Ama Carmen 16: Cambio de rol.

Carmen decide dejar que sus sumisas la sometan durante una hora para dilucidar cual la relevará como Ama durante sus dos semanas de ausencia

Carmen, que se sentía muy complacida de cómo había salido todo en los últimos días, no tardó en recoger los frutos de la separación de Irma para comenzar a pasar más tiempo con ella.

Tanto la maestra de la joven Ama, como Catalina, que se había encargado de llevar el divorcio de un modo muy rápido y competente, ya habían sido anilladas debidamente para que los orgasmos de las dos sumisas más recientes fuesen controlados, colocando tres anillos metálicos en cada uno de sus labios vaginales para unir estos con unos pequeños candados que hacían que llegar al orgasmo fuese algo prácticamente imposible.

-          ¿Qué tal os sentís ahora, perritas?- preguntó Carmen nada más salieron del centro comercial donde habían comprando unos candados pequeños, que habían sido puestos convenientemente en los sexos de las sumisas para que estas no llegasen al orgasmo..

-          Muy bien Ama- aseguró Irma deseosa de probar en sus carnes lo que era estar privada del orgasmo de un modo tan radical, salvo que su Ama se apiadase de ella.

-          Lo noto un poco raro- dijo Catalina que caminaba a la derecha de su Dominante.

-          No tardarás en acostumbrarte- le dijo Carmen caminando despreocupada.

-          Sí Ama- dijo la sumisa mirando su reloj- me tengo que ir a trabajar ahora, sino llegaré tarde.

-          Adelante perrita- dijo Carmen que estaba ya informada de aquello.

-          ¿Cuándo nos veremos de nuevo?- preguntó Catalina deseosa de poder pasar un rato largo de placer con su Señora.

-          Al menos hasta dentro de dos semanas, tengo asuntos que hacer fuera de la ciudad- informó provocando la sorpresa en sus dos acompañantes que no sabían nada del tema.

-          ¿A donde va, Ama?- preguntó Catalina un poco alarmada.

-          Ya te lo informaré a su debido tiempo- dijo Carmen que no quería desvelar nada hasta contárselo a Gema y Vanesa, la única que sabía sobre su destino era su amante Sara- ahora de ti me voy a despedir como corresponde, Irma, lástima que tengas que trabajar esta tarde, Cata- dijo Carmen divertida sabiendo que su sumisa no podía cancelar aquella sesión de trabajo- te compensaré a la vuelta- dijo acercándose rápida a su sumisa más menuda para darla un largo beso en los labios ante el que la abogada se deshizo de placer.

Irma no hizo ninguna pregunta a su Dueña, la sumisa más madura de Carmen se sentía muy feliz desde que hacía ya casi una semana se había librado de su marido y había conseguido una libertad casi total para poder gozar de la sumisión plenamente.

La joven Ama estaba realmente satisfecha con todas sus sumisas, todas ellas se habían entregado a ella casi sin condiciones hasta el punto de que Catalina e Irma le habían entregado las llaves de sus respectivos pisos, con la intención de que su Dueña en algún momento tuviese a bien presentarse en sus casas por sorpresa y darlas una deliciosa sesión.

Carmen sabía que a la que más fácil y divertido sería sorprender era Catalina, ya que la joven abogada vivía sola en un apartamento del centro, no demasiado alejado de la vivienda que Carmen compartía con Vanesa y Gema. Por el contrario Irma sería un poco más difícil ya que los horarios del hijo de la profesora de facultad eran más cambiantes, sobre todo en aquella cálida y vacacional época del año.

Carmen notó como los calores de su sumisa subían a su rostro a medida que el ascensor ascendía hasta el piso en el que Irma vivía junto a su hijo, que en aquel momento tenían la seguridad de que no estaba ya que iba a pasar la tarde con su padre.

La joven Ama quedó bastante complacida al ver lo limpia y ordenada casa de su sumisa, le gustaba que fuese tan diligente con su hogar como lo era en todas y cada una de las tareas que Carmen le encomendaba.

La Dominante, sabedora de que tenía mucho tiempo para disfrutar con su sumisa, paseó un poco por la casa para acabar acomodándose en el gran sillón de color azul que estaba frente a la gran televisión de pantalla plana que era lo que más destacaba en el salón de la casa.

