Alta cocina

Estuve durante horas buscando en internet la mejor receta para preparar spaguettis a la carbonara, hasta que alguien me enseñó que la mejor forma es a cuatro patas y sin ropa.

Todos los viernes cuando terminaban las clases nos juntábamos en el parque de enfrente del instituto Carlos, Sofía, Juan, Susana y yo. Nos encantaba comprarnos unos pipas en el quiosco de la esquina y sentarnos en los bancos a hablar de todo aquello que nos había pasado a lo largo de la semana. Juan y Sofía repitieron el año pasado, por lo que solo nos veíamos en los recreos  y de vez en cuando, es por eso que los viernes era obligatorio quedarse a la salida para vernos.

Como otro viernes cualquiera estábamos sentados cuando Carlos empezó a fanfarronear sobre su vida. Carlos era un chico con un alto nivel adquisitivo, sus padres eran médicos y su abuelo fue un político muy importante en sus años, por lo que dinero y propiedades no les faltaba. Todavía recuerdo el verano que fuimos a su casa de Mallorca, aquello era espectacular, había lujo mirases por donde mirases, hasta tal punto de dolerte la vista. Carlos no era mala persona, pero en su casa deberían enseñarle que la modestia es un valor que existe y no se compra precisamente con dinero.

Juan y Susana  estaban hablando cuando Carlos irrumpió en su conversación.

-¿De qué estáis hablando?

-Juan me estaba enseñando unos spaguettis a la carbonara que se comió el fin de semana pasado en el italiano de al lado de su casa respondió Susana.

-Sí, estaban para morirse añadió Juan.

-Paparruchas, si te quieres comer unos buenos spaguettis debes ir a Italia, como hice yo el invierno pasado, todavía lo recuerdo; Diciembre, la fontana de Trevi…era asombroso.

Así que cansado de ver cómo Carlos iba a empezar a contarnos otra de sus batallitas, decidí cortarle;

-Lo dudo mucho, los mejores spaguettis a la carbonara los preparo yo exclamé con toda confianza.

-¿De verdad? Dijo Susana al mismo tiempo que veía como Carlos desprendía cierto resentimiento hacia mi persona por no ser él el centro de atención.

-Los spaguettis a la carbonara son mis favoritos, nos los podrías preparar un día de estos sugirió Sofía.

-Claro, cuando queráis.

-Mi casa se queda libre este domingo, qué te parece dijo Susana.

Viéndolo desde otro punto de vista no era mal plan, casa sola, amigos, unas bebidas, pero visto desde mi perspectiva…Esto que quede entre vosotros y yo, pero siendo totalmente sincero, no tengo ni la más mínima idea de cómo funciona una vitrocerámica. Así que siendo consciente de que solo tenía un día para aprender a cocinar unos spaguettis en condiciones, me marché a casa soltando una excusa creíbles para unos y no tanto para otros y tras haberme visto todos los vídeo tutoriales habidos y por haber de pasta en internet, me fui al supermercado más cercano de mi casa y compre todo lo necesario.

El sábado por la mañana la alarma del móvil sonó a la hora que había acordado la noche anterior, no tenía tiempo que perder, así que desde primera hora de la mañana me metí en la cocina y no estaba dispuesto a salir de ella hasta que fuese capaz de preparar una salsa carbonara tan deliciosa que hiciese llorar al mismísimo presidente de Italia.

Carlos era el factor que más me motivaba a cocinar, desde pequeños siempre hemos estado peleándonos por Susana y aunque es una batalla en la que los dos queremos salir victoriosos, sabemos que nunca romperá nuestra amistad, quien consiguiese a Susana sería el vencedor y ya está. En más de una ocasión, cuando hemos salido de fiesta y nos hemos emborrachado, siempre terminamos hablando de Susana y de quién será el primero en conquistarla, es por eso que si conseguía hacer unos buenos spaguettis, me anotaría un punto muy importante a mi favor y más sabiendo que la casa de Sofía estaba sola, tal vez después de comer Susana querría agradecerme lo buena que estaba mi comida con otra comida todavía mejor, no sé si sabéis por dónde voy.

