Ama Carmen 9: Apuesta con Sara.

Carmen es invitada por su novia a una celebración y esta le propone una apuesta durante la cena en la que se implica a la hija de su jefe

Carmen salió de su habitación una vez se hubo calmado un poco después de calcular las notas medias que sus sumisas habían sacado en el total del primer año de carrera. Tanto Gema como Vanesa salieron de sus dormitorios en cuanto su Ama las llamó a voz en grito, no tardando ambas en arrodillarse a los pies de su señora, temerosas ante la reprimenda.

-          ¡¿Os parecen normales estas notas?!- preguntó Carmen visiblemente enfadada portando en la mano los folios en los que se había encargado de apuntar las notas de sus sumisas. Tanto Vanesa como Gema mantuvieron la cabeza gacha- ¿os parece normal que Irma se esfuerce pasa sacarnos 5 de los 8 exámenes finales y premiéis su esfuerzo con un 8.6- dijo mirando a Gema- y con un 8.4?

-          Lo siento Ama- dijo Gema, que sabía que al saber las preguntas de la mayoría de los exámenes estaban obligadas a sacar una nota superior a 9 de media si querían eludir el castigo.

-          ¡Que lo sintáis no me vale!- dijo Carmen agarrando de la larga melena de pelo negro a la que acababa de hablar, para clavar sus furiosos ojos sobre los tristes de su sumisa- habéis insultado a vuestra compañera sumisa y despreciado el trabajo que ella ha hecho para complacerme.

-          Lo siento mucho Ama- dijo Gema al borde de las lágrimas ya que Carmen no solía enfadarse con ellas.

-          Ir desnudando ahora mismo- ordenó Carmen caminando hacia su dormitorio en busca de lo que había comprado para castigar a sus esclavas si sucedía lo que finalmente había pasado.

Las dos sumisas, que veían que no era una buena idea enojar a su Ama en el estado en que se encontraba, no tardaron en quitarse la ropa y esperar a que la furiosa Dominante regresase con lo que tenía dispuesto para el castigo.

Carmen en cuanto llegó ante sus sumisas tiró al suelo un par de braguitas de cuero con un consolador dentro de ellas. La esclavas, que no necesitaron hacer preguntas se las pusieron, sintiendo que el dildo se clavaba en sus sexo profundamente.

Sin mediar palabra, Carmen, apretó las braguitas a las cinturas de sus sumisas con un cinturón, el cual aseguró con un candado a cada lado de la braguita, haciendo que los artilugios fuesen imposibles de ser quitados sin la llave de los cerrojos.

-          Como las dos habéis sido unas niñas muy malas, y unas estudiantes pésimas, he pensado que os podéis brindar apoyo durante esta larga noche de frustrante excitación- comentó colocando un collar al cuello de cada una de sus esclavas, para unirlos con una cadena de escasos 30 cm, haciendo que los pechos de las sumisas chocasen y que el contacto físico fuese ineludible- Yo me marcharé y os dejaré así con Irma, tengo una cita con Sara esta noche, espero que la expreséis vuestras disculpas como se merece.

-          Sí Ama- dijo Vanesa rápidamente un poco incómoda de estar unida por el cuello a Gema.

Carmen sonrió a sus esclavas y sacó de su bolso un control remoto que accionó provocando que los vibradores que había en los sexos de Gema y Vanesa comenzasen a moverse a la mínima velocidad.

-          Les acabo de poner pilas nuevas, así que no os preocupéis por que se les agote la batería- informó Carmen sabedora de que con ese ritmo ninguna de sus sumisas llegaría al orgasmo en toda la noche y estarían calientes como perras cuando regresase de su cita con Sara.

Irma quedó muy complacida cuando escuchó que tenía permiso para dar órdenes sexuales tanto a Gema como a Vanesa en reconocimiento al esfuerzo que había hecho al recopilar todos aquellos exámenes para el bien de su Ama, la cual había sacado la nota más alta de la facultad en buena medida gracias a ella, alcanzando un 9.7 de media.


Sara felicitó a Carmen, con un largo beso en los labios, cuando se enteró de las increíbles calificaciones de su antigua sumisa y ahora amante había obtenido. La felicitación era doble, ya que se alegraba tanto por las notas como por haber logrado domar a una mujer madura de su entorno con tanta facilidad.

