ALPHAS: Reunión de machitos, primera parte III-I
Tras la visita al hospital donde conocí a Aleix pude encontrarme con el otro miembro de aquel grupito de ALPHAS. Cada vez me sentía con más ganas de conocer a aquel militar tan enigmático y cabrón...
Intentaba centrarme en aguantar la polla de Aleix completamente dentro de mi boca, mientras mis labios acariciaban su pubis sudado y sus manos me agarraban de mis rizos con fuerza, pero sin generar dolor. Y digo que intentaba aguantar su polla dentro, porque las folladas bestiales que me estaba pegando el otro por mi culo hacían que lo que no pudo controlar era el rebote de mi cuerpo ante sus embestidas animales.
- Aguanta que no se salga, nótala atravesar tu garganta y juega con tu lengua – me decía Aleix entre pequeños gemidos masculinos mientras apretaba más mi cabeza forzando su rabo contra mi paladar.
- Mejor metámosle ahí – dijo el tío que seguía follándome como un bestia mi culo.
No vi a dónde se refería con “ahí”, pero enseguida ambas pollas salieron de mi boca y culo respectivamente. El otro chico me cogió por el cuello y guiándome hacia el centro de la sala de estar, me detuvo en una estantería de Ikea, negra, la cual, colocada en mitad del salón dividía éste de la parte del comedor. La estantería la formaban tres baldas largas, de aproximadamente metro y medio de largura, que iban de uno al otro extremo. En ellas objetos, libros, fotografías, elementos de decoración y algunas cosas más descansaban hasta nuestra llegada. Aleix apartó algunos de ellos de la segunda balda retirándolos hacia las esquinas.
- Metete ahí – me dijo aquel chicho empujando mi cabeza entre la segunda y la tercera balda, la cual me quedaba a la altura de mi pecho.
Con su ayuda, metí la cabeza a través de las baldas metiendo también hombros y brazos y apoyando mis pectorales en ella, haciendo que, al tener la cabeza por el otro lado, Aleix me volviera a meter su polla en mi boca. Tenia que ponerme de puntillas para apoyar completamente el pectoral en la balda y así poder sostener las embestidas que enseguida reanudaron. Esta segunda vez tampoco tuvo la delicadeza de meter su polla en mi culo poco a poco, sino que la volvió a encajar del tirón haciendo que pegara un pequeño bote, que por la nueva postura en la que estaba, impidieron mi brusco movimiento.
- Si llego a saber que íbamos a darle este uso, te ayudo a montar la mierda de armario sueco éste– le dijo a Aleix riendo mientras me follaba.
- Jajajaj no me lo recuerdes, putas tres horas perdidas de mi vida
Siempre intento recordar aquella imagen como si me viera de fuera. Tal vez, fue la postura más rara, pero excitante, en la que me hayan follado. Dos tíos buenos, Aleix a un lado del armario estantería, completamente desnudo, con sus músculos endurecidos por el ejercicio del esfuerzo de la follada, dándome rabo mientras disfrutaba de una buena comida entre entreno y entreno por mi parte de mejorar mi garganta. Y, por otro lado, del mueble, el tío que me faltaba por conocer, aquel de quien Aleix no me había hablado más que para referirse a él como el otro Alpha del militar. Éste, dándome fuerte y follando mi culo hasta que sus cojones chocaban con el final y rebotaban creando un sonido seco y húmedo, un sonido continuado que prevenía a quien lo oyera desde fuera de una follada en condiciones. Una follada que me empotraba las piernas contra la madera sueca del Ikea.
- Así mejor, joder, menos movimiento jajaja – decía una y otra vez enorgulleciéndose de la idea de tenerme empotrado en su mueble, cabeza a un lado, culo al otro, y donde mis piernas y el peso apoyado en la balda hacían que sus embestidas amortiguaran mi movimiento. Solo podía alimentarme de la polla de Aleix por un lado y de aquel chaval por el culo – Creo que ahora entiendo por qué los pilla cada vez más niñatos
Pero vayamos un poco antes…
Desde que había salido del hospital, aquella madrugada, con aquella experiencia tan rara, pero tan excitante con Aleix, no dejaba de darle vueltas a la cabeza. Mil preguntas se asomaban sobre todo en planea oscuridad, donde, completamente desnudo, daba vueltas en la cama intentando encontrar respuesta a cualquiera de ellas. Preguntas sobre el militar, sobre Aleix, sobre lo que querrían…. Mil y una teorías. Y claro, todo eso junto al calor que estaba haciendo esas noches y el rabo tieso y caliente como un hierro de herrero, no me dejaban dormir fácilmente.
