Alta traición. 1/2

Y cuando estábamos por acabar sentimos ruidos en el portoncito de la casa de mi abuela, había venido con dos parejas, sus amigos gallegos.

ALTA TRAICIÓN 1/2.

Estoy sentado en una banqueta de plástico bajo la ducha, en los vestuarios del club, acabamos de jugar los partidos de fútbol de todos los viernes…

Tengo que adelgazar…

Voy a salir a correr…

Cuando se escapó Cacho por el lateral derecho y lo tuve que correr casi muero en el intento, ya no estoy para esos piques, menos mal que lo pude alcanzar y tirar la pelota afuera, si casi muero en el intento y hace el gol, me moría en serio ja ja.

Mientras me relajo bajo el agua caliente tratando de serenarme por el cansancio de los partidos y por lo que se me avecina, al ir relajándome acaba de pasar mi vida por mi cabeza…

Los viernes a la noche venimos al club, a jugar partidos de fútbol, somos varios los que venimos, mis seis amigos y yo y un montón de gente más, armamos equipos de cinco y el equipo que gana sigue jugando, como ya no somos pendejos nos cansamos y rotamos para jugar…

Yo cumplí 50 la semana pasada y mis amigos también están por ahí…

Hasta terminar la primaria viví en un pueblo a cuatrocientos kilómetros de dónde estoy viviendo ahora…

Mi padre José Flores y mi madre Juana Molina me llevan los dos 35 años, tanto mi padre como mi madre apenas terminar yo la primaria, recibieron un ascenso en su trabajo bancario y nos vinimos a vivir cerca de la capital y más cerca de mi abuela materna…

Mi padre tenía que hacerse cargo de la gerencia de un banco acá en un barrio populoso de la provincia, muy cercano a la capital, y mi madre venía como contadora al mismo banco…

Pasamos de vivir en una casa amplia de planta baja en un pueblo a un departamento de tres dormitorios en un moderno edificio ubicado muy cerca de la estación del ferrocarril.

A mis padres les quedaba el banco a dos cuadras…

En el departamento de enfrente vivía José Luis, de mi misma edad, en el de al lado Carlos también de mi edad, otro amigo, creo que tiene dos años más que yo es Antonio que vivía a cinco cuadras de casa, con ellos y con Luis otro también de mi edad que estudiamos juntos la secundaria hicimos la pandilla.

Yo soy Rubén Flores, de 1,70 de estatura, siempre fui gordito, pesaba casi 100 kilos, me quedó el apodo de gordo, bueno ahora lo tengo bien puesto, estoy en 110 kilos, digo que gordito ya que fui cuando muchacho, muy ágil, jugaba bien al fútbol, al pádel, al tenis, a lo que jugáramos, menos al básquet,  en ese deporte nunca me fue bien, decía que a lo que jugáramos lo hacía bien, a nadar también andaba bien, decía que los cinco, Carlos, José Luis, Luis, Antonio y yo Rubén formamos una barra de amigos inseparables…

A Antonio y a Carlos no les gustó mucho la secundaria, hicieron unos años y después dejaron, cada uno ahora tiene negocio y les va bastante bien, José Luis estudió el comercial, ha trabajado varios años en la municipalidad y en diferentes lados, a veces le iba bien otras para la mierda…

Luis y yo después de terminar la secundaria estudiamos de docentes, y nos recibimos de profesores de enseñanza primaria (maestros), entramos después a trabajar en el sistema educativo, tanto Luis como yo nos casamos, Luis se fue a vivir a Córdoba una provincia a 800 kilómetros de acá, cuando se separó volvió a la barra…

A Andrés lo conocí trabajando en una escuela, igual que a Quico, a los dos los integré a la barra de amigos ya éramos siete…

Con Cristina éramos compañeros de aula en el magisterio, yo me sentaba con Luis en el primer banco, el que está contra el pasillo, al lado de la puerta de entrada, más lejos del escritorio de los profesores, ella detrás nuestro con Elba, Elba tenía dos años más que nosotros, se la notaba más mujer, tenía novio hace mucho y parece que cogía seguido, nosotros éramos todos vírgenes, lo reconocimos en charla de cuatro…

Cristina era una chica más bien bajita, medía 1,60, con un cuerpo hermoso, con pechos redonditos, muy suaves, se amoldaban a mis manos ja ja, una cola paradita, ojos marrones claros, pelo negro y una preciosura de cara, estaba enamorado ja ja.

Empezamos a tener “cartitas” entre los dos, una especie de juego, me resultaba menos vergonzoso escribirle algo picante que decírselo, tanto Elba como Luis cuando lo descubrieron empezaron a decirnos que éramos novios…

Y tanto insistieron los compañeros que al final se lo pedí, fue en un baile, en el club del barrio, el mismo club en el que estoy ahora…

Fue un sábado a la noche, se había armado una salida en grupo, iríamos varios chicos y muchas chicas a bailar, me acuerdo como si fuera hoy, mientras bailábamos todos los compañeros y compañeras nos miraban.

