Alicia se sale de la trayectoria II

Recuerdos de la etapa universitaria invaden la mente de Alicia, mientras Juan, su marido está a punto de sorprenderla chupando la polla de otro hombre en su propia casa.

Juan entró en la habitación con el jefe. Miró a su mujer, que tenía un aire extraño, distinto al de hacía unos minutos. Parecía ida, como si estuviera a punto de desmayarse por un golpe de calor. Estaba sentada en el borde de la cama, en estado de shock, con la mirada fija en un punto indeterminado y absorta en sus pensamientos.

Su cabeza rememoraba aquella tarde en la que, mientras valoraba que vestido le hacía mejores tetas para asistir a la fiesta de celebración del fin de exámenes de cuarto, su amiga Silvia le confesó lo que se iba diciendo de ella por ahí. Aunque nunca llegaría a confesarlo, la motivación principal de la confesión de Silvia era Henry, un erasmus con el que posteriormente tendría una tormentosa relación, y no quería que aquella noche “La Boa”, apodo por el que era conocida su amiga por su habilidad para engullir grandes miembros, se comiera a su presa.

A Alicia, amante del producto nacional, Duke , como apodaban al guiri por su parecido con el príncipe Harry, duque de Sussex, le resultaba insulso. Pero él parecía obsesionado con conseguir la atención de La Boa . En aquel momento de plena lozanía, la joven desprendía una sensualidad y una simpatía tan irresistible que, incluso cuando intentaba ser borde para espantar a los moscones, los hombres caían rendidos a ella como si la bordería formara parte de un juego que inevitablemente iba a terminar con el tanga de Alicia en el suelo de su habitación. El destino era terrible cruel con Alicia en aquellos tiempos, los chicos que ella elegía raras veces la volvían a llamar y los que rechazaba perdían la cabeza por ella hasta límites enfermizos que la llegaban a asustar. Silvia, que había sido testigo de aquellos acercamientos, percibía que Alicia calentaba al inglés para luego irse con cualquier gilipollas del equipo de rugby, de natación o hasta de la tuna. Cuando esto ocurría, Henry, despechado y henchido de ira, bebía como un cosaco hasta perder la consciencia, mientras ignoraba a una Silvia que hacía intentos desesperados y un tanto patéticos para que el inglés se conformara con el segundo plato.

Aquel episodio dejó muy tocada a Alicia, que nunca había tenido ningún complejo con el sexo y que desde aquel momento cambió radicalmente de actitud, haciendo desaparecer de inmediato a todo el enjambre de moscones que habitualmente la rodeaban. Cambió de forma de vestir, dejó de acudir a fiestas universitarias e incluso se distanció de Silvia, no solo porque le guardaba un amargo resentimiento por el poco tacto que había tenido con ella, sino porque Henry había seguido escribiéndole y le aterraba verse en una situación comprometida con Silvia, que no habría tenido piedad de ella independientemente de su inocencia.

A comienzo del curso siguiente conoció a Juan en un concierto de Supersubmarina. Les presentó Paula, una nueva amiga que Alicia había hecho en el piso compartido al que se fue cuando abandonó el colegio mayor. y que conocía a Juan de la facultad Él era un chico tímido, pero cuando se soltaba era realmente muy divertido y siempre la hacía reír con un sentido del humor ácido e inteligente. Era culto, sensible, educada y muy respetuosa con ella. Tan respetuoso era, que ella tenía la sensación de que el chico debía ser asexual o gay … o virgen..., porque, aunque ella le había dado pie en varias ocasiones, él no se había atrevido ni a darle un beso. Tuvo que ser ella, una noche en la habitación del colegio mayor de él en la que quedaron a ver 500 días juntos , la que diera el primer paso. Él se puso tan nervioso que Alicia pensaba que iba a tener que llevarlo al hospital.  Para tranquilizarlo le dijo que no se preocupara, que no iban a hacer nada que él no quisiera… con mucha delicadeza le besó en la boca, se quitó las bragas sin que él se diera cuenta y llevó la temblorosa mano de Juan a su coño que lo acariciaba sin ninguna habilidad. Con la mano que le quedaba libre le hizo la paja más rápida que nunca había hecho a nadie y que posiblemente hubiera arrebatado el oro a Usain Bolt en Pekín 2008. Mientras Juan seguía temblando por la tensión y quizá por la vergüenza, Alicia que quería aumentar la autoestima del que sería su marido le susurró al oído la primera mentira de muchas que vendrían después “me has puesto muy cerda”, sacó la mano de los pantalones, se llevó la corrida que le quedaba entre los dedos a la boca y con la otra mano se hizo una de las mejores pajas de su vida.

La voz de Juan la devolvió al presente. Miró a su alrededor desconcertada, como si se acabara de despertar de un sueño de varios años, aunque solo había pasado un minuto desde que se había sacado la polla del gitano de la boca.

-        ¿Ha pasado algo? Me ha parecido oír un ruido…. o algo….

-        Todo bien - Intervino Charly, haciendo un ridículo gesto de esfuerzo -, es que la salida no cedía…

-        ¿Estás bien, Ali? - Inquirió el marido - Estás pálida y sudando....

-        Sí, sí, sí, estoy perfectamente. Es el calor…. que me está afectando demasiado.

-        Oye gitano, ¿qué coño haces? ¿por qué no has quitado la puta rejilla? - Increpó José a Charly.

-        Joder, jefe, ya te he dicho que no cedía y no cedía. He intentado meter la punta, a ver si así.... - Y se bajó de la escalera.

Los dos técnicos se quedaron en silencio mirando a Juan, que no entendía nada y gritó con desesperación:

-         ¿¡QUÉ PASA AHORA!?

-         Mire, cuando hay una intervención previa que no hemos hecho nosotros y que nos dificulta el acceso, no podemos hacer nada. Si nos cargamos la rejilla va a decir que es culpa nuestra. Alguien colocó esa rejilla con demasiada fuerza y no nos podemos hacer cargo.

-         ¿! y entonces!?

