Ama Carmen 1: Marcando las normas.

Tras algunos meses como sumisa y Dominante, Carmen, comienza su andadura como Ama, viviendo con sus esclavas: Gema y Vanesa. A las que desde el principio les deja bien claro quien manda

Prologo: Este es el resumen de la anterior saga que escribí titulada “la decisión de Carmen” que consta de 23 capítulos.

Carmen era una chica de 19 años que acababa de terminar el instituto y que lo que más deseaba era continuar estudiando para labrarse un buen futuro, pero las cosas se truncaron cuando despidieron a su padre, que era el sustento económico de su familia. Carmen desesperada por encontrar un trabajo con el que cumplir sus sueños se encuentra con Sara, una mujer madura que se ofrece a ayudarla a cambio de que la sirva como sumisa.

Después de un intenso verano en el que Carmen se acostumbra a la sumisión va a la universidad donde vuelve a verse las caras con la chica que le había hecho la vida imposible en el instituto y que también pretendía hacérsela en la facultad, Vanesa. Por fortuna para ella Sara interviene en su favor y logra domar a la enemiga de Carmen y a sus dos compinches.

Cuando Sara le confiese a su esclava el motivo por el que estas han cambiado de actitud, Carmen, se disgusta un poco, pero se la pasa cuando la dominante le ofrece una relación en la que combinar el ser sometida por ella y someter a su enemiga y a una de sus amigas.

A medida que pasaba el tiempo Carmen se encontraba más a gusto en su papel de dominante, pero sin plantearse dejar de servir a su Dueña, hasta que una noche en la que está sometiendo a Vanesa en un pub de lesbianas se encuentra como camarera del local a su hermana pequeña, Susana, a la que desvirga aquella misma noche con ayuda de su sumisa.

Susana, viendo lo mucho que disfruta tanto su hermana como sus esclavas la pide probar aquel estilo de vida de mano de Carmen, la chica se niega en un primer momento, pero sabe que no está bien denegar aquel placer a su hermana y por temor a que esta busque dominantes en otra parte le pide consejo a su Ama Sara.

Después de algunos días, Ama Sara da con la solución y se ofrece para hacer una prueba a Susana, para que esta se convierta en su sumisa, pero a cambio Carmen tendrá que dejar de serlo y marcharse de su casa para centrarse solo en la dominación de sus esclavas, pasando de ser su sumisa a ser su amante.

Y es aquí donde comienza la nueva historia.


Carmen llegó a casa después de las clases para acomodarse en el sillón del salón. La muchacha observó encantada el piso por enésima vez desde que hacía dos semanas se había instalado en él, acompañada de sus dos sumisas, Gema y Vanesa.

Esta última, que era la que tenía un nivel adquisitivo más alto, había pedido a sus padres ser algo más independiente y que la permitiesen vivir con “dos amigas” en uno de los pisos que tenían en el centro de la ciudad. Los padres de Vanesa, como solían hacer con su hija pequeña, se lo consintieron, pero siempre poniéndola como condición que siguiese estudiando como lo estaba haciendo hasta aquel momento.

Pese a que Carmen podía haberse aprovechado de la excelente situación financiara de Vanesa y vivir a costa de los padres de su esclava, la Dominante no quería lograr así sus ingresos, de modo que la muchacha ideó un plan para conseguir su propio dinero.

Carmen, a la que la dominación le gustaba cada día más, pensó durante días hasta que finalmente sacó la forma en la que podría hacer dinero con ellas, ocurriéndosela dos fórmulas totalmente diferentes.

La primera idea, que ya había explotado, era usar a sus sumisas en espectáculos a través de la webcam, en la que ella sometía tanto a Gema como a Vanesa de la forma en que los internautas solicitaban, aquella práctica permitía a Carmen ingresar bastante dinero realizando apenas 4 sesiones de una hora a la semana. Sesiones en las que tanto Carmen como sus esclavas aparecían con la cara tapada para por si algún conocido le daba por conectarse no las reconociese.

