Ama Laura II

Desenlace de la historia como sumiso bajo las humillaciones de Ama Laura. Dominación / Bisexuales.

Continuación del relato Ama Laura http://www.todorelatos.com/relato/65442/

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Al cerrarse la puerta del baño Carlos me giró el cuerpo y empujó mi cabeza contra el piso con gran violencia y sin mediar palabra. Mis brazos quedaron atrapados bajo el peso de mi cuerpo, con una mano sujetaba firmemente mi cuello, lo que impedía levantarme y me dejaba arrodillado, con el culo al aire.

Sentí como con su otra mano me bajó el hilo hasta las rodillas, mi pene y mis güevos se liberaron y quedaron colgando entre mis piernas. Él me acarició las nalgas y pasó un dedo por el medio, sin entretenerse mucho. Lo siguiente que sentí fue su miembro lubricado, con lo que supuse era su saliva, lo apoyó en mi espalda y luego lo deslizó por la falda, entre mis nalgas, apenas lo sentí en mi ano pues cayó y chocó con mi propio falo.

Me iba a violar.

-N… No, por favor- atiné a decir.

La presión en el cuello desapareció; ya no estaba su cuerpo. No lo podía creer. Me levanté y lo vi sentado a mi lado, moviendo frenéticamente su mano, intentado estimular su falo completamente flácido.

Me quedé inmóvil por un momento, a la expectativa, ¿me obligaría a chupársela de nuevo? ¿Se le pararía? ¿Qué ocurriría cuando mi Ama Laura terminase su baño y viese ese lamentable espectáculo?

Mientras intentaba darle respuestas a esas preguntas se abrió la puerta del cuarto y apareció Ama Marion, con su espectacular cabellera dorada, su cuerpo prisionero del látex negro que cubría toda su piel. Haciendo resonar los tacones de sus botas de cuero caminó hasta nosotros. Carlos se dejó de tocar en el acto.

  • ¿Dónde está Laura? – Me preguntó clavando sus ojos verdes en los míos.

  • En el baño, está en el baño – las palabras se atropellaban mientras las decía.

  • Siempre hace lo mismo… Bueno supongo que ya terminó con ustedes, ven Carlos te necesitó en la sala… Y tú a ver si te arreglas que estás un asco.

Él se levantó y caminando detrás de ella desaparecieron del cuarto, cerrando ruidosamente la puerta. Yo estaba temblando. Me pasé una mano por la cara y mi palma estaba negra del maquillaje y las lágrimas. Me incorporé hasta el sofá intentando recobrar el aliento, intentado recordar cuando había sido la última vez que había llorado tanto.

La puerta del baño se abrió y salió mi Ama Laura, con el cabello recogido en una cola, un vestidito blanco que le llegaba justo por debajo del sexo, blanco, que transparentaba su piel dorada y sus provocativos pezones y no podía faltar sus exquisitas sandalias altas; el solo verlas me recordaba cómo me había corrido en sus pies momentos antes

Caminó hasta donde yo estaba. Bajé del sofá y me arrodillé, clavé la vista en el piso hasta que aparecieron sus pies, la boca se me hacía agua, quería lamerlos otra vez.

  • Escuché a Marion. ¿Se llevó a Carlos?

  • Si mi Ama.

  • ¿Te folló?

Dudé al contestar, tenía miedo, no quería que se enfadase pero tampoco le podía mentir, ella era mi culto de adoración. Negué lentamente con la cabeza.

Ella puso una mano en mi rostro, acariciándome, con un dedo en mi barbilla me obligó a levantar la cabeza. Me miraba con sus ojos negros. Con un movimiento inesperado se agachó y plantó un beso en mis labios, sentí su húmeda lengua abrirse pasó en mi boca, sus manos apoyadas en mis hombros me fueron empujando hacia atrás hasta que finalmente caí sobre mis nalgas, separándose así nuestra bocas.

  • Mientras me bañaba estuve pensando… – dijo con su voz seductora mientras enderezaba u su cuerpo a las alturas, nuevamente inalcanzable. – He sido muy mala contigo hoy… – vi como elevaba una pierna y ponía su pie justo debajo de mis güevos, comenzó a acariciarlos suavemente. – Y bueno ya que todavía no eres una nena completa ya que tu culito sigue virgen, voy a recompensarte… Con lo que más deseas

Al terminar esa última frase mi pene estaba completamente erecto, ella me seguía estimulando con su pie. Desde abajo observaba cómo se llevaba una mano a su coño y con el dedo índice y el anular se separaba los labios y con el medio se tocaba sus carnes lentamente

El corazón se me había disparado, no era capaz de cerrar la boca, esta mujer no terminaba de jugar conmigo

Mi Señora se acuclilló frente mío y agarró firmemente mi miembro con una mano, oleadas de place me invadieron en segundos, lo llevó hasta su coño y lo pasó entre sus labios, una y otra vez hasta que por fin lo detuvo en la entrada a su interior. La sensación era tan suave, tan húmeda, tan excitante e irreal que sentía cómo las palpitaciones de todo mi cuerpo se concentraba en la punta de mi pene, haciendo temblar sus propias partes.