Empecé a cortar la cebolla cuando de repente sonó la puerta de casa, era Noelia, mi madrastra. Hace un par de años mi madre pilló a mi padre y a ella en la cama cuando volvía de trabajar, desde entonces la relación entre mis padres ha sido una espiral de discusiones, reproches y rencores acumulados con los años.

Como es normal yo no podía ni ver a Noelia, si ella fuese consciente de las noches que mi madre se ha quedado durmiendo mientras lloraba por su culpa no se atrevería ni a mirarme a la cara, pero después de muchos años sin hablarme con mi padre y tras una dura reconciliación tanto con él como conmigo mismo, aprendí a pasar del tema y dejarlo todo fluir, si mi padre ahora era feliz con esa mujer, ya está, pero eso sí, no esperes que me lleve bien también con esa asalta camas, no es lo mismo perdonar a alguien de tu familia que a un extraño.

-Hola dijo con alegría Noelia tras ver que le abría la puerta. Me ha dicho tu padre que estabas en casa y me ha venido perfecto porque no llevaba las llaves encima y tenía que recoger unos papeles muy importantes para la reunión de esta tarde.

-Si por mí fuese no te habría ni abierto la puerta puta, pensé hacia mis adentros. Después del divorcio el juez dictaminó que debería pasar un mes en casa de cada uno, y eso estaba bien, salva cuando me tocaba estar en casa de mi padre y de vez en cuando aparecía esta mujer.

-Sí, sí, pasa, pasa le dije. No sé para qué tanto formalismo si lleva más tiempo viviendo aquí que yo, no soporto a la gente que intenta quedar bien aposta para caer mejor.

-Qué estás haciendo preguntó Noelia.

-Nada, preparando algo para comer.

-Ah sí? El qué, a mí me encanta cocinar.

Tú lo único que sabes es follarte a padres casados y romper familias resonó en mi mente. Mi silencio ante su respuesta la hizo querer investigar por sí misma.

-Ummm…nata, canela, pimienta, bacon, nuez moscada, spaguettis…no hace falta ser un lince para saber que estás preparando unos spaguettis a la carbonara.

-Mira tú por dónde, puta y lista, lo tiene todo. Si alguien fuese capaz de escuchar lo que pienso la mayoría de veces se sorprendería lo distinto que soy a cómo me muestro en realidad, pero bueno, eso es algo que nos pasa a todos.

-Sí, estoy intentado hacerlos pero la salsa no me queda como me gustaría le dije.

-Si quieres te puedo ayudar, yo soy una experta cocinera y más de pasta, estudié durante dos años en Italia dirección de empresas y me hice amigo de un Italiano que cocinaba genial.

Sin que yo se lo pidiera Noelia agarró un delantal, se hizo una cola y empezó a ayudarme. Lo peor de todo no es que la chica fuese simpática y muy agradable sino que también estaba muy buena. Noelia era la típica morena de ojos grandes y sonrisa llamativa, para colmo aquel día llevaba un vestido entallado que hacía que de perfil sus pechos y sus glúteos sobresaliesen más de lo normal. El mandil que había cogido le venía pequeño, pero es que da igual el que hubiese elegido, no hay tela en este mundo que sea capaz de esconder semejantes curvas.

Conforme Noelia hacia algo, me lo explicaba para que entendiese el por qué, lo peor de todo fue cuando cortó un poco de cebolla tierna y me la introdujo en la boca.

-Mira Salva, prueba esto, vamos a poner un poco de cebolla tierna en vez de cebolla seca porque esta pica menos y así deja un mejor sabor a la comida.

