Algoritmo 7 (traducción)

Esta es una traducción del original Algorithm por Carefully Random. Los amigos de Tiffany descubren las hipnóticas capacidades de un algoritmo sensorial audiovisual. No pasará mucho antes de que quieran probar que tan poderoso puede ser, pero necesitarán sujetos de prueba, voluntarios o no...

Disclaimer: Cuento con la autorización del autor original para traducir su obra al español y publicarla en esta página.

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ALGORITMO

Por Carefully Random

Traducido por Hacedor de Historias

Capítulo 7

Tiffany miró a la botella con incredulidad. Tras desacelerar por un periodo de tiempo dolorosamente largo esta se había detenido señalándola directamente a ella.

—¡Ja! —declaró Lucy con júbilo—. Lo lamento Tiffany, pero cuando se trata de juegos generalmente soy yo la ganadora.

Tiffany observó la presumida expresión de Lucy y después levanto la vista hacia Erin quien miraba la botella con un gesto bastante neutral, pero un brillo de emoción alcanzaba a distinguirse entre sus ojos. Entonces se dio cuenta de que estaba siendo observada y fingió preocupación.

El corazón de Tiffany ya estaba bastante acelerado, pero esto último lo hizo latir a sobremarcha. Erin se había mostrado contenta, no disgustada… ¿Acaso el punto de toda esta farsa no era poner a Lucy en la silla?

—Mantente firme, Tiff, —la compadeció Alice mientras se acercaba a la mesa. La solemnidad de sus palabras, sin embargo, se vio opacada por la forma en que sostenía ambas manos sobre la cara como si fuera un mimo fingiendo estornudar.

—Felicidades, Lucy, —dijo Erin asintiendo con la cabeza en señal de respeto—. ¿Qué planeas hacerle a la pobre mente de Tiff cuando se encuentre vacía y manipulable?

—Uhmmm… —reflexionó Lucy apenas conteniendo su dicha—. Bueno, vamos a ver Mama Mia después de esto, ¿verdad? Me tienta la idea de convertirla en la mayor fan de Abba del mundo entero.

—Oh dios, ¡por favor todo menos eso! —suplicó Tiffany, aunque para sus adentros unas pocas horas cantando Waterloo no parecían ser tan malas comparadas a lo que el programa realmente podría hacerle.

—Oh no pasa nada… —Lucy sonrió—. Estoy segura de que se me ocurrirá algo mucho mejor cuando estés en bien metida en el trance o lo que sea que esas espirales te hagan. Ahora, ¿qué tal si vamos a eso?

—Okey, bien.

Tiffany suspiró de mala gana, se puso en pie y caminó en dirección a la habitación de Josh. Realmente no quería hacerlo, después de todo estaría a la merced de Lucy y mientras Erin anduviera cerca también a la merced de ella. Incluso podrían hacerle olvidar todo lo que le sucediera mientras estuviera en la silla.

¡Un momento! ¡Olvidar!

Erin se traía algo entre manos, eso era bastante obvio. Todo lo que Tiffany tenía que hacer era interferir con su plan de una manera que no fuera muy evidente para Lucy. No podía solo decir: “Erin, olvida que querías convertirme en tu esclava”, pero desde luego había algunas cosas que podía intentar.

Un plan muy apresurado, y solo parcialmente sensato, se formó en la mente de Tiffany. Su cerebro trabajaba al máximo intentado decidir si realmente sería capaz lograrlo y concluyó que por lo menos valía la pena hacer el intento.

Entró a la habitación y observó que todos la siguieron. Josh todavía estaba explorando las sobrecogedoras sensaciones que su tacto y gusto alterados le proporcionaban; Tiffany tuvo que apartar la vista antes de que la imagen de él lamiendo un calcetín que acababa de tomar de su cama se le grabara a fuego en la memoria.

Trev miraba con ansiedad cada rincón del cuarto, sin duda asegurándose de que aún permaneciera impoluto tras la limpieza a fondo que le había dado; se acercó a la computadora para operar el programa, siempre alerta de cualquier mota de polvo que se le hubiera escapado.

Alice y Erin entraron juntas, esta última sosteniendo a la rubia del costado por uno de sus brazos mientras ella se retorcía medio ebria intentado liberarse.

—Ok, antes de que me pongan en trance y hagan lo que sea que vayan a hacer, ¿puedo tener un último momento de diversión primero? —preguntó Tiffany con una sonrisa de súplica y una mirada traviesa.

—Supongo… —Lucy se encogió de hombros.

—Genial —replicó Tiffany agradecida—. Oh, pero antes… ¿Josh?

—¿Uhm? —Josh regresó a mirarla con una expresión avergonzada justo cuando estaba a punto de lamer su teléfono con la lengua.

Tiffany entrecerró los ojos divertida, pero se contuvo y se forzó para mantenerse enfocada en su plan.

—¿Cómo es que todavía estás aquí teniendo todas esas cajas de cereal en la cocina listas para que experimentes su sabor de maneras nunca antes imaginadas?

Josh se sacó cautelosamente el teléfono de la boca.

—Es que tenía algo de curiosidad por verte bajo la influencia del programa, Tiff —replicó de forma irónica mirándola con sospecha.

—Claro, claro, —Tiffany se encogió de hombros—. No es como si estuvieras malgastando pocos los minutos que te quedan antes de que tú Iphone sepa como un Iphone de nuevo.

Josh movió los ojos en dirección hacia la cocina, pero después regresó la mirada hacia Tiffany.

—Maldición…

Abandonó la habitación murmurando que estaría de vuelta en pocos minutos. Pero Tiffany sabía que tardaría por lo menos media hora ya que desde que se había levantado de la silla su nueva condición lo había mantenido absorto con cualquier cosa nueva que experimentase.

—¡Oh, pero aléjate del refrigerador! —exclamó Tiffany—. Hay un algo que apesta ahí dentro, realmente necesita una limpieza a fondo.

Josh solo gruñó mientras abandonaba la habitación, pero Trev levantó la cabeza con inquietud antes de exclamar:

—¿¡Qué!?

Lo dijo retorciéndose de tal forma que parecía querer arrastrarse en dirección a la puerta.

—Oh, tranquilo Trev. —Tiffany sonrió—. No es tan grave, no como el baño, por ejemplo, ahí hay tantas esquinas y rincones difíciles de alcanzar que nunca son limpiados como se debe…

—Me tengo que ir. —dijo Trev ansioso tragando saliva mientras salía corriendo de la habitación.

