Ama Carmen 5: Adiestrando a la profe.

Carmen da su primera sesión completa a la nueva sumisa para a continuación exponerla las normas que tendrá que seguir si no desea que esa sesión se convierta en la última

Carmen, como cada mañana, sintió una lengua entre sus piernas moviéndose con agilidad tratando de despertarla del modo más agradable posible. La Dominante, que en aquellos momentos de la mañana no se sentía muy lúcida, bajo su mano hasta la cabeza de la que le estaba lamiendo para acariciar la inequívoca melena Gema.

La receptora de la lamida, que no quería que aquello terminase hasta no llegar al orgasmo, colocó sus piernas rodeando el cuello de la sumisa, de tal modo que esta no podría sacar su cabeza del sexo de su Ama hasta que esta no quedase satisfecha.

Después de unos minutos de intensa lamida en la que Gema no cesó de trabajar el clítoris de su amada Dueña, Carmen acabó por correrse, llenando el rostro de la sumisa con sus fluidos.

-          ¿Dónde está mi otra perrita?- preguntó la Dominante buscando a Vanesa.

-          Se marchó a buscar a su nueva sumisa, mi Ama- dijo Gema sorprendiendo a Carmen, que buscó rápidamente con la vista el reloj de su mesilla, viendo que eran casi las 12 del mediodía.

-          ¿Cómo no me dijiste que era tan tarde, mi putita?- preguntó la Dominante acariciando la mejilla de la sumisa.

-          Lo siento mi Ama, tenía mi boca bastante ocupada- respondió la sumisa provocando que la sonrisa de la Dominante se ensanchase aún más.

Carmen salió de su cama dando un brinco, para meter sus pies en sus zapatillas de estar por casa, para caminar totalmente desnuda ante uno de los espejos que su tocador, para comenzar a peinar su larga melena de pelo negro. La Dominante se miró encantada, le gustaba la transformación que su cuerpo había sufrido en el último año, su cuerpo estaba bastante bronceado, no como cuando conoció a Sara por primera vez que tenía una piel bastante pálida especialmente en sus senos y sexo, en aquel momento su cuerpo de piel morena no tenía excepciones y lucía un bronceado de lo más uniforme.  A parte, en aquel año, también su cuerpo había ganado mucha firmeza, ya que antes de conocer a la que fue su Ama duramente muchos meses nunca se le había ocurrido hacer ejercicio, lo que había hecho que su figura se estilizase aún más y en aquellos momentos le permitiese gozar de un cuerpo más firme y de piel suave, la cual sus sumisas se encargaban de cuidar embadurnándola periódicamente con cremas.

-          Ama, Irma ya está aquí- informó Vanesa desde el otro lado de la puerta.

-          Bien, ahora mismo voy.

Carmen se calzó sus zapatos negros de tacón largo y fino y salió de la habitación, perfectamente vestida con un largo vestido azul de escaso escote y que le llegaba casi hasta los tobillos, seguida de Gema, que también se había puesto un vestido de color blanco que su Ama le había indicado.

La Dominante no se tomó la molestia de pisar con cuidado, sabía que su nueva sumisa ya estaba escuchando el taconeo de sus zapatos y que sentir que cada vez estaba más cerca provocaba excitación y nerviosismo en la mujer.

Carmen observó a su nueva sumisa desde la puerta, allí estaba Irma, su profesora de la facultad, desnuda, de rodillas sobre la alfombra, y con la vista clavada en el sofá que tenía delante. La Dominante se colocó a la espalda de la esclava para apoyar sus manos sobre los hombros de esta, notando perfectamente la tensión que acumulaba, Carmen le había hecho esperar casi una semana y la mujer estaba ansiosa.

El Ama recorrió el torso de su nueva sumisa con las palmas de sus manos, deteniéndose especialmente en los medianos senos de esta, que lucían unos pezones especialmente duros, y en su sexo, que estaba muy lubricado y depilado.

-          ¿Has estado sin orgasmos desde la última vez, perrita?- preguntó Carmen acariciando la media melena de pelo negros con mechas rubias de su aspirante a sumisa.

-          Sí Ama- dijo la mujer.

-          Lamento informarte que los orgasmos te van a salir algo más caros de lo que te salió el que te di en nuestro primer encuentro- le dijo la Dominante sentándose en el sofá que Irma tenía delante- ¿estás dispuesta a trabajártelos?

