Ama Carmen 3: Compartiendo esclava.
Sara invita a Carmen a disfrutar de la sumisión de Susana, descubriendo la joven Dominante que es aún más morboso someter a su hermana de lo que se había imaginado
Después del interesante espectáculo que Carmen dio sometiendo a la sumisa Rebeca, la Dominante recibió gran cantidad de felicitaciones por parte de los Amos y Amos que habían acudido a su encuentro, mostrándose impresionados de que una muchacha tan joven hubiese pasado de ser una dócil sumisa a un Ama experimentada que se atrevía a incluso someter a sumisas que no eran de su propiedad.
- ¿Cuánto llevas con ellas?- preguntó Adriana a Carmen- Sara me dijo que solo unos pocos meses, pero no me lo puedo creer.
- Pues es la verdad- dijo Carmen mostrándose sonriente- ¿Por qué no lo crees?
- No me creo que en unos pocos meses ya hayas logrado que la zorrita delgada se tatúe tu marca en las nalgas- dijo Adriana haciendo que Carmen torciese un poco el gesto.
- Eso lo hizo por su cuenta y riesgo, porque la otra esclava la influyó- explicó Carmen mientras observaba como Gema gemía de placer con la lengua de la sumisa Rebeca lamiéndola con deseo- pero se lo quitará dentro de muy poco.
- ¿Y eso? Yo se lo dejaría, no muchas sumisas hacen eso por sus Amas, es una sumisa muy devota.
- Lo sé, pero no quiero que la otra se me presente con otro tatuaje, además no me gusta que manchen cuerpos que son de mi propiedad- dijo Carmen de forma tajante- No quiero que piensen que las tengo en mejor estima porque se pintarrajean el cuerpo.
- Sí, puede que lleves razón. Un tatuaje de esas característica a mi me produciría mucho orgullo, pero por ejemplo no podría ir a la piscina o a la playa, con ella, sin llamar la atención- comentó comentando a comprender la postura de Carmen.
Carmen, a parte de haber sido un estimulante espectáculo para el resto de Dominantes, también había sido el detonante para que estos comenzaran a mostrarse más activos con sus esclavos y empezasen a usarlos sin pudor alguno.
La joven Ama, procuró no perder a sus esclavas de vista por si alguna de ellas se encontraba en alguna situación incómoda en la que necesitase de su ayuda, pero al ver el buen comportamiento de los Amos y Amas, que en ningún momento se pasaban en su papel y eran muy comunicativos con las sumisas, Carmen dejó de preocuparse.
Ama Sara agarró del brazo a la que fuera su sumisa para presentarla ante su círculo de amistadas en el BDSM de forma individualizada. A Carmen le sorprendió la gran cantidad de varones Dominantes que había en la fiesta, ya que sabía de primera mano que Sara era una lesbiana totalmente radical y que solo toleraba el sexo con mujeres, tanto para ella como para sus esclavas.
- Es porque los Amos acostumbran a tener esclavas- explicó la mujer sonriendo después de presentar a Carmen al cuarto Amo de la noche- Y no hay que llevarse mal con la gente que puede prestarte juguetes.
- Pero ¿tú que les das a cambio?- preguntó la chica que no se creía que la dejasen a sus esclavas si llevarse nada a cambio.
- Desde luego no les presto a mis esclavas, ya sabes que no me gusta que las manchen- dijo Sara haciendo asentir a Carmen que había oído aquella frase de boca de su Ama en muchas ocasiones- pero a cambio pudo someterla delante de él, hay a algunos hombres que les pone calentísimos ver a su sumisa esclavizada por otra mujer, o si me encuentro con alguna sumisa que sea heterosexual remitirla a ese Amo- comentó la mujer.
- ¿Pero las que te dejan no están “manchadas”?- preguntó Carmen.
- No, ya sabes que no me gusta dejar cabos sueltos- dijo la mujer sonriendo a su amante- a todo Amo al que pido una esclava en préstamo le exijo su palabra de que no tendrá sexo con la esclava durante un par de días.
- No se te escapa una, Sara ¿Y hay muchos Amos dispuestos a no gozar de sus esclavas durante tanto tiempo?- preguntó Carmen, ya que había oído que los Amos acostumbraban a follarse a sus esclava a diario. Sara rió.
- Pese a que no tienen opciones de tener sexo conmigo, saben que les puedo facilitar otras muchas cosas de los más placenteras- dijo Sara poniendo un tono misterioso y sexy a su voz.
Los Amos y Amas comenzaron a marcharse de la fiesta progresivamente, despidiéndose todos y cada uno de ellos de la anfitriona, y por extensión de Carmen, que no se había separado de su amante en toda la noche.
La joven Ama se despidió de forma más efusiva de Adriana y Eliana, que fueron la últimas dos en marcharse dejando solas en la sala de estar a Sara y Carmen, con sus respectivas esclavas, Susana y Vanesa.
- ¿Te lo has pasado bien perrita?- preguntó Carmen acariciando la larga melena rubia de su esclava que al sentir el contacto agachó la cabeza.
- Sí Ama, muy bien gracias- dijo la sumisa.
- No me has dicho de ningún perrito o perrita que te interesase- le dijo la chica extrañada de que la voluptuosa esclava no se hubiese fijado en ninguno de los atractivos sumisos de la fiesta.
- Bueno, es que me apetecía hacerlo con Gema, Ama- dijo la chica mirando los pies de su Ama que había comenzado a quitarse los zapatos y a mover sus deditos, después de varias horas de pie con ellos los tenía algo doloridos.
- Por mi está bien- dijo Carmen cerrando los ojos al sentir el placer de las manos de su esclava masajeando sus pies sin necesidad de darla órdenes- pero antes tendréis que recoger esto y dejarlo impecable, hasta que las tareas no estén hechas nada de sexo.
- Sí Ama, desde luego- contestó Vanesa continuando con su labor- podría dispensar a Gema de la tarea, mi Ama, yo me ocuparé de hacerlo todo. Es que Gema está un poco dolorida de la sesión con Ama Eliana.
- ¿No habrá sobrepasado ningún límite?- preguntó Carmen que le había encargado a Vanesa que la tuviese informada.
- No Ama ninguno, tan solo que recibió muchos fustazos, golpes de látigo corto, calambrazos… pero nada grave Ama, no la hizo ni una gota de sangre- aseguró la sumisa- es solo que la sesión ha sido larga y está descansando.
- Muy bien perrita- dijo Carmen mostrando una sonrisa un poco más pequeña que la alegría que la producía que su esclava estuviese preocupándose tanto por su compañera de sumisión- ahora encárgate de recoger todo y en cuanto termines ve a por Gema para descargar toda esa tensión sexual que tienes.
Vanesa rápidamente se tiró a los pies de su Dominante para besarlos, pero Carmen la agarró antes del pelo para alzarla, ante lo que la sumisa no puso ninguna resistencia, para darla un fugaz beso en los labios.
Carmen, tal y como había quedado con Sara, ascendió al piso de arriba de la casa, descalza, ya que los zapatos no tenía intención de volver a ponérselos hasta el día siguiente por la mañana. La joven Ama dio un par de toquecitos a la puerta y entró cuando escuchó la autorización de Sara.
En el interior de la estancia se encontró a Sara, llevando ya tan solo su lencería de sujetador blanco semitransparente y su tanguita, no tardando Carmen en quitarse su vestido para aproximarse a la que fuese su Ama y comenzar a acariciar su suave cuerpo de piel clara.
Las dos mujeres no tardaron en dejarse llevar por la pasión y acariciarse mutuamente durante minutos, hasta que finalmente Sara puso fin a aquella deliciosa diversión poniendo su mano entre sus labios y los de Carmen.
- Realmente podríamos pasarnos así la noche entera, pero tenemos a una perrita a la que hay que adiestrar- dijo la mujer sonriendo y señalando en dirección hacia Susana.
Carmen rió al ver a su hermana pequeña, totalmente desnuda y arrodillada en el suelo a los pies de la cama. Sara llevaba razón, habían quedado aquella noche para adiestrar a su hermana, pero el ver a su amante ya vestida de una forma tan insinuante había hecho que Carmen ni se percatase de la presencia de Susana. Aún así la joven Ama no tardó en estirarse para acariciar el rostro de la sumisa, la cual pegó un pequeño respingo cuando notó la mano de Carmen, ya que Susana llevaba los ojos vendados y no se esperaba aquel tocamiento.
