Alina se desmelena

Alina se pone cachonda con otro hombre que conoce por internet

Alina, con sus 38 años, ya era una mujer hecha y derecha. Se emparejó joven y había vivido muy buenos momentos con su novio, con el cual había tenido el último año una preciosa niña.

Su vida había cambiado mucho; ahora era madre. Atrás quedaron las noches de pasión en hoteles y apartahoteles donde se dedicaban a follar como jovenzuelos.

Ella siempre había sido muy pudorosa y tímida, sólo dejándose llevar en momentos de extrema calentura que cada vez iban menguando por el estrés del día a día.

Su novio sin embargo seguía siendo un calenturiento que, por desgracia para él, tenía que conformarse con los retalles de fotos y videos que consiguió inmortalizar en los buenos tiempos. En su mente había dos Alinas; la que veía plasmada en su ordenador y recordaba con placer, y la actual con la que mantenía escaso sexo.

No es que no quisiera follar con él, es que no tenía tiempo y la mayoría de veces tampoco tenía ganas. Se sumaba que las pocas veces que podía él ya estaba dormido porque debía madrugar.

Él siempre intentaba buscar modos de calentarla, ya fuera viendo películas porno, atándola, vendándole los ojos o mostrándole que aún era una mujer muy apetecible; era bonita, con algún kilo de más pero bien llevados, bajita y pelo rizado, tenía cara de niña buena y eso le ponía muchísimo. Y sobre todo unos pechos perfectos

Entre las mil y una cosas que usó para subirle la lívido, una en especial marcó la vida de Alina; una página web de contactos en la que su novio la registró y a los pocos minutos ya tenía pretendientes.

Ella no le hizo mucho caso por culpa de su hija, por lo que los mensajes se iban amontonando en el buzón hasta una noche en la que casualidades de la vida la niña se durmió pronto, su novio ya estaba en la cama y el juego de su móvil no funcionaba. Le dio por abrir la página, más que nada por curiosear. Primero borró todos los mensajes de gente a la que seguro ni se iba a molestar en leer; veinteañeros y cincuentones, quedándose solo con los de cuarenta a cuarenta y cinco. Aquello redujo los mensajes a seis, y de todos ellos sólo uno le hizo gracia, un tal David de cuarenta y tres años, oficinista pero con cuerpo de deportista, algo canoso pero bastante agraciado. La foto de perfil le pareció atractiva, su mensaje con tono alegre y jovial no le había desagradado, y tuvo la amabilidad de compartir la contraseña para ver sus fotos privadas. Una tras una fue abriéndolas; primero un torso desnudo, bien musculado; ese mismo torso acabado en unos bóxer blancos que marcaban un gran bulto; y una con el dedo gordo bajándoselo un poco dejando entrever parte del glande y el vello púbico. Miró a la puerta de la habitación para cerciorarse que su novio dormía, y a su izquierda para observar en la videocámara que la pequeña estaba en su cuna. Aún quedaba una última en la cual se equivocó varias veces al escribir la contraseña por el morbo que le había entrado, un sofocón al que ya no estaba acostumbrada. Clicó y tenía un primer plano de su pene, grueso largo y venoso. Sin darse ni cuenta su mano acariciaba suavemente por encima del pantalón del pijama rosa que llevaba puesto sobre su vagina. Se preguntaba si sería porque estaba en sus días fértiles el motivo de haberse calentado tanto y tan rápido. Sintió la imperiosa necesidad de tener un orgasmo, y aunque su novio le había dicho mil veces que para sexo siempre estaba disponible, prefirió no despertarlo. Se acomodó en el sofá reclinándose y abriendo las piernas, apretando cada vez más los dedos en su coño hundiendo la tela entre sus labios. Esos mismos dedos ascendieron hasta el estómago desde donde esquivaron la cobertura de pijama y bragas que llevaba puesta, deslizándose entre el pelo bien recortado hasta llegar a su húmedo coño. Una vez allí empezó un suave vaivén acompasado, frotando en círculos su clítoris, bajando un dedo entre los labios para hundirlo en su mojada cueva y haciéndola suspirar, abriendo más y más las piernas.

