Álvarez, paga tus deudas II

El bueno de Álvarez no ha logrado reunir el dinero y su mujer e hijas pagarán las consecuencias.

A las 17:00 del día siguiente, el jefe, el mulato y un sicario llamado "Ruso" se presentaron de nuevo en la vivienda de los Álvarez, un coqueto chalé en una de las urbanizaciones más exclusivas del norte de Madrid. El propio Álvarez les habría la puerta.

-Bueno, Álvarez. ¿Y bien? ¿Has podido reunir la pasta?

-Me faltan únicamente 10.000, pero mi mujer ha salido a casa de mi cuñada y volverá con el dinero en cualquier momento.

-¿Qué coño es eso de que tu mujer no está en casa? -preguntó el jefe, visiblemente contrariado.

-Sí, en fin, como le digo... nos faltaba una parte y su hermana ha accedido a prestárnosla... no había manera más rápida de reunir el dinero que yendo a buscarlo en metálico. Si nos enredábamos con bancos...

-Bueno, venga, no me cuentes tu vida. Espero que aparezca pronto y que de verdad traiga el dinero. ¿Y tu hija Paula? ¿Qué hace que no tiene aquí su culo para alegrarme la tarde?

-Bueno... ellas... es decir, mis hijas...

-Arranca, imbécil.

-Vaya, que no están. Es decir, como he logrado reunir el dinero supuse que...

-¡QUE NO ESTÁN! -el jefe lo agarró por el cuello, absolutamente encolerizado y rojo de ira.-

-Lo... lo sien...

-Más lo vas a sentir, ya lo verás -lo soltó-. Está bien -dijo, recobrando la calma-, son las... 17:05 horas. Dices que has reunido la pasta y que por eso ellas no están. Bien, trae el dinero.

-De acuerdo, iré a por la parte que tengo aquí.

-La parte no, Álvarez. Todo. Ahora.

-Pero... pero acabo de decirle que mi esposa... en fin, estará a punto de llegar, ella...

-Yo no veo a la cerda de tu mujer, tampoco veo a las furcias de tus hijas y, por descontado, no veo tampoco TO-DO el dinero. Entonces, maldito desgraciado, no solo no has cumplido el trato, sino que tengo la impresión de que te estás riendo de mí.

-No, de ningún modo, yo solo...

-Tú solo has pensado que si encontraba aquí a tus hijas y no estaba toda la pasta nos las íbamos a follar otra vez, pero eso es poco para lo que va a ocurrir ahora. Porque con nosotros, jodido subnormal, no se juega.

-De verdad que lo siento, escuche... espere solo unos minutos, mi mujer...

-A tu mujer la vamos a llamar ahora mismo. Saca el móvil, marca su número y dame el teléfono.

-Aquí tiene.

-¿Cerdita? ¿Sí? Hola, soy el que se folló el culo de tu hija mayor ayer, ¿te acuerdas? Ya... ya, imagino que te acuerdas. Te cuento, estamos aquí con el cornudo de tu marido que me está diciendo que le gustaría que vinieses a mamársela otra vez al cubano. ¿Que no tienes aún el dinero? ¡Ah, eso no importa! Tú vente, invéntale alguna excusa a tu hermana, dile que cuando lo tenga te avise y pasas a por él. Ya... sí, entiendo, pero mira, cerdita, es que el cornudo está empeñado en verte de rodillas comiendo rabo de nuevo, ya verás, te lo paso.

-¿Ho... hola? ¿Elena? Ven, por favor, la cosa se ha puesto fea y... -Álvarez hablaba con la pistola del Ruso en los huevos.

-No le digas a la cerda que la cosa se ha puesto fea, dile que quieres verla comer rabo. Humíllate como sabes o será peor -el jefe hablaba en un tono pausado que en ningún momento disimulaba la ira que sentía.

-Mira, Elena, tienes...

-Cerda, se llama cerda. O señora de don Cornudo, como prefieras.

-Mira, cerda, vente para casa enseguida que... -sintió el frío de la pipa en el vientre- que estoy deseando ver como se la trabajas al maromo este.

-Muy bien, Álvarez -le quitó el teléfono y colgó el aparato-, ves como sabes expresarte como es debido. En fin, te diré lo que haremos, dado no tengo aquí a Paula para gozarme su culo serás tú el que tenga que entregar el ojete. Por supuesto no seré yo quien te encule, sino Dayron que la tiene más gorda y además le pago muy bien y no tendrá inconveniente en montarte aunque no le gustes tanto como la cerdita de tu mujer. ¿Verdad, negro?