Y bueno, los ronquidos de mi compañero de piso, quien había vuelto días antes de lo esperado, tampoco ayudaban. Para qué mentirnos.
Aquella madrugada, según llegué a casa, dejé la mercancía en el sofá y me fui directo a darme una ducha. Después guardé las pastillas en mi mesilla de noche y el dildo en el fondo del cajón de las camisetas de invierno. No quería, que, por cualquier cosa, mi compañero lo encontrara… no era precisamente discreto aquel nabo negro. Juro que en los ratos en los que estaba solo en el piso, no trabajase o estuviera algo aburrido, cogía el dildo, me iba al baño, lo pegaba en la pared de la ducha y me ponía a practicar. Pero nada oye, no había manera de tragar entero aquel monstruo. Según pasaba la mitad del dildo, empezaba a ahogarme, la saliva y las arcadas se acumulaban en mi boca, empezaba a tensar mis músculos, me agobiaba, me presionaba la tensión mandibular y… pum, dildo fuera. Entonces la saliva chocaba en hilos separados en el plato de ducha, la tos los empujaba como proyectiles, los ojos rojos de la tensión y la presión aparecían frente al espejo, el carraspeo de garganta daba paso a tener que lanzar algún lapo más espumoso de lo normal; e impasible y amenazante, el dildo, colgado de la pared, con sus 25 violentos centímetros, me juzgaba desde su ancha punta hasta tu ventosa.
- ¿Cómo mierdas quieren que me traguen esto, joder?
Y así, con esa indagación ya era la séptima u octava vez que había salido del baño en aquellas circunstancias. Otras, salía algo más reflexivo, y tan solo en una ocasión, positivo de haber alcanzado dos centímetros más que nunca. Mi nuevo récord. Un récord muy paulatino, sí, pero récord al fin y al cabo. Ya había pasado casi una semana y media desde que lo tenía.
- Venga, ya vas 20 enteros, Guille, piensa en el militar, joder – me animaba casi cual mantra.
Al undécimo día, contando como el primero el que estuve en el hospital, sonó mi móvil. Era Aleix. Nos habíamos intercambiado números, pero me dijo que él se pondría en contacto conmigo, aunque estuve tentado de escribirle en varias ocasiones. Pero si algo he aprendido con estas cosas es que la paciencia es la mayor virtud. La impaciencia solo conlleva al precipicio.
- Hola Aleix – dije con un tono contento que intenté disimular.
- Buenas tío, ¿cómo andas?, oye…ya tengo tus resultados – dijo sin dejar que respondiera a su pregunta burocrática.
- ¡Ah guay! Y… ¿está todo bien? - pregunté siendo consciente de que con toda la movida, en lo que no había reparado era en los análisis… ¿y si había algo negativo, y yo preocupándome de meter un dildo de 25 cm en mi garganta?
- Nada todo perfecto, tranquilo. ¿Te parece que nos veamos y te los comento? Así me cuentas qué tal lo llevas con…bueno ya sabes jajaj – dijo recordándome lo sexy de su risa
- Claro, me encantaría, además, creo que necesito ayuda porque puf… creo que es imposible – dije dramatizando más de lo debido a ver qué conseguía.
- ¿Crees que si no lo fuera éste no tendría ya una lista de tíos en su puerta esperando para tragar ese rabo? Anda tonto, vente este sábado a mi casa, así te presento al otro y lloras un poco aquí jajaja – me dijo vacilándome en tono cariñoso – Te invito a cenar.
- Vale perfecto.
La conversación duró algo más. Me paso su dirección y me invitó a cenar con ellos. Tras aclarar alguna como…
- Me llevo…eh… ¿a mi colega negro? – pregunté
- Jajajaj deja, deja, tenemos los nuestros aquí, después de todo no creo que te de asco usarlos jajajaja
…. Colgué y me fijé que mi rabo estaba tieso dentro del bóxer.
- No me das un respiro eh- dije serio mirando a mi polla
Me había dicho que me pasara a las 19, que sería cuando llegaba de trabajar. Fui en metro hasta su casa. Iba algo nervioso, no solo por estar otra vez con Aleix, sino por conocer al otro chico que usaba el militar. Y también porque el metro se había retrasado y ya llegaba tarde. Cuando llegué al portal eran las 19 pasadas. Le escribí un mensaje, ya que ninguno nos habíamos dado cuenta de que no me había dicho el piso.