Alicia se levantó y agarró a su marido por el brazo intentando tranquilizarlo mientras discutía con el jefe. Charly aprovechó para ponerse detrás y con cierto disimulo le tocó el culo por debajo del vestido. Se hubiera dado la vuelta para cruzarle la cara, pero no podía arriesgarse a enfadar al joven, por lo que aguantó estoicamente el sobeteo, agitando su mano por detrás en un nimio intento de entorpecer el sobeteo. La manera de tocarle del gitano, mezclada con el remordimiento y el calor ambiental, hacían que no pudiera evitar excitarse muy a su pesar.

-         Puede subirse usted, quitar la rejilla y nosotros terminamos el trabajo. Seguramente haya una obstrucción interna en el conducto que afecta a toda la instalación porque no hay retorno - Seguía diciendo José sin que Juan entendiera nada.

-         Joder, esto es increíble. Voy a por la puta escalera a la cocina y ya me encargo yo de todo.

Juan abandonó airadamente la habitación y los técnicos se quedaron a solas con Alicia, a la que la presencia del jefe intimidaba sobremanera.

-         No cedía jefe, pero justo cuando usted entró se estaba empezando a abrir...- Dijo Charly rodeando con sus brazos a Alicia y levantando ligeramente la falda del vestido por delante, dejando a la vista su visiblemente mojado tanga.

El jefe acarició la cara de Alicia con su dedo pulgar y se acercó mucho a ella.

-         Seguro que al final cede del todo - Espetó apretándole los labios para intentar introducir el dedo gordo mientras ella los cerraba con fuerza.

La actitud de los hombres le puso muy nerviosa, pensaba que estaba jugando con el chico y que el jefe era totalmente ajeno, pero empezó a ver que la cosa estaba tomando un cariz diferente. Sentía terror, náuseas, escalofríos y quería gritar, pero la culpa y la excitación se lo impedían. Viejas sensaciones recorrían su cuerpo y su mente, le temblaban las piernas y no podía luchar contra la fuerza del deseo… en su interior los pensamientos la martirizaban “¿Qué me pasa? ¿Por qué no los paró? ¿Por qué quiero que sigan?”

El gitano seguía detrás, poniéndose las botas con su culo, en un momento dado, sin que ella lo viera venir le mordió una nalga provocándole un gritito asustado que el gordo aprovechó para introducir bruscamente el pulgar en su boca. Estaba tan entregada que se dejó llevar, cerró los ojos y empezó a lamer el dedo con intensidad, como tratando de viajar a aquel vestuario masculino tras la final universitaria de baloncesto, a aquel backstage de una sala de mala muerte de Malasaña o a cualquier habitación de los colegios mayores.

El gitano empezó a tirar de la cinta de su tanguita para bajárselo, al sentir su mano juguetona no solo no opuso resistencia si no que, de manera instintiva y sin que la orden llegara a  ser procesada por su cerebro, abrió levemente las piernas facilitando la operación y dejando el camino libre a su coño. Charly se arrodilló para tener mejor acceso al coño de Alicia. Empezó masajeando suavemente los labios exteriores, sin prisa, con una gran habilidad y luego abriéndolos para continuar con los interiores y el resto del coño, terminando en el dilatado clítoris, que parecía estar a punto de explotar.

-         Sí que cede la salida jefe, tenía usted razón. - Y le metió la punta de su dedo corazón dentro de la vagina, que estaba perfectamente lubricada y parecía pedir más, mientras con el índice seguía acariciando el clítoris.

Alicia se había olvidado ya de todo y se dejaba hacer, hasta que oyó a su marido acercarse por el pasillo con la escalera. El gitano, que estaba arrodillado entre las piernas de Alicia, se levantó inmediatamente y el gordo sacó el dedo de la boca de Alicia que trató de agacharse para recuperar su tanga que estaba en el suelo, pero entre sus pies. Al verla, Charly pisó la prenda impidiendo la maniobra y ante la inminente entrada de Juan en la habitación a la mujer no le quedó otro remedio que levantar su pie, liberar el tanga y desplazarlo disimuladamente para ocultarlo bajo la cama.

-         Buena chica - le susurró Charly al oído - Ella no pudo evitar emitir una pequeña sonrisa pícara de niña pequeña a la que han estado a punto de pillar comiendo chocolate antes de la cena. Así era como se sentía, como una niña haciendo una travesura, como si estuviera jugando con aquellos niños grandes.

Juan tuvo la sensación de que ocurría algo que le estaban ocultando porque le había parecido escuchar movimiento cuando se acercaba, pero cuando entró todos estaban en silencio y quietos como estatuas. Miró extrañado a los hombres y a su mujer, pero el enfado por tener que ser él el que solucionara el problema de la rejilla concentraba toda su atención en ese momento. Sin hacer mucho caso a nada instaló la escalera y se dispuso a finalizar la tarea lo antes posible.

En cuanto empezó a subir los peldaños, los dos hombres iniciaron una maniobra de acercamiento a Alicia. Charly se pegó por detrás y el gordo por delante, de espaldas a Alicia , cubriendo el ángulo de vista de Juan y dejando a la mujer en medio, con muy poco margen de movimiento. El chico joven se volvió a sacar la polla del pantalón y la ocultó bajo el vestido de Alicia, jugueteando con sus nalgas. Ella miró hacia atrás y con los ojos y abriendo la boca con una media sonrisa pareció decirle que si estaba loco, a lo que él le hizo un gesto con la mano imitando un móvil para hacerle recordar lo que había pasado pocos minutos antes. Alicia entendió entonces que aquello había dejado de ser un juego, miró a su marido y dudo si gritar en ese momento y aceptar lo que viniera o continuar con una huida hacia ninguna parte que, contra el sentido común, tanto estaba disfrutando.

La indecisión, la vergüenza para explicarle a Juan ciertas cosas que podrían salir a la luz y la determinación de Charly decidieron por ella. Agarró la polla con la mano y empezó a pajearla fuertemente intentando que aquel mocoso se corriera rápido para que la dejara en paz. Mientras estimulaba el hinchado miembro del gitano, recordaba la primera paja que le hizo a un chico del instituto, dos años mayor que ella, en los baños del instituto. El recuerdo la excitaba tanto que tuvo que morder con fuerza su labio inferior para evitar volver a emitir un gemido inapropiado que llamara la atención de su marido.