-          Sí Ama- dijo la maestra de nuevo, mirando al regazo de Carmen.

-          ¿Puso alguna pega a desnudarse? – preguntó Carmen dirigiéndose en esta ocasión a Vanesa que lucía una falda corta y una blusa ajustada que dejaba intuir sus enormes pechos.

-          No Ama, ninguna pega. Ha sido muy dócil desde el principio- dijo la sumisa provocando la sonría de la Dominante.

-          Muy bien, entonces podemos comenzar- dijo Carmen mirando a su esclava- extiende tus brazos hacia delante, con las palmas de las manos hacia arriba- ordenó, viendo como su desnuda profesora obedecía con docilidad.

Carmen, sintiéndose muy poderosa de tener a tres hembras bajo su control decidió utilizarla a todas a la vez, colocando sus pies sobre las manos de Irma y ordenando a Vanesa y a Gema que se arrodillaran y lamieran las plantas de estos mientras ponía a prueba a su maestra.

-          Ahora vas a decir: Soy una profesora pervertida que disfruta espiando a sus alumnas- dijo Carmen sonriendo a Irma- 50 veces creo que estará bien y dirás el número por el que vas al inicio de cada frase.

-          Uno: Soy una profesora pervertida que disfruta espiando a sus alumnas- dijo la maestra rápidamente, sabiendo que la fuerza de sus brazos no estaría con ella eternamente y que si no lo decía con rapidez no podría cumplir con el designio de su Ama.

La Dominante gozó a partes iguales de la lamida que sus esclava estaban dando a sus pies, comenzando por la planta y acabando en los pequeños y delicados dedos de Carmen, como de tener a su maestra sosteniendo sus piernas en vilo, sintiendo como poco a poco esta no podía evitar ir bajando la altura de los pies de la que pretendía que fuese su Ama.

-          Levanta más mis pies profe- dijo Carmen con una sonrisa cuando vio como las manos que sostenían sus pies ya estaban a escasos centímetros del suelo, viéndose Gema y Vanesa forzadas a agacharse mucho para poder seguir lamiendo los pies de su Dueña.

-          No puedo Ama- dijo la mujer tratando de alzar un poco más los pies de su alumna, pero viendo como el cansancio acumulado era excesivo, provocando que el peso de los pies de la Dominante sobrearase su fuerza.

-          La verdad es que me has defraudado un poco, pensaba que estarías en mejor forma física, apenas has pasado la mitad de la prueba- dijo Carmen mirando a la sudorosa esclava, que estaba claro que se había esforzado al máximo.

-          Lo siento Ama- dijo la mujer con la cabeza gacha e inclinándose para besar los pies de la chica.

-          Vosotras dos desnudaros- ordenó Carmen a Vanesa y Gema que rápidamente comenzaron a desprenderse de su ropa sin ningún pudor.

La maestra, pese a tener unos fuertes deseos de observar a las dos muchachas, no levantó la vista del suelo por temor a que aquella acción no estuviese bien vista por su Dominante.

-          Mira a Gema y Vanesa- ordenó Carmen a su nueva esclava que no dudó en obedecer para contemplar los cuerpos de las dos jóvenes- sus cuerpos son firmes y poco a poco han ido adquiriendo una resistencia con la que poder servirme durante mucho tiempo sin descanso- explicó la Dominante haciendo una seña a sus dos jóvenes esclava para que se aproximaran a su maestra- sientes sus pechos, perrita- dijo la Dominante agarrando las muñecas de su nueva sumisa y llevando una mano al pecho derecho de Vanesa y la izquierda a uno de los de Gema, los cuales la mujer apretó suavemente- ¿Cómo los sientes?

-          Están muy duros y suaves, Ama- dijo la mujer que los había apretado un poco.

-          ¿Quieres probarlos perrita?- preguntó Carmen sabiendo de antemano la respuesta de su maestra.

-          Sí, por favor.

Carmen tan solo dio permiso a su maestra para dar una lamida a cada uno de los pezones de sus esclavas, mientras estas también tenían permiso para meter mano a su profesora, provocando que esta última, que no estaba acostumbrada, acabase terriblemente excitada y fuese Carmen la que tuviese que separarla de los pechos de Gema tirando de la corta melena de Irma.

