Alzado todo el tiempo 4 (los amigos de papá)
Juanito sigue encontrando lo que busca....
ALZADO TODO EL TIEMPO 4
(LOS AMIGOS DE PAPÁ)
Mi madre se propuso joderme aquella tardecita en que tuve que ir a buscar a mi padre al bar que frecuentaba, casi todos los días. Yo sabía que estaría enfrascado en alguna partida de truco y bueno por eso se había demorado para no sé qué cosa tenía que hacer con mi madre.
Así es que como estaba partí de mi casa. Y como estaba era una musculosa muy suelta, tenía calor y unos pantaloncitos cortos que demarcaban mi trasero llamativo y gustoso.
Entré al lugar y no había tanta gente. Enseguida ubique a mi padre que estaba a los gritos en una mesa. Me acerqué.
__¡Papá, mamá te espera!__ dije
__¡Ya, ya voy, espérame en la barra, dile a Juan que te sirva una gaseosa, no tardare!__ dijo y siguió jugando.
Fui hasta el mostrador donde estaba Juan, un hombre mayor que me conocía de siempre.
__¡Juanito!¿cómo estas chico lindo?__ preguntó sonriendo y mostrando sus musculosos brazos. Un leve sudor se escapo de mis narices que estaban ya totalmente alzadas por el olor a macho que había en aquel lugar.
__¡Bien y tu Juan, me das una gaseosa!
__¡Por supuesto, estoy para servirte!__ noté cierta ternura y sensualidad en aquel comentario. En eso estaban cuando entraron dos tipos un poco grandes ya, tal vez rondarían los cincuenta y pico, quizá sesenta. Eran grandes de cuerpo, me hicieron acordar enseguida a Tavo, y tuve un pequeño signo de nostalgia.
Se acercaron a La mesa en donde estaba mi padre y saludaron y hablaron con él. Miraron hacia donde yo estaba y sonrieron, luego de un momento en que intercambiaron quizá bromas, se acercaron al mostrador.
__¡Soy Ramón!__ dijo el que tenía el cabello gris y una barba de días sin afeitar
__¿Como estas Juanito? ¡soy Quique y somos amigos de tu padre!
__¡Ah que tal como están!__ dije yo
__¡Bien bien, pero no tanto como tú!__ susurró Ramón en mi oído
__¡Eres precioso, te lo han dicho, esas piernas que muestras, vi tu culito de lejos y es hermosos!
__¡Vieras como estoy apenas verte, eres una maravilla!
__¡Bueno pero que atrevidos son ustedes!__ dije risueño y a la vez caliente y al rojo vivo. Podía Olerlos cada vez que se acercaban a mi oído, hasta uno de ellos, no recuerdo cual, paso la punta de su lengua por mi oído. Haciéndome vibrar casi hasta que me acabo allí mismo. Mi verga estaba latiendo dura como piedra y mi culito babeaba de deseo.
Juan, el encargado del bar miraba y sus babas se caían, yo lo sabía, en tanto bebía, y aquellos vejetes ya uno, ya el otro, acariciaban mis muslos, y mi cola por sobre le pantaloncito, haciéndome enloquecer de calentura.
__¡Vamos Juanito, ya estoy!__ dijo mi padre desde unos metros y yo creí que me volvería loco de pasión. Sudaba. Mis pechitos erectos se veían a través de mi musculosa que tiraba agua por doquier.
Mi cabeza giraba enloquecida. Pensaba. Como podía encontrarme con aquellos machos calientes otra vez. Debía pensar rápido.
__¿Qué es lo que tienen que hacer con mamá?__ pregunté
__¡No se donde quiere ir. Ya me está esperando!__ así es que llegamos a casa que quedaba a menos de una cuadra del bar y apenas mis padres se fueron, salí desesperado a la calle otra vez. Me acerqué al bar. Cada vez menos gente quedaba por allí.
Miré por una ventana medio oculto y allí estaban los dos apoyados y bebiendo, dando grandes risotadas. Pensé que era una gran puta pero me sentía ardiendo, caliente, con unos deseos incontenibles de que una verga me poseyera.
Fueron saliendo los parroquianos y solamente quedaba un borracho durmiendo en la mesa del fondo, aspiré fuerte y mi calentura me llevó a entrar al bar nuevamente.
Ramón y Quique me vieron entrar y sonrieron. Me acerqué a ellos, mientras Juan limpiaba unos vasos largos casi sacándoles lustre.
__¡Pero que tenemos aquí!
__¡la noche será larga!__ dijo Ramón pasando su brazo por mi hombro y colocándome en medio de ellos.
__¡Juan qué esperas para cerrar ya!
__¡Tú dices!
__¡Ya es tarde nadie va a entrar, aparte tal vez, salgas ganando!__ dijo Ramón pasando de forma descarada sus manos por mis nalgas turgentes y calientes, hechas un vapor, sudaban de calentura y sentía que se humedecía cada vez mas mi agujerito que se agrandaba y dilataba.
__¡El cachorro quiere meneo, verdad corazón!
__¡Te gustan los machos maduros!__ afirmó sin dudar Quique.
Sus manos iban y venían por mis pechitos, por mi cola, por mis genitales , mi verga estaba al punto máximo, quería que ya me quitaran las ropas.
A su vez ellos guiaban mis manitos por sobre sus troncos semi dormidos, semi levantados, por sobre sus pantalones. Eran pedazos grandes.
