Algoritmo 4 (traducción)
Esta es una traducción del original Algorithm por Carefully Random. Los amigos de Tiffany descubren las hipnóticas capacidades de un algoritmo sensorial audiovisual. No pasará mucho antes de que quieran probar que tan poderoso puede ser, pero necesitarán sujetos de prueba, voluntarios o no...
Disclaimer: Cuento con la autorización del autor original para traducir su obra al español y publicarla en esta página.
_______________________________________________________________
ALGORITMO
Por Carefully Random
Traducido por Hacedor de Historias
Capítulo 4
—Para empezar, siempre que diga: “ duerme Trev, duerme ” regresarásinmediatamente a este estado vacío y sin pensamientos en el cual puedo darte cualquier orden que quiera. ¿Entendido? —Tiffany habló suavemente pero con claridad junto al oído de Trev arreglándoselas para vocalizar correctamente a pesar de sus rápidos jadeos excitados.
Trev, sentado en la silla mirando a la pantalla y con los audífonos puestos, asintió tan levemente que fue casi imperceptible. Sus labios apenas se separaron mientras susurró el más débil—: Sí, mi lady.
Un electrizante estremecimiento de emoción recorrió a Tiffany mientras observaba su reacción. ¡Esto era real! ¡Realmente estaba dándole a Trev profundos comandos hipnóticos que permanecerían en él incluso cuando no estuviera sentado en la silla! Un sentimiento de inmenso poder corría a través de ella y tuvo que esforzarse para mantenerse enfocada y manejar la situación. Especialmente debido a que la instrucción de “mi lady” que Alice había implantado era bastante hilarante mezclada con la obediencia incondicional de su amigo.
—Ok, cuando diga: “ despierta Trev, despierta ”inmediatamente regresarás a tu estado normal, plenamente consciencia y alerta, ¿entendido?
—Sí, mi lady —susurró Trev nuevamente. Su mente obedecía cada indicación sin esfuerzo.
—Bien, ahora manteniéndote en trance, quítate los audífonos, levántate de la silla y obedece mis instrucciones.
—Sí, mi lady. —Trev se levantó y dejó la silla libre para alguien más. Después miró a Tiffany de forma vacía, claramente a la espera de más instrucciones. Erin merodeaba alrededor de él picoteando suavemente su brazo. Tiffany le echó un vistazo a la chica tomboy, en parte asombrada de que todavía actuara convencida de ser una gallina tras tanto tiempo y en parte tratando de decidir si ella o Alice debería ocupar la silla a continuación.
—Ok, Trev, ayúdame a guiar a Alice a la silla —resolvió Tiffany, acercándose a la rubia bailarina. Alice todavía estaba danzando con los ojos cerrados disfrutando del ritmo y los movimientos que entregaba su definido cuerpo atlético. Tiffany casi lamentaba tener que interrumpirla, era tan sexy y seductora de ver ahora mismo… pero pensó que era por un bien mayor.
—Ey, preciosa —dijo tocando a Alice en el brazo, sacándola de su ensoñación bailarina. Ella observó a Tiffany y sonrió seductoramente.
—Ey, amor —ronroneó Alice. Tiffany sintió un calor súbito inundarla y lucho contra sus instintos básicos mientras la rubía le recorría el pelo con sus manos.
—Tengo, algo sexy que mostrarte. Ven conmigo. —Tiffany sonrió y tomó la mano de Alice con la suya propia que sudaba de los nervios. Aun así, su amiga permitió que ella y Trev la guiaran hasta que estuvo sentada en la silla, con los audífonos puestos y mirándolos a ambos alternadamente.
—Son imágenes muy bonitas y un sonido bastante, uhm, funk, pero no son exactamente algo sexy… —dijo con un tono añadido de aburrimiento—. Creo que si eso es todo mejor seguiré bailando, tengo un show que montar después de todo…
—¡No! Solo espera un segundo, ¡te prometo que valdrá la pena! —insistió Tiffany antes de voltear a ver a Trev—. Por supuesto, Alice utiliza frecuencias distintas a las tuyas para entrar en trance. ¡Rápido! ¿recuerdas cuáles fueron las frecuencias que usamos ayer?
