Ama Carmen 14: Ritual de iniciación.
Las tres sumisas de Carmen se encargan de dar una calurosa bienvenida a la nueva esclava de Ama Carmen
Carmen salió de su habitación a las 10 en punto de la noche, aproximadamente una hora después de que tanto ella como sus sumisas hubiesen tomado su cena. Lógicamente no había vuelto a tener contacto con Catalina durante aquella tarde, y pese a que solo habían pasado unas horas desde su último encuentro estaba convencida de que su última sumisa estaría ansiosa de reencontrarse con ella.
- Buenas noches Ama- dijo la joven abogada mirando a su Dominante con timidez.
- Buenas noches, perrita- contestó Carmen extendiendo su mano para acariciar la mejilla de la sumisa y bajarla al collar que ya llevaba enfundando al cuello- buena chica, veo que te ha gustado mi regalo.
- Sí Ama- dijo Catalina agradecida de tener la oportunidad de poder vivir la sumisión de manos de Carmen, aunque esperanzada de que esta no le volviese a hacer salir con el collar fuera de la habitación.
- Bueno, no perdamos tiempo, tus compis sumisas están esperándote abajo.
Catalina al oírlo no pudo evitar ponerse un poquito nerviosa, pero aun así obedeció y salió de la habitación acompañada de su Ama, a la que ni siquiera solicitó el poder quitarse el collar.
Tan solo tardaron unos minutos en llegar ante la habitación en la que dormían Gema y Vanesa. En su interior estaban las dos sumisas, que se levantaron rápidamente para recibir a las recién llegadas, especialmente a Catalina. Carmen sintió como esta última se intimidaba ligeramente al ver los rostros de sus dos nuevas compañeras, que la miraba con cara de pocos amigos.
- Bueno, chicas- dijo Carmen sonriendo- voy a ir a buscar a Irma y cuando llegue ya sabéis que hacer- al oír aquello Catalina levantó la cabeza y miró a su Señora, alarmada.
- ¿Usted no va a estar, Ama?- preguntó preocupada.
- Yo ya te he dado sesión esta tarde, ahora te queda pasar por un ritual de iniciación con tus hermanas sumisas.
- Sí- convino Vanesa que estaba al tanto de lo que su Ama deseaba de ellas. La voluptuosa sumisa se acercó a Catalina para rodearla con el brazo y poner su boca sobre su oído- pero te aviso que siempre he deseado tener a una hermanita pequeña a la que fastidiar.
- Vamos a ver si logras pasar por este infierno antes de llegar a los pies de nuestra Ama- dijo Gema acercándose también a la pequeña sumisa que se puso aún más blanca ante lo que se le venía encima.
- Pe-pero Ama- dijo Catalina con urgencia. Carmen al oírla sonrió y se acercó hasta ella lentamente, hasta que sus labios quedaron a centímetros de los de su esclava, para finalmente besarlos con suavidad.
- ¿Vas a soportar esto por mí, cariño?- preguntó la Dominante dulcemente.
- Sí Ama- dijo Catalina, que parecía medio hipnotizada, con los ojos entreabiertos.
- Volveré en un par de horas, cuando te falten las fuerzas piensa en el placer que te daré cuando pases por esta prueba- dijo Carmen sonriendo y dándose la vuelta- no comencéis con ella hasta que Irma no llegue, cuando ella venga ya sabéis que tenéis libertad para desahogaros con ella- dijo Carmen sonriendo a Gema y Vanesa que devolvieron la sonrisa encantadas y que devolvió la palidez al rostro de la sumisa novata.
Carmen caminó con rapidez por el pasillo hasta que se presentó en la habitación de su sumisa más madura, esta se había arreglado un poco y se había puesto un vestido bastante provocativo que le llegaba hasta la mitad de los muslos y que gozaba de un prominente escote que mostró a su Dueña abriéndose la blusa, sin percatarse su hijo, que estaba tan solo a unos metros entretenido con su videoconsola.
- Estás estupenda- comentó Carmen.
- Gracias, Ama- dijo la sumisa acercándose a su Dueña para que su hijo no le pudiese oír- Si quiere puede dejarle acostado y que venga usted también.