Le faltaba algo para acabar de culminar su placer. Pensaba en una polla, fuera cual fuera, hundiéndose dentro de ella, y por más dedos que introducía no conseguía esa sensación. Se levantó recomponiéndose y a hurtadillas se fue a la habitación donde tenían el ordenador. Allí, de una cajonera azul de tela extrajo un envoltorio de plástico que contenía un objeto con el que únicamente con su novio había disfrutado pero esta vez tendría que satisfacerla sola; su vibrador de goma.

Volvió al sofá pensando en desnudarse y masturbarse cómodamente, pero debido a las posibles urgencias que se podían presentar prefirió tumbarse y solamente bajarse el pantalón del pijama.

Las bragas se habían mojado y marcaban sus labios vaginales. Volvió a coger el móvil y a abrir las fotos de David, lo único que tenía a mano, y volvió a tocarse por encima. Extrajo el vibrador del envoltorio y se lo llevó a la boca, lamiéndolo despacio como si de un pene real se tratase. La mano ya había apartado las bragas a un lado para frotarse el clítoris con furia. Pensó en retirárselas pero le daba más morbo así; se sentía más guarra y puta. Ya bien lubricado acercó el juguete a su cueva y lo movió arriba y abajo. De un solo apretón se lo metió por completo en su coño dilatado tras aguantar un duro parto.

Una oleada de placer le cruzó la espalda haciéndola arquear y tener que morderse los labios para no gritar. Metía y sacaba el vibrador rozando las bragas empapadas a la vez que se frotaba en círculos el clítoris. Cada vez más rápido y más profundo se metía aquel plástico en el coño, se le escapaban susurros mientras miraba la foto con los ojos entreabiertos diciendo “fóllame, fóllame”.

Su novio siempre decía que tenía tres estados; el normal, como mujer y buena madre; el calenturiento, con el que en ocasiones se acostaba o le hacía mamadas a su novio; y el modo puta, pero puta con mayúsculas. Cuando estaba en este estado de excitación le daba igual todo y solo pensaba en disfrutar, en que la follasen sin miramientos y le dieran el tan esperado orgasmo. En esa etapa estaba ahora, por lo que poco le preocupaba que su novio se despertase y la viese echada con una polla de plástico en el coño. Es más, probablemente le hubiera exigido que le acabase el trabajo con la lengua a la vez que se lo metía para ella poder libremente tocarse los pechos. Así estalló en un delicioso orgasmo que la dejó tumbada y relajada unos minutos.

Tras ello, se dispuso a ponerse bien la ropa, limpiar el juguete para volver a guardarlo, y a meterse en la cama no sin antes volver a leer el mensaje de David, en el que la acuciaba a que le pasase la contraseña de sus fotos eróticas, unas pocas de su amplio repertorio en las que enseñaba lo justo para calentar a los hombres. El problema es que la cuenta la creó su novio y se le olvidó la contraseña que le dijo, pero se prometió averiguarla y pasársela al propietario de aquellas fotos que tan delicioso momento le había hecho pasar para compensarlo.

Al día siguiente, bien entrada la tarde cuando llegó su novio, salió el tema del sexo, como siempre, y ella le comentó lo de la página, que la había estado curioseando, y le preguntó por la contraseña.

Su novio se excitó y alegró al momento de aquel cambio de costumbres y no tardó en acosarla a preguntas. Ella le enseñó desde el portátil el mensaje de David, y lejos de desagradarse Manuel la ayudó a contestarle.

-          ¿te da morbo ese hombre?- Le preguntó

-          Está bueno.-respondió tajante. – Más que nada es por jugar, para ver si aún atraigo a los hombres con este cuerpo…

-          Pero si estás buena cariño, claro que los atraes. Fijo que ese te follaba en cualquier lado.-Ella le miró sonriendo.- ¿Tú follarías con él?

-          ¡No!

