Ama Carmen 7: Corrigiendo a la mirona.
Carmen está disfrutando de una orgía con sus sumisas y con Ana, la sumisa de confianza de Ama Sonia, cuando la dueña de la finca entrega a Carmen a una criada, que les ha estado espiando, para que la joven Ama dé una lección
Carmen comenzó a subir las escaleras de la casona en la que vivía Ama Sonia, detrás de una de las criadas que le indicaba cual era la habitación en que dormiría junto a sus sumisas, ya que la Dominante así se lo había solicitado a Ama Sonia.
Carmen, pese a que se sentía un poco pesada después de la copiosa comida con la que su anfitriona le había agasajado, Carmen estaba de lo más satisfecha, durante la cena no solo había tenido la posibilidad de recuperar fuerzas, sino que también había podido charlar con Sonia y exponerle así los planes que tenía para ejecutar su venganza sobre Nuria.
La joven Dominante, que esperaba que alguno de los planes que había preparado para castigar a Nuria fuese echado para atrás quedó sorprendida cuando Sonia no puso ni una sola queja a lo que deseaba hacer, el único límite que debía respetar era el de no dejar marcas permanentes sobre la piel de su poni.
- Aquí está su habitación Ama Carmen- dijo la criada haciendo una inclinación- si necesita cualquier otra cosa no tiene más que decirlo.
- No gracias, está todo bien, puedes retirarte- dijo la chica acercándose a la cama, para quitarse los zapatos y tumbarse para relajarse un poco.
Sus tres sumisas no tardaron en presentarse en la habitación, con una expresión bastante más fatigada que la de su Dominante, aunque esa expresión desapareció al intente cuando Carmen les dijo lo que tenía planeado para aquella noche: una orgía con las tres recién llegadas y con Ana.
- Creo que podemos ir calentando- dijo Carmen incorporándose de la cama y mirando a sus esclavas- desnudaros completamente.
Las tres sumisa, que después de escuchar la palabra orgía estaban dispuestas a lo que fuera, no tardaron en quitarse hasta la última prenda de ropa y arrodillarse en el suelo, una junto a la otra dejando a Irma en medio, a la espera de los dictados de Carmen.
- Bien Irma- dijo colocándose delante de la sumisa más madura y comenzando a quitarse la ropa- como has preferido pasar conmigo el fin de semana en lugar de dedicárselo a tu familia creo que te mereces un premio.
- Muchas gracias Ama- dijo la sumisa contenta de oír aquello inclinando la cabeza.
- Lo que hasta ahora mismo te has ganado es un orgasmo, solo uno, si superas una prueba que tengo en mente te concederé la licencia de tener tantos orgasmos como desees esta noche, sin necesidad de pedirme permiso- le dijo Carmen acuclillándose para que sus rostros quedaran a la misma altura.
- ¿Qué tendría que hacer, Ama?
- Ahí está la gracia del juego- dijo Carmen sonriendo- tienes que aceptar la prueba y arriesgar tu orgasmo por un premio mayor, o no aceptarlo y recibir un solo orgasmo en toda la noche y esperar a que yo desee concederte otros- dijo Carmen acercándose para besar con dulzura los labios de la sumisa- como pista de la prueba te diré que es una cosa que creo que puedes superar con facilidad.
- Acepto la prueba entonces- dijo Irma provocando la sonrisa de la Dominante, feliz de ver que su sumisa confiaba tanto en ella.
- Muy bien, ve a por tu teléfono móvil- ordenó automáticamente, desplazándose Irma gateando rápidamente en busca de su maleta- ¿Y a vosotras dos que os pasa?- preguntó Carmen que había notado apagadas tanto a Gema como a Vanesa desde que habían entrado en la sala.
- Nada Ama- se apresuró a decir Gema.
- Si os ha apenado la idea de la orgía quizás debería cancelarla- dijo Carmen con una sonrisa, sabiendo que después de una semana sin llegar al orgasmo sus tres esclavas estaban deseosas.
- No Ama, no es eso- dijo Vanesa rápidamente temiendo perder el orgasmo que se avecinaba.