- No es necesario- respondió Carmen- quiero que esa perrita se sienta desamparada y en manos de sus malvadas compañera- dijo sonriendo- aunque procura que no se pasen mucho, si no tu divorcio nos saldrá más caro.
- Sí Ama- dijo en un susurro para a continuación darse la vuelta para despediste de su hijo- Bueno cariño, mamá se va, vete a dormir cuando Carmen te diga.
- Sí mamá- dijo el chico despegando sus ojos de la pantalla para observar como Carmen se acercaba hasta a él.
- ¡Fútbol virtual!- Comentó Carmen encantada sentándose junto al niño y cogiendo otro mando- ¿Quieres jugar contra mí?
- Sí, ¿eres buena?- dijo el niño.
- Bastante, tengo dos hermanos pequeños con los que juego a veces- dijo la chica que recordaba los controles básicos de aquel juego- Adiós Irma, no te preocupes por nosotros, estaremos bien- dijo sonriendo y despidiendo a su esclava.
Irma caminó lentamente hasta presentarse ante la puerta de la habitación de Vanesa y Gema, que la abrieron al momento. Sus dos compañeras sumisas sonrieron orgullosas a la recién llegada cuando mostraron el cuerpo de la pequeña abogada totalmente desnudo, lo único que llevaba era el collar que su Ama le había entregado y con el que había salido de casa.
- Esta es Irma- le presentó Vanesa acercándose a Catalina, para rodearla con el brazo derecho y agarrar con saña el seno de la abogada, que gimió de dolor cuando notó como esta clavaba las uñas sobre su pequeño pezón oscuro- procura no confundirte con nuestros nombres o lo pasarás muy mal- le dijo en un susurro al oído, mordiendo con fuerza el lóbulo de la chica que soltó un gritito de dolor.
- No me equivocaré, Vanesa- dijo la chica bastante intimidada- es un placer conocerte, Irma- dijo la sumisa mirando con humildad a la sumisa más madura y quedándose sorprendida de la variedad de siervas que tenía una persona tan joven como Carmen.
- Bueno, ¿vamos a jugar ya con esta perrita o que?- preguntó Gema acercándose al cuerpo desnudo de Catalina para comenzar a tocarlo sin recibir ni un poco de resistencia por parte de la acariciada.
Las seis manos de las Dominantes, en aquel momento, se repartieron por el cuerpo de la joven abogada, que no pudo evitar gemir cuando sus zonas más sensibles comenzaron a ser acariciadas. Vanesa se colocó a la espalda de la chica para pasar sus brazos por los costados de la novata y apresar sus pechos, a los cuales dio un poco de placer al principio, pero sobre los que no tardó en usar sus uñas para arañarlos y pellizcarlos y que todo el placer que había sentido se tornase en dolor.
Gema por su parte se colocó delante de la sumisa, intimidándola con su fuerte cuerpo, para rodearla con sus brazos y apretar las nalgas de la chica, acercándose cada vez más al pequeño ano de Catalina y jugar con él, provocando la abogada se estremeciese una y otra vez.
Irma, que fue la que más tardó en coger posiciones, se dedicó a colar sus manos entre los cuerpos de sus jóvenes compañeras sumisa para repartir placer a Gema y Vanesa, y darla el mismo tratamiento, pero mezclado con un poco de dolor a Catalina.
- Tienes un cuerpo blando- dijo Gema agarrando con fuerza los costados de la chica y apretando con fuerza, de tal modo que sus dedos se hundieron en el abdomen de la nueva sumisa que gimió de dolor- Para satisfacer a nuestra Ama como corresponde te apuntarás a un gimnasio, concretamente al que vamos nosotras, para que pueda supervisarte.
- Sí, lo haré- dijo Catalina bajando la vista y mirando la marca roja que había dejado los dedos de la chica en su cuerpo de piel clara.
- Creo que deberíamos comenzar a entrenarla ya- comentó Gema, provocando un gemido en Vanesa que caminó rápidamente hacia ella.
- Seguro que tienes algo pensado para meter bien de caña a esta zorrita- comentó la más voluptuosa de las sumisas de Carmen y dándola un beso en los labios, que Catalina miró envidiosa y esperanzada de recibir otro igual.
