Alicia C & el pasillo estrecho

Alicia C y un pasillo estrecho donde me frote con ella.

Alicia C y el pasillo estrecho

Conocí a Alícia CC en el trabajo. Al principio me pareció una chica normal, poco atractiva, hasta que la imaginé metiendose una polla. Me descubrí de repente como un vouyeur de Alicia. Quería verla follar. ¿Pero cómo? Resultaba más fácil, joder yo mismo con ella. ¿Y grabarlo quizá? Sí, y luego verlo, una y otra vez. Aunque, sinceramente, en un principio, sabía que quería verla follar con alguno de sus amigos.

Comencé a conocerla ligeramente. Al parecer, Alicia, muy de vez en cuando, folla con algún amiguete, pero huye del emparejamiento.

Alicia se marchó de casa a los quince años con un hombre mayor, para vivir con él, y el facaso de esta unión la atormentaba. También había vivido con algún tipo de luchador, del que no quería hablarme; desconozco si se trataba del mismo hombre.

Alica, me dijo, que una vez, ella misma se corto el pelo al cero, para que su pareja rompiera con ella. Aunque nunca he llegado a comprender, la mecanica de este razonamiento, ni el porque del resultado.

El porque de su precocidad recaía en su hermana mayor. Alicia merodeó durante años los ambientes de su hermana mayor, junto a ella, con hombres adultos. Desconozco si Alicia fue follada por primera vez antes de los quince años. En cualquier caso, así es la vida, y la experiencia en Alicia debió de ser muy satisfactoria y positiva a tan temprana edad; ya que, pese a sus fantasmas internos, Alicia era y es una gran mujer.

Comencé a masturbarme imaginando a Alicia siendo follada a los quince años. Agarrada y bien penetrada. En un principio, en función de puro ejercicio para acostumbrarme al posible coito con ella, a la excitación que podría requerir. Y pronto comprendí, que en mis actos no había nada premeditado. Las pajas eran en función de cinco por día de media, y todas atribuidas a Alicia C, cada vez mas agresivas e intensas. Comencé a desearla de verdad. Se dice, que un hombre se enamora, cuando se masturba para una mujer, y funciona. Y esta vez, funcionaba.

Entré a Alicia, y solo obtuve una negativa enfundada en estupidas excusas.

Mis pajas se volvieron una necesidad llamada Alicia.

En unos días, Alicia asimiló mi propuesta, y pese a mantener su negativa, se abrió a mi, un poco más al menos. Yo por mi parte reflexioné. Comprendí que mi insistencia, no podría competir jamás, con su recuerdo sexual de brazos fuertes y tableta de chocolate. Además, descubrí en Alicia esa atracción por el hombre atlético, en la forma de otro compañero bien armado. Me ví perdido, dle todo. Es más, soy un hombre impulsivo; cualquier plan de acercamiento a largo plazo me resulta forzado y falso. Así que, comence con los mensajes eroticos.

En principio, mis primeros mensajes eran sutiles e imaginativos. Y ante el silencio de Alicia, tanto en el trabajo, como por teléfono, decidí ser explicito. Mis mensajes pasaron a ser intrincados juegos pornograficos. Alicia calló, aún más. ¿Es acoso, cuando la otra parte no se pronuncia? En cualquier caso, yo mismo sabía que hacía mal.

No puedo negar que tuve ocasiones con Alicia, de visitar su casa, tomarnos algo, o simplemente charlar. Sin embargo, había algo que lo impedía. Núnca supe el qué. Solo sé, que incluso portándome bien con ella, siempre hubo algo ajeno a mí que lo impedía.

Comencé a llamarla, solo para oír su voz en el contestador. Hacía planes, que no eran mas que simples fantasías; como el llamar a su casa, y follarla de pie en la puerta nada más abrirme. Pillarla en el almacén sola, y meterla la polla sin más. Ella, en mis mensajes, sabía que solo eran fantasias, que jamás llevaría a cabo; es por esto que no me denunció.

Una vez, en el trabajo, Alicia y yo coincidimos en un pasillo desierto en aquellas horas de trabajo, muy estrecho. Ella catalogaba, y yo debía pasar tras de ella. Alicía vestía chandal, y ese día, cada vez que se agachaba, enseñaba la raja de su culito y la braguita. Esa visión me perturbó, y fuí rápidamente al baño a masturbarme. Sin embargo, en el baño, reflexioné. Ví una estupenda oportunidad para conseguir algo... Un algo de Alicia... Saqué de mi cartera un condón y me lo puse. Me inflé de coraje; pretendía acercarme a Alicia, agacharme tras ella, bajarla el pantalón y la braguita rápidamente, ya que se encontraba en cuclillas, y follarla por detrás: penetrar su vagina en esa postura. Y si esto no pasaba, por pura fantasía mía, no importaría, puesto que solo la intención me bastaba en esos momentos.

