Ama Carmen 15: Consumando en divorcio.
Por fin Irma, con ayuda Catalina, va a lograr divorciarse de su marido, pero Carmen le pondrá un poco de picante a la firma de los papeles
Carmen salió totalmente desnuda del baño después de darse una larga y relajante ducha. Tan solo hacía un par de días desde que había regresado, junto con sus sumisas, de sus vacaciones en Castellón y ya añoraba muchísimos las estupendas playas con las que contaba su el destino turístico que había abandonado.
El calor de la ciudad la había estado acosando desde que habían llegado y por aquel motivo la joven Dominante pasaba por el baño para darse una ducha al menos un par de veces al día, unas veces ella sola y otras acompañadas por sus fieles sumisas.
La joven Ama ya había delegado en Catalina, su nueva adquisición, la misión de encargarse del divorcio de su sumisa más madura, la cual había entregado a Carmen la potestad de tomar todas y cada una de las decisiones en cuanto al proceso de separación se refería.
Carmen permaneció en el sillón grande del salón durante unos minutos, hasta que finalmente el calor pudo con ella y tuvo que incorporarse para ir al estudio. La Dominante tenía posibilidades económicas para instalar un buen aire acondicionado en casa, pero había decidido no hacerlo, ya que sabía que Gema tenía una garganta muy sensible y se veía afectada cuando estaba mucho tiempo expuesta, con lo que el único lugar de la casa en el que se podía disfrutar de aire acondicionado era la habitación en la que Carmen estudiaba.
Gema y Vanesa no tardaron en regresar a casa, bastante sudadas ya que habían estado en el gimnasio trabajando sus jóvenes y atléticos cuerpos. Como de costumbre las dos sumisas elevaron el tono e su voz para que su Ama desvelase donde estaba y así poder ir a saludar a su Señora.
Cuando llegaron a los pies de Carmen las dos sumisas ya vestían solo con ropa interior, ya que durante el verano, y mientras no hubiese visita, era lo mejor para pasar lo mejor posible el calor.
- Irma me ha mandado un mensaje, Ama- dijo la Gema entregando su móvil a su Dueña- por lo visto le ha llamado pero no se lo ha cogido.
Carmen, extrañada, se incorporó de la silla y caminó hasta su bolso, donde se hallaba su teléfono móvil que en aquel momento se encontraba apagado.
- Parece que me he quedado sin batería- dijo la Dominante- ¿Sabes que quiere Irma?
- Me pone que le gustaría que esta tarde fuese con ella para hablar con su marido y sus abogados con respecto al divorcio- explicó la sumisa.
- Claro- dijo Carmen sonriendo viendo que por fin su sumisa estaba más cerca de acabar con aquel matrimonio que mantenía oprimidos gran parte de sus deseos sexuales- dila que te diga lugar y hora y allí estaré.
- ¿Desea que le acompañemos?- preguntó Vanesa.
- Gema quizás- dijo la Dominante- recuerda que tú eres la que se ha tirado a su marido, no creo que ahora te tenga en mucha estima- dijo guiñándola un ojo sabedora de que Irma no solo no estaba enojada con Vanesa sino agradecida por proporcionarla la escusa de la infidelidad de su marido para dejarlo.
Tal y como había planificado, a las cinco en punto de la tarde, Carmen se puso una vestido largo y de color azul oscuro, después de darse una larga ducha con Gema y Vanesa, con la escusa de ahorrar agua.
Finalmente Carmen prefirió ir sola a el encuentro con los abogados del marido de su sumisa más madura, ya que tanto la abogada que estaba de su lado, como Irma, eran sus sumisas, con lo que quizás ir con tres sumisas fuese algo complicado.
Carmen llegó unos minutos antes de lo acordado al bufete en el que trabajaba Catalina, pero tanto Irma como la abogada ya estaban en el pequeño despacho de esta. La Dominante sonrió a las dos.