-Correcto, jefe. No es el primer moroso al que le rompo el culo.

El mulato empezó a desabrocharse los pantalones y, a una seña del Ruso, el propio Álvarez comenzó a bajarse los suyos. El hombre estaba lívido, pero palideció más todavía cuando vio de cerca la enorme herramienta del cubano, la cual aún flaccida le parecía de un tamaño sobrenatural. Dayron le escupió en el ojete un par de veces, inclinado como estaba el pobre Álvarez contra la mesa del comedor, mientras se pajeaba para ponerse el miembro en erección. Cuando el mulato estuvo a punto, y en el preciso instante en que apoyaba la cabeza de su rabo en el orificio de Álvarez y se disponía a embestir, Paula apareció en lo alto de las escaleras que llevaban a los dormitorios de la vivienda. Llevaba un top que marcaba sus firmes tetas -no del tamaño de las de su hermana Norma, pero desde luego también considerables y sobre todo muy bien puestas- y un vaquero tan ceñido que dejaba poco o nada a la imaginación.

-¡Nooo! ¡Esperad, por favor! -gritó desde lo alto de la escalera.

-¡Pero mirad a quién tenemos aquí! Así que nos habías mentido, ¿eh, Álvarez?

-¡Paula, por favor, vuelve a tu cuarto! ¡Esto estaba hablado!

-No, papá, no pienso irme. Soy ya una adulta y tomo mis propias decisiones. No quiero que tengas que poner el culo cuando yo lo he hecho muchas veces y una más no va a marcar una gran diferencia.

-¡Paula!

-¡Shhh! Calla, Álvarez, deja hablar a tu hija, que gracias a ella conservas los cojones y puede que ahora el ojete virgen. Continúa, Paula -el jefe no podía disimular la excitación en su tono de voz; no en vano había deseado con todas sus fuerzas que Álvarez no reuniese el dinero y así tener la excusa para encular de nuevo a su hija. En las organizaciones como la suya habían una serie de códigos, y él sabía que si volvía a tomar por la fuerza a la familia de un moroso solo por placer, aquello dejaría de ser un aliciente para que los deudores pagasen. Al fin y al cabo, los morosos pagaban para que no abusasen de nuevo de sus mujeres, para que no los castraran, etc. Y él sabía que ante la perspectiva de que lo hiciesen de todos modos, y sin nada que perder, alguno acabaría por ir a la policía. Pero ahora tenía de nuevo a Paula allí, a escasos metros de él, vestida como una calientapollas para excitarlo -no le cabía duda- y lograr sacar a su padre del apuro, y eso lo volvía loco de deseo.

-Por favor -retomó la palabra la joven-, deje que sea yo la que tome por el culo en lugar de mi padre.

Tras decir esto, la muchacha descendió los escalones restantes, se acercó al mulato que seguía con la polla fuera, y ahora bien tiesa ante la perspectiva de taladrar un culo mucho más apetecible, se dio la vuelta y empezó a desabrocharse aquellos jeans ceñidos. El cubano se acercó a ella y le puso las manos en las caderas, mientras ella seguía pugnando por liberarse de aquella prenda tan ajustada y poder ofrecer su orificio al negro.

-¡Un momento, Dayron! -gritó el jefe.

-¡Vaya, jefe, ya me supongo lo que me va a decir! -Rezongó con resignación.

-De este trabajo me ocuparé yo -continuó el cabecilla-, ve arriba a por la hermana, que seguro que está también escondida, y desahógate con ella.

-¡A sus órdenes, jefe! -dijo, ya algo más animado.

-Por favor, señor, permita que mi hermana se mantenga al margen de esto. Yo los satisfaré a todos, de verdad. Confíe en mí.

-No lo dudo, Paulita, pero -bajó la voz y la miró a los ojos- tú eres para mí. No te bajes todavía el pantalón, me encanta cómo te queda. Date una vuelta meneando el trasero y después vuelve aquí y hazme una buena mamada para empezar la tarde.

La joven obedeció, mientras el jefe se quitaba la ropa, quedánse únicamente en bóxers. La muchacha se acercó a él, se arrodilló y empezó a mordisquearle suavemente el miembro por encima de los calzoncillos. El hombre se sentía enloquecer.

-Joder, Pau... Uff, eso es.

