Alicia a través del espejo (1)
Capítulo 1. La familia.
Alicia a través del espejo.
Capítulo 1. La familia.
Permanecía inmóvil frente al espejo, completamente desnuda, mi melena rubia rizada caía a lo largo de mi espalda y algunos mechones cubrían mis pezones rosados, miraba detenidamente mi piel tan blanca, en mi mano derecha sujetaba unas pinzas para depilarme las cejas y así empezó esa mañana, delineando esas cejas tan rubias como mi pelo, de vez en cuando posaba mis ojos sobre el reflejo de mi nariz en el espejo, aún tenía como una nube de pecas que me hacían una tez muy graciosa y aniñada, seguí recorriendo mi cuerpo con mis pequeños ojos verdes, ojos idénticos a los de papá, miraba mis dos pechos como dos manzanas no eran demasiado pequeñas pero deseaba tenerlas más grandes, con mi mano izquierda me atreví a sopesar uno de mis pechos y después el otro masajeando muy levemente los pezones abultados que terminaban con un gracioso botoncito un poco más rosado que la aureola, mi mano instintivamente bajo hacia mi ombligo, recorriéndolo con las yemas de los dedos muy suavemente hasta llegar al pubis, donde el terreno allí era un poco más abultado y suave con una fina capa de pelitos igual de rubios que mis cabellos, puse mis dedos en “v” y separe suavemente los labios, rápidamente desvié la mirada de ahí y la enfoque en mis ojos que estaban casi entornados, me relamía mis labios rosados pasando tímidamente la lengua, entre abrí la boca y hundí despacio dos de mis dedos en mí ya húmedo coñito, cerré lo ojos y recordé la escena vivida ayer con Sonny en el asiento trasero de su Audi, como besaba los labios jugosos de mi moreno novio y de cómo el me respondía a los besos acariciándome por debajo de la falda dibujando mi perfecto coñito por encima de mis braguitas, mire hacia un lado donde estaba la silla de mi escritorio y allí estaba la sudadera de Sonny, la acerqué a mi cara hundiéndola en la tela, llenándome del perfume y el aroma corporal de Sonny, mis dedos se movían más rápido dentro y fuera de mi estrecha vagina dejándome los dedos impregnados de una caliente babita, deleitándome en mis recuerdos de los dedos tan hábiles de Sonny.
De repente oí la voz de mi hermano y la de papá en el pasillo, la risa de ambos me devolvió de nuevo a la realidad, miré el radio despertador de la mesita de noche, las 8:12 am y aun no me había delineado las cejas, ¡Llegaría tarde al instituto!.
Rápidamente me vestí con la sudadera de Sonny y unos Levi’s claros desgastados. Me olvidé la ropa interior y calcé mis Converse retro.
Salí de la habitación y baje las escaleras al trote hasta llegar a la cocina.
En la cocina estaba sentado en la mesa Hans mi hermano mayor, nos llevamos un año y seis meses, Mi hermano era adoptado ya que mis padres tuvieron mucha dificultad para tener hijos, decidieron adoptar a Hans cuando apenas tenía tres meses, pero era tal la pasión de Greta y Adler de ser padres que a los pocos meses de que llegara Hans a casa, Greta consiguió quedarse embarazada de mí.
Era difícil que todos coincidiéramos en el desayuno en casa.
Adler, mi papá, era directivo y único accionista de una de las empresas de metalurgia más importantes de Berlín.
Cuando Greta, mi mamá, conoció a Adler era una joven ambiciosa bailarina de danza de la antigua unión soviética, al casarse con papá y este proporcionarle estabilidad económica dejó las zapatillas de danza a un lado para empuñar un bisturí, se licenció en cardio cirugía así que era muy extraño verla por casa en el desayuno.
Sonreí al ver a todos en la cocina, no veía esa escena desde que tenía diez u once años.
Mi hermano engullía los cereales colgado de su IPhone, mamá daba vueltas a la cucharilla de su café mientras parecía absorta en las noticias del periódico y papá estaba de pie junto a la nevera sosteniendo su taza de café. Esa mañana estaba impresionante, papá se había dejado perilla y vestía con un traje bastante más juvenil de los que normalmente vestía, le abracé muy fuerte, adoraba que me estrechara entre sus brazos, no demasiado musculosos pero si se sentían fuertes, papá estaba en forma antes de ir a trabajar corría casi 30km diarios.
Nina, mi mejor amiga decía que papá era la versión alemana de George Clooney, sí, estaba muy bien físicamente. Y además tenía que hacerle la pelota si quería celebrar mi cumpleaños este verano en Ibiza.
Ya que me lo había prometido si sacaba buena nota al finalizar el curso. Así que de nuevo le di otro abrazo un poco más estrecho terminando con un suave beso en el cuello. Ni mama ni Hans se dieron cuenta, concentrados en el desayuno.
Después de una breve conversación con papá acerca de los exámenes finales que empezaban esta semana, Hans y yo nos marchamos al instituto.