Carmen notó perfectamente como la gente que les rodeaba se quedaban mirándolas, algunos con mayor disimulo que otros. Ciertamente a Carmen también le sorprendió de la efusiva reacción su amada, sobretodo porque los que les rodeaban no eran otros que los compañeros del bufete en el que trabajaba Sara, y pese a que desde hacía bastantes años las relaciones lésbicas estaban bastante aceptadas en la sociedad aún había mucha gente que no podía evitar quedarse mirando una escena en la que dos mujeres expresaban su amor.

Sara, que parecía más acostumbrada a ignorar aquella clase de miradas, indicó a Carmen que se adentrasen en el restaurante donde se celebraba la cena de empresa del bufete en el que Sara trabajaba.

Como eran muchos los miembros del entorno laboral de Sara el local puso a su disposición un espacio reservado en el que se reunieron más de 40 comensales, ocupando Sara un lugar cercano al jefe de su bufete, como la abogada estrella que era.

Sara presentó a su bella novia a todos sus compañeros, quedando Carmen muy complacida tanto con los piropos de alguno de los hombres como por las miradas envidiosas de algunas de las compañeras de Sara.

-          Tu hermanita está un poco enfadada, Carmen- dijo Sara una vez comenzaron a comer, cuando estuvo segura de que nadie reparaba en ellas.

-          ¿Y eso?- preguntó la aludida.

-          Después de mucho intentar sonsacarla creo que está enfadada porque tienes tres sumisas ahora y a ella la dejaste fuera de tu harem porque decías que con Gema y Vanesa tenías demasiadas- comentó la mujer despreocupada.

-          ¿No está a gusto contigo, Sara?- preguntó la chica extrañada, ya que pensaba que la relación de Susana con su ex-ama iba bien.

-          No, está estupendamente conmigo, pero creo que la gustaría que su hermanita viniese a jugar con ella más a menudo- dijo Sara guiñando un ojo.

-          He estado muy liada con los exámenes, aunque me sabía las preguntas tenía que aprenderlas bien- se apresuró a añadir Carmen para que no pensase que sus notas solo se debían a la inestimable colaboración de Irma- pero ahora que he terminado- dijo acercándose al oído de su amante- dile a esa zorrita que muy pronto iré y le daré la caña que se merece por ser una putita incestuosa.

-          Como la diga va a tener el coño mojado hasta que te presentes a darla una buena sesión de doma- comentó Sara.

La cena se desarrolló sin percances, Sara apenas prestaba atención a sus habituales compañeros y tan solo tenía oídos para que lo que Carmen le contaba. Carmen por su parte no pudo evitar sentirse un poco incómoda por la mirada de una chica que no dejaba de observarla, se trataba de una mujer de aproximadamente unos 25 años, que lucía un largo vestido negro con un pequeño escote. Sara, al ver hacia donde miraba su amante sonrió.

-          Es la hija del jefe del bufete, es una pijita que está aprendiendo el negocio familia- comentó Sara sonriendo al ver como Carmen se había quedado mirando a la rubia y liviana mujer.

-          Es que no para de mirar hacia acá- dijo Carmen.

-          Es normal, no se suelen ver chicas tan guapas como tú- dijo Sara agarrándola de la nuca con dulzura y llevándola poco a poco hasta poder plantarla un beso en los labios.

Carmen aceptó aquel razonamiento como válido, aunque estaba segura de que aquella chica no le observaba tan solo por eso. Aún así Carmen trató de abstraerse de las indiscretas miradas de la hija del jefe de Sara y trató de centrarse en su amante.

-          ¿Te apetece una pequeña apuesta?- preguntó Sara después de unos minutos de animada charla.

-          Depende de lo que tenga opción de ganar- dijo Carmen que casi siempre aceptaba las apuestas de su ex-ama por lo atractivo de sus recompensas.

-          ¿Qué te parece una noche de sexo, en la que tú lleves las riendas?- sugirió la mujer al oído de Carmen para que nadie más las pudiese oír.

-          Te diría que trato hecho- dijo la joven que no estaba acostumbrada a que su amante se dejase hacer.