Tiffany soltó una risita y después regreso a ver a Alice.

—¿Qué es lo que te traes entre manos, Tiff? —dijo Alice mirándola con los ojos entrecerrados en una expresión entre divertida y preocupada. Ya había liberado su brazo del agarre de Erin y mantenía todos sus dedos presionados firmemente contra la nariz de nuevo.

—Como dije, solo estoy disfrutando de mi diversión mientras aún puedo —respondió Tiffany de forma dulce.

Se acercó a uno de los cajones de Josh donde sabía que este guardaba algo de cinta americana para parchar su saco de boxeo que siempre tenía fugas. Extrajo el rollo plateado y regresó a ver a Alice con un brillo travieso y diabólico en los ojos.

—¡No! ¡Tiff! ¡No! —chilló Alice en protesta en cuanto comprendió lo que su amiga pretendía—. ¡Erin, ayúdame! ¡Detenla! —suplicó, aunque lo dijo riéndose mientras se agachaba y esquivaba la cinta.

—Lo siento, Alice —Erin sonrió—. Hay que dejar que Tiffany tenga su diversión después de todo…

Alice intentaba torpemente evitar a Tiffany mientras mantenía sus dedos sobre la nariz. Se las arregló para resistir por un buen rato, pero una vez que Tiffany logró apartar uno de sus brazos el otro le siguió con más facilidad, ayudado en parte por el falso estado de ebriedad de Alice. Una vez que los dedos de ambas manos fueron apartados de su cara esta cayó en un estado estuporoso más manejable, ebria y drogada a la vez. No hizo falta demasiada cinta para asegurarle las manos detrás de la espalda y pronto Tiffany la tuvo reposando a un lado de la cama murmurado algo de forma placentera como si estuviera en otro mundo.

—Vaya Tiff, no sabía que te gustaba tanto el bondage —mencionó Erin con una sonrisa divertida.

—Aunque parece que a Alice también le gusta —Lucy se encogió de hombros—. Casi me siento celosa.

—¡Así es! —Tiffany les devolvió una sonrisa dulce a las chicas—. Solo me aseguro de que ella no influenciará las decisiones de Lucy mientras me encuentro en trace, ¿saben? Y hablando de eso…

Ahora observaba a Erin como un depredador a su presa y los ojos de la chica tomboy se abrieron aterrados.

—Erin, olvida que la frase que te hace actuar como una gallina fue removida. Todavía está ahí, ¿ recuerdas ?

Erin pestañeó forzosamente mientras las memorias se desvanecían de su mente y eran reemplazadas por el firme conocimiento de que su trigger aun existía. Sus ojos volvieron a abrirse con sobresalto y le devolvieron a Tiffany una mirada asesina.

—Hablo en serio, Tiff, ¡NO LO HAGAS!

Pollo de corral —dijo Tiffany casi cantando.

Los ojos de Erin Se abrieron como platos y una expresión que denotaba concentración se extendió por todo su rostro. Parecía que intentaba combatir el trigger con toda su fuerza de voluntad, pero comenzaba a estremecerse del esfuerzo. Tiffany la observó con mucho interés preguntándose si de verdad sería capaz de liberarse de su vieja programación, sin embargo, algunos instantes después todo el porte de Erin se disolvió, su rostro perdió cualquier signo de inteligencia, sus ojos se desenfocaron y soltó un largo y desagradable graznido.

—Eso fue distinto… —dijo Lucy entrecerrando los ojos preocupada.

—¡Muy bien! —dijo Tiffany alegre—. ¿Dónde estábamos?

Erin comenzó a picotear alrededor de la habitación como lo había hecho la noche anterior. Lucy se la quedó evaluando con la mirada hasta que eventualmente dijo:

—Te das cuenta de ahora tendrás que enseñarme cómo funciona esta cosa, ¿no?

—¡Oh! ¡Cierto! —Tiffany rio nerviosamente y se acercó a la pantalla de control del programa—. No hay problema, Trev y Alice me enseñaron ayer. Hay una tonelada de cosas que puedes ajustar, pero la mayor parte ya están configuradas correctamente. Parece que son solo la frecuencia de video y audio las que deben personalizarse según cada usuario. Aunque en teoría algunas personas deberían compartir frecuencias ya que estas son finitas no hemos encontrado ningún caso todavía…

Los siguientes minutos los usó para repasar los controles con Lucy. Esta finalmente pareció entender como cambiar las frecuencias de salida de audio y video, así que Tiffany se sentó en la silla. La pantalla enfrente suyo emitía espirales luminosas que parecían una pintura de Jackson Pollock en constante cambio, pero no se sentía particularmente atraída hacia ellas, al menos de momento.

Este era el momento de la verdad. Ahora su plan dependía de que Lucy solo le diera algún comando tonto que se desvanecería a la medianoche. Mantener a Erin ocupada y lejos de la silla era la parte verdaderamente importante ya que Tiffany sabía que bastarían unas pocas palabras de esta para que estuviera perdida. Por esa misma razón también eliminó a Trev, Alice y Josh ya que hasta donde sabía podrían tener un comando secreto implantado para despojarla de su voluntad en el instante que entrara en trance. Comenzaba a tener la sensación de que esta trampa del juego de la botella había sido planeada para atraparla a ella y no a Lucy. O quizá fuera para atraparlas a ambas… Cómo sea ya lo averiguaría una vez que Lucy terminara con ella, eso asumiendo que no despertara convertirla en una bimbo descerebrada o algo así…

Con cautela, Tiffany colocó los audífonos sobre sus orejas y de inmediato distinguió el zumbido sordo y los tonos agudos de una multitud de ondas de audio mezcladas. Las señales aumentaban y descendían a intervalos diferentes, pero todas parecían repetirse en bucle. Tiffany podía sentir suaves vibraciones sobre su cráneo a la vez que los tonos agudos aparentaban adentrarse por sus oídos para hacerle cosquillas en el cerebro. De alguna manera era una sensación reconfortante y a la vez discordante que la hizo removerse nerviosa sobre el asiento, sus ojos eran incapaces de apartar la mirada de las espirales luminosas que tenía enfrente.

—Ok… —murmuró Lucy—. Vamos a… Uhm, reducir la frecuencia visual… de esta… manera.

Tiffany pudo notar el cambio en los patrones visuales, las líneas parecían fundirse entre sí más lentamente y esto pareció transformar toda la imagen en algo completamente diferente a pesar de que las mismas espirales y los mismos pulsos de luz multicolor estaban presentes. Luego el sonido de los audífonos se aceleró ligeramente y el ritmo sordo presionó con más fuerza en el interior de su cabeza.

