ALPHAS: El Médico y varias sorpresas
Después de quedar con el militar hetero me atreví a llamar al número que me dio. Fue bastante sorprendente lo que me encontré
Cada vez que recordaba cómo aquel militar musculado me follaba la boca mientras empujaba mi cabeza con su cinturón a modo de correa… necesitaba una ducha de agua fría y una buena paja hasta soltar toda la leche y perderla por el desagüe. Y creedme, los días siguientes cayeron unas cuantas.
Además, el no haber podido admirar su enorme pollón me tenía salido y ansioso cada vez que pensaba en él.
Me conectaba en grinder para ver si lo veía. Pero no estaba conectado. Su perfil casi vacío no me ayudaba a dejar de pensar en él. Y solo tocar aquel rectángulo con el número de teléfono, el día y la hora en la que tenía que llamarlo era lo único que me relajaba.
Estaba deseoso de que llegara el día. Pasaba ya 4 días desde que me folló la boca, y aún quedaban otros 2 para que pudiera llamarle. Seguramente querría seguir entrenando mi boca, o mi culo. Lo que me excitaba y acojonaba al mismo tiempo. Ya que, al ser versátil, estaba más dado a follarme a tíos que a ser follado por ellos, y más aún a poder dejar que una polla como la que me imaginaba que tenía, pudiera entrar en mi culo…. Miedo a sentarme en las siguientes 48 horas, la verdad.
Pero eso no iba a echarme atrás.
Cuando llegó el ansiado día llamé. Me temblaba la mano y ensayé mi voz un poco para que no se escuchara temblorosa.
- Seguridad, Guillermo, seguridad – me repetía una y otra vez mientras los tonos iban sucediéndose uno tras otro
Al sexto, el sonido de descolgar y un silencio de unos segundos precedidos por un “¿sí?, me aceleraron más el corazón y me endureció un poco el rabo.
- Hola, soy Guille, el chico del otro día. Me diste una cartulina con tu tarjeta y … - no quise seguir dando detalles por si me había confundido.
- Lo sé, espera – dijo una voz que no se parecía la del militar. Era masculina, pero algo más dulce que la de aquel macho musculado. Sonaba serio, pero también seguro. ¿Quién mierdas me había cogido el teléfono? Miré otra vez la tarjeta a ver si había marcado bien, sí. No me había confundido, así que tocaba esperar. Mis nervios aumentaban, pero la hinchazón de mi polla, por lo que sea, no bajo un milímetro.
- Estoy – dijo la voz algo más agitada – No puedo hablar mucho, estoy trabajando. Vente mañana viernes a las 21.03 a urgencias del hospital Vall d'Hebron. Se escrupulosamente puntual.
- Espera, espera - dije por miedo a que colgara - ¿Quién eres? Yo había quedado con… - no sabía su nombre. ¿qué le iba a decir? No hizo falta.
- También lo sé. Con un militar. Te dijo que llamaras a este número ¿no? Pues si quieres verlo otra vez sigue las instrucciones. Mañana. Hospital Vall d'Hebron. Urgencias. 21.03. Puntual. Te esperaré allí.
No me dio tiempo a quejarme. El sonido intermitente de una llamada colgada retumbó en mis oídos como un “arréglatelas, capullo”.
¿Me iba a arriesgar a ir a un hospital? ¿Por un tío que, aunque fuera el tío más bueno que me había encontrado nunca, seguía siendo un desconocido? ¿Encima respondiendo a la llamada otro tío? Era todo muy raro. No, pasaba de ir.
Decidí que no durante 15 segundos, la verdad. Lo que tarde en encaminarme al baño para mear y comprobar que la seguía teniendo dura. No había aflojado un solo milímetro.
- ¿me vacilas? – pregunté al aire mirando a mi rabo – Bueno, ¿qué puedes perder? - asumí tras echar un chorro de meada caliente de mi aún duro rabo.
Legó el siguiente día y amanecí con la tienda de campaña montando guardia. Me gustaba hacerme una paja a buena mañana, pero no quería jugármela a que el bajón de después de correrme me hiciera decidir no acudir a aquella cita extraña. Por eso concluí no pajearme durante todo el día. No ayudó que mi polla se tensara cada poco cuando me imaginaba todo tipo de situaciones al llegar al hospital.
Joder, es que todo era muy raro.
Mi compañero de piso apenas pasaba esa semana en casa, así que tenía más margen para no dar mayores explicaciones.