- No es eso pero hay algo. Decidme que sucede- ordenó Carmen sin usar un tono excesivamente brusco.
- Es una tontería Ama, de verdad- dijo Gema tras un par de segundo.
- Me gusta saber las tonterías que os afectan ¡habla, Gema!- ordenó la Dominante, ya dirigiéndose a una de sus sumisas en concreto.
- Bueno… es que a Vanesa y a mí nos hacía ilusión que el primer paseo en carro que diese como Ama fuese con nosotras como tiradoras- dijo Gema bajando la cabeza ligeramente, al mismo tiempo que lo hacía la otra sumisa. Carmen sonrió y acarició con el dorso de sus manos las mejillas de sus sumisas.
- Mañana por la mañana os vestiré y os llevaré a que me deis una vuelta por la finca- dijo Carmen sonriendo y haciendo levantar las cabezas a sus sumisas- pero hoy aunque me lo hubieseis pedido antes tendría que haberme dejado llevar por Ana, cuestiones de protocolo.
Las dos sumisa al oír aquellas palabras de Carmen parecieron un poco más animadas, al igual que la Dominante, que al día siguiente por la mañana podría probar la resistencia de sus sumisas como ponis y por la tarde podría ocuparse de saldar cuentas con Nuria.
Carmen tuvo a sus sumisas con incertidumbre ya que decidió no comenzar a hacer nada hasta que Ana se presentase en la habitación. La sumisa de Sonia, para fortuna de las tres esclavas de Carmen, especialmente para Irma que estaba especialmente nerviosa a la espera de su prueba, sonrieron ampliamente cuando Ana entró en la habitación vestida con un camisón largo de color blanco, que no tardó en quitarse para arrodillarse a los pies de Carmen, quedando totalmente desnuda.
- Bueno, creo que ya podemos comenzar con tu prueba, Irma- dijo la Dominante comenzando a quitarse su vestido- lo que tienes que hacer para conseguir orgasmos durante toda la noche es mantener una conversación con tu marido por el móvil hasta que yo decida que puedes colgar, mientras que estas tres perritas te lamen y besan, y mientras tú me lames la vagina entre frase y frase.
- Sí Ama- dijo Irma bastante conforme con la prueba.
- Vosotras quiero que la lamáis, acaricies, pellizquéis un poco… pero sin hacer un solo ruido.
- Si Ama- dijeron las tres a la vez.
Vanesa y Gema, para demostrar a su Ama que no albergaban sentimiento alguno de resentimiento contra Ana, permitieron a la sumisa de Ama Sonia elegir la posición que desease, decantándose esta por colocarse a la espalda de Irma para tener acceso al culo y sexo de la profesora. Gema por su parte se decantó por el costado derecho quedándose Vanesa con el izquierdo.
Las tres sumisa guardaron silencio en cuanto Carmen les hizo el gesto con la mano y colocó el teléfono en la oreja de su sumisa mientras esta comenzaba a lamer con mesura el sexo de su Dueña.
- Hola cariño- fue la primera contestación que le dio su marido a Irma, escuchada por todas ya que Carmen había puesto el manos libres.
- Hola cielo, ya he llegado a Valencia- dijo la mujer con los labios cubiertos de fluidos de su Ama- ¿el niño ya se ha dormido?- preguntó la mujer para saber por Fernando, su único hijo, un niño de 8 años recién cumplidos.
- Sí, lo mandé a acostar hacer casi media hora- dijo el hombre mientras su mujer hundía su rostro en el sexo de Carmen para sacarlo de nuevo y contestar.
La mujer estuvo conversando durante unos minutos tratando que no se la notase su estado alterado, ya que las lamidas de Ana desde su ano a su clítoris y los constantes pellizquitos de Vanesa y Gema sobre sus pezones hacían que cada vez le saliese una voz más quebradiza.
- ¿Estás bien, cariño? Te noto un poco rara- dijo el hombre, la mujer soltó una risita.
- Sí, estoy bien, solo que me estoy tomando un heladito y por como me estoy poniendo creo que tenía alguna clase de afrodisíaco- dijo la mujer tratando de sonar lo más seductora posible.