Me contestó que me esperara, que estaba a 4 minutos, que así subíamos juntos. No vivían en una mala zona, la verdad. Esperé.
- Guille, buenas – me dijo Aleix saludando desde unos metros de distancia.
Estaba increíble, venía con una camisa rosa y unos pantalones vaqueros azules ajustados. Estaría pasando calor, venía arremangado, pero su trabajo implicaba siempre ir bien vestido. Además, se veía que era un chico pijo, que le gustaba vestir bien. Era de los míos.
- Hola, ¿qué tal? – pregunté antes de que llegara a mi par, me apoyara una mano detrás de mi cabeza y me juntara a su cara para darme un discreto beso en la mejilla.
- Hasta la polla del curro y del calor -dijo sonriente.
- Me imagino…- contesté sin saber muy bien qué decir.
Mientras subíamos en ascensor hasta el octavo, un ático amplio donde vivían, me preguntó sobre mi vida e intentó que me relajara. Me vio algo tenso.
- Pasa – dijo abriendo una de esas puertas gruesas de seguridad que daba acceso al piso- éste ya estará en casa.
Y así fue, pues tras pasar un pequeño pasillo a modo de entrada, en un amplio y luminoso salón dónde, una estantería negra del ikea separaba la estancia del comedor, estaba él. Una cocina grande, dos habitaciones y un baño completaban aquel enorme piso. El salón comedor estaba completamente iluminado por un ventanal enorme que iba de un lado al otro y daba acceso a un enorme balcón.
- Guille, te presento a Marcos, mi compañero de piso y el otro juguete de nuestro militar – dijo marcando la palabra “juguete” de manera socarrona.
Marcos, sentado en un sillón de cuero blanco en mitad del salón, me miró de arriba abajo. Yo, aunque más disimulado hice lo mismo. Y madre mía cómo estaba el cabrón. Era el primer pelirrojo macizorro que había visto. Nunca me habían atraído, pero aquel chico era flipante: en ese momento llevaba una gorra azul colocada hacia atrás, ocultando lo que era un corte moderno, rapado por los lados y por encima de las orejas y más cantidad en el centro, descendiendo a un flequillo despeinado pero muy sexy hacia su ceja izquierda. Llevaba una barba de dos días bien cuidada y de color entre rojiza y anaranjada. Una camisa de tirantes negra, de esas que se usan para el gimnasio mostraban un cuerpo trabajado y definido. Sobre todo, se podían apreciar unos hombros, bíceps y tríceps muy definidos y sensuales. El brazo izquierdo contenía un tatuaje que empezaba en su deltoides y bajaba cubriéndolo casi entero hasta la muñeca. No llevaba pantalones, solo unos bóxers también grises algo anchos que marcaban un bulto interesante. Y en aquellas piernas bien trabajadas unos calcetines altos, Nike y blancos subían hasta tapar la mitad de sus gemelos. Aquel estilo, aquella mirada de machito cabrón, su voz rasgada y pausada y la cerveza en la mano – con la que marcaba bíceps y tríceps cada vez que se la llevaba a la boca - me puso bastante cachondo.
- ¿Éste es el nuevo, en serio? – dijo mirando a Aleix tras unos segundos y tras un eructo bastante seco después beber un trago, vaciando la cerveza.
- No sabia que Martí requiriera ahora tu aprobación – dijo contestó Aleix mientras dejaba el móvil encima de la mesa – ¿Quieres una cerveza, Guille? - Me preguntó amable. Asentí.
- Sólo digo que cada día los elige más niñatos. No te ofendas – me dijo con un movimiento seco de cabeza- Tráeme a mi otra – levantó la voz para que Aleix le oyera desde la cocina.
- No me ofendo, aguantamos más que la vieja guardia – dije sonriendo e intentando no achantarme y devolvérsela. No tendría más de 32 años, pero no me iba a quedar callado.
- Jajaja esa ha sido buena… no todos se atreven a vacilarme en mi propia casa- dijo echando hacia atrás un brazo, apoyándose la mano tras la gorra y mostrando aún más bíceps mientras me mostraba una axila musculada con un perfecto vello anaranjado. Tenía unas pecas muy sexys en el antebrazo
- El militar tiene buen ojo, Guille merece la pena – salió diciendo Aleix de la cocina con tres cervezas.
