Ama Natty XIV

Continúa la historia, sin referencia a edades

Hoy es el día especial, tal y como me dijeron, desde el desayuno, he podido tomar un café, una tostada y hasta un zumo tropical.

Incluso me cantan el cumpleaños feliz, lo pronto que ha llegado este día es lo único que puedo pensar y las miro, mis tres amas, lo agradezco de corazón.

Las tres hablan conmigo con normalidad. Ama Zahira me pregunta por problemas con las mates, me dice que tendré que ayudarla, seguramente durante la semana que entra.

Mi Dueña me retira el collar justo antes de salir, me baja el pantalón y hasta me retira el dispositivo de castidad, veo como lo lava y luego tanto el aparatito como el collar y la correa van a una bolsa de viaje pequeña.

En nada estamos en el coche, voy de copiloto. Me dicen que iremos a un asador en la costa. En cuanto salimos de la ciudad la belleza del paisaje me deja boquiabierto. Ellas no logran entender mi fascinación.

Tardamos casi dos horas en llegar al asador escogido y aún así es demasiado pronto. Ama Zahira me lleva hasta una canasta que hay plantada en las afueras del restaurante, veo como Ama Lucinda y Ama Natty vienen tras nosotros.

Me tiro un rato botando la pelota y luego tirando a canasta, desde media distancia no fallo ni un sólo tiro, me alejo un poco y logro meter los cuatro primeros sin fallar. Ama Zahra me pide que le diga como tirar y me veo moviendo su brazo de lanzamiento, formándole los ángulos rectos que debe formar en el brazo, el primer tiro que hace sale fatal, pero poco a poco logra acercarse.

Unos minutos de lanzamiento y la pasión que siento por este deporte vuelve a invadirme, cuando me indican que ya podemos entrar lanzo el balón desde fuera del campo, por el lateral la pelota vuela, golpea el aro y luego el tablero y luego rueda por el aro y cae fuera. Ama Lucinda casi da botes de alegría, Ama Zahira comenta lo bien que juego y tan sólo Ama Natty me pregunta si me gustaría seguir jugando más adelante.

.- Ama eso es una de las cosas a las que renuncié por estar con usted.

.- Lo sé Manu. Pero verte jugar me ha hecho comprender lo mucho que te gusta.

Bueno, al entrar una joven con uniforme del restaurante nos lleva a una mesa en el comedor, en el patio trasero, mesas y sillas de madera bajo sombrillas de ramas, el olor a selva y madera, a mar y asado me hace salibar.

En la mesa hablamos de todo, de mis aficiones, de los libros que suelo leer, de la música que me gusta, del cine, de mis amigos. Les hablo de las mates, no de teorías matemáticas, sino de curiosidades y rién divertidas, se asombran y así comprenden porque me gustan tanto.

Después de la comida paseamos por la playa, hay poca gente aún, buscan un lugar apartado y cuando dan con él, me tengo que sacar la ropa, me ponen los arneses, el collar y una a una, primero Zahira durante un buen rato, luego Lucinda durante otro rato y finalmente mi Dueña, Ama Natty, todas me pasean por la arena, gato pegado a los talones de cada una, un paseo largo, en el que el miedo a ser visto dispara el sentimiento de sumisión que las tres despiertan en mi.

Y una a una me dicen lo mismo, el sentimiento de poder que experimentan paseándome por la playa y al decírmelo no puedo evitar pensar en lo que le he dicho a mi Dueña, lo mucho que me gusta el baloncesto y he renunciado a él, volver a jugar aún con permiso de alguna de mis amas sería como admitir que me equivoqué al renunciar a todo.

Y ahora caminando a sus pies sé que no me equivoqué. El poder que tienen, todas ellas, sobre mi es absoluto, completo, cualquier orden que me dan la obedezco sin pensarla. Perdido en mis pensamientos se paran, Ama Zahira se saca una de las sandalias, desengancha la correa de mi collar y empieza a jugar a lanzar su sandalia.

A la humillación de tener que ir a por una sandalia que han lanzado se añade el recogerla de la arena, luego gatear hasta ella y ofrecersela, para que vuelva a lanzarla y repetir la operación. Tras cinco o seis lanzamientos de la sandalia cuando se la acerco de nuevo.

