Ama Carmen 10: Atrapando a la abogada.
Una semana después de su caliente encuentro en los baños del restaurante Catalina no puede aguantar más y decide volver a contactar con Carmen, aunque en esta ocasión es la joven Ama la que está en la situación más ventajosa
- Lo siento mucho Ama, creo que no voy a poder ir de vacaciones con usted- dijo Irma arrodillándose a los pies de su joven Dominante, acto que a Carmen la seguía excitando sobremanera.
- ¿Qué problema tienes?- preguntó Carmen que deseaba pasar un par de semanas de vacaciones con sus tres esclavas- ¿Es por el cornudo de tu marido?
- Sí Ama- contestó la sumisa con la cabeza gacha avergonzada por haber fallado a su Señora ya que días antes le había dicho que haría todo lo que fuera posible para conseguir desligarse de su marido durante las vacaciones que Carmen estaba planeando- lo siento, no he logrado convencerle.
- Es una pena, me apetecía convivir contigo de manera continua durante unas largas vacaciones- comentó la joven descalzándose y estirando los deditos de sus pies ante la mirada de Irma.
Carmen colocó sus pies sobre los pechos de Irma, que permanecían aún tapados por el sujetador blanco, pero que se notaban algo más duros gracias a las jornadas de gimnasio a las que había comenzado a someterse. La joven Ama, que había aprendido a hacer muchas cosas con los pies comenzó a bajar el sujetador lentamente hasta que los medianos pechos de la profesora quedaron fuera, poniéndose los pequeños y marrones pezones de esta duros como piedras.
Irma no pudo evitar soltar una exclamación de disgusto ahogado cuando escuchó como el teléfono de Carmen comenzó a sonar sobre la mesa, pero anteponiendo la decisión de su Señora a la suya se levantó del suelo para coger el teléfono y entregárselo a su Ama, la cual sonrió ampliamente cuando vio que se trataba de Sara.
- Dime Sara- dijo Carmen al descolgar, elevando su pie derecho, señal que Irma comprendió al instante y comenzó a chupar los deditos de su joven Señora con devoción.
- Supongo que no te pillo ocupada, ¿verdad?- preguntó su amante desde el otro lado.
- Soy estudiante en vacaciones y tengo a mi profe lamiendo mis pies, creo que te va a costar mucho pillarme ocupada en los próximos meses- dijo Carmen soltando una risita.
- Estupendo. Te llamaba porque creo que es un buen momento para que vayas a someter a tu hermanita, la he dejado en casa sola y lleva casi una semana en castidad, para que esté aún más ansiosa de ti- dijo Sara provocando que Carmen comenzase a excitarse solo con oírla.
- Voy ahora mismito para allá- dijo Carmen viendo el gesto de desilusión de Irma, que confiaba en gozar con su Dominante.
- Muy bien, por cierto, ¿te acuerdas de Catalina?
- Desde luego- dijo Carmen que recordaba su primer encuentro hacía casi una semana en los baños de un céntrico restaurante- ¿ya te ha contactado la pijita?
- Sí, esta mañana me ha pedido tu móvil porque por lo visto una prima suya quiere hacer periodismo y quería que tú le contases como te está yendo- dijo Sara en un tono con el que hacía evidente que no se lo creía.
- Vamos, que esa perrita ya se ha dado cuenta de que su novio no la trata tan bien como yo y ya no se aguanta la calentura- dijo Carmen sonriendo.
- Eso es lo que me temo- dijo Sara para soltar una carcajada- no veas lo bien que me lo he pasado esta mañana con ella, primero la he preguntado si no estaba tratando de levantarme la novia, con lo que se ha puesto roja como un tomate, ha tartamudeado…- Sara rió de nuevo recordando la escena- ha sido divertido verla tan apuradita.
- Seguro que lo has disfrutado mucho.- dijo Carmen- A mí aún no me ha llamado, pero no creo que tarde, de todos modos ahora iré a tu casa a jugar con Susanita, que seguro que lo agradecerá mucho.