Le entregó una a Marcos tras darle un puñetazo en el hombro de “no le vaciles, anda”. Me entregó otra a mí y me señaló para accediera a sentarme antes de dar un gran trago a la suya.
- Gracias – dije ante el ofrecimiento. No quería destronar a Marcos de su sillón de tres plazas; ocupaba el centro y me parecía algo intimidatorio sentarme a su lado. Aleix se sentó en una butaca y yo me dirigí hacia un puf negro y enorme en frente.
- Eh, eh, ¡no, no! Nosotros no elegimos sus juguetes. Pero sí hay unas normas en esta casa para los nuevos – dijo Marcos señalando con el dedo que no me sentara
- Va capullo, no vuelvas a hacer lo de… - intentó terminar Aleix antes de que le cortaran.
- Recuerda tío. Nuestra casa, nuestras reglas. Hay un precio que pagar por ser el novato jajaj – dijo riendo Marcos mientras se llevaba la cerveza a su boca.
Aleix me miró con cara de resignación, pero no dijo más.
- Tú aquí – dijo el pelirrojo señalando sus pies o el suelo. No sé muy bien dónde señalaba. Pero estaba claro el mensaje. Y si no lo estaba, lo dejo meridiano – Deja la birra, de rodillas, aquí, ya – ordenó meneándose un poco el paquete a través de su gayumbo.
No quise mirar a Aleix para no comprometerlo, y para que no pensara que necesitaba alguien que me sacara de ahí. Me hice un poco el digno, pero…joder, es que el tío ese me daba muchísimo morbo con esas pintas de chulo de barrio – porque en ese momento no sabía que tenía novia y que era bisexual, que sino, no me hubiera hecho ni el digno. Os soy sincero.
Aguanté un poco la compostura. Dejé la cerveza cerca del puf, en el suelo, y me dirigí frente a él mirándole a los ojos. Si iba a obedecer sus reglas. Las reglas de esa casa o del militar, quien fuera el que decidiera quién estaba al mando allí, no lo iba a hacer completamente sumiso, porque no era mi carácter, me tendría de rodillas, pero mi mirada intensa y verde se clavaría en la suya haciéndole entender que yo también tendría mis armas, y las jugaría en su momento.
- Quítate todo – dijo nada más ponerme de pie entre sus largas piernas bien estiradas. – No tenemos todo el día, niñato – aclaró encarándose un poco a mí al ver que me tomaba mi tiempo. Corrí más y me despeloté. Me dejé el bóxer rojo puestos. Se notaba que la tenía un poco morcillona – Todo significa todo, creo- dijo socarrón señalando con la punta de la cerveza a la única prenda que me quedaba por quitar.
- Si quieres que me quite todo: tu casa tus normas, mi rabo las mías. Quítamelo tú – intenté decir autoritario. Algo parecido me salió, creo, aunque estaba bastante nervioso.
- Jajajaja me cae bien este crío - dijo sonriendo y mostrando unos hoyuelos que hicieron crecer un par de centímetros más mi rabo dentro del bóxer. Escuché una risa cómplice en Aleix.
Entonces Marcos se incorporó ante mí, pasando de estar tumbado y apoyado en el respaldo a quedarse sentado en la punta del sofá. Me miró fijamente también. Eran de un color marrón intenso. Descubrí más pecas en su cara masculina de cabroncete. Agarró de mi cintura fuerte y, de un solo giro, me obligo a darle la espalda. Sin terminar de girarme del todo y aguantar la coordinación para quedarme quiero mirando a la entrada, me bajó de un solo tirón el bóxer agarrándolo con su mano derecha desplazándolo hasta mis tobillos, agresivamente.
- En tu polla, tus reglas, en tu culo, si no esta nuestro militar, las mías – dijo agarrándome cada nalga con sus manos, separándolas para descubrir mi ojete estrecho y, tras un sobeteo de unos segundos, una palmada bien dura restalló contra una de ellas, un azote que me picó minutos después de un buen rato – Ahora sí, de rodillas rubito – ordenó escuchando como volvía a apoyarse en el respaldo a la misma vez que estiraba los brazos y apoyaba las manos detrás de la gorra mostrando ambas axilas.
Me si la vuelta y me agaché. Mi rabo ya estaba casi duro, apuntando hacia el sillón.
- Vaya, el crío viene full equip jajajaja – dijo mirando a Aleix mientras se reía.
