Alicia en el país de Joss (2)
Capítulo 2
La demora ha sido grande, por lo que les dejo acá el capítulo 1:https://www.todorelatos.com/relato/156639/
Alicia en el país de Joss
Narrado por Joss
Sosteníamos fijamente la mirada, ambos sabíamos que éramos tercos a más no poder. Joaquín estaba explicándoles él proceso a sus alumnos mientras me miraba fijamente, parecía Siri leyendo un texto, sabría que tendríamos una conversación al respecto.
Era un hombre muy noble, guapo e inteligente, pero muy cuadrado, siempre cuidó el relacionarse con alumnos, supongo que cuando empecé a formar parte del administrativo de la universidad, debí tomar la misma filosofía de vida, sin embargo yo era más relajada, me gustaba mucho escuchar a las personas, siempre que los chicos de mi carrera iban y me preguntaban sobre la vida laboral, trataba de animarlos, algunos necesitaban motivación constante para no abandonar la escuela, otros la motivación de levantarse día a día no solo a estudiar sino a trabajar para poder costear sus estudios.
Por eso acepté ir con Alicia a la extracción, me parecía triste que no tuviera a quien llevar, y aunque no sabía nada de su vida, percibía una vibra positiva en ella, quizá solo le faltaba saber enfocarla.
La verdad es que sí me dolió, pero mi orgullo o quizá el temor a hacerla sentir mal, me hizo asegurarle que no había tenido dolor, al terminar la esperé fuera del consultorio, Joaquín les estaba encargando materiales para su siguiente clase.
Era un viernes soleado, como al mediodía, y yo estaba sin una muela, con hambre y con jaqueca.
Cuando Alicia salió se sorprendió de verme.
—No se como agradecerte tanto— dijo mientas llegaba a donde yo estaba.
—No hay de qué, en serio—.
—Nuevamente muchísimas gracias Joss—
—Me gustaría pagarte el material usado, sé que cada alumno compra sus anestésica y lo que ocupan—
—Claro que no, al contrario, soy yo quien debería pagarte por dejarme sacarte una muela que estaba bien— se apenó.
—No, de verdad— intente calmarla —Hagamos algo— ahí ha de nuevo la falla en mi cabeza —te invito al cine— y simplemente lo dije.
—¿qué?— estaba desconcertada
—Sí, bueno— no sabía cómo reaccionar —Yo quiero recompensarte de algún modo, y tú también, si yo te invito al cine y tú pagas las palomitas podríamos estar a mano— esperé mientras ella lo procesaba.
—Está bien, me parece justo— una sonrisa interesante se formó en su rostro.
—Préstame tu teléfono— anote mi número y lo guardé como "Paciente #1" y lo bloqueé antes de entregárselo.
—¿Te llamo?— me preguntó confundida
—Claro, avísame el día y la hora, estoy disponible todo el fin— me acerqué y dejé un beso en su mejilla.
Joder, mi hermano tenía razón, algo extraño había, de repente quería pasar tiempo con Alicia, algo había despertado en mí.
El resto de la mañana traté de engañarme repitiendo en mi mente que era solo mi enorme necesidad de tener amigas.
A eso de las cinco de la tarde, recibí un texto que decía lo siguiente
"la verdad batellé mucho para encontrar tu contacto, entre mis más de mil pacientes no sabía quién era quién. Sé que no fue el trato, pero qué sería de la vida sin riesgos, espero que te agraden los súper héroes, te espero en la puerta derecha"
Adjunta venía una imagen con un código de acceso, eran los boletos para el cine, había elegido la función de las 7:30pm.
Quise responder de inmediato pero me fui directa a ver su foto de perfil, estaba en la playa con un perro.
Agradecí al cielo no tener activada la notificación de lectura, y dejé abierta su conversación mientras saboreaba los restos de mi comida, estaba en casa, en pijama y con pronóstico de somnolencia postpandrial, medité y poco y empecé a teclear.