- Ya lo creo, está deseando servirte, así que aprovéchalo.
- Así lo haré, un besazo, cariño.
- No vemos.
Carmen, que aún ya habiendo conseguido el carnet no tenía coche, dio a Irma la orden de llevarla hasta la vivienda de Sara, lugar donde Susana tenía que estar totalmente desprevenida ante los últimos movimientos.
- Gracias por traerme, esclava- dijo Carmen sonriendo a su sumisa- por cierto, quiero que me informes del lugar al que vas a ir de vacaciones con tu marido, quizás podría variar un poco mis planes.
- No es necesario mi Ama, si ya tiene algo pensado no lo cambie por mí- pidió la mujer haciendo aparecer una nueva sonrisa en el rostro de Carmen.
- Haz lo que te digo, ya se me están ocurriendo algunas ideas para que nuestras vacaciones sean aún más intensas- y sin decir más Carmen abandonó el coche para encaminarse el edificio en el que vivían Sara y su hermana Susana.
La joven Dominante, que aún habiendo abandonado la vivienda en la que vivía con Sara meses atrás aún mantenía la llave, no tuvo necesidad de llamar al timbre, con lo que Susana quedaría aún más sorprendida ante la llegada de su hermana mayor.
Carmen giró con fuerza la llave en la cerradura cuando llegó, para que la sumisa fuese corriendo a recibirla pensando que se trataba de Sara. Susana, que la única prenda de ropa que llevaba en aquel momento era un tanga de color blanco corrió hacia la puerta y clavó sus rodillas en el suelo, antes incluso de que Carmen abriese la puerta.
- ¿Se le olvidó alguna cosa, mi Ama?-preguntó Susana desde el suelo sin levantar la cabeza.
- No perrita, vengo a jugar contigo esta tarde, que hacía mucho que no pasábamos un tiempecito en familia- comentó Carmen viendo que la esclava levantaba rápidamente la cabeza, la joven Ama contempló el gesto sorprendido de su hermana sumisa y sonrió- vamos zorra, saluda como corresponde.
Susana, que adoraba aquel trato severo de cualquier Dominante femenina gateó torpemente, debido al nerviosismo, hasta los pies de Carmen y comenzó a besar sus negros zapatos de tacón con deseo. El Ama rió encantada.
Carmen, que estaba en la casa con permiso de Sara comenzó a caminar en dirección al salón, lugar en el que tantas tardes y noches había pasado con su Ama en el pasado. Susana, que no sabía muy bien lo que su hermana deseaba optó por caminar a cuatro patas detrás de Carmen, cosa que a la Dominante le encantó.
- Como perrita no tienes precio- dijo Carmen acariciando el liviano y desnudo cuerpo de su hermana, comenzando por su espalda y pechos para ir lentamente hasta su trasero y sexo, el cual comprobó que estaba empapado una vez retiró el tanga que lo cubría- veo que estás muy contenta de verme, guarrilla- dijo la joven Ama sonriendo y pasando sus dedos empapados de fluidos por el rostro de Susana.
- Mucho Ama- dijo la chica excitadísima.
- Bueno ¿pues a que estamos esperando?- preguntó Carmen- tráeme los juguetes con los que quieras que juguemos.
Susana, encantada con aquella orden se levantó rápidamente y salió corriendo totalmente desnuda hacia la sala en la que estaban los juguetes sexuales que Sara acostumbraba a usar con ella. Carmen sonrió divertida ante las posibilidades que tendría aquella tarde para dar placer a su hermana al tiempo que la dejaba frustrada una y otra vez, hasta que finalmente la permitiese llegar al orgasmo.
Susana no tardó en regresar al salón para poner sobre la alfombra, junto a los pies de Carmen, una par de trozos de cuerda gruesa y larga, unas esposas, un látigo corto de muchas colas, unas pinzas, un par de consoladores, uno de más de 20 cm y muy grueso y el otro algo más corto y fino, una fusta…
- Veo que la mayor parte de las cosas que traes son de castigo, ¿tan convencida estás de que me vas a fallar, perra?- preguntó Carmen con algo de dureza.
