Almuerzo entre amigas y algo más

—¡Tócame tú también, mira qué caliente me he puesto! —dijo Lindsay llevando la mano de su amiga a sus bragas y...

El buen culo del monitor

Por la mañana todo le pareció normal, como un día más la levantó, le dio su ropa para que se vistiese y desayunaron frugalmente. Luego la montó en su coche y la llevó al centro.

—Evolet, respecto a lo de anoche, espero que no te asustases —le dijo mientras conducía.

Evolet miraba por la ventana distraída y no le prestó atención, siempre lo hacía así, pero Dorothy sabía que aunque pareciese distraída sí que la escuchaba, lo escuchaba todo.

—Fue un juego entre ambas, ¡y a mí me gustó mucho! —le dijo mientras le cogía la mano.

Entonces sintió que Evolet se la apretaba súbita y tímidamente y luego se la retiró.

Tras esto siguió conduciendo hasta el centro educativo donde Evolet pasaba las mañanas mientras su madre trabajaba.

Al bajarse del coche un chico alto y rubio salió a recibirlas, era muy atento e inmediatamente las saludó.

—¡Buenos días! —les dijo efusivamente.

—¡Buenos días, Pol! —respondió Dorothy—. Aquí te dejo a la señorita…

—Evolet, ¡adelante! Hoy vamos a pasarlo bien, hay muchas actividades que te gustarán —le dijo Pol efusivamente.

No muy convencida Evolet tomó su mano y se encaminó a la puerta. Entonces Dorothy se dio cuenta que no se habían despedido así que corrió hacia su hija y la besó.

—Nos vemos luego, ¿vale? —le dijo.

Evolet asintió y sin mucha efusividad la despidió…

Al meterse en el coche se dio cuenta del buen culo que tenía el monitor, sin saberlo había prestado atención a aquella parte especialmente excitante para una mujer, de la anatomía masculina. ¡Um! Deseó coger aquel culo, apretarlo y quien sabe, ¡sentir la potencia de su virilidad entre las piernas!

—¡Qué guarra eres Dorothy! Pero, ¡si podrías ser su madre! —se dijo pensando en voz alta.

Pero sí, ¡podría follárselo también! Definitivamente parecía que su sexualidad estaba despertando de su letargo insospechadamente, tras los acontecimientos de los últimos días.

Almuerzo entre amigas y algo más…

En el trabajo un día más…

Dorothy era dependienta en un centro comercial de una conocida marca. Vendía perfumes y productos de cosmética y belleza, así conoció a su amiga Lindsay cuando un día se encontraron en el centro comercial y ella, sorprendida, se acercó a su vecina. Así intimaron y llegaron a ser amigas.

Hoy Lindsay fue a visitarla, pues quería comprar algunas cremas que se le habían terminado y así les dio la hora de comer de Dorothy, por lo que Lindsay se ofreció a comer con ella.

Así, sentadas en una pequeña mesa de un Burger, compartieron confesiones…

—Bueno, no hemos hablado en días, ¿qué tal con tu hija Evolet? —se interesó Lindsay.

—¡Oh, de eso quería hablarte! Puse en práctica lo que me recomendasteis tú y el doctor…

—¡Ah sí! ¿Y qué tal? —dijo su amiga para dejarla hablar.

—Pues, la primera noche fue raro, ¡pero funcionó! —dijo victoriosa Dorothy.

—¡Estupendo Dorothy, me alegro por ti! Pero entonces, ¿sólo la bañaste?

—Oh, no sólo eso, también la acaricié un poco. Fue impactante al principio pues me daba mucha vergüenza, pero conseguí que se corriese y pudo dormir como los ángeles —le confesó su amiga Dorothy.

—¿En serio? ¿Y Evolet cómo se lo tomó?

—¡Uf! Fue un poco difícil al principio, cuando comencé a acariciarla, pues ella es reacia a que la toquen, pero el baño ayudó y bueno, finalmente lo conseguí.

—¡Genial! ¿Y desde entonces?

—Pues nada, cada noche le doy un baño y la relajo —se limitó a decir Dorothy discretamente—. Aunque anoche pasó algo que me quitó el sueño, ¿sabes?

—¿Si, no me digas, qué? —se interesó Lindsay con curiosidad mal sana.

Dorothy le explicó lo sucedido a su amiga, contándole los íntimos detalles, cómo se trató de frotar con el sexo de Evolet y cómo se ayudó de su mano para correrse en la bañera. Finalmente le pidió consejo…

—Verás Dorothy, yo no lo veo mal chica. Te cogiste un calentón y te masturbaste con tu hija, compartisteis un momento de intimidad y cómo tú dices, ¡conectasteis! Eso es lo importante.

