Ama Laura

De cómo un sumiso se arrastra por su Ama y ésta termina jugando con él a su voluntad. Dominación / Bisexuales.

Estaba impresionado con el resultado final, mi Ama se había esmerado en arreglarme. Me había convencido de que era hora de llevar mi sumisión un paso más allá, y yo, irremediablemente seducido por su belleza, no me pude negar.

-Estás preciosa – sentenció. Y la verdad es que sí lo estaba; llevaba unas medias a rayas, blancas y negras, por encima de las rodillas, una minifalda blanca, semitransparente, que dejaba entrever el hilo que se perdía entre mis muslos. Con todo el cuerpo depilado, tan delgado que se marcaban las costillas en mi piel, un sostén de encaje también blanco ocultaba mis tetillas. Aplicó algo de maquillaje, un toque de lápiz labial y mucha sombra en los ojos que resaltaba la palidez de mi rostro. Desde que había entrado en la casa de esclavos, unos meses atrás, no me había cortado el cabello y ahora lo tenía sobre los hombros, la cabellera castaña ocultaba parte de mi cara, dándome un aire de tímida

Mi pene había estado erecto desde que me puso la primera pieza, desde que subió el hilo por mis piernas y aprisionó mis güevos con él, me incomodaba muchísimo, pero también me excitaba.

  • Sabes que si quieres penetrarme ésta es la única manera – Desde que me entregué a mi Ama Laura no he tenido sexo, se me ha permitido acabar, pero nunca dentro de una mujer, y la verdad es que estoy loco por ella; quiero chupar sus senos perfecto, morder su culo redondo, lamer sus labios carnosos… Todo negado… Hasta que unos días atrás me dijo que me permitiría penetrarla si dejaba que me vistiese de nena.

– Quiero que hagas todas tus tareas domésticas vestida así, después ven a mi cuarto para tu recompensa.

Pasé el resto del día limpiando, cocinando, acomodando cosas en la casa de esclavos, perdía la erección. Las otras Amas se reían cuando me veían, me daban nalgadas y me manoseaban, yo me ponía colorado, mi pene se ponía duro. Así transcurrió el día hasta que por fin cayó la noche y me presenté frente a la puerta del cuarto de mi señora. Como era habitual me arrodillé y toque a su puerta.

Mi miembro estaba erecto y palpitante y ya botaba preseminal que quedaba atrapado a un lado del hilo, me temblaba todo el cuerpo.

– Entra – dijo la sensual voz de mi Ama detrás de la puerta, cuando me vio gateando me ordenó que me levantase y me acercase.

Y ahí estaba ella: sobre el sofá de terciopelo rojo oscuro, viéndome con sus penetrantes ojos negros, su cara de ángel, sus largos rizos, y una triunfal sonrisa de satisfacción. Su piel dorada estaba completamente desnuda, por primera vez veía sus senos, su vientre, las piernas completamente abiertas mostrando los labios rosados de su coño goteando deseo, sus pies delicadamente decorados con sandalias de tacón plateadas… El corazón me latía a reventar, estaba ahí, completamente entregada, lista para ser penetrada

Y en ese momento salió Carlos del baño.

Dos metros diez, moreno, más musculo que persona, y un falo que le llegaba a las rodillas. Era el esclavo que usaban las Amas de la casa para satisfacer sus necesidades sexuales.

  • Mira la nena que viene a hacernos compañía – dijo mi Ama. Carlos no se inmutó y fue a su lado, su miembro erecto.

  • Pero Laura pensé que tú y yo

  • Ama Laura – gritó mi señora callándome de inmediato– y sí, me acuerdo de nuestro convenio, pero mientras hacías tus tareas de sirvienta doméstica me ha provocado tirármelo, capullo, todo el día.

Estaba rojo de vergüenza y de rabia. Me había dejado vestir de nena rompiendo mi dignidad y ahora estaba con Carlos, destruyendo mis esperanzas. Me di la vuelta para irme.

  • Esclavo me provoca que le des servicio a mis pies mientras Carlos me penetra. Es una orden... Y si lo haces bien tal vez después te de placer a ti.

Me detuve de inmediato. Me tuve que tragar el poco orgullo que intentaba recuperar. Si desobedecía la orden me castigarían o peor, me echarían de de la casa, cosa que no quiero ni imaginar porque en el fondo sí, soy un sumiso, y la posibilidad de poseerla me terminó de convencer.