La segunda idea que tenía aún no la había comenzado a desarrollar ya que Ama Sara, que era la que se lo había propuesto, todavía no le había puesto en contacto con ninguna sumisa primeriza a la que adiestrar para su Dueño o Dueña, pero Carmen no estaba angustiada por aquel motivo, ya que sabía que no tardaría en conocer infinidad de gente del ambiente BDSM después de acudir a la fiesta sado que su Ama había preparado para dentro de un par de semanas. Carmen sabía que su ex-Ama, y ahora amante, solo había organizado aquel evento para presentarla ante sus amigos como una nueva Dominante, aunque la mujer insistía en negarlo para que la joven no se viese obligada a devolverla el favor.

-          Lo siento Ama, no le había oído llegar- dijo Vanesa cuando al salir de su dormitorio se encontró con Carmen.

Vanesa, a la que Carmen no le había impuesto ninguna vestimenta en particular, en aquel momento lucía unos pantalones cortos y un sujetador que mantenía alzados sus grandes y firmes pechos. Vanesa era una muchacha de la altura de Carmen, piel morena, pelo largo y rubio, un cuerpo de lo más atractivo y desde hacía unos meses una fiel y obediente sumisa.

-          Ya sabes que me gusta que mis perritas vengan a recibirme cuando llego a casa- le dijo Carmen en un tono no excesivamente duro, mientras que la sumisa clavaba sus rodillas en el suelo.

-          Lo siento Ama, seré más cuidadosa la próxima vez- dijo arrepentida comenzando a restirar los zapatos de los pies de su Dueña.

-          ¿Dónde está mi otra esclava?- preguntó Carmen extrañada de que su otra sumisa no se hubiese presentado a sus pies.

-          En el gimnasio Ama, fuimos juntas, pero yo me marché un poco antes- dijo Vanesa- aunque está tardando ya bastante.

-          Sí- comenzó Carmen notando como los dedos de su esclava acariciaban sus pies cada vez con más fuerza.

Pese a que Vanesa se estaba esmerando en darla placer, Carmen no pudo evitar preocuparse con su esclava. Tanto a Vanesa como a Gema les tenía marcado un toque de queda que estaba fijado a las 8 de la tarde, para salir más allá de esa hora tenían que pedir un permiso a su joven Dómina y que esta considerase que se lo merecían.

Carmen giró su cabeza de golpe, cuando a las 9 de la noche su esclava se presentó con su ropa de deporte. Gema era una muchacha de mediana estatura, complexión normal, piel clara, pelo largo y negro y unas curvas menos pronunciadas que las de Vanesa, pero que a Carmen le resultaba muy atractiva.

-          Siento llegar tarde, Ama, me lié en el gimnasio- dijo Gema arrodillándose a los pies de su Señora para recibir una dura bofetada de esta, dejando su mejilla izquierda ardiendo.

-          ¡Tu lo siento no me vale para quitarme la preocupación que me ha dado, perra!- dijo Carmen enfadada- esta noche te quedas sin cenar y después de la cena te daré un castigo que te quitará las ganas de volver a desobedecerme.

Gema, sabiendo que no tenía ninguna escusa válida agachó la cabeza y no replicó su castigo.

Carmen, sabiendo que su esclava no había comido desde el medio día no solo no la dejó cenar, sino que además la obligó a servirla mientras que ella comía hasta quedar totalmente saciada. La Dominante sonreía satisfecha del castigo que la estaba infligiendo cada vez que escuchaba como las tripas de Gema rugían deseosas de recibir algo, pero Carmen no tenía intención de levantar su castigo.

Vanesa mientras tanto también permanecía en la cocina, pero esta a diferencia de su compañera ocupándose de limpiar los cacharros y todo lo que Gema había ensuciado para preparar la cena de Carmen.

-          Puedes comer mientras me encargo de esta zorra, perra Vanesa- dijo Carmen levantándose de su asiento para dejar libertad a su sumisa- tú sígueme a cuatro patas.

Gema al oír la dura orden de su Señora clavos sus rodillas y las palmas de sus manos en el suelo para seguir, todo lo cerca que le era posible, los pies de Carmen.

