Alicia. Abogada penalista
Conozco a Alicia, una abogada penalista, al tener que trabajar juntos en un caso...
Esta es la historia de Alicia, una abogada penalista, madrileña y de 32 años, a la que conocí cuando trabajamos juntos, en uno de mis casos, y a la que pude hacer cumplir su sueño, de ser sometida, dominada, y, humillada.
Alicia os va a contar su historia
Sobre mí
Soy Alicia, tengo 32 años, soy abogada penalista, trabajo en el bufete de mi padre, uno de los mejores de Madrid, a nivel de Derecho Penal, y, situado en la mejor zona del barrio de Salamanca, en Madrid, muy cerca del Retiro, por donde me gusta mucho pasear.
Sobre mis padres, pues, ya digo, con mi padre, me llevo muy bien, trabajamos juntos, y, mi madre, tiene su negocio de inversiones en bolsa, así que, por ese lado, tampoco nos va nada mal.
Físicamente, soy rubia, pelo largo, liso y cuidado, mido en torno a 1.70m., a pesar de que no me cuido apenas, ni tengo tiempo para ir al gimnasio, se podría decir que estoy en el peso adecuado, me considero muy femenina, y, me encanta vestir muy elegantemente (Y, en la medida de lo posible, de negro); mis tetas son naturales, pero, grandes, talla 110, aunque, me gustaría tenerlas, todavía, más grandes, con piercings en los pezones, además de en mi coño, en la espalda, llevo tatuajes, así como en la zona de la tripa, encima de mi coño; en realidad, me gustaría llevar varios tatuajes más, poco a poco...
Llevo gafas, y, también, aparato dental; (En ambos casos, porque quiero, no por necesidad real) cuando voy a la playa, al menos, hago topless, intentando que la parte de abajo, me tape lo menos posible de mi coño, aunque, en realidad, me encanta ir a playas nudistas, es muy liberador.
He tenido una vida muy agradable, ya que, mi padre, al ser abogado penalista, gana mucha pasta, lo que nos permite, a mis padres y a mí, pues, soy hija única. Vivir en Pozuelo de Alarcón, en la zona de Somosaguas, en un pedazo de chalet, con mucho terreno, además de tener un ático en Marbella, para las vacaciones y dos viviendas más, una en Palencia, y, la otra, en Cuéllar (Segovia), los lugares de origen de mis padres, lugares ideales, para pasar los fines de semana.
En casa, tenemos dos perros, dos rottweilers, macho y hembra, que nos protegen de peligros, y, me hacen compañía, al ser hija única, a pesar de eso, también soy taurina.
Tras ir a uno de los mejores colegios de Madrid, estudié Derecho y Economía, al acabar, y mientras ya trabajaba con mi padre, en el bufete, estudié, a distancia, Criminología, porque, el mundo del Derecho Penal, y, los crímenes, siempre han sido una de mis pasiones, además, actualmente, estudio Psicología, también a distancia, porque, es, junto con la de cirujana o psiquiatra, una de mis vocaciones frustradas.
En el bufete, nunca decimos que no a un caso, aunque sepamos que se trata de un caso, perdido de antemano, o de temas peligrosos, como puede ser el narcotráfico.
Siempre me ha gustado vestir muy bien, soy muy fetichista de la ropa de cuero,
corsés
, incluidos, y de las botas altas, así es que, en mi armario, prácticamente todo lo que hay, es de cuero, de látex, de PVC, y, un montón de botas, también me gustan las pieles de animales, en especial, los abrigos de visón.
Mis aficiones son, por un lado, la lectura, me encanta leer, libros de todo tipo, aunque, claro está, los que tratan sobre mis estudios, son los que más me gustan, y, por otro lado, el mundo del motor, pues, al igual que mi padre, de quien heredé la pasión, tengo todos los carnets de conducir, camiones y autobús, incluidos.