La sumisa novata no recibió ninguna muestra de cariño ni por parte de Vanesa ni de ninguna de las otras dos sumisas, lo que la dejó un poco frustrada pero ante lo que trató de mostrarse serena y resignada: hasta que regresase Ama Carmen iba a recibir tan solo el placer que aquellas hembras deseasen.
Vanesa y Gema, aprovechando su indudable superioridad física sobre Catalina, la agarraron por los brazos y la levantaron en el aire para lanzarla sobre la cama.
Una vez allí, las tres sumisas de Carmen se lanzaron sobre la pequeña aspirante, para darla la vuelta rápidamente y tumbarla boca arriba. Catalina miró un poco temerosas a las tres mujeres, pero especialmente a Gema, que era la que tenía la idea con la que seguramente la iban a atormentar en algún sentido.
- Me he fijado que tienes el abdomen bastante flácido- dijo Gema tumbándose junto a la insegura sumisa.
- Me pondré en forma rápidamente, te lo aseguro- dijo Catalina.
- A mi Ama le gustan las tripitas lisas y duras- dijo sonriendo- haz ahora mismo abdominales hasta que te diga que pares.
Catalina, aún sin comprender el propósito de aquella orden, obedeció y pasó sus manos por detrás de su cabecita de pelo largo y rubio para comenzar a hacer abdominales ante las miradas de las otras tres sumisas. La de Vanesa e Irma desconcertadas y la de Gema, que sabía lo que vendría después, divertida.
Después de hacer 20 repeticiones, muy rápidas para agradar a una de las que serían sus Dueñas aquella noche, comenzó a jadear ligeramente, con lo que Gema no tardó en hacerse con un látigo corto con el que fustigar los pequeños pechos de Catalina cada vez que su espalda estaba en el edredón más tiempo del que la sumisa más atlética de Carmen consideraba adecuado, obligándola a subir lo antes posible para hacer una nueva abdominal si no quería que sus pechos no saliesen demasiado dañados.
- ¡Buena perrita!- exclamó Gema divertida pasando las colas del látigo sobre los enrojecidos senos de la jadeante sumisa, provocándola una sensación de cosquilleo bastante agradable- Te noto un poquito agotada, pero creo que si te doy un buen premio podrás seguir trabajando este abdomen- dijo Gema dando un último y suave latigazo sobre la tripita de Catalina antes de incorporarse.
La sumisa que había tenido la idea no tardó en quitase la falda que llevaba y después el tanga con el que cubría su pequeño sexo de labios rosados, que en aquel momento estaba lubricando, mitad por lo que había estado haciendo hasta el momento y mitad por lo que iba a hacer a continuación.
Catalina mientras tanto observaba embelesada las fuertes piernas de su Dominante, que acababan en unas nalgas redondas y de una apariencia durísima, las cuales puso sentir sobre sus rodillas cuando Gema tomó asiento sobre ella y separó sus nalgas para que su pequeño ano quedase expuesto a la mirada de la aspirante a sumisa.
- Ahora vas a hacer otras 30 abdominales- ordenó Gema con firmeza- y cada vez que llegues hasta arriba me vas a dar un beso en cada nalga y vas a meter tu lengua en mi culito ¿está claro?
- Sí Gema- dijo la chica mostrándose intimidada porque no sabía hasta donde aguantaría su físico, pero también ansiosa por poder besar y chupar ese divino trasero.
Vanesa fue la encargada de tomar el relevo a la hora de coger el látigo, lo que hizo que Catalina no holgazanease en la prueba que Gema le había puesto. Carmen ya le había alertado sobre la manía que le habían cogido las dos sumisas más jóvenes por el contrato que había mandado un par de semanas atrás.
La sumisa tetona no perdió ni la más mínima oportunidad de castigar a la pequeña abogada: si se demoraba un segundo de más cuando su espalda estaba sobre el suave edredón que cubría la cama, Vanesa no dudaba en usar el látigo, con mas fuerza que Gema, sobre los pechos de la chica, si se entretenía demasiado en besar y lamer el trasero de su compañera sumisa, Vanesa no dudaba en descargar el látigo sobre su espalda al tiempo que con la otra mano tiraba de la rubia melena de la abogada.