- No Ama- se excusó la sumisa agachando la cabeza- es que como ya sabe me excita ser castigada y por un Ama tan bella y morbosa como usted más aún- dijo Susana tímidamente provocando una excitación en Carmen que esta no manifestó.
- Bien zorrita, comenzaré limitándote algunos movimientos- dijo Carmen comenzando a quitarse el vestido para quedar en ropa interior junto a su desnuda hermana que trató de no mirar demasiado el cuerpo de la Dominante para no sentir la tentación de tocarla sin su permiso.
Carmen dio alguna concesión a su hermana dándola más de una caricia innecesaria en las zonas más sensibles del cuerpo de la joven, al tiempo que se encargaba de ir atando la mano derecha de Susana con su rodilla derecha y la izquierda con la izquierda, dejando tan solo un palmo de cuerda para que la chica aún pudiese moverse a gatas muy lentamente.
- A parte de ver que has traído muchos juguetes de castigo, también me he dado cuenta de que no has traído ningún arnés para que pueda poseerte, perra- dijo Carmen leyendo en el rostro Susana la sorpresa, la chica miró alarmada y los artilugios quedando sorprendida de no haber incluido un arnés. La esclava alzó la mirada suplicante- ¿No deseas que tu hermanita goce?
- No Ama, no es eso…- dijo profundamente arrepentida agachando la cabeza, y sorprendiéndose al sentir como Carmen la empujaba por un costado haciéndola caer, para colocarla boca arriba con las piernas separadas.
Susana, que aún era capaz de cerrar las piernas no hizo absolutamente nada, ni siquiera cuando vio como Carmen cogía el látigo corto de tiras de cuero que ella misma había llevado. El Ama miró el pequeño, rosado y empapado sexo de su hermana. La chica estaba convencida de que si su hermana no le hubiese confesado que era sumisa, en aquel momento ambas serían grandes amantes, pero como Susana había expresado su deseo de ser esclavizada para alcanzar el placer, y como Carmen se había convertido en Ama se veía en el deber de disciplinarla.
La joven Dominante descargó el látigo con fuerza cinco veces seguidas sobre el sexo de Susana, la cual gritó y se retorció, pero en ningún casi hizo siquiera el amago de cerrar las piernas.
- Eres una cerda masoquista auténtica- pregonó Carmen tocando el látigo y notando lo mojado que había quedado después de golpear el sexo de su hermana repetidas veces- Tienes suerte de que tu coño sea tan bonito- dijo Carmen acariciando con la mano el mojado sexo de Susana- me da reparo golpear una vagina tan suave y bonita como la tuya- confesó Carmen cariñosa acercando sus labios al sexo de Susana, que respiró agitadamente, ansiosa de que la lengua la Dominante llegase a su hinchado y rosado clítoris.
Carmen, sabiéndose poderosa, paró su lengua cuando estaba tan solo a un centímetro de la zona más erógena del cuerpo de su hermana, para a continuación alejarse un poco y soplar el caliente sexo. Susana soltó un ligero gemido de frustración y Carmen una risita.
- No pensarías que después de tu falta y tu castigo te iba a dar un premio tan grande, ¿verdad?- preguntó Carmen pero siguió hablando antes de que Susana respondiese- vas a tener que hacer muchas cosas antes de recibir placer esta tarde, perrita.
Después de casi media hora de jugar con Susana usando todos los artilugios que esta había traído Carmen decidió llamar a Vanesa para que la situación se volviese aún más caliente para su hermana. La joven Ama sabía perfectamente que la actual sumisa de Ama Sara tenía debilidad por los pechos grandes y especialmente por los de Vanesa.
Vanesa, que en el momento de recibir la llamada estaba trabajando su cuerpo en el gimnasio para resultar más útil y excitante a su Ama no tardó en salir del local y presentarse en la casa de Sara, donde Carmen y Susana estaban gozando de una sesión de dominación- sumisión.