La muchacha no paró hasta encontrarse en medio de la sala en la que Carmen acostumbraba a infligir los castigos por las faltas más graves. Era una habitación grande y poco iluminada, ya que por temor a ser vistas por los vecinos la persiana de aquella estancia estaba siempre bajada, y aún con muy poco material para dar sesiones todo lo intensas que a Carmen le hubiese gustado, pero cada vez contaba con más herramientas.

-          Bien perra- dijo Carmen cogiendo una vara de madera bastante larga y cortando el aire con ella para intimidar a su esclava- ve desnudándote y poniéndote el antifaz que vamos a dar un bonito espectáculo.

La Dominante puso a funcionar el ordenador que había colocado en una de las paredes de la sala con una webcam que permitía a todo el que pagase un abono tener derecho a ver todos los shows que Carmen emitiese durante una semana.

Mientras preparaba todo aquello la chica comenzó a vestirse de forma algo más provocativa: zapatos de tacón de color negro, medias, minifalda de cuero y corsé del mismo color, guantes que le llegaban hasta el codo y un antifaz que la cubría la parte superior de la cabeza.

-          ¿Se puede saber que haces así?- preguntó Carmen enfadada por la ineptitud de su esclava que estaba arrodillada, pero aún con sus braguitas puestas.

-          Es que… me he retrasado porque quería darla una sorpresa Ama- dijo la chica con su dulce voz deslizando su ropa interior hasta sus tobillos para mostrar su sexo anillado y encadenado por tres cerrojos de los que solo Carmen tenía la llave- me he hecho un tatuaje para que vea que voy muy en serio y que deseo ser su esclava siempre- dijo la muchacha dándose la vuelta para mostrar en su nalga derecha una gasa sujeta por esparadrapo.

-          ¿Y se puede saber que pone en ese tatuaje?- preguntó Carmen mirando con desdén la nalga de su esclava.

-          “Propiedad de Ama Carmen”- dijo la chica al momento- quiero que sepa que siempre seré suya, Ama.

-          No me gusta la idea, quiero que te lo quites- dijo la chica al momento- y para que aprendas la lección te marcharás mañana y regresarás cuando desaparezca esa ridícula inscripción de tu trasero.

-          Pero Ama he oído que quitarlo con laser cuesta mucho dinero- dijo la chica mirando a su Señora con gran tristeza.

-          Pues mejor, así te lo pensarás dos veces la próxima vez que decidas mancillar un cuerpo que me pertenece.- dijo Carmen visiblemente enojada.

-          Ama, yo solo quería que sintiese que estoy a su total disposición, y que lo sepa todo el mundo- dijo la chica recibiendo una bofetada por parte de su Dómina.

-          ¿Y con tener un tatuaje te crees que hace que sienta que estás más entregada a mí, estúpida? ¿Se puede saber de donde sacaste esa idea?

-          Lo siento Ama- dijo Gema mirando al suelo- es que como Vanesa la puede dar tantísimo en todos los aspectos siento que usted va a acabar decantándose por ella y dejándole a mí de lado- dijo comenzando a brotar de sus ojillos un torrente de lágrimas.

-          Esa estupidez te la ha dicho Vanesa- afirmó Carmen totalmente convencida agarrando la melena de su esclava para ponerse cara a cara con ella. Gema al ver la dureza de su Ama y que ser cazada en una mentira la dejará fuera de la casa hizo que la sumisa asintiese débilmente con la cabeza, Carmen sonrió débilmente y besó los cálidos labios de Gema- ahora ve a mi cama y espérame allí- dijo la Dominante.

Gema obedeció y salió rápidamente de la habitación de castigo, para que Carmen la abandonase justo después que ella en busca de su esclava más voluptuosa.

Vanesa, que estaba cenando tranquilamente cuando su Ama apareció a su espalda, se sorprendió cuando le agarró por su larga melena de pelo rubio y a tirones la obligó a levantarse. La esclava en un principio trató de resistirse, pero al ver que era su Dominante dejó que Carmen hiciese lo que quisiera con ella.

-          Bien perra, ¿crees que eres mejor que Gema?- preguntó enfadada cuando llegó a la habitación de castigo.

-          No Ama- dijo Vanesa intimidada, no estaba acostumbrada a ver a Carmen de tan mal humor.