- Tienes un despacho más pequeño de lo que esperaba, al ser la hija del jefe esperaba ver algo más ostentoso- dijo la chica sonriendo tomando asiento junto a Irma.
- No Señora, procuro no aprovechar demasiado mi posición, no quiero que mis compañeros me tengan mucha antipatía- dijo la chica.
- Eso está bien perrita- dijo Carmen- ¿ya tienes redactada la proposición de divorcio?
- Sí Ama, con todo lo que usted me dijo- aseguró la sumisa abogada- pediré la custodia del niño y una pensión mínima por parte del marido.
- ¿De verdad no le importa que me quede con mi hijo, Ama?- preguntó Irma agradecida ya que Carmen, para ver la lealtad de su esclava hacia ella le había dicho que seguramente tuviese que renunciar a él para poder ir a vivir a su casa y allí poder servirla las 24 horas del día.
- No, me parece que lo mejor es que sigas con tu hijo, además que una profesora viva con sus alumnas podría ser algo un poco raro, aunque ahora que tu marido no estará por medio tendremos mucho tiempo para nosotras- dijo Carmen acercándose mimosa a su esclava para morderla suavemente el lóbulo de su oreja.
- Gracias Ama, estoy muy feliz con esto- dijo la sumisa.
El marido de Irma no tardó en presentarse en el bufete del padre de Catalina con su abogado de confianza, un hombre de unos 50 años de una apariencia muy experta, pero a Carmen poco le preocupaba aquello, por muy experto que fuese, su abogada tenía todas las de ganar ya que contaba con la infidelidad del marido, testigos y la chica con la que había sido infiel dispuesta a declarar su error.
El abogado que defendía a Francisco no pudo evitar respirar aliviado al ver las pocas exigencias que tenía Irma para firmar un divorcio de mutuo acuerdo, ante lo que aceptó las condiciones al instante. Fue entonces cuando Carmen se levantó de las mesa fingiendo que la sonaba el móvil.
Una vez fuera la Dominante sacó de su bolso su teléfono móvil y marcó el número de Irma que lo cogió con tan solo un par de tonos.
- Discúlpate y sal ahora mismo, vamos a jugar- Irma no pudo evitar ponerse un poco roja al oír aquello pero obedeció la orden de su Ama- te espero en el baño.
Carmen tan solo tuvo que esperar minuto y medio de reloj para encontrarse con su sumisa más madura en el limpio baño del bufete.
- Entra ahí y desnúdate- ordenó Carmen señalando un cubículo de retrete.
La sumisa dócilmente entró y comenzó a quitarse la ropa, primero el pantalón de color oscuro con el que se había presentado, después las braguitas que cubrían un poco de su duro trasero y del todos sus grandes y oscuros labios vaginales, y finalmente se quitó la chaquetita roja, las camisa blanca y el sujetador de pequeñas dimensiones que cubrían sus duros y firmes pechos de pezones pequeños y marrones.
- Me encanta verte así, mi zorrita madura- dijo Carmen acercándose cariñosamente a su sumisa para acariciar los duros pechos de esta y darla un suave bocado que la hizo gemir de placer.
- A mí me encanta que me vea así- dijo la sumisa satisfecha.
- Pero ahora no podemos entretenernos mucho, quiero que la firma de los papeles del divorcio sea algo muy placentero para ti- dijo sacando de su bolso una cuerda bastante larga de tacto muy suave y de color blanco.
Carmen que en los últimos tiempos había estado estudiando mucho el tema de las ataduras y que había probado con los pechos de Gema, que eran los más similares a los de Irma, comenzó a atar los senos de su esclava con una fuerza moderada, ya que sabía que si los atada demasiado duro tardaban poco en ponerse oscuros y había de desatarlos de nuevo.
Una vez ató lo más suavemente que pudo el seno derecho de Irma pasó la cuerda por detrás del cuello de esta para tensar y que el pecho atado quedase alzado, antes de ponerse a atar el segundo senoo, el cual logró dejar bien amarrado y alzado en un par de minutos.