Susana, lejos de sentirse cohibida por la presencia de la voluptuosa sumisa de Carmen, se alegró de tener una nueva compañera de juegos, aunque más que una compañera fue una rival con la que Carmen la obligó a competir en infinidad de pruebas en las que Carmen recibía todo el placer de sus ansiosas esclavas, ya que tanto Susana, que llevaba una semana sin llegar al orgasmo, como Vanesa, que llevaba casi dos por sus malas notas en la facultad, ansiaban alcanzar el orgasmo por encima de todo.
- ¡Me corro, perra!- gritó Carmen cuando estaba a punto de conseguir el tercer orgasmo de la tarde, agarrando con firmeza la cabeza de Susana y oprimiéndola contra su sexo con fuerza para que esta tragase hasta la última gota de sus fluidos, mientras que Vanesa se afanaba en pasar su lengüita por el ano de su Ama haciendo que las sensaciones de su Señora se incrementasen.
Carmen se sentó extasiada de placer con las piernas separadas e indicó a las dos sumisas que fuesen a limpiarla. Vanesa y Susana, lógicamente ni lo pensaron y se lanzaron sobre el caliente y rosado sexo de su Ama para lamer y tragar hasta la última gota de su esencia. Carmen les acarició la cabeza sonriendo.
- Lo siento Susi, pero ha vuelto a ganar Vanesa- dijo Carmen, sintiendo como Vanesa se henchía de orgullo y el como Susana se disgustaba, pero se reponía rápidamente.
- Por favor Ama, pónganos otra prueba, en esta seguro que ganaré- aseguró la sumisa.
Carmen sonriente comenzó a pensar una nueva práctica para hacer competir a sus sumisas, la joven Ama ya les había impuesto un total de 6 pruebas en las que Vanesa había ganado en 4 y Susana en 2. A Carmen le encantaba el carácter combativo de su hermana y que no se rindiese aún sabiendo que contaba con una importante desventaja con respecto a Vanesa que conocía muy bien el cuerpo de Carmen.
La joven Ama se sobresaltó un poco cuando escuchó que su móvil vibraba sobre la mesa de la sala de estar, Carmen, que ya tenía perfectamente adiestrada a Vanesa, con un solo gesto de mano hizo que su sumisa se incorporase del suelo, corriese hasta el lugar donde estaba el móvil y lo entregase a su Señora con humildad. Carmen sonrió cuando vio el número desconocido, sin duda era Catalina.
- Podéis descansar mientras laméis mis pies- dijo la Dómina sonriendo y dando al botón de recepción de llamada al tiempo que sentía las hábiles lenguas de las sumisas- ¿Diga?
- ¿Carmen?-preguntó una voz femenina al otro lado del teléfono.
- Sí, soy yo, ¿quien eres?-preguntó Carmen divertida, ya que sabía perfectamente de quien se trataba.
- Soy Catalina, la del otro día en el restaurante- explicó la chica que parecía un poco nerviosa.
- Lo siento, ahora mismo no caigo, ¿de que nos conocemos?- Carmen escuchó como la chica respiraba agitadamente unos segundo, la joven Ama por un momento pensó que la estaba metiendo demasiada presión y que esta iba a colgar.
- Me estuviste comiendo la vagina y los pechos- dijo en voz baja provocando la sonrisa de Carmen.
- Perdona, no te he oído bien ¿podrías repetirlo un poco más alto?
- El otro día… en el baño del restaurante… me estuviste comiendo la vagina y las tetas- repitió elevando el tono de voz.
- Ahhh… - dijo Carmen- ahora te recuerdo, sí, tenías un coñito muy dulce- dijo Carmen- bueno y dime, ¿que es lo que quieres?
- Me gustaría que quedásemos otra vez- dijo la chica rápidamente.
- Claro encanto, ahora mismo estoy en casa de Sara pásate y hablamos.
- Ahora mismo voy- dijo Catalina colgando rápidamente el teléfono.
Carmen, que no quería que su nueva aspirante a sumisa la viese en ropa interior, se levantó del sofá y con ayuda de las sumisas se enfundó el vestido con el que se había presentado para someter a Susana.