Después me hube colocado bien el condón, volví al pasillo estrecho. Alicia seguía allí. Esta vez de pie, catalogando. Suspiré aliviado, de encontrarla en pie, sabedor de que en realidad no pensaba violarla. Y me dispuse a pasar tras de ella.

como he dicho, el pasillo era muy estrecho; apenas cabían dos personas juntas. Me acerqué a Alicia, que me vió llegar con desdén. Me puse a su lado sin mediar palabra, y comence a sortearla por detrás. El lugar apretado, generaba el roze; entonces, baje mi calzoncillo por debajo del pantalón y deje libre mi polla erecta, que aun, escondida en la fina tela de pinzas, mostraba una buena direccionalidad. Mi polla comenzó a apretar la nalga izquierda de Alicia en frotamiento hacia el interior de su culito; yo mismo, me empujaba hacia ella. Alicia, tras un breve sobresalto, que marcó su boquita con un `ah´, y sus ojos con una mirada furtiva de soslayo... Pues bien, Alicia, se quedo petrificada.

Mi polla erecta, llegó rápida aunque intensamente, hasta la raja del culito de Alicia. Mi polla erecta, descendió por si sola levemente entre la raja bien marcada en el chandal, para colocarse en la oquedad entre las piernas de Alicia. Alicia no se movía, no decía nada; hizo un breve ademán de seguir con su tarea, y se detuvo de nuevo. Yo no sabía que hacer. Había ído demasiado lejos.

Entonces apreté mi polla entre sus piernas. Alicia hizo fuerza contra mí, con su culito. He de reconocer, que en un principio, creí ver en esto mi exito, pero enseguida comprendí, que Alicia tan solo se mostraba como una niña molesta por mi provocación. Su culito me aprisionaba en el pasillo fuertemente, contra la estantería: ví una clara muestra de `déjame en paz, me estás molestando´. Yo apretaba, y ella apretaba y golpeaba. Yo sentía mi polla entre sus piernas, mi frotamiento con sus sexo enfundado en un chandal; y ella me sentía con una rabieta.

La agarré bien de las caderas, y la follé, vestidos, como si la follara realmente. Alicia no tardó en sentir plenamente mi polla dura, frotando sus muslos y golpeando su sexo desde esa frontera llamada ropa. Para mi sorpresa, ella cerró bien las piernas, y las apretó fuerte. Mi polla entraba y salía como podía de su oquedad, en un estruendo de tela y chandal frotándose. El coito textil duró poco, tan solo unos segundos, en los que aproveché para volver a alzar mi polla dura en la raja de su culito, para entrar entre sus nalgas, donde folle y folle hasta correrme. Al acabar, me di cuenta de que yo mismo estaba jadeando, y que mi mano izquierda durante un instante, la habia agarrado el chochito por delante. La experiencia había sido tremendamente explícita, pero no lo suficiente, ni tan prolongada (apenas unos 15 segundos), como para que Alicia supiera realmente de mi premeditación; más bién, ella, habría experimentado un duro caos. Lo ha debido sentir, pensé. Alicia estaba colorada, y también jadeaba. Alicia volvio a apretar su culito contra mi, y su nalga derecha se vió marcada otra vez con mi polla dura. Se te nota el paquete´, dijo, y apretando más, solto otroah´, y un `um, la tienes dura´. Pasé de largo. Nos miramos un rato, sin saber que decirnos, y seguimos trabajando.

Tiempo después la escribí lo sucedido pero ella no contestó. Ya sé, que parece una vacila, o un relato imposible en forma de posible denuncia por acoso a tal efecto. Solo Alicia y yo podemos saber que es cierto, y que Alicia jamás reconocerá como experiencia propia; algo que de otro modo, para mi queda como una fantasía.

Tras mucho tiempo detrás de ella, suplicando incluso, perdí el contacto. Es curioso, pero la quiero. Estoy muy enamorado de ella, aun hoy. Supongo que cinco años de masturbación diaria, a una media de cinco pajas por día, lo acreditan; y es una pena que este dato no sirva a efecto de ganarme su corazón. Creo, que pese a todo lo que me impedía acceder a ella, era yo mismo, y mi exhacerbada imaginación, el principal escollo. Si no hubiera imaginado, quizá ahora estaría junto a ella; pero debo recordar, y obligarme a ello, que sin mi imaginacion desorbitada, jamás me hubiese enamorado de Alicia.