—Sí, mi lady — respondió Trev vacío, asintiendo levemente.
—¡Sí! —exclamó Tiffany en deleite—. Ok, configúralo en esas frecuencias ahora. Avísame cuando esté listo.
—Sí, mi lady —replicó Trev monótonamente antes de abrir el panel de control en la computadora e ingresar algunos valores. Mientras lo hacía Alice comenzó a quitarse los audífonos.
—¡No! ¡Todavía no! ¡Todavía no! —Tiffany sujetó las manos de Alice y luchó para mantenerlas en su lugar.
—Mira cariño —dijo Alice molesta mientras luchaba contra el agarre de Tiffany—. Si vas a mantenerme en esta silla es mejor que hagas que mi tiempo valga la pena.
Tiffany miraba frenéticamente a Trev y Alice. Necesitaba ganar algo de tiempo. De pronto se le ocurrió una idea. Se inclinó hacia los exquisitos labios de Alice y susurró: —Con mucho gusto preciosa.
Inmediatamente su lengua se enredó con la de Alice mientras oleadas de placer la recorrían por todo el cuerpo. Sintió esa familiar humedad regresar a su entrepierna mientras las manos de Alice soltaban los auriculares para tomarla por la cintura; ella misma dejó que sus propias manos se deslizaran sobre la cara de Alice para sentir la sedosa textura de su pelo rubio bien acondicionado. Tiffany apenas podía creer que estaba liándose de nuevo con su amiga tan pronto. Era el paraíso. Deseó que estuvieran solas, que pudieran escurrirse bajo las sabanas de alguna cama y turnarse para retirarse la ropa entre sí. Se moría por sentir su cuerpo desnudo ser presionado contra la piel cálida de Alice y sintió un éxtasis intoxicante al pensar en lo que su futuro le deparaba si las cosas iban bien esa mañana.
En algún lugar distante la mente de Tiffany, cuyos pensamientos estaban enfocados en los labios y lengua de Alice y en la potencial obediencia que esta mostraría para todos sus caprichos, escuchó una débil voz decir:
—Ya está listo mi lady.
Le tomó algunos segundos darse cuenta de que era Trev quien había hablado y lo que sus palabras significaban, pero no le importaron. Las manos de Alice se sentían tan bien recorriéndola por todo el cuerpo que podría permanecer allí toda la mañana besándola.
Excepto que no podía. Josh iba a llegar a casa en cualquier minuto. Mierda.
Tiffany se separó de los traviesos labios de Alice y vio como los ojos de su amiga volvían a enfocar la realidad. Justo como la última vez Alice estaba retomando su propia personalidad tras haberse liado con Tiffany. Como esta última bloqueaba su visión de la pantalla la rubia no había sucumbido al hechizo de la computadora todavía, además en el besuqueo los audífonos se habían deslizado de sus orejas y ahora reposaban alrededor de su cuello.
—¿Tiff? Volví al modo stripper de nuevo, ¿no es así? Pero, ¿por qué estoy en la silla?
—Shh… —dijo Tiffany colocando un dedo sobre los labios de Alice—. Todo está bien. Entonces se levantó y volvió a colocar los audífonos sobre las orejas de Alice al tiempo que se apartaba para dejarle vista libre al colorido patrón pulsante de la pantalla.
—Pero… ¡espera! —Fue todo lo que Alice pudo decir antes de que sus pupilas se dilatasen y su mente quedara vacía.
Tiffany observó, apenas conteniendo su júbilo, como Alice miraba fijamente la pantalla sin pronunciar más palabras y respirando largo y profundo.
—¿Estás calmada y en blanco, Alice? —preguntó Tiffany luego de que pasaran algunos momentos.
—Sí —murmuró ella débilmente con un leve asentimiento, similar a la reacción de Trev.
—Buena chica —arrulló Tiffany suavemente junto a su receptivo oido—. Siempre que diga: “ duerme Alice, duerme” , regresarás inmediatamente y sin resistencia a este profundo estado de trance en el que harás cualquier cosa que te diga, ¿entendido?
—Sí, —murmuró Alice una vez más.