-          ¿Sabías lo del tatuaje que se ha hecho porque cree que la voy dejar?- preguntó furiosa.

-          No Ama, no sabía nada- dijo la chica.

-          ¿Crees haber hecho o dicho alguna cosa que le haya hecho llegar a esa conclusión?- interrogó de nuevo notando como Vanesa en aquella ocasión tardaba un poco más en contestar.

-          Creo que no, Ama- dijo Vanesa.

-          Pues yo estoy segura de que sí- dijo la chica inflexible- desnúdate y sígueme que voy a llegar al fondo de este asunto.

Vanesa que, al igual que Gema, sabía de lo raro que era que su Ama cambiase de idea cuando imponía un castigo, comenzó a quitarse la ropa, ante la fría mirada de Carmen.

La esclava, como era habitual, colocó sus brazos detrás de su espalda para dejar todo su cuerpo a merced de su Ama, comenzando esta a acariciar con una fusta los torneados muslos de su esclava, golpear un poco el húmedo y depilado sexo de esta, que al igual que el de Gema estaba encadenado por tres pequeños cerrojos, para acabar golpeando un par de veces cada uno de los grandes pezones marrones en los que acababan los grandísimos pechos de su sumisa.

-          Bien perra- le dijo agarrándole con fuerza del pelo y colocando su boca muy cerca de la oreja derecha de su esclava- has hecho que Gema se tatúe algo en una zona que es de mi propiedad y sé perfectamente que tú estás detrás, ¿vas a confesar ahora o después de que te dé el castigo?- preguntó- te aviso que estoy muy cabreada- le informó antes de que esta dijese nada.

-          No creo haber hecho nada para influir a Gema, mi Ama- dijo en un tono que a Carmen le pareció sincero, pero que estaba seguro de que no era verdad.

-          Ahora veremos si dices la verdad- dijo Carmen acercándose a su esclava para agarrarla las muñecas y esposárselas a la espalda, Vanesa que sabía que resistirse mínimamente a los designios de su Ama podían suponerla un castigo aún mayor se dejó hacer quedando indefensa de cintura para arriba.

Carmen, para que la indefensión de su sumisa fuese aún mayor la colocó sobre los ojos una venda que la privó por completo del sentido de la vista, tan solo pudiendo orientarse desde ese momento por el taconeo de los zapatos de su Dueña, de un lado a otro de la habitación. Pero no tardó en dejar de oírla, ya que al estar fuera de la vista de la única persona que había en la sala aprovechó para desnudarse y dejar al descubierto su esbelto cuerpo de piel ligeramente bronceada, pelo largo, liso y negro, curvas no demasiado escandalosas pero que eran del agrado tanto suya como de sus esclavas, especialmente las que formaban sus medianos pero firmes pechos que estaban acabados en un par de pezones de un marrón muy claro, a los que tanto Vanesa como Gema eran adictas.

La Dominante disfrutó viendo los ligeros temblores de su sumisa, y el como el cuerpo de esta comenzaba a ser presa de la ansiedad y de una respiración más agitada, viéndose claramente como el pecho de la chica se hinchaba tras cada cogía aire y encogía cuando lo soltaba,

-          Bien puta, comenzaremos por tus enormes tetas- dijo Carmen pinzando los grandes pezones marrones de Vanesa con unas pinzas metálicas a las que se podía regular la presión. Carmen sonrió al ver las dos filas de dientes de su sierva apretándose fuertemente al sentir sendos mordisco en sus senos- y por supuesto, como siempre que te llevas una sesión de castigo vamos a liberar este coño de perra que me pertenece- dijo Carmen acuclillándose para retirar los candados que mantenían el sexo de Vanesa sellado- ¿aún no quieres confesar?- preguntó Carmen metiendo su mano entre las piernas de la esclava y sintiendo lo mojado que estaba el sexo de esta.

-          No creo haber hecho nada, mi Ama- reiteró la sumisa haciendo que la paciencia de Carmen comenzase a acabarse y agarrando a su esclava el hinchado clítoris rosado para ponerle una pinza metálica un poco más pequeña que las que acababa de colocar en sus pezones, pero de características similares.