La joven Ama quedó muy satisfecha cuando vio que, después de un corto tiempo atados, ninguno de los senos de Irma cambiaba su tonalidad ligeramente bronceada y rápidamente sacó otra cuerda de su bolso para encargarse de su sexo.
Carmen no tuvo reparo alguno en meter sus deditos en la caliente y empapada vagina de su sumisa que gimió de placer sin poder contenerse, hasta que Carmen la dio un buen pellizco y con una sonrisa en los labios la indicó que guardase silencio.
- Cierra los ojos y ábrete bien el coñito- ordenó la Dominante, haciendo que Irma rápidamente apretase sus párpados y llevase sus manos a su sexo para separar sus labios vaginales y Carmen hiciese lo que considerase con su rosado interior.
Carmen hurgó un poco en su bolso de cuero negro y sacó de él un huevo vibrador de un tamaño bastante importante. El sexo de Irma no lo trató al momento ya que era demasiado grande para ella, pero los labios de la sumisa no tardaron en ceder cuando notaron como la lengua de Carmen jugueteaba con el clítoris de su esclava.
Una vez el huevo estuvo dentro de la sumisa, Carmen utilizó una segunda cuerda para rodear la cintura de Irma con firmeza y después pasar entre su sexo y nalgas una cuerda fina y suave, que contaba con un par de nudos que quedaron a la altura del sexo de la profesora.
- ¿Vas a gusto con las cuerdas?- preguntó Carmen sonriendo mientras metía la mano en su bolso para pulsar el botón del control remoto que accionaba la vibración del huevo que Irma llevaba en su interior.
- Sí Ama- dijo la sumisa sin poder evitar controlar el temblor de su voz.
- Pues vístete y vamos a firmar esos papeles- dijo Carmen satisfecha saliendo del cubículo del retrete ya que era un poco estrecho para ambas.
Carmen se lavó un poco las manos y se las secó con parsimonia mientras escuchaba como Irma se iba vistiendo, para salir tan solo un par de minutos después uniformada con su elegante traje, bajo el que se encontraban las ataduras que Carmen le había hecho, pero que apenas se notaban.
Ama y sumisa caminaron con paso firme hacia la salita donde se encontraban los abogados de ambas partes y el marido, que en pocos minutos iba a dejar de serlo, de Irma. Carmen, al ver que su esclava esta un poco nerviosa no tuvo reparo alguno en darla un suave beso en los labios, beso al que la mujer correspondió y que gozó, ya que no era nada habitual recibir esa clase de muestras de afecto de su Ama en sitios públicos.
- ¿Se puede saber que es esto, Irma?- preguntó una voz masculina a sus espaldas que hizo que la sumisa se girase rápidamente sorprendida: era su marido.
- Ya lo estás viendo- dijo Carmen al ver que Irma estaba demasiado descolocada en aquella situación- como fuiste un cabrón que la puso los cuernos, la misma noche en que te marchaste del hotel la tuve que dar consuelo.
- De eso nada- dijo el hombre negando con la cabeza- estoy seguro de que ya estabais liadas antes, esto va a cambiar las condiciones del divorcio por completo.
- No tienes ni pruebas ni testigos de que nuestra relación comenzase antes de que tú te comportases como un cerdo, así que entra ahí y firma el divorcio- ordenó Carmen con firmeza.
- Ni hablar, me voy a quedar con la custodia del niño, de lo contrario diré en la universidad que Irma da trato de favor a las alumnas- dijo el hombre con media sonrisa, dejando a la sumisa bastante pálida ante lo que Carmen anduvo rápida para agarrar la mano de su esclava- ya me podías haber dicho que eras una puta bisexual, nos lo podríamos haber pasado bien haciendo tríos- dijo el hombre seguro de su baza.