- Si te subes te doy una vuelta de prueba, con opción a compra – dije vacilándole un poco mientras me llevaba mi mano derecha a mi rabo.
Entonces levantó uno de sus pies y nada más terminar mi frase, metió parte del pie con su calcetín banco en mi boca.
- Calla y chupa, perrete – dijo llevándose una de las manos hasta alcanzar de nuevo el botellín que había dejado en uno de los brazos del sofá.
No era muy fan del tema pies, pero me puso bastante cachondo que aquel flipado me empezara a follar la boca con él. Olían un poco a sudor, pero no lo suficiente como para ser desagradable. Empecé a juguetear con mi lengua chupando el calcetín dentro de mi boca e intentando meter el ápice de la lengua separando sus dedos a través del algodón. De vez en cuando lo sacaba y me ponía la planta, algo más oscura por andar descalzo, delante de mi cara para que sacara la lengua y la repasara humedeciéndola bien. Así lo hice mientras seguía tocándome mi rabo que ya empezaba a soltar bastante baba.
- Suelta – me dijo dándome un golpe con el otro pie en mi rabo.
Quité la mano, volví a apoyarla en el suelo para sujetar mi coordinación y empecé a notar aquel pie del golpe sobando mi polla desde los huevos hasta el glande, llevándose consigo un cargamento sutil, pero continuado de precum a medida que me lo rozaba. De vez en cuando me golpeaba un poco las pelotas para que le comiera bien el otro pie.
- Eso es rubito- déjame los calcetos bien limpios. Quiero verlos blancos otra vez, ¿está claro? – dijo metiéndome más el pie y llegando hasta rozar casi mi campanilla.
Como no le contesté se valió de tenerlo dentro para empujarme la cabeza arriba y abajo obligándome a asentir.
- Odios que no vengan educados de casa, coño – dijo pegándome otro golpe más fuerte en mi polla
Tenía la boca bien abierta, pero la sensación del textil en ella me estaba produciendo más sensación de arcada que incluso con el dildo. Intenté aguantar casi forzándome a meterme más. Que me estuviera sobando y golpeando suavemente el rabo con el otro pie, con su calceto alto, me estaba provocando mucha excitación y el hilo de precum seguía saliendo y siendo recogido por el pie del pelirrojo.
- Cambio – dijo pegando un trago largo a la cerveza y desplazando el pie que me recogía pecum de mi rabo hacia mi boca. Y el que estaba en mi boca lo alargó un poco más y apoyó el empeine detrás de mi cabeza para inclinármela hacia delante mientras me empezaba a meter su otro pie, con la punta del calcetín llena de mi precum en la boca – Este viene con condimento, perro jajaja
Noté entonces el sabor agridulce de mi liquido preseminal arrastrado por mi lengua y en combinación con un olor algo más fuerte de su propio olor. Lo empecé a lamer cómo él quería, mientras colocaba el pie a su gusto y el otro mantenía mi cabeza en la misma posición. Entonces empujó un poco más dentro de mi boca, casi llegando hasta el final y ahí empezó a follármela con movimientos rápidos de flexión de su rodilla, haciendo que no me quedara más remedio que emitir sonidos guturales mezclados con saliva y geminos suaves que debió gustarle mucho, porque se llevó la mano a su paquete.
Éste no había crecido apenas, se mantenía en el primer bulto que vi nada más entrar, pero ver cómo se lo meneaba a través de esos bóxer amplios y grises, y cómo se desplazaba el bulto de un lado a otro, me puso muy cerdo. Me forcé en lamer bien su calceto con mi precum, para que se pusiera más cachondo. Y me había olvidé que Aleix estaba detrás, posiblemente pajeándose el rabo, ya que, al rato, cuando marcos se cansó de follarme la boca con sus pies, decidió hacerlo con su rabo.
Sacó el pie de mi boca y me empujó la cara con él hacia atrás. Se metió el ultimo trago de su cerveza y me agarró el cuello con su mano atrayéndome hacia sí. Se levantó un poco del sofá doblando sus rodillas, y desde una altura considerable, con la otra mano, metió dos dedos en mi boca obligándome a abrirla y dejó caer, con un chorro directo, caliente y humeante, todo el trago de cerveza directo a mi boca. Noté el calor, el sabor del alcohol y sus babas. Degusté aquel chorro y esperé a que me echara un lapo en la boca, acercándose más a mis labios, apenas a pocos milímetros de ellos, para que el gargajo de saliva se colara directamente por mi garganta.