Por delante el jefe también quería participar y aunque tenía a Alicia a su espalda, consiguió encontrar palpando el camino a su coñito por debajo de su vestido. Los dedos de aquel hombre eran tan gruesos que casi le parecía que la estuviera penetrando con un dildo. La brusquedad inicial se tornó en intensidad y placer y Alicia empezó a sentir un temblor en todo el cuerpo que no podía controlar “¿cómo me he metido en esto? ¿cómo salgo?” Cada paso en el camino equivocado hacía más difícil la vuelta atrás y ahondada en un sentimiento de locura culpable, contra el que no encontraba las herramientas mentales para mostrar oposición.

-         Joder - suspiró ella sin poder aguantar más la excitación y sintiendo un mini orgasmo involuntario.

Juan se giró levemente, pero estaba tan concentrado que siguió a la suyo, tratando de desatascar la rejilla y totalmente ajeno al ultraje al que estaba siendo sometido literalmente a sus espaldas.

La mano de Alicia seguía masajeando la enorme tranca del gitano, mientras el jefe la masturbaba a conciencia.

-         Está muy dura - dijo entonces Juan refiriéndose a la rejilla

-         Mucho, muy dura - dijo el gitano y se acercó a la oreja de Alicia para susurrarle - ¿a qué sí?. - Ella le devolvió una mirada cómplice, pero haciéndole ver que no se pasara. Luego movió la mandíbula sensualmente adelante y atrás, tensionando los pómulos y apretando los dientes para buscar la excitación del chico que no termina de correrse para su desesperación.

Charly aprovechó el acercamiento a la oreja de Alicia para tirar del cierre del sujetador que el vestido, con la espalda descubierta, dejaba muy accesible. Hizo un movimiento muy hábil con una sola mano, liberando las prominentes tetas de Alicia, que rápidamente sintió como la fuerte mano del joven agarra su recién liberado seno derecho. “Joder, que pasada de tetas” le dijo al oído y le mordió el lóbulo de oreja mientras emitía una especie de gruñido animal “grrr”, que hizo que ella acelerara la paja totalmente entregada a la excitación del momento y con la boca abierta exhalando gemidos mudos.

En lo alto de la escalera, su marido, que seguía peleándose con la rejilla con la misma intensidad que ella trataba de sacarle la leche a Charly, emitió un suspiro de claudicación. “Me rindo, voy a bajar a casa de Pedro que creo que tiene un destornillador automático.”  “Hace falta una punta PZ-4, si no tiene... habrá que ir a comprarla” le dijo el jefe. Juan bajó los peldaños y se fue como una exhalación a la puerta, mientras salía añadió  “Ahora vuelvo” mirando fugazmente a Alicia sin fijarse en que se estaba colocando un tirante del vestido porque tenía media teta fuera y el vestido 4 centímetros más arriba de donde tendría que estar. “Vale” acertó a decir ella con un cierto tono de niña mala que trata de hacerse la inocente y mirando a los lados con picardía mientras emitía una pícara sonrisa y pasaba su dedo hacía un sensual recorrido desde la pelvis hasta su pecho.

En cuanto sintieron a Juan bajar las escaleras los hombres cambiaron su disposición. José, que se colocó en la posición de Charly, hizo que Alicia se girara hacia él y con los ojos fuera de sus órbitas, la miró fijamente, se sacó la polla y apretó sus hombros en un claro gesto para que se arrodillara.

-         Vamos a darnos prisa, que este jueguecito que se trae la niña con nosotros me está poniendo malo, pero no quiero problemas.

Alicia abrió la boca ofendida por la manera en que el jefe había manipulado la situación, pero no dijo nada y se dejó llevar al suelo. Cuando se arrodilló, José se alejó suavemente y ella se acercó a él gateando de manera sensual. Al llegar a su altura, le miró poniendo ojos de niña inocente y le sacó la lengua todo lo que pudo, mientras intentaba agarrar su polla sudorosa que empezaba a ponerse morcillona.

El jefe emitió una risa estruendosa y fue dando pasos hacia atrás, impidiendo que la mujer consiguiera agarrar su polla, obligándola así continuar gateando hacia él. Ella continuó el juego entre risas, ajena a que, a escasos centímetros, Charly estaba grabando la escena con su móvil.

-         Ven gatita, ven, misi misi misi

-         Miauuu

-         Ven aquí gatita, que te voy a dar la merienda- Siguió el jefe mientras se sentaba en la cama de matrimonio de Juan y Alicia y empezaba a pajearse.

Cuando Alicia volvió a intentar agarrar la polla de José, este empezó a darle pollazos en la cara y a reírse de manera sádica.

-         ¿Qué haces, gatita? ¿Qué has venido a buscar? - Le dijo con una mueca de agresividad y aumentando la intensidad de sus pollazos.

-         Ay, que me haces daño. - se quejó Alicia, mientras los técnicos se reían de manera burlona de la situación

Entonces el jefe se dirigió a ella canturreando de manera infantil y golpeando la cara de Alicia con la polla tras cada palabra “quiero que me digas lo que quieres”.

-         Quiero... tu polla - Dijo ella con tono exasperado, como poco conforme con aquella estupidez

-         Perdona, gatita, es que no te he oído bien. - Le contestó el gordo llevándose el dedo a la oreja

-         QUIERO TU POLLA, JOD....

Y sin dejar que terminara la frase la agarró de la nuca y le metió la polla violentamente, follándole la boca sin misericordia.

-        TOMA POLLA, gatita, come bien. Más que una gatita me pareces una perra en celo. Jajaja. ¿es grande, ¿eh? COME PERRA, COMEEEE.

-        grrrrrgrnmmm - Alicia intentaba protestar y zafarse de la follada de boca que la tenía casi sin respiración. Trataba de separarse del gordo haciendo fuerza con las manos contra su barriga, pero no tenía suficiente fuerza y el esfuerzo hacía que se quedara sin aire poniéndose morada y tosiendo babas de las arcadas, sin poder sacar aquella polla que invadía su garganta.

-        ¡¡Qué la ahogas, tío!! - Intervino Charly

-        Jajajajaja, pero si era ella la que quería polla, solo hago lo que la señora quiere. -El gordo sacó su rabo de la boca de Alicia, que trataba de recobrar el aire con dificultad expulsando litros de babas en su intento. mientras le venían arcadas.

-        Joder tío, así no - protestó casi sin voz y levantando ligeramente uno de sus brazos como para tratar de rechazar la situación.