Cuando iba llegando la hora me preparé, cené algo ligero y me dirigí al coche camino al hospital. Aparque cerca, pero no lo suficiente. Tenia 30 minutos y quería andar un poco. Cuando dieron las 20:58 ya estaba en la puerta de urgencias. Me puse a mirar el móvil para pasar el tiempo y no crear sospechas. El guardia de seguridad de la entrada recorría los pasillos que dejaban ver las puertas de entrada. A las 21:01 dejé de verlo, espere que fueran las 21:02:40 y entre en urgencias. Estaba despejado, solo unas tres personas esperaban su llamada sentados. Varias enfermeras iban de un lado a otro. Y dos chicas en la recepción. ¿Qué tenía que hacer? Lo lógico era acercarme a ellas, pero qué mierdas. No estaba allí por una urgencia. Volvía a mirar el móvil para exculpar mis pasos lentos.
- Señor Rego…( y el final de mi apellido, que por confidencialidad me permitiréis que no ponga aquí).
La misma voz que me había cogido el teléfono sonó desde un pasillo que llevaba a las consultas de urgencias.
Levanté la mirada y un chico con bata blanca, un fonendoscopio al cuello y una carpeta verde claro miraba al infinito hasta que entendí lo que pretendía y emití un “yo” algo tímido.
Me miró. Era muy guapete. Algo más alto, mediría 1,81 y dos años más que yo, 28, con barba pero arreglada, pelo despeinado, pero que claramente se veía que le había dedicado minutos a dejarlo así. Los ojos muy oscuros y una boca prominente y muy sexy. Sobresalía la barbilla marcándole una mandíbula dura y masculina. La bata no dejaba mucho a la vista, pero parecía tener buen cuerpo y cuidase.
- Muy bien, acompáñeme si es tan amable – me dijo dándose la vuelta y caminando lentamente para que le alcanzara.
Adelantí mis pasos para ponerme a su lado. No me atrevía a mirar ni decir nada. No quería causar extrañeza en quien nos miraba. Cuando pasamos una puerta y enfilamos el primer pasillo avanzó el paso.
- No digas nada, espera – me dijo mirándome él a mí como si me repasara revista.
Nos acercamos a unos ascensores algo escondidos donde un cartel de “exclusivo para el personal sanitario” rezaba en una de las paredes. Llamó al ascensor y se abrieron las puertas. No había nadie. Entramos.
Según se cerraron las puertas, con movimientos rápidos y deicidios se quitó la bata blanca y el fonendo.
- Póntela, llamarás menos la atención – me dijo colocándome el fonendo alrededor del cuello.
- Vale, pero yo…
- Shh, no preguntes - me dijo haciéndome callar.
Claramente tenía un cuerpo trabajado. No era ni mucho menos el cuerpo del militar, pero la camisa a cuadros que llevaba bajo la bata le hacia una espalda y un pectoral anchos y unos brazos definidos, ajustados a las mangas de la camisa. Lo mejor de él, su culo, era respingón, al menos en esos vaqueros color kaki que llevaba.
Salimos del ascensor y cruzamos dos pasillos más. No nos encontramos a nadie hasta que volvimos a girar otro pasillo.
- ¿De guardia hoy, Aleix? – dijo otro médico que venía de frente
- Ya ves… y con mucho trabajo – dijo quien acababa de descubrir que se llamaba Aleix.
- Buenas noches – me saludo aquel señor que ya estaba casi a nuestra par
- Hola – dije yo intentando soltarlo de la manera más confiada posible.
Aleix sonrió y después de unas palabras más seguimos hacia adelante. Giramos a la derecha y apareció un pasillo lleno de puertas diferentes a ambos lados.
Había menos luz en aquella zona.
Abrió una de las puertas.
- Pasa – dijo mirando a los lados asegurándose que no venía nadie.
Así lo hice. Entramos en una sala con un escritorio y un ordenador, varios armarios, una cama y un baño con ducha. Era las habitaciones de descanso de los médicos de guardia.
- Mientras que no me llamen por alguna urgencia aquí estaremos bien – me dijo con un tono más amable que el de antes – eso sí, no hables muy alto. No debería haber nadie aquí conmigo.
Asentí con la cabeza mientras me quitaba su bata y el fonendo y los dejaba sobre la cama.
- No entiendo nada – dije mirando alrededor en señal de una explicación plausible.