Catalina soltó toda una sinfonía de quejidos ante los golpes que recibía y el dolor que poco a poco se estaba acumulando en su abdomen debido que no estaba acostumbrada a aquella clase de gimnasia. La bogada cayó sobre la cama jadeante cuando finalizó la abdominal numero 30, respiró agitada unos segundos, con los ojos fijos en el techo mientras sentía como Gema se levantaba de sus flexionadas rodillas, pero los abrió de golpe cuando notó como otra de aquellas chicas se subía para ocupar el lugar de Gema.
La pequeña sumisa alzó su vista cansada y se encontró con las nalgas de Irma apoyadas sobre sus rodillas, pero esta a diferencia de su compañera no exponía su culo, sino su sexo, una vagina, totalmente depilada de labios oscuros, que separó para que viese su rosado interior, y con un clítoris de dimensiones medias.
- ¡Venga perra, quiero el mismo tratamiento que Gema, que estoy caliente!- ordenó Irma en un tono severo que ninguna de sus dos compañeras esperaba por el carácter de la sumisa más madura, pero aun así sonrieron.
- Espera, que te la vamos a poner unas riendas- dijo Vanesa levantándose de la cama para sacar de la mesilla unas pinzas metálicas unidas por una cadena bastante larga.
Catalina observó temerosa a Vanesa como se acercaba a ella con aquellas pinzas, para primero retener sus pequeños y picudos pezones, para dejarlos del todo indefensos, y a continuación atraparlos y usar la ruletita con la que contaba cada uno de los artilugios metálicos para someterlos a una gran presión.
Irma agarró encantada las riendas improvisadas que Vanesa había preparado y comenzó a tirar de ellas para que la cabeza de Catalina, acompañada del resto de tu torso, ascendiese rápidamente hasta su sexo, lugar donde la abogada no dudó en meter la lengua hasta que sintió un latigazo sobre su espalda que le indicaba que debía volver abajo.
Catalina, que pese a que la dolía el abdomen después de tantas abdominales, no dijo absolutamente nada a sus Dominante, ya que estaba convencida de que si supieran con certeza de lo mal que lo estaba pasando no dudarían en alargar un poco más su sufrimiento.
- ¡Me toca a mí!- intervino Vanesa, que ya se había liberado de su camiseta de tirantes para quedar en toples, mostrando sus grandes y redondos pechos bronceados, adornados con unos pezones grandes y marrones que captaron desde el primero momento la atención de la agotada sumisa.
Vanesa lentamente se acercó a su presa, hasta que finalmente clavó sus rodillas cerca de los pies de Catalina, para apoyar su abdomen sobre sus espinillas y dejar descansar sus grandes pechos sobre las rodillas de la nueva sierva de Ama Carmen.
- ¡Quiero que mames de mis pechos hasta que me canse, perra!- ordenó Vanesa mirando fijamente el gesto de fatiga en el rostro de Catalina.
La chica, obedientemente, ya que Gema no había tardado en sacar un nuevo látigo para entregárselo a Irma y que así la diesen un doble castigo por cada falta, comenzó a hacer abdominales, besando los grandes y suaves pechos en cada subida, gimiendo esta de gusto al sentir el poder con el que estaban abusando de la nueva adquisición de su Ama. Pero aquello duró poco ya que Catalina después de 10 abdominales se quedó tumbada en la cama sin poder levantarse.
- ¡¿Qué haces, perra?!- preguntó Vanesa enojada- ¿Mis pechos no son los suficientemente buenos para ti?
- No, de verdad que no es eso, Vanesa- dijo la sumisa temerosa de ser malinterpretada y castigada con mayor severidad- es que me dio un tirón- dijo señalándose en abdomen.
- ¿Un tirón?- preguntó sonriendo sádicamente mientras agarraba los tobillos de la muchacha para estirar sus piernas y tomar asiento sobre su abdomen- ¡Agarrarla de los hombros!- ordenó a Gema e Irma, que cada una estaba a un lado de la indefensa sumisa.
Catalina, sin poder hacer absolutamente nada ante la fuerza de las mujeres que tenía a su alrededor miró suplicante a Vanesa, que sonrió aún más cuando vio la expresión del rostro de la sumisa.