_Te quiero y quiero que seas mi novia le dije, no estuve muy original…

_Dejame pensarlo me dijo…

A los segundos volví a la carga.

_Lo pensaste…

Me dijo que sí.

Le di un pico de sorpresa, todos estaban esperando el momento y nos felicitaron y abrazaron…

Cristina pasó a sentarse adelante conmigo y Luis atrás con Elba…

Antonio tenía un amigo, Roberto, como cinco años más grande que nosotros, nos llevó a un prostíbulo, íbamos a debutar, por lo menos yo, bueno parece que algunos amigos  también…

Los cinco amigos y Roberto entramos al lugar, mucho humo, luces tenues, chicas con poca ropa, había que comprar fichas, con una ficha te hacían una chupada con dos fichas una cogida rápida y seguía la oferta, meterla por el culo, que te traguen la leche, todo era cuestión de fichas que no salían baratas para mí que no trabajaba, pude pagar dos fichas, se la tenías que dar a la chica que elegías, elegí una morochita bajita de buenas tetas, me llevó de la mano dentro de un cuartucho, que tenía una cama de una plaza, me bajó el pantalón, el calzoncillo me puso el forro, se acostó levantó su pollera, se abrió de piernas y me dijo…

_vení acostate acá, entre mis piernas y metémela…

Con el pantalón y el calzoncillo en los tobillos tuve que hacer equilibrio para meterme entre sus piernas.

Me agarró la pija y la puso en la entrada de su concha…

_Empujá…

Y en tres o cuatro metidas y sacadas acabé…

Se levantó a los pedos…

Mi primera experiencia sexual no pudo haber sido más desastrosa…

El que me avivó fue José Luis, que tenía que ser muy discreto, que no se lo dijera a nadie, el asunto es que la señora Doris del segundo piso, cogía con él desde hace dos días y dijo que si yo quería también podía ir, eso sí distintos días, con los dos juntos no quería…

_Boludo no me está cargando, mirá si voy y me saca cagando, después mis viejos me cuelgan…

_No bolu, es de verdad, tendrías que ir mañana a las cuatro de la tarde…

_Y cómo hago…

_Y a las cuatro de la tarde le golpeas la puerta del departamento y listo, después arreglátelas que sé yo cómo sos vos con las mujeres…

Ni un segundo antes ni después, ahí estaba yo justo a las cuatro de la tarde…

Toc toc…

_Pasá Rubén…

Apenas cerrar la puerta me abrazó y besó…

Va más fácil de lo que pensé…

Me llevó al dormitorio, al costado de la cama me empezó a desnudar, cuando vio mi pija sonrió, la tengo un poco más grande que la mayoría de mis amigos…

_Sacame la ropa…

Es una señora de mi altura, con un cuerpo bien desarrollado, digo que es por toda la gimnasia que día a día se pasa haciendo en su departamento y en el gimnasio, buenas tetas y culo bien duro, muy conversadora y sociable, me parece que somos varios los que venimos seguido a visitarla, jamás debo venir otro día que no sea los jueves a las cuatro de la tarde.

Muy despacio la fui desnudando, cuando estábamos los dos desnudos nos acostamos, yo que tenía el libreto ya estudiado, de tantas películas porno, le empecé a chupar la concha, el clítoris, mordisquear, lamer, meter la lengua, toda la teoría puesta en la práctica, gemía, bufaba, se contorsionaba-

Fui subiendo con las lamidas, chupadas, cuando llegué a los pezones los mordí no muy fuerte, otra contracción espasmódica, después de ponerme el forro se la metí, duré un poco más que mi primera vez no mucho, lo bueno es que mi pareja no salió volando, se quedó con mi pija metida, que recobró vigor casi al rato y seguimos cogiendo por más rato…

Con Doris cogimos como un año, hasta que vino el marido de dónde estaba, un tipo todo tatuado, con una cara de hijo de puta que te daba miedo, José Luis me avisó que el tipo había estado preso y que ni se me ocurriera volver con Doris…

Con mi novia Cristina éramos inseparables, salíamos de la escuela y caminábamos hasta su casa, nos comíamos unos sanguchitos por el camino y volvíamos a mi casa, así nos la pasábamos o en su casa o en la mía, más en la mía ya que según lo que parecía no se llevaba muy bien con la tía, era huérfana.

Los avances que lograba eran bastante lentos, después de salir como novios como un año podía tocarle las tetas, ella me tocaba la pija, como en mi casa estábamos solos como tres horas casi todos los días el franeleo fue avanzando hasta que luego de un lavado cerebral pude convencerla de tener sexo…

_Soy virgen así que cuidame, ponete forrito…

_Si mi amor te voy a cuidar, vas a ver que lo vas a disfrutar, no por la  vez que tuve sexo con una prostituta y por tres segundos, sino por todo lo que había aprendido con la señora del segundo piso…

Me dijo que sintió un pinchazo cuando pasé sobre su himen, desde ese día cogemos casi todos los días, quiso ponerse un diú para así poder hacerlo a pelo…

Como no podíamos pasar la noche en mi casa ni en la suya, se me ocurrió una idea genial.