Una vez vestida la Dominante las dos esclavas comenzaron a vestirse, viendo Carmen el gesto de decepción de su hermana, la cual esperaba un orgasmo salvaje. Carmen la verla la agarró de la barbilla y la obligó a mirarla.
- Lo siento Susi- dijo Carmen realmente arrepentida- te compensaré esto ¿de acuerdo? Mira sé que Sara tiene un vestido de criada por casa, póntelo y regresa aquí, fingirás ser la criada de Sara mientras yo me encargo de esta zorrita.
- Sí Ama- dijo la sumisa con la cabeza gacha, momento que fue besada con pasión por Carmen.
- Tú métete bien en tu papel y esta noche hablo con Sara para que te demos orgasmos yo y mis tres esclavas- aseguró haciendo aparecer la sonrisa en el rostro de su hermanita.
El timbre de la puerta principal sonó tan solo 10 minutos después de que Carmen mantuviese la conversación con Catalina. Susana, que ya se había puesto el vestido negro de chacha salió corriendo hacia la puerta y recibió a la abogada con la educación que merecía, para a continuación llevar a la invitada a la sala de estar, donde esperaban Carmen y Vanesa.
Catalina, no pudo evitar mostrar su sorpresa cuando vio que Carmen no estaba sola, ya que contaba con tener intimidad con ella para poder expresarla los sentimientos que se habían despertado dentro de ella después de lo que había sucedido en el baño de los restaurantes donde se habían conocido.
- Me alegro de verte- dijo Carmen levantándose del asiento y dando un par de besos a las suaves mejillas de su invitada.
- ¿Podríamos hablar a solas?- preguntó la chica visiblemente nerviosa.
- Claro- Carmen se dio la vuelta y miró a Vanesa- oye Vane, ve con Susana y ayúdala a traernos unas bebidas.
Las dos sumisas no tardaron en salir y dejar a Carmen y Catalina solas en la estancia, Carmen, que tenía muchas ganas de saber el estado en que se encontraba la joven abogada la dijo.
- Tú dirás.
- Después de lo del otro día he buscado la forma de sentir lo mismo, pero no puedo- confesó la chica en un susurro inclinándose para que Carmen la escuchase- Lo he intentado con mi novio, con juguetes sexuales, con mis manos… pero es imposible- explicó agitada.
- Claro que es imposible, tengo una lengua muy bien entrenada- aseguró Carmen con una sonrisa.
- Lo que sentí fue muy fuerte, nunca había experimentado un placer así- dijo la chica- me gustaría repetirlo.
- ¿Qué me darás a cambio?- preguntó Carmen sonriendo- Yo cuando te pedí el sujetador en el restaurante te hice una oferta y no he olvidado que luego te aprovechaste de tu posición de poder- Catalina se puso nerviosa al oír aquello, ya que sabía que su desventaja era manifiesta.
- Te podría pagar- dijo la chica- ¿Cuánto quieres?- Carmen rió ante la oferta.
- Lo siento, dinero tengo suficiente, tendrás que pensar otra cosita que me pueda gustar- dijo Carmen mirándola de arriba a bajo y esperando unos segundos a que esta dijese algo, pero Catalina no pronunció palabra- necesitas tener sexo conmigo ¿verdad Catalina?
- Sí- respondió la chica sintiendo como se la subían los colores.
- Muy bien, pero hay un problema, solo tengo sexo con dos tipos de mujeres, con mis amantes y con mis sumisas- Carmen leyó en el rostro de la abogada la sorpresa, pero aún así siguió hablando- para tu desgracia la única amante con quien tengo sexo de manera periódica es con Sara, para tu fortuna, si tú quisieras te daría la oportunidad de convertirte en mi sumisa.
- ¿Qué tendría que hacer?- preguntó la chica, provocando la sonrisa de Carmen que esperaba alguna negativa o al menos mostrarse algo más esquiva, pero al parecer los deseos de Catalina eran demasiado grandes como para ser contenidos.