- Ya me gustaría pillar uno de esos y tenerte cerca- dijo el hombre.
- Te iba a encantar, sabe delicioso- dijo la mujer levantando la vista hacia su Ama y guiñándola un ojo- Ahora mismo estoy tumbada en la cama del hotel- mintió la mujer- totalmente desnuda y tomándome este rico helado, me he puesto los cascos que vienen con el móvil para tener la mano derecha libre- dijo la mujer comenzando a jadear de placer- ¿te imaginas dónde la tengo ahora?
- Veo que estás muy caliente, a mí también estás comenzando a calentarme- dijo el hombre comenzando a sonar también algo más agitado.
Desde ese momento Irma comenzó a dejar de contener todas las sensaciones que las tres sumisas, y saborear el sexo de su Ama, le estaban produciendo, para hacer creer a su marido que aquella excitación la estaba provocando él.
Carmen disfrutó enormemente al ver como su sumisa había logrado convencer a su marido de hacer sexo telefónico para que este no sospechase lo que el aquel momento estaba sucediendo y quedó más encantada aún, cuando la conversación estaba poniéndose más excitante, el ver como su sumisa le decía a su marido que se estaba quedando sin batería y colgar después de despedirse de él con rapidez.
- Has salido muy bien de la situación- comentó Carmen impresionada de lo bien que había improvisado Irma.
- Gracias Ama- dijo la mujer.
- Te has ganado el premio, toda esta noche vas a poder disfrutar de sexo sin limitaciones- dijo Carmen acercando su rostro al de su maestra para acabar dándola un suave beso en los labios, ante el que la profesora se estremeció.
Vanesa y Gema tan solo necesitaron un gesto de su Dueña para que ambas jóvenes se lanzaran sobre su compañera esclava para cubrirla de besos y caricias mientras esta se dejaba llevar por el placer.
- Sus sumisas son de lo más caliente, Ama Carmen, sobretodo las jóvenes- dijo Ana que esperaba ansiosa las órdenes de la Dominante.
- Sí, aunque la madurita no creo que tarde en darlas alcance, la tengo desde hace poco más de dos semanas y ya puedes ver lo que se atreve a hacer por mí- dijo el Ama orgullosa de su nueva adquisición - Por cierto, me la has hecho gemir como una perrita mientras le lamías el coño- dijo Carmen sonriendo- déjame ver cuando has mejorado desde la última vez.
Ana no dudó en lanzarse sobre el húmedo, caliente y rosado sexo de Carmen en cuanto está separó bien sus piernas, lamiéndolo con una fuerza que tan solo se asemejaba a la que empleaban sus sumisas cuando llevaban mucho tiempo sin orgasmos o cuando su Ama les fijaba un tiempo límite para hacerla acabar.
Carmen, pese a que le gustaba que el sexo oral fuese más sosegado, no se lo hizo saber a Ana, quería ver cuanto tiempo más sería capaz de aguantar aquel frenético ritmo.
La Dominante no solo disfrutó de la lamida de la esclava de Ama Sonia, sino también del espectáculo de las otras tres sumisa, Vanesa se había colocado a la derecha de Irma y Gema a la izquierda, adueñándose cada uno de uno de los senos de la extasiada maestra mientras que con las mano que les quedaba libre y con sus bocas se dedicaban a dar placer a la sumisa madura en las zonas erógenas de su cuerpo, provocando los agudos gemidos de esta.
Carmen, que al ser ajena a la finca no sabía donde podía conseguir juguetes sexuales para que la situación se volviese aún más caliente, preguntó a Ana, la cual dejó el sexo de la Dominante durante unos segundos para meterse debajo de la cama y sacar una maleta que abrió rápidamente y que estaba dotada de toda clase de artículos de sex-shop: pinzas metálicas con una cadenita que las unía, vibradores de varios tamaños, bolas chinas, cuerdas, esposas…
- Parece que tu Ama piensa en todo- comentó Carmen sonriendo a Ana que asintió levemente con la cabeza mientras se la dibujaba una ligera sonrisa.