Tiffany casi se retorció de la emoción al escuchar su rendición. Lo había hecho. Había puesto a Alice firmemente bajo su control. Su imaginación fue incapaz de contenerse más y se dejó llevar por las posibilidades que ahora existían. Más tarde, cuando tuvieran más tiempo, se sentaría con Alice, solo las dos. La regresaría a su estado actual, completamente vacía de mente, y comenzaría a llenarla con nuevos pensamientos e ideas.
En lugar de ir tras cabrones que no eran buenos para ella, ahora Tiffany sería el objeto de la atención, el afecto y la seducción de Alice. Pronto esta comenzaría a despertar en medio de la noche cargada con sueños eróticos protagonizados por Tiffany. Vería en ella una nueva luz y encontraría cada uno de sus matices perfectamente irresistibles. Flirtearía y coquetearía con su amiga y le haría saber que la deseaba. Le compraría regalos, la invitaría a citas, le haría pasar el mejor tiempo de su vida. Luego llegarían a su casa y se detendrían incómodamente en la puerta. La tensión entre ellas sería tan intensa que resultaría letal. Y después vendría el abrazo. Lentamente al principio y tierno, como la pequeña chispa que se desprende de una llama joven, pero entonces la llama crecería y la ternura sería superada por la excitación en aumento y una supernova de erotismo las consumiría a ambas en interminable e inagotable pasión. Las manos de Alice recorrerían el cuerpo desnudo de Tiffany alcanzando sus piernas y abriéndolas de par en par. Su lengua descendería salpicándola de besos antes de alcanzar los jugos manantes de ella y bebería profundamente de su excitación. Los gritos de placer de Tiffany harían eco por la electrizante noche y al amanecer despertaría con la más divina de los ángeles del paraíso en sus brazos. Suya, para siempre.
Tiffany sacudió rápidamente la cabeza. Acaba de notar cuenta que había estado observando largamente el rostro vacío de Alice por varios minutos. Trev todavía estaba parado ahí, paciente y sin voluntad propia, esperando por más instrucciones. Erin empezaba a construir un nido en la esquina de la habitación arrastrando ropa de lavandería y revistas viejas.
—Mierda —maldijo Tiffany para sí en su cabeza. Ahora no era momento para perderse en sus fantasías. Cada segundo contaba, tenía darle un comando más a Alice y después sería el turno de Erin…
En eso momento escuchó el sonido familiar de la puerta principal abriéndose. Josh estaba en casa.
—¡Mierda, mierda, mierda, mierda! —siseó Tiffany en pánico. No había terminado de hacer todo lo que necesitaba. Todavía tenía poner a Erin en trance y hacerla olvidar lo que había sucedido esa mañana. Tenía que retrasar a Josh, necesitaba pensar en algo rápido.
—¡Hey, muchachos! ¿Están todos metidos en mi habitación? —Escuchó a Josh llamándolos desde la cocina, seguido de un murmullo más amortiguado—: Cielos eso me hace sonar como una prostituta…
—Ehhh, ¡sí! —respondió Tiffany de vuelta—. Ya vamos, ¡oh portador del café! —añadió en el tono más alivianado que pudo conseguir.
—Mierda, de acuerdo, mierda, ¿¡qué carajo hago?! —siseó Tiffany nuevamente—. ¡Trev! —dijo de pronto. Él la miró expectante—. Necesito que actúes despierto y luego, cuando te despierte de verdad no recordarás nada de haber estado en trance o que se te han implantado comandos ni nada, pero recordarás lo que suceda a partir de ahora, es decir mientras actúes como si estuvieras despierto. Mierda, ¿lo expliqué bien? ¿sí me entendiste?
—Sí, mi lady. No recordaré haber estado en trance o haber recibido comandos, pero recordaré lo que ocurra a partir de ahora por el resto del tiempo que actúe despierto. Todo esto una vez me hayas despertado de verdad. —dijo Trev ahora usando su voz normal, sus gestos habían regresado como por arte de magia al típico encogimiento de hombros que le caracterizaba.
—¡Bien! Ve y mantén a Josh distraído, intenta detenerlo si trata de venir aquí y olvida también los últimos 20 segundos una vez que despiertes —ordenó Tiffany limpiándose el sudor de la frente.