- ¿Quieres la versión extendida o el resumen? Mejor el resumen, luego pregunta lo que quieras saber – dijo eligiendo por mí. Se sentó en la única silla que había y me ofreció sentarme en la cama – Hace unos días quedaste con Martí, sí Martí es el nombre del militar – me dijo sin dejarme poder preguntarlo- y como militar de alto rango y vida hetero con mujer e hijos no le gusta que haya nada que se escape a su control en este aspecto – dijo extendiendo la mano y señalándome con la palma abierta- No suele quedar con muchos tíos. Es de piñón fijo. Yo y otro más. Pero quiere uno nuevo. Un juguete nuevo de los que él busca: niño pijo, guapo, elegante pero un sumiso en la cama. Que no cuestione. Que obedezca. Que esté para sus intereses. Que no de problemas. Que sea discreto. Y sobre todo, que boca y culo estén en perfecto estado de revista y operativos siempre para su disfrute.
- No pide nada… - dije yo haciendo que sonriera por primera vez
- Cuando tienes mucho que ofrecer, puedes pedir lo que quieras. Ya pudiste ver cómo es y apreciar lo que esconde.
- Descomunal – asentí riéndonos
- Sí, por eso no vale cualquiera. Has tenido suerte
- ¿Suerte? - pregunté confuso
- Sí. Queda con pocos nuevos, y casi ninguno ha repetido. Y tú estas aquí.
- ¿Y él? – dije yo esperando a que entrara por la puerta en ese momento rollo película
- Jajaja no no, hoy no le verás. Pero tranquilo, quiere volver a verte. Eso sí, cuando estés listo
- Hostia tío, esto es muy raro – dije sin entender nada…
- Lo sé. Eres libre de irte si no quieres seguir.
- Hombre, ya llegados a este punto… - dije asumiendo que se riera por la obviedad.
Quién cojones no querría asumir lo que fuera por repetir con aquel macho. Aleix sabía perfectamente que merecería la pena. Yo por entonces solo lo empezaba a sospechar.
- Toma – dijo abriendo un cajón y sacando un móvil – esto es para ti. No tiene internet. Solo contactará contigo a través de este teléfono. Tenlo siempre encendido y solo usa los mensajes de texto. No hay ningún número guardado. Cuando te envíe el primero le guardas. Y esto también es para ti – dijo sacando esta vez una bolsa blanca de papel de uno de los dos armarios.
Dejé el móvil en la cama y cogí la bolsa. Dentro había una caja de zapatos bastante grande.
- ¿Qué es? – dije casi como un “¿la abro?”
- Tú única forma de estar listo para que la siguiente vez no la cagues y tengas la mala suerte de no volvers a quedar con él.
Abrí la caja y lo de dentro me sorprendió. Un dildo enorme negro y venoso aguardaba dentro. Era bastante gordo y terminaba en una discreta ventosa del mismo color.
- ¿ Esperabas unas Vans? – dijo Aleix riéndose al ver mi cara. Después miró el busca de su bolsillo.
- Pues no, pero esto tampoco - dije sorprendido
- Pues es para ti. Es nuevo tranquilo. 25 centímetros de largo y casi 8 centímetros de ancho la parte más gruesa. Bastante similar a lo que intentaste tragarte hace unos días. Esto te ayudará a que entrenes para que la próxima vez puedas comérsela entera. Y créeme, si quieres unirte a nosotros – se refería a él y al otro colega que aún no conocía- más te vale que te la metas entera
- Pero joder si es…
- Ah eso sí – me cortó- Solo úsala para la boca. No para el culo. Eso te lo abrirá él
- ¿Ósea que no puedo follar con nadie? Estais flipados jajaja
- No he dicho eso, tú puedes quedar con quien quieras. Incluso que te la meta cualquiera. Pero lo que digo es que no puedes usar esto – señaló al dildo que seguía en la caja – para follarte el culo. Ese entrenamiento con el de verdad jajaj
Estaba procesando todo aquello. Y mientras lo procesaba y alucinaba qué esto estuviera pasándome a mí la cosa fue más loca aún, porque al parecer, por orden de Martí, el militar megamusculado que controlaba todo que flipas, también pidió a Aleix, quien más adelante supe que era su alpha número uno, que me hiciera analíticas para ver si estaba sano.
Así que aquel lugar de descanso se convirtió en una consulta de enfermedades de transmisión sexual; palito en boca, culo y uretra (esa jodió y escoció la vida), análisis de sangre…
- No estoy habituado hacerlo yo, de esto se encargan las enfermeras, perdona si te hago daño – dijo
Y revisión anal y del pene. Vamos, un completo.
