Ama Carmen 19: Paseo en pony.

Carmen da una vuelta por la finca usando a su hermana como pony, pudiéndola usar así también para acercar a la bisexualidad a dos miembros del grupo de sumisas al que adiestra

-         Tu hermana es mucho más atlética de lo que pensé- dijo Sara sonriendo a su amante a media tarde, mientras tomaban un café juntas.

-         ¿De verdad?- preguntó Carmen que siempre había considerado a su hermana como una chica liviana y de poca fuerza.

-         Sí, me ha dado una vuelta a la finca en uno de los carros de Sonia, la queda de maravilla el uniforme de poni- dijo Sara pasando su lengua sobre sus labios.

-         Suena delicioso, ¿me la prestarás para dar una vuelta?- preguntó Carmen y Sara se inclinó para besarla en los labios.

-         Todas las que quieras, amor.

-         Por cierto, ¿donde está ahora?

-         La dejé en los establos con el resto de ponis, descansando.

-         Luego iré a por ella, pero antes tengo que pasar a echar un vistazo a mi grupo de sumisas- dijo Carmen mirando su reloj después a apurar las últimas gotas de su taza de café.

-         ¿Te importa que te acompañe?- preguntó Sara levantándose también de su asiento- Adoro verte en pose Dominante.

-         No, para nada, vamos- dijo Carmen indicando a su amante el camino.

Sara y Carmen subieron por la escalera que conectaba el segundo piso haciendo resonar sus tacones a cada paso. Carmen se había cambiando la ropa que había llevado por la mañana, que era un vestido largo, por unos vaqueros ajustados y un blusa azul claro, ligeramente escotada.

Carmen se había puesto el vestido aquella mañana por si se daba la posibilidad de que Lola se disculpase por su comportamiento el día anterior. La sumisa más madura del grupo se disculpó, pero se negó a cumplir con la penitencia que Carmen le había mandado, tendría que lamer el sexo Ana y el de la Dominante para ser perdonada, con lo que la disculpa fue algo insuficiente para Carmen.

Aunque la indisciplinada sumisa se había negado a cumplir con su castigo Carmen se había apiadado ligeramente de ella y había ordenado a Ana que buscase unas rodilleras para la sumisa, para que sus articulaciones no quedasen demasiado machacadas.

Por fortuna Lola no consideró aquello una muestra de debilidad por parte de su Dominante, ya que lejos de mostrar alguna ligera sonrisa se la veía dolorida, seguramente debido tener que dormir sobre una manta, extendida sobre el duro suelo, mientras que todas sus compañeras sumisas dormían plácidamente en sus camas hacían que el dolor de su espalda se viese incrementado.

Carmen, cuando llegó al cuarto de sus sumisas, abrió la puerta de golpe, sorprendiéndose todas las que estaban dentro y colocándose rápidamente firmes delante de sus camas, salvo Lola que gateó torpemente hasta colocase delante de su manta extendida.

Como era normal, Sara, no pudo contenerse y avanzó hasta la sumisa que más llamaba la atención, por su peculiar posición y por los tintineos de las cadenas que mantenían ligadas sus piernas con sus brazos.

-         ¿Esta es la perrita díscola?- preguntó a Carmen y la joven Dominante sonrió.

-         ¿Por qué no se lo preguntas a ella?

-         ¿Eres la perra que da problemas a Ama Carmen?- preguntó Sara de nuevo, pero esta vez con mucha más dureza.

-         Guau, guau- dijo la sumisa poniéndose roja de vergüenza al comportarse como una perra.

-         Un ladrido es no, dos ladridos es sí- dijo Carmen acariciando el trasero duro de Sara- es para que cuando la haga preguntas pueda contestar ¿verdad perrita?

-         Guau, guau- contestó de nuevo Lola.

-         ¿Ya estás arrepentida por haber mordido a una de tus cuidadoras?- preguntó Carmen acuclillándose y tocándola la cabeza.

-         Guau, guau- después de aquello la sumisa bajó la cabeza.

-         ¡Que bien! Mañana te daré una oportunidad para que te disculpes ante mí delante de toda la clase y como no me complazcas estarás así durante la primera semana entera- le avisó Carmen- Porque esta noche dormirás en el suelo, para que esta lección no se te olvide fácilmente ¿te parece bien?