"Agradezco sus finas atenciones, le hago partícipe de mi molestia hacia un trato que acaba de romper, desde ahora le informo que la siguiente salida corre por mi cuenta, emplearé su método para evitar negativas, le confirmo mi asistencia y mi gusto por los súper héroes, su servidora, Joss"
Y simplemente lo envié, lavé mis trastos y me metí a bañar, largo y tendido, sequé mi cabello con la secadora porque se me estaba haciendo tarde.
—Ah pero estaba haciéndome peinados con el cabello enjabonado mientras me miraba en el espejo— me recriminé yo misma.
Subí a la habitación de mis papás a despedirme, les envié mi ubicación en tiempo real a ambos y los dejé seguir viendo la TV y comiendo palomitas.
En realidad mi vida era sencilla, tranquila y cómoda, no había mucho de emociones extremas, diría yo que hasta era un poco lenta.
Me gustaba mucho leer, pasear en bicicleta y cocinar.
Llegué al cine cinco minutos antes de lo pactado, llevaba el cabello suelto, Alicia ya estaba ahí, pude percatarme de lo bien que se miraba, vestía jeans azul claro, una blusa súper pegada en negro y su despampanante cabello ondulado caía hasta la altura de su pecho, sus ojos azules brillaban, quizá gracias a sus enormes lentes redondos. Portaba unos converse de botita blancos con agujetas verdes.
Me acerqué y la besé en la mejilla, esta vez coloqué mis brazos al rededor suyo, era un saludo con abrazo, no sabía qué mosco me había picado, mi cerebro no obedecía mis órdenes. Olía delicioso, la combinación de su perfume con el aroma de su cabello era genial.
Nos miramos y ambas sonreímos, no dijimos más, empezamos a caminar y compramos dos refrescos y unas palomitas, nos acercamos a la fila de acceso y saqué mi teléfono con el código de ingreso.
Alicia no me dejó pagar las palomitas, dijo que ella pagaba la salida completa y después yo la siguiente. Me emocionó bastante saber que ambas planeábamos una siguiente salida.
Escanearon el código y accedimos a la sala, me percaté que nuestros asientos eran el 7 y 9 de una fila más o menos en medio, al preguntarme se limitó a decir que no le agradaba estar al lado de las personas.
—si quieres me siento en otra fila— bromeé haciéndome la indignada.
—claro que no, no lo digo por ti— pasó su mano por mi espalda. —me refiero al resto de humanos—
Nos sentamos y esperamos el comienzo de la película entre chistes, le contaba de algunos memes que había visto y yo de los respectivos.
He de decir que disfruté mucho la película, Alicia me contaba uno que otro chiste intermedio, o me daba alguna referencia o comentario personal.
Cuando salimos dejamos o bandeja con la charola y vasos. Agradeció a lo dos chicos que estaban recogiéndolas, al igual que a la señora que sostenía la puerta para que saliéramos, me pareció un gesto de gran humildad y sobre rodó educación.
Vi que entró a uber desde su perfil y de inmediatos hablé.
—Por lo menos déjame llevarte, es lo menos que puedo hacer—. Dudó un poco pero aceptó.
Cuando nos subimos a la camioneta me dijo:
—No sabía que tenías coche, ahora tendrás que ir por mi la próxima— se abrochó el cinturón y bajó su cristal.
Me quedé anonadada, no sabía que la niña tímida que había conocido se había esfumado, dando paso a una chica divertida.
Me indicó cómo llegar a su casa, fueron escasos diez minutos para llegar, me estacioné y antes de bajar se despidió de mi, me abrazó algunos segundos y luego me dio un beso en la mejilla, me miró y sonrió, otra vez esa sonrisa me descolocó.
Llegue a casa y me preparé un té. Avise a mi padres que había llegado y me fui a mi habitación, me puse pijama y tomé un libro, Alicia en el país de las maravillas, tenía mucho que no leía fantasía y ese día me apetecía hacerlo, ademas lo tenía inconcluso.
Cerca de las cuatro de la mañana acabé el libro. Me iba a acostar cuando me di cuenta que mi teléfono estaba apagado.
Lo conecte y me dormí.
