Ama Carmen 8: Saldando las cuentas.

Carmen por fin se decide a llevar a cabo su venganza sobre Nuria después de meses de planificación minuciosa

(Los que deseen refrescar el motivo por el que Nuria es castigada les recomiendo leer capítulo 11 de la decisión de Carmen)

Carmen fustigó con fuerza la espalda de las dos ponis que la llevaban a todo correr por medio de la finca de Ama Sonia, esperando ver hasta donde llegaba el aguante sus dos sumisas, las cuales la noche anterior le habían manifestado sus deseos de probar a ser sus yeguas, deseo que Carmen no había tardado en conceder.

La joven Dominante estaba muy satisfecha con sus sumisas tanto físicamente, por el aguante que tanto Gema como Vanesa estaban demostrando, como por lo sexys y sugerentes que quedaban sus dos esclavas, especialmente Vanesa, con los trajes que Ana le había proporcionado, con los ajustados corsés negros oprimiendo su abdomen dejando sus pechos fuera, de cuyos pezones colgaban unas campanitas que no dejaban de tintinear a cada zancada que daban.

Carmen, que conocía bien la finca gracias a los días que había pasado en ella el verano pasado, paró a sus sumisas, para dejarlas beber algo de agua cuando consideró que estas comenzaban a bajar su rendimiento, en uno de los pozos que había instalados a lo largo de la propiedad de Ama Sonia.

Tuvo que ser la Dominante la que se encargó de sacar un cubo lleno del agua del pozo, ya que en aquella ocasión no podía delegar en ninguna de sus esclavas, ya que estas llevaban los brazos atados a la espalda.

Tanto Gema como Vanesa esperaron jadeando arrodilladas el agua que su Ama estaba extrayendo para ellas, cediendo Vanesa el turno de beber a Gema cuando se dieron cuenta de que el cubo era bastante estrecho, y que no había manera de que pudieran beber las dos a la vez.

Gema agradeció el gesto de su compañera esclava y hundió la cabeza en el cubo para aplacar su sed mientras que Carmen hacía un gesto de aprobación a Vanesa, acompañado de una caricia sobre su mejilla derecha, para premiar su comportamiento ejemplar.

Las sumisas, que pese a que trataban de mostrar ante su Ama fortaleza estaban bastante agotadas, después de casi una hora y media de paseo en el que Carmen había alternado el trote suave con el intenso, dejaron ver su agotamiento cuando ambas tardaron unos segundos más de la cuenta en lograr ponerse de pie usando tan solo sus piernas.

-          ¿Me estoy quedando sin gasolina?- preguntó Carmen a sus sumisa.

-          No Ama, estoy bien- se apresuró a decir Vanesa.

-          Yo también estoy bien, mi Ama- aseguró Gema.

-          Os noto un poco acaloradas, quizás si os bajo el calor repongáis las fuerzas más rápido- comentó Carmen metiendo las manos en el cubo de agua para sacarlas empapadas y sobrar los medianos pechos de Gema que gimió de alivio.

Las dos sumisas agradecieron que su Ama masajease con sus empapadas manos su cuerpo de piel caliente y sudorosa, especialmente cuando la joven Dominante se encargó de sobar sus tensas piernas y sus sensibles y calientes pechos, notando las sumisas como a cada caricia de su Ama el cansancio se iba convirtiendo poco a poco en algo más secundario.

Una vez tuvo a sus dos ponis refrescados, Carmen las colocó de nuevo delante del carro en el que la habían llevado, para regresar de nuevo a la casa de Ama Sonia. Las dos sumisas, agradecidas por el tratamiento que acaban de recibir de manos de su Señora se emplearon a fondo, recorriendo los aproximados dos kilómetros que había desde el pozo en el que habían parado hasta los establos, en tan solo diez minutos.

-          Estáis más fuertes de lo que me esperaba- comentó Carmen sonriendo mientras comenzaba a quitar a sus dos sumisas los elementos con los que eventualmente se habían convertido en pony-girls.

-          Gracias Ama, en el último mes hemos hecho entrenamiento intensivo en el gimnasio para que quedara complacida- respondió Vanesa, acabando la frase con un ligero quejido producido por que Carmen había sacado del ano de esta el consolados con flecos que servía para hacer de cola.

-          Pues lo habéis hecho muy bien, estoy muy contenta- dijo Carmen sonriendo provocando la alegría de sus sumisas.

La joven Ama se tomó su tiempo para desnudar a sus dos esclavas y permitirlas que fueran a darse una buena ducha en el exterior mientras esperaban a que regresasen el resto de ponis.