- ¡Vanesa, ven!- ordenó Carmen con firmeza y rápidamente escuchó los pasos de su sumisa.
La rubia sumisa tetona corrió al salón y clavó sus rodillas en el suelo cuando Carmen se lo indicó para a continuación comenzar a desnudarse ante la incrédula mirada de Catalina, que no pudo evitar clavar sus ojos en los enormes pechos de la que en un principio había pensando que era una de las novias de Carmen y Sara.
- Suficiente, Vanesa- dijo Carmen con firmeza cuando su sumisa estaba a punto de quitarse el sujetador- es hora de que se desnude nuestra invitada- dijo mirando a Catalina- ¡Quédate con la misma ropa que ella!
Catalina, que antes de escuchar la imperativa orden de la Dominante tenía intención de esquivar la posibilidad de quedar casi desnuda, no pudo hacer absolutamente nada por mantener su ropa, ya que sus manos temblorosas comenzaron a desabotonar con torpeza los botones de su blusa negra para después encargarse de desprenderse de la falda oscura, las medias y los zapatos, quedando en ropa interior ante Carmen y su esclava.
- ¿Qué te parece, Vanesa?- preguntó Carmen a su sumisa- ¿crees que congeniaría bien contigo y con mis otras esclavas?
- Es un poquito pequeña- comentó la voluptuosa sumisa que era casi un palmo más alta que Catalina, que contaba con unos pechos muchísimo más grandes, un cuerpo bastante más fuerte y una piel mucho más bronceada- aunque la podría venir bien, Ama, casi la podría meter en una maleta para llevárnosla de vacaciones- comentó provocando una risita de Carmen y el sonrojo de Catalina, que no hizo ni dijo nada por defenderse ante el ataque a su estatura.
El Ama se levantó lentamente del sofá para acercarse a su sumisa y a su nuevo objetivo. Carmen se colocó primero a la espalda de Vanesa para liberar los pechos de esta, haciendo que estos cayesen un poco, pero que aún así mantuviesen un aspecto estupendo ante los ojos de Catalina, los cuales quedaron fijados a los grandes pezones marrones de la sumisa. Tal fue la carga hipnótica que estos tuvieron sobre la joven abogada que esta tan solo se percató de que había perdido su sostén, por manos de Carmen, cuando la Dominante estrujó entre sus dedos los duros pezones que coronaban sus pechitos.
Vanesa, que vio como su Ama le permitía que gozase con la nueva candidata a sumisa, agarró con firmeza la melena de pelo rubio de la chica y la llevó hasta sus voluminosos pechos, entre los que encerró la carita de Catalina que no puso resistencia alguna en cuanto sintió las grandes y suaves masas de carne chocando con sus mejillas.
Carmen, aprovechando la abstracción total de Catalina del mundo real, no tardó en quitarla las braguitas blancas que llevaba y comenzar a acariciarla el mojado sexo, de labios grandes y carnosos y pubis depilado con el que esta contaba.
Susana, que estaba haciendo un gran esfuerzo por no mirar, ya que Carmen le había ordenado que debía aparentar ser una sirvienta normal, se afanó en colocar las bebidas sobre la mesita, pero una vez lo hizo no pudo evitar observar la erótica escena en la que la recién llegada estaba disfrutando de los grandiosos pechos de Vanesa y de las hábiles manos de Carmen.
- Parece que era esto lo que necesitabas- comentó Carmen agarrando el pelo de Catalina y sacando la cara de esta de los pechos de Vanesa, cara que estaba mucho más roja de lo que era normal.
- ¡Sí, esto es genial, por favor dame más!- dijo la abogada totalmente desatada ansiosa por más placer.
Carmen al verla tan entregada rió y caminó hasta uno de los muebles del salón, del que de un cajón sacó un collar de perro.
- Póntelo y seguiremos- dijo Carmen. Catalina tendió la mano y agarró el collar de color rosa dudando entre ponérselo y no hacerlo.