- Ya estoy adiestrando para que sea una buena perrita- explicó Sara cuando Carmen preguntó por la venda- ya verás que divertido- dijo la mujer sonriendo, levantándose para meter sus dedos por el collar que Susana llevaba al cuello y tirar hasta colocarla sobre la gran alfombra que había delante de la cama- quítate la ropa que te queda puesta, Carmen- dijo Sara y Carmen no dudó en desprenderse de su sostén y su tanguita rojo para quedar desnuda ante la vista de Sara, que no pudo resistirse a acercarse a ella y besar con dulzura uno de los pezones rosados que coronaban los firmes pechos de Carmen- sabes cada día más rica.
- Gracias- contestó Carmen orgullosa del cumplido y acercando su boca al duro y pequeño pezón de Sara para darle un suave mordisquito que hizo a esta gemir de gusto.
- No seas viciosa que al final me vas a llevar de nuevo a la cama y no vamos a hacer nada- dijo la mujer madura sonriendo a Carmen, que asintió y la miró para ver que plan tenía- el juego es de lo más fácil- dijo la Dominante agarrando la ropa interior suya y de Carmen- tiramos todo esto sobre la alfombra y esta perrita ayudándose tan solo de su olfato nos traerá a cada una las nuestras.
Sara, antes de arrojar la ropa interior sobre el suelo, y aprovechando que Susana estaba privada del sentido de la vista, deslizó su mano entre las sábanas y sacó una nueva braguita que sustituyó por la que Carmen llevaba, dejando la de la joven Dominante sobre la cama, lugar al que Susana no estaba autorizada a buscar.
Carmen se puso la mano sobre la boca para no reír y observó como Sara se levantaba para colocar las prendas sobre la amplia alfombra en la que Susana comenzó a buscar, pegando su rostro al suelo como si de una perrita de tratase y tratando de captar el aroma de sus Dominantes.
Las dos Amas, mientras la esclava se afanaba en buscar la ropa que Sara había desperdigado, comenzaron a acariciarse y darse placer mutuo, totalmente desnudas sobre el suave edredón que cubría la, cama no reprimiendo si un solo gemido, lo que provocaba que Susana se excitase más aún a acelerase su ritmo de búsqueda.
Pese a que Carmen estaba disfrutando mucho de aquellos placenteros momento no podía evitar mirar también las actividades de su hermana, que después de mucho gatear de un lugar a otro había conseguido identificar tres prendas y llevarlos hasta el lugar del que procedían los gemidos.
- ¡Guau guau!- dijo la sumisa con tal sentimiento que a Carmen le sorprendió, realmente ladraba muy bien.
- Parece que la perrita ya ha encontrado todo- dijo Sara incorporándose para observar los dos montones, uno que estaba en el suelo y el otro estaba a su lado, pero que no tardó en ser cogido por los dientes de Susana- ¿De quien es ese montón, perrita?- preguntó la mujer y Susana se acercó lentamente para dejar las prendas a los pies de su Ama, para darlos un beso antes de buscar las otras dos prendas.
- ¿Esas son las mías, perrita?- preguntó Carmen estirando su mano y acariciando el cuello de su hermana que lo movió con gusto. La sumisa como respuesta a la pregunta se inclinó, y dejó la ropa a los pies de Carmen para a continuación dar un beso a los pies.
- Muy bien perrita, ya puedes quitarte la venda.
Susana abrió y cerró los ojos en un par de ocasiones para acostumbrase a la tenue luz que iluminaba la sala y miró como había repartido las ropas, primeros las de su Ama, a la que sonrió cuando vio que había acertado con todo, y después a la de Carmen, quedando la chica muy sorprendida de que su hermana llevase un sujetador de distinto color que sus braguitas.
- El otro día probamos esto con Adriana y acertarse todas- dijo Sara mirando a su esclava con un enfado moderado- ¿por que hoy has fallado una?- preguntó viendo como la esclava no comprendía en que había fallado, si había acertado las ropas de Sara las de su hermana tenían que estar bien- las braguitas de Carmen no están bien, son estas- dijo la Dominante sacando de debajo de las sábanas el tanguita rojo de Carmen.
- Pero ahí no podía buscar, Ama- dijo la sumisa con la cabeza gacha tratando de agacharse.