- Las abdominales te han dado un tirón… ahora te voy a dar yo dos a la vez- dijo sonriendo y tirando de la cadena que unía las pinzas que apresaban los erectos pezones de Catalina.
- No, por favor no- pidió la chica suplicante tratando de liberarse, pero la única respuesta que recibió fue un par de giros de las ruletitas que tenían las pinzas que martirizaban sus pezones, haciendo que la presión se incrementase.
- Lo siento cariño, pero tienes que aprender, no podemos dejar que esté con nuestra Ama a una sumisa incompetente- dijo la muchacha tirando suavemente de las pinzas hasta tensar lo más que pudo los pechos de Catalina.
Vanesa se divirtió haciendo un par de cuentas atrás para acabar fingiendo un tirón que nunca llevaba, lo que provocaba el desasosiego en la sumisa, que cada vez estaba mas convencida de que gritaría como loca cuando el tirón real llegase.
Gema, que parecía haber leído la mente de la abogada, no tardó en agarrar las braguitas que se había quitado para que la sumisa lamiese su trasero, para hacerlas una bola y meterlas en la boca de Catalina.
- Parece que a esta perrita le pone meterse ropa interior de otras chica en la boca- comentó Vanesa riendo mientras acariciaba el empapado sexo de gruesos labios de Catalina, para sin previo aviso pegar un tirón con la otra mano, de la cadena, arrancando las dos pinza de golpe y haciendo que la pequeña sumisa soltase un gemido ahogado y se convulsionase tratando de huir de aquel dolor.
Gema e Irma lo primero que hicieron fue sujetar los hombros de Catalina hasta que se calmó un poco, mientras que Vanesa observaba risueña como había logrado que los ojos de la abogada se pusiesen llorosos.
La sumisa se llevó una sorpresa de lo más agradable cuando después de aquel dolor Irma y Gema comenzaron a mamar de sus enrojecidos pechos y Vanesa se encargó de acariciar su sexo con cariño. Aquello supuso un analgésico muy fuerte para el dolor que sentía, que desapareció después de unos minutos de la recepción de aquel tratamiento a base de caricias y lamidas.
Catalina comenzó a gemir de placer después de unos minutos en los que las tres lenguas de las sumisas de Carmen recurrieron todo su cuerpo produciéndola toda clase de sensaciones, pero todo aquello acabó con un gemido ahogado cuando Vanesa, aprovechando que su presa estaba indefensa descargó un latigazo sobre el sexo de la abogada, que rápidamente cerró las piernas y soltó un quejido de dolor.
- ¡Se acabó tu gozo, zorrita!- dijo Vanesa- ahora que estás caliente como una perra es hora de que trabajes en tu contrato.
Catalina se sorprendió ante aquella orden, pero lo comprendió todo cuando Gema y Vanesa la agarraron de los brazos para colocarla arrodillada al pie de la cama, mientras que Irma se acercaba unos segundos después con un ordenador portátil.
- Vas a escribir el contrato ahora mismo- le explicó Vanesa- mientras que nosotras jugamos delante de ti, cuando hayas terminado no avisas, si nos gusta el contrato te dejaremos jugar, si no nos gusta te echaremos de la habitación tal y como estás y nos encargaremos de que nuestra Ama no te dé una nueva oportunidad- avisó Vanesa.
- Haré un buen contrato, a vuestro gusto, os lo aseguro- dijo la sumisa agachándola cabeza para comenzar a escribir.
Catalina, pese a que su misión estaba muy clara no pudo evitar mirar de reojo la escena que estaba sucediendo sobre la cama junto a la que escribía. Después de echar a suertes quien iba a tomar el papel de sumisa ahora que la abogada no estaba disponible, Vanesa acabó en manos de sus dos compañeras. Para que no hubiese resistencia alguna de la sumisa más voluptuosa de Ama Carmen las otras dos esposaron sus brazos a la cama, de tal modo que todo el torso de Vanesa quedó al alcance de Irma y Gema, que se lanzaron sobre él para darle una serie de lamidas.