- Ni por todo el oro del mundo me habría metido en la misma cama contigo- dijo Carmen desafiante- ahora vamos a entrar a firmar esos papeles, pero antes te vas a disculpar con Irma.
- Ni voy a firmar esos papeles ni me voy a disculpar- aseguró el hombre.
- Tienes 30 segundos para pedir perdón a Irma, sino le digo a Vanesa, mi amiga a la que te tiraste, que mande el vídeo que grabó a todas las web porno de internet. Después ya nos encargaremos de que llegue a tus jefes y compañeros de trabajo- el hombre al oírlo se puso un poco pálido, pero trató de mostrar indiferencia.
- Es un farol- aseguró Francisco.
- En 25 segundos lo averiguaremos- dijo Carmen sacando su teléfono móvil y buscando el número de Vanesa- a Vane le gusta grabar sus polvos para enseñárnoslos luego a Gema y a mí- comentó la chica sonriendo- creo que tiene vocación a actriz porno.
- Está bien- dijo el hombre para que su extorsionadora guardase el teléfono- siento mucho lo que te he dicho Irma, se me ha ido la cabeza.
- No es suficiente,- dijo Carmen insatisfecha con la disculpa- acabas de llamar puta a tu mujer después de haber sido tú el cabrón infiel. ¡pídela perdón de rodillas!- ordenó la chica autoritaria.
El hombre miró sin poder creerse lo que aquella chiquilla le estaba diciendo, pero las piernas del hombre flojearon cuando vio como esta volvía a sacar su teléfono móvil para ponerse en contacto con su sumisa, momento que Francisco clavó sus rodillas en el suelo y alzó la mirada buscando el perdón de su todavía mujer.
- Por favor Irma me he comportado como un gilipollas, lo siento mucho- Irma lo miró con soberbia, gesto que a Carmen le encantó ver en el rostro de su sumisa.
- No sé, que hayas intentado chantajearme no me ha gustado nada- comentó la mujer- besa mis pies y pídeme perdón mejor y quizás pueda olvidar lo que me acabas de decir.
El hombre se quedó sorprendido al oír aquello de labios de su mujer, pero tan solo le fue necesario verla la cara para saber que no estaba bromeando en lo más mínimo. Francisco, pese a saber que había captado la atención de un par de secretarias del bufete agachó la cabeza hasta que los labios del hombre se posaron sobre los zapatos de tacón y color negro de Irma.
- Por favor Irma, te lo ruego perdóname- dijo el hombre entre beso y beso- sé que fui un cerdo por engañarte, pero tú eres mejor que yo, por favor perdóname.
- Además ahora tengo una amante mucho mejor que lo que lo eras tú- comentó la mujer mirando a Carmen, la cual metió su mano en su bolso para que el huevo vibrador de su interior comenzase a estimular su sexo- ¡dilo!- ordenó Irma sacando a relucir una faceta Dominante que Carmen nunca había visto.
- Estoy seguro de que tu nueva amante te hace disfrutar mucho más que yo- dijo el hombre totalmente humillado, besando de nuevo el zapato de la mujer- por favor perdóname por lo que te he llamado, no sé que me paso.
Irma se dispuso a hacer un nuevo mandato a su marido, pero justo en el momento en que iba a volver a hablar la puerta en la que estaban los abogados se abrió de golpe, dejando paso al abogado de Francisco que tardó unos segundos antes de poder decir algo después de encontrarse con aquella extraña escena.
- ¿Qué está pasando aquí?- preguntó el hombre sin comprender porque su cliente estaba en el suelo.
- ¡Ya te he dicho que no voy a volver contigo!- exclamó Irma dándose la vuelta y dejando a su marido tirado en el suelo- Primero me pone los cuernos y ahora me viene rogando perdón.
Carmen, muy agradada con la rápida reacción de su esclava, pulsó un par de veces más el botón que regulaba la intensidad del vibrador de su sumisa, la cual se puso un poco roja al sentirlo, pero sonrió levemente para demostrar a su Ama que estaba gozando mucho con aquella situación.