Carmen, para que la desorientación de Vanesa con respecto a ella fuese aún mayor caminó de puntillas para coger una vara de madera con la que cortó el viento cerca de la posición de la sumisa, la cual, aun sabiendo lo que la esperaba no pronunció ni una sola súplica.

El Ama, con toda la parsimonia del mundo esperó a que el cuerpo de Vanesa se relajase, ya que el tiempo en que podía estar en tensión era limitado, para descargar el primer golpe de vara sobre el trasero de la sumisa, que gimió de dolor y sorpresa, pero no hizo ningún intento de escapar del castigo que Carmen había designado para ella.

Carmen usó aquel instrumento de castigo, con su mano derecha, para el trasero y el abdomen de la muchacha, dejando en su izquierda una fusta con la que también golpeaba con saña las zonas que anteriormente había pinzado.

Vanesa, que estaba poco acostumbrada a los castigos con la vara de madera no tardó en clavar sus rodillas en el suelo con las finas marcar rojas marcando las partes que habían sido golpeadas. Carmen la miró con desdén no dispuesta a dejarse ablandar por aquello, si tal y como estaba segura, Vanesa había minado la confianza de su compañera esclava hasta el punto de hacer que esta se hiciese un tatuaje, el castigo no había hecho más que comenzar.

-          ¿Estás ya dispuesta a confesar? Porque tengo un montón de castigos más exigentes que este- le dijo Carmen tirando del pelo de su sumisa para que esta se levantase.

-          Puede que yo tuviera algo que ver mi Señora y que haya hecho algún comentario que haya podido hacer que Gema cometiese esa estupidez, pero yo solo bromeaba- dijo Vanesa tratando de excusarse.

Una violenta bofetada hizo que Vanesa estuviese apunto de perder el equilibrio, ya que al tener los ojos vendados no había visto por donde la venía el golpe.

-          Bien, puta- le dijo Carmen enfadada quitando la venda de los ojos de su esclava para que esta viese hasta donde llegaba su enfado- como no es la primera vez que te crees más que tu compañera esclava te aviso que esta será la última oportunidad que tengas, te aseguro que no me importa vivir solo con Gema y renunciar a las comodidades que tu posición social nos da- le dijo mirándola con enojo.

-          No Ama, se lo juro, no volveré a alardear delante de Gema- dijo Vanesa temerosa ante la posibilidad de ser abandonada.

-          Así lo espero, pero no sería un buen Ama si dejase pasar esto sin darte un castigo para que no se te olvide al poco tiempo- dijo Carmen sonriendo e indicando a su esclava que la siguiese.

Vanesa, que aún estaba un tanto dolorida, caminó detrás de su Dueña nerviosa ante el castigo que estaba segura que le iba a caer, Carmen por su parte ignorando por completo a su sumisa agarró una jarra de cristal y comenzó a llenarla con agua hasta la mitad del recipiente.

La Dómina señaló a su esclava una silla para que tomase asiento, para colocar ante ella la jarra y un vaso a la vez que comenzaba a quitar las esposas de las manos de su esclava.

-          Bebe toda el agua de la jarra, perra, no quiero verte dejar ni una gota- ordenó Carmen mirando a su esclava con fijeza, la cual se sorprendió de la orden que acababa de recibir.

Vanesa, sabiendo que no ceñirse a las indicaciones de su Señora la podía costar un severo correctivo comenzó a beber aún no teniendo casi sed. A Carmen le sorprendió lo pausadamente que la sumisa estaba cumpliendo, bebido a un ritmo fijo desde el primer vaso hasta el último que completó el aproximado litro de agua que Carmen había puesto ante ella.

-          Muy bien perra- dijo Carmen satisfecha colocándose a la espalda de su esclava para esposar sus manos a la espalda de nuevo y quitarla las tres pinzas que atormentaban los pezones y clítoris, que la Dominante casi se había olvidado- si superas la prueba que te voy a imponer podrás seguir a mis pies, por en contrario si fracasas yo y Gema nos marcharemos mañana. La prueba es que no quiero que orines hasta que salga el sol- dijo el Ama mirando con una sonrisa a su esclava al ver su gesto desesperación.