Todo está bien, pensó. No sentía que su mente estuviera desvaneciéndose, no se sentía atrapada. Todavía podía quitarse los audífonos en cualquier momento o cerrar y cubrirse los ojos. Si podía resistir los destellos de luz y el sonido rimbombante ahora, ¿qué le impedía seguir haciéndolo en adelante? Supuso que eso mismo había pensado Erin y el resto de sus amigos antes de que su mente se hundiera y quedara completamente en blanco. El corazón le latía como un tambor de guerra mientras esperaba ser arrastrada hacía el olvido.

Lentamente inspiró una amplia bocanada de aire y la dejo salir como un largo suspiro. Todo acabaría pronto. Si tenía suerte, Lucy no sería muy dura con ella. Si tenía suerte no la haría escupir todos sus oscuros secretos fuera de su mente indefensa. Todo esto sería más llevadero si tan solo conservara su capacidad de mentir aun dentro del trance…

¡Un momento! Había visto la expresión de sus amigos cuando cada uno de ellos se sentó donde ella se sentaba ahora, y había escuchado el tono robótico de sus respectivas voces. Y sí bien se veían y sonaban completamente enajenados, todavía se veían y sonaban como ellos mismos durante el trance. ¿No podría fingirlo? ¿No podría simplemente pretender que estaba completamente en blanco en la frecuencia incorrecta y engañar a Lucy? Tiffany no era exactamente una actriz profesional, pero sabia como controlar sus expresiones. Sí… Esto podría funcionar. Sintió la tentación de sonreír, pero se resistió y en su lugar se concentró en mantener su cara desprovista de cualquier emoción.

La pantalla continuaba cambiando, aunque ahora a una velocidad mayor, las espirales pulsantes y los picos de color la bombardeaban con más intensidad. Tenía que actuar rápido o Lucy encontraría la frecuencia correcta. El vibrante sonido en su cabeza también estaba cambiando y sintió que tenía que hacer un mayor esfuerzo para mantener sus pensamientos calmados y enfocados. Sin tiempo que perder comenzó a recostarse sobre la silla fijó su mirada en la pantalla y mantuvo los ojos ampliamente abiertos y sin pestañear. Se concentró en permitirle a los músculos de su rostro relajarse y estuvo segura de que su expresión aparentaba que había caído en un trance profundo.

Las luces continuaban danzando frente a sus ojos, tan hermosas, tan etéreas. Somnolienta se preguntó qué tan cerca estaría la frecuencia que ahora se proyectaba de aquella que realmente la pondría en trance. El aparentar verse relajada era algo bastante relajante por sí mismo, Tiffany comenzó a preocuparse. No quería terminar cayendo en un trance de verdad al pretender estar en uno. Sin embargo, las luces por muy deslumbrantes e hipnóticas que fueran no estaban tomando su voluntad. No se atrevía a desviar la mirada, pero era su decisión. Ella estaba en control. Ella podía manejar esto.

La pantalla dejó de cambiar de velocidad. Claramente Lucy pensaba que ya estaba bien ajustada. Tiffany mantuvo el rostro flácido y se aferró a la idea de que su plan estaba funcionando.

Entonces el sonido en sus oídos cambió de nuevo, más rápido que antes. Tiffany pensó… pensó algo… pero el pensamiento se había ido. ¿Qué era? ¿Qué era lo que estaba pensando? El bum, bum, bum de las frecuencias graves era tan placentero. Bum, bum, bum repitiéndose a la velocidad de sus pensamientos. Los cuales por alguna razón simplemente no estaban surgiendo ahora mismo. Ella observaba la pantalla. Ella debía observar la pantalla. Era bastante obvio. Las luces eran tan bonitas, tan lindas de ver. Aunque había un pensamiento, ¿cuál era? Era… Bum, bum, bum. Ya se había ido. Era algo sobre… Bum, bum, bum… Nada.

—Ok, pareces bastante relajada…

Escuchó una voz. Esa voz le pertenecía a… no sabía quién. No importaba.

—Pero Alice había dicho algo de hacer que las frecuencias resonaran o algo así… ¿A qué se refería?

—Significa tomar el valor de la frecuencia de audio y ajustarlo para que sea un múltiplo de la frecuencia de video o viceversa… —respondió Tiffany.

No estaba pensando, solamente contestaba la pregunta con el conocimiento que tenía en la cabeza

—…implica que se superponen perfectamente y por lo tanto son más efectivas, — continuó.

No necesitaba pensar para responder, simplemente respondía. Eso era bastante interesan… Sintió que quería dar su opinión respecto a eso, pero sus pensamientos simplemente no se formaban.

Escapar. Esa palabra centelló en su cabeza y se esfumó rápidamente. Peligro. ¿Qué peligro? El suave tamborileo continuaba, tan relajante; y la melodía aguda resanaba mezclándose tan bien con él, tan perfecta. Era todo lo que Tiffany podía oír.

Resistir. Intentar. Por favor. ¿Qué significaban todas esas cosas? No importaba. Ya las había olvidado.

La pantalla cambió su velocidad nuevamente. Apenas era perceptible, pero el patrón era ligeramente más rápido. Aun así, pareció alterarse por completo. Sus ojos se sentían como si estuvieran mirando a través de un tapiz luminoso que la relajaba por completo. La luz en sus ojos y los sonidos pulsantes en sus oídos eran todo. Nada existía excepto la luz y los sonidos y eso era tan maravilloso. Vacío.

—¿Estás relajada y en blanco, Tiffany? —preguntó una voz preveniente de alguna parte.

—Sí.

Una respuesta automática. La verdad. Simple. Tiffany no estaba consciente de haber contestado la pregunta. No estaba consciente de que le hubieran hecho alguna pregunta. Estar consciente, después de todo, requería pensamientos y ella actualmente no tenía ninguno.

—Bien… Okey, antes de que lo olvide, Una vez que el reloj marque las doce no recordaras nada de esta noche desde el momento en que entraste al apartamento de Josh ¿entendido?

—Sí.

Las palabras surgían de su garganta sin esfuerzo, era tan fácil como respirar. Además, eran la verdad. La mente subconsciente de Tiffany sabía con toda seguridad que a la medianoche sus memorias desde que había llegado al apartamento se desvanecerían.

—Bien, bien… —dijo la voz ausente.