—No hay problema, mi lady. —Trev sonrió y caminó tranquilo en dirección a la cocina. Tiffany lo escucho conversar con Josh en tono de broma—: ¡Ey viejo! Te perdiste la orgía que acabamos de tener ahí adentro. Como que ya se terminó, pero gracias por traer café de todas formas.
Mientras los chicos comenzaban a charlar en la cocina Tiffany redirigió su atención hacia Alice, todavía sentada perfectamente inmóvil y vacía de pensamientos en la silla. Exhaló un profundo suspiro. Debía tener por lo menos dos minutos más ahora y con suerte eso sería suficiente.
—Ok, Alice, cuando te diga: “ despierta Alice, despierta ”inmediatamente regresaras a tu estado de plena consciencia y alerta. ¿Entendido?
—Sí. —Los somnolientos labios de Alice dejaron escapar una débil afirmación.
—Bien. —Tiffany suspiró profundamente de nuevo—. Ahora ayúdame a poner a Erin en la silla.
Las dos guiaron a la cacareante Erin con gentiliza hasta que estuvo sentada en la silla, con los ojos bien abiertos, todavía sacudiendo su cabeza como una gallina.
—¿Recuerdas las frecuencias que pusieron a Erin en trance ayer? — le preguntó Tiffany a Alice mientras la obediente rubia sin voluntad le ponía los audífonos a Erin.
—Sí. —Otro murmuro satisfactorio abandonó sus labios.
—Maravilloso. Buena chica. Configúralo y dime cuando acabes —ordenó Tiffany con firmeza.
—Terminé —murmuró poco después Alice diligentemente mientras dejaba de tipear en la computadora.
—¿Las frecuencias para inducir a Erin al trance? ¿Están listas? —preguntó Tiffany, sus manos ligeramente temblorosas.
—Sí —replicó Alice de forma vacía
—¡Estupendo! Bien, ok, de acuerdo —Tiffany temblaba con nerviosa excitación—. ¡Remover hechizo!
Los ojos de Erin inmediatamente volvieron a estar alertas, pero antes de que un pensamiento coherente pudiera formarse su mirada ya estaba siendo atrapada por los coloridos remolinos de la pantalla. Los audífonos emitían relajantes notas rítmicas y repetitivas hacia sus oídos y el efecto fue inmediato. Tiffany pudo ver a Erin intentar levantarse, girar la silla en otra dirección, inclusive tan solo cerrar sus ojos, pero todo lo que sucedió fue que se arrastró apenas en la silla y sus ojos revolotearon un instante antes de quedarse completamente fijos en la pantalla.
—No. Tiff, espera. Por favor… —jadeó Erin como si luchara contra oleadas imposibles de fatiga.
—Relájate Erin. Déjate llevar. —dijo Tiffany apenas conteniendo su alivio. Ver a Erin caer y a Alice ya rendida y lista para obedecer estaba elevando su excitación hasta el límite. Sentía la necesidad de liberarse más que nunca y aun así una parte de ella estaba tan profundamente celosa de las chicas que tenía enfrente. Se habían vuelto descerebradas y libres de todo pensamiento y responsabilidad. Serían moldeadas en sus mejores versiones por las palabras de Tiffany mientras que ella permanecería cargada de dudas, incertidumbres y responsabilidades.
Quizá cuando el algoritmo fuera más sofisticado, más automatizado, ella podría inducir el trance en sí misma y remover sus dudas y miedos y así disfrutar más estando en control. Pero todavía pensaba que estaría mejor siendo la controlada, vacía de mente y obediente, totalmente bajo el dominio y a merced de un magnético e ilustre controlador que cuidaría de ella.
—Bueno, no descartes el poder hasta por lo menos haberlo probado, —pensó Tiffany. Observó la resistencia de Erin menguar mientras su mandíbula se dejaba caer y sus pupilas se dilataban. Tiffany suspiró profundamente. Ella ya tendría su turno en la silla un día… y si controlaba a todos sus amigos, y por tanto el proyecto, sería un día no muy lejano.