-          Pero Ama, no podré lograrlo, acabo de beber mucha agua- dijo la chica buscando piedad.

-          Si me adoras lo suficiente podrás- dijo Carmen seriamente haciendo levantar a su esclava de la silla para que la siguiese.

Carmen, no satisfecha con el castigo que acababa de imponer a Vanesa, ya que este comenzaría a hacer efecto en unas pocas horas llevó a su esclava hasta su habitación, donde Gema la esperaba desnuda sobre la cama.

La Dominante sonrió a su perrita mientras se acercaba a la mesilla para agarrar una correa con el collar rosa que a veces ponía a Vanesa. La voluptuosa sumisa se dejó poner el collar alrededor de su cuello con la habitual sumisión a la que tenía acostumbrada a su Ama Carmen, pero esta no estaba dispuesta a apiadarse de ella.

Una vez dejó a la esclava arrodillada sobre un cojín y atada a una de las patas de la cama, con la orden de observar todo lo que hiciese con Gema, la Dominante encendió la luz de la habitación para que Vanesa no perdiese detalle.

Carmen disfrutó enormemente de las capacidades de su esclava para darla placer, sensación que se veía incrementaba cada vez que miraba a Vanesa con superioridad, la cual observa impotente y deseosa la escena. Al Ama le encantaba que Gema calentase su cama, desde luego tenía un cuerpo mucho más liviano y con menos curvas que su otra esclava, y no era tan osada como Vanesa, pero aquella sumisa ponía todo de su parte para satisfacer a su Señora sin importar la orden que esta le diese, lo que Carmen valoraba muy positivamente.

Tras una hora de ardiente sexo lésbico Gema quedó rendida y Carmen como recompensa a su buen trabajo la acarició, besó y lamió por el cuerpo, haciendo que la sumisa se fuese relajando hasta quedar dormida junto a su Ama.

Carmen que también estaba bastante cansada se quedó despierta para ver el sufrimiento de su esclava Vanesa aguantando sus esfuerzos por ir al baño, pero al ver que estos no se reflejaban en su rostro optó por dormir.

Las dos chicas durmieron plácidamente en la habitación, hasta que Carmen se desveló a mitad de la noche, pero como siempre que lo hacía no se levantó de golpe, en más de una ocasión había notado las manos de sus esclavas acariciando su cuerpo aprovechando el profundo sueño de su Señora, y realmente era algo que la gustaba, por desgracia para Carmen, Gema, seguía profundamente dormida, pero aún así la Dominante no perdió la esperanza de divertirse.

-          Perra Vanesa, estás despierta ¿verdad?- preguntó Carmen en un susurro mientras salía lentamente de la cama.

-          Sí Ama- respondió la esclava mientras su Dueña se acercaba a ella para desatar la correa de la cama y tirar de ella para que la acompañase.

-          Acompáñame perrita, que tengo que ir al baño- dijo Carmen con su sonrisa malvada.

Respetando profundamente el sueño de Gema, a la que dejaron durmiendo, el Ama y su sumisa salieron de la habitación para encaminarse al cuarto de baño en el que Carmen se sentó en el retrete totalmente desnuda para orinar mientras observa la cara de Vanesa, en la que ya sí se podía ver el importante esfuerzo que la chica estaba haciendo por aguantar su orina dentro de ella.

-          ¡Ahora limpia bien, perra!- dijo Carmen separando los labios de su sexo, dejando a la vista de su esclava el interior de su vagina y su gran clítoris hinchado.

Vanesa, obediente como de costumbre, se acercó lentamente y metió su lengua en el sexo de Carmen sin ninguna clase de pudor. El Ama que no había esperado excitarse con aquella práctica ya que solo llevaba la intención de fastidiar a Vanesa mostrándola una cosa que ella tenía prohibido hacer, no pudo resistirse a comenzar a tocar sus medianos pechos con la mano derecha, mientras que con la izquierda se encargaba de mantener la rubia cabeza de Vanesa entre sus piernas.