Tiffany observaba la pantalla, sus pupilas estaban dilatadas, las imágenes atravesaban su mente. Pestañeaba cuando era necesario, pero por lo demás, solo observaba. Su respiración era regular y profunda y completamente automática. El sonido en sus oídos zumbaba y retumbaba y se desvanecía. No tenía sentido del tiempo, podría haber permanecido así para siempre.

—Ok, muy bien Tiffany… —La voz habló de nuevo. Se estaba dirigiendo ella. Así que la voz penetró en su mente y se convirtió en la única cosa que existía para ella

— ¿Por qué estabas intentado deshacerte de todos hace unos minutos?

—Tenía miedo de que me implantaran sugestiones mientras estaba en trance, así que me aseguré de que no pudieran.

Las palabras emanaron de la boca de Tiffany sin que esta realizara ningún esfuerzo consciente. Le preguntaban y ella respondía. No existía filtro alguno.

—¿De qué clase de sugestiones tenías miedo?

—De caer en trance cuando Erin me lo ordenase. De tener que seguir sus instrucciones y comandos.

—¿Cuál sería el problema con eso? Las sugestiones se desvanecerían en unas horas de todas formas, ¿no?

—Hasta donde sabemos, nunca desaparecen.

Tiffany continuaba observando la pantalla. Los sonidos continuaban emitiéndose hacía sus oídos. Cuando la voz hablaba toda su mente se enfocaba en ella a la vez de modo que parecía como si nada más existiese aparte de la voz.

—¿Acaso me mintieron? ¿Por qué?

La voz sonaba enojada. Pero Tiffany no tenía pensamientos al respecto.

—Para asegurar que participarías en el juego. Para asegurar que estuvieras de acuerdo con ser puesta en trance.

—¿Por qué querían ponerme en trance?

—Para controlarte y hacer que fueras más agradable con todos nosotros.

—¿¡Así que querían joderme la mente porque no les agrado!?

—Sí

—Bueno, ¿qué tal si ahora yo te jodo la mente a ti, Tiffany?

—Podrías hacerlo si quisieras.

De nuevo un simple dato. Era la verdad, después de todo, al menos hasta donde la mente en trance de Tiffany podía determinar.

—¿Y cómo funciona? ¿Cómo te jodo la mente?

—De cualquier forma, que quieras. Puedes añadir o remover memorias, o implantar sugestiones en mi mente que afecten mi comportamiento fuera del trance,

—Bien… Así que si te digo que hagas todo lo que te ordene mientras estás fuera del trance, ¿lo harás?

—Sí.

—¡Bien!. Haz eso. Harás todo lo que te diga fuera del trance. ¿Qué más puedo hacer?

—Cualquier cosa.

—Okey, demonios, esto es tan raro. No se me ocurre nada ahora mismo. ¿Qué cosas planeabas hacerme a mí?

—Implantar un trigger en tu mente de modo que pudiera regresarte al trance en cualquier momento que quisiera.

—¿Cómo funciona eso?

—Elijes una palabra o frase y me dices que cuando te escuche decirla regresaré al estado de trance en el que me encuentro ahora.

—Okey… Cuando diga… uhm… Tiffany en trance, regresaras al estado en el que te encuentras, ¿de acuerdo?

—Sí.

—Bien.

Tiffany continuó sentada sobre la silla perfectamente quieta. El patrón en la pantalla la absorbía de nuevo cada instante de modo que no importó cuando algunas partes de este se oscurecieron al ser tapadas por algo ya que las otras que permanecían iluminadas atraparon su mirada aún más. Sintió tacto sobre su rostro. Una mano, rozando su mejilla. Después el dorso de unos dedos acariciando bajo su barbilla y luego subiendo a su frente. Sintió cada toque vívidamente, las señales nerviosas llegaban a su cerebro con una claridad que nunca antes había sentido. Pero una vez que alcanzaban su mente se desvanecían y su cuerpo no reaccionaba al contacto. Los dedos acariciaron su cabello, su cuello, sus mejillas. Guiaron a sus labios gentilmente para que abriera la boca y su boca permaneció abierta.

Sentía nada, sabía nada y era consciente de nada, excepto los espirales luminosos y el incesante sonido. No le era posible entender o percibir el tiempo en este estado. Cada momento era ahora, no existía pasado o futuro.

Después de experimentar incontables e inconcebibles “ahoras”, sintió que algo sucedía alrededor de su cintura. Sus jeans fueron desabrochados. Después pequeños y delicados dedos se deslizaron bajo los elásticos de sus pantis. Los sintió alrededor de la cálida y húmeda entrada a su sexo, frotándose con fervor en la abertura y después resbalándose sin esfuerzo hacia su interior. Fueron adentro y afuera, afuera y adentro, empujando más profundo cada vez. La respiración de Tiffany permaneció regular y profunda, su mente continuó vacía de pensamientos mientras ella permanecía observando insulsamente la pantalla.

Las sensaciones causadas por el firme empuje de esos pequeños dedos eran las más placenteras que Tiffany había sentido en toda su vida. Era como si toda su capacidad de atención y hasta la última neurona de su cerebro se saciaran de las señales que llegaban de los nervios estimulados; pero aun así tan pronto como estas alcanzaban su mente se desvanecían en la nada. El placer más intenso arrebatado por completo antes de que su cuerpo pudiera reaccionar a él. Permaneció sentada, sin vida, observando la pantalla mientras los audífonos amortiguaban sus pensamientos hacia el olvido antes siquiera de que llegaran a formarse.

En segundos su cuerpo dio una mínima sacudida involuntaria mientras un orgasmo explotaba en su interior, su sexo se contraía alrededor de los dedos mientras el empuje de estos disminuía. Por medio segundo su mente estuvo llena de más dicha y placer del que normalmente podría ser capaz de sentir o procesar. Y después se había ido. Su rostro no hizo mucho más que una leve contracción y ella, aparte de la pequeña sacudida inicial, permaneció quieta como una estatua. Un fluido cálido emanó de ella como si una presa hubiera estallado en su interior y los dedos se deslizaron fuera poco después.

A continuación, los dedos reaparecieron en su boca, el sabor de su propio placer llenó su mente antes de también disolverse en la nada.

—Chúpalos, —dijo la voz y ella así lo hizo. Su boca recibió a los dedos mientras su lengua los masajeó sorbiendo gentilmente cada gota de fluido que encontraba.

Luego los dedos se fueron, aunque ella continuó chupando en el aire.