Me iba a correr otra vez.

Ella lo sintió, por mi mirada perdida o por las vibraciones que percibía en mí, en un parpadeo estaba otra vez en las alturas, su tacón hundido en mis güevos, su coño una vez frente mío ahora parecía una ilusión. Solo el dolor punzante que me hacía perder la erección con cada latido. Me cruzó la cara con una cachetada.

  • ¡Serás poco hombre, pero hoy no te vuelves a correr sin mi permiso!- con una cinta azul celeste anudó mis partes haciendo un lazo. - ¡Definitivamente te quedas como nena! ¡Vamos donde Carlos ya!

Me agarró del cabello y me obligó a pararme. La pena, el dolor y la frustración me tenían al borde de las lágrimas nuevamente. Me arrastró hasta la puerta, al ver que íbamos a salir de su cuarto intenté subirme el hilo para taparme, pero ella me lo impidió y me levantó la falda.

  • ¡Nada de eso! ¡Quiero que todos vean lo poco que tienes adelante y lo que te van a follar atrás!

Y así llegamos a la sala de la casa de esclavos.

Terminamos de bajar las escaleras, los murmullos que provenían de la sala cesaron al vernos. Ella haló mi cabello y me empujó hacia el centro de la sala pero yo me tropecé con la alfombra y caí, quedando boca arriba, con las piernas abiertas, mostrando todo.

Reconocí la sonora risa de Ama Marion, me senté rápidamente en el piso cubriendo mis partes, eché un vistazo a la sala; en frente sentada en un sillón tenía a Ama Verónica, que sonreía divertida en su corsé rojo, a mi izquierda estaba medio acostada Ama Marion con la cabeza de Carlos entre sus piernas y con una copa de vino espumante en su mano. Giré la cabeza y detrás de mí había otra dómina que hasta entonces no había visto; su piel era muy pálida, tenía una cabellera negra que llegaba a la cintura, ojos oscuros pero brillantes detrás de unos lentes de pasta, labios carnosos y provocativos pintados de rojo, un ceñido vestido negro que acentuaba una figura un poco más rellena que mi Ama Laura, piernas cruzadas que terminaban en zapatos de tacón negro, y a sus pies dos bellas esclavas arrodilladas, cubiertas sólo por un cinturón de castidad, que me observaban con ojos desorbitados.

  • Yo sabía que éste iba a terminar como nena – dijo Ama Verónica entre risas.

  • ¿Qué le pasa a Carlos? – Preguntó mi Señora enfadada.

  • Lo has dejado exhausta querida, ¿qué ocurre con tu esclavo?

  • La referencia de Marion hacia las… actividades, de Carlos con mi Ama me invadieron de celos y sentí como todo mi cuerpo de ponía rojo.

  • Lo que sucede es que no sirve como hombre – respondió al tiempo que se daba la vuelta y buscaba algo en un armario de madera a uno de los lados de la sala, – así que con Carlos o sin él, ese esclavo se convierte esta noche en puta.

Ama Laura consiguió lo que estaba buscando, lo enseñó triunfal: un arnés con un falo de plástico negro de considerables proporciones. Se ajustó el arnés a la cintura y caminó con paso decidido hacia donde yo estaba.

  • Voltéate – ordenó. Yo estaba frío, inmóvil, con la boca abierta, no lograba reaccionar.

  • ¿Qué es lo que ha hecho este esclavo? – Inquirió suave y delicadamente la dómina desconocida, como besando las palabras al decirlas, con sus ojos clavados en los míos, como si pudiese ver a través de mí, del maquillaje, de la misma piel

  • Hoy se corrió una vez sin mi permiso Cristina, y a pesar del entrenamiento, estuvo a punto de hacerlo una segunda vez. No me satisface.

  • Si no eres capaz de satisfacer a tu Ama de una forma, debes hacerlo de otra – La mirada de Ama Cristina ya había traspasado músculos y hueso, sentía que mi propia alma estaba desnuda ante sus ojos – sólo importa la felicidad de tu Ama, esclavo.

Y fue cuando entendí. Entendí que no era más que el juguete de una niña malcriada a la que me había sometido ciegamente, por deseo y lujuria, que lo único que en verdad quería era satisfacerla. Pero que no era lo suficiente hombre para hacerlo. Su felicidad era la mía.