Irma, como buena anfitriona, se presentó en el salón con una bandeja en la que portaba un par de vasos con hielos, un par de latas de refrescos y un platito llenos de frutos secos.

-          Buena idea lo de los refrescos, mi zorrita- dijo Carmen sonriendo ligeramente, mirando de manera lasciva el cuerpo de su sumisa- lo que vamos a hacer luego va a hacer que perdamos muchos líquidos.

Irma al oír aquello se puso aún más roja por el calor que la estaba produciendo imaginarse lo que su Ama estaba pensando hacer con ella aquella tarde, sintiendo por un instante los deseos de lanzarse sobre Carmen para poder gozar de un poco de sexo lésbico, pero antes de que su mente se turbase por completo logró calmarse y recordar cual era su posición: ella era la sumisa y no haría nada hasta que su Ama le diese luz verde.

Poco a poco las dos mujeres se fueron desnudando, debido al agobiante calor, acabando por acabar Carmen en ropa interior e Irma tan solo con su tanga de color negro. A la joven Ama le gustaba ver a su sumisa vestida con ropa interior tan provocativa, era un agradable contraste con la que usaba antes para que su marido no sospechase.

Carmen, que conocía ya prácticamente todos los secretos del cuerpo de su sumisa no dudó en tocarla en las zonas en las que sabría que esta se volvería loca de gusto y suplicaría por más placer: morderla suavemente sus medianos pezones marrones, apretarla con suavidad el clítoris y dar suaves tironcitos… hasta que finalmente la Dominante se incorporó ante la sorpresa de su sumisa.

-          Ya está- dijo Carmen satisfecha al haber calentado a su esclava- ahora vamos a mi casa, Gema y Vanesa nos esperan.

-          Sí Ama- dijo Irma con la voz entrecortada ya que habría prefirió seguir allí hasta llegar al orgasmo, pero sabía que si su Ama había preparado otra cosa no había nada que hacer.

Carmen, que metió prisa a su sumisa, hizo que esta tuviese que salir nada más se puso su vestido, ya sin ropa interior, y con la cara un poco más roja de lo que era habitual. Irma respiró profundamente en el ascensor tratando de calmarse ya que si alguien de su bloque la veía en aquel estado las malas lenguas no tardarían en hablar de ella.

Por fortuna Carmen e Irma llegaron al coche de la segunda sin cruzarse con ningún conocido de la maestra, pudiendo así poner rumbo al piso en el que la Dominante vivía con sus sumisas y compañeras de facultad, con la máxima normalidad.

El trayecto lo recorrieron en escasos minutos, pudiendo aparcar el vehículo de la mujer en una de las plazas de parquin más cercanas al portal del bloque de edificios en el que vivían.

Irma, que ya había estado allí antes, caminó con decisión al lado de su Ama, la cual iba saludando a todos los vecinos con los que se iba cruzando, si bien no tenía una relación estrecha con ninguno de ellos si guardaba con todos una relación cordial.

La profesora sumisa, que no sabía lo que le esperaba arriba, respiró más agitadamente a cada paso que se acercaban a la vivienda, momento en que Carmen le agarró la mano derecha con firmeza y la sonrió, gesto que a Irma pareció calmarla.

El cuanto Carmen abrió la puerta de su apartamento se encontró exactamente con lo que había dicho a sus sumisas que quería ver: tanto Gema como Vanesa estaban totalmente desnuda sobre la alfombra del recibidor, con las manos detrás de la espalda para exponer así sus jóvenes pechos a su Dueña y con las pierna ligeramente separadas, quedando así sus sexos, ambos con el candado que las mantenía en castidad, bien puestos.

Carmen se acercó lentamente a sus esclavas y guardó silencio unos segundos, hasta que finalmente se le dibujó una sonrisa al oír la suave vibración de los consoladores que Carmen había metido dentro de sus sumisas a la mínima velocidad para que estuviesen calientes desde por la mañana.

-          ¡Que bien!- dijo Carmen sonriendo a sus ansiosas esclavas que llevaban aquellos dildos desde que se habían despertado- Pensé que se les podía haber gastado la pila. Vamos a la sala de castigo.

Las tres sumisas se sorprendieron un poco al oír decir aquello a su Ama de manera tan repentina, pero ninguna dudó un momento y las tres caminaron detrás de su Dueña que las marcaba en camino.