.- Aquí Laika, suéltala a mis pies - y allí dejo su sandalia, impreganada del aroma de sus pies, aroma que es mucho más poderoso que cualquier elixir creado por algún alquimista. Ella se calza y pasa la correa a su hermana. Yo beso los pies de Ama Zahira, pero Ama Lucinda me reclama.

Y ahora es Ama Lucinda la que decide jugar a lanzarme su sandalia, la segunda vez que le acerco la sandalia me agarra del collar.

.- Sujétalo Luci - le dice mi Dueña, entonces miro a derecha e izquierda de la playa, veo que un chico se acerca corriendo por la orilla con un pastor alemán trotando a su lado. El chico nos mira, bueno, me mira a mi, sin parar sigue corriendo, yo agacho la cabeza profundamente avergonzado. Pero ellas se ríen de la situación, temo que ese hecho las envalentone para repetir esto en algún otro sitio más concurrido.

El chico ya se ha alejado, entonces Ama Lucinda silva, yo la miro y veo como lanza la sandalia una vez más. Allá que voy yo tras ella, algo cohibido, bueno, bastante cohibido. Acerco la sandalia a los pies de mi joven Ama, pero Ama Natty me reclama, pide la correa a su hija y me la traba.

.- Vamos a volver hacia atrás - se saca sus sandalias. - Laika recoge mis sandalias.

Las recojo con la boca, y me vuelvo a pegar a mi los pies de mi Dueña, echa a andar y allí voy gateando con unas sandalias en la boca. Ama Zahira se pone a mi otro costado.

.- 25 años ya Laika - me revuelve el pelo

Una vez que estamos cerca del hotel, nos metemos en los árboles, alejándonos de la costa. Entonces mi Dueña me quita todo, los arneses, el collar. Lo guarda todo en la bolsita y de su bolso grande saca unas bermudas.

.- Vamos a darnos un baño - veo como Ama Zahiri y Ama Lucinda se quitan la ropa, se ponen un bañador y en un rato estamos metiéndonos en el agua, está más cálida de lo que esperaba, pero me sienta bien nadar, el oleaje es tranquilo y pensándolo, es la primera vez que nado y que me sumerjo en el Pacífico.

Escucho a mi Dueña gritarme que no me aleje tanto, pero para mi, en el agua se me olvida el paseo por la playa. Cuando salimos del agua, ellas primero que yo, el chico vuelve a pasar al otro lado.

Me tienden una toalla y cuando me estoy secando mi Dueña me pasa la mano por las marcas que me hicieron. Ahora no se ven feas.

Ya secos, volvemos a vestirno y otra vez en el coche, allí se desvían, entran en la ciudad, paran en una pastelería y allí recogen una tarta que nos comemos en la terraza una vez he soplado las velas.

De vuelta a la casa una hora más tarde dan por acabo el día especial, esa noche como de costumbre es Ama Zahira quien me pasea, sin máscara, me dice que finalmente al concurso irán con el pasear así, mirando sus pies y sincronizando mis pasos con el de ellas.

Así damos unas cuantas vueltas, con ella acariciando mi cabeza y dándome su aprobación por mi caminar, pegado a ella. Y para mi sus caricias, sus felicitaciones por caminar bien pegado a ella, su firmeza al caminar segura de que no perderé el ritmo, todo eso me llena tanto o más que cuando me han cantado el cumpleaños feliz.

Tras orinar y ser lavado me lleva a la caseta, en la puerta se entretine un rato acariciándome, hablando de lo que le ha gustado el día, el estar en la cancha de baloncesto conmigo. Yo se lo agradezco besando sus pies, mostrando mi sumisión.

.- Venga Laika, dentro que hoy estarás mucho más cansado que otros días.

Entiendo que debe ser cierto porque caigo rendido en nada, me despiertan las primeras luces del alba, pero hoy es domingo, ninguna de ellas tiene prisa por levantarse lo que hace que me acueste a falta de poder encontrar una posición que me resulte más cómoda.