La increíble cantidad de ponis de Ama Sonia no tardó en presentarse después de su entrenamiento matutino que se había extendido desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la tarde.

Carmen al ver a Ana y el grupo de sumisas que adiestraba, las más jóvenes y atléticas, se acercó para darle un suave beso en los labios al tiempo que indicaba a Gema y Vanesa que se acercasen para ayudar a desnudar a las monturas.

En ser cuatro chicas para quitar los artilugios a 7 ponis hizo que fuera algo bastante rápido y que en apenas un cuarto de hora las sumisas de Sonia estuviesen encadenadas en sus respectivos cubículos, arrodilladas esperando la comida.

Estela, que pese a que la noche anterior había salido muy dolorida, fue la encargada de servir la comida a las sumisas, la cual constaba de dos boles, uno lleno de agua y otro de carne con verdura.

Carmen al ver que Nuria, a la que no había dejado de observar desde que había llegado, comenzaba a comer no dudó en acercase hacia Ana, que estaba cerca de Nuria, para dar una patada a los boles, de forma que pareciera accidental, cayendo más de la mitad del agua y la comida al suelo ante la mirada de tristeza de Nuria.

-          ¡Vaya, que torpe soy!- comentó Carmen guiñando un ojo a Ana, a la que había contado su plan previamente- hasta me he manchado- dijo Carmen mirando sus zapatos de tacón rojos cubiertos de la salsa marrón de la carne con verduras- anda cómelo antes de que se eche a perder- dijo la joven Ama colocando el zapato entre la comida y el rostro de Nuria.

La poni, humillada y sabiendo que aquella tarde iba a pasar bastante hambre, agachó la cabeza y comenzó a lamer el zapato de la Dominante moviendo la cabeza rápidamente buscando no dejar ni una sola mancha sobre los caros zapatos de Carmen y poder comer la poca comida que la quedaba lo antes posible.

Carmen, satisfecha con la humillación que había impartido a Nuria, se alejó de ella para reunirse de nuevo con Gema y Vanesa, que observaban la escena desde la distancia.

-          Bueno esclavas, como habéis hecho un buen trabajo hoy os habéis ganado un premio- las dos sumisas de Carmen sonrieron contentas- esta tarde, mientras esté dando un paseo con Nuria como poni, tenéis mi permiso para elegir a una pieza de la cuadra cada una y gozar con ella hasta la noche.

-          Muchas gracias Ama- dijeron las dos al unísono, que no esperaban una tarde de sexo después de que el día anterior su Ama ya les había concedido un orgasmo.

-          Id echando un vistazo a las piezas a ver cual os gusta más, tenéis que tenerlo decidido cuando regrese de comer.

Carmen disfrutó enormemente de la comida con Ama Sonia, era una gozada poder charlar y aprender de los conocimientos de dominación de su anfitriona, una mujer que llevaba casi 20 años metida en aquel mundillo y por cuyas manos habían pasado docenas y docenas de sumisos y sumisas de todo tipo.

-          Desahógate con ella todo lo que consideres oportuno para quedar en paz- le dijo Sonia sonriendo mientras daba el último sorbo a su café.

-          Así lo haré, muchas gracias por cedérmela, Sonia- dijo Carmen agradecida.

-          Nada no le des importancia, las Amas tenemos que ayudarnos en estas pequeñas cosas- comentó restando importancia a la cesión de Nuria- y llévate a Ana contigo para que Nuria no te engañe tratando de fingir alguna lesión antes de que hayas considerado que haya corrido suficiente.

Carmen caminó con paso firme y tranquilo hasta el establo donde debía de estar esperándola tanto Ana como Nuria, pero antes de eso se reencontró con Gema y Vanesa, que ya habían seleccionado los sumisos con los que querían gozar mientras Carmen estaba fuera.

Gema había cogido a un ejemplar de la cuadra de los ponis machos, un hombre de unos 30 años, de piel bronceada, cuerpo musculado y cuya verga en aquel momento aún estando parada era de un tamaño de lo más prometedor, Carmen, pese a que no tenía a penas trato con los esclavos machos, si recordaba el nombre de aquel, Ramón, ya que este había sido degradado tras un castigo severo por Ama Sonia en su primera visita cuando aún era una sumisa inexperta.

Vanesa por su parte había elegido a una joven sumisa, de piel también bronceada, algo más alta que ella, de pelo largo y rubio y de unos senos hermosos, los cuales quedaban un poco deslucidos en comparación con los pechos de la sumisa más voluptuosa de Carmen.