-Por favor, perdone a mi hermana. Ella nunca ha tenido sexo anal, se lo juro. Nunca se ha atrevido a hacerlo y ese mulato la va a destrozar con ese pollón que tiene... aunque a mí me gusta más el suyo -tras decir esto último, le bajó los bóxers con la boca, tirando desde la goma con los dientes. Una vez los calzoncillos cayeron al suelo, Paula puso sus dos manos en las nalgas del cabecilla y empezó a mamarle la polla con devoción.

-Joder... Paula, uffff, ohhh. ¡Dios, cómo la chupas! Está... está, bien. Dayron, que, ohh, joder, que la tetona te la mame, respétale el culo.

-Gracias, slurppp, señor. Muchas smuaaaash, gracias.

El mulato subió las escaleras y bajó con Norma agarrada de los pelos. La pequeña de los Álvarez llevaba una camiseta básica, sin escote, que igualmente no lograba disimular sus dos enormes ubres. El cubano se la arrancó literalmente, también el sujetador, y empezó a comerle las tetas como un animal. Cuando se cansó, arrodilló a la chica y empezó a follarle la boca. En ese momento, Álvarez lanzó una tímida protesta, probablemente pensando que su otra hija, si advertía el trato hacia su hermana, lograría convencer al jefe de que la tratasen con más cuidado.

-Vaya, me había olvidado de... oh, sí, sigue chupando, Pau... me había olvidado de ti, Álvarez. Te voy a enseñar a estar calladito y no quejarte, a que... uhff, joder, qué boca tienes..., decía que te voy a enseñar el lugar que te corresponde. Ponte aquí, a cuatro patas. Eso es, sí, justo detrás de mí.

Álvarez obedeció, amenazado en todo momento por la pistola del Ruso, y se puso a cuatro patas detrás del jefe. Este, entonces, se sentó sobre la espalda de Álvarez, quien actuaba con su cuerpo a modo de banco. Fue así como el deudor hubo de servir de asiento a su asaltante mientras su propia hija le hacía una mamada a aquel indeseable.

-Sé que esto es una... ohhh, una putada para ti... ohm, joder. Sé que es una putada, Pau, pero tu viejo debe aprender la lección.

-No se preocupe, slurppp, smuassshhh, entiendo perfectamente que usted, slurrrppp, debe hacerse respetar. Smuaasssssh, slurrrrrrp, solo le pido que no le haga ningún daño físico, slurrrp.

Y en ese momento, con su hija Norma recibiendo hasta la garganta la polla de su semental y su otra hija chupándosela a otro hombre sentado en su marido, Elena llegó a la casa. El jefe retiró la polla de la boca de Paula y se dirigió hacia la recién llegada.

-A ti te quería ver yo, cerdita -dijo, agarrándole el rostro-. ¿Tú estabas al tanto de esto? ¿Sabías que las niñas estaban escondidas arriba, verdad?

-Yo...

-Contesta, zorra.

-¡Por favor, deje a mi madre!

-¡Silencio, Paula! No te crezcas o también lo pagarás. Para mí no eres más que una boca y un ojete, no lo olvides -mentía y lo sabía, empezaba a obsersionarle con la muchacha, que con 19 añitos le había sabido dar más placer que otras mujeres mucho más expertas que solía frecuentar.

-Perdone, sí -sollozaba la madre-, sí que estaba al tanto... Solo queríamos protegerlas a ellas. Mi marido y yo acordamos que, ya que tendríamos el dinero, ellas podrían quedarse al margen.

-Sí, pero las decisiones las tomo yo, cerda. No el cornudo pufero ni la cerdita comepollas.

-Lo sé, lo siento mucho.

-Ahora vas a trabajarte al Ruso, que el pobre estaba aburrido -se rió-, pero primero quiero que me la chupes un poco para ver si realmente lo de Paula es de familia.

Aquello no le gustó a la joven, quien por un instante dirigió a su captor una mirada desafiante, mientras su madre se arrodillaba ante él dispuesta a darle placer con su boca y evitar así males mayores.

-Muaasch, slurrrm, slurppp...

-Joder, pues sí que la mama bien, Dayron, tenías razón. Aunque me temo que no a la altura de la niña -Paula se ruborizó-. Vamos, cerda, sigue comiendo.

-Muuuuarmmm, sluarrrrpp...

-Joder, la verdad es que le pones ganas, cerdita. Trabaja mis cojones también.

-Ñammm, sgruuuup.

-Uuuuh, eso es... Menuda comecojones es la cerda esta.

-¡Jefe!

-Dime, Day.

-Me voy a correr, ¿en la boca de Normita?