Carmen observó su reluciente sonrisa en el espejo del cuarto de baño, en el que se veía a ella totalmente desnuda, con la llave de las esposas de su esclava al cuello, colgándola entre sus pechos y con una preciosa sumisa de cuerpo escultural proporcionándola placer mientras ella sufría los tormentos que Carmen había designado.

-          ¡Sí, que bueno!- gimió Carmen entusiasmada cuando se corrió sobre el rostro de su esclava que se afanó en lamer hasta la última gota de los fluidos de su Señora- ¡Oooh que buena perrita!- dijo Carmen incorporándose un poco para oprimir el estómago de Vanesa, haciendo redoblar los esfuerzos de esta para retener la orina- teniendo la vejiga tan llena y aún te tragas mis fluidos. Creo que te daré una recompensa.

-          Gracias Ama- dijo la chica convencida de que la dejaría usar el baño.

-          Te daré un orgasmo- dijo Carmen borrando de un plumazo el gesto de esperanza que había asomado en el rostro de Vanesa.

-          No Ama, por favor, hoy  no, si me toca ahí no podré aguantar el pis- dijo la chica asustada, pero Carmen ignorándola por completo metió su mano derecha entre las piernas de su esclava.

-          Vamos, vamos, no digas bobadas, estoy segura que soportarás esto por mí, porque me amas mucho ¿verdad?

-          Sí mi Ama, es a quien más amo del mundo- dijo la chica comenzando a notar como la hábil mano de su Señora estimulaba su clítoris.

-          Ahora lo veremos- dijo Carmen acelerando el ritmo y notando la humedad de su esclava entre sus dedos.

Carmen gozó viendo en el rostro de Vanesa el inmenso esfuerzo que la esclava estaba haciendo por tratar de no orinar sobre la mano de su Ama. La Dominante disfrutó enormemente cuando la chica comenzó a suplicar que parase y más aún cuando los ojillos de Vanesa comenzaron a llenarse de lágrimas, lo que motivó a Carmen a proseguir hasta que la caliente orina de la sumisa comenzó a ser vertida sobre la mano que estimulaba su zona más íntima y a continuación sobre sus muslos y piernas, para acabar formando un charquito en el suelo.

-          Vaya que decepción- dijo Carmen mirando a su esclava con gesto disgustado- yo intento darte placer y tu te meas en mi mano- dijo levantándose para comenzar a limpiarse en el lavabo- parece que no me quieres tanto como esperaba de ti.

-          No Ama…la amo, la adoro… la quiero mucho… lo siento… era una prueba muy difícil…- dijo Vanesa entre sollozos tratando de encontrar una escusa que perdonase su falta- Soy una perra que no está a su nivel, pero por favor déjeme seguir a sus pies.

-          Lo siento Vanesa, ha sido divertido tenerte como esclava, pero me has fallado y no te puedo perdonar más veces- dijo Carmen comenzando a quitar las esposas que retenían las manos de su esclava a su espalda- yo y Gema nos marcharemos mañana por la mañana.

-          No Ama- dijo Vanesa ya con las manos libre, arrodillada, aprisionando las piernas de Carmen en busca del perdón- por favor, no me deje, no volveré a intentar quedar por encima Gema, se lo juro- dijo para a continuación echarse a llorar sobre los suaves y firmes muslos de Carmen.

-          Lo siento, no hay vuelta de hoja con este tema, ahora me voy a ir a acostar con mi única esclava y por favor no hagas demasiado ruido, Gema está exhausta de todo lo que ha tratado de agradarme esta noche.

Escuchar aquellas palabras de boca de su Dueña hizo que Vanesa la soltase, perdiendo todas las fuerzas que tenía, para pegar su cara al suelo mientras lloraba emitiendo fuertes sollozos, antes los que Carmen, para que no llegasen a oídos de Gema cerró la puerta.

Carmen no quedó tranquila hasta que escuchó como la puerta del baño volvía a abrirse para a continuación oír los pasos de Vanesa que se dirigían a su dormitorio, lugar en que se encerró para continuar llorando, ya sin contenerse en lo más mínimo, llegando a los oídos de la Dominante las muestras de tristeza que la decisión de la Dominante había producido en Vanesa.