Hay dos cosas que muy poca gente sabe sobre mí:
- La primera cosa es, que soy muy sumisa y muy masoquista, me encanta recibir dolor, que me peguen, ser humillada, estar atada, sobre todo, por hombres masculinos, aunque, no descarto nada, y, soy muy abierta, no tengo límites a nivel sexual
- La segunda cosa, es que me encanta, no poder ver, tener los ojos tapados o vendados, incluso, ir a ciegas por la calle, con ayuda de un bastón blanco, para orientarme, es algo que me pone muy cachonda.
Sobre la primera, la sumisión, la he probado en alguna ocasión, aunque, fue, al conocer a Alfonso, cuando, realmente, pude comenzar a entrenar en este aspecto.
En cuanto, a lo de ir a ciegas, en alguna ocasión, con alguna amiga, ayudándome, lo he podido hacer, aunque, también me excita, parecer una pirata, llevar un parche en un ojo, eso sí que lo he probado más veces; es algo que me viene de cuando era pequeña, pues, tuve que llevar parches en los ojos, por temas médicos, y, descubrí que me gustaba.
Antes he dicho, que, apenas me cuido, pues, veréis, desde los 12 años, más o menos, fumo, la marca de tabaco que fumo, es Ducados, el primero, fue, lo típico, con amigas, por probar, yo siempre había visto a mis padres, fumar como si fueran chimeneas, por lo que, en mi casa, fumar, es algo normal, ahora, fumo entre 2 y 4 paquetes diarios, en los días que no duermo, por trabajo.
También fumo puros, aunque sea un poco raro, en una mujer; en cuanto al consumo de alcohol, es algo que me encanta, lo hago desde los 13, en botellones, bebo mucho, y, a diario, es algo que, no me importa reconocer.
Para mantener el ritmo de vida, en el que, a veces, apenas duermo unas pocas horas, necesito utilizar cocaína y bebidas energéticas, para poder llevar bien el ritmo, generalmente, me voy metiendo rayas y voy bebiendo, en función de
cómo
vaya el día.
La primera raya de cocaína, me la dio mi padre, pues, él, también consume, porque, su ritmo de vida, es igual o peor, que el mío.
Mis padres, están en un matrimonio abierto, la relación, aparte de matrimonio en sí, es de Amo/sumisa (De mi madre heredé, el gusto por el dolor), además, sé, perfectamente, que, a mi padre, le encanta ir de putas, y, mi madre, se lo consiente.
Si algo bueno me ha enseñado mi madre, es a sentirme inferior, solo por el hecho, de ser mujer, creo, firmemente, que el feminismo, no existe, es una mentira.
Además, debido al tema de mi trabajo, no tengo, a veces, tiempo, ni para mear, así es que, me tengo que aguantar el pis, es algo que me encanta hacer, al igual que sacarme y comerme los mocos, sí, ya sé que soy una cochina, pero, es lo que hay.
Finalmente, y antes ya, de pasar a la historia en sí, he de decir que, los hombres, me gustan, con barba, trajeados, y que, sean muy dominantes y compartan mis gustos raros.
Bueno, tras esta descripción, paso ya a contaros, cómo conocí a Alfonso
En el bufete de abogados de mi padre, viernes por la mañana
Estaba en mi despacho, muy cerca del de mi padre, que para algo soy su hija, y su ojito derecho, para qué negarlo, cuando, mi padre, me envió un
al móvil del bufete, en el que me pedía que fuera a su despacho, porque tenía un encargo para mí.
Yo, dejé lo que estaba haciendo, y, me fui a verle, porque, no me gusta hacer esperar a la gente, y, menos, a mi padre.
Al llegar al despacho de mi padre, me senté en una de las sillas de cuero, para visitas, y, hablamos:
Mi padre: “Alicia, hija, en un rato, va a venir, Alfonso, un abogado penalista, que está llevando una defensa de un narco, nos ha pedido ayuda, porque nosotros llevamos la de otro narco, que está en la misma causa, y, Alfonso, quiere ver, si nos podemos ayudar mutuamente, o hay algo que podamos hacer con su defensa”
Alicia (Yo): “Vale, pues, me avisas cuando llegue Alfonso, que pase a mi despacho, y, hablamos”
Tras la conversación, en la que también hablamos de otros temas del bufete, volví a mi despacho, a seguir trabajando, mientras esperaba a Alfonso.