—Detente.

Tiffany se detuvo, su boca ahora permanecía congelada en la última posición que mantuvo antes de recibir la instrucción. Sintió otra sensación alrededor de su cintura. Los botones de su jean estaban siendo reabrochados.

—¿Cómo te despierto?

—Apaga la pantalla y quítame los audífonos, —respondió su voz automáticamente.

—Okey. Antes de que lo haga, recordarás cada palabra dicha por ti y por mí mientras estuviste en el trance, excepto cuando te ordene chupar, y tampoco recordarás nada del toqueteo, ¿entendido?

—Sí.

—Bien, espera.

Tiffany miraba a la pantalla, las luces danzantes relajaban cada músculo en su cuerpo. No tenía molestias ni preocupaciones. Nada podría perturbarla. Y los zumbidos y pitidos constantes sobre sus oídos reforzaban esta verdad mil veces.

Luego la pantalla se apagó y Tiffany miró la oscuridad. Desde luego no era para nada hipnótica, ya no más. Se sentía confusa ya que los sonidos todavía rezumbaban en sus oídos. Pero era cada vez más y más consciente de lo confusa que se sentía y los pensamientos comenzaron a surgir en su cabeza.

Lucy sabe. ¿Qué sabe? El pensamiento se había ido tan pronto como vino. Intenta escapar. Eso no tenía sentido… Y después se le olvidó. Por más que lo intentará Tiffany no era capaz de mantener un pensamiento con el sonido todavía pulsando sobre su mente. Pero entonces Lucy se acercó y le quitó los audífonos, luego la pequeña castaña le dirigió una mirada de frio disgusto.

Los pensamientos llenaron la mente de Tiffany como el agua que llena un recipiente hasta desbordarlo. El trace en la silla había sido tan pacifico, tan dichosamente vacío, que de repente sentir y pensar tanto era incómodo. Para colmo estaba la increíble excitación que parecía recorrer cada uno de sus nervios. Esta hacía que sus pensamientos se volvieran confusos, como si al retornar a su mente regresaran cubiertos por un manto de excitación roja goteante que oscurecía su claridad.

Para aumentar la angustia de Tiffany, encontró que recordaba todo lo que se habían dicho durante el trance y pronto entendió el porqué de la expresión de desprecio de la castaña.

—Lucy, ¡lo siento! —gritó Tiffany poniéndose de pie—. No pretendía…

—¿¡No pretendías qué, Tiffany!? —Lucy la interrumpió furiosa—. Ahora vas a decirme la verdad. Tienes que hacer todo lo que diga, ¿cierto? —exclamó.

Tiffany asintió sombríamente.

—Yo… yo… —dijo intentando ahogar las palabras en su garganta. No había forma de que dijera lo que estaba a punto de decir… Tenía que resistir. ¡Tenía que! Mientas intentaba contener su lengua sentía como si una serpiente lentamente se enrollara alrededor de su mente, amenazando con estrangularla hasta exprimir las palabras fuera de su cerebro. Se sintió mareada y supo que simplemente no sería capaz de retener la respuesta. Lo supo con tanta claridad como sabía que necesitaba aire y agua para vivir.

A pesar de esta verdad inescapable intento resistir tanto como puedo. En cuestión de segundos, sin embargo, su voluntad estaba exhausta.

—No pretendía que descubrieras lo que tenía planeado, —profirió con la garganta seca. Inmediatamente después bajó la cabeza. Era evidente que no importaba que tan fuerte lo intentara, no podía detenerse a sí misma de admitir la verdad frente a Lucy. No podía resistir. Haría todo lo que Lucy le dijese, se sentía imposible siquiera pensar en no hacerlo.

—Mírame, Tiffany, —dijo Lucy hablando con claridad.

Tiffany levantó la vista del suelo, aunque siendo más alta que Lucy tenía que mirarla ligeramente hacia abajo.

—Dime, ¿qué es lo que me dirías en este preciso momento si nuestras posiciones estuvieran invertidas? —preguntó Lucy, su expresión reflejando una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Oh dios. Tiffany sabía exactamente lo que iba a decir y antes que decirlo prefería gritar, cubrirse la boca y correr lejos, pero en su lugar hablo:

—Te diría que te desnudes y te arrodilles frente de mí.

—Ya veo, —dijo Lucy con frialdad—. Bueno en ese caso haz eso para mí ahora.

—O…okey,

Tiffany se escuchó a sí misma asentir mientras levantaba su top. Este ya estaba abandonado en el piso para cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. ¡No! No había manera de que estuviera a punto de hacer esto. Una nueva oleada de excitación la recorría mientras intentaba en vano detener a sus manos de desabotonar su jean. La situación se sentía increíblemente erótica a la vez que absolutamente humillante y aterradora. No había forma de que lo hiciera, no había forma.

—Lucy, por favor… —gimoteo Tiffany sudando en parte por la excitación y en parte por la ansiedad que le provocaba resistirse a la orden. Sus jeans yacían ahora abandonados junto a su top y sus esbeltas piernas color miel estaban plenamente expuestas.

Lucy observaba su progreso con intensa fascinación e incredulidad reflejada en sus ojos grises azulados.

—Por favor, ¿qué? Tiffany —preguntó calmadamente

—Por favor… por favor no me hagas…

Tiffany sentía que su creciente desesperación le estrangulaba la garganta. Su camiseta ya había sido removida para este punto y sus manos comenzaban a desabrochar su sujetador. Miró frenéticamente alrededor en la habitación. Erin todavía estaba en el dormitorio, pero metida por completo en su papel de gallina, ocasionalmente soltaba un cacareo, pero siempre manteniendo su distancia de los humanos. También estaba Alice, recostada sobre el costado encima de la cama. La rubía observaba todo con los parpados bien abiertos, aunque sus ojos estaban vidriosos y desenfocados. Probablemente no recordaría nada, pero Tiffany ardía de vergüenza al encontrarse tan indefensa frente a ella, tan expuesta.

Sus amplios pechos rebotaron gentilmente frente a sí mientras los liberaba del sujetador. Un estremecimiento la recorrió al arrojarlo sobre el resto de sus ropas descartadas. No había forma de resistirse a Lucy, su piel expuesta y el sentimiento de completa impotencia que la embargaba eran prueba suficiente. Había sido una tonta al pensar que deshaciéndose de todos los demás estaría a salvo. La idea de que Erin de alguna forma llegaría a controlar su mente la había puesto tan paranoica que en sus obsesivos esfuerzos para prevenirlo terminó intercambiando un Ama por otra.