-          Parece que eres una viciosilla que no se puede controlar- dijo Carmen con una sonrisa- yo te enseñaré a controlarte, Vanesa, traerme unas esposas – ordenó la muchacha a su voluptuosa esclava que salió corriendo de la sala.

La desnuda muchacha no tardó en regresar con el encargo de su Dueña cogiendo Carmen en artilugio que había pedido para inutilizar las manos de Irma, para a continuación meter un par de dedos en el empapado sexo de la mujer.

-          Estás excitada como una perra, ¿verdad?- preguntó poniendo los dedos sobre los labios de la profesora.

-          Sí Ama- dijo la mujer lamiendo los dedos de su Dominante sin necesidad de recibir orden alguna.

-          Lamento decirte que ahora mismo no estás al nivel para ser una de mis esclavas sexuales, pero no te preocupes, estoy segura de que no tardarás en alcanzarlo- dijo Carmen sonriendo- aún así me vas a poder servir.

-          ¿De que forma, Ama?- preguntó la mujer que no sabía bien hacia donde desembocaría aquello.

-          Ya lo verás, ahora vas a pasar un rato con tus compañeras sumisas- dijo Carmen mirando primero a Gema y luego a Vanesa- explorar su cuerpo tanto como queráis, hacerla ver lo placentero que puede ser para ella si se convierte en mi esclava.

-          Sí Ama- dijeron las dos a la vez colocándose una a la derecha de Irma y la otra a la izquierda para sentarla en el sofá.

Sentir la suaves y expertas manos de la dos sumisas sobre su cuerpo hizo que Irma no tardase en comenzar a gemir de placer, aumentando el volumen de sus exclamaciones cuando sintió las manos de sus alumnas en su empapado sexo llevándola a las puertas del orgasmo, puertas que no pudo atravesar, ya que tan solo unos segundos antes de llegar las dos chicas apartaron sus dedos para darse un largo beso en los labios ante la mirada de su maestra que observaba envidiosa.

Cuando Gema y Vanesa sintieron que el riesgo de hacer correrse a Irma había desaparecido volvieron a acariciar el suave y blando cuerpo de su maestra, centrándose en sus pechos, su abdomen, la cara interior de sus muslos…

-          Veo que os estáis divirtiendo mucho sin mí- dijo Carmen ganándose la atención de sus tres sumisas- Quitarle las esposas- ordenó, siendo Vanesa la encargada de coger las llaves de las misma para liberarla- Bueno profe, como ya te dije anteriormente no me sirves aún como esclava sexual, así que he pensando en que te conviertas en mi criada- dijo la chica sonriendo y abriendo una caja en la que Irma pudo ver un uniforme negro de criada.

La mujer, tan pronto como Carmen le dio la orden de que se lo pusiera, comenzó a enfundarse en vestido negro que su Ama le había proporcionado. La Dominante observó satisfecha como le quedaba la indumentaria a Irma: llevaba unos zapatos de tacón de color negro, sus piernas estaban enfundadas por unas medias de rejilla del mismo color, el minúsculo vestido tan solo le cubría una pequeña parte de sus piernas, casi un palmo por encima de la rodilla, y tenía que moverse con cuidado para que sus pechos no se vieran fuera del uniforma ya que este carecía de tirantes.

-          Te queda muy sexy el uniforme- dijo Carmen sonriendo mientras bajaba un poco el vestido de Irma para que el escote fuese aún más prominente- hoy, y sin que sirva de precedente, solo vas a tener una tarea que hacer, si la haces bien tendrás el premio de un orgasmo, si la haces mal o pones pegas tendrás que esperar a la siguiente sesión.

-          Sí Ama, ¿de que se trata?- preguntó la mujer deseosa de conseguir la recompensa.

-          Vas a coger un cubo, una fregona y vas a salir a fregar el descansillo-dijo Carmen viendo la duda en el rostro de la mujer, a la cual Carmen le dio un instante para replicar, pero al parecer estaba demasiado reciente lo que le había dicho de que poner alguna pega a su orden la dejaría sin orgasmo- chicas, dadla un cubo con agua y la fregona- ordenó a Gema y Vanesa que rápidamente se dirigieron a la cocina a por los productos de limpieza.