- Vete abriéndole – dijo Marcos a Aleix mientras se volvía a sentar, bajándose antes un poco sus bóxer y dejándolo por las rodillas.
No hice mucho caso a esa frase, porque allí apareció una polla blanca, gruesa y flácida cayendo hacia el sillón entre sus piernas. Iba depilado, pero una pequeña zona de pelo rojizo recorría la parte alta del tronco.
- Esto te va a molar más que los pies eh – dijo sonriendo y empujándome la cabeza para que fuera a por su rabo flácido- hazla crecer rubito.
No le hice esperar.
Acerqué la cabeza hacia su entrepierna y saqué la lengua para recoger la punta de su polla conduciéndola hacia el interior de mi boca. Con los labios apreté un poco la piel y me metí el resto de su polla dentro. Como estaba dormida, pude abarcarla entera hasta tocar mis labios con su pubis. Noté cómo sus dos manos se apoyaban en mi cabeza. Y también percibí como otras manos sujetaban mis piernas para colocarme en la postura que quería Aleix, quien se encontraba en el suelo, de rodillas, detrás de mi, acomodándome a cuatro patas. Pronto noté sus dedos rozando mi culo y tanteando mi agujero, los dedos estaban algo fríos y húmedos, y por el olor que me vino, comprendí que debía ser por algo de lubricante. Cuando empezó a meterme varios dedos muy suavemente noté mucha excitación y empecé a babear aún más. Pobre parqué, espero que saliesen las manchas… Pero me importó más empezar a comerme el rabo del chulito del sofá, apretando los labios más fuertemente y comiéndosela con movimientos rápidos desde el tronco hasta la punta. Noté como se iba inflando poco a poco en mi boca. Cómo el glande se descapullaba y empezaba a sentir su prepucio chocando con el final de mi lengua, y cómo iba engordando y alargándose poco a poco, expulsando de mi boca el tronco de su rabo.
- Ahora ya no la mantienes entera dentro eh – dijo Marcos casi con orgullo, apretándome más los rizos y sujetando firme mi cabeza.
Pero aún estaba a tiempo de metérmela entera, ya que no había crecido completamente, así que intenté forzarme para que mis labios superiores pudieran rozar otra vez su pubis. Logré que su grande volviera al final de mi boca, casi rozando el inicio del paladar blando. Pero seguía creciendo poco a poco. Entonces, o me esforzaba para mantenerla dentro y que, en vez de empujarme para fuera, fuera el rabo quien se abierta camino por mi garganta, lo cual era mejor para mi auto-entrenamiento. O dejaba salir la polla y luego me esforzaría en metérmela toda de nuevo. Iba a elegir lo segundo, pero fue entonces cuando la punta del rabo de Aleix separó mi ojal, empujando dentro de mi aquella rica polla que semanas atrás me había zampado, y pensé
A tomar por culo, este rabo no sale de aquí.
Así que subí puse las manos en las piernas abiertas de Marcos y aguanté la cabeza firme, ayudándome de él con sus manos en mi cabeza, para que su polla fuera la que tuviera que buscar sitio por mi garganta. Y así sucedió, poco a poco la sentí entrar por aquel lugar estrecho que me indicó Alex que debía metérmela, yendo incluso un par de centímetros más allá que la de él. Calculé el tamaño de su polla con eso y me sentí orgulloso y excitado. La semana de entrenamiento con el dildo de 25 cm dio su fruto. No era aún la polla del militar, para la cual debería seguir entrenando. Pero impresionar a aquel cabrón chulito y pelirrojo al hacer aquello me subió el Ego. Sobre todo cuando media polla de Aleix surcaba mi culo y la cara de marcos dio origen a una de placer absoluto, abriendo la boca por completo y exhalando el aire para contener la excitación. Empecé a hacer sonidos guturales de ahogo y las babas empezaron a surcar ambos lados de mi boca, lubricando a la misma vez la polla de Marcos
- Joder cabrón mmm uff aguanta perro- dijo sujetándome aún más mi cabeza, esta vez por mi nuca – ufff….mmmm… tío, te ha costado menos que…ufff.. que a ti – dijo refiriéndose a Aleix.
Entonces noté un empujón suave pero decidido y mi culo se abrió por completo dejando entrada libre al rabo de Aleix que chocó sus huevos contra mi culo, follándome despacito pero a ritmo, hasta abrirlo del todo.