-          Bueno, es que veo que has borrado todos los demás y que a éste le contestas hasta con fotos…

-          Porque me ha hecho gracia, nada más

Tras haberle contestado siguieron cruzando mensajes durante los días siguientes, se dieron cuentas de email y pudieron escribirse sin limitaciones. Alina no mintió, sólo ocultó su nombre y dirección por privacidad, pero le interesaba ver si en su condición actual podía “pescar” algo. David también le explicó su vida, pero con lo único que ella se quedó era que estaba casado. No le importaba, por el contrario la excitaba el hecho de que un hombre apuesto quisiera tener sexo con ella aun teniendo una mujer todas las noches a su lado. Se enviaron fotos cada vez más picantes que poco dejaban a la imaginación Manuel seguía aquel juego como mero espectador, aconsejándola en los temas que ella no conocía de los tenebrosos mundos del porno y vicio, viendo como ella entraba en el juego que había urdido.

Una de sus fantasías era verla con otro hombre y ella lo sabía, por lo que no le costó seguir el juego siempre dándole a entender que nada de nada iba a pasar para su decepción.

Sin embargo en el último mensaje David le propuso de conocerse en persona. Alina era reticente, o al menos es lo que debía aparentar, pero ardía en deseos de conocer a ese misterioso hombre. Manuel le propuso que quedasen para un café, lleno de morbo por su imaginación fogosa en la que imaginaba poder incluirlo en alguno de sus juegos, al menos como espectador. Empezó con un “ya veremos”, pero al acabar de dar la merienda a la niña ya estaba respondiendo que mientras fuera sólo para conocerse y en un lugar discreto donde sus parejas no los vieran estaba conforme.

Para aquel día Manuel se pidió fiesta, para poder quedarse con la pequeña y acompañarla para poder ver desde lejos. Un par de horas antes Alina ya se había duchado y mientras Manuel daba el desayuno y vestía a su hija, ella aprovechó para pasarse la máquina cortapelos; no tenía intención de nada especial, pero suponía que aquella noche tendría sexo fogoso con su novio y quería estar decente. Su novio la ayudó a vestirse algo más provocativo que de costumbre pese a las negativas suyas.

Un vestido negro, botines y ropa interior de encaje era lo único que cubría su cuerpo. Con esa guisa partieron ambos con la niña a coger el coche. La idea era que la dejaría en la zona y mientras ellos tomaban un café él daría un paseo a la pequeña.

Habían quedado en una cafetería en la plaza de la estación de Sants. Alina esperaba nerviosa en la entrada hasta que vio aparecer a David; era más alto y fornido en persona, cosa que la hizo estremecer cuando éste se le acercó a darle dos besos e invitarla a entrar.

Una vez sentados y servidos empezaron a hablar de temas triviales. Al poco tocaron el tema de sus respectivas parejas; Él llevaba felizmente casado 6 años, sin hijos, pero su mujer viajaba mucho y él también por temas de trabajo.

-          La verdad no esperaba que me respondieses. Y menos teniendo novio e hija. En sí ¿Qué buscas en esa página de contactos?

-          No sé, pasar el rato, sentirme bien…. ¿Tu?

-          Si te soy sincero, una aventura. Sexo.

-          ¿Has quedado con muchas mujeres de ahí?

-          No, eres la primera. Me has caído muy bien, eres sexy, guapa, simpática….aunque no haya nada ya ha merecido la pena.

David le puso la mano en la pierna desnuda haciéndola estremecer con esa mirada profunda. Una vibración le recorrió el cuerpo, pensaba que era su emoción pero fue el móvil. Leyó un mensaje de Manuel, que tenía que irse rápido a casa que había salido una urgencia en el trabajo y necesitaba el ordenador, por lo que se fue con la niña y le decía que se portara bien y que volviera pronto.

-          ¿Pasa algo?

-          No, que mi novio está ocupado hoy.

-          Entonces no tienes prisa por volver. ¿Quieres que nos vayamos a otro lugar?

Aunque parecía una pregunta, era más una afirmación. David pagó el servicio y la hizo levantar suavemente cogiéndola de la mano, a lo que ella no se resistió. Aunque en su interior sabía que estaba mal seguirle el rollo, Alina se había sentido atraída por él y se dejaba llevar pensando que la cosa no llegaría a más.

Craso error; pocos metros en la esquina opuesta había un apartahotel donde entraron, David pagó al recepcionista que le entregó una llave y sin decirse nada subieron a una habitación.