Una vez en el interior de la habitación de castigo, que estaba en penumbra en aquel momento, y que contaba con docenas de artículos ideales para una buena relación de Dominación- sumisión, Carmen no pudo resistirse primero a colocarse delante de Gema para apretar con fuerza las nalgas de esta y besarla con pasión los labios y a continuación acercarse a Vanesa y morder con fuerza los grandes pechos de esta hasta que soltó un ligero quejido de dolor.

-          Bueno chicas- dijo Carmen de manera distendida tomando asiento en el elegante trono que tenían instalado en aquella habitación- supongo que os preguntaréis que habéis hecho para ser castigadas.

-          Sí Ama- dijeron las tres sumisas que ya estaba con las rodillas hincadas en el suelo, con la mirada fija en los elegantes zapatos de su Señora.

-          No habéis hecho nada, pero tengo que informaros de una cosa. Me marcho mañana y estaré dos semanas fuera- Gema y Vanesa, que no tenían ni idea de aquello alzaron la cabeza en busca de explicaciones- Me voy a Valencia con Sonia, ha organizado una especie de cursillos para sumisos y sumisas y quiere que yo enseñe a comportarse a las hembras.

-          ¿No podemos acompañarla, Ama?- preguntó Gema tímidamente.

-          No, va a haber mucha gente allí y las plazas están muy limitada, me dijeron que podía llevar a una de vosotras conmigo pero no me pareció justo elegir- explicó la Dominante- Supongo que os preguntáis porque os he reunido precisamente aquí para contaros esto.

-          Sí Ama- dijeron de nuevo las tres esclavas a la vez.

-          Porque quiero dejar a una al mando y será aquí donde lo decida- dijo la Dominante levantándose de su cómodo asiento- en pie- las tres sumisas se incorporaron al momento- Quiero ver vuestras cualidades de Dominante.

-          ¿Nos sometemos entre nosotras, Ama?- preguntó Vanesa que no comprendía muy bien como demostrarían aquello.

-          No- dijo Carmen sonriendo- me someteréis a mi- informó cogiendo un reloj despertador que había dejado en la mesita que estaba pegada al trono en el que había estado sentada, mientras que sus sumisas la miraban sin poder creer lo que acababan de oír- dentro de una hora se acabará vuestro tiempo y volveréis a vuestro rol habitual.

-          No podemos hacer eso Ama- dijo Vanesa.

-          Podéis, tenéis mi permiso para hacerme todo lo que os apetezca, pero sin dejarme ni una sola marca mañana, zorritas- explicó Carmen.

-          De verdad Ama, no podemos someterla- dijo Gema apoyando a su compañera sumisa.

-          O lo hacéis u os dejaré a todas en castidad hasta mi regreso- dijo Carmen viendo las caras aún dudosas de sus esclavas, con lo que acabó por respirar profundamente- os prometo que no tomaré represalias contra ninguna por lo que me hagáis- dijo Carmen comenzando a desnudarse esperando que así las dudas de sus esclavas se disipasen- tratarme como yo os trato, o como queráis, os aseguro que nada de lo que me hagáis me ofenderá- aseguró Carmen con una sonrisa cuando ya solo la quedaba su ropa interior.

La primera que se acercó para colocarse a la espalda de Carmen fue Gema, que agarró con fuerza los pechos de la hasta hacía unos segundos Dominante de las tres sumisas y pegó un violento tirón, con el que arrancó el sujetador de esta, quedando los firmes pechos de medianos y erectos pezones de Carmen al descubierto.

-          ¿Dónde están las llaves de nuestros candados?- preguntó Gema con la voz un poco entrecortada.

-          Ahora mismo no me acuerdo- dijo Carmen intentando picarla para ver que cualidades tenía como Ama.

-          Vamos a ver si manipulando un poquito aquí podemos hacer que hables- comentó Vanesa que se arrodilló delante de Carmen para arrancarla las braguitas negras de un tirón, dejando el sexo de labios rosados de la chica totalmente a merced de sus compañeras de piso.

La sensación de estar controlada por las que hasta segundos antes habían sido sus sumisas hizo que el sexo de Carmen comenzase a mojarse de una forma desmesurada. Vanesa sonrió satisfecha al considerar que el estado en el que se encontraba la vagina de su Dominante había sido propiciado únicamente por ella.