-          ¿Le molesta que haya elegido un hombre Ama?- preguntó Gema al ver el rostro de Carmen, que estaba un tanto sorprendida y un poco preocupada, ya que sabía que si Ramón había llegado a capataz de ponis en su día era porque albergaba algo de espíritu dominante.

-          No cariño- dijo Carmen con una sonrisa en los labios- si te apetece con un macho tienes mi permiso, Vanesa, tú puedes llevarte a tu amante- le dijo a la rubia que asintió contenta y agarró la mano de la joven desnuda que tenía a su lado- tú espera fuera un momentito Gema, tengo que trasladarle a este un mensaje que me ha dado Sonia para todos sus ponis macho.

Carmen sonrió a sus sumisas mientras estas se marchaban al tiempo que les recordaba que estuviesen atentas a sus teléfonos móviles ya que en cuanto terminase del paseo con Nuria precisaría de su ayuda. La joven Ama tan pronto como perdió de vista a sus sumisas se dio la vuelta hacia Ramón, y sabiendo de su posición de fuerza, en un rápido movimiento agarró con su mano derecha los testículos de este.

-          Perdona que me tome esta libertad, pero es para que estés bien atento a lo que te voy a decir- dijo Carmen con una sonrisa- Para que las sensaciones del orgasmo sean más intensas acostumbro a racionalizárselos a mis esclavas, con lo que tienes una importante responsabilidad- dijo en un susurro mientras mantenía bien sujetos los testículos del hombre- ella te ha elegido para gozar contigo con lo que debes sentirte honrado.

-          Sí Señora, le estoy muy agradecido- dijo el hombre con la voz un poco quebrada.

-          Así se lo vas a demostrar durante el tiempo que pases con ella, tu placer no importa nada, lo que cuenta es que Gema disfrute, y si una vez ella esté satisfecha desea darte a ti algo de placer lo recibirás con un agradecimiento máximo hacia ella ¿me he expresado con claridad?

-          Sí Ama, muy claro- dijo el hombre rápidamente, ansioso de quedar libre de la mano que lo oprimía.

-          Bien, por si piensas que saltarte mi advertencia podría salirte barato te aviso que no dudaré en llevarme tus pelotas como recuerdo- dijo Carmen aparentándolas un poco más con su mano derecha y mirándolo con fijeza, viendo como la fuerza del hombre se esfumaba por completo.

-          Seré bueno, lo prometo Ama Carmen- dijo el sumiso ya una vez libre.

-          ¡Que bien, disfrutar!- dijo Carmen en tono jovial como si la amenaza que le acababa de hacer nunca se hubiese producido.

Carmen sonrió cuando encontró a Ana sacando a Nuria fuera del establo. La poni, tal y como Carmen había ordenado estaba totalmente desnuda, a excepción de las botas las cuales eran parte fundamental para que Nuria no se dañase los pies y pudiese correr hasta la extenuación.

La joven Ama, como si Nuria no fuese más que un animal la agarró de su corta melena de pelo castaño y tiró de ella hasta el exterior, seguida de Ana, que les acompañaría tal y como Ama Sonia había sugerido.

-          Ha comido y bebido la mitad de lo que está  acostumbrada, así que supongo que aguantará menos de lo habitual- comentó Ana mientras se sentaba junto a Carmen en el carro con el que Nuria iba a cargar.

-          Aquí tengo un par de argumentos con los que puedo asegurarte que hoy se esforzará más que de costumbre- dijo Carmen mientras mostraba en su mano derecha un látigo y en la izquierda una fusta larga.

Nuria no tardó en comenzar a trotar a ritmo medio, sabiendo que si la velocidad era excesiva no tardaría en escuchar a Ana algún grito para que fuera más despacio, y que si era demasiado lento Carmen no tendría piedad a la hora de descargar el látigo o la fusta sobre ella.

Para alivio de la tiradora ninguna de sus dos ocupantes corrigió su velocidad, tan solo recibía ligeros fustazos en sus costados para que cambiase de dirección, indicaciones a las que estaba especialmente atenta para no retrasarse ni un segundo una vez se producía el mandato.

Carmen, que sabía de la incertidumbre que la sumisa sentía en aquel momento, decidió relajarse con Ana, acariciándose y besándose apasionadamente mientras Nuria, totalmente impotente, continuaba corriendo en la última dirección que se le había dado.

Tanto Carmen como Ana gemían de manera escandalosa, para que si la esclava aún no se había dado cuenta de lo que sucedía a su espalda fuese consciente del placer del que estaban forzando mientras la poni se quemaba físicamente.

