Alicia en el país de las infidelidadillas

Sin planearlo ni siquiera imaginarlo, Alicia le pondrá los cuernos a su marido con Joaquín, su cuñado.

En este adulterio con incesto incluido no hubo a diferencia de otros una fase de deseo incontrolado por parte de uno de los dos miembros, mujer casada y hermano del marido, Alicia y Joaquín. Todo se debió a una cinta de vídeo que vio Joaquín por casualidad...

Pero vayamos por partes. Alicia y Pedro eran una pareja joven pero que habían estado juntos toda la vida, desde la facultad. Entre los dos llevaban una empresa y hacía poco que habían celebrado los 20 años juntos. Pedro, 39 años, metro setenta y cinco, moreno, atractivo, pelo corto y ya un poco fondón, aunque tampoco demasiado, iba al gimnasio y se mantenía en forma aún, aparte de ir los fines de semana con los amigos a jugar al fútbol. Alicia, 38, pelirroja, con pecas, cara de niña buena que daba mucho morbo, no llegaba al metro setenta, delgadita, buen tipo, una cintura estrecha y unas piernas de infarto como principal atractivo, aparte de su espléndido culo, durito y respingón, que compensaba que su pecho no fuera tan abultado.

Pedro y Alicia se fueron a Bayarta a celebrar sus 20 años de casados y allí tuvieron una segunda luna de miel que celebraron aparte de con el viaje con una noche loca de sexo en el que se grabaron haciendo el amor. Así que al acabar el viaje la pareja tenía dos cintas: la turística y la privada. Llegaron a casa, reunieron a familiares y amigos, y vieron todos juntos después de una buena fiesta en su casa el vídeo de la visita.

El único que faltó fue Joaquín, el cuñado de Alicia, un chico de 28 años y cuerpo atlético que estaba fuera de la ciudad por motivos de trabajo y cuando vino pidió ver la película. Alicia fue quien se la dejó porque Pedro aún no había llegado del trabajo. "A ver si me da tiempo de verla después de que haga unos trabajos atrasados y os la devuelvo". No hay prisas, Joaquín, le contestó Alicia.

Entre Alicia y Joaquín había muy buena relación, pero de amistad nada más, hacía mucho que se conocían y entre ellos nunca había pasado nada. Pedro siempre la había visto inalcanzable, quizá porque la conoció siendo él un crío. Pedro se fue a su casa y Alicia a comprar.

Alicia estaba en la sección de vídeos del supermercado cuando le dio por pensar en la cinta que le había entregado a Joaquín. El día anterior Pedro y ella habían estado viendo la película en la que habían follado como locos para excitarse y pensó con horror que Pedro había dejado la cinta dentro de la otra caja y no se habían acordado de cambiarla. Un sudor frío recorrió su cuerpo y terminó corriendo las compras, disparada a casa de Joaquín.

Durante el camino no hacía más que pensar en el inicio de aquella cinta: "Quítate la ropa", le decía su marido. Y ella obedecía y se quitaba la minifalda y se acariciba las bragas por encima de la tela para enseguida hacerla a un lado y preguntarle a Pedro si le gustaba el coñito depilado que veía. Y luego la cámara se fijaba y los dos follaban en todas las posturas posibles.

Iba pensando que aunque Pedro no viese la cinta al saber que se estaba entrometiendo en la vida privada de su hermano, el inicio era demasiado brusco como para no sentir vergüenza, así que cruzó los dedos para que el trabajo de Joaquín se hubiera alargado.

Llamó al timbre, pero no contestaron. Ella tenía llave, así que abrió la puerta y se fue directa al salón, donde estaba el vídeo, pero allí no había nada. Oyó ruidos arriba y llamó a Pedro en voz alta, pero él no le contestó. La ducha estaba en marcha, así que era normal. Subió arriba porque recordó que había otro vídeo allí y dio a eject. Salio la cinta y antes de que pudiera sacarla, Joaquín entró, todavía la ducha estaba en marcha, por eso pilló a Alicia desprevenida.

-¿QUé haces aquí?, le preguntó él, un poco desconcertado.