La Dominante disfrutó viendo en la mirada de su profesora como luchaban el temor por ser descubierta por alguien vestida de aquella forma y el deseo de agradar a su Ama para ser premiada por esta.

Finalmente se impuso el deseo de obedecer a Carmen, y la maestra no tardó en estar en medio del descansillo. Irma comenzó a fregar los suelos con rapidez, pero bajó la intensidad de su trabajo cuando se dio cuenta de lo ruidosos que eran los zapatos de tacón que su Ama le había proporcionado.

-          No tengas tanta prisa, criada- dijo Carmen desde la puerta de la casa, sin importarla romper el silencio del edificio- procura dejar el descansillo impecable, porque sino te voy a hacer limpiarlo con una paño de rodillas- informó la joven haciendo que la mujer se centrase más en la calidad de su trabajo que en la velocidad.

A la profesora le costó un poco ir más despacio, ya que la idea de que alguien saliera de la casa de enfrente y le viese en tan humillante situación le ponía muy nerviosa. Carmen por su parte no puso ninguna facilidad a la sumisa, ya que cada vez que Irma llevaba un buen trecho fregado la Dominante le ordenaba volver a pasar la fregona porque no le parecía que había quedado lo suficientemente limpio.

La sumisa, cada vez más nerviosa porque Carmen cada vez hablaba en un tono de voz más fuerte, lo único que hacía era agachar la cabeza y limpiar donde su joven Ama le ordenaba, aunque esta no viese ningún fallo en la zona que había limpiado previamente.

-          Bien perrita- dijo la Dominante después de casi 20 minutos de limpieza exhaustiva de la entrada de su casa- ya puedes entrar.

Irma nada más escuchó aquello agarró el cubo lleno de agua por el asa, después de meter la fregona en este, y entró en la vivienda, lugar en el que tan solo Carmen y sus sumisas podrían verla y donde estaría segura de no ser divisada por nadie ajeno a sus juegos.

-          Pareces un poco acalorada, profe- dijo Carmen sonriendo- quítate la ropa y túmbate en la alfombra, ahora mismo nos ocuparemos de quitarte ese calor.

La mujer, esperanzada de que aquel pudiese ser el premio del que su Ama le había hablado antes de comenzar su última tarea del día, se libró de toda su ropa en tan solo un minuto y se tumbó sobre la alfombra boca arriba, con las piernas bastante separadas, dejando su sexo muy accesible para todo el que desease tocarlo.

-          ¿Cuál de mis dos perras prefieres que te dé el orgasmo?- preguntó Carmen apoyando una mano sobre la cabeza de Gema y la otra sobre la de Vanesa que estaban de rodillas a los pies de la Dominante.

-          Me gustaría que me lo diese Gema, Ama- dijo la sumisa desde el suelo después de pensarlo un par de segundos.

-          Muy bien, por despreciar a Vanesa ella se dedicará a darte dolor- dijo Carmen viendo el rostro de sorpresa y temor de su maestra- es la primera lección que una buena sumisa debe aprender, no hay placer sin dolor.

Gema no tardó en clavar sus rodillas en el espacio que Irma había dejado entre sus piernas, comenzando la joven sumisa a acariciar con las yemas de sus dedos los empapados labios vaginales de su maestra, la cual le miraba totalmente excitada hasta que Vanesa se puso entre ellas, sentándose la voluptuosa muchacha sobre el abdomen de la sumisa.

-          ¿No me consideras lo suficientemente buena para lamer tu coño?- preguntó Vanesa clavando la vista sobre el rostro sonrojado de Irma.

-          Lo siento, el Ama pidió que eligiera a una, lo hice al azar- se excusó la mujer contorsionando su rostro de dolor cuando los finos de dos de Vanesa agarraron los medianos pezones marrones de la nueva sumisa para tirar primero de ellos y a continuación retorcer.

Carmen observó desde la distancia el como Vanesa y Gema estaban cumpliendo sus órdenes, la que se encargaba de lamer lo estaba haciendo con entusiasmo, aunque siempre asegurándose de que la nueva sumisa no llegase al orgasmo con facilidad, y la que estaba castigando había aplastado con sus piernas los brazos de Irma, de tal modo que esta estaba totalmente indefensa, ante el aluvión de castigos que estaban cayendo sobre sus sensibles senos.