Al oír esto, José se levantó hecho una furia y agarró con fuerza a Alicia de la boca levantándola levemente del suelo:

-        Me has dicho que querías polla y te he dado polla, ahora no me vengas con mierdas. Nos has estado calentando, te has dejado meter mano y has venido gateando, buscando rabo, así que no te hagas ahora la modosita que tú tienes mucha calle y yo muchas ganas de taladrarte.  - La soltó y se volvió a sentar en la cama, no sin antes bajarle el vestido hasta la cintura y sobarle bien las tetas. - Ahora vas a ser una niña buena, porque no me quieres que me enfade y le tenga que decir a tu amorcito lo puta que eres.

Alicia asentía con la cabeza, sin atreverse a mirar a aquel hombre a los ojos. Desde joven le excitaba mucho que los hombres le hablaran con tono dominante y hacía mucho que nadie lo hacía. Obediente, se acomodó a cuatro patas para continuar la mamada, permitiendo que el jefe siguiera deleitándose con sus tetas. Puso el culo en pompa, dejando toda la retaguardia al descubierto y lanzó una mirada furtiva a Charly, invitándole a entrar en acción

El gitano se agachó para poder acceder a su coño y empezó a masajearlo con suavidad. Al notar como la masturbación del joven subía de intensidad, Alicia empezó a emitir gemidos de placer mientras aceleraba la mamada y agitaba su culo arriba y abajo, con movimientos que simulaban un animal. En su cabeza se repetía una y otra vez “La Boa ha vuelto”.

-         Qué coño tiene esta tía, jefe. Nunca había tocado uno tan suave y tan bien cuidado ¡¡y que bien huele!! -

Acompañó a la masturbación de suaves lametones que Alicia recibía con tanto placer que a pesar de la postura se contorneó como pudo para facilitar al máximo el acceso del joven a su coño.

-         Te lo dejo para ti, que te lo has ganado, pero no te la folles como a tus novias, que la burguesita no está acostumbrada. - Dijo burlonamente

-         ¡¡FÓLLAME DURO, niñato!! - Recriminó Alicia medio ofendida, sacando la polla del gordo de su boca brevemente para reivindicarse. El jefe emitió una fuerte carcajada, agarró con fuerza a Alicia del pelo y le volvió a meter la polla en la boca. -

-          Mira la zorrita. Jajaja. Pero no te flipes, que no te vamos a hacer descuento, que te lo estás pasando mejor con nosotros- y le propinó un fuerte pellizco en uno de sus duros pezones.

Charly se acomodó detrás y le metió sus 20 cm de polla gitana de golpe mientras se reía.

-          Quieres que te follen duro, pues lo vas a flipar, pedazo de zorra, te voy a reventar jajaja.

Detrás del jefe, en una mesilla Alicia podía ver una foto de ella y de Juan sonriendo en su viaje de novios. Siguió mamando con su vista puesta en aquella Alicia del pasado y manteniendo una conversación telepática con ella “Lo siento, pero las dos sabíamos que esto tenía que pasar”. También le venían flashes de remordimiento, pero por más que lo intentaba, no sentía culpa, ni empatía hacía su marido en ese instante, lo cual incluso la asustaba. En el fondo se estaba desquitando de un matrimonio anodino y aburrido en el que se sentía como una pantera en cautividad.

Mientras su cabeza daba vueltas llevándola a sensaciones que tenía arrinconadas en una esquina de su subconsciente, el gitano se la follaba como hacía muchos años que nadie se la follaba, con dureza, sin ningún tipo de sentimiento más allá del puro placer animal.

-         ¡¡ Que caliente está esté coño !!  ¡¡ Que placer !!

-         Pero ¿no te la estarás follando sin condón?, so bestia - Le recriminó el jefe de repente. - Que a una tía de estas no la puedes dejar preñada como a una de las que tú te tiras, capullo.

-         No te corras dentro, cabrón, hay condones ahí, en el cajón. - Tuvo que intervenir ella.

-         Joder con lo caliente que estoy. -se lamentó el gitano que resignado, sacó su polla del coño chorreante de Alicia y rebuscó en el cajón encontrando los condones y otros juguetes sexuales. - Mira una polla de plástico. - dijo burlonamente y se echó a reír.

-         Es un dildo, inculto. -Le contestó su jefe observando aquel juguete no muy grande, pero bastante versátil

-         ¿Y qué es un dildo?

-         Pues se ve que a la burguesita le gusta jugar a solas. Así de raros son los ricos, teniendo a esta fiera en casa y la dejan a dos velas.

El gitano miró el cacharro, puso cara de no entender nada y lo soltó con un gesto casi de desprecio. Sin perder más tiempo abrió el condón, se lo puso y volvió a la carga, aumentando la potencia de las embestidas con una fuerza que hizo que Alicia pensara que la iba a partir en dos y repartiéndole azotes entre los dos cachetes de su trabajado y enorme culo.

-         O sea, que no te follan bien y por eso estás tan necesitada, pues TOMA POLLA, payita, TOMA. - Se divertía Charly sin bajar el ritmo.

La espiral de acercamientos que fue aceptando…y disfrutando... fue subiendo de nivel de tal manera que no supo pararlo y ahora no tenía remedio. Pero a ella no le hacían gracia las referencias a Juan, a estas alturas estaba claro que aquello se le había ido de las manos totalmente, pero su intención no era humillarle.

La buena forma del joven sorprendió a Alicia, el chico seguía y seguía sin disminuir la intensidad y sin dar señales de que aquéllas embestidas fueran a terminar. Ella, sin embargo, no pudo evitar correrse cuando el gitano le dio un azote con tanta fuerza que se le hubiera clavado la polla del jefe en la tráquea si no llega a ser porque el jefe retrocedió hábilmente.

-       Ostia, tío, ¡¡qué la rompes!!. - Le dijo entre risas a Charly

-        Qué va. A esta tía le va la marcha. Mírala como gime, está desatada. - y le dio dos cachetadas seguidas, una con cada mano para volver a continuar embistiendo como un animal.

Mientras Alicia llegaba a aquél intenso orgasmo notaba que sus fuerzas decaían. Tan agotada estaba que tuvo que dejar de mamar la polla del jefe. para poder recobrar fuerzas. Este la miró con condescendencia y le dijo al gitano entre risas señalando al consolador:

-        Dame ese trasto y el frasquito de lubricante que hay al lado, que nos vamos a divertir.