—Me alegro de oírtelo decir, me sentía algo culpable, tal vez pensaba que había cruzado una línea roja, pero a Evolet parece que no le ha afectado, esta mañana estaba bien, ¡como siempre! ¡Uy, qué tarde es me tengo que volver al trabajo! —dijo Dorothy levantándose—. Pero antes tengo que ir al baño…

—¡Ah, muy bien! Voy contigo que me estoy haciendo mucho pis …

Entraron al baño juntas, como amigas que eran. Primero lo hizo Lindsay, quien hizo un largo y potente pis, mientras Dorothy esperaba junto a ella. Luego ocupó su lugar Dorothy y también dio cuenta del gran refresco de cola que habían tomado en el almuerzo.

—¡Jo chica, la verdad es que lo que me has contado me ha puesto un poco cachonda! ¿Sabes? —admitió su amiga mientras se limpiaba con una gran bola de papel higiénico frente a Dorothy.

—¿En serio? —dijo su amiga extrañada mientras terminaba de hacer su pis.

—¿Te parecerá raro verdad?

—¡Oh, no sé, supongo que es excitante hablar de sexo! ¿no? —dijo Dorothy sin darle más importancia.

—Me recordó una vez que estaba estudiando en mi cuarto con una amiga del instituto y bueno, comenzamos a masturbarnos juntas y al final acabamos haciendo algo parecido a lo que te ocurrió con tu hija, ¿sabes?

—¿De verdad? —ahora la extrañada era Dorothy.

—Si, no se lo había confesado a nadie, los días siguientes me sentí culpable por aquello pero bueno, lo acabamos olvidando, aunque el recuero de la excitación que sentí al acariciar a otra mujer aún perdura, ¿sabes? —le confesó su amiga.

Dorothy no dijo nada, estaba terminando de limpiar su sexo, cuando se giró para tirar la bola de papel que había empleado, cuando con las bragas a medio bajar sintió la mano de su amiga posarse en su sexo.

—¡Oh Dorothy, me pregunto si algún día podríamos probar…! —le susurró acariciando suavemente el bello de su Monte de Venus.

—¡Oh Lindsay! No me lo esperaba sinceramente —dijo una confundida amiga.

Entonces Lindsay se tomó su pecho con su otra mano y la apretó contra la pared del servicio, mientras sus dedos allí abajo se deslizaban por su raja aún húmeda del pipí.

Dorothy sintió como se le aceleraba el corazón por la súbita situación que había surgido con su amiga en la intimidad del baño.

—¡Tócame tú también, mira qué caliente me he puesto! —dijo Lindsay llevando la mano de su amiga a sus bragas y apartándolas posó su mano sobre sus labios vaginales y se aseguró de que ésta notase la humedad que yacía en su cálido interior.

Efectivamente Dorothy comprobó alarmada como su amiga estaba ciertamente caliente, sus dedos se deslizaron sin dificultad por sus labios vaginales mientras sentía que tenía que salir de aquella situación incómoda.

—¡Oh Lindsay, yo no sabía que…! —dijo Dorothy apartándole la mano tanto de su sexo como del suyo—. Verás para mí ha sido una sorpresa esto, ¡tengo que pensarlo vale!

Dijo tratando de no ser muy brusca.

—¡Perdonan si te he asustado! Yo no quería, como te he dicho nunca lo había contado a nadie, contigo me ha surgido el recuerdo y cómo te considero mi amiga, he querido confiarte mi secreto.

—Gracias por hacerlo Lindsay, de verdad, ¡lo aprecio mucho! —le dijo efusivamente cogiéndole ambas manos, tirando de ellas para reforzar esa efusividad—. Y no sientas que te he rechazado, es sólo que es mi primera vez y bueno… no sé qué decir. Lo entiendes, ¿verdad?

—¡Si, sí, claro! Bueno, será mejor que salgamos ya —dijo Lindsay sintiendo de repente el peso de la vergüenza por la embarazosa situación con su amiga.

Se despidieron amistosamente y Dorothy continuó con su trabajo mientras su amiga se marchaba del centro comercial.


La Hija de Dorothy es mi nueva novela, lo que has leído aquí son sus capítulos 7 y 8 de los 37 de los que consta. Si te gusta la historia te dejo aquí la sinopsis de la obra completa:

Evolet recitaba operaciones aritméticas imposibles para su madre que no la dejan dormir, de modo que Dorothy decide llevarla al médico. Allí, un buen doctor le receta pastillas y ante las reticencias de la madre, le sugiere una inquietante alternativa que la sonroja...

Ésta lo consulta a su vez con su vecina y buena amiga Lindsay, quien le da la razón al doctor, dejando a Dorothy no muy convencida. No obstante decide ponerla en práctica esa misma noche...

Así comienza su aventura, la aventura de una madre y una hija que juntas recorrerán caminos insospechados para ambas en ese momento...