El roce de sus dedos sobre mis labios y el sabor de aquella cebolla en mi boca me generaron la excitación más grande que jamás había experimentado en la vida. Amén de lo que acaba de suceder, a Noelia se le cayó un poco de nuez moscada en la parte trasera del vestido, pidiéndome entonces que se lo quitase con la mano, estaban tan cerca aquellos glúteos, la hubiese reventado a azotes si me lo hubiese pedido, pero no solo tuve que contener mis gana sino el bulto que iba creciendo por momentos en mi entrepierna.

-Ahora que ya tenemos todos los ingredientes cortados como la cebolla y el bacon, tenemos que ver si el agua está hirviendo, y de eso te vas a encargar tú ¿De acuerdo?

-Vale, ahh exclamé tras quemarme el dedo con el agua hirviendo.

-Pero cómo se te ocurre meter el dedo, el agua se ve a simple vista si está hirviendo o no, que poco sabes de cocina Salvador eh me dijo con un tono conciliador pero burlesco al mismo tiempo que me hizo quitarle mi mano de las suyas con brusquedad-No te enfades Salva, era una broma, déjame que te vea bien ese quemado.

Así que cogiéndome de nuevo la mano para ver cómo tenía el dedo, fue introduciéndoselo lentamente de dentro hacia afuera en la boca al mismo tiempo que me miraba.

-¿Mejor? Dijo Noelia.

No pude responder nada al respecto ante aquella situación, solo podía ver como la ausencia de mis palabras la motivaba a cambiar su actuación y ahora pasaba a dar ligeros lengüetazos en la punta de mi dedo mientras ella parecía imaginarse que era otra cosa.

-Creo que ya se te ha curado, no tienes la piel tan roja como al principio alegó Noelia con malicia.

Mi entrepierna no aguantaba más, iba a estallar, Noelia se fue acercando hasta quedarse a varios centímetros de mi boca cuando en un momento dado me empezó a besar el cuello.

-Qu…qu…qué haces tartamudee por culpa de los nervios.

-Tu padre y tú sois iguales, tenéis mucho carácter y os ponéis muy chulitos, pero al fin y al cabo todos tenemos un punto débil y el vuestro es el sexo o es que me vas a negar que no has parado de mirarme desde que he entrado por la puerta, y fue entonces cuando clavó fuertemente su mano sobre mi paquete.

Como si de una violación se tratase, Noelia comenzó a besarme en la boca a desvestirme a hacer todo lo que se le pasaba en aquel momento por su mente perversa aprovechando la inmovilidad de mi cuerpo por culpa del miedo y la inexperiencia. Por un momento intenté sumarme a ella y levantarle al menos el vestido pero fue dar un paso hacia delante lo que le hizo a ella clavar su mano en mi cara en forma de guantazo.

-Aquí mando yo.

Casi lloro en ese momento pero lo único que noté fue como mi polla se movió en forma de estímulo por el placer que le acaba de producir aquel bofetón.

-¿Ves? Igual que tu padre, os encanta, por eso desde que entré en su empresa no tardé ni una semana en follármelo, sois tan primitivos. Ahora no te muevas, quédate ahí.

Sin entender nada Noelia se giró y actuando como si no hubiese pasado nada, cogió los spaguettis en la olla, dejó la cebolla y el bacon en la sartén y acto seguido se remangó el vestido dejando a la vista que no llevaba ropa interior.

-¿Te gustan mis labios?

-S..s…sí respondí con la cara sonrojada.

Aquellos dos pliegues de piel no eran unos simples labios, eran oro puro, la forma en la que el dedo de Noelia se restregaba y corría entre ellos, era espectacular, por no hablar de cuando la yema de su dedo índice decidía malcriar con más placer todavía a su clítoris.

-¿Quieres follarme?

Pregunta a la que no tuve que responder porque ya lo hizo mi sexo moviéndose levemente.

-Que mono eres. Noelia se puso encima del mármol y abriendo sus piernas comenzó a hacerse un dedo frente a mi persona, no sé qué le causaba más placer si el dedo que se estaba haciendo, que la mirase o que supiese que tenía unas ganas locas por clavar mi polla en su vagina.