Mi abuela tiene su casa en una ciudad alejada, es  una casita chiquita, con habitación y comedor/cocina, baño y galponcito, está como a diez kilómetros de donde nosotros vivíamos, con el tren se llega rápido, y después de enterarme que el sábado mi abuela se iba a los de unos amigos gallegos, a pasar la noche y el domingo, le robé el juego de llaves de la casa de mi abuela a mi madre, estaba colgada en la entrada, con las demás llaves, era el juego por las dudas, mi abuela tenía el principal.

Y nos fuimos, primero en tren, luego en colectivo, llegamos como a  las diez de la noche, abrí con seguridad, Cristina no estaba muy de acuerdo pero yo la iba llevando a base de mimos y de palabras alentadoras ja ja, en la casa de mi abuela había estado muchísimas veces, la conocía de memoria, así que no tuve ningún problema para hacérsela conocer a mi novia.

La cama de dos plazas inmensa, las mesas de luz, al ir besándola la fui desnudando, ella también colaboró al sacarme la ropa, una vez desnudos nos tiramos en la inmensa cama y nos pusimos a hacer un 69, mucho pero mucho rato, noté que había acabado, por el demasiado flujo que tuve que tragar en un momento, después le fui besando las piernas, la entrepierna, le comí los labios vaginales, mordí el clítoris, gemía y gemía, pasé por sus magníficos pechos, estoy enamorado, le voy a pedir que nos casemos pensé…

Y apenas ponerme el forro la penetré, qué placer, qué sensación de bienestar, qué manera de disfrutar el viene y va de mi pija, acabamos los dos juntos.

Estuvimos conversando desnudos, abrazados hasta que ya estaba de nuevo dispuesto, no esperé demasiado y me subí a su entrepierna, y cuando casi estábamos por acabar, sentimos ruidos en el portoncito de entrada de la casa de mi abuela, mi querida abuela había venido con dos parejas, sus amigos los gallegos, después me enteré que no quiso quedarse a dormir en  lo de sus amigos, amigos que trabajan de guardia cárcel, son bastante rudos.

Nos levantamos a los pedos, yo lo que atiné en primera instancia es ir a la puerta de atrás, que es por dónde se entra, la de adelante no se usa nunca ya que da al dormitorio y la puta madre, tiene una cerradura antigua, con llave por fuera y con una ruedita por dentro…

Agarrado en bolas a la dichosa ruedita, mi abuela trataba de abrir pero yo con todas mis fuerzas no la dejaba, mientras mi novia me iba vistiendo, yo levantaba la pata para que me pusiera el calzoncillo, el pantalón, cabeceaba para camisa, las medias, los zapatos, una lucha. Mi abuela le pasó la posta a don Ramón, bruto como no hay, enseguida se dio cuenta que había alguien adentro.

_Quién está ahí, salga o le disparo gritó.

_Soy yo abuela, tu nieto.

Y parece que le hubieran puesto un dedo en el culo, se puso a gritarme.

_En la cama del abuelo, mal nieto, desagradecido, falto de decencia y no sé qué cosas más.

Los amigos de mi abuela se retiraron a ver qué pasaba, no quisieron de ninguna manera intervenir, escuchaba que le decían a mi abuela que se fueran, que después vendrían otra vez, no había caso, mi abuela no se quería ir y cada vez gritaba más.

Escucho que desde la ventana del frente, la que da a la cama don Ramón me dice.

_Coño rapaz abre la ventana que sacamos a la chica, después tu saltas, sino va a venir la policía con los gritos de tu abuela.

Le dije a Cristina que abriera la ventana, la sacaron en andas mientras yo le decía a mi abuela que se vaya, que después lo íbamos a arreglar, no había caso, cuando sentí que había pasado un rato y creí que Cristina ya había salido, aflojé la ruedita, pasé velozmente por frente a la cama, salté por la ventana, encaré a don Ramón.

_Gracias.

_Vete chaval, que nos has hecho pasar una noche de lo más entretenida, ni que hubiéramos estado de verbena.

Pasé zumbando al lado de doña Francisca la señora, de su hija y de su yerno, también guardia cárcel, la alcancé a la cuadra y media a Cristina, mi amada novia, se había caído y sangraba de la rodilla, la hice parar, le pasé un pañuelo por la herida, temblaba que parecía que le iba a dar un ataque.

_Esta noche no nos la vamos a olvidar jamás, a propósito, viendo la tranquilidad del lugar y del ambiente le dije.

Estábamos en una vereda oscura, en medio de la nada, un barrio de casitas humildes.

_Cristina, te querés casar conmigo.

Se puso a llorar, me abrazó y me dijo que sí.

Continuará.