-         Guau, guau- ladró la sumisa que sabía que otra respuesta supondría más preguntas y más humillación ante sus compañeras de habitación.

-         Entonces agradece como una perrita que te adiestre tan bien- ordenó Carmen viendo la sorpresa en los ojos de Lola, aunque esta no tardó en desaparecer e inclinarse para lamer los pies de su Señora.

Carmen, sabedora de que la escena estaba siendo vista por todas las sumisas a su cargo, decidió abusar un poco más de Lola, para que en ningún momento volviese a olvidar quien estaba al mando y levantó su bota de tacón alto para que la sumisa se viese obligada a lamer la suela. Lola alzó la vista suplicante para no tener que lamer la zona más sucia del calzado de la Dominante, pero la súplica desapareció en cuanto Carmen la miró con severidad, momento en que la sumisa sacó la lengua lentamente y comenzó a lamer.

Para no cansarse manteniendo un pie arriba, la Dominante optó por sentarse en una de las camas de sus sumisas, mientras que Sara observaba y palpaba el cuerpo de las sumisas a cargo de su amante.

-         ¡Sara!- la llamó Carmen desde su cómoda posición- ¿De todas estas cual crees que le gustaría más a Susana?

-         Que decisión más difícil, a esa zorrita le gustan todas- dijo Sara sonriendo a su amante.

-         Ahora va a venir Ana con unas cositas ¿me quieres elegir una para que me acompañe en mi paseo y luego pueda ser compañera de juegos de Susi?

-         Creo que esta linda asiática le gustaría- dijo mientras palpaba los pechos de la sumisa más joven del grupo, por encima del camisón que cubría su cuerpo- ¿hablas mi idioma?

-         Sí Señora Sara- dijo la sumisa.

-         ¿Me puedes elegir otra? Es que sino no me salen las cuentas.

-         La negrita también entonces- dijo Sara mirando a Betty fijamente, que miraba al suelo deseosa de no ser seleccionada- Seguro que te darán un bonito show interracial- dijo sonriendo.

De repente la puerta de la habitación se abrió de nuevo y tras ella pasó Ana, que llevaba en sus manos unos grilletes para el cuello. Carmen sonrió al ver lo que había traído ya que era exactamente lo que había pedido, pero tenía dudas de no haberse explicado bien.

-         Las que no haya elegido Sara poneros en parejas- ordenó y rápidamente se juntaron dos parejas de sumisas, una formada por Ágata, la sumisa de mayor edad después de Lola que estaba castigada y no participaría en el juego, y Noelia, la sumisa más joven después de Shui, y después estaba la otra pareja formada por Laura y Susana, dos sumisas de la misma edad.

Carmen no perdió tiempo en explicaciones y una vez las cuatro estuvieron desnudas, colocó uno de los collares metálicos en los cuellos de cada una de las sumisas, para después unir a cada chica con su pareja mediante una corta cadena, que dejaba sus labios y pechos muy cerca los unos de los otros haciendo casi ineludible el contacto.

-         Mientras esté fuera vais a estar así, si queréis divertiros podéis tocaros tanto como queráis- dijo Carmen entregando la llave de sus cinturones de castidad a Ana-según como Ana vea que os comportáis os dará placer o no, así que procurar ser cariñosas- dijo Carmen.

-         Sí Ama Carmen- dijeron todas las sumisas a la vez.

-         La perrita también puede lameros- dijo señalando a Lola para que estuviese atenta- pero solo de cintura para abajo e irá de pareja en pareja ¡vigílamelas bien, Ana!- ordenó Carmen que estaba deseando salir de allí para gozar con su hermana.

-         Sí Ama- dijo Ana.

-         ¿Te vienes conmigo, Sara?- preguntó Carmen.

-         Me encantaría pero tengo la tarde ocupada- dijo la mujer- pero me quedaré un poco aquí para ver como son de cariñosas estas sumisas- dijo sonriendo.

-         Como prefieras. Shui, Betty, seguirme- las dos sumisas no pudieron queja alguna y comenzaron seguir a su Dominante.