Carmen durmió a pierna suelta cuando dejó de escuchar los sollozos de Vanesa, mientras abrazaba con fuerza el caliente cuerpo de Gema totalmente desnudo.

Carmen salió de la cama sobre las nueve de la mañana sin hacer el más ligero ruido, aquella mañana le tocaba hacerla el desayuno a Vanesa, pero lógicamente al haber sido relegada de su estatus de esclava no se presentó.

Carmen se puso su bata rosa sin hacer ningún ruido que pudiese despertar el profundo sueño en que estaba sumida su sumisa, para darse un ligero cepillado a su larga melena.

La chica fue al baño y comenzó a prepararse el desayuno, pensativa, para tomarlo con parsimonia para decidir lo que haría a continuación, lo cual decidió tan pronto como apuró la taza de café que se había preparado.

Carmen permaneció en silencio durante unos segundos ante la puerta de Vanesa para escuchar algún ruido tras ella, pero como no lo escuchó entró, encontrándose a la figura de la joven bajo las sábanas de su cama y con el rostro lleno de marcas negras debido al rímel que se la había corrido de las pestañas tras tantas lágrimas.

La intrusa, que no quería despertar a la que fuera su esclava de una forma excesivamente brusca, se sentó en uno de los lados de la cama para comenzar a zarandearla ligeramente.

-          Parece que has pasado una mala noche- dijo Carmen con una ligera sonrisa acariciando los rubios cabellos de Vanesa- Duele cuando la persona a la que amas te trata sin ninguna consideración ¿verdad?- preguntó Carmen en un susurro cuando vio como los enrojecidos ojos de su esclava comenzaban a abrirse.

-          Duele mucho- dijo Vanesa sin poder contener las lágrimas que se la escurrieron por las mejillas.

-          Pues esto que sientes tú de forma tan dura es lo que siente Gema cada vez que la haces esa clase de comentarios- le dijo Carmen seriamente- sé que Gema me ama a mí, pero también sé que a ti también te quiere mucho, con lo que estoy segura de que la idea de perdernos a las dos a la pobre le aterra- Vanesa la miró comprendiendo lo que Carmen le estaba explicado- el que tú tengas un mejor cuerpo y unos recursos económicos mucho mayores hace que se sienta insegura y como Ama suya que soy, no quiero que vuelva a sentir esa eso, no quiero que piense que no es digna de mí, porque lo es, al igual que lo serás tú si de aquí en adelanta cambias esas puyas que la lanzas por gestos de cariño.- Vanesa al oír aquello levantó sus sábanas de golpe para apretar su cuerpo desnudo contra la aterciopelada bata de Carmen.

-          Lo siento Ama, no sabía que la hiciese tanto daño- dijo sollozando- No volveré a hacerla sentir mal se lo juro, siento haber sido tan egoísta, solo la quería para mí e hice mucho daño Gema- dijo sin parar de llorar.

-          Sé que no lo harás, porque si lo haces lo que ha sido una mala noche por pensar que te había dejado se convertirá en algo definitivo.

-          No le daré motivos para hacerlo Ama, seré mucho más atenta con Gema, yo también la quiero a ella- dijo rápidamente.

-          Muy bien, de todos modos hay castigo para ti- dijo Carmen que lo había pensado durante su desayuno- el orgasmo que te tenía preparado para esta semana se retrasará 10 días más, estarás dos semanas sin poder dormir conmigo en las que nos llevarás el desayuno a la cama tanto a mí como a Gema y te ocuparás de pagar lo que cueste quitar el tatuaje del cuerpo de Gema.

-          Sí Ama, me parece adecuado- dijo la chica que habría dicho lo mismo ante cualquier otro castigo, ya que la sensación de volver a poder servir a su adorada Ama Carmen hacía que la penitencia no le pareciese para nada severa.

-          Bien, ahora duerme perrita- le dijo Carmen ayudándola a meterse en la cama y arropándola para acabar besándola en la frente- seguro que el sueño que te viene ahora será mucho más reparador.

-          Muchas gracias Ama- dijo Vanesa cambiando las lágrimas de tristeza que había vertido aquella noche, por lágrimas de alegría.

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo.