Alicia en el país de Joss

Joss, recién egresada, conoce a Alicia gracias a Joaquín, su hermano. Rápidamente entablan una amistad luego de darse cuenta que no son tan reservadas como creen.

Capítulo 1

Narrado por Joss.

Cuando todo esto comenzó yo tenía unos 24 años, trabajaba como administrativa en la universidad de la cual egresé, gracias a mi hermano y sus contactos, él era médico estomatólogo y daba clases en la universidad medio tiempo.

Era un trabajo bien pagado, no en exceso, pero al vivir con mis papás me podía dar ciertos gustos extra. Mi hermano estaba casado y hacía ya dos años que no Vivía con nosotros, sino con su propia familia. Se había casado, y ahora tenía una hermosa sobrina de tan sólo dos meses, es increíble que una niña tan pequeña no estuviera vuelto locos a todos en la familia.

Mi hermano además de adulador era un manipulador profesional, logró convencerme de ir a la práctica de sus alumnos, alegando que una de sus alumnas no tenía a quien llevar como paciente, al parecer era una persona muy tímida.

Jure Cobrarle el favor A Joaquín, cuando acabas de salir de la universidad no quieres volver a las aulas, se necesita un tiempo de desconexión total, aunque yo no lo tenía por completo pues laboraba ahí mismo, aunque el estar en el área administrativa me alejaba de alumnos y profesores.

El día de la práctica llegó, Joaquín paso por mi a mi oficina para llevarme al hospital universitario, ahí estarían ya sus alumnos.

Alicia Issabel se llamaba la chica con la que iba a participar. Joaquín nos presentó y simplemente nos dijimos “hola”, creo que para ambas era incómodo.

Ambas estuvimos calladas casi todo el tiempo, nuestra conversación se centró únicamente en las molestias que presentaba conforme Alicia iba explorando mi dentadura.

Al término, me agradeció por haber asistido, mi hermano me acercó a decirle que ahora era turno de ella buscar un paciente para una extracción, y entonces alguna neurona mía se salió del carril y hablé sin pensar.

—Si gustas puedes hacérmela— ya lo había dicho.

Joaquín se limitó a mirarme fijamente, yo sabía que no le había agradado mi propuesta, sin embargo Alicia la aceptó.

Fue así como comenzó nuestra amistad.

Bueno, en ese entonces aún no había amistad de por medio.

Regresé caminando a mi Oficina y me preparé un café mientras checaba mis redes sociales. Joaquín se apareció un rato después por la oficina y luego de muchos cuestionamientos se resignó a retirarse sin éxito en sus inquietudes. Él siempre decía que a mí me gustaban las mujeres, cosa con la cual yo no tenía ningún problema, excepto que no era así.

Cuando terminé mis labores, me retiré a casa, para planear con detenimiento la fiesta sorpresa de Joaquín, aún faltaban algunas semanas pero mis papás y yo queríamos tener todo bien organizado.

No éramos de hacer festejos en grande, pero cumpliría 30 y mamá insistía en que era una cifra cerrada, digna de una buena celebración. Mi cuñada aún no sabía nada al respecto, no era que no quisiéramos tomarla en cuenta, pero es que siempre se le salía todo, no sé si por despistada o por la confianza que tenía con Joaquín.

Duraron muchos años de novios, sinceramente yo no creía que se fueran a casar, los veía muy tibios en ese sentido, Joaquín la adoraba, y claro ella a él, pero siempre los vi como novios.

Me los imaginaba frecuentándose algunos días por semana hasta los cuarenta o cincuenta años, pero la vida siempre da sorpresas.

Creo que también se debía a que mi hermano y yo nunca fuimos de andar en la fiesta o incluso seguir una línea normal de vida, el siempre metido en sus estudios y yo como en una especie de stand-by, había tenido ya tres novios, por cortos periodos porque no soportaba la idea de tener que lidiar con una persona, ya tenía suficientes personas a mi lado, amigos, familia, compañeros, me daba flojera estar en una relación, eran cuestiones muy complejas para mi, la cursilería y esa necesidad incesante que parecen tener todas las parejas nunca la sentí por alguien.

Quizá algo estaba mal conmigo, o quizá había nacido para ser la señora de los gatos, algo muy complicado siendo alérgica al pelo de gato y teniendo como mascota a un pez, Capi.

Él y yo nos llevábamos muy bien, todos los días le daba de comer y lo observaba por algunos minutos, parecía tenerlo todo en su pecera, juguetes, agua y comida.

Pasó casi una semana desde que fui a la universidad a la práctica de los alumnos de Joaquín, cuando Julián y Tony me invitaron a ir de fiesta, ya sabía cómo terminaban esas cosas pero si no iba me cuestionarían doscientas veces, ya los había dejado plantados dos meses, una vez por semana.