-          Para conseguirlo quiero que me traigas el sujetador de la hija de mi jefe- dijo Sara con una sonrisita, que contrastó con la mirada de incredulidad de Carmen.

-          A ver si te voy a dar problemas en el trabajo por esta tontería- dijo la chica un poco preocupada.

-          Soy la abogada estrella del bufete, además no creo que le vayas a hacer daño, seguro que a esa mojigata si no le gusta no se lo dirá a nadie, y si le gusta tampoco, lo único que deseará será repetir- dijo la mujer guiñando el ojo.

Carmen dudó duramente unos minutos hasta que finalmente decidió que aceptaba la apuesta, al tiempo que pensaba de que forma podría abordar a aquella joven para convencerla de que la entregase su sujetador.

La joven Dominante se levantó de su silla en cuanto vio como su presa se encaminaba al baño, lugar en el que podría hacerle la indecente proposición sin ser molestada por nadie.

Carmen tuvo que hacer un poco de tiempo, ya en el baño del restaurante, cuando se dio cuenta de que la mujer a la que estaba siguiendo se había metido en uno de los retretes. La chica aprovechó ese tiempo para retocarse un poco el maquillaje y lavarse bien las manos.

La joven Ama sonrió al espejo cuando a su espalda vio el rostro de sorpresa de Catalina, que así era como se llamaba la hija del jefe de Sara, sonrisa que se hizo aún más ancha cuando vio como esta retiró la mirada para encaminarse a uno de los lavabos en los que aseó sus manos.

-          Me he fijado que no me has quitado el ojo en toda la noche- dijo Carmen a Catalina intentando romper el hielo.

-          Perdona, no quería ser indiscreta, es que me choca mucho ver una pareja de mujeres- dijo la chica- además tú pareces muy femenina, a las lesbianas las tenía estereotipadas de otra forma- comentó la chica provocando la carcajada de la Dominante.

-          Me tomaré eso como un cumplido, pero no puedo creerme que nunca hayas probado con una chica, eres bastante atractiva- dijo Carmen mirando el liviano cuerpo de Catalina de arriba a bajo.

-          Nunca lo he probado- dijo la chica cortante y poniendo mala cara. La apuesta iba a estar complicada de conseguir.

-          Seguro que alguna amiga sí te ha pedido experimentar- dijo Carmen guiñándola un ojo y viendo como en el rostro de Catalina se veía claramente que sí- seguro que has dado más de una desilusión  a alguna amiguita al no querer experimentar con ellas.

-          No sé que intentas, pero si tratas de seducirme te puedes ir olvidando- dijo la joven abogada mirando a Carmen fijamente.

-          ¡Vaya, tengo que mejorar en los acercamientos!- comentó Carmen disimulando su disgusto por ser descubierta, tan fácilmente, con una risita.

-          Parece que hay cosas en los estereotipos de las lesbianas que si son ciertas: sois muy promiscuas- comentó un tanto enfadada- anda que te ha faltado tiempo para venir a tirarme los tejos, se lo pienso contar a Sara- Carmen rió.

-          Me alegra de que seas tan buena compañera, pero mi novia está al tanto de todo esto- dijo Carmen- es tan solo un jueguecito que nos traemos entre manos para que nuestra vida de pareja sea más interesante.

-          Sí que sois zorras- sentenció Catalina escandalizada.

-          Si por zorras te refieres que nos gusta disfrutar de nuestra sexualidad, sí, somos unas zorras increíbles.- dijo Carmen sin tapujos- Estoy en desventaja porque seguramente tú negocies mucho mejor que yo, pero ¿Qué tendría que darte para conseguir tu sujetador?

-          ¡¿Cómo dices?!-preguntó la abogada sin dar crédito a lo que oía.

-          Si llevo a Sara tu sujetador me dará un gran premio, así que estoy dispuesta a muchas cosas para conseguirlo- dijo Carmen mirando fijamente la cara de desconcierto de Catalina.

-          ¡Creo que voy a regresar a al comedor!- dijo la chica dándose la vuelta, pero parando cuando fue agarrada por el brazo.