Cuando Carmen llegó a un estado de excitación bastante alto sus tres sumisas comenzaron a arañar con suavidad su cuerpo para que recordase lo que era combinar el dolor y el placer: Vanesa continuaba metiendo y sacando sus dedos en la húmeda vagina de Carmen combinando aquellas penetraciones con pellizcos cada vez más intensos sobre el hinchado clítoris de la joven, Irma comenzó a morder el cuerpo de su alumna Dominante con mucha más fuerza de lo habitual al tiempo que separaba las duras nalgas de Carmen para jugar con el ano de esta, y Gema se había alejado por unos instantes para a continuación regresar con unas esposas con las que esposó las manos de Carmen detrás de su nuca.

-          ¿De verdad pensáis que os voy a decir algo solo con esto?- preguntó Carmen risueña al ver que estaba recibiendo mucho más placer del que correspondería si fuese una sumisa de verdad.

-          Para nada, zorrita- dijo Gema colocándose delante de Carmen y mirándola con duda en los ojos ya que la seguía pareciendo muy raro tener en papel de Ama, precisamente sobre Carmen, pero continuó al ver un ligero asentimiento en la Dominante habitual, que estaba gozando de su nuevo y eventual rol- ayudarme a echarla al suelo.

Con cuidado entre las tres sumisas tiraron a Carmen al suelo, quedando esta boca arriba expectante a lo que iba a suceder después. La joven que estaba tirada en el suelo observó curiosa como Gema hablaba primero con Vanesa y después con Irma para después las tres tomar posición sobre el cuerpo de la chica atada.

Irma y Vanesa con rapidez separaron las piernas de Carmen para así cada una poder tomar asiento con cuidado sobre los muslos de la dominada. Gema por su parte tomó asiento sobre el firme abdomen de Carmen y la miró con una sonrisa perversa que hizo que la muchacha atada se sintiese aún más controlada y a la vez más excitada.

-          ¿Nos vas a decir donde están las llaves?

-          ¿Solo por esto?- preguntó Carmen segura de si misma- Creo que no.

-          Bueno, como tu quieras, putita- dijo acercando sus manos a las axilas de la sumisa eventual- cuando cambies de idea no tienes más que suplicárnoslo.

Carmen comenzó a reír como loca cuando notó como las manos de sus sumisas se dedicaban a hacerla cosquillas en las zonas más sensibles de su cuerpo: Vanesa e Irma en cada uno de sus pies y Gema, que la tenía perfectamente controlada, con una mano sobre cada axila.

La joven Ama, a la que la gustaban las cosquillas de una forma moderada no tardó en perder el control y comenzar a cansarse de la situación, pero también le agradó que Gema hubiese sido tan astuta como para descubrir su punto débil tan pronto. Carmen trató de patalear para librarse de sus tres sumisas, pero el tener atadas las manos y contar con una sumisa colocada sobre cada una de sus piernas hizo que fuese imposible y acabase por sucumbir.

-          ¡Parad!- pidió entre risas- ¡Parad, os lo suplico!- pidió de nuevo notando como las tres manos que la atormentaban se detuviesen.

-          ¿Ya suplicas, perra?- dijo Gema inclinándose para secar las lágrimas que se habían escapado de los ojos de Carmen- ¿Dónde están las llaves de los candados?

-          En el cajón y la de Irma en mi bolso- dijo Carmen aún con la respiración agitada por el reciente ataque de risa- las del cajón están en la parte de abajo, pegadas con celo- explicó para que Gema no tuviese problemas en comprender.

Gema se incorporó y caminó hasta donde su Ama le había indicado para abrir en cajón de la mesita y pasar su mano por debajo. La cara de la sumisa de cuerpo más fuerte se iluminó al sentir las dos pequeña llaves pegadas y su sonrisa se hizo aún más ancha cuando una de estas consiguió abrir el candado que mantenía sus labios vaginales unidos: libre por fin para poder tener orgasmos.

Vanesa, la sumisa más voluptuosa, no tardó en imitar a su compañera en cuanto obtuvo las llaves para gemir de alivio cuando sacó el largo vibrador que había sido introducido en su vagina por la mañana, para mantenerla caliente hasta aquel preciso instante.

Gema y Vanesa, que estaban sobre excitadas después de librarse de sus candados, se colocaron de pie delante de Carmen, cada una a un costado de la muchacha. Irma mientras tanto observaba la escena desde una situación cercana pero carente del protagonismo de sus compañeras.