Francisco, avergonzado por haber sido pillado en una situación tan extraña se levantó del suelo tratando de aparentar normalidad para adentrarse en la habitación donde ella y su mujer firmarían los papeles que finalmente los dejarían desvinculados el uno del otro.
Irma fue la primera en firmar el papel que Catalina le tendió, entregándoselo al abogado de su marido para que este hiciese lo propio con su cliente. El hombre apenas leyó lo que estaba firmado, pero confiaba ciegamente en su abogado, con lo que estampó su firma tan pronto como tuvo el papel en sus manos.
Después de las firmas Carmen y sus sumisas se quedaron hablando un rato mientras que Francisco se despedía de su abogado, que le decía que después de lo que había hecho siendo infiel a su mujer poco más se podía hacer en su favor.
Una vez las tres mujeres se quedaron solas, con el ya exmarido de Irma, Carmen se inclinó sobre su sumisa más madura para darla un largo beso en los labios.
- ¿Cómo te sientes como mujer soltera de nuevo?- preguntó Carmen sonriendo.
- Como nunca, me siento liberada- dijo la mujer sin temor a ser escuchada por Francisco que se había acercado a ellas.
- ¿Cuándo podré ver a Fernando?- preguntó el hombre a Irma, un poco temeroso porque Carmen pudiese volver a chantajearlo con el supuesto vídeo que tenía de él follando con Vanesa y que Irma aprovechase para volver a humillarlo.
- No lo sé- dijo la mujer sin poder evitar que la temblase un poco la voz ya que la vibración de su interior era de una nivel bastante alto- tendremos que hablarlo en otra ocasión.
- Seguro que le podrás ver muy a menudo- intervino Carmen rodeando con su brazo derecho los hombros de su sumisa y aterrizando su mano sobre el seno derecho de Irma que se sentía algo más duro de lo habitual debido a las ataduras- nosotras aprovecharnos esos momento para follar como locas- dijo Carmen soltando una risita al final- no sabes la mujer que acabas de perder por querer gozar con otra de tetas más grandes- le recriminó Carmen volviendo a besar con pasión los labios de Irma ante la mirada impotente de Francisco.
- De verdad que lo siento, Irma- dijo el hombre dándose la vuelta aparentemente arrepentido.
Carmen no sintió pena alguna por aquel hombre, en aquel momento parecía afectado, pero no se fiaba de él después de haber visto como había tratado de chantajear a Irma al saber que esta tenía una relación lésbica con una de sus alumnas.
- Has hecho un buen trabajo, Cata- dijo Carmen satisfecha con el trabajo de su sumisa abogada- te premiaré pronto por él.
- Gracias Ama- dijo la sumisa satisfecha de si misma.
- Y a ti te premiaré ahora mismo- dijo Carmen mirando a su sumisa a agarrándola de la mano para sacarla de la sala.
Cata, al no recibir orden de que las siguiese se quedó anclada en la sala pensando en el premio que recibiría por sus servicios como abogada, observando esta como Carmen e Irma salían por la puerta en dirección a los ascensores.
Una vez el gran ascensor llegó a la cuarta planta, que era donde se encontraba el bufete del padre de Catalina, Carmen y su sumisa se adentraron encontrándose con que en aquel momento estaba vacío, motivo por el que Carmen paró la vibración del huevo que llevaba en su interior. La Dominante sonrió la ver la cara de frustración de su esclava.
- Te voy a premiar pero te lo tienes que ganar- dijo el Ama juguetona- le pondré más vibración cuanto más rodeada estés de gente.
La sumisa miró a su Dueña, pero no dijo nada, comprendía perfectamente las reglas del juego que su Ama le proponía y estaba dispuesta a jugar para ganarse su ansiado orgasmo.