-          Dame una oportunidad- dijo Carmen seriamente- te propongo lo siguiente: nos metemos en el baño, te quitas el sujetador y te lamo los pechos para que tengas una sensación que tu novio no te daría aunque estuviese mejorando sus técnicas orales durante 100 años- dijo la muchacha confiada de que sus habilidades eran muy superiores a las del fornido muchacho al que Carmen había visto que se sentaba al lado de Carolina- si no te gusta paramos, te marchas y ambas hacemos como si aquí no ha pasado nada.

Carmen sonrió para si al ver el gesto de duda de la joven abogada, lo que era señal inequívoca de que se lo estaba pensando. La joven Dominante se había encargado de planteárselo así para que Catalina sintiese que era ella la que tenía la sartén por el mango y que no notase que estaba siendo manipulada por Carmen.

-          De acuerdo, lo probaré, pero no pienses que luego te voy a lamer o a ti- dijo la joven caminando confiada hacia uno de los cubículos en los que estaban los retretes mientras comenzaba a bajar la cremallera de su vestido.

Carmen la siguió sonriendo, había conseguido su objetivo y ahora la tocaba cumplir con su parte del trato. Catalina se bajó el vestido sin una gota de sensualidad, estaba claro que estaba deseando acabar con aquella situación y a juzgar por como sacó sus medianos pechos sin siquiera quitarse el sujetador hizo que Carmen viese la poca confianza que tenía en que la fuese a gustar, con lo que la joven Dominante se mentalizó para dar una lamida especialmente buena.

Carmen comenzó por los pequeños, oscuros y duros pezones de la abogada, mordiendo con suavidad primero el derecho y pasándole la lengua a toda velocidad, provocando que este ganase en dureza y se pusiese aún más picudo.

Una vez estimulados ambos pezones Carmen comenzó a lamer los pálidos, suaves y redondeados pechos de Catalina, empapando en saliva los dos en cuestión de segundos. La joven Ama, tal y como esperaba, no recibió ninguna clase de queja por parte de la receptora de la lamida y continuó utilizando sus mejores habilidades al tiempo que con las manos comenzaba a buscar el cierre del sujetador a la espalda de la abogada.

Catalina, que estaba sorprendida por lo mucho que estaba gozando y lo rápido que Carmen había hecho, por medio de excitación, desaparecer sus prejuicios contra las lesbianas, colocó sus manos detrás de la nuca para soltar ligeros gemidos de placer.

-          Que rápido te has adaptado a esto- comentó Carmen separándose de Catalina con el sujetador de esta en la mano- ¿de verdad estás gozando?- preguntó Carmen, que sabía la respuesta, mientras introducía el sostén en su bolso.

-          Supongo que al ser una mujer tienes ventaja a la hora de saber lo que nos gusta- comentó la abogada fingiendo estar menos excitada de lo que en realidad estaba.

-          ¿Eso significa que te gustaría repetir?- preguntó Carmen con una sonrisa pícara.

El rostro de la hija del jefe de Sara se puso un poco rojo, pero aún así la joven, superando el pudor inicial, levantó su vestido lentamente, hasta colocarlo por encima de la cintura, mostrando unas piernas de piel clara, suave y bien formadas.

-          Si me dejas probar tu lengüita en mi vagina te doy el sujetador- dijo finalmente Catalina haciendo que Carmen pusiera mala cara.

-          Ese no era el trato- dijo Carmen fingiendo indignarse ligeramente, pese a que no tenía ningún problema en como se estaba desarrollando la situación.

-          O lo tomas o lo dejas- dijo la abogada sonriendo, sintiendo que tenía la situación controlada.

-          De acuerdo- dijo Carmen clavando sus rodillas en el suelo fingiendo que era derrotada.

La joven Ama sonrió ampliamente cuando bajó el tanguita de Catalina hasta las rodillas de esta, teniendo frente a sus ojos un hermoso sexo rosado y empapado, de labios gruesos y un prominente clítoris entre ellos, el cual parecía ganar volumen por segundos. Carmen, que agradeció que el sexo de la abogada no tuviese ni un solo pelo, lo demostró lanzándose a por el clítoris de la joven, que recibió el mismo trato que los pezones anteriormente, atraparlo con suavidad entre los dientes y mover la lengua de manera frenética sobre él.