—Erin, estás en calma y en blanco, ¿no es así? —preguntó Tiffany inquieta.
Erin permaneció silente por algunos instantes en los que el corazón de Tiffany se detuvo. Tras medio segundo que se sintió como un minuto completo, asintió levemente con la cabeza y susurró: —Sí.
Y entonces Josh entró ruidosamente en la habitación.
—¡Buenos días mis queridas damas! —saludó jovialmente.
Tiffany saltó del susto terminado en pie con una sonrisa falsa que denotaba pánico estampada por toda su cara.
—¡Josh! ¡Hola! —chilló, fallando estrepitosamente en actuar normal. Por lo menos fue capaz de murmurar: “Alice, actúa despierta”, a la rubia que permanecía inexpresiva a su lado antes de que Josh se acercará demasiado.
—¡Oh Dios mío! —dijo Alice repentinamente retomando burbujeante personalidad habitual y sonriéndole radiante a Josh—. Nos trajiste café oh tú, DIOS DE LA CAFEINA.
—¿Están jodiéndole la mente a Erin de nuevo? —preguntó Josh frunciendo el ceño en dirección a Tiffany.
—¡Qué! ¡No…! —replicó Tiffany bruscamente mientras una expresión que delataba haber sido pillada in fraganti se extendía por su cara color caramelo—. Alice, —exclamó—, dile a Josh que solo estábamos removiendo esa grosera frase gatillo que la convierte en gallina.
—Solo le estamos quitando el trigger que la convierte en gallina Josh, eso es todo. —Alice continuaba con su hermosa y convincente sonrisa.
Josh acarició su barbilla y observó alternadamente a la calmada y amigable Alice y a la nerviosa Tiffany de ojos desorbitados.
—Okey… —dijo cansado—. Entonces no les importará si soy yo quien lo hace, ¿verdad?
—¡P-por… supuesto… que no! —Tiffany intentó esconder su balbuceo nervioso, pero sabía que Josh probablemente podía leerla como un libro abierto.
—Bien, porque sin ofender, Tiff, pero realmente no confió en ti ni en Erin estando en una posición donde puedan sugestionar a la otra estando en trace. Después de lo ocurrido ayer creo que es mejor intervenir antes de que las cosas se salgan de control entre ustedes dos.
—Okey… Okey, pero, Alice, ¡dile a Josh que no iba a hacer nada malo! —suplicó Tiffany a la rubia bajo su control—. Y por favor hazlo sonar natural, —pensó. Lo último que necesitaba era que Josh sometiese a Alice al mismo proceso de limpieza que Erin. Eso desharía mucho de su trabajo y ahora que tenía a Alice bajo su control le enfermaba la idea de perderla, o más específicamente la idea de que perderla y que ella recordara lo que Tiffany le había hecho.
—Oh no, claro que no, —remarcó Alice con la más dulce sonrisa—. No permitiría que Tiff hiciera nada malo… Yo tenía mis propias ideas sobre cosas malas para hacer, pero siento que eso es justo luego de haber sido convertida en una stripper por Erin anoche...
—De hecho, tú fuiste la que implantó esa frase gatillo que la convierte en gallina en primer lugar, así que creo que tampoco tienes permitido jugar con su mente —dijo Josh zanjando la discusión.
Tiffany abrió la boca para protestar, pero ninguna palabra salió de sus labios. No tenía argumentos para atacar los puntos que había establecido Josh. Tanto Alice como ella habían usado los triggers de Erin más que nadie y el haberse rehusado la noche anterior a liberarla de su estado de gallina por tanto tiempo significaba que Josh no iba a darle la mínima oportunidad de intentar algo con Erin.
—Okey, ¡bien! —dijo Alice rodando los ojos con descaro—. Arruinas mi diversión, ¿no es así? ¡Tú! ¡Obseso del control! Gracias por el café de todas formas —añadió bromeando mientras tomaba su capuchino de soya del portavasos que Josh sostenía.