La chica nunca había tenido que hacer una cosa así para conseguir un orgasmo, pero también era cierto que la única que conocía que pudiese proporcionárselo en aquel momento era Carmen y que seguramente no dudaría en descartarla si se negaba. La joven abogada finamente agarró la tira de cuero y se la enfundó en el cuello ante las sonrisas de Carmen y Vanesa. Fue la Dominante la que después de esto se acercó a ella y le susurró una nueva orden.
- No, por favor, eso no…- pidió catalina suplicante.
- Hazlo y te prometo que te correrás como nunca antes lo has hecho- le aseguró Carmen metiendo su mano entre las piernas de la chica y besándola con dulzura los labios.
Catalina, rendida por el anticipo de placer que acababa de recibir y la promesa de conseguir aún más, clavó sus rodillas en el suelo y comenzó a gatear lentamente mientras Carmen caminaba de espalda delante de ella para ver el sonrojo de esta. Finalmente el Ama se sentó junto a Susana, que llevaba unos minutos observando la escena envidiosa.
- ¡Guau guau!- exclamó Catalina tornando la piel de sus mejillas en un rojo aún más encendido, a continuación alzó la cabeza mirando a la criada y habló- por favor señorita criada, ¿podría traer un buen arnés para que me follen como a una perra?
Carmen acarició las ardientes mejillas de la aspirante, contenta de que lo hubiese dicho todo del tirón pese a la vergüenza que sentía, mientras que Susana salía rápidamente en dirección a la habitación donde Sara guardaba los juguetes sexuales.
Carmen, no perdiendo tiempo y queriendo probar también las habilidades orales de su nueva sumisa metió un par de dedos por debajo del collar de perro que esta portaba y la atrajo hacia su sexo comenzando Catalina a respirar más agitadamente.
Esta agitación se vio incrementada cuando Carmen se bajó las braguitas hasta los tobillos y subió su vestido para dejar ante los ojos de la sumisa su depilado, mojado y rosado sexo.
No fue necesario dar explicación alguna a la joven abogada, ya que esta no dudó en acercar su lengua a la vagina de Carmen, para primero lamerla de forma superficial de arriba abajo, y poco a poco ir mostrándose más desenvuelta en aquella función.
Susana no tardó en presentarse con el arnés que la propia Catalina había solicitado, para arrodillarse y entregárselo a Carmen para que hiciese lo que ella considerase.
- No me lo des, póntelo- ordenó Carmen provocando que la aspirante alzase la cabeza y Susana sonriese de forma exagerada.
- ¿De verdad?
- Sí, te lo has ganado- dijo Carmen devolviendo la sonrisa mientras ponía su mano sobre la cabeza de Catalina que la miraba interrogante- y tú vas a seguir comiendo mi coño mientras te dejas follar, o bien te puedes marchar ya mismo para no volver- dijo Carmen con dureza haciendo que la abogada agachase la cabeza y volviese a centrarse en complacer oralmente a la Dominante.
Pese a que el sexo de gruesos labios de Catalina era muy estrecho este no tardó en ceder gracias a las caricias que Vanesa y Susana le proporcionaron, tanto en la vagina como en el resto de su cuerpo. La abogada alzó la cabeza ligeramente, sin dejar en ningún momento de lamer el sexo de Carmen, tratando de ver si su lengua estaba causando algún efecto en la Dominante, pero fue Carmen la que vio como Catalina se deshacía de placer cuando con tan solo un par de embestidas Susana introducía todo su arnés en la vagina de la penetrada.
Catalina, al ver lo placentero que era ser penetrada, en un principio comenzó a volverse perezosa con sus obligaciones orales, pero esa pereza fue rápidamente corregida por Carmen ya que se ocupó de que Susana fuese al ritmo que Carmen marcaba. Como segunda medida, y para que la extasiada abogada no se centrase en otra cosa que no fuera su sexo, la Dominante aprisionó la cabecita rubia de la lamedora entre sus piernas, de tal modo que la boca Catalina estuviese pegada a su sexo en todo momento.