Minutos después, mi padre, me envió otro
, en el que me dijo que, Alfonso, ya había llegado, que saliera a recibirle.
Yo, salí de mi despacho, y, me dirigí a la recepción, para ver a Alfonso, y, llevármelo hasta mi despacho, para así, poder empezar a trabajar, cuanto antes.
Antes de salir del despacho, con rapidez, me esnifé una raya de cocaína, para cargar pilas.
Por cierto, ese día, iba vestida de ejecutiva, con una camisa negra, una falda muy corta de cuero negro, y, por supuesto, mis botas, en esta ocasión, negras, y con mucho y fino tacón.
El primer encuentro, con Alfonso, y, con Celia, su secretaria.
En la recepción, había dos personas, junto a mi padre, estaban, hablando con él.
Alfonso, iba con traje, muy elegante, con su barba, me gustó, nada más verlo, mi coño, empezó a humedecerse, algo que pasa, cuando veo a alguien que me gusta.
Celia, la muy atractiva secretaria de Alfonso, una pelirroja natural, llena de pecas (Nota del autor, en el relato de Marta y los
Euromillones
, hay una descripción del personaje), llevaba un vestido de cuero negro, y unas botas, al salir, pude comprobar que, encima, llevaba un abrigo de cuero, tipo ¾, pero, ya estaba guardado, cuando yo llegué.
Celia, he de confesar, que, también me puso cachonda, ya que, las chicas con pecas, me ponen mucho.
Mi padre, me presentó a los dos, y, les indiqué el camino a mi despacho.
En mi despacho, con Alfonso y con Celia
Antes de pasar al despacho, pedí 3 cafés, para tomar, uno cada uno, mientras hablábamos, al llegar al despacho, nos sentamos los 3, y, Alfonso, me dijo que, Celia, estaba ahí, para tomar notas, que podíamos hablar con naturalidad y libertad, delante de ella, sin cortarnos a nada.
Estuvimos hablando, del tema que nos ocupaba, la defensa de dos narcotraficantes, a los que habían pillado con droga, y, estaban en libertad, bajo fianza, el juicio, ya se aproximaba, y, estuvimos mirando estrategias de defensa.
Al acabar la charla, se me ocurrió, invitar a Alfonso, a cenar, por la noche, para poder conocernos, de forma, más íntima, en realidad, tenía muchas ganas de que me follara, lo estaba deseando, de hecho, tenía la mente en él, más que en el caso que nos ocupaba.
Aunque se lo propuse, Alfonso, me dijo que no, que Él, se limitaba a contacto profesional, con las mujeres que le ponían cachondo, que no tenía tiempo para parejas, ni, para follar.
Creedme que, realmente, insistí, pero, no hubo forma de convencerle, por el momento.
Por supuesto, en la oficina, yo fumo, aunque, teóricamente, no se pueda, así que, durante la conversación, fumé, uno tras otro...
Yo soy muy cabezota, no me rindo, así que, estuve pensando, en formas de convencer a Alfonso, para que tuviéramos una cita.
Por suerte, me quedé con el número de
, de Celia, la secretaria de Alfonso, por si pasaba algo con el caso, poder estar en contacto, así que, me decidí a escribir a Celia, con el objetivo de quedar con ella, para comer, ese mismo día, y, ver si había alguna posibilidad con Alfonso.
Celia, dio moco verde al encuentro, quedamos, a las 14:30, de ese mismo día, en un restaurante que, a las dos, nos venía bien, porque estaba a medio camino de ambas oficinas, además, podríamos beber, porque se podía ir andando, sin necesidad de coche.
