Alguna vez en Neza

Mi compañero me hizo participe de sus fantasías, mientras yo iniciaba mi gusto por hombres como él.

Mi relato trata de una epoca en mi vida en el que iniciaba mi aceptación de lo que me gusta y eso son los hombres.

Trabajaba en un sitio donde el ambiente es puro machismo, nos agarrabamos las nalgas entre toda la bola de cabrones y eso no es mal visto aqui en nuestro país. Es solo una situación para echar desmadre y romper el hielo. También es recurrente que asistieramos varios compañeros del trabajo a tomar cerveza y si a alguién se le ocurría ir a un table, pués lo acompañabamos.

Cuando conocí a Victorino, se me hizo estar viendo la encarnación de mis fantasias. Varonil, moreno, brazos velludos, un gran bigote y una sonrisa de lo mas cálida y que puede llegar a derretirte si estás en esa época en lo que quieres es un hombre a tu lado. Pronto las cosas se tornarían a mi favor.

Aquel día de quincena todo iba de lo más normal. Después de cobrar ibamos a comer mariscos y tomar cerveza. Platicamos de sus hijos, sus mujeres, etc. Pero desde un inicio sentí a Victorino muy cerca de mi. No dejaba de abrazarme y más de una vez sentía su aliento en mi rostro. Me acompañaba al migitorio y me decía: dos mexicanos jamás van solos al baño. Esa frase me prendió y mi verga de 20 cm comenzó a despertarse, lo cual fué notado por el. Ambos nos lanzamos miradas a nuestras vergas, la de el era  como la mía, con su capucha, gruesa y me dejaba ver una mata de pelos negros. He de mencionar en este punto que tengo un sentido del olfato muy sensible y en ese momento, a pesar de que el bañoa olía a orines de varios cabrones, un olor dulzón similar al de mis huevos pero más fuerte llegaba a mi nariz.

Todos nos despedimos y Victorino me pidió que lo acompañara a hacer una compra rápida a la farmacia. Yo estaba muy relajado y no tenía prisa. Pasamos a la farmacia y vi que compró condones y lubricante, alguna idea pasó por mi mente cuando el me lanzó esa sonrisa luminosa, pero no me la creía, el es un hombre casado (pero no capado, como acompletamos en este país la frase).

Se acercó a mi y me dijo si no quería algo de lo que vendían en la calle. Compramos unos platanos con crema, nos sentamos apartados de la demás gente en la plaza del palacio municipal de Neza y comenzamos a comer. Me decía, comete tu platanote mijo, asi entrale. Pero si tu ya te lo acabas, eres bien goloso, cabrón

Le contesté que lo notaba bien caliente y que cuando fuimos al baño se le notaba una buena verga, seguro que su mujer era feliz con él. Solo contesto que ella si era feliz, pero que el necesitaba más. Se me acerco, tocandose nuestras piernas y pasandome un brazo por encima me dijo al oído: Vamos a este hotel, aqui no habrá problemas de que dejen pasar a dos tipos en el mismo cuarto. Con el corazón dandome vuelcos le contesté que fueramos....

Ya instalados en el hotel, acomodamos nuestras cosas y Victorino comenzó a desnudarse. Trabajabamos nuestras jornadas totalmente bajo el sol, asi que teniamos la piel bronceada y nuestra piel dejaba salir sus perfumes de hombres. Pero su piel era bien especial, sus sobacos me decían: comenos y llegué a ellos como atraido por miel. Los lamí, son muy velludos y esos pelos dejaba que se me enredaran en la lengua. Me dejé llevar y le comí los pezones pequeños y bien duros. Besé su barriga de hombre maduro, más no descuidado, era firme. Aun tenía los calzoncillos puestos, bajo los cuales se marcaba una verga deliciosa ya lista para la acción. Los tomé entre mis dedos y pegando mi nariz sobre de ellos los fui bajando, liberando aquel falo que emanaba su aroma y por debajo de ella, sus huevos peludos. Les dí lengua y me los metía a la boca.

El se dedicaba a desnudarme con movimientos fuertes. Sentí sus dedos asperos de trabajador recorrer mi espalda, detenerse en mis pezones y estrujar mis nalgas. Más su plan lo hizo detenerse. Vamos a la regadera, me dijo, los culos tienen que estar limpios para lo que vamos a hacer. Nos abrazamos y nos metimos al baño, las vergas apuntando hacia arriba, endurecidas de la excitación. Ahi me dijo: Tienes que lavarme el culo papá, toma jabón y comienza a lavarme. Hice lo mío, sintiendo en todo su esplendor ese inicio a un placer hasta ahora jamás sentido por mí. Apoyó un pie sobre la taza, dejando al aire su culo riquisimo, acercó el lubricante y me lo dió. Me dijo con voz entrecortada. Ponme el gel en mi agujero cabrón y ve expandiendo con tus dedos el ojete, quiero que me la metas. Comencé a dedearlo y veía como su rostro expresaba un enorme placer,  mis manos nos son nada delicadas y mis dedos obraban su tarea en su intestino.