Carmen comenzó a gemir de gusto cada vez que la nueva sumisa acariciaba su clítoris, forma con la que la novata supo que aquello agradaba a la Dominante y pudo complacerla mejor al tiempo que disfrutaba de las cada vez más frecuentes y duras penetraciones de Susana.
Vanesa, que había quedado un poco huérfana de funciones dentro del plan de Carmen, trató de dedicarse a ir de una a otra complaciéndolas de diferentes formas: a Susana se dedicaba a lamerla los pechitos que la botaban con fuerza después de cada embestida, a Catalina la acariciaba los pechos con las manos y la oprimía con suavidad sus sensibles y duros pezones, se acercaba lentamente a Carmen en busca de los labios de su Dominante para besarse apasionadamente con ella…
Como era normal, y ya que Carmen era la encargada de dirigir la relación sexual, esta fue la primera en soltar todos sus fluidos sobre la carita de la nueva sumisa, que primero se sorprendió y dejó de lamer durante unos instantes, pero que una vez probó el dulce néctar de Carmen no pudo evitar lamerlo con avidez.
Susana, que desde el primer momento había estado observado las reacciones de su hermana para no extralimitarse en sus funciones como penetradora y hacer que Catalina acabase antes que la amante de su Ama, comenzó a follarla con dureza, ya sin la restricción que se había autoimpuesto, de no correrse antes que su Dominante de aquella tarde.
A Carmen le dio mucho morbo ver la cara de Catalina embadurnada con sus fluidos mientras esta ponía un gesto de evidente placer, similar al que la sudorosa Susana, que estaba siendo acariciada por todo su cuerpo por Vanesa estaba poniendo también.
Catalina no tardó en convulsionarse debido al orgasmo, momento en que Susana echó el resto y comenzó a penetrar con mucha más violencia la pequeña vagina de Catalina, haciendo que la abogada gimiese una y otra vez contra el sexo de Carmen.
Susana no tardó en llegar al éxtasis también y caer sobre la espalda de la penetrada, que tuvo que soportar las manos de la joven criada sobre sus hombros y el peso de esta cuando Carmen se inclinó también para darle un largo beso en los labios.
- ¿Te ha gustado esto, zorrita?-preguntó Carmen tirando del collar de Catalina.
- Me ha gustado mucho- confesó sonriendo con la cara cubierta de líquido.
- Eso está bien, pero ya sabes que para poder repetir esto te vas a tener que convertir en mi sumisa- le recordó.
- Seré lo que tú quieras si me das más de esto- aseguró Catalina que aún no pensaba con claridad debido al orgasmo. Aún así Carmen sonrió e indicó a Vanesa que la acompañase al baño.
En tan solo unos minutos las cuatro chicas se habían vestido de nuevo y se disponían a despedir a su invitada de aquella tarde, la cual aún no había perdido la sonrisa de satisfacción después de aquel sexo tan placentero.
- Te mandaré al móvil mi dirección de correo electrónico, quiero que allí me mandes un contrato en el que se especifiquen tus límites, tendrás tres días para enviarlo, si no recibo nada en ese tiempo serás descartada como si sumisa y lógicamente no volveremos a gozar juntas- dijo Carmen seriamente y sin parar ante la atenta mirada de Catalina.
- Te lo mandaré, te lo aseguro- dijo la sumisa.
- Muy bien- dijo Carmen sonriendo y acercándose mucho a Catalina- una última cosa, Cata- dijo la Dominante con los labios muy cerca de los de su nueva sumisa- no te lleves el collar que llamarás la atención.
La abogada se sorprendió de su descuido al darse cuenta de que se había olvidado por completo de que Carmen le había puesto un collar de perro, a la vez que se desilusionó al ver que esta no iba a besarla en los labios como tanto esperaba como despedida, lo único que la nueva sumisa pudo besar fue la mano de Carmen cuando esta se la tendió. Catalina no dudó en inclinarse para besar con delicadeza la suave mano de Carmen y despedirte pensando en el contrato que redactaría.
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo, fantasias1987@hotmail.com