Alumna y Profesora - Después de Clases 1

Dejo escapar un resoplido y giro rápidamente, no quiero llegar mas tarde de lo necesario a mi primera clase, el problema es que ya hay alguien detrás de mí y al chocar contra ella le hago derramar su café sobre una elegante chaqueta azul oscuro.

+ Hay historias de amor que nunca terminan. Que se esconden tras la vuelta de tu esquina +

La academia Lixeth es el colegio más caro y exclusivo del país, como mi petulante madre bien se ha encargado de comunicar a todo el infortunado que se cruza en su camino.

Fundada en 1778, es el cuarto colegio más antiguo de América y tiene el riguroso objetivo de preparar a sus estudiantes para afrontar los grandes retos del mundo. Entre sus ex alumnas figuran notables artistas que han puesto por las nubes la fama de la institución.

Pero yo sólo soy la hija de un comerciante. Hice un estúpido ensayo y ahora siento que hasta mi forma de caminar es incorrecta mientras me muevo entre las jactanciosas estudiantes que suben uno a uno los peldaños para internarse en el majestuoso edificio.

Por fin estoy aquí. Academia Lixeth.

Supongo que tengo suerte, gané una beca para el mejor colegio del país. No debería sentirme estúpida tan sólo porque no sé caminar recta.

Casi inconscientemente uso la palma de mis manos para estirar la corta falda verde pino que hace juego con un listón en el cuello del mismo tono, el cual reposa desfallecido sobre una blusa blanca tan ajustada que siento que me ahoga y el ridículo saco, también verde, me mantiene sudando, ¿o son los nervios? Da igual, me he probado este uniforme las veces suficientes como para decir que este color no me favorece.

Apenas llego al recibidor puedo darme cuenta que este instituto es más de lo que pude haber imaginado, los altos techos y perfectamente esculpidas columnas revelan que fue construido para instruir a la élite. Observo a mi alrededor un tanto extraviada y el único indicio de ayuda parece ser una chica rubia que está detrás de un brillante de escritorio. Fácilmente adivino que es la recepción, así que me dirijo a ella.

—Buen día, soy Briana Cruz…

—Señorita Cruz, bienvenida a Lixeth, la estábamos esperando —me interrumpe con una gentil sonrisa que me relaja.

Pero la calma no dura mucho, enseguida procede en entregarme un millón de cosas y habla tan rápido que mi cerebro sólo se enfoca en lo importarte. Mi plan de estudios, un mapa de la academia y que debo dirigirme a la oficina de la rectora… ¿cómo ha dicho que se llama?

Bien, dijo elevador, tercer piso. Puedo apañármelas con ese dato ya que la recepcionista se ha hecho a un lado para atender a otra estudiante, dejándome con la boca abierta, sin saber cuál de todas mis dudas es la más urgente.

Dejo escapar un resoplido y giro rápidamente, no quiero llegar mas tarde de lo necesario a mi primera clase, el problema es que ya hay alguien detrás de mí y al chocar contra ella le hago derramar su café sobre una elegante chaqueta azul oscuro.

+ Hay espacio, hay dolor, hay deseo. Corazones en el aire llenos de agujeros […]+

Abro los ojos como platos, alarmada, mientras estos asciendes casi dramáticamente hasta mirarla a la cara.

Lleva el cabello peinado en un moño suelto, y el maquillaje ahumado en sus ojos resalta el azul grisáceo de unas pupilas que ojalá no me estuviesen fulminando.

—Lo… lo lamento —balbuceo asustada.

—Su nombre —demandas con hostilidad.

—Julia… Julia Salazar.

Debo estar loca ¿por qué no le he dicho mi verdadero nombre?

Bueno a decir verdad no quiero problemas en mi primer día y esta mujer tiene pinta de darlos.

Sus iracundos y bonitos ojos me analizan cuidadosamente, haciéndome sentir que he llegado de otro planeta y yo, aunque me gustaría contemplar lo guapa que es, no me atrevo a levantar la vista hasta que declara.

—Apártese de mi camino, señorita Salazar —suelta mi apellido apretando los dientes.

Asiento con torpeza y me hago humo.

Estoy jodida y lo único que deseo es no volver a ver a esta mujer nunca más en mi vida.