- Por fin ha dado con alguien que merece, te lo dije – le reprochó Aleix a su compañero de piso.
El calor y la tensión de mi ano recibiendo la rica polla de Aleix era increíble. El placer se sumaba por segundos. Notaba cómo aquella polla surcaba mi ojete en busca de nuevos lugares que follarse. Y estar completamente taponado por aquellos dos pedazos de tíos era de las mejores experiencias. Quería que me follaran boca y culo bien fuerte en ese momento, porque estaba perrísimo, pero yo no dirigía
- Abierto, dios… – exhaló en gemido Aleix cuando decidió que mi culo estaba bien trabajado y había disfrutado lo suficiente. Noté una de sus manos repasando mi polla por debajo y la otra acariciando suavemente mi pierna derecha en señal de cariño.
Aleix era un amor de niño, la verdad. Y Marcos, un chulo de playa, pero que me terminó cayendo bien.
- Pues entonces me toca – dijo Marcos separándose de mi y sacado su polla muy húmeda y con mucha saliva hasta que un buen trozo de líquido cayera al suelo. Al mismo tiempo, noté cómo el rabo de Aleix se retraía por mi culo sacándolo completamente.
Me quedé quieto a cuatro patas, liberado mis agujeros e intentando respirar tranquilo, mientras Marcos se ponía detrás de mi. Me cogió por el abdomen pegando mi espalda a su pecho con una fuerza increíble y me soltó en el sofá, de rodillas, dándole la espalda. Apoyé las manos en lo alto del respaldo del sofá mientras él me abría las piernas a su gusto. Me inclinó un poco la espalda para que la encorvara y sacara el culo a su disposición. Aleix dio la vuelta al sofá y se presentó detrás sujetándome la cabeza con una mano, y tras una sonrisa y un guiño de complicidad, me dio un morreo increíble. Dios, ahora estaba salivándoles el sofá de cuero blanco.
Al momento, Marcos, tras de mi, subió su pierna derecha al sofá, y enfiló su rabo a mi culo. Jugueteó con su glande en mi ano un rato, ya que con tíos siempre le costaba mantener un poco más la erección. No se le bajaba del todo, pero si aflojaba un poco, así que magreo mi ano un rato hasta que la notó a su gusto. Entonces dejó caer un lapo a mi agujero y noté como la saliva descendía desde lo alto de mi ano hasta adherirse dentro, lubricando lo que fue un golpe de su polla dentro de mi culo hasta el fondo, del tirón, sin avisar, y perforando mi agujero a su merced. Un escozor recorrió todo mi interior
- Cabrón… ufff, joder – grité separándome de la boca de Aleix por el dolor y el morbo de violarme el culo de un tirón y notando su abdomen pegarse por el sudor a mi espalda. Aparté mi cuerpo hacia delante, pegándolo al respaldo y sacando medio rabo para liberarme y que pudiera parar aquel picor. Pero no me dejó. Me agarró con sus dos manos mis muslos retrayéndome otra vez hacia él y metiendo el rabo de nuevo en su ligar
- Reclamaciones al médico – dijo riéndose y empezando a follar como un bestia mi culo. La delicadeza no era su fuerte – Le he dicho que te lo abriera bien
Sin contestar, Aleix me acarició la cara y me llevó la boca a la suya. Tras un increíble beso se acercó a mi oído mientras cogía su rabo duro pegado a la parte trasera del sofá.
- Tranquilo, intenta respirar y piensa en algo que te ponga muy cerdo, ayudará a abrir tu culito – me dijo
- Hombre, sinceramente esta situación tiene el morbo que me encanta – dije riéndole bajito al oído entre gemidos por la follada- ¿Hacéis… mmm…hacéis esto con todos los nuevos que prueba el militar? - pregunté haciéndole una paja con la mano
- Que va, solo ha venido uno antes que tú a nuestro piso, no todo son tan…- me miró de arriba abajo viendo cómo estaba mega excitado, encorvando la espalda desde lo respingón de mi culo, hasta los hombros altos y erguidos. Vio también cómo aguantaba y reconducía los movimientos que Marcos me provocaba mientras me fallaba el culo con una violencia que pocas veces antes había experimentado. Volvió a mirar otra vez mi cara de placer mientras mi culo rebotaba arriba y abajo al ritmo de las brutales embestidas de Marcos y volvió a mi oído - -…tan capaces y morbosos como tú – dijo concluyendo su frase.