-          La verdad que esperaba algo mejor de ti, zorra- dijo Vanesa mirándola con una sonrisa.

-          Sí, solo has aguantado 6 minutos hasta que nos has dicho donde están las llaves, te quedan 54 minutos para sufrir como una perra- dijo usando un tono malévolo al que aún no se había acostumbrado.

-          Es que habéis estado muy listas, las cosquillas me han matado- confesó Carmen tranquila, para sobresaltarse al notar como el talón de Gema se apoyaba suavemente sobre su abdomen para a continuación inclinarse.

-          Nada de tutearnos, putita- dijo la chica sonriendo- Nos vas a dar a todas el trato de Amas.

-          Sí Ama Gema- dijo Carmen fingiendo intimidación por la situación despegando su mirada de los ojos de su sumisa, por dos motivos: primero porque le calentaba el saber hasta donde serían sus esclavas capaces de someterla, y segundo, porque sabía que tanto a Irma como a Gema y Vanesa les excitaría aquella reacción y se verían con ánimos de hacer más cosas a la Dominante que tanto les había adiestrado.

Tal y como Carmen esperaba su culo y su sexo no tardaron en quedar totalmente indefensos en manos de las Dominantes provisionales. Gema se encargo de escupir en el expuesto trasero de la sumisa para poco a poco ir penetrándolo con los dedos. Vanesa rápidamente se lanzó a por el sexo de Carmen para penetrarlo suavemente con el consolador que hasta hacía unos minutos había estado en si interior e Irma se colocó delante de Carmen para meter en la boca de esta el consolador que hasta segundos antes había estado en la vagina de Gema, esmerándose especialmente en lubricarlo ya que estaba casi convencida de que aquel vibrador acabaría en su agujero trasero.

Carmen soltó un ligero quejido de dolor cuando notó como dos de los largos dedos de Gema se adentraban en su ano y se abrían poco a poco para hacer dilatar en agujero de Carmen. La Dominante al oírlo se quedó un poco parada ya que no quería excederse con la que en minutos volvería a ser su Ama, pero continuó con su trabajo cuando escuchó como gemía de gusto al notar la vibración del dildo de Vanesa dentro de ella.

Irma pasó el consolador embadurnado con la saliva de Carmen a Gema, para que esta se encargase de penetrarla. Carmen, sabiendo lo que venía apretó un poco los dientes, pero no tardó en dejar de hacerlo cuando vio como Irma se quedaba totalmente desnuda y dejaba su sexo a escasos centímetros del rostro de la inmovilizada muchacha.

-          ¡Chúpame el coñito, perra!- ordenó su maestra agarrándola del pelo pero Carmen movió la cabeza en otra dirección para no poner las cosas fáciles a su profesora- ¿Gema, cielo, me haces el favor de darla un par de azotes?

-          Claro, hermana Dominante- dijo la chica sonriendo y pegando dos violentos azotes sobre las nalgas de Carmen que gimió de dolor al sentir las duras manos de la azotadora.

-          ¿Vas a lamer ya?- preguntó Irma sonriendo sabiendo que tenía la sartén por el mango.

-          Sí Ama Irma- dijo Carmen con docilidad acercando su lengua lentamente al sexo de su sumisa para chuparlo con deseo y que esta alcanzase un plácido orgasmo lo antes posible.

Carmen, pese a que hacía mucho que no lamía una vagina con su ano y sexo ocupados por sendos vibradores, supo sobreponerse a la situación y aprisionar el clítoris de Irma con sus dientes para pasarle la lengua con rapidez, al tiempo que notaba como Gema no paraba de meter y sacar el dildo de su ano, casi seguro con la intención de poder penetrarla por detrás con alguno de los arneses que había en la habitación.

En aquel nuevo rol Carmen se sobresaltó en varias ocasiones: cuando Vanesa colocó en sus rosados y medianos pezones unas pinzas con peso que la hicieron soltar un quejido de dolor ya que casi no recordaba lo dolorosas que eran si se apretaban demasiado, cuando Gema colocó un collar alrededor de su cuello y lo unió con una cadena larga de hierro que pasaba entre sus pechos y su empapado sexo…

Cuando ya consideraron que Carmen no haría absolutamente nada por intentar resistirse al dominio, que ella misma había pedido, decidieron tirar de la cadena para que se incorporase y hacerla gatear por la sala.

