar a cabo sus planes, largamente deseados, movida por un lado por el placer de ver entregada impúdicamente como objeto de placer a aquella blanquita presumida y aristocrática que había sido su señora y a la que había conocido como sosa y mojigata, para ser usada sin miramientos como la esclava emputecida en la que terminaría por convertirse. Por otra parte anhelaba proporcionar placer a su antiguo empleador y actual amante, teniendo la certeza que a pesar de sus reticencias de hombre casado el morbo y la excitación que alcanzaría al ver a su cónyuge penetrada a conciencia por varios miembros masculinos sería una de las mayores de su vida.

No se planteó pues la mulata el llevar a la práctica sus intenciones de forma inmediata sino después de una concienzuda preparación del matrimonio. A Elena le fue ocultado el futuro que la esperaba pero se inició una preparación exhaustiva y adecuada para lo que se esperaba de ella.. A Juan por otro lado la ex criada se encargaba de refrescarle a cada momento el destino de su mujer y de explicarle con deleite la finalidad de cada uno de los pasos que se daban para este menester.

A Elena le fue colocado por parte de la dominicana un ensanchador anal, no se le dio ninguna explicación porque en su nueva condición de sierva no podía pedirla o esperarla. La joven esposa, ajena al destino de su ano, imaginaba que la introducción y mantenimiento de dicho objeto en su culo no era sino una forma más de humillación inventada por su cruel tutora. Tutora que se encargaba de pintarle al arquitecto con todo lujo de detalles, sorprendido por la contemplación del trasero de su mujer invadido por aquel expeditivo intruso, como una vez abierta iba a poder ser usado a conciencia ese orificio por pollas de mayor calibre que la suya.

Cada noche a la llegada del señor de la casa , su esposa escasamente vestida con un tanga de correas de cuero, medias y zapatos de aguja y tacón de 15 centímetros, le abría la puerta, le ayudaba a desprenderse de la chaqueta y el portafolios, se arrodillaba ante él , lo descalzaba y le colocaba las zapatillas para proceder después a practicarle una intensa felación bajo la atenta mirada de la mulata. Esta, como experimentada profesora le corregía los defectos y le indicaba pequeños detalles para mejorar su ejecución al día siguiente. Aunque Elena pensaba que Virginia lo hacía como parte de su adiestramiento para proporcionar un mayor placer a su esposo, al joven bien le hacía hervir la sangre indicándole que sus enseñanzas se dirigían a conseguir una boca complaciente de su esposa para los penes que se le presentaran llegado el momento de su entrega.

Cuando parejas del matrimonio venían a cenar o estos salían para cumplir compromisos sociales o de ocio, la centroamericana hacía vestir a Elena con explicitas transparencias, generosos escotes, escandalosas aberturas y ropa extremadamente ceñida. LA mujer del arquitecto enrojecía a menudo, pudorosa y avergonzada por la exhibición de su cuerpo y traspasada por las miradas hambrientas y animales de los hombres, muchos de ellos conocidos que descubrían en la modosita y timorata señora de Organvidez la hembra esplendorosa que ahora se les mostraba ausente de recato. Estas miradas devoradoras eran también captadas por su marido, influenciado por la mulata que le aleccionaba para percibirlas y le rogaba que lo hiciera con objeto de conocer por anticipado, la furia masculina que podría desatarse sobre el cuerpo desnudo, indefenso y entregado de su legítima ofrecido a satisfacer los deseos de sus invitados. El arquitecto encontraba en estas miradas furtivas al cuerpo de su compañero una mortificación morbosa fruto de unos fuertes celos y de una excitación malsana.

Elena fue obligada también cada día a masturbarse delante de su marido y de la dominicana. Maquillada de forma marcada, con medias, liguero y tacones antes de ir al cuarto de la criada a acostarse, la esposa del arquitecto en cuclillas bien abierta y mirando a los ojos a su marido debía tocarse, exhibiendo su coño ,fiel a su esposo hasta ese momento, hasta arrancarse un orgasmo real y sin fingimiento.

El desayuno de la joven blanca que debía tomar al amanecer cuando el arquitecto lo hacía , y en presencia de este consistía en un plátano y nata.montada.. Se le exigía desayunar descalza y completamente desnuda, con los labios pintados de un rojo intenso y sin poder usar los dientes.

Desde la noche en que se decidió la entrega de la señora a otros hombres al arquitecto se le prohibió el que follara a su mujer a fin de acrecentar la excitación y el deseo del mismo y de la futura perra penetrable, según palabras de la ex criada., exceptuando la mamada diaria. Elena por otro lado apenas fue azotada en esos primeros días y siempre procurando no dejar marcas que perduraran más de unas horas. Aun quedaban detalles que ultimar y pasos que dar para ejecutar la sentencia sexual que pesaba sobre la víctima.

Juan ORganvidez no se privaba sin embargo del uso sexual de su amante negra con la que compartía cama por las noches. Al llegar una noche de una salida nocturna con su señora, Virginia la esperaba en el lecho desnuda. Su hermosa y voluptuosa negritud presentaba síntomas de haber sido salvajemente azotada.

Que te ha pasado ¿- le requirió el arquitecto.

  • No te preocupes es un precio que he debido pagar porque Elena reciba lo que se merece. Debía mostrar que la cosa va en serio. He sido azotada y follada por un hombre cruel pero no preguntes más, aún no debes saber nada.