Alguien voló sobre el nido de arsenio

Rita fue junto a su hermano y le dijo: -Por cinco pesetas te estrenas conmigo. Bueno, nos estrenamos. -¿Cuándo? -Esta noche.

Verano de 1956. Galicia.

Antonio, Toñito para amigos y familiares, era un mozo de aldea que trabajaba en el campo. Medía 1,56, era moreno, de ojos negros, ancho de espaldas y guapote. Cumpliera los 20 años. Arsenio, su padre, que si le pusieran una c entre la i y la o, le acertarían con el nombre, ya que era un veneno,  desayunando en la cocina y delante de Celia, su esposa, de su hija Rita y de Carmen, su suegra, le dijo:

-Mañana te llevo a putas. Como me llevó mi padre a mí y a él tu abuelo. Es hora de que te estrenes.

La madre le dijo:

-No vayas con él, hijo. Lo llevó su padre y sigue yendo. ¡Lástima de dinero!

-¡Cierra la boca o te la cierro yo, cerda! Suerte tienes de que siga contigo.

Toñito, puso paz.

-Sin ruidos, papá. Me das el dinero y voy yo solo. Sé donde es.

Arsenio echó mano al bolsillo, sacó una moneda y se la dio.

-Toma las cinco pesetas. (menos de un céntimo de euro)

Aquella noche, Carmen, la abuela de Toñito, entró en su habitación, y en bajito, le dijo a su nieto.

-Por una peseta te estrenas conmigo.

Toñito miró para su abuela. De verla vestida de luto de la cabeza a los pies a verla en camisón mediaba un abismo.

Carmen tenía 62 años, medía 1,42, era morena y tenía el pelo negro recogido en un moño. No estaba cuidada, pero eso no quitaba pra que tuviera unas tetas como calabazas, que debían ser herencia de familia, ya que Celia y Rita las tenía iguales, claro que iban de más fofas y decaídas a duras. Toñito, le respondío:

-No tengo cambio.

Eso era un sí. Carmen se quitó el viejo camisón y las zapatillas. Toñito, al ver sus enormes tetas y el bosque de pelo negro de su coño, se puso palote. Carmen se metió en la cama con su nieto. ¡Joder con la abuelita! Tan pronto como pilló la polla empalmada en su mano, la llevó a la boca y la mamó con una voracidad que parecía que la quería comer... Al rato, Carmén sintió como le empezaba a latir la polla a su nieto. y le dijo:

-Dámela.

Toñito se corrió en la boca de su abuela. Camen, tragando, dijo:

-¡Ummmmmmmmmmm¡ ¡Ammmmmmmmmmm! ¡Qué rica! ¡Uuuuuuuuuum! ¡Dame, dame dame...!

La polla de Toñito, al acabar de correrse, se le puso blanda. Su abuela, sin dejar de menearla, le dio las tetas a chupar y le llevó una mano a su coño mojado.

-Méteme dos dedos dentro y jódeme como si fuese tu picha.

Al meterle los dedos dentro, Carmen, sintió como la polla de su nieto  se ponía dura en su mano. Se la siguió  masturbando, y después subió encima de él. Agarró la polla, se la metió en el coño, y a medida que iba entrando, Carmen, que llevaba cinco años viuda, decía.

-¡Cómo la echaba de menos!

Carmén cabalgó a su nieto, despacito, aprisa, parando para dárle las tetas a chupar y para besarlo, sin lengua, ya que no sabia que existían esa clase de besos. Carmen buscaba su orgasmo, y cuando sintió que le venía, le dijo al nieto:

-Correte conmigo, Toñito.

Toñito, que si le preguntase alguien por la menopausia, diría que era una moza que no tenía pausa, le preguntó a su abuela:

-¿Y si te quedas prenada?

-No pasa na, na, na. ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaahl ¡Lléname!

Toñito le llenó el coño a su abuela, que al correrse, ahogó sus gemidos en la boca del nieto.

Carmen, al acabar de correrse, salió de la cama, se pusó el camisón. Cogió las zapatillas, de dentro de una de ellas sacó una moneda, y se la dió.

-Toma.

Toñito, que le tenía que dar una peseta a la abuela, se encontró con que ella le daba a él un  duro, o sea, una moneda de cinco pesetas.

Al día sigiente, Arsenio, Toñito y su hermana Rita, estaban en un hierbazal cargando el carro de las vacas con hierba. Arsenio segaba la hierba con la guadaña, Rita lo juntaba con un rastrillo y Toñito, con una horca, cargaba la hierba en el carro de las vacas. Rita, que medía 1,52, era delgada, morena, tetuda, de largo cabello negro y guapa. Llevaba un vestido gris con flores rojas que le daba por encima de los tobillos, pero al doblarse para juntar la hierba, su culo redondito se marcaba en el vestido. Toñito, que nunca se habí fijado en el culo de su hermana, ahora, no lo perdía de vista, y cuando estaba cara a él, lo que no perdía de vista, eran las dos enormes tetas que colgaban. Rita, que no era tonta, sabiendo que la miraba, primero movió el culo como si estuviese bailando, y después, con un pañuelo, se secó el sudor de la frente, luego lo metió por el escote del vestido y secó el sudor de las tetas. En ningún momento miró para su hermano. Después de este juego. Rita fue junto a su hermano y le dijo:

-Por cinco pesetas te estrenas conmigo. Bueno, nos estrenamos.

-¿Cuándo?

-Esta noche.

-Te espero.

