Alicia y nuestros encuentros en el país de las...
Alicia es una mujer excepcional. Una auténtica milf, señora en la calle y diosa en la cama, que me lleva una y otra vez al verdadero país de las maravillas del sexo.
Son poco más de las 7 de la tarde. Llego a su casa. Como otras veces, Alicia me recibe con un pasional beso en la boca. Está especialmente guapa, y me recibe con un camisón abierto, semitransparente, que me deja ver sus braguitas negras de encaje y ese par de tetas que me vuelven loco, sobre todo, cuando estamos follando y se chupa los pezones.
Nos sentamos en el sofá, y empezamos a hablar. Un poco de esto, otro de aquello, mientras nuestros dedos se van entrelazando, y nuestras manos empiezan a acariciar al otro suavemente. Una mano por piernas, su mano por mi pecho, la mia por sus muslos, la suya por mi vientre, la mia acaricia su sexo, la suya mi glande…..
Como podéis imaginar, el ambiente va cogiendo temperatura, y en ese momento, Alicia me propone tomarnos un vino mientras nos bañamos. Yo acepto encantado, pues es una señora de armas tomar, que sabe muy bien lo que desea un buen caballero.
Preparamos dos copas, abrimos una botella de vino, y vamos dando cuenta del mismo, mientras el yakuzi se va llenando. Nos metemos dentro, y uno frente al otro, empezamos a jugar con nuestros pies. Yo masajeo su coño con la planta del mio, e introduzco levemente mi dedo gordo por su vagina. Ella hace círculos con su pie sobre mis testículos y pene, dándome un placer indescriptible. Alicia se acerca a mi posición, se sienta sobre mi, bebe un trago, y me lo deja caer sobre mi boca, en un profundo beso con lengua, derramándose parte de ese caldo por mi pecho, al tiempo que se introduce con suavidad mi polla en su devorador coño.
Mi amazona se mueve como un jinete sobre un potro. Me excita con locura, y empiezo a apretar sus enormes tetas y pezones, rozando casi el dolor, el cual alterno con unos buenos azotes en el culo. Se levanta de su cabalgada, y me ofrece el coño, al que doy un buen lametón. De pie se da la vuelta, y ofreciéndome su hermoso y redondo culo, lo cacheteo y paso mi lengua por su ano. Ella vuelve a cabalgarme, esta vez de espaldas, ofreciéndome la redondez de sus cachas, mientras desde atrás, agarro sus caderas con la fuerza de un jabato.
Llega el momento de cambiar. Alicia se levanta, se da la vuelta, y acerca su boca a mi glande. Lo besa, lo masajea con la lengua, lo va engullendo, y me hace una garganta profunda hasta la base de mis huevos. Empieza a lamer con un frenético sube y baja, me electrifica mi cuerpo, provocando espasmos de locura. No aguanto más, la agarro del pelo, como a una hembra sometida, a la que le susurras “quiero que seas mi putita”, y a lo que ella responde “me encanta serlo”. Como digo, es una diosa, señora, muy señora en la calle, putita, la mia y mucho en la cama.
Llega mi momento. Ella se lo merece. La tumbo boca arriba, y levanto sus piernas. Acerco mi boca a su coño. Me encanta su olor. Empiezo a comer sus labios, e introduzco uno, dos, tres, cuatro dedos en sus entrañas. Ella se retuerce de placer, y mis cuatro dedos hacia arriba alcanzan su punto G. No lo aguanta, esto la enloquece, y tiene su primer orgasmo, un squirt que me suelta un chorro a presión que me deja bañado. Su sexo de excita más y más por momentos, se dilata, y me permite introducir el puño entero. Para los que nunca habéis sentido un fisting, es lo máximo. Tener la mano dentro del coño de una mujer es lo más parecido a haber ganado la batalla al sexo. Alicia lo sabe, le gusta, no pone resistencia, y me deja jugar con mi mano y dedos dentro, lo que le provoca un segundo y tercer squirt. Es una fuente de placer, inagotable, y sus chorros, el elixir femenino que todo hombre y muchas mujeres desean beber.
Decidimos que la sesión de yakuzi ha terminado, y continuamos en la cama. Ambos, desnudos y excitados, nos tumbamos uno junto al otro. Nada más hacerlo, empieza a masturbar mi polla. Sin decirle nada, se arrodilla en la cama, e inicia una segunda y espectacular mamada, que termina introduciéndose con dos dedos mi pene en su cachonda vagina. Le agarro fuerte las tetas, le pellizco los pezones, los chupos alternos, y al mismo tiempo, se los ofrezco. Ella no se opone, al contrario, ambos chupamos su pezón derecho al mismo tiempo. Después el izquierdo. Esto me pone muy cachondo, ver a una mujer comerse sus propias tetas. Ella lo sabe, mis deseos son órdenes, y mientras la follo duro, le voy metiendo un par de dedos por su culo, mientras ella continúa chupándose las tetas.
Sacamos un pequeño vibra. Sin descabalgar, se lo meto por el culo. Se siente doblemente penetrada, sus agujeros totalmente llenos. Pero falta el mio. No soy un tio bisexual, pero cuando el placer anal proviene de una tia, me encanta que me metan un dedo o un juguetito en mi estrecho ano. Mi punto G trabaja, mi polla se mantiene dura, y el placer para ambos es infinito.
Al rato, mi amazona se levanta, y con el vibra dentro del culo, se sienta sobre mi cara. En ese momento, continuo con otra buena comida de coño, masturbando el interior de la vagina, y esperando el premio que me toca: su fantástico squirt, que por la posición de mi hembra, sale con una presión inusual que me baña toda la cara. Se corre tres veces seguidas, excitada como nunca, y yo, bañado como siempre.
Mi polla sigue dura, muy muy dura, y con la leche dentro. Es el momento de follar como perritos. Se da la vuelta, me ofrece su culazo, me pone el vibrador en mi culo, y yo mi polla en su vagina. Empiezo a bombear cada vez más fuerte y rápido, alternando los azotes con la palma abierta, con la penetración de su culo con mis dedos, mientras su vibra hace su trabajo en el mio. Le introduzco hasta 4 dedos en ese ano tragón, hasta el punto de que llego a tocar mi polla desde su culo, y en ese mete y saca, casi mis dedos ayudan a hacerme una paja. La leche está llegando, y en tres embestidas, llega la explosión. Saco mi polla y me corro sobre su culo, con tal fuerza que parte de la leche llega a su espalda e incluso pelo. Esta mujer acaba conmigo.
Pero aún falta la traca final. Exhaustos, tumbados boca arriba, entierro mi boca entre sus piernas, y le trabajo un cuningülis, ayudado por mis dedos, esperando una nueva inundación de squirt saliendo por su vagina.
Sin duda, nuestros encuentros no se producen en el país de las maravillas. Simplemente esta mujer es una maravilla.