De lo malo, malo ya no tendría que hacérmelas en un tiempo… Y
- Toma – me dijo abriendo otra vez el cajón de antes y entregándome, esta vez, un par de cajas de pastillas – Tómate una al día .
- ¿ Profilaxis de prexposición?, ¿Qué es esto? – pregunté
- La Prep . Pastillita para evitar el VIH, vamos – dijo modo médico – Regalo de la casa, no te quejes, yo te las suministro mientras él te acepte. Si deja de quedar contigo y las sigues queriendo, las pagas o que te las recete tu médico jajajaj
Estuvimos hablando un rato más. Pregunté muchas cosas, aunque a pocas pudo responderme. El resumen consistía en que, si quería quedar con aquel pedazo de hombre más veces, debía seguir sus normas.
- Y eso pasa por que puedas tragarte este dildo entero por la boca. Cuando lo consigas estarás preparado para comerte su rabo sin problemas y recibirás su llamada – dijo Aleix sacando el dildo negro de la caja y pegándolo en una de las paredes – Puedes empezar – dijo riendo
- ¿Ahora? – miré la hora, eran ya casi las 22.45 de la noche - ¿Aquí? – dije recordándole que estábamos en el hospital donde trabajaba
- ¿Tienes algo mejor que hacer esta noche del viernes? Jaja Créeme que, si fuera por mi, no estarías aquí. Son sus métodos, no los míos- dijo volviendo a mirar su busca – Tengo que salir un segundo, vuelvo en un rato.
Sin mucho preámbulo más, Aleix se puso la bata de nuevo, cogió el fonendoscopio y salió de la habitación dejándome solo con aquel pedazo de dildo de 25 cm pegado a la pared, amenazante.
Os mentiría si os dijera que me dieron ganas de irme, o de pensarme muy mucho lo que estaba haciendo. Todo era muy diferente a quedar y follar, pero en parte entendí que por la profesión de militar (acsotumbrado a hacer las cosas correcta y estrictamente) y de ser hetero casado (acostumbrado a no dejar huella) hizo que me quedara sin pensarlo mucho.
Me acerqué al dildo. Lo había pegado un poco por debajo de la altura de mi boca, así que flexioné las rodillas y abrí la boca tanto como cuando me metió su rabo por segunda vez. Esa imagen me la volvió a poner dura y eso hizo que empezara a meterme aquel dildo en la boca, algo más de un cuarto del trasto de silicona me entraba sin problema, pero alcanzar la mitad era complicado. Era muy gordo y no recordaba mucha diferencia con la sensación de lo que ocupaba la polla del militar. Aunque éste estaba más frio, claro. Empecé a mamar y tragar pensando en que era su rabo, centrándome en recordar cada sabor a precum, a rabo sudoroso, a su leche agria y caliente. El mío empezó rápidamente a salivar. Mucho. Apreté un poco más mi cabeza y conseguí meterme un par o tres centímetros más en la boca. Casi por la mitad. Y ya se notaba que empezaba a respirar peor. Me centré en hacerlo por la nariz. Estuve un buen rato tragando dildo de silicona e imaginándome cómo me ató y me folló la boca con el cinturón.
Tanto me había metido en situación que ocurrieron dos cosas al mismo tiempo; la primera, que la expulsión de liquido preseminal había dado paso a que saliera algo de lefa de mi polla mojando mi ropa interior aún más. Y segundo, que la voz de Aleix apoyado en la puerta me hizó sacar la mitad del dildo rápidamente sintiéndome bastante avergonzado.
- Tranquilo jajaj Yo también he pasado por eso. Aunque verte es más excitante que hacerlo – dijo desplazando lo que era un bulto en su pantalón hacia una de sus piernas a través de un movimiento seco.
- Es imposible – dije intentando disimular todas las babas que se concentraban en mi boca.
- Si lo haces así, normal – dijo caminándose hacia mi y pendiéndose detrás. Me puso las manos en los hombros por la espalda y me colocó frente al dildo de nuevo – No te agaches así. Para meterte todo debe cruzar tu zona bucal y pasar a la garganta, y para eso debe cruzar el paladar blando, la zona más complicada, que es la que se debe abrir con la presión para que la polla siga cruzando hacia el fondo de la glotis.Ese paso del paladar blando es un musculo que no podemos controlar voluntariamente, y solo el rabo deberá abrirlo a su paso, po r eso debes mantener la boca alineada con el cuello, en línea recta.