Carmen, que ya conocí la finca como la palma de su mano, caminó con rapidez por ella hasta que se presentó en los establos donde Sonia tenía a sus ponis. La joven Ama siempre miraba a su espalda para asegurarse de que las dos sumisas que la acompañaban la seguían de cerca, y así era, ni la negra ni la asiática perdían de vista a su Ama en ningún momento.

La joven Dominante se adentró con autoridad en la cuadra en la que estaban arrodilladas media docena de mujeres vestidas con la indumentaria de pony-girl. Carmen conocía a la mayoría de ellas, pero no reparó en ninguna salvo en su hermana: verla vestida con la botas altas de color negro, el corsé que oprimía su abdomen y hacía que sus pequeños pechos se viesen algo más sugerentes, las campanitas colgando de sus pequeños pezones marrones… todo ello hizo que Carmen no pudiese resistirse a acercarse a ella para hacerla levantar.

-         ¿Quieres llevar a dar una vuelta a tu hermanita?- preguntó Carmen jugueteando con una de las campanitas que colgaban de sus pezones.

-         Será un placer, Ama Carmen- dijo la sumisa caminando, con los brazos a la espalda detrás de la Dominante.

Carmen no tardó en encontrar en el exterior un carro individual para colocar en él a su hermana-pony. El pecho de Susana subía y bajaba con rapidez debido a la excitación de poder servir así a su Dominante hermana.

-         Os presento, esclavas- dijo Carmen elevando la voz- Esta es mi hermana, y sumisa de mi amante, Susana- dijo señalando a la pony- Ellas son Betty y Shui.

Susana se acercó a ellas para darlas un beso a cada una, tal y como esperaba Betty ni siquiera abrió la boca, pero se dejó besar en los labios sin queja alguna, la que si abrió la boca para recibir la lengua de la hermana de Carmen fue Shui, cuyo beso se prolongó durante uno segundos, hasta que Carmen las ordenó que parasen.

-         El placer vendrá después si hacéis las cosas bien- dijo Carmen para clavar sus ojos en la china- Y tú, ¿Cómo te atreves a besar así a mí hermana? ¿Por qué no me ofreciste a mí tu primer beso con una mujer?- Shui se asustó al oír el tono enojado de su Dominante y comenzó a tartamudear tratando de explicarse, pero la chica se relajó cuando Carmen rio- Es una broma, Shui- dijo acercándose y dándola un beso en la mejilla que hizo que la joven sumisa sonriese contenta de agradar a su Señora- De momento eres mi alumna más avanzada.

-         Gracias Ama- dijo la sumisa.

-         Ahora mi hermanita me va a llevar a dar una vuelta en el carro, vosotras dos nos seguiréis corriendo- dijo la joven Ama tomando asiento en el mullido sillón de cuero del carro, y empuñando una fusta para golpear suavemente los hombros desnudos de su hermana.

La Dominante gozó del viaje, la excitaba mucho que su hermana pequeña, con la que había compartido tantas cosas durante toda la vida, estuviese comportándose para ella como una pony-girl. Carmen escuchaba los jadeos cada vez más intensos de su sumisa, pero aun así no paró, al contrario, usó la fusta con mayor frecuencia para que siguiese corriendo, cuanto más se esforzase mayor recompensa recibiría.

La conductora del carro miró de vez en cuando para ver que tal la seguían las otras dos sumisas a su cargo y sonrió satisfecha al ver que su hermana, pese a ir cargada con el ligero carro de dos ruedas, les sacaba bastante ventaja a Shui, pero sobretodo a Betty que estaba en peor forma física.

-         ¡Vamos Susi, un último esfuerzo hasta el pozo!- ordenó Carmen a voz en grito señalando hacia delante y dando un par de fustazos más sobre las nalgas de la sumisa, de entre las que salía una cola que seguramente Sara se había encargado de colocar con mimo.

Susana, ansiosa por un descanso para poder reponer fuerzas, corrió con todo lo que la quedaba hasta llegar al pozo de piedra, lugar donde se detuvo y se dobló agotada. Carmen, para ver como se encontraba su hermana después de aquel esfuerzo físico, se acercó satisfecha, viendo como los pequeños pechos de la muchacha subían y bajaban tras cada agitada respiración.