Tal y como la joven Ama solía hacer con sus sumisas el moverse con un collar apretando suavemente su cuello y una cadena metiéndose en su húmedo sexo hizo que Carmen sintiese una gran excitación ante el desconocimiento de lo que venía a continuación.

Finalmente fue Vanesa la que metió sus finos dedos por debajo del collar de perro que Carmen llevaba y la hizo colocarse sobre el trono, pero de un modo muy diferente al que Carmen estaba acostumbrada. La eventual sumisa quedó inclinada sobre la silla, apoyándose la parte baja de su abdomen sobre uno de los reposabrazos y sus hombros sobre el otro, quedando sus pechos colgando más de lo habitual ya que las pinzas con pesos estiraban de sus pezones hacia abajo.

-          Bueno zorrita, ahora vamos a aliviar toda la tensión sexual que nos has causado- dijo Vanesa acuclillándose delante de Carmen con una ancha sonrisa- te vamos a dejar las manos libres para que puedas usarlas para satisfacernos, pero como hagas alguna tontería volveremos a esposarlas, ¿está claro, esclava?

-          Sí Ama Vanesa- dijo Carmen con humildad provocando que los calores dentro del cuerpo de la voluptuosa sumisa se multiplicasen.

-          ¡Como me pones, zorra!- dijo agarrando el pelo de Carmen para colocar su sexo pegando al rostro de la chica- ¡Cómemelo ya!

Carmen, obediente con la exigencia de su Dominante, sacó la lengua y comenzó a lamer con rapidez el sexo de Vanesa, que gimió como loca al notar la hábil lengua de la sometida. Mientras tanto notó como las manos de Irma se dedicaban a jugar con sus pechos, pero a diferencia de cuando estaba en su papel de Ama, Irma se dedicó a pellizcarlos, arañarlos suavemente y balancear los pesos de las pinzas que castigaban los pezones de Carmen, para que estas proporcionasen un poco más de sufrimiento a la sometida.

Lo que desde luego no sorprendió a Carmen fue el notar como el dildo que estaba vibrando en su ano fuera sustraído con delicadeza por Gema, que ya se había enfundando un arnés de un grosor un poco mayor al del consolador que acababa de sacar. Carmen estaba convencida de que sus sumisas no iban a dejar pasar aquella oportunidad de follar el ano de su Ama, lugar para el que estas nunca había tenido permiso para penetrar, pero al que Carmen sabía que no se resistirían en cuanto tuvieran la ocasión.

La joven Ama, ahora sometida, soltó un quejido de dolor al notar como su culito era penetrado por el arnés de Gema, que en honor a la verdad penetró con mucha más suavidad de la que Carmen esperaba, ya que en sus hipótesis de días anteriores la chica se había imaginado siendo follada salvajemente por detrás por cada una de sus sumisas.

Que el dolo no fuese ni mucho menos excesivo hizo que Carmen pudiese continuar lamiendo la vagina que tenía delante con la máxima diligencia, hasta que se escuchó la voz de Gema después de unos minutos.

-          ¡Cambio!- dijo la chica y Vanesa caminó hasta la posición de Gema, Gema a la de Irma, e Irma se colocó delante del rostro de Carmen pero a diferencia de cómo estaba Vanesa esta se puso de espaldas.

-          Quiero probar tu lengua aquí, zorra- dijo la mujer separando sus duras y redondas nalgas para dejar a la vista de Carmen el pequeño ano de su profesora. Carmen queriendo ver como le harían cambiar de idea giró la cara para alejarla del trasero de Irma, pero las manos de Gema apretaron un poco más las pinzas de los pezones de Carmen y retorciéndolos casi una vuelta entera hizo que Carmen sacase la lengua para obedecer.

-          ¡Las ordenes de las Amas no se discuten, perra!- dijo Gema con tono de voz imperativo.

-          Sí Ama Gema- dijo Carmen complacida por la rápida reacción de su sumisa para corregirla- Lo siento Ama Irma- dijo con humildad para a continuación meter su lengüita en el trasero de la mujer madura, mientras notaba como Vanesa comenzaba a penetrar su trasero con un arnés de dimensiones similares a el que Gema había usado, pero proporcionándola más placer ya que su ano ya se había adaptado a aquella medida.