Por la mañana tenía varios mensajes, sin duda el primero que abrí fue uno de Alicia.
"Gracias por hoy, no sé qué me pasa contigo, me caes súper bien, espero contar con tu amistad".
Era un mensaje simple y muy claro. Sonreí como tonta, estaba pensando que responder cuando mi mamá llegó a decirme que tenía cinco minutos para bajar al coche, iríamos a desayunar fuera.
Como pude le apresuré a vestirme y me subí al coche, eran las nueve de la mañana y mi cerebro aún no estaba activo.
Pedí un enorme waffle, mitad de tocino, queso y tomates y la otra mitad cajeta y queso crema. Lo adecuado para mi resaca literaria, ni de broma les comentaría a mis papás que me desvelé leyendo, era un crimen para ellos, decían que el libro podía esperar, yo sabía que no, cuando llega la inspiración, hay que hacerle caso.
Después de desayunar me di cuenta que no traía mi teléfono conmigo, quería responderle a Alicia, pensaría que era grosera, sobre todo porque la había dejado en visto.
Pese a mi ansiedad por volver a casa, mis papás insistieron en ir a hacer el súper, me resigné a aguantar a papá y mamá aventar cosas al carrito, quitarlas y luego volver por ellas.
Llegamos a casa a eso de las tres o cuatro de la tarde y la verdad tenía muchísimo sueño, subí a mi habitación y tenía varias notificaciones, ninguna de Alicia.
"le pido me disculpe por tan tardía respuesta, mis primeros parientes ascendentes en línea recta decidieron llevarme a desayunar con ellos, se prolongó más de lo planeado y fue hasta entonces que recordé la respuesta pendiente que con usted tenía"
Lo envié y me acosté boca abajo. No tardó mucho en responder.
"Gracias por vuestra carta, creo que llegó doscientos años tarde.
¿Quieres tomar café conmigo?"
Enseguida una sonrisa se dibujó en mi rostro, me regañé por ello, y aún así no pude controlarla.
"si, en una hora estoy por su casa en mi corcel"
Tomé la iniciativa y no recibí negativa, solo la doble palomita azul, lo cual me indicaba que estaba de acuerdo conmigo.
Me bañé lo más rápido que pude, me coloqué una camisa rosa claro y unos jeans. Nuevamente solté mi cabello, esta vez sin pasar por la secadora, me puse perfume y una capa ligera de maquillaje.
Avise a mis papás que saldría a tomar algo y se me quedaron viendo raro los dos. Traté de no tomarle importancia.
Al llegar a la casa de Alicia, envié un texto con lo siguiente:
"Puesto que ya varias palomas mensajeras se negaron a llevarle mi notificación de arribo, argumentando algo de la esclavitud animal, le escribo por este medio informándole que estoy fuera de su castillo"
Me estaba comportando como una completa tonta al enviar esos mensajes, y me estaba encantando hacerlo.
Alicia salió de su casa con un corto vestido rosa, zapatos de piso y su hermosa cabellera suelta. Abrió la puerta del auto y subió.
Me saludó con un beso en la mejilla que concluyó con un corto abrazo. Otra vez su perfume que inundaba mis sentidos, cerré los ojos algunos segundos y me recompuse.
—Qué buen corcel, rojo— me miraba divertida —Ninguno igual, hasta ruedas tiene— me limité a sonreírle esperando no verme boba.
Arranqué el auto y conduje algunos minutos a un café del centro de la ciudad. Aparque en un callejón poco transitado. Ambas descendimos del vehículo y caminamos al compás.
Alicia me tomó del brazo, llegamos así hasta el estrecho café que había en la plaza principal, nos asignaron una mesa en el segundo piso, balcón con vista a la catedral. Había muchísima gente caminando por la plaza y el jardín.
Pedimos dos cafés y una rebanada de pastel, era para ella, sin embargo llegó con dos cucharas, algo estábamos dando a entender al mesero.
Aún era muy pronto para que yo lo identificara.
Y sin más, le pedí que me contara de su vida.