Pero a Carmen no le dio tiempo a comenzar a disfrutar de los juguetes, ya que antes de eso un par de golpes intensos sobre la puerta de la estancia hicieron que las cuatro sumisas y la Dominante se detuviesen.
Ana fue la que se aproximó rápidamente a la puerta, una vez fue autorizada por Carmen, para encontrarse tras esta a Ama Sonia, vestida con un largo camisón que no dejaba ver sus grandes pechos, pero que en su lugar permitía apreciar sus largas piernas.
A Carmen le sorprendió la presencia de la dueña de la finca ya que durante la charla que había mantenido con ella Carmen le había informado de las actividades que tenía preparadas aquella noche e incluso la había invitado, recibiendo una educada negativa por parte de Sonia.
- ¿Has cambiado de idea, Sonia?- preguntó Carmen que observó como la mujer entraba acompañada de la criada que minutos antes había acompañado a Carmen hasta su habitación, se trataba de una mujer de mediana estatura, delgada, piel clara, pelo castaño claro y como una media melena de largo que en aquel momento estaba totalmente desnuda, con la cabeza gacha y las manos a la espalda..
- Lo cierto es que no os habría molestado si no hubiese sido porque he pillado a esta puta espiando- dijo Sonia enfadada con su criada, tirándola del pelo para que Carmen pudiese ver bien su rostro- he pensado que quizás podría ver como la castigas- comentó la mujer con una sonrisa.
- Desde luego- aceptó Carmen encantada de poder mostrar sus habilidades ante la dueña de la finca.
La joven Ama no tardó en volver a distribuir a sus sumisas, cediendo Vanesa a la Dominante recién llegada y ordenando a Gema que se arrodillara a sus pies para que la proporcionase placer mientras impartía el castigo a la sumisa mirona, dejando a Irma y Ana juntas, pasando la responsabilidad de dar orgasmos a la nueva sumisa de Carmen únicamente a la sumisa de confianza de Ama Sonia.
- ¿Con que te gusta mirar, zorrita?- preguntó Carmen acercándose a la sumisa que no se atrevió a alzar la vista.
- Lo siento Señora, no pude remediarlo- contestó la criada tratando de eludir su más que posible castigo.
- Creo que por hoy ya has visto bastante- comentó Carmen agarrando un pañuelo que había sobre la cama para rodear la cabeza de la sumisa, a la altura de los ojos, para dejar a esta sin posibilidad de ver nada.
La joven Dominante dejó a la sumisa en medio de la habitación durante unos minutos, con Gema vigilándola de cerca para que la criada no hiciese nada sin autorización. Cuando Carmen regresó al lado de la castigada lo hizo con una serie de juguetes sexuales que no tardó en distribuir por el cuerpo de la sumisa: un collar que contaba con un grillete a cada lado que hacía que la sumisa tuviese que mantener sus manos arriba dejando el torso indefenso, una cuerda con la que ató por la base los senos de la mujer, quedando sus medianos pechos muchos más alzados y dándoles una tonalidad un poco más oscura, una pinza de presión que puso en cada uno de los pequeños y marrones pezones de su presa…
- El primer castigo que te voy a dar va a ser para toda la noche, y es que te vas a quedar con la venda en los ojos y las manitas esposadas hasta nueva orden- dijo Carmen sobre el oído de la sumisa en un susurro mientras acariciaba el caliente y húmedo sexo de la mujer- el segunda castigo me temo que va a ser físico y bastante fuerte, porque por lo que veo el sentir dolor en las tetas te está poniendo caliente…
Gema al ver el gesto que su Ama le hizo se levantó del suelo y se acercó a la cama para llevarla los dos látigos cortos de muchas colas, los cuales Carmen cogió uno con cada mano para comentar a acariciar toda la anatomía de la mujer que tenía ante ella, para que esta se fuese confiando.
Carmen metió dos de sus dedos dentro del collar de la criada para tirar de ella, colocarla en una zona en la que no pusiese chocar con la nada a la hora de usar los látigos y darla un par de vueltas para que estuviese aún más desorientada.
