Alicia cambió nuestro verano (2ª parte)

Leer primero la primera parte, para entender mejor el relato. Podía sentir como la respiración de mi mujer se empezaba a entrecortar. Mientras, yo a un lado de la cama no pude evitar tocarme.

Cuando nos despedimos, Alicia me dijo, mientras me sujetaba el paquete, que al día siguiente nos veríamos en la playa,

Aquella tarde, solo en el apartamento, fue un tanto agobiante. Por un lado estaba deseando volver a ver a Alicia, los recuerdos de su culo y su mamada me obligaron a recurrir al onanismo en varias ocasiones. Por otro lado, al día siguiente volvería mi esposa de Madrid, y sinceramente, no sabía qué hacer. Nunca le había puesto los cuernos y sufría un importante sentimiento de culpabilidad.

En esta situación pasó la tarde y llegó la mañana del día siguiente. Decidí que esta había sido mi primera y única infidelidad, evitaría ver a Alicia y todo quedaría olvidado en unos días. A medio día regresó mi mujer. Cuando le pregunté por los niños, me contestó que se habían quedado en Madrid con sus padres a pasar el final de las vacaciones. Así podríamos pasar unos días más tranquilos.

Así pues, aprovechamos para salir a cenar esa noche como no lo hacíamos desde hacía años. Mi mujer se puso especialmente atractiva, con unos tacones y un short ajustado que resaltaba su trasero y una camiseta con un generoso escote que dejaba entrever sus apetitosas tetas. Además lucía un maquillaje que resaltaba su belleza. Con el calentón que llevaba la agarré el culo y le dije que antes de salir le iba a echar un polvo, pero ella me dijo que en todo caso al volver, que se acababa de arreglar y ahora nos íbamos.  Así pues, con la polla mirando al frente salimos del apartamento.

Justo en el momento de doblar la primera esquina nos encontramos con Alicia. Si mi mujer iba espectacular, Alicia no le iba a la zaga. Con un vestido corto, que invitaba a levantar su falda a buscar nuevas emociones, ya tenía la polla dura como una piedra. Menuda noche me esperaba hasta llegar a casa.

¡Hola Alicia, qué sorpresa! –Dijo mi mujer-

Alicia iba a cenar sola, a lo que mi mujer no dudó un instante en invitarla a pasar la velada junto a nosotros. Seguramente mi rostro se desencajó, porque mi mujer rápidamente me dijo si me pasaba algo, a lo que le dije que estaba algo mareado. Finalmente decidieron que tomaríamos algo en casa de Alicia.

Veinticuatro horas después del polvo más salvaje de mi vida, estaba en el mismo lugar junto a mi mujer y sus cuernos, y la mujer que tanto me había hecho gozar.

Alicia sacó algo de picoteo y comenzaron a charlar las dos mujeres. Cuando mi esposa fue al baño. Alicia me apretó el paquete y con tono amenazante dijo:

-Te dije que te vería en la playa, y no has bajado, como vuelvas a hacer algo contra mi voluntad, le cuento todo a tu mujer.

Yo me quedé pálido sin saber que contestar. Al momento regresó mi esposa, que al verme así, dijo que nos deberíamos ir a casa. Rápidamente Alicia tomó una vez más la iniciativa y dijo que nos quedáramos un rato más en su casa. Que yo me tumbara en su cama y pronto se me pasaría la indisposición. A pesar de que yo quería salir lo antes posible de esa casa y alejarme de esa mujer, no me atreví a decir nada que pudiera incomodarla, por lo que me dijeron que me pusiera cómodo y me acostara en la cama. Así pues en calzoncillos acabé en la cama de Alicia, mientras ellas seguían en el salón cada vez más entretenidas.

Al parecer, estaban disfrutando de la cena y el vino, ya que las risas eran cada vez más continuadas. Yo trataba de parecer dormido, aunque los nervios no me dejaban permanecer tranquilo. De repente, escuché como bajaban el tono de voz y se dirigían al dormitorio. Yo simulaba estar dormido, y pude ver como de un cajón Alicia iba sacando diferentes modelos de ropa interior y animando a mi mujer a que se los probara.

Finalmente, comenzó Alicia a probarse un Babydoll negro, bajo un minúsculo tanga, y sacó otro blanco para mi mujer. Yo seguía en la cama vigilando que no se dieran cuenta de que las observaba.  Cuando mi mujer salió al salón para probárselo, Alicia se acercó hasta la cama y me dijo al oído:

  • Ya te he follado a ti maricón. Ahora voy a por la zorra de tu mujer.

Y seguidamente, sacó de un cajón un pene de plástico de unos 30 cm. Cuando mi mujer volvió, lucía preciosa bajo ese camisón. Alicia se agachó y le puso los tacones mientras acariciaba las piernas de mi mujer, que con el vino de la cena estaba dispuesta a seguir jugando. Nuestra anfitriona insistía en seguir mostrando su vestuario íntimo a mi mujer.