Muevo la cabeza como si estuviese alejando a un latoso insecto volador y me dirijo al ascensor, pero claro, soy Briana, la perdida Cruz, y me toma demasiado tiempo dar con la puerta cuya placa reza.

«M.Ed.: E. Evans»

Me aproximo a la secretaria, quién al igual que la recepcionista ya está al tanto de mi llegada y me anuncia con la rectora no sin antes señalar que llego tarde.

Llegué con tiempo de sobra, pero me perdí. Intento decírselo con una mirada mientras me sostiene la puerta de ébano para que entre a la oficina.

—Buen día, señorita Cruz —la rectora Evans se levanta y extiende su mano hacia mí— es un gusto por fin recibirla en Lixeth. Por varias semanas pensamos que rechazaría nuestra oferta.

Necesité más tiempo del necesario para aceptar mudarme al otro lado del país. Aun no estoy segura de mi decisión, pero mientras estrecho la mano de aquella pelirroja de ojos azules presiento que ya no puedo echarme para atrás, de alguna forma se siente como pactar con el diablo.

—Hola… buen día —es todo lo que puedo decir.

—Leer su ensayo sobre la actualidad de la tragedia fue una experiencia formidable y créame que Lixeth tiene mucho que aportar a su ya brillante capacidad de análisis.

Con un gesto me invita a sentarme frente a ella y obedezco como si hubiese sido programada para ello.

—Muchas gracias. Para mí fue toda una sorpresa ser considerada para su beca.

—Cuando leímos su trabajo no quedó ninguna duda, usted es la…

Se ve interrumpida cuando una puerta a la derecha se abre y de ella sale una mujer alta, de cabello negro y cuya arponeante mirada ya he enfrentado antes.

Se acomoda una blusa gris y su cabello luce un tanto desarreglado. Bueno, prácticamente llené de café su saco, supongo que tendría que cambiarse en algún sitio.

—Buen día, profesora…

—Debo ir a clase —interrumpe mirando un reloj dorado en su muñeca— nos vemos luego.

+ Hay tanto a elegir. Y tú y yo aquel día coincidir […]+

Camina hacia la puerta y justo en ese momento alguien llama, al abrirla la joven secretaria agacha la cabeza temerosa, es un alivio saber que no soy la ´única que se asusta al verla.

Detrás de la secretaria está una chica rubia, que porta el mismo informe que yo. Le sonríe educadamente, pero la profesora pasa junto a ellas rápidamente sin prestarles atención.

—Rectora Evans, la señorita Allen está aquí.

—Claro, adelante —invita amablemente— no perdamos más el tiempo.

Me da algunas instrucciones y me presenta a la rubia como presidenta estudiantil, la chica más brillante del Lixeth, y me llevo una sorpresa al darme cuenta que también está aquí por una beca. Cualquiera al verla podría decir tiene origen noble, o al menos millonaria si es. Vaya que esta mujer podría entra al castillo de Windsor y ningún guardia la detendría. Por suerte es gentil, atenta y cuando salimos de la oficina me da breves señales para no perderme, mientras me conduce a la sala donde tendré mi primera clase.

«Historia del Arte Teatral»

—Debes entrar ya, es tarde y créeme que no quieres problemas con Prado.

El nombre de la profesora está sobre una placa de metálica en la puerta.

«L.FL.: A. Prado»

—¿Algún consejo para sobrevivir aquí?

Ella señala la entrada sin detenerse a pensarlo ni por un segundo.

—No te metas en problemas con ella —en voz baja añade— Es una bruja.

Me rio de su comentario. Supongo que en todos los colegios hay una, y ya aprendí a no acercarme a ellas. Así que…

—Al fin decidió honrar a esta clase con su calamitosa presencia, señorita Cruz —la voz que me recibe apenas abro la puerta me hace tragar en seco.

+ Era tu historia, se cruzó con la mía. Tanta gente, tanta gente ahí fuera, y coincidir aquel día […]+

La bruja Prado, aún desde la entrada puedo sentir como su mirada fulminante me ataca sin piedad.

¿Por qué a mí?

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Empezamos con el pie izquierdo, ¿podemos dominar el mal genio de la profesora Padro?

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besos de tres