Catalina, a la que no tardaron en comenzar a flojearla las piernas por el placer que recibía, tuvo que ponerse las manos sobre la boca para ahogar los gemidos de placer que la lengua de Carmen la estaba proporcionando.

La joven Ama metió su lengua en el interior del caliente y dulce sexo de la abogada mientras que con las manos oprimía con fuerza las nalgas que esta al tiempo que comenzaba a separarlas para jugar con el pequeño ano que había entre estas.

Catalina, que tan solo se dio cuenta de que estaba siendo penetrada por su agujero trasero cuando Carmen la metió un dedo casi entero, soltó un quejido, pero prefirió no protestar ya que la novia de Sara la estaba dando una lamida como nunca antes había recibido.

Carmen, que sabía que el orgasmo estaba muy cerca para la mujer, alzó la mirada y vio como Catalina tenía una mano sobre su boca y otra sobre sus pechos cuyos pezones se iba estimulando, saltando de uno a otro, prueba inequívoca de que la abogada quería que el orgasmo llegase cuanto antes.

La Dominante, que compartía el mismo objetivo, ya que deseaba regresar con Sara vencedora de su apuesta, volvió a atrapar el hinchadísimo clítoris de Catalina para lamer con avidez mientras que con la mano derecha metía y sacaba el dedo índice del culito de nalgas dura de la chica y con las mano izquierda estimulaba los prominentes labios vaginales de la receptora de la lamida.

Carmen, en cuanto notó como el orgasmo de Catalina llegaba, colocó su mano izquierda y su boca delante del sexo de esta para que los fluidos no la pusieran perdida y arruinasen el elegante vestido que en cuanto terminase con aquel examen oral tendría que limpiar a la altura de las rodillas.

Carmen alzó la cabeza orgullosa cuando sintió como los espasmos de aquella chica, que hasta hacía tan solo unos minutos veía las relaciones entre mujeres como algo censurable, la hacían temblar de placer.

-          Bueno guapa- dijo Carmen incorporándose del suelo para quedar a la altura de la abogada a la que había despojado de su sujetador- de verdad que ha sido un placer conocerte- dijo acercando sus labios a los de Catalina y plantándola un beso que la chica no hizo siquiera el gesto de rechazar- si quieres que repitamos no tienes más que pedirla a Sara mi número, seguro que ella estará encantada de meterte en nuestro mundo.

Carmen, dejando a la petrificada mujer dentro del baño, salió y se estiró un poco el vestido para a continuación salir de nuevo al comedor, donde desde la distancia guiñó un ojo a Sara, la cual pese a saber que había perdido la apuesta sonrió.

-          ¿Has quitado el sujetador a esa pijita?- preguntó Sara que recibió como respuesta una ligera apertura del bolso de Carmen donde se hallaba la prenda que minutos antes había pertenecido a Catalina- ¿cómo es que no sale?- preguntó curiosa- no la habrás encerrando en el baño o algo así.- Carmen soltó una carcajada.

-          Créeme, los motivos por los que no sale son otros muy distintos, tiene que recuperarse un poco- susurró acabando por darla un mordisquito en la oreja.

-          ¿Qué le has hecho?- preguntó Sara intrigada.

-          La he complacido sexualmente- Sara rió.

-          ¿De verdad?- preguntó Sara sin dar crédito.

-          Sí- contestó escuetamente- primero se indignó, pero cuando comencé a lamerla todos sus reparos desaparecieron. Por cierto, ¿te daría problemas que la sometiera si se diera el caso?

-          Para nada, si puedes es toda tuya.

-          Genial, porque creo que esa zorrita va a llorar de pena la próxima vez que su novio use la lengua con ella y va a necesitarme de nuevo.

-          Pero que zorra eres, Carmen- dijo Sara acercando sus labios a la oreja de su amante- primero la envicias y después la sometes.

-          He aprendido de la mejor- dijo girando la cabeza para dar un largo beso en los labios de su amada, al tiempo que observaba como Catalina salía del baño, ya aparentemente repuesta, pero sin dejar de mirar a la chica que tanto placer le había dado en tan solo unos minutos.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo, fantasias1987@hotmail.com