Arsenio, los vió hablando, y le dijo a Toñito:

-Vete para casa, que esto en una hora lo termimamos tu hermano y yo. Tienes el día libre para hacer lo que te dije. ¡Dale por los dos!

Rita, le preguntó a su hermano:

-¿Vas a gastar el dinero en putas?

-No. Iré a la cudad, pero no a la casa de putas.

Ya en casa, Toñito, se estaba cambiando para ir a la ciudad y hacer el paripé, cuando entró su madre en la habitación. Lo pilló en calzoncillos. Le preguntó:

-¿Vas a putas?

-No. Voy a dar un paseo.

-No te creo. ¿Sabías que yo por culpa de las putas llevo un año sin catar la polla de tu padre?

-Eso no es culpa de las putas, es culpa de papá.

Celia, que medía 1.50, y que era como su hija, con 18 años más,  se echó a llorar. Toñito, en calzoncillos, fue a a su lado y la abrazó.

-No llores, mamá.

-Es que paso mucha hambre, hijo. ¡Paso mucha hambre! -le cogio la  polla con la mano- Mucha hambre de esto.

La polla de Toñito se puso dura al momento. Celia dejo de llorar y le dijo a su hijo:

-Le gusto. ¿Me dejas que le de un beso?

-¿Y la abuela?

-Cosiendo en casa de los Merlos.

-Bésala, chúpala, cómela, haz lo que quieras con ella. Tú  me la diste...

Celia le quitó los calzoncillos a su hijo y le mamó la polla...Toñito, un poco más tarde, le quitó el vestido a su madre, le chupó y lamió las negras areolas. Besándila, le metió dos dedos en el coño, se lo folló, y antes de un minuto, Celia le dijo:

-¡¡¡Me corro, hijo!!!

Celiá, gimiendo y tembládole las piernas, le llenó a su hijo la palma de la mano con el jugo de su corrida.

Toñito, al ver el flujo, lo lamió y le gustó. Echó a su madre sobre la cama. Metió la cabeza entre sus piernas y quiso aprovechar el jugo que tenía en su coño. Celia, lo reprendió.

-¡Eso no se hace, hijo! ¡¡Qué asco!! Que... que... Lame un poquito más arriba... Ahí.. ahí... De abajo arriba... más rápido...  más rápido... más... ¡¡¡Oh!!

Celia se volvió a correr, gimiendo, temblando y sacudiéndose, y esta vez, Toñito se hartó de tragar jugo.

Al acabar de correrse Celia, Toñito se echó boca arriba a su lado, y le dijo:

-Móntame, mamá.

-Las mujeres no montan, hijo, montan los hombres.

-Hoy es um día especial.

Celia, cabalgó a su hijo, y sería la novedad, el tiempo que llevaba sin follar, o lo que fuera, pero se corrió tres veces más, antes de que Toñito le dijera:

-Me voy a correr, madre.

Celia  quitó la polla de su coño, se colocó a cuatro patas, puso la polla en el ojete, y le dijo a su hijo:

-Mete, que no me extrañaría que me volviera a correr.

Toñito, cuando le metiera la mitad, se corrió. A Celia le encantaba sentir la polla dentro de su culo, y folló al hijo, ya con la pollá flacida hasta que se la volvió a poner dura. Celia estaba como poseída. Folló con su culo a Toñito más y más y más aprisa hasta que tuvo su pr¡mer orgasmo anal, y al tenerlo, exclamó:

-¡¡¡Vueeeeeeeeelo!!!

Por la noche, cuando volvió Toñito de la ciudad, le preguntó el padre:

-¿Perdiste la virginidad?

-Prefiero no hablar de eso, pero te diré que follar, follé. Ahora me voy a dormir.

Al marchar Toñito, le dijo Arsenio a su mujer, a su hija y a su suegra:

-¡Ese es mi hijo! Todo un macho.

A las dos de la mañana fue Rita a la habitación de su hemano. Se quitó el camisón y se metió en su cama. Toñito iba a disfrutar de su hermana. La besó, le comió las tetas, y bajó al pilón. Rita, al sentir la lengua en su coño, le pasó como a la madre con los dedos, ni un minuto tardó en correrse. Después, Toñito, le metió la polla en la boca. Rita no sabía mamar pero hizo lo que pudo... Luego, Toñito, subió encima de su hermana, y le dijo:

-Te llegó la hora.

-¿Me va a doler?

-No sé. Avisa si te duele.

Toñito empujó pero no entraba.

Le dijo a su hermana:

-Si empujo más te rompo.

-Rompe.

Rita, tapó la boca con una mano, y cuando empujó su hermano, empujó también ella, y se rompió, se rompió lo que se tenía que romper. Al entrar la cabeza en el chocho, pequeño y peludo, Rita se quejó con el dolor, pero el quejido se ahogó en su boca...

Media hora más tarde, el dolor diera paso al placer. Rita se iba a correr y Toñito también, Rita le dijo:

-No te cooooorras, dennnnnntro. ¡Aaaaaaaaaaaah!

Toñito, esperó a que terminara de correrse su hermana. La quitó, se la puso en el ojete y se corrió, sintiendo como a su hermana le andaba el culo para dentro y para fuera.

Rita, por aquella noche tuvo suficiente. No le pidió las cinco pesetas a su hermano, ya que pensó que no las tenía.

Una semana más tarde, Toñito, fue a la ciudad y al llegar a casa les regaló a su abuela, a su madre y a su hermana, tela para hacer tres vestidos. Las tres mujeres se miraron, como diciendo: "Tú también te lo follaste, cabrona.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

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