Sus pulgares se deslizaron bajo el elástico de las pantis de encaje de seda que se había puesto con la intención de que una obediente y excitada rubia las descubriera. Volvió a ver de nuevo a Alice y luego a Erin y luego se preguntó si sería rescatada por Trev o Josh irrumpiendo en el cuarto justo a tiempo. Finalmente regresó a ver a Lucy quien observaba el movimiento de sus manos expectante.

Un breve pensamiento invadió su mente. Lucy no le había dado ninguna orden en particular que le impidiera decirle maldición removida a Erin. Si Erin atestiguaba lo queLucy estaba a punto de hacerle de seguro la detendría. Ese último rayo de esperanza se desvaneció cuando cayó en cuenta de que Lucy podría detener a Erin simplemente diciéndole que olvide la situación y ahí acabaría todo. Erin estaría tan indefensa como ella y en tanto que aún no confiaba por completo en la chica tomboy tampoco quería entregársela a Lucy en bandeja de plata.

Se las arregló para no quitarse las pantis por cuatro segundos enteros antes de que sus manos temblorosas las deslizaran hacia abajo por sus delicadas piernas. Para este punto ya estaban empapadas por completo y suplicó en silencio que Lucy no lo notara. Una vez que las tiró lejos, todo lo que le quedaba era arrodillarse. Reunió toda la fuerza de voluntad que su mente todavía podía manejar para resistirse a esta urgencia que se alojaba firmemente en todo su ser. Si se arrodillaba para Lucy básicamente estaría confirmando por encima de toda duda que estaba a la merced de sus palabras. No parecía que le quedaran muchas esperanzas. Su mente estaba inundada por imágenes que vaticinaban como sería su futuro de ahora en adelante. La pequeña, delicada e inocente Lucy podría convertirla en una caliente muñeca sexual descerebrada a su capricho. La mera idea de esa clase de existencia la hizo estremecerse suavemente de deseo.

Sus piernas comenzaron a temblar. Miro una vez más a la puerta. Por favor, pensó, Josh, Trev… Uno de ellos podría detener esto, uno de ellos podría irrumpir y parar a Lucy antes de que la hiciera… la hiciera obedecer. Regresó a mirarla con suplica y desesperación en los ojos.

—Lo siento Lucy. Por favor. Te lo suplico. Hare lo que sea, solo detente. Deja de hacerme hacer estas cosas.

La voz de Tiffany se crispaba de vergüenza y temor.

Lucy tan solo la miró con ojos fríos de despreció.

—Sí, Tiffany, harás lo que sea. Pero primero vas a arrodillarte.

Tiffany se dejó caer sobre sus rodillas y soltó un gemido patético.

—Por favor, por favor, por favor… —gimió con lo que le quedaba de aliento—. Lo siento, por favor, déjame ir. Por favor, Lucy, te lo suplicó.

—Dime Tiffany, ¿qué es lo que tú harías si estuvieses en mi posición y yo estuviese en la tuya? —dijo Lucy con frialdad mirándola hacia abajo sin intentar esconder su desprecio.

Tiffany sintió las palabras acercarse y sollozo al comprender que no podría detenerlas.

—Haría que te metas las pantis en la boca para callar tus quejidos patéticos.

—Bien… —Lucy asintió lentamente—. ¿Sabes lo que voy a pedirte que hagas ahora?

Tiffany asintió con lágrimas corriendo por sus mejillas. Parte de su angustia se debía a lo indefensa, débil y patética que se sentía. Pero otra parte, un tipo completamente diferente de angustia, era por lo inimaginablemente excitada que estaba en ese momento. Incluso mientras se ahogaba en sollozos deseaba que Lucy le ordenara calmarse y complacerla sexualmente. Le costaba demasiado contenerse de llamar a Lucy “Ama” y suplicarle ser usada por ella. Parecía tan apropiado, dado lo impotente y absolutamente obediente que se sentía ahora. Quería abrazar su nuevo rol, someterse a él por completo, pero en algún lugar desesperado de su ser todavía se aferraba, ¡no! se agarraba con locura a la idea de que toda podía, de alguna forma, escapar de este irresistible bondage mental.

—Si lo haces por tu cuenta ahora, sin que yo tenga que pedírtelo, dejaré que te las quites en unos pocos minutos, —sonrió Lucy con suficiencia—. Si me obligas a ordenártelo, permanecerán en tu boca el resto de la noche.

Lucy miraba al piso donde las pantis de Tiffany yacían húmedas y arrugadas, un brillo de malicia destellaba en su mirada fría.

Tiffany ni siquiera se detuvo a considerar su situación. Alcanzó las pantis y rápidamente las colocó en su boca a una velocidad que podría fácilmente ser confundida con impaciente deseo. Solo lo hizo porque sabía que de esta forma sería mejor para ella, pero también se estremeció en excitación al pensar lo fácil que fue manipulada.

—¡Espera! —dijo Lucy con brusquedad.

Tiffany se congeló.

—Antes de que lo hagas, quiero me digas que esto es lo que mereces, pero solo si crees que de verdad esto es lo que mereces, si genuinamente crees que mereces esto como castigo por lo que planeabas hacerme.

Las pantis se balanceaban a centímetros del rostro de Tiffany de modo que el aroma de su húmeda excitación le inundaba el olfato con intensidad. Solo le bastó unos momentos para considerar las palabras de Lucy antes de exclamar:

—Esto es lo que merezco.

Y luego procedió a llenarse la boca con sus pantis. Mientras el sabor de estas se desbordaba sobre su ser dejó salir un gemido ahogado de erótico placer. Sentía que estaba al borde del orgasmo. Lucy podría darle el más ligero roce sobre su piel y eso bastaría para hacerla explorar. Quiso suplicarle que hiciera esto, pero consiguió controlarse por poco.

Desnuda, más excitada de lo que creía posible y arrodillada frente a Lucy, Tiffany dejó salir algunos pequeños gemidos más. Parte de ella quería echarse a llorar, parte de ella quería entregarle su cuerpo a Lucy para que la usara como un juguete de la manera que quisiera. Necesitaba tanto que la follaran, necesitaba tanto correrse que sentía que su mente se derretía. Haría lo que sea, diría lo que sea, sería lo que sea que le permitiera aliviar su deseo. ¿Por qué seguía resistiéndose? Lucy había descubierto sus planes y le estaba dando el castigo justo por ellos. Estaba lista para abrazar su esclavitud y entregarse en cuerpo y mente a su Ama. Ama Lucy. Sí, oh sí, eso sonaba tan bien… ¡tan apropiado!