La abogada, que entre línea y línea no podía evitar alzar la vista para ver que juegos desarrollaban sus futuras compañeras de sumisión, se sorprendió cuando Gema agarró uno de los látigos con los que la había estado castigando a ella anteriormente, para golpearla primeramente sobre el abdomen, después sobre sus voluminosos pechos, luego sobre los muslos… con una peculiaridad con respecto a lo que hacían a Catalina: cada vez que una zona de su cuerpo era flagelada por Gema, Irma se lanzaba para lamer la zona castigada durante unos segundos.
- ¿Dónde quieres ahora, Vane?- preguntó Gema sonriendo, mientras con una mano tocaba su sexo de labios rosados y libre de vello, y con la otra movía el látigo amenazadoramente.
- ¿Cuántos golpes en mi chochito me costaría tener un orgasmo?- preguntó Vanesa deseosa.
- No sé, ¿tú que opinas, Irma?- preguntó la chica mirando a su compañera más madura.
- Yo creo que 15 serán suficientes.
- ¡Dámelos!- dijo Vanesa separando sus piernas todo lo que la fue posible para mostrar a Gema su sexo de labios morenos totalmente mojados y su clítoris hinchado
Catalina, que estaba expectante, quedó sorprendida cuando los golpes que Gema dio los descargó con fuerza. La chica esperaba que su amiga fuese más dulce con ella, pero al parece quería hacer gritar a Vanesa antes de tener que darla un orgasmo. La castigada tan solo soltaba ligeros gemidos de dolor tras cada golpe, pero mantenía en todo momento las piernas abiertas para que su sexo quedase totalmente expuesto al látigo corto que Gema manejaba.
Vanesa soltó un gritito tras el último golpe, pero su sufrimiento fue rápidamente recompensando por las lenguas de Irma y Gema, que se lanzaron sobre el irritado sexo de la sumisa, que no tardó en soltar toda clase de exclamaciones de placer, mientras que Catalina, arrodillada a los pies de la cama, observaba la escena deseosa de recibir un trato así.
Una vez los deseos de Vanesa quedaron satisfechos fue Irma la que pasó por la siguiente prueba, en la que fue azotada con fuerza en el trasero con un par de zapatillas de lona, una que estaba en manos de Gema y otra de Vanesa. La madura se había puesto con el culo arriba sobre la cama y contaba con fuerza cada azote que recibía, la nalga derecha era castigada por Vanesa y la izquierda por Gema.
Catalina trataba de centrarse en su tarea de redactar un buen contrato para poder ser aceptada por Ama Carmen, pero no podía evitar levantar la vista cada vez que escuchaba un azote más violento de lo habitual, o un gritito por parte de Irma, que siempre era consolada por la que había provocado aquella reacción, acariciando la nalga que había sido dañada.
La abogada esperó pacientemente a que terminasen de dar el merecido orgasmo a Irma, en el que Gema se encargaba de lamerla por detrás entre las nalgas y Gema se ocupaba de s palpitante sexo. La sumisa madura había recibido 50 azotes en cada nalga para conseguir aquel orgasmo así que Catalina decidió esperar a que las Dominantes terminasen de dar el premio.
- Ya terminé el contrato- informó la chica tímidamente.
Gema y Vanesa dejaron a Irma tumbada sobre la cama gozando aún del orgasmo que acababa de recibir, para poder leer por encima lo que Catalina había escrito.
- Buena perrita- dijo Vanesa sonriendo acariciando la cabellera rubia de la nueva sumisa- este me gusta bastante más que el primero que mandaste.
- Gracias Vanesa- dijo la abogada agradecida.
- Creo que ya podemos llamar al Ama.
- Pero aún me queda a mí- dijo Gema poniendo tono de niña disgustada.
- ¿No has tenido bastante con tu recepcionista, putita ninfómana?- preguntó Vanesa con media sonrisa- además, seguro que el Ama te deja correrte, mira seguro que la pone esta idea- dijo colocándose sobre el oído de Gema y susurrándola al oído, susurro que poco a poco creó una sonrisa amplia en el gesto de la sumisa de cuerpo más fuerte.
Catalina las miró temerosa de lo que podían estar hablando, mientras que Irma sacaba su teléfono móvil del bolso para llamar a su Ama.
Carmen apareció en la estancia tan solo cinco minutos después de ser llamada, sonriendo feliz a sus tres esclavas y a la que había redactado el contrato y que se convertiría en la cuarta.