-          Parece que lo está pasando un poco mal, profe, te está lamiendo mal Gema- preguntó Carmen una vez se hubo quitado el vestido, quedando en ropa interior delante de sus desnudas esclavas.

-          No mi Ama, me lame muy bien- dijo la maestra rápidamente- es que no estoy acostumbrada al dolor, y me está costando un poco llegar al orgasmo- dijo la mujer sudando por el esfuerzo de no gritar, y por la excitación.

-          ¿Crees que comer la vagina de tu Ama podría ayudarte a concentrarte en el placer?

-          Sí Ama, estoy segura de que sí- contestó la mujer deseosa de dar sexo oral a una mujer, ya que aún no había tenido ocasión.

Carmen, lentamente clavó sus rodillas en el suelo dejando la cara de su maestra entre sus muslos, a pocos centímetros de su sexo, para bajar poco a poco hasta que su húmeda vagina se posó sobre la boca de Irma.

Carmen gimió de gusto, pese a que la lengua de su profesora era bastante torpe en aquella tarea lo compensaba con un gran entusiasmos, que demostraba pasando la lengua a toda velocidad.

El Ama, sintiéndose poderosa al saber que su profesora no podía, ni quería librarse de aquella situación, aplastó bien su sexo sobre la boca de Irma, no tardando en con la mano derecha aprisionar la nariz de la sumisa, quedando esta sin ni una sola forma de recoger oxígeno.

La maestra no se mostró preocupada por aquella situación durante los primeros segundos en los que apenas notó la ausencia de aire, comenzando a mirar de forma suplicante a su Ama cuando se dio cuenta de que esta no tenía intención de soltar su nariz fácilmente.

La sumisa, pensando que su Ama le dejaría respirar cuando le dejase satisfecha comenzó a lamer con urgencia el sexo que mantenía sellada su boca, pero Carmen no estaba dispuesta a ponérselo tan fácil.

-          Respira perra- dijo Carmen levantándose un poco dejando la boca y la nariz de Irma libres cuando vio que el rostro de la mujer comenzaba a enrojecerse. La maestra cogió aire en cuanto se vio libre, como si hubiese estado bajo el agua durante un buen rato.

Carmen tan solo le dejó coger un par de bocanadas de aire antes de volver a bloquear todos los conductos por los que Irma podría coger aire de nuevo, sintiendo de nuevo en su sexo la desesperada lengua de su mentora.

-          Ama, esta perra esta muy mojada- informó Gema que había dejado de lamer para alentar a la Dominante.

-          ¡Para su orgasmo como sea!- ordenó Carmen, provocando que Gema agarrase con sus uñas el saliente e hinchado clítoris de la mujer para retorcerlo con fuerza, provocando un chillido que se vio ahogado por el sexo de la Dominante- has de aprender a ser educada, perrita, no puedes correrte antes que tu Ama- le dijo con calma mirando a los llorosos ojos de su sumisa que tan pronto se repuso volvió a lamer con deseo la vagina que tenía sobre su boca.

La Dominante repitió aquella operación varias veces más, dejando a la sumisa sin respirar durante aproximadamente 30 segundos, para después dejarla coger un par de bocanadas de aire rápidas.

Pese a que la lengua de la mujer no era excesivamente ágil a Carmen le resultaba de lo más excitante ver el rostro de su profesora de facultad, enrojecido por la asfixia que le estaba produciendo, pero que aún con eso no cesaba de lamer.

Finalmente Carmen soltó todos sus fluidos sobre el rostro de Irma, gimiendo de placer, al tiempo que restregaba su sexo desde la barbilla de su nueva sumisa hasta la frente de esta.

-          Puedes correrte cuando quieras perrita- dijo Carmen sin levantarse del rostro de su maestra y volviendo a tapar la nariz de esta.

Carmen, una vez dejó de necesitar los servicios sexuales de su esclava aumentó un poco el tiempo de espera para recibir oxígeno nuevo a sus pulmones, provocando que el sonrojo de esta aumentase, llegando a su punto máximo cuando sintió como el cuerpo de Irma se convulsionaba por el orgasmo al que finalmente Gema le llevó.

A la orden del Ama, las tres muchachas se levantaron del cuerpo de la mujer, viendo en esta una expresión de auténtico éxtasis, del que tardó unos minutos en recuperarse.