El resto de la mañana, transcurrió, como siempre, entre tabaco, café, bebidas energéticas, alguna raya más de cocaína, y, algo de excitación, cuando pensaba en Alfonso, y, en lo que me gustaría que me hiciera.
En torno a las 14:00, salí de la oficina, y, me dirigí al restaurante, donde había quedado con Celia.
En el restaurante, con Celia, la secretaria pelirroja, de Alfonso
Llegué un poco antes de la hora, así que, me pedí y me bebí, una cerveza, hasta que llegó, Celia, ahora ya sí, pude ver su abrigo ¾ de cuero negro, que le quedaba genial, sin duda, en las pelirrojas, el negro, destaca mucho.
Pasamos a la mesa que, por la mañana, al confirmar con Celia, la comida, había reservado, y, pedimos la comida.
Mientras llegaba la comida, y, con ronda de cerveza, para ir esperando, le expliqué, a Celia, el motivo de la cita con ella.
Yo: “Bueno, Celia, te he citado para comer, no por temas laborales, en este caso, se trata de algo, muy personal; cuando esta mañana, he conocido a Alfonso, me han entrado muchas ganas, de que, Alfonso, me follase, pero, a pesar de que lo he intentado, no ha habido forma, de poder quedar con él, tener una cita, a solas los dos, para poder conocernos bien, y, ver qué pasa entre nosotros”
Celia: “Alicia, ten en cuenta que, Alfonso, siempre está muy ocupado, además, tiene unos gustos, digamos, algo peculiares, sólo está interesado en encontrar, una mujer trofeo, a la que no le importe, ser tratada mal, como un objeto, poder dejarla plantada, en el último momento, o, en mitad de una cita, sin que se enfade, en fin ,ese tipo de cosas, además, es Amo, le va el BDSM, y, es muy extremo”
Yo, al saber eso, me puse muy cachonda, y, le expliqué, a Celia, lo que había pensado que podríamos hacer, para ver si, Alfonso, caía en la trampa.
Yo: “Quizás, lo mejor sea, citarle mañana, para cenar, los tres, en algún sitio chulo, intentar provocarle, yo iré, lo más puta que pueda, para que se fije en mí, y, ver qué pasa”
Celia: “Vale, me parece muy buena idea, por supuesto, yo no sé nada, es decir, me sorprenderé, cuando sepa del encuentro, e iré, como si no supiera nada ni hubiéramos tenido, tú y yo, este encuentro”
Durante la comida, le estuve preguntando a Celia, cosas sobre los gustos de Alfonso, para poderme hacer una idea, de cómo debía comportarme, si quería tener alguna posibilidad con él.
Celia me contó que, sobre todo, le gustaban las mujeres, muy elegantes, pero, con ropa de puta, es decir, cuero, botas al muslo y demás, pero, de marca, que sólo Él supiera, que, en realidad, estaba con una puta en privado, aunque, en público, pareciera una princesa.
También me dijo que, las mujeres con los ojos tapados, le excitaban mucho, eso lo tuve en cuenta, además, me llamó la atención, pues era algo, que teníamos en común, ya os he dicho, que, a mí, me encanta no poder ver, y, llevar un parche en un ojo...
También me habló, sobre sus gustos, digamos, más personales, me quedó claro que, nada de peras ni de gatos, y, sí, mucho chocolate.
Tras la comida, en un momento en el que estábamos solas, ambas, Celia y yo, nos metimos sendas rayas de cocaína, al parecer, Celia, también tenía esos gustos, algo que me parecía, muy excitante.
Al acabar de comer, quedé con Celia, en que, al día siguiente, nos veríamos para cenar, que yo misma me encargaría de la reserva, y, si Alfonso decía que no, Celia se encargaría de convencerle, a como diera lugar, para que acudiera a la cita.
Volví a la oficina, y, me puse a preparar, la cita con Alfonso, del día siguiente...
En el próximo capítulo, os contaré, cómo fue la preparación de la cita con Alfonso.
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