- Ya te he acostado al niño- dijo Carmen a Irma que se arrodilló a los pies de su Ama para descalzarla.
- Muchas gracias Ama- contestó la sumisa.
- ¡Venid a desnudarme, perritas!- ordenó Carmen en voz alta, con lo que Gema y Vanesa se acercaron para desnudar el adorado cuerpo de su Señora, que se dejó hacer hasta quedar totalmente desnuda.
Catalina no pudo evitar alzar la vista para observar el cuerpo de su Ama totalmente desnudo. Carmen gozaba de una bonita figura, esbelta, pero también con unos pechos de un tamaño más que apetecible y un trasero redondo y de apariencia dura, todo su cuerpo contaba con un tono bronceado y uniforme.
- Veo que le habéis dado bien de caña- comentó Carmen acariciando los enrojecidos pechos de Catalina- ¿han sido malas contigo, Cata?
- No Ama, lo han hecho por mi bien- dijo la sumisa rápidamente.
- Ahora vas a ser recompensada por ser una buena esclava- dijo Carmen sonriendo mientras agarraba la barbilla de su nueva sumisa para darla un beso largo.
Vanesa, a la que Carmen había dado órdenes antes de que todo comenzase para tener bien preparado el final de la iniciación de Catalina, se colocó detrás de su Ama para enfundarla un imponente arnés. La nueva sumisa observo maravillada el falo de plástico de grandes dimensiones e infinidad de muescas con el que iba a ser penetrada, era exactamente el mismo del que le había privado horas antes a aquella misma sumisa.
- Venid a lamerlo todas, mis esclavas- ordenó Carmen y rápidamente las lenguas de las cuatro esclavas se pusieron a la tarea. Al ser un consolador tan largo las sumisas no tuvieron que competir entre ellas para que sus labios y lengua pudiesen alcanzar el falo, colocándose dos en cada lado había espacio de sobra para todas.
Carmen gozó de su dominio sobre aquellas cuatro hembra durante unos minutos en los que recibía miradas de todas ellas y en las que los labios de algunas se encontraban durante la mamada.
- Cata, ve a la cama, colócate en cuatro patas y ofréceme tu culito- la chica, que nunca había recibido nada de aquel tamaño por su agujero trasero la miró por un segundo, pero la excitación que llevaba encima era tal que no dudó en gatear hasta la cama como una perrita y colocarse tal y como su Ama le había indicado.
La joven Ama, para que su sumisa se calmase, ya que se veía claramente que estaba muy nerviosa, acarició con cariño las suaves y redondas nalgas de su nueva sumisa, las cuales azotó con suavemente para ir calentándolas.
Con tan solo con un gesto, Vanesa e Irma, se lanzaron sobre el trasero de Catalina para lamer en ano de esta después de que Carmen escupiese sobre él para que fuese lubricándolo. Mientras tanto Gema se dedicó a continuar chupando en arnés que Carmen llevaba enfundado para que la penetración no fuese excesivamente traumática para la sumisa novata.
- Creo que esto ya está listo para ser penetrado, Ama- informó Vanesa a su Dueña metiendo tres de sus finos dedos en el trasero de la sumisa, ante lo que está soltó un ligero quejido.
- Supongo que esto que voy a usar es virgen, ¿no Cata?- preguntó Carmen una vez pegó su la punta de su grueso arnés entre las nalgas de la muchacha.
- Sí Ama, totalmente virgen, nunca dejé que mi novio me la metiese por ahí, solo me he penetrado yo misma alguna vez para experimentar- dijo la chica rápidamente.
- Mejor- comentó mirando a sus sumisas- pese a que esta zorrita tiene un culo muy tragón me parece que con esto va a gritar, ¿alguien quiere ponerla su coño como mordaza?
Pese a que tanto Irma como Vanesa tenían ganas de recibir placer de la lengua de la nueva sumisa mientras esta era sodomizada de manera salvaje, Gema fue la elegida ya las otras dos la cedieron el turno puesto que era la única que no había llegado al orgasmo en toda la noche.