Josh le pasó un latte de vainilla a Tiff y dejó la última bebida sobre el escritorio para Erin. Tiffany observaba furiosa la espuma de su café, había estado tan cerca. ¿En verdad no había manera de darle la vuelta a esta situación? ¡Vamos! Josh todavía no había hecho nada con la mente ultra receptiva de Erin. Seguro que había algo en lo que pudiera pensar…
—Listo —dijo Josh—. Terminemos con esto para que podamos llegar a nuestras clases de la mañana, las últimas clases de la mañana por lo menos… —Se inclinó sobre Erin y preguntó—. Erin, ¿estás profundamente sumergida en trance?
—Sí, —respondieron sus somnolientos labios en un susurro.
La mente de Tiffany trabajaba al máximo. Estaba viendo como sus planes para eliminar la interferencia de Erin se desplomaban enfrente suyo. Era como ver algo que aprecias ser consumido en un incendio y no poder hacer nada para rescatarlo.
—Muy bien. —dijo Josh con decisión—. Todas las sugestiones o triggers que te han sido implantadas hasta este momento en cualquiera de tus trances dejaran de tener efecto sobre ti, ¿entendido?
—Sí. —murmuró Erin vacía de pensamientos.
Esto es todo —pensó Tiffany. Aquí terminaba su plan para intentar tomar el control del grupo. Mientras Erin y Josh estuvieran libres de su control no habría manera de hipnotizar a uno sin que el otro lo notara e interviniera. Y al no tenerlos bajo su control ellos podrían remover todo el condicionamiento que había puesto sobre Alice y Trev en cuanto alguno de los dos estuviera de acuerdo con sentarse en la silla.
Tiffany sostenía su vaso de café descartable con tanta fuerza que comenzaba a aplastarlo y su contenido amenazaba con desbordarse. Quería tirarle la bebida caliente a Josh en la cara y después volcar todos sus comandos en la mente vulnerable de Erin mientras aún podía. Quizá podría hacer que Erin, Alice y Trev taclearan a la vez a Josh. Quizá de esta forma podrían forzarlo en la silla y probar las frecuencias hasta encontrar las señales de audio y video que anularían sus intentos de lucha y lo pondrían en trance. Entonces ella lo controlaría también y podría continuar con su plan nuevamente.
Si iba a hacerlo tenía que ser ahora. Erin no estaba despierta todavía y tomaría solo unas pocas palabras hacerla obedecer y atacar a Josh. Entonces Alice y Trev se unirían a la lucha con una simple orden de Tiffany y Josh tendría que enfrentarse a los cuatro juntos.
Pero Tiffany sabía que era un plan estúpido. Dejando de lado el hecho de que no quería que nadie saliera lastimado, Josh era por mucho el más fuerte de todos ellos ya que era el más deportista. Alice probablemente sería la siguiente en mejor forma, pero Tiffany, Erin y Trevor eran casi alérgicos al ejercicio y serían inútiles en una pelea. Josh siendo un excelente basquetbolista, así como un boxeador bastante decente desarmaría su plan en segundos. No había manera de que ella llevara esto a una confrontación física, eso sería increíblemente tonto.
Tiffany apretó los dientes y observó como Josh sacaba a Erin, ahora libre de frases gatillo, fuera del trance. Erin le agradeció de forma exagerada y declaró que nunca más comería pollo de corral. La única interacción que compartió con Tiffany en los diez minutos que le tomó a esta prepararse para salir a clases fue una penetrante mirada calculadora. Una mirada que parecía taladrar en las profundidades de la mente de Tiffany. No pudo evitar sentir que la chica tomboy veía al descubierto sus fantasías y su traición como si las tuviera tatuadas en la cara. Sin mediar palabras Erin fue a tomar una ducha y para cuando salió del baño Tiffany ya había partido a clases. Lo único que hizo antes de irse fue instruir a Alice a olvidar todo lo que sucedió mientras estuvo en trance y luego la despertó a ella y Trev.
—Oye Josh —dijo Erin ociosamente con un tazón de cereales al frente luego de que Trev y Alice se fueron—. Ambos tenemos el día libre hoy, ¿no?
—Sip. Dulce martes, día de procrastinar, ¿verdad? —Sonrió Josh con cariño.
—Tengo algunas ideas para el algoritmo, —dijo Erin con una sonrisa inocente—. ¿Quieres echarle un vistazo conmigo?