Tan solo cuando Carmen quedó satisfecha sexualmente, después de muchos minutos bajo el sol que poco a poco comenzaba a calentar, la joven Ama cogió el látigo que aún no había usado sobre la espalda de Nuria, para descargarlo con fuerza al tiempo que con la fusta corregía la dirección en la que debía avanzar.

Carmen, que deseaba ver que velocidad podía alcanzar su montura, se inclinó hacia delante para seguir dando latigazos sobre la espalda de Nuria, la cual había soportado los primeros golpes sin hacer casi ruido, pero después de la primera docena no pudo evitar comenzar a gemir de dolor, mientras trataba de forzarse físicamente deseando que con eso Carmen se diese por satisfecha.

Carmen disfrutó durante una hora completa en la que no dejó de exigir físicamente a la sumisa, alternando el trote suave con esprines exigentes en la que la esclava tenía que dar todo lo que tenía para que la Dominante se apiadase de ella y no flagelase en exceso su musculosa espalda.

Una vez pasada aquella hora, Nuria comenzó a acusar el cansancio de forma evidente, reduciendo su velocidad de manera importante y comenzando a tener problemas físicos que Ana no tardó en revisar y declarar que aún podía seguir corriendo.

-          Esta perra no es tan resistente como me esperaba, Ana- dijo Carmen bajándose del carro, que pese a que decía aquello no era verdad ya que después de casi dos horas cargando con un carro con dos personas Carmen estaba impresionada de su aguante.

-          Me siento avergonzada, Señora- dijo Ana- le aseguro que seré mucho más severa de ahora en adelante.

-          Así lo espero - dijo colocándose delante de la sudorosa sumisa para beber un buen trago de la cantimplora con agua que llevaba, gozando de ver como Nuria, pese a estar sedienta, no se atrevía a pedir agua a la Dominante por temor a las represalias- ¿Quieres agua?

-          Sí Ama, por favor- pidió la sumisa viendo alguna posibilidad de aplacar mínimamente su sed.

-          De rodillas.

Nuria, sabiendo que no hacerlo no solo supondría quedarse sin beber sino que también debería de reanudar la marcha antes, seguramente a un ritmo aún más intenso, clavó sus rodillas en el suelo y observó como la poderosa Ama se descalzaba.

-          Voy a ir echando chorritos de agua sobre mis pies y tú vas a ir succionándola, así que procura que no caiga mucha al agua porque eso lo consideraré como un insulto y no beberás mas- le advirtió Carmen dejando caer las primeras gotas sobre sus dedos, lugar al que Nuria se lanzó para tratar de absorber aquella poca agua- ¿mi sudor le da un toque especial?- preguntó Carmen que pese no hacía mucho calor el haber estado fustigando a la poni le había hecho sudar un poco.

-          Sabe deliciosa, Señora- dijo Nuria alzando la vista, provocando la sonrisa de su Dominante que halagada tiró un nuevo chorro sobre el que la esclava se lanzó en cuanto este cayó sobre su pie.

Carmen disfrutó de su dominio sobre la sedienta esclava durante unos minutos en los que Nuria se afanó en capturar hasta la última gota de agua, cantidad que el Ama sabía que era totalmente insuficiente para el esfuerzo físico a la que la poni había sido sometida.

La joven Ama rió al ver la cara de frustración de la sumisa cuando después de esforzarse al máximo lamiendo los pies de Carmen esta decidió dejar de echarlos agua para indicar a Ana la que volviese a colocar en el carro.

-          Espero que el agua que he tenido a bien darte me la pagues con un buen rendimiento- dijo Carmen con una sonrisa mientras pegaba un nuevo trago a la cantimplora que había usado para dar de beber a Nuria y en la que aún le quedaba bastante líquido.

-          Sí Ama- dijo la sumisa- muchas gracias por el agua.

Carmen, curiosa por saber hasta donde aguantaba la resistencia de la sumisa, indicó a esta que comenzase a correr en la dirección en la que estaba la casona de Sonia. La poni, al oír que el final de aquel agotador castigo estaba cerca salió a todo correr haciendo sonreír tanto a Ana como a Carmen.

El intenso cascabeleo de las campanitas que estaban colocadas en los pezones de Nuria se hizo aún más intenso cuando está dio un rápido esprín final para llegar a la casona cuando esta ya estaba en su rango de visión, pero cuando tan solo estaba a 20 metros de la valla que delimitaba la casa de los terrenos de Ama Sonia, Carmen tiró con fuerza de la correa que rodeaba el torso de la sumisa para detenerla.