¡No! ¡Mal! ¡Horrible! ¿Que estaba pensando? ¡Nunca se dejaría controlar por Lucy! Ella no le agradaba, Trev se merecía a alguien mejor y hasta antes de sentarse en la silla Tiffany hubiera estado más que feliz de despedir a Lucy para siempre. Sin embargo, aquí estaba, disfrutando ser obligada a hacer todo lo que ella dijese. Quiso gritar de angustia pues sentía que estaba perdiéndose a sí misma. Un terror paralizante arañaba sus entrañas mezclándose con todo lo demás. La aflicción luchaba por dominar sobre su mente llena de lujuria y su cuerpo incitado. Y honestamente, sentía que cualquiera de los dos bandos podía ganar.

Lucy observaba indiferente pero entretenida el dilema en el que se encontraba.

—No puedo ni imaginar lo bien que debe sentirse… —murmuró más para sí que para su víctima desnuda.

Después miró profundamente a los ojos llorosos de Tiffany, se inclinó y limpió una lagrima que resbalaba por su mejilla.

—Una parte de mí quisiera sentirse culpable, ¿sabes? En alguna parte de mi interior siento que esto está llegando demasiado lejos y que no te mereces tanto… Pero tú me habrías hecho lo mismo y acabas de decir por tu propia voluntad que crees que te lo mereces. Ahora respóndeme. Asiente o niega con la cabeza. ¿Erin y Alice merecen esto también?

Tiffany había encontrado que el persistente sabor de sus propios fluidos podía ser una increíble distracción. Pero rápidamente se concentró y consideró la pregunta.

Erin también merecía esto, definitivamente. Todavía estaba convencida de que Erin sería peor que ella si se las arreglaba para controlar a todos, algo que no parecía muy probable de momento. Alice por otra parte… Bueno en el pasado Alice también había admitido explícitamente que no le agradaba Lucy; pero ya que Alice había pasado más tiempo bajo los efectos del algoritmo que usándolo para controlar a otros, Tiffany realmente no sabía si esta tenía el mismo afán de ella de ejercer su voluntad sobre los demás y usarlos para sus propios deseos egoístas. Aunque… fue idea de Alice hacer que Trev invitara a Lucy esa noche, pero eso no parecía prueba suficiente para condenarla. Y dado que la pregunta era si ambas merecían el castigo en lugar de una de las dos, la respuesta en el sentido más lógico era que no.

No obstante, la imagen de Alice y Erin obedientes, de rodillas y estremeciéndose con salvaje excitación junto a ella, parecía ser la única cosa que Tiffany deseaba. El arrodillarse a sus pies, el servir a la irresistible Lucy junto con sus hermanas esclavas era algo que su mente apenas podía imaginar. Deseaba tanto asentir, pero no podía mentirle a Lucy. A su juicio la respuesta era técnicamente no y en consecuencia negó con la cabeza lentamente sin dejar que sus ojos devotos, aunque temerosos, rompieran el contacto visual con su Ama.

—Hum, muy bien —musitó Lucy—. ¿Sabes? Todavía no me creo del todo que esto sea real. Incluso teniéndote completamente desnuda y con la boca llena de tus pantis de puta todavía no puedo quitarme la sensación de que esto es una broma muy elaborada que todos ustedes me están jugando. ¿No te parece divertido?

Tiffany miró a Lucy desde abajo con ojos suplicantes y gimió a través de su boca amordaza. Se había despojado de su sentido del humor junto con sus ropas y ahora solo le quedaban la excitación, la obediencia y la duda.

—Creo que me gustaría probarlo por mi cuenta… —decidió suspirando Lucy—. Reinicia el programa para mí.

Tiffany obedeció mientras Lucy tomaba una hoja de papel de la impresora de Josh que estaba oculta tras la masiva pantalla. Rápidamente escribió algo sobre el folio, unas pocas líneas en letra cursiva.

—Vas a ajustar el programa para ponerme en trance —dijo Lucy autoritativamente—. Cuando esté completamente en blanco, me harás olvidar lo que escribí en este papel. —Le acercó el folio doblado a Tiffany—. También me dirás que experimente un bienestar dichoso, feliz y eufórico y cada vez que toque mi oreja izquierda. No puedes decirme nada más mientras me encuentre en trance. Una vez que hayas terminado de decir lo que tienes que decir despiértame. Luego me ayudaras a poner a Alice y Erin en la silla, una tras otra.

—¡Nomfp! —intentó protestar Tiffany, pero sus pantis empapadas ocupaban la totalidad de su boca y sofocaron el grito.

Sabía que eso era justo lo que deseaba, pero también sabía que Alice y Erin no deseaban para nada ser esclavizadas por Lucy. Así como en el fondo sabía que ella tampoco lo deseaba. ¡Tenía que luchar! ¡Tenía que intentarlo!

—Shh, Tiffany —la regañó Lucy con gentileza. Se acercó a ella y le colocó con suavidad la mano sobre la mejilla.

Tiffany gimió con fuerza y cerró los ojos mientras un escalofrío cargado de sensualidad vibraba por todo su cuerpo, muy cerca de hacerla correrse ahí mismo. Cuando abrió los ojos, la perfecta cara de porcelana de Lucy estaba enfrente suyo. Su rostro mostraba una sonrisa amable pero su mirada era tan fría y calculadora como siempre.

—Sé lo penoso que es esto para ti, Tiffany. —Lucy hablo con su dulce y melodiosa voz, aunque sus palabras destilaban veneno—. Nunca pretendí que esto terminara así, honestamente todo lo que quería era ver lo que este programa suyo podía hacer. Terminaste de esta forma solamente porque es lo que me hubieras hecho a mí, así que espero que puedas comprender mi punto de vista cuando te digo que tú te buscaste todo esto.

Tiffany asintió mansamente y gimió de angustia. Se lo había buscado, realmente se lo había buscado.

—Pero no te preocupes… —añadió Lucy con una expresión presuntuosa creciendo sobre su rostro. —Una vez que acabemos aquí, vas a olvidar todo respecto a tu… esclarecedora demostración. Vamos a mantener este pequeño desliz nuestro como un secreto. Tan secreto que ni tu misma lo sabrás…

Una sacudida de conmoción golpeó el corazón de Tiffany. Si eso sucedía estaría atrapada de verdad y completamente inconsciente de ser el títere de Lucy. Sí, eso le parecía jodidamente caliente, pero no superaba el hecho de no poder vivir su propia vida nunca más.