-          Si un día te apetece dar una sorpresa tu marido, ponte esto. –dijo Alicia-. Y seguidamente sacó una malla similar a unas medias.

-          ¿Son unas medias?- Preguntó mi esposa-

-          Algo más atrevido. Te ayudaré a probártelo.

Con el alcohol, mi mujer se había desinhibido y Alicia la desnudaba y la ayudaba a ponerse las medias. No dudaba en pasar sus manos por el coño de mi mujer, en incluso notaba que su boca rozaba el vello púbico. Mientras le subía la ajustada malla comenzó a preguntarla sobre la frecuencia con que se masturbaba. Mi mujer es bastante tímida y a pesar del vino no sabía que contestar, por lo que Alicia tomó la iniciativa, mientras terminaba de vestir a mi mujer, con esa malla, que dejaba libre su culo y su coño, y dejaba adivinar bajo la transparencia el resto de su cuerpo.

-          Yo cada noche me meto el dedo y masturbo mi clítoris. Pero lo que más me gusta es jugar con mis dildos. -continuó Alicia mientras abría otro cajón-.

-          Coge el que más te guste.- Mi mujer tomó uno rosa y comenzó a tocarlo con sorpresa-

-          A mí esto no me cabe por el coño. –Dijo mi mujer-.

-          Seguro que sí. –Contestó Alicia, y comenzó a rozarlo por su vulva-

Alicia empezaba a masturbarse con el dildo, y mi mujer la miraba con sorpresa.

-          Coge este,- y le mostró un pene de plástico, bastante mayor que el mío-. Seguro que el pene de tu marido no es como este. Pruébalo, yo te ayudo – continúo Alicia-.

Tumbó a mi mujer, que no decía nada, a un lado de la cama y comenzó a chuparle el coño, a la vez que le iba pasando el consolador junto a su vulva. Podía sentir como la respiración de mi mujer se empezaba a entrecortar. Mientras, yo a un lado de la cama no pude evitar tocarme.

De repente Alicia paró la mamada de coño, a lo que mi mujer no dudó en pedirle que continuara.

-          Espera, tengo algo especial para ti.- y sacó el pene de 30 cm y de más de 4 cm de grosor-

-          No. Es muy grande.- Dijo mi mujer-

-          Tú déjame, y dentro de poco te lo meterás tu sola. Y continuó la mamada, mientras yo me masturbaba.

Las dos mujeres se habían olvidado de que estaba yo a un lado de la cama y follaban con un deseo que no recordaba a mi mujer.

-          Sigue, sigue… no pares por favor. -decía mujer-

Alicia dejó de chupar y le ensartó el macropene que entró fácilmente en su coño.

-          Que gusto, sigue por favor. –Decía mi mujer-

-          ¡Ahora mastúrbate tú, mientras me comes el coño puta! –Dijo Alicia de forma autoritaria, mientras ponía su coño sobre la boca de mi mujer-

Alicia estaba a horcajadas sobre la boca de mi mujer que le metía la lengua hasta el fondo de su vulva mientras se metía el pene de 30 cm hasta tocar los huevos de plástico con su vello púbico.

Alicia me cogió la cara, se agachó sobre mi cara y dijo: ¡Te gusta como folla tu mujer, maricón!

Mi mujer escuchaba las cosas, pero actuaba como poseída, seguía comiendo el coño a Alicia y masturbándose salvajemente.

Alicia se dio la vuelta y le dijo a mi mujer que siguiera con la mamada, pero que ahora le tocaba el turno al culo, por lo que Alicia se dio la vuelta y mi mujer le comía el culo. Alicia sujetó un dildo de menor tamaño y mientras mi mujer se masturbaba el coño, le empezó a  introducirlo levemente por su culo. Yo me masturbaba sin disimulo alguno.

-          El culo no, Alicia.-suplicaba mi mujer mientras gemía de placer-.

-          Te va a gustar, guarra. –Replicó Alicia-

Al momento estaba mi mujer masturbándose con el macropene y Alicia metiéndole el pequeño consolador por el ano.

-          Maricón, ya me ha preparado la puta de tu mujer el culo, a qué esperas para darme por el culo. –Dijo Alicia, mientras se ponía de rodillas con el culo en pompa-.

No dudé un segundo. Le ensarté mi polla por su culo, y comencé a bombear.

-          Eres una puta y tu marido un maricón, -Decía Alicia-,

-          Soy una puta, soy tu puta Alicia. –Gritaba mi mujer mientras disfrutaba de la doble penetración-.

No pude aguantar más, y vacíe toda mi leche sobre el culo de Alicia, mientras mi mujer se corría como una perra en celo.

-          Límpiame el culo y la polla a tu marido.

Sin contestar mi mujer comenzó a limpiar con su lengua toda la leche del culo de Alicia, y luego se dedicó con especial dedicación a mi polla.

Poco después nos vestimos, y mi mujer y yo nos fuimos sin hablar a nuestro apartamento, pensando en los días que nos quedaban en la playa con esa mujer…