A Alina le temblaban las piernas de miedo y excitación; llevaba días cachonda pensando en David, y se decía a sí misma que nada malo iba a pasar, que tenía las riendas y, en el fondo, sólo quería ver un pene que no fuera el de su novio en vivo.

De sus animadas charlas él descubrió que en el sexo a Alina le gusta que la dominen y por supuesto como a cualquier hombre a él le gusta dominar, cosa que hizo al momento de entrar en la habitación, mal decorada, lúgubre y con solo un aseo con ducha y una cama con una mesita de noche y la lámpara encendida.

-          ¿Qué quieres hacer? –preguntó tímidamente Alina

-          Quiero follar. Y tú también ¿No?

-          No…bueno…no se….

-          Siéntate. - Le indicó en la cama.

Una vez se hubo sentado él se quedó en pie frente a ella. La cara de Alina estaba a la altura del ombligo de David y agachó la mirada para ver el bulto. “Sácala”. Le dijo. Ella, como un robot, presa de la excitación, le desabrochó los últimos botones de la camisa blanca sacándola por encima del pantalón tejano, le quitó el cinturón y empezó a desabrochar el pantalón. Él extendió la mano desabotonando el vestido dejando entrever sus pechos. La mano encontró rápidamente el enganche delantero del sujetador y liberó las tetas. Ella era un poco más torpe desabrochando pero al final consiguió dejar el bóxer blanco al descubierto. Al ver el bulto se sorprendió de lo grande que era y empezó a salivar. David le andaba sobando las tetas con una mano, y con la otra le acariciaba el cabello. Alina se dejó llevar en la inocencia que solo le iba a toquetear un poco e irse para casa con cualquier excusa, así que aprovechó la oportunidad y le bajó el bóxer dejando al aire la polla que había visto en las fotos y que tanto la atraía. La cogió con ambas manos y no podía cerrarlas de ancho; empezó a masajearla al compás de las caricias de David en sus tetas.

Ella andaba en extremo cachonda, las piernas se le abrían instintivamente tocando aquella polla. Ya no pensaba. Él le acercó la cabeza hasta su polla y Alina se resistió en un primer instante, hasta que no pudo contenerse y abrió la boca para darle un chupetón. “no me cabrá en la boca” Pensaba. Pero sí que le entró. Un sabor salado pero no desagradable desprendía el glande que había dejado descubierto con su mano y metiéndoselo por completo en la boca.

Alina era muy buena chupando pollas y aunque sólo había mamado la de su novio, tenía sobrada experiencia y se lo demostró.

-          Mmmm…qué bien la chupas….sí…sigue así…mmm….que zorra chupapollas he encontrado…

Aquellas palabras calentaron más si podía a Alina. Empezó a chuparla cada vez más rápido; David había dejado de sobarla para agarrarla con ambas manos la cabeza y acompañarla en el vaivén. Estuvo varios minutos chupándosela con deleite y ella cada vez más caliente, al punto de notar como los flujos le escapaban de su coño por las piernas. De golpe él empezó a mover las caderas y a metérsela más y más hasta el punto de darle arcadas. Notó el sabor previo a que se corriera su novio y se dispuso a separarse cuando él se lo impidió y con un par de embestidas más acabó parándose en seco y quedándose tieso. Varios chorros de semen acabaron en el fondo de la garganta, por suerte para ella que no le gustaba para nada el sabor del semen. “Toma leche putita” Le dijo a la vez que se corría.

Una vez se relajó y ambos se separaron, Alina se levantó para recomponerse y largarse. David sin embargo no la dejó; en pie la comenzó a sobar de nuevo las tetas. Acto seguido le empezó a besar el cuello y con las manos desabrochaba el resto de botones de su vestido y la cuerda que lo mantenía cerrado. Por instinto Alina se llevó las manos al estómago, la parte que más la disgustaba de su cuerpo, pero David se las retiró y acabó de abrírselo para admirarla semidesnuda. De nuevo volvió a besarla en el cuello y lentamente bajó hasta los pechos, que besaba y mordisqueaba con suavidad. Alina estaba disfrutando de esas caricias, dejándose llevar, puesto que ya había pecado al menos pecaba bien. Primero se sentó en la cama y después se echó quedando las piernas colgando. Él se recostó a su lado y siguió comiéndole las tetas a la vez que su mano derecha bajaba hasta las piernas, que empezó a masajear cada vez más cerca del coño. Ella mantenía las piernas cerradas y estaba quieta dejándose hacer sin formar parte activa, como resistiéndose, hasta que la mano palpó el borde de las bragas y como un resorte entró en su fase más caliente; Se agitó un poco haciendo que David dejase sus tetas para cogerle la cara y acercarla a la suya, fundiéndose en un beso muy morboso, y a la vez abrió las piernas para que él pudiera manosearla a su antojo.

Primero rozaba por encima de la tela, con suavidad y sin prisas. Alina ya estaba muy mojada y en extremo cachonda, suspiraba a cada beso y sólo quería que la tocase, por lo que le cogió de la mano llevándola al estómago para que la metiese por dentro.

-          Espera, me quito el anillo…-Le susurró retirando la mano. Ella abrió un poco los ojos y le volvió a coger la mano, llevándosela a la boca y chupándole muy morbosamente los dedos, repasando el anillo de casado con la lengua, y esta vez le arrastró la mano por dentro de las bragas hasta que los tres dedos tocaron su coño, y volvió a besarlo.

David empezó sobándole el clítoris, y después el dedo le repasó los labios empapados para finalmente acabar entrando en su coño, haciéndola dar un respingo. “Más” le exigió ella, metiéndole otro dedo, y ambos entraban y salían con facilidad por la lubricación. “¡Mas!” le volvió a decir y le metió el dedo con el anillo. “mmm…así…susurró”

Empezó entonces a follarla con los dedos.

-          ¿te da morbo que te esté guarreando un hombre casado eh puta? ¡Qué coño tienes, acabaré dejándome el anillo dentro! ¿te gusta?- Le decía mientras la follaba con los dedos.

-          Sí…mmm…más rápido…quítame las bragas….

Paró el folleteo unos instantes y se separó para quitarle las empapadas bragas, dejando al descubierto su húmedo coño, abierto y rosado, recubierto por un vello bien recortado y fino. El aroma a hembra llenaba la habitación. Sus dedos volvieron a la carga, entraban y salían sin ser vistos por los ojos cerrados de ella. Empezó a besarla las piernas, cada vez más abiertas, y Alina le cogió la cabeza para que acercase a su coño, pero él se separó y la folló más rápido con los dedos.

-          ¿Qué quieres que haga ahora?

-          ….mmm…ya….ya sabes…

-          Pídemelo

-          Mmm….dale besitos….-Él le metió los tres dedos hasta el fondo y los curvó, haciendo que ella diese un respingo de placer. Con el dedo gordo masajeaba el clítoris.

-          No no, dímelo bien

-          ¡Cómeme el coño! –Le chilló ya con desespero.

No se hizo esperar. Llevó la lengua a su húmedo coño sin dejar de meter y sacar los dedos. Lamía el clítoris con delicadeza y a cada pasada de la lengua ella se revolvía en la cama de placer. “Me voy a correr….” Le susurró, y David se apresuró a lamer con más dedicación aquel coño que rezumaba flujo. “Mmmm…sí…mmmm…ammmm” Gemía Alina cuando estallaba en un intenso orgasmo, y cerró las piernas porque la sensación le molestaba haciendo que David se separase con la boca llena de sus fluidos.

Un par de minutos para relajarse fueron suficientes; él intentó besarla pero le daba asco el olor a coño de su cara y se apartó.

-          Va siendo hora de irse.-Dijo ella sin mucha gana.

-          ¿No quieres seguir?

-          No, mejor no, quizá otro día-Replicó medio arrepentida al darse cuenta de lo que acababa de pasar

-          Bueno, al menos permíteme un poco de relax.- Se acabó de sacar los pantalones y bóxer y se desabotonó del todo la camisa, acercándose a la silla donde tiró apresuradamente la chaqueta y de un bolsillo extrajo un paquete de tabaco y un mechero.- ¿Te importa?

-          No, para nada.- Alina seguía sonrojada. Buscaba por el suelo sus bragas.

-          ¿Te puedo pedir una última cosa?-Ella asintió.-Podrías desnudarte para mí, y quedarnos un rato echados en la cama.

-          Bueno, pero poco rato, y solo si te desnudas tu también.-La camisa tapaba parte de la polla, y ella también deseaba verlo desnudo.

Alina se levantó y tímidamente se acabó de retirar el vestido y las botas. Cruzando los brazos se sacó el sostén, dejando sus tetas también al descubierto. Él hizo lo propio con la camisa mientras daba una calada y dejaba el pitillo en un cenicero de la mesita. Cuando se la hubo quitado ambos se miraron con deseo. Para apaciguar sus ansias, Alina se echó en la cama y se cubrió con la fina sábana. David apuró el pitillo rápidamente y se metió con ella, tumbándose de lado de modo que la polla tocase con su muslo. Ella notó la dureza y en vez de apartarse se quedó quieta. Le preguntó si se lo había pasado bien y Alina respondió que sí. Él le confesó que a su mujer no le gustaba que le comieran el coño, que lo suyo era muy tradicional y que por eso buscaba aventuras.

Alina seguía muy caliente, raro en ella que normalmente después del orgasmo se queda relajada y sin ganas de más. Por el contrario, el roce de aquella polla y saber que ambos estaban desnudos dentro de la cama la mantuvo excitada y húmeda. Su mano se deslizó hasta que tocó de nuevo la polla de David, y jugueteó un poco con ella.

-          Dime, ¿Cuál es tu postura favorita cuando follas?

-          De lado, me da morbo.

-          ¿Anal?

-          No, por delante pero desde atrás.

-          Ah….lo que te da morbo es no ver quién te está follando, ¿verdad?

-          Bueno, sí…-La mano agitaba la polla dura de David cada vez más rápido. Él sabía que la tenía donde quería.

-          ¿Te pondrías de lado para mí? Solo rozarnos, lo prometo.

Alina no se hizo de rogar. Se giró dándole la espalda y la polla de David quedó encastada en sus glúteos. Él hizo ademán de colocarse pero no llegaba a donde quería con su miembro. Ella, cachonda como estaba, curvó más la espalda para que David la colocase en la entrada de su coño; el tronco quedaba recubierto por sus labios, y empezó un suave movimiento deslizándola entre sus piernas. La mano derecha sobrepasó los hombros de Alina, agarrándole un pecho.

-          Estás muy buena. Me encantan tus tetas, y tienes un coño delicioso.-Le susurraba al oído masajeándole los pechos. Ella permanecía con los ojos cerrados muy quieta.

La polla rozaba su coño. Aquello era un punto de inflexión. La mamada, bueno. Que le comiera el coño, bueno. Pero follar ya eran palabras mayores. Lo deseaba, su coño palpitaba y si no fuera por su represión ya le habría cogido la polla y se la hubiera metido ella misma, pero le parecía demasiado, al menos hasta que él le siguió susurrando guarradas.

-          ¿Te gusta esto putita?- El roce la estaba volviendo loca. La pierna de encima se echó para adelante quedando más expuesto su coño, y él se colocó encima de la izquierda y tumbándose más boca abajo encima de ella. La polla ya no rozaba a lo largo; ahora el glande frotaba los labios. Como la tenía bastante larga pudo dejar de sobarle las tetas, ya empotradas en la cama de lo tumbada que estaba, para cogerse el rabo y moverlo arriba y abajo, rozándola en la entrada y frotándole el clítoris.

Alina estaba en el séptimo cielo con aquel roce. A cada movimiento se abría más y más y se reclinaba en la cama hasta prácticamente quedar tumbada boca abajo. Él se puso encima y seguía penetrándola sólo con la punta de su polla.

En un momento dado Alina estaba boca abajo, con él sentado entre sus piernas abiertas. Había levantado tanto el culo que prácticamente estaba a cuatro patas. David se separó un segundo y ella arqueó más la espalda para mostrarle su coño chorreando. Se puso él de rodillas y colocó la polla entre sus glúteos, y ella habiendo perdido el objeto de placer donde lo quería, con movimientos suaves de balanceo acabó de colocarse en cuatro, pasando la mano entre sus piernas se abrió el coño con dos dedos y con la otra alcanzó la polla de David y la colocó en su entrada y la movió arriba y abajo en la entrada como él había hecho escasos segundos antes

-          Sigue…mmm…así me gusta- le dijo.