La naturaleza es sabia y poderosa, así que viendo cómo Noelia se estaba dando placer, decidí hacer lo mismo conmigo mismo pero en el momento en el que agarré mi pene con la mano se escuchó;

-Detente, aquí soy yo la única que da placer; fue entonces cuando dando un salto y volviendo a tener los pies en el suelo, se acercó a mí, se arrodilló y comenzó a felarme el miembro. Su boca hacia magia, mi sexo aparecía y desaparecía a su antojo, a veces hasta notaba como la punta de mi polla tocaba su garganta, cosa que la hacía estremecerse de placer y dejarle los ojos en blanco.

Al cabo de unos minutos, una pequeña campana comenzó a sonar, aquel sonido no solo me hizo abrir los ojos de golpe y volver a ser consciente de lo que estaba sucediendo sino que también avisó a Noelia que los spaguettis ya estaban cocidos. Noelia cogió uno de los tantos spaguettis que estaban en la olla y sin piedad alguna y soplándose las manos para no quemarse, enrolló aquel trozo de pasta alrededor de mi capullo y siguió así hasta hacer un nudo con él. Nuevamente volví a gritar, pero esta vez no por quemado en mi mano, sino por el placer y dolor que me estaba produciendo aquel spaguettis enrollado en mi sexo. Noelia apreciando la belleza gastronómica que había ante sus ojos volvió a felarme el miembro sin apartar su vista de la mía, de vez en cuando se producía una pequeña sonrisa de satisfacción en su cara al ver cómo cerraba los ojos y echaba mi cuerpo hacia atrás cada vez que ella daba pequeños mordiscos sobre mi capullo intentándose comer aquel spaguetti.

Cuando Noelia pareció cansarse de dedicarle más minutos a mi miembro, se levantó y allí nos quedamos los dos, mirándonos el uno al otro sin decir nada, sabiendo que quien tenía el mando era ella y solo ella y así fue. Noelia me cogió de la muñeca y me hizo así seguirla, llegando a pararnos frente a la mesa de la cocina, fue entonces cuando ella se sentó sobre ella y se abrió de piernas.

-Fóllame me ordenó.

Me acerqué a ella todo lo que pude, nos comimos la boca el uno al otro, restregamos nuestros sexos pero fue el momento en el que levanté el vestido de nuevo cuando me asestó otra bofetada en la cara.

-Te he dicho que me folles no que me desvistas, tienes prohibido el tocarme, solo puedes penetrarme. Así que ante mi falta de acción al ver cómo mi cerebro y cuerpo quedaban paralizados al no entender nada, Noelia me rodeó con sus piernas, colocó con su mano mi sexo sobre el suyo y ejerciendo de nuevo la fuerza de sus piernas sobre mis caderas, hizo que mi miembro impactase hasta llegar a sus adentros.

Comenzamos a follar, todos los ingredientes iban y venían, unos se caían al suelo, otros nos los tirábamos sobre el cuerpo para tener una excusa de usar nuestras lenguas y otros simplemente nos los poníamos en la boca amén de comérnoslos. Aquello no era solo sexo, era una combinación sexual y gastronómica. Tras varios minutos de embestidas un ligero cosquilleo se fue haciendo cada vez más y más presente desde la parte baja de mis testículos hasta la superior de mi sexo, iba a correrme pero cuando me agarré fuertemente sobre las caderas de Noelia para eyacular dentro de ella, algo raro sucedió, no pude.

-Qué te pasa Salva pregunto Noelia con una sonrisa de maldad, ¿Es que no quieres correrte o es que no puedes?

En aquel momento me vino a la mente el nudo que Noelia me hizo en el extremo de mi sexo, ¿Sería esa la razón? Esta que pareció adivinar lo que estaba sucediendo en mi mente despejó mis ideas.

-Efectivamente, no has podido correrte por lo que te he hecho antes, ¿Sabes lo mejor de todo? Que como no hay semen que salga de ti, puedes follarme hasta que reventemos uno de los dos.