No era mi culpa que sus fiestas terminaran en congestión alcoholica, yo era más de ver netflix en casa, preparar unas palomitas o un waffle y quedarme dormida con alguna serie policiaca.

Era jueves, llegamos al antro a las 10 de la noche, era un lugar gay porque si algo me ha faltado mencionar, es que Tony y Julián eran abiertamente homosexuales. No me molestaba, me parecía tedioso porque todos nos dábamos cuenta que se gustaban, casi desde que comenzamos la carrera, sin embargo nunca tuvieron nada, tenían como una especie de competencia entre ellos, por ver quien se llevaba más tipos a la cama.

Mientras lo veía echarle el ojo a cuanto hombre pasara por enfrente, comía de mis boneless con salsa de limón y pimienta, intercalaba con sorbos a mi refresco. Siempre me decían que era patético que no consumiera alcohol y mucho menos alguna droga que ya entrada la noche se pasaban entre ellos con un beso de lengua.

Sentí una mirada insistente y me puse un poco incómoda, realmente no era un ambiente que me agradara mucho, ya me había pasado que algunas chicas se acercaran a mi, incluso una me llevó una rosa, la verdad que me parecía tan gracioso. Yo creía que eran todos muy ingenuos al fiarse de alguien que conocen en un bar gay, un jueves con promoción de botella.

Estaba en la fila del baño pensando como zafarme de mis amigos, ya tenía sueño y al siguiente día trabajaba desde temprano, de un momento a otro alguien me tapó el acceso a tenue luz del foco que había en los baños.

—Hola ¿cómo estás?—

Tardé un poco para enfocar, y creo que mucho más para identificar a quien me hablaba.

—Soy Alicia, alumna de Joaquín— me decía apenada.

—¡Oh! Claro, te recuerdo— de inmediato me acerqué a saludarle con un beso en la mejilla —Disculpa, la iluminación no ayuda mucho a los ciegos— dije mientras tocaba mis lentes.

—Te vi hace un rato y no está segura si eras tú— se sonrojó.

—Si, bueno, vine con unos amigos— era complicado, quería explicarle que yo no era homosexual, pero no sabía si ella lo era y lo que menos deseaba era hacerla pasar un mal rato.

—Yo vengo algunas veces con unas amigas, es un ambiente más seguro que en un antro hetero, por lo menos las chicas no se molestan cuando les dices que no quieres bailar—

—Bueno, pero son un poco más intensas, Flores, chocolates y hasta mariachi he visto que traigan— ambas reímos por lo bajo.

Fue mi turno de ingresar al baño y lo hice sin pensarlo mucho, luego me regañé por no despedirme, cheque un rato mis redes sociales y después pedí un uber, me marcaba catorce minutos de distancia, no era que estuviéramos lejos, la ciudad era pequeña y de noche escaseaban el transporte, si había gente en los bares era porque éramos una especie de pueblo mágico, aunque yo no le veía la magia, sino toda la mercadotecnia era lo que le daba popularidad en el país.

Salí del baño dispuesta a solo lavarme las manos e ir a despedirme de mis amigos, vi a Alicia parada en una esquina, mi consciencia se remordió enseguida, yo que estaba haciendo nada en el baño, revisando mis redes y posteando memes, y ella esperando.

—Lo siento— le comenté apenada

—Descuida, solo quería espérame para agradecerte por ayudarme en la práctica del viernes—

—Ni que lo digas, cuando ocupes hacer la extracción me avisas— hizo una mueca extraña —¿qué pasa?—

—Bueno— titubeó un poco —la siguiente es mañana, solo que no sabía cómo avisarte, olvide pedir tu número y me daba mucha vergüenza decírselo a tu hermano— me sorprendí al escucharla.

—Bueno, si gustas puedo estar ahi— trataba de sonar lo más relajada posible.

—En verdad, no quiero molestarte, mucho hicieron tu y Joaquín al ayudarme en la ocasión anterior— suspiró —me siento muy apenada—.

—¿es eso, o es que ya tienes quien vaya?— dije divertida.

—No, no, de hecho no— se agachó.

—Entonces no se diga más, mañana ahí nos vemos—. Trate de hablar apresuradamente porque me parecía muy incómoda verla tan vulnerable.

Le expliqué que mi uber estaba por llegar, me despedí con un beso en la mejilla y salí del baño, el cual, por cierto, estaba vacío, el show de media noche estaba comenzando y todas las mujeres se habían ido, el show de los jueves era lésbico, por lo qué los baños se quedaban vacíos un rato, y destaco un rato porque de rato volvían en parejas, algunas en tercias o hasta estructuras más grandes, a besarse y tocarse descaradamente dentro de un baño.

Me despedí de Julián, a Tony no lo encontré, probablemente ya se había ido con algún turista extranjero. El uber me avisó que había llegado y salí sin complicaciones, me subí y me recriminé meterme en tanto lío, ahora tenía que estar a las siete de la mañana en la clínica universitaria.