Por el reflejo del ventanal que tenía enfrente podía ver todos los músculos de los brazos y las piernas del pelirrojo contraídos con el fin de dar potencia a sus embestidas y cómo las partes que no ocultaba su ya sudada camiseta negra mostraban un color entre el blanco de su piel y el rojo del esfuerzo. Estaba sudando a chorros, empapando su camiseta con un cerco enorme a la altura del pecho. Se había quitado la gorra en algún momento y pude observar que el sudor también se agolpaba en su pelo que, moviéndolo al compás impulsivo de su destreza y alucinante ritmo, dejaba resbalar gotas a todos lados. Su concentrada y excitante mirada observaba su polla entrar y salir de mi culo, arrastrando con la piel de su rabo la piel que rodeaba mi ano. Verlo así me puso más cerdo, si aún era posible.
Le hice ver a Aleix que podía ser capaz de eso y de las mismas embestidas provenientes del militar, así que agaché mi cabeza y pedí su rabo. Se puso de puntillas para que me llegara a la boca y se lo comí mientras las embestidas anales me hacían el proceso de masturbación oral más difícil.
Y así volvemos al comienzo:
- Aguanta que no se salga, nótala atravesar tu garganta y juega con tu lengua – me decía Aleix entre pequeños gemidos masculinos mientras apretaba más mi cabeza forzando su rabo contra mi paladar.
- Mejor metámosle ahí – dijo quien seguía follándome como un bestia el culo.
Marcos me llevó del cuello a la estantería y me siguió follando el culo, por un lado, mientras Aleix me follaba la boca por el otro lado de la estantería. Yo entré baldas me podía mover menos, y el mueble se llevaba acoplado el impacto de las embestidas violentas del pelirrojo. Estuvo embistiendo mi culo a varios ritmos. Aleix estaba a punto de correrse y yo llevaba rato sin poder tocar mi polla, pues mis brazos a un lado de la estantería no alcanzaban mi rabo al otro. Aún así lo tenía duro como una piedra. Otra vez mi continuo hilo estaba manchando el suelo de otra parte. Como para que viniera la científica a buscar restos….
Entonces el sonido de una corneta extraña provino de un móvil. Ambos se debieron mirar seriamente, aunque yo solo vi la mirada nerviosa de Aleix.
- Hostia puta – dijo Marcos sacando de golpe la polla de mi culo. Seguía sin poder ver qué le pasaba, pero el escozor de sacarla de golpe y dejar mi culo libre, volvió.
- ¿Qué? – dijo Aleix asustado.
- Joder, puta, que se me ha pasado por completo…Me dijo el militar que igual se pasaba hoy
- ¿¿¿Qué???…. Es coña, ¿no? Dime que me estás vacilando – preguntó Aleix poniéndose cada ver más nervioso. Ambos se olvidaron de que yo seguía allí, atravesando, desnudo, su puto mueve de baldas, en mitad del salón.
Cuando vi que marcos se cruzaba e iba rápidamente a una mesita frente a la butaca donde estaba sentado Aleix al principio, me apoyé en la balda para librarme de allí y salir con la mayor dignidad que me pudiera ofrecer aquel contexto.
- Está abajo, que le abra dice – dijo Marcos como loco recogiendo y aireando el piso abriendo todas las ventanas.
- ¿Pero qué mierdas dices? ¿Cómo se te ha olvidad eso, capullo? – dijo Aleix
- Joder, porque cuando me lo dijo me estaba follando a mi novia, leí el mensaje rápido para que no pillara nada y lo escondí rápidamente. Luego se me olvidó joder, date prisa hostia – dijo quitándose la camiseta y mostrando el sudor de sus pectorales y su abdomen. Se quitó también los calcetines y salió de su habitación rápidamente a medio colocar un pantalón y una camiseta de tirantes limpia. Esta vez era blanca con flores rojas.
- ¿Y Guille? Nos mata tío si le pilla que está aquí – Preguntó Aleix
- Puedo irme- dije viendo que a los tres se nos había bajado las pollas y que eso podía ocasionar el problema de perder la oportunidad de quedar con el militar
- No puedes. Si os cruzarais por el portal y te pilla, nos manda a paseo a todos…. – anunció Aleix intentando que le dieran una buena idea mientras corría ayudando a recoger todo a Marcos
- ¿Y entonces, que cojones hacemos? - preguntó Marcos desesperado.
Ahora el error lo había cometido él.