-          ¿Quieres polla eh zorra? Te voy a meter la puntita ¿Vale?-Ella asintió.

Notó como entraba el glande, grueso y caliente. Suspiró y gimió. La sacó y volvió a meter. “¿Así está bien?” Le oyó decir. “Un poquito más” Le pidió.

David ya tenía un tercio de su polla dentro de Alina, cuando ella empezó a mover las caderas. Los dedos que antes abrían el coño ahora masajeaban rápidamente su clítoris palpitante. Gemía sin reparos de placer

Estaba próxima al orgasmo y él lo notó. Era ahora o nunca. Se cogió a los cachetes y de una estocada se la metió entera, llenándola de polla como antes nunca había sentido y haciéndola gritar de placer.

Alina estaba disfrutando como nunca; David empezó a meterle y sacarle la polla en toda su extensión, la notaba caliente y dura frotando su interior. Le daba tanto placer que se irguió sentándose en las piernas de él, metiéndosela hasta el fondo. Él aprovechó para cogerla de las tetas y dejar que le cabalgase.

-          ¿Te gusta mi polla eh? - “Sí, mucho….”Le decía ella.-Parece que hace mucho que no te follan como dios manda. ¿Quieres que te folle un macho de verdad? - Ella asintió. - No, puta, no…pídemelo…

-          ¡Fóllame! - Chilló tanto que debió oírse en el resto de habitaciones.

David soltó las tetas y la agarró del cuello empujándola contra la cama. La polla se había salido y con destreza incorporándose y colocándola con la mano en la entrada empezó a meterla mientras le sujetaba la cabeza contra la almohada casi ahogándola.

-          Te voy a joder como a la zorra caliente que eres. -Metía y sacaba la polla rápidamente consiguiendo que ella respirase a golpes entre estocadas, babeando toda la almohada. - Joder nena, qué coño tienes….-Decía acelerando el ritmo.- te lo voy a llenar de leche.

Ella se frotaba el clítoris acompañando las embestidas. Justo llegaba una oleada de placer, corriéndose como nunca con la follada que le estaban dando, pero él le impidió que se retirase acelerando más aún las entradas y salidas dentro de su coño consiguiendo que el placer durase más tiempo. De golpe se la incrustó hasta el fondo y se quedó muy quieto respirando con fuerza unos segundos, hasta que ambos se relajaron.

Se separó, sacó la polla de su enrojecido coño y se salió de la cama para volver a la chaqueta y encenderse un pitillo. Alina se quedó echada unos minutos, notando cómo se le salía el semen del coño que le ardía. Se puso boca arriba y cogió un pañuelo del dispensador de papeles de la mesita de noche y se secó la entrepierna. “Uff...qué bien me he quedado…”Pensó. “Hacía tiempo que no me corría así, ya echaba de menos que me llenaran el coño de semen…” Se le quedó la cara de boba hasta que cayó en la cuenta. “De semen… ¡De semen! Que no me estoy tomando las pastillas ni se ha puesto condón”. David debió ver como le cambiaba la cara y dando una buena bocanada de humo se sentó en la cama a su lado acariciándole la pierna.

-          Tranquila, sólo lo hago con mi mujer, tu eres la primera en mucho tiempo, y como no queremos hijos me hice la vasectomía.

Alina se relajó como si se hubiera quitado un mundo de encima.

-          Podríamos estar jodiendo día y noche que no te pasaría nada.

Justo sonó el móvil. Se acercó a él y Alina leyó el mensaje de su novio.

“Parece que Cataluña está ardiendo. No me dejan vivir. He dejado a la peque en casa de tus padres y me he tenido que ir, prepárate algo de comer o come fuera. Supongo que ya estarás volviendo del café, luego llámame y me cuentas cómo ha ido con el viejo ese, a ver si consigo que hagamos una videollamada guarra para ponernos a tono con él y que al menos se dé una satisfacción…” Y caritas sonrientes. Respondió a aquellas caritas sonrientes con una sonrisa de oreja a oreja.

FIN