Asentí y me volteé. Apoyé la cabeza en el piso y arqueé el cuerpo, las rodillas en las alfombra, las manos separando las nalgas, el culo a disposición de mi Ama. Frente a los ojos veía mi pene flácido desde hacía rato, los cerré pero estoy seguro que Ama Verónica se levantó para ver mejor y que Ama Marion apartó a Carlos lamiéndose los labios, la única que no se movió fue Ama Cristina.

Sentí la saliva de mi Señora en mi culo, cómo mordió mis nalgas con sus uñas, me acariciaba a los largo, en círculos, retrasando el momento con la excusa de esparcir la saliva. Su otra mano fue hasta mis güevos, pensé que los iba a apretar para hacerme daño, pero sólo los acarició. Mi miembro iba agarrando fuerza. Un dedo se abrió paso en mis entrañas, apreté los dientes, adentro hasta el final de su mano, afuera. Dos dedos entraron después, el dolor que no apareció con el primer dedo sí lo hizo con el segundo. Las caricias en mis güevos pasaron a mi pene. Ya para el tercero mi miembro estaba completamente erecto, no se sentía tan mal. Me gustaba. Relajé los músculos.

La punta del falo de plástico estaba en mi entrada, o en mi salida. Mi Ama me empezó a penetrar, al principio no fue tan malo, pero cuando terminó de entrar la cabeza parecía como si me estuviesen partiendo, el dolor creció en intensidad, la mano de cerró sobre mis güevos.

  • Aguanta – me ordenó. Escuchaba las risitas de las otras dóminas pero el dolor era demasiado como para prestarles atención… Hasta que por fin el falo de plástico lubricado se deslizó completamente dentro de mí. El dolor fue disminuyendo poco a poco, mi Ama Laura estaba inmóvil, me sentía extrañamente a gusto, extremadamente sensible, con cada contacto me sobresaltaba.

Empezó el bombeo, muy lento al principio, mi Señora se detenía con cada espasmo que tenía, pero poco a poco fue penetrándome cada vez más rápido, hasta que el dolor desapareció por completo y me entraron unas ganas terribles de correrme, ella me masturbaba al tiempo que me cogía, estaba completamente entregado.

Con mis ojos todavía cerrados levanté el torso del piso y apoyé mi espalda contra su pecho. Sentía las tetas a través su vestidito. Eché la cabeza hacia atrás, ella beso y mordió mi cuello, alcé los brazos para agarrar su cabello, para no dejarla ir. Ella movía frenéticamente su cuerpo, entrando y saliendo una y otra vez de mis entrañas, yo, en éxtasis.

Liberó la cinta que amarraba mis gúevos, la reacción fue inmediata, con un espasmo expulsé un chorro de semen que ella dirigió hacia mi pecho y mi cara, sólo unas gotas llegaron a mi rostro, pero intenté lamerlas todas. Sin aviso, mi Ama Laura sacó el falo de mi culo, tuve otro espasmo orgásmico y otra pequeña cantidad de semen salió de mi pene.

Me derrumbé en el piso con una sonrisa en el rostro.

Ahora me toca a mí – era la voz de Ama Marion, todo había sido demasiado placentero y yo no llegaba a recuperarme

Siguió Marion, Ama Verónica y Carlos que entre una y otra resucitó su miembro. Pero con ninguno llegué al la sensación de placer que me dio Ama Laura, simplemente entraban y salían, me usaban, como una verdadera puta. Sin dolor. Sin placer. Ama Cristina observó todo el espectáculo en silencio, sin reírse o sin hablar, hasta que todo acabó.

Me desperté al día siguiente con el culo adolorido. En el mismo sitio donde me habían penetrado. Despeinada, ya mi faldita y mi sostén no estaban, cubrí mis tetillas con un brazo, me puse de pie y me subí el hilo con la otra mano. Mis medias estaban manchadas de semen y sangre seca. Finalmente me habían violado.

Fui hasta el cuarto de mi Ama Laura, insegura, toqué a la puerta y me arrodillé. Al momento aparecieron sus deliciosos pies que tantas veces había besado.

  • Ah, eres tú – me dijo al tiempo que tomaba mi rostro y me obligaba a verla a los ojos – lo siento nena pero acabo de conseguir otro esclavo, a mi las putas que se entregan a otras dóminas y a hombres no me interesan.

Y sin más cerró la puerta en mis narices. Con su seductora voz perforando mis oídos, con la imagen de su nuevo esclavo que vi cuando cerró la puerta, con el recuerdo de la sensación de su falo de plástico en mi culo y sus labios en mi cuello.

Reprimí una lágrima. No iba a llorar más. Ahora todo era diferente. Había complacido los deseos de mi Señora, y si ella quería un nuevo esclavo la respetaría, su felicidad era todo lo que importaba, yo era sólo un juguete. Y así terminó mi servicio bajo mi querida Ama Laura.

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Espero haber cumplido con las expectativas.

Dominas y sumis@s con comentarios o propuestas indecentes escribir a: masosado2@gmail.com