Almuerzo con mi suegra

Almuerzo inolvidable aprovechando que mi novia estaba de viaje

Almuerzo con mi futura suegra Matilde

Mi novia insistentemente quería viajar a los Estados Unidos, su intención era juntar algo de dinero pues quería montar su propio consultorio y estaba segura de que con un empleo en ese país podría juntar el dinero que necesitaba. Contacto con una tía suya para que le permita vivir con ella y a la vez poder realizar algún trabajo.

Estuvo con esa idea por mas de tres meses hasta que finalmente por su insistencia todos apoyamos su decisión y ella se iría por unos tres meses. Durante ese tiempo yo trabajaba en un consultorio muy cerca de donde mi novia vivía con su madre y un día mi futura suegra Matilde me llamo por teléfono y me invito a almorzar.

Así fue y el día previsto y a la hora de almuerzo tomé un taxi y me dirigí a la casa de mi novia, allí estaba mi suegra esperándome con el almuerzo listo y servido. Estuvimos comiendo y conversando como siempre, me contaba de su infancia, de sus hijos, de temas irrelevantes y alguna que otra consulta médica, esta vez me comento que tenía una dolencia que le venía molestando desde algún tiempo.

Eran unas hemorroides que había adquirido como consecuencia de los partos según me explico, me dijo que de vez en cuando le dolía y no sabia que hacer, entonces le dí algunas ideas de que cremas o supositorios aplicarse, pero también le aclare que el tratamiento dependía del estado de las hemorroides, era muy diferente una inflamación leve a una hemorroide trombosada, por ejemplo

Ella tímidamente me dijo que no sabía cómo estarían las hemorroides, que mejor sería que la revise, yo accedí ya que era una consulta medica y yo tenía que ser profesional.

Me dijo -mejor me examinas en la habitación ya que por las ventanas mis vecinos podrían verme y soy vergonzosa-, accedí sin problemas.

Fuimos a una habitación le indique que por favor se quitase la ropa interior y se levante la falda, que se suba a la cama y que se ponga de rodillas y con los codos pegados a la cama, puede verla en cuatro, por un momento sentí mi bulto latir pero tenía que ser profesional.

Además, como no tenía guantes tuve que examinarla sin ellos, así pude tocar su piel directamente, ella me preguntaba -¿cómo se ven? -, le dije que parecían solo inflamadas, en ese momento ella me comento que había leído en una revista que hace mucho tiempo trataban las hemorroides con saliva, cínicamente agrego -¿funcionaria esa técnica conmigo?-, la verdad es que nunca había escuchado eso pero use el argumento para intentar algo.

-Si señora Matilde yo también escuche de ello, decían que bajaba la inflamación-, ella me decía que le gustaría intentarlo pero que le era difícil llegar exactamente al lugar que necesitaba este exótico tratamiento. Le dije que no había problema que yo le aplicaba ahora mismo.

Metí mi dedo en mi boca, lo humedecí y empecé a acariciar su ano, era tibio y latía; cada vez que acercaba mi dedo veía como se abría su agujero invitándome a entrar, mi entrepierna se abultaba más y sentía un intenso latido.

Así seguí cuando vi que la señora Matilde acariciaba su vagina cada vez que yo  tocaba su ano, confirme que acariciaba su clítoris, entonces le pregunte -señora Matilde  puedo aplicarle la saliva directamente porque cuando se lo pongo con mi dedo, este se seca rápidamente-, ella respondió -claro Josesito lo que sea para aliviarme-.

Entonces me acerque a su orificio anal, tenia mi boca y mi nariz a escasos centímetros, sentía calor emanando de este escondido agujero con ese olorcito que embriaga entonces saque mi lengua y puede saborear por fin su ano, era salado, tibio, suave con escasos pelitos alrededor, percibí como se estremeció cuando me sintió lamiendo su ano. Yo empecé a lamer con avidez, ella gozaba y se dedeaba como loca, cada vez que acercaba mi lengua ella empujaba para que mi lengua sienta su profundidad.

Ella gemía y se abría mas y más, entonces empecé a buscar con mi lengua su vagina, la encontré cubierta con muchos pelitos, ella empujaba haciéndome sentir su humedad, su olor y su sabor, recordaba aquella vez en el pueblo cuando en silencio y sin palabra alguna la penetré y ambos llegamos a un orgasmo muy intenso pero silencioso, ocultándonos luego mutuamente este delicioso hecho.

Entonces ella dijo -te gusta la concha de tu suegra-, eso me puso a mil, le dije que sí, que me gusta; esto la animo y agrego -entonces sigue comiendo, quiero que me sientas bien, come Josesito, come Josesito-, repetía una y otra vez.

Yo estaba muy excitado viendo como esta mujer se abría y me daba sus orificios, ella siguió diciendo cosas que despertaban intensamente mi morbo y lujuria, palabras que nunca decía pero que en ese momento parecían muy comunes a su vocabulario sexual.

-Josesito comete la chucha de su suegra, así, así, ahora dame huevo, quiero probar tu pinga-, esta mujer era una perra en celo, me estaba haciendo gozar como loco, liberé a mi pene hinchado y con ganas de sexo se la clave con fuerza y empecé a bombearla, ella gemía y pujaba pegándose más a mi, quería sentir toda mi verga dentro de ella.

-Dame leche, rómpeme quiero ser tu perra- cada palabra que decía prendía mas mi deseo y morbo por ella, -te gusta mi pinga señora Matilde-, ella dijo que si y se reía eróticamente, le gustaba que la trate así, -que rico se mueve señora Matilde, le gusta la pinga no señora? – le pregunte, ella se estremeció y empezó a moverse frenéticamente, note que esa forma de hablar la calentaba más.

-Señora Matilde de ahora en adelante siempre te daré verga para que estes al día conmigo-, -Clávame- decía, -con fuerza- repetía, mientras gemía y gritaba. De pronto hubo una explosión de sus flujos, esta vez fue mucho más húmedo que aquella vez en la casa del pueblo, note como drenaban grandes cantidades de secreción desde su raja, remojando mi verga, mis huevos y toda la cama.

Mientras se venía ella se dedeaba a la vez, obteniendo más explosiones repetidas después de la primera, trate de sacar mi pinga pero ella no me lo permitió, se pego mas y me dijo que me quede que aun no terminaba que sentía que tenia más, me dijo -clava más, dame más fuerte, aún tengo más para darte.

Así seguí bombeando mientras avivaba el momento con frases morbosas que ella esperaba, -me gusta tu concha señora Matilde, tiene una chucha madura deliciosa, eres una perra-, ella continuaba en su labor acariciando intensamente su clítoris mientras yo seguía clavándola.

Súbitamente -me vengo otra vez, me vengo otra vez-, grito y otra nueva explosión, esta vez con menos volumen de secreción que como con la primera pero igual de intensa, mientras se venía en un nuevo mar de flujos me cogió de los huevos y me los acaricio primero con rudeza y luego suavemente mientras terminaba su orgasmo.

Entonces

Continuara…….