Una vez fuera del edificio, entre el angustioso calor de la gran ciudad, Irma caminó en busca de la mayor aglomeración de gente, con su Ama detrás que jugueteaba con el control remoto, dándole más intensidad al vibrador cuando había más gente alrededor de su maestra y menos cuando más sola estaba.
Carmen quedó sorprendida cuando su esclava dio una carrera hasta llegar a una marquesina en la que una veintena de personas esperaban el autobús, la mayoría de ellos personas trajeadas y mujeres con carritos de la compra. La Dominante sonrió, pero ni por un instante corrió, en su lugar caminó hasta colocarse junto a su sumisa para poner a tope la vibración del huevo que estimulaba el sexo de su sumisa.
- He traído el coche y está en la otra dirección- le informó Carmen con media sonrisa.
- Lo sé Ama- dijo la sumisa en un susurro para no le oyese nadie- pero es que hace mucho calor, ¿no podemos quedarnos aquí unos minutos a la sombra?
- Claro, no querría que te diese una insolación, parece que estás muy acalorada- dijo Carmen divertida pasando una mano por el trasero de su esclava para pellizcar la cuerda que pasaba entre las nalgas que esta y que tenía una serie de nudos a la altura de su sexo para dar un suave tirón que hizo que Irma se derritiese de gusto.
Al ver el estado en el que Irma se encontraba, un joven de la edad de Carmen se levantó de su asiento para cedérselo gentilmente a la mujer. La sumisa le sonrió agradecida y tomó asiento para continuar fingiendo que su estado era debido al calor excesivo de la ciudad.
Carmen disfrutó viendo como su esclava daba largas a los hombres que le sugerían que se quitase un poco de ropa para mitigar el calor, pero la sumisa se negó en redondo, ya que si lo hacía todo el mundo vería como bajo su camisa blanca se transparentarían las cuerdas con las que Carmen había atado los duros pechos de Irma.
Por fortuna para la sumisa, los viandantes que esperaban el autobús dejaron de prestarla atención cuando pareció estar un poco mejor, momento que Carmen aprovechó para volver a sentarse a su lado después de poner al vibrador a máxima velocidad.
- ¿Ya te vas encontrando mejor, profe?- preguntó la muchacha posando su mano sobre el muslo derecho de su sumisa.
- Sí, bastante mejor- aseguró la mujer con la voz un poco temblorosa.
- Vas ha necesitar descansar mucho más- preguntó guiñándola sutilmente un ojo.
- Solo un minuto más- pidió la sumisa- y estaré bien.
- Lo que necesites, mi zorrita- dijo Carmen inclinándose sobre el oído de su esclava para decirla esta última frase en un susurro.
Tal y como había pronosticado, Irma tan solo necesitó unos segundo para llegar al orgasmo delante de todos. Carmen lo notó perfectamente porque sintió como las piernas de su esclava temblaban ligeramente y como esta se mordía con fuerza el labio inferior para no exteriorizar su placer delante de todo el mundo.
A la joven Ama le gustó tanto el gesto de su esclava que no dudó ni un segundo en sacar su teléfono móvil para pegar su rostro a la sudorosa y caliente mejilla de su sumisa para inmortalizar aquel momento de placer contenido por parte de Irma.
- Bueno, si ya estás mejor vámonos a por el coche- dijo Carmen sonriendo mientras se levantaba para a continuación tirar de las manos de su sumisa para ayudarla a levantarse.
- Sí- dijo la mujer mirándose la entrepierna para asegurarse que no había cerco alguno por sus fluidos y respirando aliviada al ver que al ser un pantalón negro apenas se notaba la zona que había mojado con su corrida.
- De ahora en adelante nos va a ser mucho más fácil tener momentos así tú y yo- dijo la chica sonriendo pasando su brazo por detrás de la espalda de su sumisa para atraerla hacia sí.
- Divorciarme de mi marido ha sido lo mejor que he hecho nunca- dijo la mujer con una sonrisa evidente en el rostro, imaginando cual sería la siguiente prueba a la que le sometería su Ama.
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com