El jefe untó de lubricante el ano de la mujer y apretó con su dedo índice haciendo que la resistencia inicial fuera vencida con facilidad. Una vez consiguió penetrarla con el primer dedo, siguió con el segundo, que entró con mayor facilidad de la prevista.

-         mmmmm ¿Qué haces? - acertó a decir ella entre gemidos

-         Ya sabes lo que hago, - contestó el gordo poniéndole lubricante a la polla de plástico mientras seguía jugando con su ano cada vez más dilatado. - Esta zorra está desbocada, que pena que tengamos poco tiempo - dijo agarrando la cabeza de Alicia para apretarla contra el suelo y que levantara un poco más el culo. En esa postura introdujo el dildo de goma que se abrió paso en el ano de Alicia sin ninguna dificultad.

-         Aaaah, jodeeer dueeele. -sollozó ella con la cara contra el suelo, totalmente sometida

-         ¿¿Duele?? Mira que lo saco, ¿eh? -le replicó socarronamente

-         Mmmmmm, joder, joder, que placer. Ufff -Fue la única respuesta de Alicia

-         Disfruta putita, disfruta. Que seguro que tú marido no te trata con tanto cariño. - Luego le pasó el dildo al gitano, que seguía taladrando el coño de Alicia, pero que había bajado el ritmo para permitir la maniobra de su jefe - méteselo hasta el fondo y que no se salga… no nos vaya a poner una reclamación en Consumo, jajaja.

Charly volvió a aumentar la intensidad de la follada como a una muñeca hinchable mientras apretaba el dildo adentro de su culo. El gordo volvió a colocarse enfrente de Alicia, la agarró del pelo, se agachó y la besó intensamente en la boca, a lo que ella respondió con voracidad totalmente fuera de sí. Tras separarse ella le dio unos suaves cachetes y le llenó la cara de saliva con un fuerte escupitajo que ella no vio venir, pero que recibió con un gemido de placer "grrrrrrr".

Sin mediar palabra, José recuperó su postura inicial, le puso la polla a dos centímetros de la boca y echó su cabeza hacia atrás. Alicia supo instintivamente que le tocaba volver a mamar, lo que hizo con voracidad, a pesar de que las fuerzas ya flaqueaban.

-         Qué vicio tiene la niña. ¡¡ Y como la chupa!! Esto no se lo ha enseñado su marido, te digo yo que esta ha conocido muchos baños de discoteca en su vida. -Le dijo el gordo al gitano

-         ¡¡Y cómo gime, jajajaj! - Decía Charly, que ya no pudo aguantar más - ufufufuufufuffffffffff ME CORROOOOO JODER JODER JODER UUUUF -

En el fragor del orgasmo el gitano apretó violentamente las caderas de Alicia provocando que el orgasmo de la mujer, que tuvo que sacar la polla de José de la boca para poder respirar.

-         ME CORRO, ME CORRO, QUE PLACER. - Gritaba Alicia sintiendo descargas eléctricas por todo su cuerpo y retorciéndose de placer.

Charly se retiró y le sacó la polla de goma del culo, lo que le provocó un pequeño gemido de Alicia, que se hizo un ovillo en el suelo, a la altura de la cabecera de la cama, mientras los espasmos continuaban, ya más espaciados.

-         Como estáis chavales, no duráis nada, ¡¡vaya juventud!!.

Tras decir esto, José, que no se había corrido y miraba divertido el espectáculo, se levantó de la cama, agarró a Alicia por el pelo y como si fuera una muñeca la obligó a sentarse apoyada en la pared. Se puso frente a ella y empezó a hacerse una paja arrinconando a Alicia contra la pared, que lo miraba exhausta.

-        TOMA TU LECHE, GATITA. - Gritaba mientras se corría abundantemente, llenándole la cara y las tetas de leche.

El gitano aprovechó para hacerle unas cuantas fotos y Alicia, que estaba casi en estado de shock y sin saber por qué sonrío medio colocada a la cámara e hizo el gesto de la V. Los dos técnicos se miraron divertidos y chocaron la mano como si fuera el final de un partido de tenis. Mientras se vestían y se aseaban un poco en el baño de la habitación, el gitano le dio un rollo de papel higiénico Alicia para limpiarse y le dijo con socarronería:

-         Anda levanta, que va a volver el señor Juan y se va a preocupar si te ve así.

-         Joder, joder, joder ¿qué me habéis hecho, cabrones? - reaccionó Alicia intentando recoger las pruebas del crimen de manera apresurada.

Metió rápidamente el consolador otra vez en el cajón, tiró el condón del gitano al váter del baño que había dentro de la habitación y trató de quitarse todo el semen de la cara.

De pronto, oyó que se abría la puerta de la habitación y sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo. Todavía no se había puesto la ropa interior y estaba totalmente acalorada, con el pelo revuelto, la cara hinchada, el vestido puesto de cualquier manera y con manchas sospechosas por todas partes.

-         ¿Perdón, se puede? - Dijo una voz desconocida

-         ¿Hola? contestó Alicia inquieta

En la habitación entró Pedro, el vecino, que al abrir la puerta de la habitación se quedó mudo. Vio a Alicia medio despeinada, bajándose el vestido y colocándoselo torpemente para tratar, sin suerte, de cubrir sus grandes tetas. Se puso tan nerviosa que en un movimiento brusco para ponerse bien los tirantes el vestido de subió por un breve instante que fue suficiente dejar al visible que bajo el vestido no llevaba ropa interior.

-         Perdón, … eh… me ha parecido oír gritos…raros... y he subido. Juan ha tenido que bajar a por unas puntas del destornillador a la ferretería…  la puerta estaba abierta y bueno... - Dijo tartamudeando un poco mirando a su alrededor con perplejidad y haciendo sonar el destornillador inalámbrico que llevaba en la mano.

Pedro, era el vecino de abajo, un chico de unos 35 años, alto, moreno de piel, fuerte de gimnasio y con unos ojos verdes que intimidaban solo con cruzar la mirada. Hacía un par de años que se había mudado al edificio, después de divorciarse. Juan y Alicia siempre hacían bromas sobre él porque cada día se lo cruzaban con una chica nueva. Juan le llamaba “el rey de Tinder” y muchas veces decía que le tenía envidia por lo bien que se lo montaba. Alicia a las que envidiaba era a las chicas, no solo porque todas eran jóvenes y parecían modelos, sino porque iban del brazo de Pedro.

Una vez, subieron juntos en el ascensor y Alicia, por un momento dejó entrever sus habilidades seductoras largo tiempo ocultas, ante la perplejidad del vecino, que no rehuyó el juego, pero tampoco quiso forzarlo. Cuando llegaron al sexto, el piso de Pedro, los dos se miraron fijamente y Alicia pensó para sí misma “si te hubiera pillado hace unos años…”, pero solo dijo fríamente “es tu piso”. El cambio de registro desconcertó a Pedro, que le lanzó una mirada desafiante y con media sonrisa se fue, haciendo que las bragas de Alicia estuvieran a punto de bajarse como por arte de magia. Tras ese día, apenas se volvieron a cruzar más veces, pero cada vez que lo hacían ella sentía una gran tensión que él parecía obviar de manera deliberada y casi obscena.

Ahora, aquel hombre estaba siendo testigo de su peor fechoría y la vergüenza que sentía era tan grande que solo le quedaba rogar que fuera miope o tonto de remate.

-         Está bien, Pedro, estábamos… esperando a que subierais… con el eso… el destornillador… o lo que sea. - Mientras hablaba tratando de dar coherencia a sus frases y aparentando una imposible normalidad, Alicia se dio cuenta que el envoltorio del condón estaba en el suelo y que había manchas de semen por el suelo. En un gesto desesperado se movió de manera antinatural para pisar el envoltorio y arrastrarlo mientras se colocaba delante de las manchas, tratando de tapar la escena del crimen.

-         Un poco cargado esto, ¿no? - Le dijo el vecino intentando quitar importancia a todo lo que estaba viendo.

-         Sí, sí, mucho calor, a ver si José y Charly arreglan el aire. - Contestó entre risas nerviosas Alicia

En medio del desconcierto el jefe reaccionó y se acercó a Pedro pasándole la mano por encima del hombro y llevándoselo hacia otro sitio.

-         Acompáñame, amigo, necesito tu ayuda en la cocina.

Mientras se iba, Pedro que estaba tratando de hacer una composición de lugar, giró la cabeza por encima de su hombro y vio a Alicia agachada buscando algo debajo de la cama. La posición dejaba todo su culo desnudo enrojecido, con la marca clara de lo que parecía una mano con sus cinco dedos, al descubierto. El gitano, que se dio cuenta, se rio para si mismo y miró a Pedro con un gesto de autosuficiencia.

Alicia recogió el tanga de debajo de la cama y lo echó a lavar. Limpió el semen del suelo con papel higiénico húmedo, colocó las sábanas y entró al baño a lavarse bien la cara y el torso.

Cuando salió miró al gitano fijamente a la cara, se bajó el vestido dejando sus tetas al aire y acercó mucho la boca a su oreja mientras respiraba forzadamente. Llevo su mano al bolsillo y empezó a masajearle por dentro la polla, que estaba otra vez como una piedra. Soltó un gemidito, le mordió el lóbulo de la oreja y lanzó una risita picarona mientras soltaba la polla y le sacaba el móvil del bolsillo.

Con mucha pausa y mirando al gitano a los ojos dijo:

-         Ahora mismo vas a desbloquear el móvil y me vas a enseñar tu galería de fotos, tu WhatsApp, tu email, tu Telegram y cualquier otra app que tengas del estilo. Como una sola imagen de lo que ha pasado aquí le llegue a alguien, te voy a joder la vida a ti y a tu familia.

Los grandes ojos negros del gitano la miraban estupefacto. Puso el dedo en el sensor y mientras Alicia trasteaba con el móvil le dijo sin mirarle:

-         Saca unas bragas del cajón y un sujetador y vísteme. Que antes estabas muy sueltito quitándome la ropa.

Charly obedeció, sorprendido por el cambio de Alicia, que había pasado de ser una gatita sumisa a una mujer segura y dominante. Abrió el primer cajón de la cómoda y observó una majestuosa colección de bragas, tangas, ligueros, que valía más que todo su armario junto. Había de tantos tejidos y colores que se quedó paralizado, mientras pasaba la mano por cada prenda, disfrutando de su suave y delicado tacto.

-         Unas blancas de algodón. Que no tengo todo el día y esto no es una peli porno - Cortó Alicia con tono seco.

El chico sacó las braguitas y se arrodilló ante Alicia que sin mirarlo levantó un pie y luego otro facilitando la maniobra de subida, de la misma manera que minutos antes le había facilitado la de bajada. El gitano estaba tan intimidado en ese momento que ni siquiera trató de rozar un milímetro de carne más del necesario. Luego sacó un sostén y le ayudó a ponérselo con la máxima delicadeza.

Alicia le devolvió el móvil, se colocó el vestido y le dijo:

-         Buen chico. Si algún día estás en barrio, búscame en tus contactos como "La Boa". - Tras decir esto, se dio la vuelta de manera coqueta y se fue a abrir la ventana.

Cuando Juan volvió a casa, Pedro y José fueron a encuentro

-         ¿Qué haces aquí? - Le preguntó Juan extrañado, a Pedro. Te iba a mandar un WhatsApp para que subieras.

-         Nada, es que como tardabas tanto pensé que ya estabas arriba y he subido con el destornillador. - Le dijo a Juan mientras el gordo le miraba muy serio y en silencio.

Los tres entraron juntos en la habitación, Alicia estaba en una esquina de la cama mirando el móvil en silencio y Charly hacía lo mismo con gesto inquieto.

-        Ya era hora - espetó Alicia a Juan con gestos de desaprobación.

-        Joder, Ali, que he tenido que ir dos ferreterías, que es agosto, luego no tenían la punta, han tenido que traerla de nosedónde…. joder, encima que me ocupo de la mierda del aire...

-        Me voy a la ducha - sentenció ella sin hacerle mucho caso.

Todos se quedaron en silencio por la tensión de la situación, Juan suspiró y se volvió a subir a la escalera. Alicia se dirigió a un segundo baño que había en el pasillo para ducharse. En la puerta de la habitación le cerraban el paso Pedro y José, que la miraban en silencio mientras salía.

-         ¿Os quitáis o qué? - les dijo casi sin mirarlos.

Los hombres se hicieron cada uno a un lado y Alicia pasó entre ellos sin ni siquiera mirarlos.

En la ducha, apoyó la cabeza contra la pared y dejó caer el agua helada sobre su cuerpo. Miró su cuerpo pálido, desnudo y una sensación de empoderamiento se apropió de ella, generándole una extraña calidez que contrastaba con la gélida temperatura del agua. Se sintió fuerte y liberada y a la vez sucia y desolada. Sin saber por qué, empezó a llorar mientras le venían flashes de todo lo que acababa de ocurrir, que se mezclaban con imágenes de otro tiempo, tal vez no tan lejano. Le parecía que había sido otra persona la que había hecho todo aquello, que no era ella la que se había follado a dos técnicos del aire acondicionado en su habitación de matrimonio como una perra en celo. Pero al mismo tiempo sabía que había vuelto una vieja Alicia que llevaba tiempo dormida y que no iba a poder contener.

Hacía tiempo que ella y Juan no estaban bien. O tal vez no lo habían estado nunca y aquel matrimonio solo había sido una farsa para huir de sí misma. Odió con todas sus fuerzas a Silvia, por haberla convencido de que lo que hacía no era decente , cuando a ella la decencia y la moral puritana siempre le habían parecido cuentos de viejas chismosas y amargadas. Luego pensó en Juan, en lo raro que estaba desde que le contó su infidelidad. En lo bien que encajó aquella noticia que hubiera destrozado a cualquier hombre con un mínimo de dignidad… o de amor.

Tal vez él también tenía algo por ahí… iba de mosquita muerta, pero ella sabía que era un hombre inteligente y con capacidad de seducción en determinadas situaciones en las que se sentía seguro. Además, físicamente estaba nada mal, los años le habían sentado bien a pesar de que no se cuidara todo lo que a ella le gustaría.

Mientras el convencimiento de que su matrimonio se desmoronaba se apoderaba de ella rememoró mentalmente la primera frase de su novela favorita de Tolstói y pensó que su familia era infeliz a su manera. Aquel pensamiento le hizo esbozar una sonrisa melancólica.

Levemente, fue subiendo la temperatura del agua hasta sentir como le ardía en cuerpo y se apagaba su mente, entrando en un placentero estado de nirvana.

Al salir de la ducha se vistió con un short rojo ajustado de pijama y una camiseta blanca, con el escudo de la complutense que conservaba de la universidad y que apenas le llegaba al ombligo.  En casa ella nunca llevaba ropa interior y la humedad de la ducha hacía que se le marcaran bien las tetas en la camiseta.

-         ¿Se han ido ya esos tíos, cariño? Eran lo peor ¿de dónde los habrá sacado Pilar? - Venía gritando por el pasillo mientras se acercaba al salón.

Entró en el salón y allí estaba Juan hablando agitadamente con Pedro. Al percibir su presencia, ambos se callaron de golpe, como si estuvieran hablando de algo que ella no podía escuchar y notó como los lujuriosos ojos verdes de Pedro se clavaban en sus tetas.  Alicia, que solo esperaba a su marido, se sintió totalmente desnuda ante la mirada de su atractivo vecino. El aire estaba puesto a tope y el golpe de frío provocó que sus pezones se pusieran como piedras y que un electrizante escalofrío recorriera su cuerpo.

Pedro abrió levemente la boca e hizo un sutil y casi imperceptible movimiento con el labio mientras dirigía su mirada de cazador a los ojos de la pobre Alicia, que en ese momento parecía un ternerillo camino del matadero.

-         Baja eso, que me congelo. - Consiguió decir Alicia con tono leve y tratando de mantener la mirada a Pedro.

-         Me dice Pedro que le des el contacto de los técnicos, que dice que su aire también va mal. - Contestó Juan mientras manipulaba el termostato.

-         Pues ya se lo podías haber pedido cuando estuviste con ellos… -. Dijo la mujer dirigiéndose a su vecino con tono un poco borde - Tengo el móvil en la habitación, voy a por él.

-         Te acompaño y ya me voy.  - Se adelantó Pedro saliendo del salón detrás de Alicia y casi sin despedirse de Juan.

A Alicia no le hizo ninguna gracia que Pedro le acompañara. No sabía lo que había hablado con el gordo mientras estaban en la cocina, pero era claro que ese chico tonto no era y la escena que se encontró al entrar en casa hablaba por si sola. Por otra parte, se sentía atraída por él y la vieja Alicia parecía volver a estar al mando de su cabeza.

-         A ver, el número es 6557…

-         No, no mejor mándamelo por WhatsApp. - Le interrumpió

-         No tengo tu número… -Dijo medio riéndose y empezando un coqueteo que no podía evitar y que le hizo recordar el día del ascensor.

Pedro se acercó mucho a ella, le cogió el móvil con delicadeza, escribió su número e hizo una llamada perdida. Sonó el móvil, sonrió y le dijo "te tengo". Alicia se quedó un poco cortada, sin decir nada, pero instintivamente torneo sus ojos y soltó una risita cómplice mientras se mordía el labio inferior y se acercó todavía más a Pedro, sintiendo el calor de su cuerpo dejando que sus tetas se apretaran contra su cuerpo.

Pedro que veía que su presa estaba a tiro puso su mano derecha en la cintura de Alicia, y le plantó un cálido beso en los labios, que ella aceptó agarrando su cuello por detrás. Luego alejó muy suavemente su cara, con la mirada totalmente fijada en ella y casi susurrando le dijo "qué bien hueles" haciendo que Ali estuviera a punto de perder el conocimiento de lo cachonda que se estaba poniendo.

Luego la soltó y dijo en alto, tal vez intentando que Juan le escuchara desde el salón:

-         Me voy - La miró fijamente por última vez y salió cerrando la puerta con suavidad.

Ella volvió al salón y se encontró a su marido tirado en el sofá, mirando un partido de fútbol. Le acarició suavemente la polla y le dijo con tono meloso:

-         Este calor me tiene loca, cariño, ¿no quieres aprovecharte de tu mujercita?”.

Juan se río, la miró con sorpresa y solo le dijo:

-         Ahora estoy viendo la Eurocopa, que juega Bélgica, luego voy cuando termine.

-         ¿¿Bélgica?? - le replicó entre la indignación y la perplejidad. - Pues me voy a leer un rato a la habitación, cuando termine el partido ya no tendré tanto calor. - dijo con acritud y casi reafirmando sus inconfesables actos.

Al llegar a la habitación sacó el Satisfyer® del cajón, cerró los ojos, puso el succionador de clítoris a funcionar en modo suave y dejó que su cabeza fluyera.

Había fantaseado tantas veces con ser una de las citas Tinder de su vecino que aquel acercamiento llevó su mente a una habitación oscura, en la que ella cabalgaba salvajemente sobre él, acariciando su pecho de gimnasio y acompasando las subidas y bajadas con gemidos de liberación.

El sonido del WhatsApp de su móvil la sacó de golpe del mundo de la fantasía:

[PEDRO] Ey Ali, que me he ido de tu casa sin darte las gracias por el contacto.

[ALI] No hay de qué, pero no sé si te recomiendo que llames a estos capullos. Al final lo ha hecho casi todo Juan.

[PEDRO] Ya bueno, pero en estas fechas, a ver a quién encuentro…

[PEDRO] En realidad te escribo para pedirte perdón.

[ALI] ¿qué dices? No te entiendo…

[PEDRO] Antes... en tu casa... te he visto tan atractiva que no he sabido contenerme… no es mi estilo, Juan es un buen tío y paso de líos. No sé, que igual ha parecido algo que no era… Me he rallado y prefiero aclarar las cosas.

Pedro estaba jugando la baza de la psicología inversa, tratando de provocar que Alicia mostrara sus cartas.

[ALI] No de verdad todo bien. Será nuestro secreto…- y añadió un emoji de una cara haciendo un gesto de silencio.

[PEDRO] Ok, la verdad es que, desde el día del ascensor, cada vez que te veo (cara sofocada)

[ALI] ¿qué dices, tío? Pero si tienes a tías mil veces mejores que yo.

[PEDRO] Jajaja.  Mil tías tengo, pero mejores que tú, ninguna. Ya les gustaría tener tu clase, tu sensualidad… y tus caderas.

Aunque sabía que seguir masturbándose mientras hablaba con Pedro por WhatsApp era como ir al súper en ayunas, pero no lo pudo evitar. Acercó el consolador a su clítoris, activó el botón y dejó que fuera su coño el que dirigiera aquella conversación.

[ALI] No me digas esas cosas… o voy a tener que meter mi mano dentro de mis pantaloncitos. ¿Te fijaste en que no llevaba nada debajo jijiji? (llama de fuego)

[PEDRO] Me fijé perfectamente. Quería arrancarte la camiseta y el pantalón cuando entraste al salón… como el día del ascensor… (berenjena)

[ALI] UFFF, Aquel día quería arrodillarme y que me taladraras la boca sin piedad. Quería tu leche inundando mi garganta. Llegué a casa tan cachonda que me tiré a la cama y me masturbé como una colegiala mientras apretaba mis pezones pensando en tus duros brazos sometiéndome.

[PEDRO] Si no estuvieras casada, no salías de aquel ascensor sin tu ración de polla. Te habría puesto contra la pared y te la habría clavado sin preguntarte. Tus ojos estaban pidiendo rabo a gritos. (muchas berenjenas)

[ALI] Ojalá lo hubieras hecho, no habría opuesto ninguna resistencia. (melocotón)

[PEDRO] Tengo la polla a punto de reventar. Como me estás poniendo, nena. ¿quieres verlo?

[ALI] SÍÍÍÍÍ Por favor, quiero verlooo

Pedro se hizo una foto de su polla y se la mandó. La polla tenía una erección perfecta, con las venas perfectamente marcadas y aunque en la foto no se apreciaba el tamaño exacto parecía tener un tamaño considerable.

Alicia luchaba fuertemente por aguantar un poco más el orgasmo mientras miraba hipnotizada la polla del “Rey de Tinder” con la que tanto había fantaseado y que ahora palpitaba por ella.

[PEDRO] No dices nada?? no te gusta??

[ALI] Joder es la ostia… me estaba tocando mientras hablábamos. ME CORRO ME CORRROOOOOO

[PEDRO] Me corro yo también (gotas de agua)

[PEDRO] Joder, nunca me había corrido con una conversación por WhatsApp. Uff... oye te debo una cerve por lo menos… jajajaaj

[ALI] jajajaj. Lo que me debes es una invitación a ver esa polla de cerca.

Pedro tardó en contestar....

"Escribiendo…" "En línea" "Escribiendo…"

[PEDRO] No es buena idea.

[ALI] Pero qué eres, ¿un mojabragas ahora? que ya somos mayorcitos para tonterías.

[PEDRO] Estás casada. Paso de líos, por mucho que me pongas.

[ALI] Juan no tiene nada que ver con esto. Ese asunto ya lo manejaré yo a mí manera, tranquilo que a ti no te va a salpicar. De lo que te vas a arrepentir es dejarme a medias, porque pienso ponerte cachondo cada vez que nos crucemos hasta que no puedas evitar follarme.

[PEDRO] Jejeje. Ok, ya veremos

[ALI] Quiero tu polla en mi boca y la voy a tener.

[PEDRO] Qué descanses!

Alicia releyó la conversación completa y dudó si borrarla, pero decidió archivarla y cambiar el gesto de desbloqueo por una contraseña. No es que Juan le mirara el móvil, pero no quería riesgos innecesarios. Su nueva contraseña era “LaBoaHaVuelto2021”.

Abrió el libro que estaba leyendo, “ La uruguaya ” de Pedro Mairal, puso “ Fuego ”, su disco favorito de La Bien Querida y mientras sonaba la primera canción del disco, " Dinamita ", que había resonado durante todo el día en su cabeza se quedó profundamente dormida.

Cuando Juan volvió sonaba " Recompensarte " . Le vinieron a la cabeza los largos viajes en coche que hacían a Los Caños de Meca cada verano en el que ponían miles de canciones. Suspiró, recogió el libro que Alicia había dejado encima de la cama y se metió en la cama. Medio acurrucado en su lado de la cama un pensamiento recurrente no le dejaba pegar ojo “se lo tengo que contar, no se merece que le mienta…".