- No es escusa, perra. Si no sabes a quien pertenece el olor no se lo des a nadie- dijo alzando la cabeza de su esclava para que viese la poca gracia que le había hecho su error.
- Lo siento mucho Ama- dijo la sumisa, a la que se la podía ver la tristeza en el rostro.
- Bueno, has hecho tan solo 2 puntos y sabes que solo te premio cuando consigues un pleno- Carmen la miró sin comprender que clase de puntaje llevaba- ha acertado 3, pero como ha fallado uno se lo resto y la quedan 2- explicó para volver a mirar a su sumisa, mientras Carmen pensaba en lo complicado que era para su hermana ganar en aquel juego, ya que tenía que hacerlo perfecto- Pero como durante toda la semana te has portado muy bien, y tu hermana está aquí para ayudarme, te daré un orgasmos si acatas dos castigos a nuestra elección.
- Acepto Ama- dijo la chica que parecía desesperada por conseguir un orgasmo.
- Muy bien, lo primero será que estarás con nosotras con los ojos vendados, totalmente expuesta a lo que queramos hacerte- dijo la mujer sonriendo y haciendo que Susana al instante se pusiese la venda en los ojos- y lo segundo será…- dijo mirando a Carmen y haciéndola un gesto con la cabeza para que ella decidiese.
- Solo podrás hacernos sentir bien con tu boquita- dijo Carmen acercándose a la sumisa para darla un fugaz beso en los labios- no podrás apretar nuestras nalguitas, ni sobar nuestros hermosos pechos- dijo poniendo uno de sus pezones a la altura de la boca de la esclava, para en cuando esta le dio una lamida retirarlo dejándola deseosa de seguir chupando- ni podrás meter tus deditos en nuestros coñitos- susurró metiendo su dedo índice y corazón en el sexo de su hermana que estaba totalmente empapada.
- Sí, Ama Carmen- dijo la sumisa sin pode evitar que se la quebrase un poco la voz por el placer.
Sara agarró uno de los brazos de su esclava mientras Carmen le asía el otro para llevarla hasta la cama donde quedó entre las dos Dominantes. Carmen sonrió al ver como su hermana respiraba agitada, y no era para menos, Susana llevaba sin correrse casi una semana, habiendo estado en estado de excitación en muchas ocasiones en aquel espacio de tiempo.
Tal y como la joven sumisa pensaba, antes de llegar al orgasmo iba a tener que soportar toda clase de caricias y artes sexuales por parte de Sara y Carmen, antes de que alguna de estas le diese permiso para correrse.
Susana gimió de placer en cuanto notó la lengua de Carmen pasando por sus senos al tiempo que la suave mano de Sara se encontraba entre sus piernas acariciando su caliente y húmedo sexo. Aquellas deliciosas caricias hacían que a la sumisa le constase un gran esfuerzo no dejarse llevar por la pasión y usar sus manos para poder palpar los cuerpos de su Ama y la amantes de esta, pero por el momento era capaz de aguantarse.
Las dos mujeres continuaron provocando la excitación en el sensible cuerpo de la esclava hasta que Sara estalló en carcajadas y llamó a Carmen para que esta dejase de tratar de penetrar el trasero de su hermana con sus dedos empapados de fluidos.
- Mira que imagen más caliente, Carmen- comentó la mujer señalando la boca de la esclava que a causa de las gran excitación había salivado más de lo normal y tenía varios chorros de saliva que le habían caído desde la comisura de los labios hasta la barbilla- está como una perrita a la espera de la comida- comentó soltando otra carcajada, pero que en absoluto ofendió a la sumisa, muy al contrario, la excitó todavía más.
- Es que hemos sido muy malas, no deberíamos dejarla ayunar de esta manera- comentó Carmen giñando un ojo a Sara- ¿quieres jugar a un juego que te permita poder tocar nuestros cuerpos con total libertad, esclava?
- Sí Ama Carmen, por favor- pidió la sumisa sin siquiera pensarlo.