A Carmen le gustó que lo primero que hizo cuando se levantó del suelo fue gatear hasta la posición de la Dominante para besar los pies de esta y agradecerle que le hubiera hecho sentir aquello, mostrando después su agradecimiento también a Gema, que le había dado la lamida y a Vanesa, que había dejado sus pechos bien rojos y llenos de marcas, pero que le había hecho sentir bien de una forma extraña.

-          ¿Entonces vas a querer repetir?- preguntó Carmen estando casi segura de la respuesta.

-          Sí Ama, me gustaría mucho- dijo la mujer.

-          Muy bien- dijo Carmen levantándose del sofá para coger una carpeta que había encima de la mesa y sacar una hoja de papel que tendió a la sumisa- suponiendo que aceptarías me he adelantado y he redactado tus “diez mandamientos”

La mujer rápidamente bajó la vista para leerlos.

1- La sumisa tendrá un sesión semanal, dándole su Ama dos horas en días diferentes a elegir, perdiendo la sumisa la sesión si no le va bien ninguna de las opciones que su Ama le proporciona. El Ama tendrá la potestad de dar sesiones extra a su esclava cuando lo considere oportuno, teniendo esta la opción de aceptarlas o rechazarlas.

2- Durante las sesiones la sumisa se compromete a tratar con respeto reverencial a su Ama y obedecerla en todo lo que esta le ordene siempre dentro de los límites establecidos por la sumisa. La sumisa aceptará con humildad cualquier trato que su Ama desee dispensarla.

3- La sumisa tendrá una relación normal con su Ama cuando estén en su centro de estudios, dándole un trato preferencial a la hora de tener que hablar con ella, convirtiéndose la relación en Ama-sumisa cuando ambas se encuentren en una sala a solas.

4- La sumisa, con el objetivo de que su Ama no baje sus notas al adoptar a una nueva esclava, se compromete a dar clases particulares a su Ama, así como a entregarle los exámenes de su asignatura con una semana de antelación. La sumisa también se compromete a interceder por su Ama en asuntos relacionados con la universidad, en la que alabará a su Dueña delante de otros profesores con la intención de que estos le suban las calificaciones, amén de entregarla otros exámenes de otras asignaturas que a su Ama le puedan resultar útiles.

5- La sumisa podrá seguir teniendo relaciones sexuales con su marido, pero nunca pudiendo llegar al orgasmo, ya que estos pasan a ser propiedad de su Ama.

6- La sumisa se compromete a contestar a cualquier pregunta de su Ama, por íntima o vergonzosa que esta sea, siempre diciendo toda la verdad y sin rodeo alguno.

7- La sumisa acepta poder ser exhibida tanto en público como en privado siempre y cuando se mantenga a salvo su identidad.

8 La sumisa aceptará cualquier clase de castigo físico o psicológico, dentro de los límites pactados. Estos castigos podrán ser impartidos por una falta de la sumisa o por el simple deseo del Ama.

9- La sumisa se compromete a llevar la clase de ropa que su Ama le ordene siempre y cuando esta no altere su vida familiar o profesional.

10-Tanto el Ama como la sumisa pueden romper este acuerdo cuando cualquiera de las dos lo considere, comprometiéndose ambas a no afectar a la vida de la otra en el futuro.

-          Hoy es sábado, te voy a dar hasta el lunes para que me redactes un contrato sobre estos puntos, lo quiero escrito a mano, con las clausulas que desees poner  y firmado por ti- dijo Carmen seriamente- te recomiendo que no abuses de las clausulas porque si no me gustan tacharé muchas y tendrás que volver a escribir el contrato a mi gusto.

-          No abusaré Ama, lo prometo- dijo la sumisa inclinándose para besar los pies de su Dueña, bastante contenta ya que ninguno de los punto que Carmen exponía en el papel le parecía demasiado excesivo.

-          Arriba perrita, ve a darte una ducha y vete para casa- dijo Carmen- podemos dar la sesión por concluida.

Irma obediente se levantó lentamente, pillándola por sorpresa la reacción de Carmen que agarró a su nueva esclava por la nuca para acercarla a ella y darle un largo beso en los labios, metiendo su lengua dentro de su boca, disipando de aquella forma cualquier duda que la maestra pudiese tener.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias, tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com