-Ay, perdona, llamé pero no contestabas. Es que me di cuenta haciendo la compra de que te di una cinta por error...

Fue cuando Alicia se fijó en que la toalla con la que se tapaba Joaquín se notaba un bulto sospechoso y además estaba muy sofocado. La miraba de una forma muy extraña y la incomodó. Desvió la mirada a la cinta y entonces vio que la cinta no estaba empezada. ALicia lo comprendió y se sonrojó.

-Joaquín, no tenías que haber visto este vídeo.

-Puse la cinta, salí de la habitación y cuando volví os vi en plena faena y no pude dejar de mirarte... digo miraros.

-Qué vergüenza, ahora cómo le digo a Pedro que nos has visto en plena faena...

-No tienes por qué decirle nada ni por qué sentir vergüenza.

-¿Dónde está la caja?

-Allí, se me cayó al suelo.

De nuevo la miró de arriba abajo: minifalda, camiseta de tirantes. Piernas de infarto, culo bien ceñido, donde vio que el tanga sobresalía un poco. Blanco. Recordó sus poses, su manera de enseñar el culo a la cámara. Y cuando se agachó para recoger la caja, su imaginación resaltó aún más aquella raja que había visto antes en todo su esplendor. La erección de Joaquín era imposible de taparse.

-Qué buena estás, Alicia.

-Calla, idiota.

-Cuando te vayas me voy a hacer una paja en tu honor.

La excitación le había dado atrevimiento a Joaquín. Alicia no supo qué contestar. Sólo le miró y vio un torso fuerte y marcado, aunque lo más marcado era la zona de la entrepierna.

-Eres un salido, ¿no tienes con quién pajearte mejor?

-Con otra que esté tan buena no.

Y empezó a acariciarse.

-Para ya, pervertido. Espera que me vaya al menos.

-Espera, no te vayas. ¿No tienes curiosidad de vérmela? NUestras pollas son bien distintas.

-No tengo ninguna gana, Joaquín.

-Pues no dejas de mirarme...

Se desprendió el nudo y la toalla cayó lentamente, deslizándose por su miembro erecto. Era mucho más grande que el de Pedro. Quizá esa sensación se debía a que lo tenía depilado. Además estaba circuncidado. Acto seguido comenzó a masturbarse. La visión fue muy erótica para Alicia, que no supo cómo reaccionar. Nunca se hubiera imaginado una reacción así en el hermano de su marido. Él, al ver que Alicia no se marchaba ni montaba una escena, se acercó a ella bruscamente y la besó.

-Quítate, Joaquín.

OTro beso silenció su boca. Su mano se fue al culo de Alicia y lo apretó. La otra mano cogió la de Alicia y la llevó a su entrepierna. El rabo de Joaquín estaba ardiendo y el glande era suave. Sin que supiera cómo, ella estaba totalmente rendida a los encantos de Joaquín. En realidad era un hombre joven y lleno de deseo hacia ella y se dejó quitar el top, subir la minifalda a la cintura y apartarse el tanga a un lado. El miembro de Joaquín entró con alguna dificultad, debido a que ella aún no estaba lubricada. Pero pronto el mete y saca empezó a gustarla y sus gemidos eran indicativo de lo mucho que estaba disfrutando con la follada.

-Cuando te vi en el vídeo supe que eras una mujer muy caliente, decía Joaquín entre morreos. La subío a una mesa y allí siguió penetrándola. Ella gemía y le pedía más y más. Ni siquiera se había dado cuenta de que no habían tomado ningún tipo de protección.

Nunca antes le había sido infiel, pero aquella tarde los cuernos a su marido con su hermano se los puso puestos y bien puestos, con todo tipo de posturas, incluso más atrevidas que las del vídeo que había grabado y que fue el origen de todo. Y aunque prometieron no volver a verse más, en alguna que otra reunión familiar volvieron a caer en la tentación, incluso con Pedro en la misma casa, como una vez en una fiesta que dieron los dos. Pero eso es otro cuento y este ya llega a su fin.

Y colorín colorado...