Lo vi a Juan, el mesero, hablando con el dormido que estaba en las últimas mesas, el otro se levantó tambaleando y fue acompañado hasta la puerta gentilmente por aquel hombrón. Una vez que estuvo en la calle, empezó a bajar las cortinas. Los machos calientes y me habían desprendido el botón del pantalón corto y Ramón metía sus dedos largos por la rajita de mi cola emocionado y muy al palo.
Quique por su parte lamía mi cuellito, lo mordí echando espuma por la boca hasta que nos fundimos en un beso de lengua profundo y enloquecido.
Estaba en medio de aquellos dos salvajes maduros, que me metían mano por doquier. Ya me habían quitado la musculosa, y chupaban alternándose mis pechitos paraditos y duros,.
__¡Que lindas frutitas tienes, ahhhhh!!!
__¡Eres una perdición cariño!__ exclama Ramón y buscaba mi boca y me metía su lengua grande hasta la campanilla. Entreabriendo los ojos podía ver a Juan acercándose a nosotros solo mirando y dejando hacer a aquellos dos. Me bajaron el pantalón y se emocionaron de verdad cuando notaron que no llevaba ropa interior.
__¡Ohh yegüita, no llevas nada debajo solo quieres que te metan una gran verga!!
__¡Si papi, ¿Tu lo vas a hacer?
__¡Claro aquí tienes a tres machos alzados!__ decía Quique babeando mis labios, mordiéndolos, apretando mis tetillas
__¿No es cierto Juan?¡Tu también vas a probar este bocado!
__¡Es lo que quiero hacer desde hace un rato!__ dice el mesero cachondo y tan caliente como todos nosotros.
Los dedos de Ramón se pierden en mi agujerito.
__¡Ohhh que putita eres jovencito, tienes cremita en el ojete!
__¡Es para ti papi, para que entre todo lo que tienes, ahhh!__ los dedos van y vienen fácilmente y ellos ya tienen sus ropas por doquier. Están desnudos y con sus potentes fierros parados y apuntando hacía mi.
No es la primera vez que cierran el bar para cogerse a un pendejo como yo, se nota que tienen experiencia y que han hecho gozar a varios chicos tan putitos como yo.
Quique me besa y yo aprieto su pedazo, lo masajeo, lo masturbo, está muy duro, en tanto Ramón me acaricia las nalgas con su pedazo, lo restriega en mis firmes nalgotas, buscando mi agujero de parado nomás quiere meter aquel garrote hasta lo más profundo.
Con la lengua de Quique en mi boca me aferró a las bolas gordas de aquel macho con un mano y con la otra atrapo el garrote de Ramón y también lo masajeo, dando rienda suelta a los gemidos y ronquidos pesados de ambos machos maduros llenos de leche para mí.
Bajo muy despacio en medio de los dos y atrapo sus vergas disponibles con mi boca. primero una, luego la otra, son grandes, tengo que abrir mucho mi boca y no alcanzo a meter en toda su extensión a esos pedazos de carne rocosos, febriles, calientes.
__¡Ohhh que puton resultaste Juanito!__ exclamaba Ramón
__¡Quiero cogerte ya, ahhh, pequeño diablillo, que linda boca tienes!!__ susurraba Quique empujando mi boca contra su vara, hasta casi ahogarme y provocar en mi un vómito de saliva. Entre ellos además se pellizcaban sus pezones gordos y gruesos y con muchos vellos finos alrededor.
Me colgué de las bolas de ambos y las exclamaciones aturdieron el lugar. Los tenía bajo mi lengua a aquellos dos maduros calientes.
En eso sentí una lengua en mi cola dilatada ya y babeante. Supe que era Juan el que se extasiaba con mi ojete. Su lengua perforó de inmediato y chupo, y beso y mamo aquel agujerito presto y muy caliente. La pasaba por mis huevos y alcanzaba a pasar un poco por mi pija reventada de dureza y a punto de estallar en mil escupitajos.
Metió un dedo en mi cola que se iba para atrás, al encuentro del grueso dedo del mesero que refunfuñaba y susurraba palabras en mi oído, eso hacía que yo chupara mas fervientemente los pedazos de carne de Ramón y Quique que estaban a punto de regarme con sus leches.
__¡Cariño…ohhh cariño….voy a acabarte, quieres mi leche, cariño, la quieres, ahhh!
__¡Vamos, te vas a tragar mi lechita hermosa putita, ya viene, ya viene, ahhh!!!__ los dos machos con sus troncos hinchados, fueron largando respectivamente cataratas de leche sobre mi rostro, mis mejillas, mi boca, tragué lo que más pude abriendo mi boca como si fuera una ballena tragona.
Los dos pedazos de aquellos machos me llenaron totalmente salpicando mis pezones, todo mientras Juan no dejaba de escarbar mi ojete explosivo.
Yo seguía chupando hasta dejar sin nada las porongas de Quique y Ramón que explotaban en gemidos y acariciaban mis cabellos abundantes y finos.
Hicieron que me pusiera de pie, y ahora quedaba entre los tres machos. Juan ya estaba desnudo también y con su fierro firme, yo acariciaba la cabeza del pedazo duro , en tanto aquellos machos se regodeaban acariciando mis pechitos, metiendo los dedos en mi ojete, restregando sus bichos semi dormidos en mis muslos.
__¡Vamos a ponernos más cómodos!__ propuso Juan luego de sacar su lengua de mi boca. Me tomaron de las manos. Y nos dirigimos a otra parte del bar que yo no conocía.-