Las eventuales Dominadoras continuaron sometiendo el cuerpo de Carmen a su antojo, sintiendo esta un placer bastante intenso y diferente al que obtenía como Ama. Los primeros orgasmos no tardaron en manifestarse en los cuerpos de las sumisas reconvertidas, siendo los dos primeros producidos en los sexos de Vanesa y Gema, cada uno en su respectivo turno, cuando Carmen los estaba lamiendo, afanándose esta última en tragar hasta la última gota de sus fluidos ya que imaginaba que si no lo hacía Gema no tardaría en volver a castigarla físicamente.

Carmen al principio no tuvo la imperiosa necesidad de acabar con aquella situación, ya que estaba muy contenta con las actitud que sus sumisas habían tomado con su sorpresivo cambio de rol, pero la cosa cambió cuando se dio cuenta de que ser follada analmente por Irma, Gema y Vanesa de forma constante, sumado a la vibración en su sexo, estaba haciendo que su orgasmo estuviese muy cerca de llegar.

-          ¡Amas!- las llamó Carmen al ver que aun le quedaba cuarto de hora como sumisa y que no lograría aguantar su orgasmo tanto tiempo- estoy a punto de correrme.

-          No tienes permiso, perrita- dijo Vanesa tocándola la cara con una sonrisa.

-          Por favor Ama Vanesa, no aguantaré mucho más- dijo la muchacha rogando por el orgasmo.

-          Como me pone que me ruegues- dijo la sumisa tetuda inclinándose para colocar sus enormes pechos antes la cara de Carmen que no dudó en lamer los grandes pezones oscuros de esta, mientras sentía como Gema sustraía el vibrador de su sexo.

-          Así no tendrás tentaciones, zorrita- dijo Gema sonriendo colocándose delante de Carmen para chupar lascivamente en dildo- aunque supongo que podríamos hacer un juego para que se corra.

-          Estás hoy de lo más creativa, Gema- comentó Irma apareciendo detrás de la sumisa más fuerte para besarla con suavidad el cuello.

-          Coge a “la serpiente”, Irma- dijo Gema con una sonrisa y la sumisa más madura fue directa a la caja de los consoladores.

La serpiente era el mote que habían puesto al consolador más grande que tenía, un dildo de más de 50 cm de longitud, de color morado y que servía para que dos chicas se lo pusieran a la vez y gozasen de la vibración de este.

Mientras Irma preparaba el consolador, Gema y Vanesa guiaron a Carmen hasta el suelo, lugar donde se tumbaron junto a ella. Gema, como promotora de la idea, eligió ser ella la que compartiese el dildo con Carmen.

La que en pocos minutos volvería a ser Dominante, gimió como loca al notar como el grueso y largo dildo de dos puntas vibraba y se movía en su interior, acercándola cada vez más a su ansiado orgasmo. Lógicamente en aquel papel de sumisa, Carmen, no pudo limitarse a gozar, y tuvo que satisfacer oralmente a Irma y Vanesa, que se habían sentado una delante de la otra, quedando los empapados sexos de estas a escasos centímetros de la cara de Carmen, que escuchaba como se besaban mutualmente.

Carmen maldijo que Gema fuese tan observadora cuando comenzó a notar que la musculosa sumisa agarraba su clítoris, alejándo a este del falo vibrador que en aquel momento penetraba a ambas, haciendo que el orgasmo se alejase de nuevo de ella e hiciese que este quedase totalmente controlado por Gema.

Carmen no dejó de atender como correspondía a los empapados sexos que tenía delante, pero también comenzó a mover sus caderas con energía tratando de que su clítoris alcanzase el vibrante consolador, ante lo que después de mucho intentarlo acabó por rendirse, su pequeño y palpitante clítoris no tenía ninguna posibilidad de llegar a su ansiado destino si Gema no tenía a bien permitirlo.

El gemido de placer de la sometida quedó ahogado por el sexo de Irma, que era el que estaba chupando en el momento en que Gema pegó el clítoris de Carmen al dildo, sintiendo la muchacha como aquella vibración la daba un placer indescriptible.