-         Eres una buena yegua, no sabía que corrieses tanto- le dijo acariciándola sus sudorosos senos con las manos, sin ningún pudor, para acabar besándoselos, por encima de las campanitas que colgaban de sus pezones.

Shui, después de Susana y Carmen, fue la siguiente en llegar. La sumisa asiática respiraba agitada, pese a tener una complexión física similar a la de la pony, era evidente que no estaba acostumbrada a correr y eso se veía claramente en su sonrojado rostro. Por el contrario, en Betty, que llegó unos segundos después, se la veía como mínimo tan cansada como su compañera, pero en esta no se podía valorar su cansancio por el sonrojo de su rostro, ya que sobre su piel negra no se podía apreciar, sino en su respiración agitada y el como se acuclilló en el suelo.

-         Parece que vuestros Amos no os hacen hacer mucho deporte- dijo Carmen satisfecha de haberlas agotado así.

-         No Ama, a mi me usa de sirvienta y esclava sexual- dijo Shui.

-         A mí igual, Ama- dijo Betty entre jadeos.

-         Perfecto, entonces ahora podremos ver esa faceta de esclavas sexuales, seguidme- ordenó y las tres sumisa caminaron detrás de Carmen.

Carmen buscó el lugar más adecuado para dejarlas descansar, y no tardó en encontrar una buena zona de hierba, con ausencia de piedras en la que podrían estar bastante cómodas. La joven Ama no dejó de observar los rostros de las sumisas, Carmen pudo ver la duda en los ojos de Shui y Betty, que contrastaban con el deseo que podía ver en su hermana pequeña.

Antes de tumbarse sobre la hierba, Carmen quitó las esposas que mantenían las manos detrás de su espalda, después se tumbó con las manos detrás de la cabeza y sonrió a las tres sumisas.

-         Vosotras dos desnudaros y ayudar a desnudar a mi hermanita- ordenó y Shui rápidamente se arrodilló para comenzar a quitar las botas que enfundaban los pies de Susana.

Betty se mostró algo más reacia a la hora de tocar el cuerpo de la joven hermana de su Señora, pero no dijo nada y comenzó a desanudar el corsé que oprimía el plano y firme abdomen de la sumisa-pony.

Carmen gozó de la vista de los tres cuerpos desnudos de aquellas sumisas, el de su hermana le atraía especialmente, precisamente por el ser hermanas, el de Shui la gustaba porque lo acompañaba una actitud sumisa que Carmen adoraba, y el de Betty por su exótico color de piel y sus curvas prominentes. Todo aquello junto hizo que Carmen no tardase en desnudarse, hasta quedar en ropa interior.

-         Acercaros, venir a gozar con vuestra Ama- ordenó y Susana y la asiática se colocaron cada una a un lado de Carmen- Tu también Betty.

-         No estoy preparada aún, Señora- dijo la sumisa sin querer aún llegar tan lejos.

-         Vamos, si no lo intentas nunca lo sabrás- dijo Carmen mostrándose amable para que se animase.

-         No puedo, Ama- dijo negando con la cabeza, lo que hizo sonreír a Carmen.

-         Vale, pero si no vas a tener sexo aquí con nosotras tendrás que hacer algo- dijo la Dominante mientras había el candado del cinturón de castidad de Shui para dejar libre su sexo- coge el carro y ve corriendo hasta los establos, quiero que traigas uno más grande, después de tener sexo estaremos cansadas, así que tú te encargarás de llevarnos de regreso- la sumisa se dispuso a decir algo- ¡Vamos, ponte las botas y obedece!

-         Sí Ama- Betty agachó la cabeza, se puso las botas y corrió desnuda hasta el carro para salir con él.

-         Adoro lo dura que se pone a veces, Ama Carmen- dijo Susana juguetona, mordiendo el sujetador que cubría los redondos y firmes pechos de Carmen, tratando de descubrirlos con suaves tirones.

-         Yo no he sido dura- dijo Carmen besando la frente de su hermana y llevando sus manos a los pechos de esta- Ella fue mala por no aceptar mi invitación a jugar.