El primer golpe que Carmen dio seriamente fue entre las piernas de la mujer, un severo latigazo ascendente que chocó con violencia contra el sexo de la sumisa, que estaba con las piernas bien separadas para que la Dominante pudiese castigarla como mejor estimase. Estela, que así se llamaba la sumisa, aguantó con entereza el golpe, cosa que a Carmen le gustó y a demás le provocó curiosidad de saber cuantos más aguantaría antes de hincarse de rodillas.
- ¡Gema!- llamó Carmen a su sumisa que estaba impresionada al ver a su Dominante castigando a otra esclava- Ven ha hacerme sentir bien mientras me encargo de esta perra.
- Sí Ama- dijo la sumisa tirándose al suelo y gateando hasta llegar al sexo de su Ama, como si de una perrita se tratase, para lamerlo con deseo.
Carmen caminó lentamente alrededor de la sumisa con los látigos en las manos, mientras Gema la seguía todo lo rápido que podía tratando de estar lo más cerca del sexo de su Dominante al tiempo que trataba de estimularlo lo mejor que sabía.
Estela aguantó estoicamente la primera veintena de golpes por todo su cuerpo, pero fueron suficientes para hacer saber a Carmen que si quería hacerla sufrir de verdad no tenía que fustigar su sexo, que después de caga golpe estaba más mojado, sino sus senos, los cuales habían pasado de un tono bastante pálido a un morado suave que los convertía en la zonas más sensible de su cuerpo.
- ¡No grites, perra!- ordenó Sonia desde la cama que había ocupado junto a Vanesa, la cual estaba comiendo con ansia el húmedo y rosado sexo de la dueña de la finca, que se había desnudado por completo dejando impresionada a Carmen lo grandes que eran los pechos de aquella mujer, los cuales si no podían compararse con los de la sumisa en firmeza si en tamaño.
- ¡Lo siento Ama!- se disculpó Estela apretando con fuerza los diente, pero volviendo a gritar de dolor cuando Carmen soltó un nuevo latigazo sobre los hinchados y cada vez más amoratados senos de la sumisa.
Sonia al oír el enésimo grito de su esclava se levantó de la cama para dirigirse hacia Carmen, la Dominante por un segundo pensó que iba a indicarla que no fuera tan severa, pero aquella suposición quedó claro que estaba errada cuando Sonia se adueñó de los látigos y comenzó a fustigar los pechos de su sumisa, que si bien no era golpeados con la fuerza que Carmen lo estaba haciendo si lo hacía de un modo mucho más continuado y rápido.
- Vaya técnica que tienes con el látigo- comentó Carmen impresionada cuando Sonia paró de castigar los amoratados senos de la sumisa.
- No me digas que Sara no te enseñó a usar dos látigos a la vez- dijo la mujer un poco sorprendida.
- La verdad es que a la hora de dar castigos soy muy autodidacta- dijo Carmen.
- Pues te voy a enseñar- dijo tendiéndole los látigos para que Carmen los cogiese.
Sonia, que ya consideraba que los pechos de Estela habían sido lo suficientemente martirizados colocó a Carmen a la espalda de la criada y después de esto, la dueña de la finca, se posicionó detrás de su invitada, para agarrar las muñecas de la joven Ama al tiempo que pegaba sus grandes y cálidos pechos en la espalda de Carmen.
- Es de lo más sencillo- le dijo Sonia al oído a Carmen al tiempo que guiaba su mano derecha para propinar un latigazo sobre la espalda de la criada, para justo a continuación soltar el izquierdo mientras preparaba el derecho para un nuevo golpe- ¡ves que fácil es!-comentó la mujer encantada- la técnica de los dos látigos no tiene más, es solo práctica e ir más y más rápido.
- La próxima vez que venga a visitarte seré una experta con dos látigos- vaticinó Carmen con una sonrisa mientras ya por si misma seguía fustigando la espalda de Estela que arqueaba su figura con la vana esperanza de que los golpes la doliesen menos.
- Ahora me tendrás que pagar la clase, ¿no cree?- preguntó Sonia agarrando a Carmen por la nuca y dándola un largo beso en los labios al que la joven correspondió.