Después el hizo lo mismo, preguntandome si ya antes me habían dedeado el culo, respondi que no: Victorino, este culito es vírgen asi que tu sabrás como tratarlo amigo. Muy bien, contestó, vamos a la cama. Me colocó de a perrito y con mi culo limpio y al aire, comenzó a comerlo, primero despacio, con la punta de su lengua me recorría el ano. Me dí la vuelta sobre mi espalda para ver como me comía y el me lanzaba una mirada tan provocativa que sentía olas de placer desde mi culo ya distendido hasta mi cabeza.

Comenzó a colocarse el condón. Su cuerpo brillaba de sudor. En un gesto de cabrón macho se lamió los bigotes, diciendo, aqui tengo atrapado tu aroma, delicioso. Me dio un beso  y era cierto, sentí el aroma de mi masculinidad, huevos, verga y culo mezclados en su bigote. El aroma de sus axilas y su piel completaban un cuadro en mi mente. Su verga comenzaba a apretar en mi culo y yo alcanzando el lubricante dejé bien brilloso mi culo, después tomando un poco más, se lo puse en su verga, la recorría toda.

Comenzó a penetrarme, el dolor era cabrón. Aguanta cabroncito, dejame entrar, estas bien rico, aprietas chingón papá. Aaahhhh!!! entró su verga y se detuvo un momento dejando que me acostumbrara. Comenzó a moverse dentro de mí: Que delicia Victorino, que verga más deliciosa. Y él - me perteneces papito, que rico  culo y que rica verga te cargas. Sus movimientos iban creciendo y yo con el culo tan distendido que el salía completamente y me la dejaba ir toda hasta que yo sentia sus huevos en mis nalgas. Ambos gemiamos de placer, los gritos llenaban el cuarto y después de varios embates, el gritó: Me vengo cabrón, ahhhhhhh!! ahhhhhhh!! Sentí como el condón se llenaba de leche, caliente dentro de mi culo. Su cuerpo se convulsionaba a cada chorro que sacaba de su verga. Dejó caer su cuerpo sobre mí después de salirse. Nos quedamos abrazados recuperando la respiración, ambos sentiamos nuestro sudor mezclarse y su bigote y barba picaban mi oido. Fue cuando me dijo: No te has venido verdad? - No, por que sé que tu culo también sea floreado esta noche, o me equivoco? - No Sebastián, no te equivocas, quiero que me la dejes ir. Se levantó y fue al baño. Yo me quedé en la cama solo viendo al techo. Fue increíble, dos cabrones cogiendo riquísimo.

Estaba absorto en mis pensamientos que no me dí cuenta cuando Victorino comenzó a mamarme la verga. Dí un brinco y solo me dijo, calmado mi rey, solo estoy poniendo esta verga en su punto para que me la dejes ir hasta los huevos. Esas palabras fueron un excelente inicador. Y después viendo su cabeza bajar hasta metersela en la garganta solo atine a decir: Asssiiiiiii, que ricoooo!!!! Nadie se habia metido asi mi grueso pito hasta la base, comencé a sentir su lengua jugando con mis huevos. Ya lista mi verga, me colocó el condón y dejandome acostado el llegó a montarse: Ahora si compañero, dejame ir clavandomela. Se colocó en cuclillas y sentí como ese agujero de cabrón me iba recibiendo. Vi como su cara se llenaba de placer y cuando se la tragó toda, con una sonrisa me dice: Ya estas cabrón, estás grandote como me gustan los machos. Comenzó a moverse ritmicamente, recorriendo mi verga varias veces en esa posición. Cambiamos, el se colocó de a perrito y como ya estaba más dilatado, le entró de un solo golpe mi verga: Ahhhh! si cabrón hazme sentir que me partes. Asi, duro. Más fuerte, ahhhh!!!

Me lo cogía durísimo, mi pubis y sus nalgas redondas y firmes hacian un fuerte sonido. Mis huevos chocaban con los suyos. Nuevamente los gemidos y gritos de placer llenaron la habitación. Ya se sentía el ambiente con un olor de dos cabrones demostrandose admiración por los hombres, reales, sencillos.

Mi venida era inminente y Victorino con su experiencia de años atrás, solo atinó a decir: Echame tu leche en la cara cabrón. Me quiero tomar tu leche. Me quité el condón y dandole unos jaloncitos derramé mi esperma sobre su cara. Sus bigotes quedaron llenos de mi leche y pasaba su lengua para meterlos a su boca y saborearlos. Después tomandome por la nuca me acercó para besarnos, dejandome saborear mi deliciosa leche. Su bigote me raspaba el rostro, prendiendo mi libido. Nos recostamos y el abrazandome por detrás me dijo: Ha sido maravilloso Sebastián, me cogiste riquísimo. Y tomandome una mano para llevarla a su barriga, me dejó sentir su venida embarrada en su pubis. Tomé y se la puse en su boca para darnos otro beso y asi sellar una relación que duro 4 años mientras trabajamos juntos.