-         Con lo divertido que es- dijo Susana contenta una vez sacó uno de los senos de su hermana y pudo chupar el rosado pezón de Carmen.

-         Vamos Shui, no seas tímida, toca donde quieras sin miedo- la joven china fue directamente a imitar a su compañera sumisa para liberar el otro pecho de Carmen y poder chupar también su dulce pezón.

Susana y Shui fueron una buena diversión para Carmen, sin lugar a dudas había tomado una buena decisión a la hora de incluir a su hermana en aquel juego, ya que Shui no hacía otra cosa más que imitar los besos y caricias de su compañera: sobando los pechos de su Ama, acariciando los muslos de esta para ir poco a poco hasta su sexo para acabar las dos manos empapadas por los fluidos de Carmen, hacerse chupar los fluidos la una a la otra ante la excitada mirada de la Dominante…

-         ¡Aquí Shui!- ordenó Carmen separando las piernas- colócate en cuatro patas y lame aquí- la sumisa gateó colocándose ante el empapado y rosado sexo de su Ama, momento que Susana aprovechó para situarse a la espalda de su compañera sumisa y hundir suavemente su lengua en su sexo, provocando una expresión de placer en el rostro de la china que a Carmen le agradó.

-         Sí Ama- dijo la sumisa comenzando a inclinare, pero Carmen la agarró por su larga melena para que no llegase; le gustaba el rostro de Shui con aquellos gestos de placer y quería verla un poco más.

-         ¿Te parece bonita mi vagina?- preguntó mientras los rubores y los gestos de placer copaban la cara de la chica.

-         Sí Ama, parece muy rica- dijo la sumisa mirando el sexo de Carmen.

-         ¿Nunca has deseado comer el coñito a ninguna de tus amigas?

-         No Ama, nunca- aseguró la sumisa ansiosa por hundir su cara en la húmeda cavidad que su Señora le ofrecía.

-         Pues saboréalo bien- ordenó soltando el pelo de la chica.

Tal y como Carmen esperaba, aquella pausa en la que Shui había estado recibiendo en su propio sexo la experta lengua de Susana, hizo que la ansiedad de la sumisa asiática por complacer a su Señora aumentase, y comenzase a lamer con una rapidez increíble para una sumisa novata en aquella práctica.

Carmen, pese a que no sentía mucho placer con aquella lamida, debido a su falta de habilidad, gimió con fuerza para que supiera que estaba gozando, le gustaba saber que en tan solo dos días había logrado llevar a una de sus sumisas a su cargo a la bisexualidad, y más aún que esta también estuviese gozando al tener una lengua femenina lamiendo su vagina.

Shui también estaba pendiente de ver los rostros de placer de su Ama ante su primer trabajo oral, y mantenía la vista mirando hacia arriba en todo momento, lamiendo con más intensidad tras cada sonrisa de Carmen y tras cada caricia por su cabeza o por sus sonrojadas mejillas por el placer.

Por el ruido que Carmen escuchaba, y la posición en la que se había colocado Susana, adivinó que su hermana estaba penetrando con sus dedos el sexo de la sumisa, al tiempo que lamía con deseo el rosado y duro clítoris de la china.

Los jadeos de Shui no tardaron en hacerle audibles entre lamida y lamida y Carmen tuvo que agarrarla de la melena para que no olvidase lo realmente importante: complacer a su Dueña.

-         Ama, me voy a correr- dijo la sumisa alzando su carita cubierta de fluidos vaginales, mirando con sus ojos rasgados a su Ama- ¿Da su permiso?

-         ¿Pretendes correrte antes que tu Ama?- preguntó Carmen mirándola con intensidad.

-         Es que no aguanto- dijo la sumisa moviendo su trasero excitada para volver a pasar su lengua sobre la vagina de Carmen.

Carmen, viendo que la sumisa acabaría corriéndose si no hacía algo, agarró a la sumisa de los pelos y tiró de ellas para colocarla sobre la hierba boca arriba. Shui protestó con un gemido por la rudeza con la que se había empleado su Dominante, pero no se quejó más cuando Carmen se colocó sobre ella, apoyando su empapado sexo sobre el de la sumisa, y sus duros y redondeados senos sobre los pequeños pechos de pezones picudos de la asiática.