- Desde luego, que maleducada soy a veces- comentó la chica agarrando a Sonia de la muñeca y llevándola hasta la cama donde comenzó a besarla con pasión.
Carmen disfrutó casi tanto de lamer, chupar y morder con suavidad el voluptuosos y suave cuerpo de su anfitriona, como de recibir las lamidas de Sonia, que se notaba que tenía una experiencia amplísima.
La joven Dominante, que no quería quedarse corta con los preliminares no paró hasta que Sonia le indicó que estaba ya preparada para recibir una penetración por su parte, a Carmen le sorprendió que la mujer le cediese aquella responsabilidad, pero la aceptó con gusto, no tardando en enfundarse un arnés con un dildo largo y grueso con gran cantidad de muescas que formaban un relieve de lo más adecuado para proporcionar placer tanto a la penetradora como a la penetrada.
- Métemela así- dijo Sonia colocándose en la cama a cuatro patas, quedando de frente a su criada, que permanecía de pie junto a Vanesa- Me pone muy caliente ver como castigan a una esclava mientras yo disfruto ¿te importa?
- Para nada- dijo Carmen conforme indicando a las tres sumisas que se unieran a Vanesa para martirizar a Estela mientras las dos Ama gozaban.
- Ya sabes como me gusta que las sumisas sean castigadas- dijo Sonia dirigiéndose a Ana- te dejo al mando para que castigues a esa perra mirona y guíes correctamente a las esclavas de nuestra invitada.
- Sí Ama- dijo la sumisa arrodillándose para acercarse al sexo de la criada.
- Y quítala la venda, quiero que me vea gozando mientras ella sufre como una perra.
Carmen comenzó a penetrar con delicadeza el rosado sexo de su anfitriona, que gimió de placer mientras miraba a su esclava, cuyo rostro se contorsionó de dolor en cuanto sintió como la mano de Ana se introducía casi por completo, y de golpe, en su sexo.
Estela, pese a que trató de no exteriorizar todo el dolor que sentía, no pudo disimularlo durante más de unos segundos ya que una vez penetrada por el puño de la sumisa más musculosa, la criada no tardó en comenzar a recibir mordiscos por parte de las tres sumisas de Carmen.
Ana, que llevaba la voz cantante del castigo, iba indicando a Vanesa, Gema e Irma las zonas que debían morder, arañar y pellizcar. Estela entre sus gritos de dolor miró alternativamente a las dos Dominantes, buscando la clemencia de alguna de las dos, encontrándose con el rostro de placer de su Ama, que gozaba con la penetración, y con el de Carmen, que pese a que al principio le había parecido un castigo un poco salvaje, estaba comenzado a gustarle y excitarle tener a aquella sumisa sufriendo para incrementar el placer de las Dominantes.
La joven Ama poco a poco fue cogiendo aún más confianza con Sonia, y no tardó en dejarse caer sobre la espalda de su anfitriona para rodearla con sus brazos y posar sus manos sobre los generosos senos de la mujer. Sonia gimió de placer cuando sintió como Carmen jugueteaba con sus grandes pezones marrones, poniéndolos duros como piedras, al tiempo que seguía moviendo las caderas para llevarla al orgasmo.
Sonia, que parecía no poder llegar al orgasmo tan solo con el placer carnal que Carmen le proporcionaba, comenzó a dar órdenes a las esclavas para que castigasen a la criada, órdenes que cada vez eran más severas y que hacían gritar a Estela de forma casi desgarradora.
La joven Ama temió por la criada cuando esta recibió en su sexo el brazo de Ana, un poco más de la mitad del antebrazo, lo que hizo que Estela estuviese a punto de perder el equilibrio, por fortuna tanto Vanesa como Gema se percataron y evitaron que esta cayera, colocándose cada una de las jóvenes a un lado de la indefensa esclava para servirla de apoyo y que la criada pudiese seguir padeciendo.
- ¡Acercármela, que me voy a correr!- anunció la mujer, provocando un gran alivio en Carmen ya que esta había estado aguantándose para acabar al mismo tiempo que la mujer.