Me cogió de la cintura me colocó en la posición correcta para que notara cómo el agujero de mi boca y la garganta debían estar en paralelo.
Cuando pensaba que me iba a empujar hacia el dildo me giró hacia él rápidamente. Mis ojos verdes se clavaron en sus ojos negros y su increíble sonrisa. Era realmente sexy aquel chico.
- Él debe notar esto – me dijo agachándose rápidamente
Me soltó el cinturón y me bajó los pantalones de un tirón seco. Lo mismo hizo con mi bóxer rojo que ya presentaba un cerco enorme de precum y parte del semen al que no reparó mucho. Mi polla rebotó en el aire apuntando a su boca, unos 18 cm de la cual salía un hilo de precum colgando que, a pesar de verlo, no le dio importancia y rápidamente se metió mi rabo en la boca del tirón. Sin pensárselo dos veces. Tragando con ello aquel hilo trasparente. Noté su boca cálida en mi prepucio, arrastrando sus labrios pegados a mi rabo centímetro a centímetro, mientras me estiraba la piel.
Ufff… quise agarrarle del pelo y empujarle más, pero resistí mis instintos y le dejé hacer. Sin ningún tipo de problema se tragó tres cuartas partes de mi polla y entonces me miró a los ojos indicándome que prestara atención. Ahí fue cuando su garganta se debió abrir con su autoimpulso, metiéndose lo que quedaba de mi polla dentro y pasando ese estrecho paso donde forcé su garganta con mi glande megahúmedo, atravesándolo entero. Notaba la presión en la parte final de mi rabo por la tensión que ejercía su zona del paladar blando. Eso me estaba provocando aún más placer. Era como si metiera mi polla por un agujero que se estrechaba al final. Vi su cara de concentración para aguantar y no ahogarse. Y entonces la sacó entera. Tanto mi rabo como su boca chorreaban saliva y más précum. Se relamió y se puso en pie.
- Muy rico tu rabo jajaj ¿lo has notado no? El paso estrecho es lo que tienes que entrenar. La tuya es grandecita, no esta mal, y solo llega al paladar blando, pero una como la del Martí – dijo señalando al dildo aun colgado esperando – uf nene, una así te llega hasta la faringe – dijo volviéndose a menear el rabo desde fuera del pantalón- Prueba tú
Estaba cachondísimo con todo aquello, y tenía más ganas de que me siguiera comiendo el rabo, pero me di la vuelta para poder volver a probar con el dildo.
- Espera, no – dijo él haciendo que me girara
Se desabrochó su cinturón y se bajó un poco los pantalones dejándolos por las rodillas. Sujetando con una mano la parte baja de la camisa, la levantó mostrando parte de sus abdominales planos, y con la otra mano se bajó el bóxer y se sacó su rabo que también estaba duro. Era más o menos del de mi tamaño, pero más gordo y algo más venoso. Y a diferencia de la mía, estaba muy seca. Apenas echaba fluidos previos.
- Mejor empieza con algo más asequible – dijo sonriendo
- No te haré ese feo – bromeé con unas ganas increíbles de comerle ese pollón gordito
Me agaché y empecé a lamer el capullo y a comérmela a mi rollo, sujetando la base con una mano y apretando y tensando mientras la lubricaba con la lengua. Estábamos disfrutando ambos, él miraba hacia arriba con la boca abierta, señal de que le estaba gustando. Escupí varías veces y volví a metérmela relamiéndola ávido y con ritmos intermitentes
- Para, para, que vas a hacer que me corra y lo que tengo que hacer es ayudarte, joder – digo mirándome con ojos viciosos y sonrisa de chico malo.
- Perdona jajja es que cuando veo una polla tan rica – dije regalándole los oídos.
Era una táctica que siempre usaba con buenos resultados.
- Intenta metértela toda como te he dicho
Lo hice. Me coloqué en la mejor postura, la que me había enseñado y respiré profundo. Solté la mano que agarraba su polla y me la fui metiendo centímetro a centímetro, abriendo muy mucho la boca y esperando a que el glande chocara con aquella zona que debía forzarse para dejarla paso. Era gorda, pero no tan gorda como la del militar, ni mucho menos, así que me esforcé en hacerlo bien a la primera. Y allí, cuando el glande chocó con la zona del paladar blando, lugar hasta donde antes hubiera parado para sacarla y volver a meterla, empujé fuerte con un movimiento lento de cabeza y el glande atravesó apretando mi zona de la parte alta de la tráquea haciendo que aquel chico que acababa de conocer suspirara con un gemido que controló para que no nos escucharan. Notó que no podía más y que iba a retroceder, y puso sus manos en mi cabeza, apretando fuerte mis rizos rubios y aguantando mi cabeza con su rabo en el mismo lugar.