Susana, que no necesitó recibir orden alguna de Carmen, se acercó a las dos vaginas pegadas y comenzó a lamerlas suavemente, extendiendo su lamida desde el sexo de la china hasta el ano de Carmen, en el que casi no se detenía, ya que su prioridad era dar un orgasmo a su hermana.

-         ¿Quieres besarme, Shui?- preguntó Carmen con sus labios a escasos centímetros de los de la sumisa, que estaba comenzando a mirarla con un gran deseo.

-         Sí Ama, me gustaría mucho- dijo jadeando y soltando un nuevo gemido de placer más intenso cuando sintió el dedo índice y anular de la Dominante dentro de su sexo.

-         ¿Cómo es que en tan poco tiempo te has adaptado a ser usada por una mujer?- preguntó acercando sus labios a los de Shui, pero sin llegar a tocarlos- ¿Tan irresistible soy?- preguntó luciendo su dentadura de dientes blancos y perfectamente alineados.

-         Es una buena Ama, es muy bella, me trata bien, tiene unos labios preciosos- dijo la sumisa entre jadeos, ya que tras cada frase que pronunciaba Carmen hacía un movimiento con sus dedos dentro la vagina de la sumisa que la hacía estremecerse.

-         Córrete cuando quieras- le dijo Carmen en un susurro antes de besarla con pasión, beso en el que la china se mostró totalmente sumisa y tan solo se dedicó a dejarse llevar.

Por desgracia para Shui no pudo llegar al orgasmo, ya que después de unos segundos de un intenso beso con su Señora esta se separó de ella al oír la pisada de Betty. La sumisa negra, que tan solo iba vestida con las botas, estaba agotada físicamente y sudando de manera abundante, y no era para menos, acababa de arrastrar tras de si un carro bastante más grande que del que había tirado Susana en el viaje de ida.

-         ¿Este paseíto te ha servido para reflexionar, esclava?- preguntó Carmen mirándola fijamente.

-         Sí Ama- dijo la sumisa con la cabeza gacha- ¿Me permitiría unirme a ustedes y a mis compañeras sumisas, Señora?- preguntó alzando la vista, avergonzada.

-         Túmbate ahí- ordenó Carmen señalando una parcela de césped cercana. La sumisa, sin poner ninguna pega obedeció y se tumbó de espaldas sobre la hierba- Vosotras jugad todo lo que queráis, las dos tenéis mi permiso para llegar al orgasmo.

-         Gracias Ama- dijeron las dos a la vez y Susana no tardó en abalanzarse sobre la china para morderla suavemente los pezones, mientras que Carmen avanzaba hasta colocar un pie a cada lado de la cabeza Betty.

-         Ahora me vas a demostrar lo arrepentida que estás ¡saca la lengua!- ordenó y la cubana sacó la lengua todo lo que pudo y Carmen se acuclilló apoyando sus manos sobre los blandos y suaves pechos de la mujer- la primera vez me moveré yo, luego lo harás tu solita, quiero que me lamas, desde aquí- dijo dejando caer su sexo sobre la boca de Betty- hasta aquí- ordenó arrastrando su trasero por la cara de la mujer, hasta que la lengua de la sumisa acabó en su ano.

-         Sí Ama- dijo la sumisa.

-         Bien, cuando lo estés haciendo bien recibirás placer sobre tus pechos, cuando lo hagas mal los castigaré, así sabrás lo que me agrada- dijo Carmen y sin esperar respuesta tomó asiento sobre la cara de la cubana.

Carmen, sabiendo que provocar excitación en la mujer haría que perdiese la vergüenza antes, comenzó a acariciar los grandes y blandos pechos que tenía ante ella. La lengua de la sumisa no comenzó a moverse hasta unos segundos después, momento en que Carmen había agarrado los duros y oscuros pezones de la esclava para retorcerlos, por fortuna para ella su lengua se puso a trabajar antes de que Carmen perdiese la paciencia.

Al igual que había pasado con la lamida de Shui apenas sentía placer con aquello, movía su lengua de manera torpe y dubitativa, pero Carmen no la castigó por aquello, en su lugar acarició los pechos de la sumisa como recompensa a su entrega, acariciándola con mayor ímpetu cuando la sumisa se acercaba de verdad a sus zonas más sensibles.