Es Ama Zahira la que se acerca para sacarme de la jaula, me lleva directa al meadero y no la hago esperar.

.- Buen chico, vamos a dar un paseo para seguir entrenándote. - Manipula el arnés y vuelvo a estar obligado a caminar apoyándome en las rodillas y codos.

Me lleva durante unos diez o quince minutos, cambiando de ritmo, girando, yo no he olvidado como hacerlo, pegado a ella, mirando sus pies y así, sin apartar mis ojos de sus pies tratando de averiguar cuando dará el paso o cuando girará.

. Muy bien Laika, esto sí lo haces muy bien.

Me lleva luego al salón, se pone a ver la televisión.

.- Anda Laika, ponte a lamerme los pies - y lo hago con verdadero placer y así sigo cuando se levanta su madre, mi Dueña.

.- Ven Laika - me ordena, Ama Zahira me da un golpecito indicándome que vaya. Gateo hasta mi Dueña, beso sus pies. Soy llevado al aseo donde tengo que servir a mi Dueña como orinal, es repugnante, aunque me siento orgulloso de servir a mi ama, su primera meada del día es intensísima, especialmente ácida. Tras limpiar su vulva de las últimas gotas vuelvo a tener la pastilla de jabón en la boca.

Así va pasando la mañana, de los pies de una a los pies de otra, durante la mañana ni Ama Zahira ni Ama Lucinda me usan como orinal, la más joven de mis amas juega un rato a lanzar su sandalia para que yo las recoja y se las devuelva, así mientras Ama Zahira y mi Dueña están en la piscina yo estoy corriendo tras una sandalia para devolverla a la propietaria de dicha sandalia.

Luego Ama Lucinda va a darse un baño y yo soy olvidado, dejado atado en el banco, sendiento y cansado. Perdido en mis recuerdos del día de ayer, de lo mucho que disfruté con una pelota de basket en mis manos, no veo que Ama Zahira trae mi cuenco de agua. Cuando lo pone delante de mi y me acaricia siento una oleada de gratitud tan intensa que el noto el calor que me recorre todo el cuerpo. Bebo con avidez

Ama Zahira se sienta en el banco mirando como bebo.

.- Pobre Laika, mi hermana no se ha fijado de lo mucho que te ha hecho correr. - yo dejo de beber para acariciar sus pies con mi cara.

Comen en el porche como de costumbre, yo a los pies de mi Dueña, lo que me llena de orgullo. Como rápido, mis bolitas y algunas sobras de los platos de Ama Lucinda y Ama Zahira, mi Dueña se demora un poco más comiendo. Entre las sobras de los platos veo alguna patata y trozitos de zanahoria que ya han sido masticados. Bueno, de todos modos, pienso, es comida.

Cuando termina mi Dueña voy con ella al salón, donde se sienta a ver la película, están un rato escogiendo entre las disponibles en la plataforma de Netflix, veo alguna que me gustaría ver, pero no quiero arriesgarme a alguna riña. Así que me quedo dormitando al lado de mi Dueña.

Unas horas más tarde mi Dueña me lleva a más entrenamiento, absurdo y ridículo.

.- Laika, hazte el muerto - y yo tumbándome con mis extremidades hacia arriba, dobladas por el arnés.

.- Rueda a la derecha - y yo rodar - No Laika, tienes que rodar más rápido y de forma más fluida, no tan mecánico. Otra vez, rueda a la derecha.

.- Bueno Laika, eso hay que seguir entrenando, ya le diré a mis hijas que se centren en ello.

.- Ahora de rodillas a mi izquierda. - Me pongo a su izquierda, de rodillas, Ella separa sus piernas. - Ahora por delante de mi pasa entre mis pienras y arrodilláte a mi derecha.

Allí voy a gatear entre sus piernas y arrodillarme al otro lado. Y por absurdo que parezca, me dice que todo eso entrará en el concurso de obediencia, así que paso cerca de una hora con eoss ejercicios.

Cuando se cansa del entrenamiento me llevan a la caseta para que vuelva a beber y de vuelta al porche, mi Dueña con mi cuenco de agua en una mano, en la otra mi correa.