- Aguanta ahí, puedes respirar aún por la nariz. Es cuando pase a la faringe donde ya no podrás respirar ni por la nariz. Y con él eso pasara si la mete así.Habitúate a tenerla ahí. Mueve despacio fallándote la boca – dijo casi con otro gemido
Respiré profundo y vi que podía hacerlo por la nariz. Pero notaba algo irritada la garganta, aún así controlé un poco y me autofolle la boca haciendo que su glande fuera hacia atrás y adelante en lo que yo notaba que era mi garganta, pero que no era más que el paladar blando, la parte final y más cerrada de la boca.
- Eso, así… pufff sigue – dijo el muy cachondo.
Yo solo podía soltar sonidos guturales que demostraban lo cachondo y lo doloroso que estaba siendo. Pero me imaginaba que esa polla no era nada con la que me debería tragar y me hice a la idea que no había otro camino. Seguí follándome la boca con la ayuda de sus manos, dejando de controlar para que él marcara el ritmo. Moví los labios para llevar a la base de su rabo. La tenia completamente dentro y podía oler el sudor de su abdomen. Solo veía sus abdominales de cerca, pegados a mi frente con el poco vello que tenía completamente sudado y pegado. Estaba más cachondo que nunca y notaba cómo salía y salía precum, me la toqué un poco y paré enseguida o me correría.
Aleix no dejaba de soltar gemidos suaves de completo placer, y al rato, cuando ya casi el dolor de la presión en mi garganta aflojaba, escuché un gemido más rudo y un
- Ufff perdona, pero lo necesito – dijo gimiendo un poco más, exhalando mucho y contrayendo todo su cuerpo justo antes de que una oleada de liquido súper caliente y disparado atravesara la glotis hacia la laringe como destino mi estómago.
No me dejó sacarla hasta que noté tres trallazos más de liquido atravesar mis conductos, lo que ahora sí me impedía respirar y lo que también me hizo soltar un chorro de lefa disparado al frente y manchando sus pantalones. Me había corrido sin tocarme, más que un segundo, minutos antes. Nunca me había pasado y no pude controlarlo.
Entonces sacó su polla de mi boca y pude respirar de nuevo.
Me agarró de un brazo ayudándome a levantar
- Uf lo siento nene, pero llevaba unos días sin correrme y claro… perdóname jajajaj pero lo bueno de esto es que no te quedan restos en la boca jajaja van directos a tu garganta – dijo cachondo perdido- Y no te preocupes que estoy sano y también las tomo – dijo refiriéndose a las pastillas
- Joder cabrón – dije intentando coger aire y relajarme. Me temblaba todo de la tensión y me dolía un poco la garganta del agente externo, digámoslo así – Creo que te he manchado los pantalones, así que deuda saldada jajaja – dije intentando pedirle disculpas
- Joder, y sin tocarte cabrón jajaja ahora entiendo por qué te ha elegido, aparte de lo guapo, claro jaja. Y por los pantalones, “no worries”, tengo otros - dijo yendo al armario para cambiárselos.
Estuvimos charlando un poco más, nos duchamos y salió a una urgencia. Cuando volvió ya tenia todo recogido y el dildo en la caja. Era mi entrenamiento. Cuando pudiera tragármelo entero es cuando podría tener el privilegio de volver a quedar con aquel macho.
Aleix me dio su número y me dijo que le escribiera cuando quisiera y que tendría noticias suyas pronto. Me acompañó a una salida diferente, una para ellos, ya que eran las 3 de la mañana y no había que dar que sospechar.
Allí estaba yo, camino al coche a las 3.15 de la mañana, con dos móviles, dos cajas de pastillas y una bolsa de papel con una caja de zapatos escondiendo un dildo de 25 cm y habiéndole comido el rabo y tragado la leche a un alpha médico del militar buenorro que también me folló la boca… si me hubieran dicho que esto pasaría en meses antes le hubiera mandado a la mierda a quien me lo hubiera pronosticado.