-          Lo siento Nuria, pero tu descanso se va a tener que ser aplazado, se me ha olvidado el móvil donde te he dado de beber, así que ya sabes lo que toca- dijo Carmen guiñando el ojos a Ana al tiempo que golpeaba el costado derecho de la sumisa media docena de veces para que diese la vuelta.

Carmen, que notó perfectamente como la velocidad a la que corría la poni era muy inferior a la que había usado con la esperanza de que fuese su última carrera con aquella Dominante, no dudó en usar el látigo para espolearla y que la rapidez de Nuria se viese lo menos afectada posible.

La joven Ama soltó una carcajada cuando vio que estaban a punto de llegar al punto en que había dado de beber a la sumisa y dijo a voz en grito:

-          Perdona Nuria, lo tenía aquí- comentó sacando su móvil de su bolso y abriéndolo para telefonear a sus sumisas.

Nuria, que ya estaba casi desfallecida, sacó fuerzas de flaqueza cuando escuchó como Carmen se comunicaba con sus sumisas en la casona de Sonia y las indicaba que las esperaba en la sala de castigo en un cuarto de hora.

La poni, aun sabiendo que su castigo no acabaría allí trató de dar lo mejor de si y llegar a la finca de su propietaria en el mínimo tiempo posible, tiempo del que Carmen no estuvo satisfecha por su lentitud.

Ana, como buena adiestradora fue la encargada de guiar a la agotada sumisa a las duchas del exterior del establo para lavarla antes de llevarla a la habitación de castigo, lugar al que no tardaron en acceder.

La habitación de castigo era una sala enorme en el interior de la casona de Ama Sonia, una habitación de techo alto del cual colgaban infinidad de cadenas y cuyas paredes estaban cubiertas de artilugios BDSM, como látigos, pinzas, arneses, picas eléctricas de baja intensidad…

Carmen, aprovechando que sus sumisas ya estaba allí, se sentó en una especie de trono e indicó a sus esclavas que se arrodillasen y masajeasen cada una un pie mientras observaba como Ana se encargaba de poner grilletes en las extremidades de la sumisa , para unirlos a las cadenas del techo, las cuales eran manejadas por poleas.

La joven Ama se levantó de su asiento cuando Nuria estuvo totalmente indefensa, con los brazos bien estirados hacia el techo, quedando su musculado torso, de pechos medianos y pequeños pezones marrones, totalmente a su merced.

-          Supongo que te estarás preguntando como fui capaz de someter a tus dos amiguitas ¿verdad?- preguntó Carmen pagándose mucho al fuerte y bronceado cuerpo de la sumisa, comenzando a acariciar el sexo de esta, pasando en solo unos segundos de estar bastante seco a comenzar a humedecerse.

-          Sí Ama- dijo la sumisa que aún estaba muy fatigada por el esfuerzo de la tarde.

-          ¡Vanesa!- llamó la Dominante haciendo que la más voluptuosa sumisa se levantase de la parcela de suelo, cercana al trono, en la que se había arrodillado- ve contando a esta puta como os habéis convertido en lo que sois mientras Gema me lee los castigos que he preparado para ella.

Carmen había tomado aquella medida para no cebarse con la sumisa y hacerla más daño del que deseaba, por aquel motivo había escrito en un folio los castigos y el número de repeticiones que daría a cada parte del cuerpo de Nuria.

La primera parte del cuerpo que comenzó a ser castigada fueron las plantas de los pies de la sumisa, las cuales habían sido muy fáciles de levantar gracias a las poleas que Ana tan bien sabía manejar. Carmen disfrutó de la indefensión total a la que tenía sometida Nuria, disfrute que se vio incrementado cuando después de 10 golpes la resistencia de la sumisa se comenzaba a quebrar.

Vanesa mientras tanto se encargaba de narrar toda la historia: como ella se había encargado de entregar a Ama Sara tanto a Gema como a la castigada para no llevarse ella el castigo de las tres, como Ama Sara una vez se hubo vengado de las tres decidió entregárselas a Carmen para que despertase su carácter dominante, como una vez Carmen decidió dejar libre a Vanesa pero esta le rogó que no la dejase y le permitiese seguir siendo su esclava…

La joven Ama pudo ver en el rostro de Nuria el dolor y el enfado por lo que Vanesa le estaba contando.

-          ¿Te enfada lo que estás oyendo, zorra?- preguntó Carmen soltado un nuevo y violento varazo sobre las piernas de la sumisa, que ya tenían decenas de marcas, tanto por delante como por detrás.