Pero aquello duró solo un par de segundos ya que Gema volvió a alejarla de su ansiado orgasmo pinzado su clítoris y alejándolo, por fortuna la sumisa eventual no protestó y tan solo unos segundos después Gema volvió a pone el deseoso clítoris de Carmen sobre el vibrante falo, así una y otra vez hasta que la sometida no aguantó más y sintió como su cuerpo comenzaba a convulsionarse de una forma que hacía meses que no lo hacía.

Entre lamida y lamida Carmen jadeó extasiada y, pese a que sabía que recibiría un castigo por no pedir permiso antes correrse, sonrió satisfecha con la experiencia.

Por fortuna para Carmen el castigo parecía que no iba a llegar, ya que apenas 30 segundos después del sublime orgasmo el reloj que la Dominante había programado resonó por toda la habitación.

Irma y Vanesa se levantaron al momento del rostro de su Ama y cada una se arrodillo a un lado de la Dominante, a la que miraron con cara un poco dudosa. Gema por su parte poco a poco fue sacando el dildo de su cuerpo para arrodillarse también cerca de su Ama.

-          ¿No nos habremos excedido, Ama?- preguntó Gema preocupada. Carmen soltó una risita de satisfacción.

-          Para nada zorritas, me ha encantado, quizás lo podamos repetir en otra ocasión- dijo Carmen aún con la respiración agitada- Vanesa- la llamó Carmen y la voluptuosa sumisa la miró ¿Quién crees que debería ser el Ama provisional?

-          Yo creo que Gema- dijo la sumisa.

-          ¿Y tu Irma?

-          También Gema, Señora- dijo Irma.

-          Yo también lo creo- ratificó Carmen que estaba impresionada con la versatilidad de su esclava que podía pasar de ser una dócil y obediente sumisa a una Dominadora severa en cuestión de minutos- ahora salir, tengo que hablar a solas con Gema.

Las dos sumisas se levantaron de sus posiciones y caminaron totalmente desnudas hasta la puerta de salida, dejando a Gema y Carmen la intimidad de la Dominante había demandando.

-          Lo has hecho muy bien, Gema, estoy impresionada- dijo Carmen.

-          Muchas gracias Ama, he aprendido de la mejor- dijo la sumisa con su humildad característica.

-          He visto muy buenas aptitudes de Ama en ti, has tenido ideas imaginativas, creo que voy a dejar a mis perritas en buenas manos- comentó sonriendo- espero que no me las quietes.

-          No Ama- dijo la sumisa rápidamente. Carmen rio al ver la urgencia con la que había contestado.

-          No te preocupes zorrita, aquí nadie esta obligada, si después de estas dos semanas o cuando sea Vanesa, Irma o Catalina prefiere ir contigo no tendré inconveniente- Gema al oírlo se acercó a su Ama con gesto de preocupación y agarró los pies de su Dueña para besarlos.

-          No quiero dejar de estar a sus pies mi Ama, la garantizo que ni se me había pasado por la cabeza de ser Ama- explicó la sumisa- me excita la idea de ser una sumisa de mayor rango, como lo es Ana para Ama Sonia, una sumisa por debajo de su Ama pero por encima de otras esclavas.

-          Bueno, de momento sois poquitas para que os ponga en rangos superiores unas a otras, no quiero sembrar envidias, esto solo lo hago para que las necesidades de sumisión de tus tres hermanas esclavas queden cubiertas.

-          Sí Ama, lo comprendo, trataré de hacerlo lo mejor posible- dijo la sumisa.

-          Así me gusta. También te aviso que esto tiene mucha responsabilidad, debes de ir con cuidado para ser discreta y no meter en aprietos a ninguna de las sumisas.

-          Sí Ama, seré cuidadosa.

-          De lo contrario serás castigada por mí a mi regreso- aseguró Carmen mirándola con fijeza- tiene la ventaja de que tendrás orgasmos ilimitados, pero el inconveniente de que cualquier acción en la que te pases con cualquiera de las sumisas te la devolveré multiplicada por 3 ¿aceptas el desafío?

-          Sí Ama- dijo la sumisa al momento haciendo que Carmen sonriese satisfecha.

-          Me alegro de que confíes tanto en ti misma, estoy segura de que lo harás bien- dijo acercándose a su sumisa para darla un suave beso en los labios- Tus dos semanas de Ama comienzan mañana por la mañana, en cuanto yo me vaya, seguro que estás deseando tener a Vane a tus órdenes.

La sonrisa pícara de Gema dejó bien claro que así era.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com