Me di la vuelta y me arrodillé junto a sus pies. Carlos se rió y se abalanzó sobre mi Ama Laura. Presencié como su miembro se abría paso centímetro a centímetro en ese coño perfecto que yo tanto deseaba besar.

La pareja agarró ritmo y mi Señora comenzó a gemir, con cada embate sus piernas saltaban en la espalda de Carlos, por lo que tuve que subirme al sofá y agarrar sus pies para cumplir con mi tarea. Empecé a besar la piel expuesta por las sandalias, lamía sus pies de arriba abajo, mordía el espacio entre la sandalia y la base del pie, ella temblaba. Besé uno a uno los dedos de sus pies, metía la lengua entre ellos. En el fondo me sentía feliz tan solo de presenciar su placer.

El rostro de mi Ama Laura surgió sobre uno de los hombros de Carlos.

  • Tócate – me ordenó. Me incorporé e hice a un lado el hilo para liberar mi pene y mis güevos, sentí como el hilo se presionaba contra mi ano. Mojé la mano con mi saliva y empecé a masturbarme, por primera vez en varios días. La escena era grotesca, el gigante embistiendo a la doncella que no deja de gemir y gritar, de venirse una y otra vez, y yo al final, la sobra, medio hombre vestido de nena cascándome la dignidad.

Acabé con un estremecimiento en todo el cuerpo, mi semen salió disparado y cayó en los pies de mi señora.

  • Eres un inútil, ahora los secas – dijo mi Ama, por lo que seguí lamiendo sus pies y tragándome mi semen hasta que Carlos acabó.

  • Traérmelo Carlos, quiero que limpie mi coño.

Con una fuerza descomunal Carlos me agarró del cabello y estampó mi cara contra los labios carnosos de mi Señora, el hedor a sexo era insoportable, pero aun así metí mi lengua y comencé a chupar, tragándome los jugos de los orgasmos de mi Ama junto al semen de Carlos.

  • Suficiente, ahora que te limpie a ti.

Levante la cabeza horrorizado, los ojos fuera sus orbitas. Ella reía. Yo nunca había hecho eso, no quería hacerlo, no era parte del acuerdo, aquel acuerdo que ahora parecía tan lejano pero que sin duda había dejado claro mis términos cuando me entregue a mi Ama Laura al principio de toda esta locura, nada con otros hombres.

Otro jalón de cabellera y antes de darme cuanta tenía un pene enorme y flácido en mi boca intentando llegar a mi garganta, intenté resistirme, pero Carlos seguía empujando su miembro contra mí, empecé a ahogarme.

  • Deja de forzarlo animal – mi Señora se incorporó desde el sofá, se agachó a mi lado y con su mano apretó mis güevos clavándome las uñas, no muy duro, pero si con algo de dolor y con firmeza, lo que hacía siempre que quería controlarme, ella tenía el poder y podía genérame mucho más dolor si me resistía.

  • Carlos, él te va a chupar por su propia voluntad – susurró mi Ama al oído, la voz conciliadora, seductora, rozando sus labios contra mi oreja, ahora apenas acariciándome tiernamente los güevos – él sabe que sí me desea tanto tiente que obedecer

Y obedecí. Con lágrimas en mis ojos agarré su miembro con una mano temblorosa, no sé porque me fije en mis uñas pintadas de verde claro, y empecé a lamerlo delicadamente, a todo lo largo, alrededor, tenía el sabor amargo del coño de mi Señora cosa que me inspiró, lo puse en mi boca y pasé mi lengua alrededor y en círculos, sentí cómo nuevamente se iba poniendo duro. Mi Ama me agarró la cabeza con la mano libre y me obligó a subir y bajar por su pene, besando la punta primero y tragando todo lo demás después, cuando intentaba resistirme me clavaba las uñas abajo.

  • Mira pues – continuó ella en susurros – como le gusta chupar polla, y lo buena que es haciéndolo… Hasta yo tardo más para ponérsela dura… Tú como que estas mejor de nena, pero te equivocas conmigo, capullo… Yo no follo con niñas… Menos con aquellas que se corren apenas se rosan

Al escuchar estas palabras me quedé helado con el falo en la boca. Me la había jugado.

  • Así que, como ya se la pusiste dura otra vez y yo estoy cansada, voy a dejar que Carlos entrené tu culito virgen y te haga una putita mientras yo me doy un baño.

Las lágrimas caían por mi rostro, ella besó una en mi cachete, se levantó y caminó hasta el baño, contorneando provocativamente su cuerpo, donde se encerró.

..

Dependiendo de sus comentarios escribo una segunda parte (ya éste quedó bastante intenso).

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