-          Sí Ama- dijo la sumisa después de soltar un gritito de dolor- consideraba a Vanesa mi amiga y ahora sé que me vendió- manifestó la sumisa con tristeza.

Carmen, satisfecha de estar haciéndola también daño psicológico se colocó a la espalda de la poni para proseguir con el castigo y darla 30 fuertes varetazos sobre las nalgas, antes los que Nuria respondió con gritos cada vez más fuertes y agudos.

La joven Ama, una vez despachó el trasero de Nuria comenzó a golpear con un látigo largo la musculosa espalda de la sumisa, la cual ya estaba ligeramente marcada por los latigazos que había recibido mientras Carmen la guiaba en su paseo.

Carmen por fin podía cumplir una fantasía que llevaba pensando desde hacía algunos días: castigar a una esclava con un látigo de verdad, sin necesidad de contenerse. El Ama había pensado en su momento en hacérselo a alguna de sus sumisa antes, pero al ver lo severo que era el castigo decidió esperar a Nuria, una sumisa que si se lo merecía, ya que Carmen aún no había olvidado los duros golpes que esta le había dando cuando junto a Vanesa y Gema la humillaron en los servicios de la universidad.

Nuria, en un vano intento porque los latigazos la doliesen menos, arqueaba la espalda de forma exagerada después de cada golpe, para soltar un grito tras cada impacto, que era el único ruido que se escuchaba en la habitación a parte de el restallido del látigo sobre las indefensas y duras carnes de la poni.

La serie de latigazos tan solo tuvo una ligera pausa en la que Ana le pidió a Carmen desnudarse, o al menos quitarse algo de ropa, ya que ver a la joven Ama usando el látigo estaba haciendo que la adiestradora se calentase en exceso.  Carmen, como solía hacer con la mayoría de peticiones de Ana, se lo concedió ordenándola tanto a ella como a sus sumisa que se desnudaran por completo.

-          Como me estoy divirtiendo contigo, zorra- dijo Carmen sonriendo caminando hasta colocarse delante a la receptora de todos sus castigos, que ya ni siquiera tenía fuerza para alzar la cabeza- pero ya estoy un poco cansada, creo que es hora de que pase el testigo a alguien ¿Quién prefieres que continúe castigándote, Gema o Vanesa?

-          Gema, Ama- dijo la sumisa lamentando que su suplicio no acabara.

-          Gran elección, ella es más dulce que Vanesa, o al menos así era cuando no eran mis esclavas.

Gema, totalmente desnuda, se colocó junto a su Ama, recibiendo una larga mirada de Nuria, que hizo un esfuerzo para contemplar el esbelto cuerpo de la tímida esclava, que no se dio cuenta de que era observada ya que estaba absorte recibiendo las caricias de su Ama, que se estaba interesando por el sexo que había recibido por parte de Ramón.

-          Me amas mucho ¿verdad Gema?- preguntó Carmen finalmente sabedora de la respuesta.

-          Más que a nada en el mundo, Ama- dijo la sumisa mirándola fijamente.

-          Demuéstramelo- dijo Carmen cogiendo la manita de su esclava, cerrándola y dándole un beso en el puño- dale un buen puñetazo en el estómago a la que me agredió- dijo Carmen en un susurro- demuéstrame hasta que punto me amas.

Gema, sin mediar palabra se colocó delante de Nuria y sin mostrar ni un ápice de piedad descargó su puño sobre el indefenso estómago de la poni, que gimió de dolor al tiempo que sentía como se quedaba sin aire.

Carmen aprovechó aquel momento en que Nuria estaba ausente por el dolor para indicar a Gema que cogiese el látigo y comenzase a fustigarla cuando ella le indicase. La sumisa, obedientemente se colocó a la espalda la que fuera su amiga con el instrumento que su Ama había solicitado, mientras esta portaba entre sus manos una pica eléctrica de baja intensidad.

-          Cada vez que se mueva, aunque solo sea un poco dala un latigazo- ordenó Carmen acariciando el sudoroso cuerpo de Nuria con la punta plateada del aparato eléctrico.

Carmen quedó sorprendida ante la resistencia de Nuria, que no se movió un ápice después de recibir un par de rápidos chispazos sobre su abdomen, haciendo que el Ama sonriese, le gustaba que la esclava se resistiese, así era más interesante.

Nuria no pudo resistir el primer toque eléctrico que sintió sobre su sexo, lugar al que Carmen se había acercado lentamente para pillar por sorpresa a la sumisa, que pegó un respingo y trató de cerrar las piernas cuando sintió como su clítoris recibía la descarga.