-De ningún modo, ya hemos tenido mucha paciencia con esta gente y se nos suben a las barbas. Les perdonamos que no tengan el dinero al completo por segundo día, le perdonamos los cojones al padre ayer, le perdonamos el culo al padre hoy, le perdonamos a la pequeña marcarle la cara ayer... ¡se van a pensar que ellos dictan las normas y mañana, cuando vengamos a cobrar de nuevo, serán ellos los que nos den por culo!

-¿Entonces, jefe? ¡¡¡Que me corro!!!

-Córrete en su coño, y si no quiere quedarse preñada que vaya a por la píldorita del día después. Seguro que no es la primera, ¿eh, tetona?

Ante el llanto desolado de la madre, a quien entre tanto el Ruso había empezado a desnudar con violencia, la náusea del padre a cuatro patas y la queja airada de Paula, la hija pequeña vio como aquel mulato le clavaba la polla en su coñito y, tras cuatro o cinco rítmicas embestidas que la dejaron temblando, le llenaba su fértil vientre de su esperma.

-Paula, que sea la última vez que te oigo cuestionarme. Una más y le corto los huevos a papá y te hago un collar con ellos.

-Perdón... sé que no soy nadie para contrariarlo a usted, pero me esfuerzo por ser una puta de primera y ayudar a mi familia y luego...

-Y luego nada. Lo haces muy bien, y gracias a eso tu padre tiene cojones y el culo virgen. Pero tu hermana no se esfuerza como tú y tu madre, y ya eran horas de que recibiese su merecido. Venga, ahora vas a demostrarme hasta qué punto te sometes ante mí. Si lo haces bien, nos iremos y todo habrá terminado por hoy.

-De acuerdo, señor.

-Quiero que me ofrezcas el culo para montarte como ayer, pero quiero montarte encima de tu viejo.

-Supongo que de nada serviría protestar...

-Exacto. Sé razonable. Siento que tengas que pasar por esto, pero es lo justo. Tu recibes por el culo por ser tan calientapollas y vestir con esos pantalones a diario, y tu padre recibe esta humillación por ser un puto moroso de mierda.

-Está bien.

Y dicho lo cual, la muchacha se bajó, no sin dificultad, aquellos ceñidísimos jeans azules, pusó el culo en pompa, se apartó el tanga y se recostó boca abajo sobre la espalda de su padre, quien arqueado a cuatro patas sobre la moqueta recibió la mayor humillación de toda su vida.

-Ya ves, uh, ahm, -dijo el cabecilla, mientras empujaba su miembro en el ano de la chica-, ya ves lo que pasa por ser un pufero de mierda. UUuuhm, acabas por tener a tu hija ooohh tomandooo por el culooo encima de oohh de ti!!! Toma, Pau -continúo, absolutamente poseído por la lujuria-: toma por culo, joder. ¡Mira cómo tu macho te da por el culo! UhhhhhhhhAAAAHhhh

-Ahhh, oohhh, sí, joder, móntame, móntame, cabrón -era la primera vez que ella lo tuteaba.

-Pau, Paaaau, sí, Paaau, joder, toma por culo, tomaaa poooor culoooo.

-Jódeme, vamos, ¡jódeme bien! -ella parecía también fuera de sí, absolutamente desinhibida, recibiendo una polla apoyada sobre la espalda desnuda de su padre.

-¡¡¡¡Me voy a correr, joder!!!!

Y tras decir aquello, desmontó a la muchacha, retiró el miembro de su ano, y ella de inmediato supo qué debía hacer. Arrodillándose ante su macho, recibió en su cara una abundante lefada, la cual él le extendió por el rostro y el cabello untándosela con la polla. Para finalizar, ella le limpió el miembro a lametones y le dio las gracias, tratándolo de nuevo de usted.

-Muchas gracias por su semen. Ha sido un honor. Le ruego que hoy acepte de nuevo mis pantalones como trofeo.

-Joder, Pau. En serio, guau, ha sido una pasada. Dile a tu viejo que ya puede ponerse de pie. Creo que tu madre también ha terminado con el Ruso, así que nos vamos. Si mañana no tienes la pasta, Álvarez, nada de trucos, o será peor que hoy. Si la tienes -miró ahora de nuevo a Paula-, me joderá no volver a catar este ojete -le dio un par de palmadas en el trasero a la muchacha-, pero que sepas, Paula, que lo que te dije ayer iba en serio. Si algún día tienes cualquier problema, cuentas con protección.

Continuará... POR FAVOR, VUESTROS VOTOS Y TAMBIÉN VUESTROS COMENTARIOS ME MOTIVAN Y AYUDAN EN MI TRABAJO.

Gracias por leerme.