Después de unos minutos en aquella posición y viendo como su hermana y Shui disfrutaban de sus cuerpo, Carmen comenzó a sentir placer auténtico, acabando por usar una mano para estimular los pechos de pezones erectos de Betty y la otra para estimular sus propios senos.

-         Me voy a correr- avisó Carmen a su lamedora- abre la boca y ciérrala cuando la tengas llena de mis fluidos- ordenó Carmen- pero no tragues ni una gota.

-         Sí Ama- dijo Betty pegando su boca a los labios vaginales de Carmen.

Tal y como había advertido Carmen, no tardó en soltar una descarga de sus dulces fluidos vaginales sobre la boca de la sumisa, que se llenó por completo en unos segundos. Carmen miró fijamente la garganta de la esclava para asegurarse que no tragaba, y al notar como su boca se cerraba porque no podía albergar más líquido comenzó a restregar su sexo por el rostro de la negra, llegando desde la frente hasta la barbilla, repitiendo aquel movimiento media docena de veces, dejando la cara de Betty brillante.

-         ¿No has tragado nada perrita?- Betty negó con la cabeza- Shui, ven aquí que Betty quiere compartir algo contigo- la china, que había llegado al orgasmo junto a Susana hacía unos segundos se levantó rápida de su posición para llegar junto a su Señora- Besa a Betty y que comparta mis fluidos contigo.

Shui se acercó un poco temerosa por la posibilidad de ser rechazada por la otra sumisa, pero sus temores desaparecieron cuando Betty no hizo ni el más ligera amago de retirar los labios.

Pese a que Betty separó los labios un momento antes de lo que debía, Carmen no las reprendió y observó como se besaban suavemente la una a la otra, notando como el contenido de la boca de la negra era traspasado a su compañera sumisa.

-         Podéis tragar- ordenó Carmen y vio como las dos sumisas obedecían. La joven Ama se sintió satisfecha al no percibir ni un solo gesto de asco en sus rostros y fue entonces cuando sacó la llave del candado del cinturón de castidad de Betty y la liberó.

-         Está rico Ama, sabe muy bien- dijo Shui, Carmen la acarició la mejilla, satisfecha.

-         En dos días dos de vosotras ya habéis caído bajo mis encantos- dijo el Ama- Desde hoy las dos iréis sin cinturón de castidad, pero eso tiene sus responsabilidades y ventajas.

-         ¿Cuales, Ama?- preguntó Betty mirando a la Dominante.

-         Para empezar desde hoy podéis tener todos los orgasmos que queráis, eso sí, no podéis tocaros vosotras mismas, siempre os los tendrás que dar una mujer. ¿Está claro?

-         Sí Ama- dijeron las dos a la vez.

-         Por supuesto si pillo a alguna faltando a mi confianza el castigo será mucho más intenso, así que hacer el favor de no enfadarme, me disgusta cuando fallan a mi confianza- dijo Carmen mirando primero Shui y luego a Betty.

-         No la fallaré Ama- dijo Shui con firmeza.

-         Yo tampoco, Ama- aseguró Betty.

Carmen, satisfecha con las respuestas, se dirigió a donde estaba su hermana para juntas acercarse al carro que Betty había arrastrado hasta allí.

-         Viendo que Betty se ha arrepentido de no querer jugar con nosotras antes, ¿la ayudaréis a tirar del carro?- preguntó Carmen tomando asiendo en el cómodo y amplio asiendo de tres plazas del carro.

-         Sí Ama- dijeron Susana y Shui colocándose a ambos lados de Betty para entre las tres levantar la barra que tenían delante y que hacían que el carro solo se apoyase sobre las ruedas traseras.

-         Pues vamos entonces- dijo Carmen agarrando la fusta que tenía en el carro y golpeando suavemente las desnudas espaldas de las esclavas. Las tres al notarlo comenzaron a trotar- No hace falta que corráis- dijo Carmen mientras cogía su ropa para ir poniéndosela a medida que avanzaban- hemos aprovechado bien la tarde, disfrutemos del paseo.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo, fantasias1987@hotmail.com