Carmen quedó impresionada ante el suave gemido que Catalina emitió cuando recibió la punta completa del arnés, el cual era de un grosor un poco mayor que un vaso de tubo. La penetradora realmente esperaba un grito mucho más alto, en el que Vanesa e Irma tuviese que encargarse de agarrarla para poder recibir lo que su Ama deseaba, pero todo aquello no fue necesario, el elástico ano de Catalina se fue tragando poco a poco el arnés, sintiendo como las innumerables muescas que había en este se clavaban en su interior, provocándola una serie de placenteras sensaciones.
Carmen tan solo logró hacerla sufrir un poco cuando comenzó a embestir con fuerza el trasero de su sumisa, pero tan solo la dolieron la primero docena movimientos, ya que no tardó en adaptarse a aquella nueva situación en la que su dilatado ano volvía a ser maltratado por su Ama.
La joven Dominante, muy complacida con el nuevo agujero que tenía a su disposición, sacó su arnés para introducirlo en la vagina de la muchacha, que paró de lamer por un momento temerosa de lo que iba a suceder al sentir que su Dueña abandonaba su cavidad anal, pero volvió a chupar con mucho más ímpetu cuando sintió como aquel impresionante consolador se adentraba en su caliente y húmedo sexo.
- ¿Habéis visto que agujero, chicas?- preguntó Carmen colocando dedos de sus dos manos en el interior del ano de Catalina para tirar un poco y que la dilatación no solo no se perdiese, sino que además aumentase un poco más- traedme un par de hielos de la nevera.
Catalina, que si hubiese escuchado aquello sin aquel glorioso dildo dentro de su sexo se habría alarmado, tan solo se dedicó a lamer la empapada vagina de Gema, mientras que sentía las suaves penetraciones de su Ama y los dedos de esta jugueteando con el agujero que con tanta energía había dilatado.
La nueva sumisa se sobresaltó cuando el helado cubito de hielo rozó su cedido ano, pero no hizo ni dijo nada ya que mientras Carmen hacía aquello también estaba moviendo lentamente las caderas para producir placer en el sexo de Catalina.
El Ama fue penetrando con más energía a medida que observaba como el trasero de su sumisa se iba cerrando poco a poco. Carmen que con solo la respiración sabía cuando sus sumisas estaban a punto de llegar al orgasmo sonrió al escuchar los constantes jadeos de Catalina.
- Parece que ya lo he cerrado del todo, perrita ¿Qué te parece si saco este arnés de tu coñito y te vuelvo a romper el culo?- Carmen paró al hacer la pregunta para ver que contestaba.
- Puede hacer lo que desee, mi Ama- dijo la sumisa jadeando- Mi cuerpo la pertenece.
- Muy bien zorrita, me agradó tu respuesta, por esta noche no voy a ser más mala contigo y te voy a dejar acabar- dijo Carmen agarrando con fuerza las caderas de su sumisa más nueva- ¡córrete cuando quieras!
Catalina no tuvo tiempo siquiera a dar las gracias por el permiso de su Ama, ya que esta comenzó a penetrarla de manera salvaje, metiendo y sacando de manera violenta el grueso arnés, que era tragado una y otra vez por el sexo de labios gruesos de la sumisa.
Tan solo hicieron falta un par de minutos para que tanto Carmen, como Gema y Catalina alcanzasen su orgasmo, esta última gimiendo de manera alocada duramente muchos segundos hasta que finalmente acabó rendida sobre el sexo de Gema.
- Muchas gracias Ama- dijo la agotada sumisa cuando notó como Carmen sacaba su dildo de ella.
- Te lo has ganado, zorrita- dijo mientras la acariciaba la espalda y sentía como Irma y Vanesa se dedicaban a quitarla el arnés- esta noche te has portado bien.
- El contrato ya está hecho- dijo la sumisa provocando una nueva sonrisa en Carmen.
- Ya me lo leeré mañana, seguro que me gusta más que el anterior- comentó mientras se levantaba de la cama para comenzar a ponerse su ropa- ¿Te apetece dormir con tu Ama esta noche, zorrita mía?
Catalina contestó afirmativamente a aquella oferta, pese a que Carmen le informó que solo era para dormir, no tenía intención de darla ni una sola gota de sexo durante el resto de la noche, aún con eso la sumisa aceptó encantada poder pasar su primera noche durmiendo en el mismo lecho que su Dueña.
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo, fantasias1987@hotmail.com