Gema, que estaba esperando el momento para actuar descargó con violencia el látigo sobre la espalda de Nuria, la cual se arqueó de manera ostensible ante el golpe más fuerte que había recibido aquella noche.

Carmen, alagada ya que sabía que cuando más fuerte pegada Gema quería decir que más la amaba sonrió a su sumisa, que no mostró ninguna clase de piedad con Nuria, a la cual golpeó un potente latigazo cada vez que esta hacía el más ligero movimiento.

Vanesa, que no quería que Carmen pensase que ella estaba menos entregada que su compañera, se arrodilló ante su Ama y la rogó que le dejase expresar lo que sentía por ella del mismo modo que lo estaba haciendo Gema.

Carmen, contenta de la entrega de sus dos esclava le entregó a su sumisa más voluptuosa  su pica eléctrica y le ordenó que la sustituyese mientras ella se sentaba en la especie de trono que había en la sala y recibía una lamida de sexo por parte de Ana mientras Vanesa castigaba con calambres a Nuria por delante y Gema con latigazos por detrás.

-          Suficiente- dijo Carmen elevando el tono de voz haciendo que sus esclavas parasen el castigo al instante y fijasen su vista en la Dominante- Ana, encárgate de quitarla los grilletes, esposarla y arrodillarla a mis pies, con una mordaza, nunca se sabe como va a reaccionar un animal salvaje.

-          Sí Ama- dijo Ana abandonando el sexo de la Señora y encaminándose hacia la posición de la agotada y dolorida Nuria.

-          Vosotras dos vestiros e id a los establos a por el poni que os indiqué antes- ordenó Carmen acabando con una sonrisa- o que demonios, mejor ir así que seguro que alegráis el día a muchos.

Las dos sumisas desnuda salieron de la sala a todo correr mientras Ana se encargaba de desencadenar a Nuria,  la que debido al dolor y agotamiento apenas lograba sostenerse en pie, aún con eso Ana no mostró piedad y no tardó en esposarla las manos a la espalda y colocarla una mordaza metálica en la boca, que la dejaba incapacitada para cerrar la boca. Carmen la sonrió al tiempo que la levantaba la cabeza.

-          Como los animales salvajes sois tan imprevisibles he decidido que me vas a comer el coño con la mordaza- explicó el Ama directamente a Nuria- no quiero arriesgarme a que se te vaya la cabeza y se te ocurra mordérmelo.

-          No se lo morderá Ama, si lo hace será lo último que muerda en su vida, Señora- dijo Ana.

-          Gracias Ana, me fio de tu doma, pero prefiero tenerla así- dijo Carmen dedicando una sonrisa a su adiestradora- ¡anda mira quien ha venido, Nuria!- dijo Carmen sonriendo ante la llegada de gema y Vanesa.

Entre sus dos sumisas había un chico de unos 25 años, piel bronceada, bastante musculado y totalmente desnudo, entre cuyas las piernas colgaba un miembro ligeramente erecto.

-          Manuel- dijo Carmen sonriendo al recién llegado- me alegra que te hayas venido tan pronto. Ana me ha dicho que has hecho muy buenas migas con Nuria.

-          Sí Señora, así es- dijo el sumiso sin poder evitar echar un vistazo al castigado cuerpo Nuria.

-          Muy bien, por eso he decidido que seas tú el que la sodomice aquí delante de todos mientras ella lame mi sexo- dijo la Dómina abriendo bien sus piernas para que el esclavo comenzase a excitarse- ¿o crees que ya ha sufrido bastante?

-          Creo que ya ha tenido suficiente, Señora- manifestó Manuel.

-          Muy bien, si así lo crees puedes marcharte, me consideraré como pagada con lo que ha padecido hasta ahora, pero a cambio le pediré a tu Ama que te mantenga en castidad por un tiempo- Carmen disfrutó viendo el rostro temeroso del sumiso- lo decidiré esta noche, pero será un plazo de al menos un mes.

-          No Ama, por favor esperé, lo haré- dijo Manuel arrodillándose en el suelo y provocando una carcajada en Carmen.

-          ¿Has visto a tu noviete, perra?- preguntó entre risas- prefiere romperte el culo aquí delante de todos para librarse de un tiempecito de castidad que aguantar como un hombre y acabar con tu castigo- Carmen volvió a reír contenta de lo bien que estaba saliendo su plan- pero voy a ser magnánima contigo, putita Nuria, voy a permitir que ese esclavo te meta su polla hasta el fondo de tu garganta una vez antes de romperte el culito.