- Estupendo, entonces te explico el juego, es de lo más fácil. Yo te permito chupar, besar, tocar, lo que tu quieras con una parte de mi cuerpo, mientras que la Dominante que quede libre se dedica a castigar la parte que estás estimulando en tu propio cuerpo- dijo sonriendo- como ya has aceptado no hay vuelta de atrás, así que, y para que no te calientes mucho, quiero que comiences por mis pies- dijo Carmen estirando su pie derecho y poniéndolo sobre el rostro de la esclava para que esta los agarrase con deseo con las dos manos y comenzara a lamerlo con pasión, desde el talón hasta los deditos.
Carmen gimió de placer cuando sintió la boquita de su hermana entorno a los pequeños dedos de sus pies, lamiéndolos sin ninguna prisa y mostrando algún gesto de dolor cada vez que Sara, que no había tardado en tomar una fusta, golpeaba las plantas de los pies de la sumisa. Tal era el morbo que le produjo a Carmen la situación que no se resistió a quitar la venda de los ojos de su esclava para ver los ojos de esta mientras le lamía los pies.
Después de unos minutos de intenso trabajo oral Sara intervino y solicitó a su amante el turno de disfrutar de la lengua de la sumisa. Carmen por supuesto se lo concedió después de pasar sus pies empapados en saliva por el rostro de Susana, cuya expresión de deseo no hacía más que excitar a la joven Dominante.
Sara, para sorpresa de Carmen que imaginaba que mandaría a Susana comerla su vagina, se colocó a cuatro patas con el culo arriba para que la esclava comenzase a estimularlo. La joven Ama, que esperaba que Susana al llevar tan poco tiempo con su Dueña se mostrase un poco reacia, quedó impresionada cuando vio como la sumisa no dudó en separar las nalgas de su Dominante y lamer con pasión entre ellas.
Aquella decisión carente de dudas hizo que el castigo sobre las nalgas de Susana tardase un poco más en producirse, ya que a los segundos que Carmen había usado para salir de su asombro había que sumarles los que había invertido para encontrar una correa de cuero de dimensiones adecuadas.
Carmen, que usaba aquella clase de instrumentos con sus sumisas no tardó en dar, con uno de los extremos de la correa, una vuelta a su mano para que no se la saliese y comenzar a fustigar el pequeño y duro culo de su hermana, el cual no paró de golpear hasta que consideró que estaba lo suficientemente rojo.
- La queda un color muy bonito en las nalgas cuando se le azota lo suficiente- dijo Carmen acariciando el trasero de la sumisa, que pese a que había destensado los músculos ante la ausencia de golpes seguía lamiendo con la misma pasión en trasero Sara.
- Sí estoy totalmente de acuerdo- dijo la mujer soltando un gemido de placer al notar la lengua de Susana dentro de si ano- además esto la pone caliente.
- Ya lo veo- dijo Carmen que había deslizado su mano entre las piernas de la sumisa para sacarla totalmente empapada en sus fluidos y descargar un sonoro azote sobre las nalgas de la esclava que sobresaltó a la lamedora.
Una vez Sara quedó satisfecha le pasó el turno a Carmen de nuevo, que en esta ocasión concedió a su hermana la licencia de poder lamer sus pechos, encargándose Sara de colocarse a la espalda de Susana y dándola toda clase de pellizcos, arañazos y pinzamientos sobre los pequeños y marrones pezones de la esclava.
Tras casi una hora en la que Susana no tuvo apenas tregua, en lo que a dar lamidas y recibir castigos se refería, las dos Dominantes la dejaron tumbada en la cama para armarse con un par de arneses.
Sara, como buena anfitriona le ofreció a su invitada uno de los arneses que había seleccionado, eligiendo Carmen en que tenía un dildo bastante más pequeño que el de su amante, ya que ese era el que iban a usar para sodomizar a la muchacha. Susana ya había sido desvirgada analmente por Ama Sara y Carmen aún no había probado aquella práctica con su hermana así que no tardó en ponérselo y caminar hacia el lecho donde habían dejado a la sumisa.
Sara se tumbó sobre la cama para que su esclava se lanzase sobre su arnés y comenzase a lubricarlo usando las pocas fuerzas que quedaban. Carmen por su parte se colocó a la espalda de la sumisa y comenzó a meter su dildo de unos 15 centímetros y bastante fino por el sexo húmedo de su hermana, aprovechando aquellos fluidos para que el consolador se lubricase lo antes posible y así poder dar a Susana la doble penetración cuanto antes.