—Y finalmente… —dijo escrutando a Tiffany de arriba abajo—. Puedo ver como esto te está afectando… en tu coño; para pesar tuyo estás prácticamente chorreando sobre el piso… Quiero castigarte Tiffany, así que debes saber que nunca vas a tocarme de esa manera, ni a mí ni a ninguna otra persona. Apenas podrás dirigirme a la mirada. Eres tan patéticamente inútil que creo que te tendré haciendo labores y limpiando mi baño de modo que ni tenga que verte.

Tiffany no pudo evitar dejar salir otro gemido sonoro. La idea de ser usada y degradada por su Ama. ¡No! ¡No su Ama! Lucy… usada y degradada por Lucy… Y el tener toda su sumisa excitación negada de cualquier posible alivio… Eso desbordaba su imaginación y deseaba desesperadamente permitirle a su mano deslizarse bajo su torso en dirección a su entrada húmeda y dispuesta … Pero sabía que Lucy no se lo permitiría. Solo podía obedecer, desnuda, indefensa y de rodillas.

—Es extraño Tiffany, —dijo Lucy, arrugando el ceño mientras pensaba—. Siempre vi algo especial en Trevor, desde que fuimos juntos a la primaria. Estamos destinados a estar juntos, siempre lo estuvimos. Cuando se mudó al otro lado del país al cumplir doce yo estaba devastada. Por meses estuve inconsolable y juré que algún día volveríamos a estar juntos. Nos mantuvimos en contacto a través de los años y nos las arreglamos para reunirnos un total de cuatro veces. ¡Cuatro miseras veces en un periodo de seis años! Era atormentante y maravilloso a la vez. Cada vez que nos reuníamos sabía que todavía éramos almas gemelas y que siempre lo seriamos. —La voz de Lucy comenzó a flaquear en este punto, como si intentara contener las lágrimas—. Vine a la preparatoria a esta espantosa ciudad solo para estar con él. —habló con amargura—. Pensé que encajaría bien en su vida y que lo seriamos todo el uno para el otro. Pero te tiene a ti y al resto de tus amigos. No puedo expresar cuanto te desprecio Tiffany. A todos ustedes. Él pasa más tiempo con ustedes que conmigo, le agradan más de lo que le agrado yo. Es tan distinto a como solía ser y piensa que todos ustedes son más importantes para él de lo que soy yo. —Sus ojos se llenaron de lágrimas en este punto y miró a Tiffany sin esconder el crudo odio que irradiaba de sus pupilas como si fueran las puertas al infierno—. Ha sido agotador pretender ser agradable con ustedes. Especialmente con la perra rubia. He visto la forma en que lo mira. Bueno ahora puedo arreglarla, de la misma forma en que voy a arreglarte a ti. Y puedo arreglar a Trevor también…

Tiffany sintió un escalofrió recorrerle el cuerpo. La excitación permanecía aun, pero en cierta forma más apagada y encontró que podía pensar con más claridad. Ahora estaba más segura que nunca de no deseaba estar bajo el control de Lucy, pero ¿qué podía hacer? Ahora sabía que Lucy le haría cosas horribles a ella y a todos sus amigos y se sentía incapaz de detenerla. ¡Pero tenía que hacerlo! Simplemente tenía que…

—Puedes quitarte las pantis de la boca ahora, —ordenó Lucy—. Necesitaras usar palabras mientras estoy en la silla, ¿tienes claro lo que debes hacer?

—Blurgh. Sí. —respondió Tiffany mientras se sacaba sus pantis y repetía todo en su cabeza: “Hacer que Lucy olvide la nota que escribió y hacer que cuando toque su oreja izquierda experimente un bienestar dichoso, feliz y eufórico… Todo lo que ella misma nunca volvería a experimentar. Y no podría decirle nada más. No podía decirle a Lucy que la liberara o que olvidara todo o tan solo que se abofeteara en la cara para que pudiera tener una última victoria antes de que su vida de esclava secreta empezara. No, iba a tener que obedecer, no tenía otra elección. Después tendría que despertar a Lucy y ayudarla a esclavizar a las igualmente indefensas Alice y Erin.

Una tristeza abrumadora se apoderó de Tiffany. Realmente había perdido, ¿no es así? Esto era todo. Si Lucy lograba tomar control de las chicas tan fácilmente no le costaba nada imaginar que conseguiría controlar a los chicos para el final de la noche. La pantalla estaba encendida de nuevo, el patrón pulsante y espiralado lucía sus colorido destellos caleidoscópicos, listo para ser ajustado en la frecuencia que pondría a Lucy en trance. Tiffany por fín sabía cómo se sentía estar atrapada por el programa, ahora que estaba atada a las órdenes y caprichos de la pequeña castaña que acababa de ponerse los audífonos.

Pero todavía había una cosa que Tiffany podía intentar y que quizá terminaría salvándola.

Mientras Lucy se sentaba en la silla y miraba las luces danzantes de la pantalla la mente de Tiffany comenzó a maquinar un último plan…

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¿Cómo reaccionarían ustedes si fueran enfrentados a sus demonios internos como le sucedió a nuestra desafortunda Tiffany? Obligados a responder con la verdad, ¿responderían que se merecen su castigo? ¿crerían de verdad qué se lo han buscado? O acaso saben que muy en el fondo, incluso bajo los efectos hipnoticos de un programa de control mental su psique alterada encontraría la forma de enrevesar los hechos para concluir que realmente son inocentes. Y sea cuál sea su respuesta preguntense, ¿lo disfrutarían? sin importar lo que respondan, ¿se entregarían al placer o la culpa y la verguenza? Nunca tendremos que responder estas preguntas en la vida real, despues de todo el control mental pertenece solo a la ficción; pero está es la genialidad que encierra el relato de Algoritmo, la genialidad de a través de sus personajes transportar el dilema moral que escondemos entre nuestros oscuros fetiches  y confrontarnos a ellos casi como si estuvieran presentes en la realidad. Espero que hayan disfrutado de esta traducción de algoritmo, en la próxima entrega sabremos si el plan de Tiffany consigue salvarla; aunque quizá no sea de Lucy de quien tenga que cuidarse, sino de ella misma. Recuerden que sus comentarios son bienvenidos y que siempre se los transmito al autor original de la historia.