Carmen solo permitió a Manuel que introdujese su miembro en la boca de Nuria cuando la verga de este estuvo del todo hinchada. El Ama disfrutó viendo como Manual, que era acariciado por Gema y Vanesa metió su polla en la boca de la castigada sin miramiento alguno, llegando hasta el fondo de la garganta de Nuria de un tirón y provocando que saltaran lágrimas de los ojos de la sumisa.

El sumiso, que había entendido perfectamente lo que Carmen quería decir con que solo la podía penetrar  la boca de Nuria una vez, sacó su verga empapada en saliva para esperar a que colocasen a la esclava en posición.

Vanesa y Gema se ocuparon de colocar de rodillas a Nuria de tal forma que su cara quedaba a la altura del sexo de Carmen, el cual comenzó a lamer nerviosa mientras sentía como la gruesa polla Manuel se apuntaba sobre el estrecho ano de Nuria.

-          Tienes 5 minutos para llenar su culo de semen, tu sabrás lo que haces- le dijo Carmen con seriedad al sumiso al notar como este estaba penetrando con excesivo cuidado a Nuria.

Manuel, viendo peligrar su orgasmo, perdió los pocos reparos que tenía a la hora de dañar a Nuria, e introdujo su grueso glande rosado en el ano de la muchacha, provocando que esta parase de lamer el sexo de Carmen y soltase un sonoro quejido de dolor.

Carmen gozó viendo el gesto de dolor de la sumisa que tenía entre sus piernas con cada embestida salvaje que esta recibía por parte del sumiso por el que aquella misma mañana aún se sentía atraída. Manuel, a medida que pasaban los minutos penetraba con más fuerza, motivado por la excitación y por el temor a que Ama Carmen dictase que su tiempo se había acabado, quedando frustrado por tiempo indefinido.

-          ¡Vamos zorra, mueve más rápido la lengua!- ordenó Carmen apretando la cabeza de Nuria con sus muslos para que esta no parase- No lo haces mal, perra, deberías buscarte alguna amiguita con la que pulir tu técnica en lugar de perder el tiempo con machos tan patéticos como el que te está follando ahora- dijo Carmen con una sonrisa- ya has visto por lo poco que te ha dejado vendida.

Carmen gimió de placer cuando Nuria aceleró el ritmo, momento en que Manuel agarró con más fuerza las caderas de la sumisa que estaba penetrado para follarla un poco más rápido, no tardando en notarse los espasmos por el cuerpo del musculoso esclavo, señal inequívoca de que estaba eyaculando en el interior de Nuria.

La joven Ama no tardó en soltar sus fluidos sobre el rostro de la sumisa, fluidos que la joven poni a la que había estado castigando no dudó en lamer con deseo, deseando que finalizase ahí su castigo.

-          ¡Que bien, creo que ya me he quedado a gusto!- dijo Carmen sonriendo- Creo que ya estamos en paz- la sumisa alzó la vista con los ojos llenos de lágrimas, Carmen curiosa por si esta quería decir algo le quitó la mordaza que la mantenía con la boca abierta.

-          Gracias por perdonarme Ama- dijo Nuria provocando que la sonrisa de Carmen se ensanchase aún más.

-          ¿Ama, podría alguna de sus sumisas limpiarme?- preguntó el sumiso, cuyo pene aún estaba goteando semen.

Carmen miró al sumiso sin poder creer lo que estaba diciendo, motivo por el que tardó unos segundos en salir de su asombro y contestar.

-          ¿Qué saco yo con eso, escoria?- preguntó Carmen enfadada por su atrevimiento- algunos animales cuando os corréis olvidáis vuestra posición ¡Ana!- llamó la Dominante.

-          Sí Señora- dijo la Adiestradora sin perder un segundo.

-          Durante esta noche soy la encargada de que estos ponis se porten bien así que ten la bondad de recordarle a ese su lugar con una serie de 50 latigazos- ordenó Carmen severamente.

-          Sí Ama- dijo Ana haciendo una inclinación para llevarse agarrado al sorprendido esclavo, que no se resistió en lo más mínimo, colocarle los grilletes y engancharlo a las cadenas que caían del suelo.

Carmen, que no tenía un interés excesivo en ver el castigo del osado Manuel se levantó de su trono y abandonó la sala entre los restallidos del látigos sobre espalda del sumiso y los quejidos de este, totalmente convencida de que Ana no le perdonaría ni un solo golpe.

Continuará…

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