Carmen, a la que le daba un poco de reparo sodomizar a su hermana sin dilatarla poco el ano antes, comenzó a pasar la yema de sus dedos sobre el culito de la joven sumisa, sorprendiéndose al ver lo rápido que este se abría, tanto que en tan solo un par de minutos Carmen podía meter y sacar tres dedos sin problemas.
- Por detrás ya esta lista- informó Carmen a Sara.
- Lo sé, no hay más que ver la carita de viciosa que está poniendo mientras me chupa el arnés- comentó la Dominante sacándolo de la boca de Susana y ordenándola que la cabalgase para que ambas recibirán placer.
Pese a que el falo de plástico que Sara había seleccionado era de un tamaño considerable, más de lo que Carmen imaginaba que el pequeño sexo de Susana podría recibir, esta volvió a sorprenderla logrando introducir en su vagina todos y cada uno de los centímetros del arnés de su Ama, sobre el que comenzó a botar con delicadeza mientras que Sara estiraba los brazos para posar sus manos sobre los pequeños pechos de Susana y acariciarlo para darla su aprobación.
Carmen, después de que su hermana diese un par de brinquitos sobre consolador que la conectaba a Sara agarró con fuerza las caderas de la sumisa, para retenerla un momento, separar sus nalgas con fuerza y hundir su arnés sin piedad sobre el indefenso ano de la muchacha que soltó un gritito agudo.
- ¡Sí, por favor Ama Carmen deme duro!- pidió la sumisa que parecía haber recuperado fuerzas con aquella penetración y comenzó a mover su trasero en todas direcciones para gozar tanto del consolador que tenía en su sexo como el que ocupaba su cavidad anal.
Carmen, que no podía creerse que su hermana gozase de tal manera continuó poniendo de su parte y follando con dureza el trasero de la sumisa, que gemía más y más fuerte a cada envestida, hasta el punto que tuvo que suplicar a Sara y Carmen que la castigasen para no correrse antes que ellas.
Las dos Dominantes, al escuchar la súplica de la sumisa, no tardaron en sustituir sus cariñosas acariciar por toda clase de pellizcos y arañazos que provocaron que la excitación de la esclava bajase ligeramente, hasta estabilizarse en un punto de placer que estaba a mitad de camino del orgasmo.
Después de unos minutos de sexo intenso Carmen no pudo contenerse más y sintió como los fluidos de su sexo comenzaban a descontrolarse, desbordándose estos por las pequeñas rendijas que dejaban las correas de cuero de su arnés.
Sara, al escuchar los agudos gemidos de su invitada agarró los pezones de su esclava y la obligó a botar más deprisa para que la proporcionase el placer que tanto merecía. La sumisa al oír la orden de su Ama saltó con todas las fuerzas que la quedaban, logrado que Sara también llegase al orgasmo.
- Buena perrita- dijo la anfitriona acariciando el acalorado rostro de su esclava- esa expresión que pones cuando estás muy sedienta de placer me pone calentísima, si por mi fuera te dejaría así toda la vida.
- Por favor mi Ama, necesito correrme, se lo ruego- imploró la sumisa botando lentamente sobre el arnés de su Ama y sintiendo las envestida de Carmen, que aún habiéndose corrido no parada de penetrar el ano de su hermana.
- Está bien, tienes mi permiso.
Tras oír las palabras mágicas Susana no pudo evitar sonreír y saltar con más ímpetu aún sobre la cama, buscando que el dildo de su sexo llegase aún más profundo, provocándola una escandalosa eyaculación después de una veintena de botes, dejándose la sumisa caer para que sus pequeños y suaves pechos se posasen con delicadeza los de su Dominante.
- Muchas gracias mi Ama- dijo la sumisa resoplando agradecida.
- Te lo has ganado, putita mía- dijo la mujer sonriendo.
- Y muchas gracias Ama Carmen- dijo Susana al notar como el consolador de su ano salía por completo.
- Siempre es un placer-contestó Carmen encantada por la experiencia mientras acariciaba la enrojecida espalda de su hermana debido a la gran cantidad de mordiscos, pellizcos y arañazos que había tenido que recibir para no llegar al orgasmo antes de lo permitido.
Después de aquello Carmen se tumbó junto a Susana, a la derecha de esta, y Sara a su izquierda para juntas dormir plácidamente…
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo.