Alicia, mi nueva amante
Un microrrelato para entrar en calor después de meses sin escribir. Haber hecho por primera vez el amor con Alicia, mi nueva amante, me ha dado una renovada energía literaria Espero que continúen ambas cosas
Sus tetas eran pequeñas y algo arrugadas, a pesar de sus cuarenta y ocho primaveras que llevaba de manera soberbia en el resto de su cuerpo, incluida su cara.
Cuando ella me tocó el paquete prominente, yo le había metido mis manos debajo de la blusa y saltando sutilmente el manejable sujetador, manosee ávidamente aquellas tetillas.
Enseguida empezó a retorcerse de placer, de manera especial cuando comencé a lamer sus pezones oscuros y no erectos del todo, una vez que la desnudé de cintura para arriba.
Su boca buscó mi boca una vez más al mirarnos con deseo, aquella tarde de septiembre, nuestra primera tarde juntos.
Aquellos labios húmedos me besaban, como hacía meses, no me besaba una mujer.
Habíamos coqueteado desde hacía semanas en el trabajo.
Sus ojos traviesos me decían que me deseaba…
Los incisivos centrales abiertos, siempre me habían dado suerte. Todas eran mujeres super calientes y viciosas.
Fue fácil. A la salida del trabajo, le dije que me invitase a tomar un té en su casa.
─!Claro! simplemente dijo.
En tres segundos estábamos sentados en el sofá de dos plazas de su salón.
Ella misma se quitó los pantalones y las bragas con una diligencia de película.
Sin darme apenas cuenta se había levantado y se había desvestido del todo y me señalaba el dormitorio.
Su culo desnudo era espectacular.
Estaba muy bronceada y apenas dejaba una leve marca blanca en donde en la playa había tenido, con toda seguridad, un minúsculo traje de baño.
Aquel movimiento zigzagueante de tan excitante y tremendo culo, me puso la polla dura, muy dura, tremendamente durísima…
Cuando llegué al oscuro dormitorio, un segundo después, atisbé que ya estaba tumbada y su sexo me pedía la actuación de mi lengua juguetona y caliente.
─¿Que tal comes el coño Jose Miguel? ─me preguntó.
─Me encanta comer el coño ─le susurre al oído mientras mordía suavemente su lóbulo izquierdo.
─Quiero que me hagas correr y que mi corrida te la tragues ─Casi me suplicaba.
─Cierra los ojos ─Le ordené, con asertividad.
Su coño sabía a gloria y a limpio. Seguro que se lo había lavado cuando fue al servicio. Las mujeres lo saben todo, antes que nosotros.
Durante minutos se retorció de placer. Mi boca, dientes, labios y lengua jugaron con maestría sobre aquel precioso coño y en todos sus irregulares detalles.
Miraba de reojo aquel perfecto pubis con apenas una minúscula pasarela brasileña de minúsculos pelillos negros brillantes que se movía sin control al igual que sus caderas y que tenía que esforzarme en sujetar con mis brazos.
Apenas habían pasado unos minutos cuando las convulsiones de su sensual cuerpo me anticipaban que se aproximaba su primer orgasmo clitoriano.
No gritaba, pero se retorcía con una tremenda intensidad. Sus ojos cerrados y su boca comprimida me indicaban el evento gratificante e inminente.
Lo noté en mi boca. Lo noté con intensidad. La lubricación enclaustrada vagina arriba salpicaba como un rayo inmenso hacia abajo en dirección a mi apertura oral que aprisionaba toda su vulva para que nada escapase.
Alicia no es de gritar, pero sí de disfrutar y hacer disfrutar.
Tras unos breves segundos en que saboreó a placer, su mejor orgasmo en meses, según dijo, me miró y con provocativa sonrisa volviendo a enseñar esa apertura lujuriosa de dientes, me dijo:
─Ahora te toca a ti.
Me hizo tumbarme y a horcajadas se subió en mi endurecida polla, no sin antes humedecerla con su saliva caliente en dos vaivenes rápidos.
Por un instante pensé que me follaría de manera rápida, pero no fue así.
Debió de recordar entonces que le había dicho que me encantaba besar y ser besado mientras me follaban.
Su vagina atrapó mi falo implacablemente duro como una piedra y comenzó a hacer pequeños movimientos rítmicos de subida y bajada de su pelvis, vamos…, de todo su cuerpo.
Estaba muy caliente y podría haberme corrido enseguida, pero Alicia quiso agradecerme su orgasmo previo besándome con su voluptuosa boca húmeda y caliente mientras no dejaba de menearse de manera muy lenta…, lentísima.
Calculé que durante unos veinte minutos me besó de esa manera excepcional mientras mi pollisíma recibía ese masaje lento y calculado de manera fría y provocativa.
La leche hubo de salir y salió.
Aquel néctar impulsado hacia su interior en seis o siete andanadas sublimes llegaba rebotando en el fondo de su vagina.
Tuvo un segundo orgasmo y comprimió mi polla con su caliente y viciosa cueva tratando de estrujar hasta la última gota de mi néctar.
Fue una sesión única la de ayer por la tarde.
No pude remediar pasado un rato de reposo post-orgásmico desmontarla y subirla dirigiendo su sexo hacia mi boca.
Mucho se perdió de aquel liquido celestial, regándose en mi pecho y barbilla, pero algo llegué a recibir en mi viciosa y necesitada boca.
Tragué con ganas aquellos restos de viscosa y caliente mezcla de flujos de ambos amantes.
Al mismo tiempo que deglutía tan preciado manjar, mamaba su super endurecido de nuevo, aquel enorme botón del placer, así como todos y cada uno de sus labios arrugados, sinuosos y calientes a mas no poder.
Al cabo de unos minutos, aquel majestuoso y sensual coño, me daría un tercer orgasmo antes de despedirnos…
En la puerta de su casa, abrazados, nos besamos con mucho fragor libidinoso, jugando con nuestras lenguas calientes mezclando una y otra vez nuestras respectivas salivas.
¡Qué bien besa mi nueva amante!
Sus ojos trastocados de placer y su boca de vicio, solo atisbó a decir:
─Mañana nos vemos otra vez, ¿verdad José Miguel?
FIN