Aquella frase no hizo sino motivarme todavía más, hasta tal punto que el dolor que sentía en aquel momento en mis testículos por no haberme podido correr se manifestó en forma de guantazo sobre la cara de Noelia.

-¿Pero qué coño haces? Exclamó el orgullo herido de ella viendo que me había revelado.

Saqué mi polla de aquella cavidad vaginal y lo que vieron mis ojos me sorprendió, mi capullo estaba amoratado a más no poder, hasta tal punto de que las venas que rodeaban mi tronco no palpitaban sino que parecían hasta hablar. Cualquier persona en su sano juicio habría parado pero en aquella cocina había de todo menos dos personas normales. Así que  sin preocuparme por cualquier cosa, le di la vuelta a Noelia en la mesa y dejándola completamente vulnerable, agarré con mis manos el vestido y lo rajé en dos partes de un solo golpe. Noelia giró la cabeza, su rostro reflejaba un sentimiento de sorpresa y hasta miedo, ahora era yo el que mandaba y estaba dispuesto a demostrarlo.

Restregué mi miembro erecto y amoratado por el  ano de Noelia dejando colocado el pene sobre su vagina, así que tras abrazarla por detrás y colocando mi torso en su espalda y mis manos sobre sus pechos, moví mi cadera con la fuerza necesaria para que nuestros sexos se encontrasen de nuevo el uno dentro del otro.

El tiempo nos hizo perder la cuenta de las veces que nos corrimos, aunque llegamos a un punto en el que mi cuerpo necesitaba expulsar todo ese semen acumulado.  En cuanto pude, saqué mi pene de la vagina de Noelia y cuando iba a romper aquel maldito nudo, Noelia me detuvo.

-Espera un momento dijo mientras alargaba su brazo hasta la olla en la que descansaban los spaguettis todavía calientes, cogió un puñado de ellos con la mano, se los puso sobre su coño y…

-Ahora puedes correrte encima.

-¿Cómo? Pregunté sobre pasado por la situación.

-No querías cocinar los mejores spaguettis de la ciudad, pues que mejor plato que mi coño para añadirle más sabor…

Así que  siguiendo sus órdenes como buen sumiso, fue quitar aquella opresión de la punta de mi pene cuando comenzó a emanar de él una cantidad desorbitada de semen.

-Remueve.

Con la punta de mi sexo fui removiendo aquella mezcla de comida y fluidos personales hasta que todo quedo inundado por un espesor blanco.

-Ahora come.

Si hubiese visto lo que estaba a punto de suceder en aquel momento en cualquier página erótica os juro que la hubiese cerrado del asco que me hubiese dado, sin embargo, aquel día no hice otra cosa que arrodillarme y con la boca hecha agua por el tremendo manjar que mis papilas gustativas iban a degustar, abrí la boca como cuando a un niño le compran sus golosinas preferidas y sin gastar un segundo más de nuestro tiempo hinqué el diente a ese delicioso plato. Conforme mi lengua removía y mis labios absorbían Noelia no podía contener su placer y gemía por momentos, eso no hacía sino que su coño segregase fluido vaginal dándole más sabor si podía a aquella comida.

En un momento dado Noelia extendió de nuevo su brazo pero esta vez con la intención de clavar su mano en mi nuca y empujar así más fuerte sobre su sexo, bastaron apenas unos segundos para que Noelia se corriese de nuevo y víctima de su frenetismo me empujase, cayendo así ante ella. Imaginaros una mujer desnuda encima de una mesa, con las piernas abiertas, el coño lleno de comida y semen y frente a ella un chaval desnudo, con toda la boca llena de comida y blanca, el miembro amoratado y jadeando…

No sé vosotros, pero en esa imagen es en la que pienso todas las noches antes de irme a dormir, por no decir que no he vuelto a cocinar, no puedo entrar en la cocina sin ponerme cachondo.