Ana instantáneamente sacó su brazo del sexo de Estela de un tirón, provocando un gemido de dolor en la sumisa, para rodear la cintura de la castigada esclava con sus fuerte brazo y levantarla en vilo como si no pesara nada, para llevarla ante su Ama y dejarla a escasos centímetros del rostro de la extasiada mujer, que miraba el cuerpo de la criada, pensando en que zona atacaría al tiempo que le llegaba el orgasmo.
Sonia finalmente se decantó por el sexo de Estela al cual pegó un gran bocado, clavando sus blancos y perfectos diente en la suave piel rosada y húmeda de la que estaban formados, provocando un grito desgarrador que contorsionó de dolor el rostro de la criada delante de Carmen.
La penetradora, que no esperaba que Sonia se corriese al instante siguiente de morder el sexo de su sumisa, comenzó a mover sus caderas con más fuerza en busca de su orgasmo, mientras sentía como el cuerpo de Sonia sufría espasmos de placer y observaba a Estela, cuyos ojos se habían cubierto de lágrimas por el excesivo dolor y sus pechos estaban hinchados y amoratados debido a las cuerdas con las que Carmen los había atado con anterioridad.
Carmen extendió sus manos para secar las lágrimas de la sumisa, mientras seguía penetrando una y otra vez el sexo de Sonia. La sumisa la miró ligeramente aliviada al sentir que los dientes de su Señora se habían desclavado de su zona íntima y los cerró cuando notó las suaves manos de Carmen acariciando sus hinchados y sensibles pechos con las yemas de los dedos.
Carmen sonrió ligeramente cuando vio como Estela ya se sentía totalmente segura de que no habría más castigos físicos aquella noche, una vez su Ama hubo llegado al orgasmo, pera para desgracia de la criada por la cabeza de Carmen pasó una hipótesis ¿sería posible, que al igual que a Sonia, el producir dolor a una esclava incrementase los efectos de un orgasmo en ella?
Antes de siquiera ser consciente de lo que hacía, Carmen estrujó con saña los duros y amoratados pechos de la criada, que gritó de dolor al sentir como los dedos de la amante de su Ama se clavaban en la sensible zona de su cuerpo que tan martirizada había sido aquella noche.
Carmen gimió de placer, como hacía tiempo que no lo hacía, cuando su sexo comenzó a expulsar fluidos, al tiempo que no dejaba de observar los ojillos llorosos de la criada que tanto estaba sufriendo por el deseo de las dos Dominantes.
La joven Ama cayó agotada en la cama, extasiada de placer, encargándose Sonia del resto, e indicando a Ana que una vez Estela hubiese dado placer a las cuatro esclavas la diese un orgasmo y la llevase a su habitación.
Las sumisas no tardaron en liberar a la criada, para arrodillarla en el suelo y rodearla con sus cuatro húmedos sexos, los cuales Estela no dudó en comenzar a chupar con deseo provocando los gemidos de las que recibían las lamidas, convirtiéndose esto en la música de fondo para Carmen y Sonia.
- Has aguantado más que yo, me has impresionado- comentó la exuberante mujer que se había tumbado junto a la agotada Carmen.
- No ha sido para tanto- dijo Carmen jadeando aún ligeramente, aún sorprendida de haber recibido un orgasmo tan placentero por el hecho de infligir dolor a una sumisa indefensa mientras penetraba a su amante de aquella noche.
- Te ha gustado ver y castigar a esa perra sí de duro, ¿verdad?- preguntó Sonia como si le hubiese leído el pensamiento.
- Sí, al final lo he hecho como por instinto, sin pensarlo- aseguró Carmen- y me ha hecho sentir genial- Sonia soltó una risita.
- Pues si esto te ha dado ese orgasmo tan increíble no quiero pensar lo que sentirás mañana si al final haces a Nuria todo lo que me has contado- comentó la mujer sonriendo.
- Si quieres asistir, con todo lo que te gusta el dolor lo pasarás muy bien- le animó Carmen sonriendo, esperando por fin alcanzar su venganza.
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo: fantasias1987@hotmail.com