Tiffany no pudo concentrarse en sus clases ese día. Su nerviosa mente mantenía una guerra consigo misma; una parte exaltada por los triggers que mantenía en Trev y Alice; la otra, devastada y temerosa porque Erin se le había escurrido de entre las manos y probablemente ya se figuraba lo que intentó hacer. ¿Cómo iba a responder? ¿Sabría cuál era el plan de Tiffany para empezar? Esas eran solo algunas de varias preguntas aterradoras que sostenía uno de los frentes de batalla. En el otro frente preguntas más excitantes y llenas de potencial inundaban su imaginación. ¿Qué podría hacer con Alice y Trev cuando tuviera tiempo de ponerlos en trance y llenarlos de sugestiones? ¿Debería hacer que siempre votaran a su favor respecto a la dirección del proyecto? Eso le daría el control siempre que se discutiese una decisión de forma democrática entre los cinco… O podría dejar de pretender que no había ya planeado como y cuando adoctrinar a Alice para caer rendida de amor ante ella
Alice, Alice, Alice, todos sus pensamientos eventualmente regresaban a Alice. ¿Erin le diría lo que pasaba a Alice? ¿Intentaría advertirla? ¿Trataría de ponerla de vuelta en la silla para liberarla del control de Tiffany?
Tiffany meditó todo el día cada escenario concebible y también muchos inconcebibles. Consideró que era perfectamente posible que ya hubiera estado en un profundo trance, completamente hipnotizada por el algoritmo y simplemente se le había instruido a olvidarlo. Si eso era verdad cada pensamiento, cada decisión que intentaba poner en práctica en esos momentos podían ser simples instrucciones programadas en su mente siendo ejecutadas. Toda su experiencia de libre albedrio podría no ser más que una ilusión que fue inducida a experimentar tras habérsele lavado el cerebro por completo usando el algoritmo. Sus amigos tal vez solo estuvieran esperando que ella tropezase con el desencadenante final que completaría su transformación en una obediente muñeca sexual descerebrada para usarla y abusar de ella sin fin. Estos pensamientos eran tan recurrentes como aquellos que quería poner en práctica con Alice cuando tuvieran la oportunidad de estar solas. Tiffany, entre estas dos realidades potenciales y opuestas, experimentó frustrantes oleadas de excitación no resuelta todo el día.
Josh les envió un mensaje grupal por Facebook alrededor de la hora del almuerzo. Iban a reunirse en su apartamento cerca de las 6pm para trabajar en las variadas piezas del algoritmo. Trev contestó diciendo que llevaría a su novia, Lucy
—Desde luego —pensó Tiffany—. El otro comando que Alice le había dado a Trev también se conservó. Sabía porque Alice había hecho eso. Ella planeaba usar el algoritmo para hacer que Lucy relajase su actitud, al menos tanto como Trev les permitiese. Pero por supuesto, Tiffany ahora controlaba a Trev por lo que estaba un paso más cerca de controlar a Lucy…
Así que obviamente no había forma de que Tiffany no se presentase en el apartamento de Josh en la tarde, incluso si eso significaba encarar a Erin. Sin embargo, realmente quería tener un tiempo a solas con Alice, aunque solo fuera para comprobar que su frase gatillo realmente regresaba a la atractiva rubia al trance.
Fue como si el universo respondiese a su deseo porque justo en ese momento su teléfono le notificó que había recibido un mensaje de Alice. ¡Ella quería que Tiffany fuera a su apartamento a las 5pm! Para hablar del algoritmo aparentemente… ¿Sobre qué? ¿Quizá sobre sus planes para Trev y Lucy? ¿Importaba? Alice estaba entregándose en bandeja de plata. Tiffany no pudo contener su emoción y abandonó su última clase diez minutos antes de que terminase. Corrió hasta su apartamento y se aseó frenéticamente. Se dio una ducha rápida se visitó con ropas más frescas y atrevidas, se dio unos retoques de maquillaje y en poco tiempo estuvo lista para irse. Le escribió una breve nota a su compañera de cuarto, Hannah, diciéndole que regresaría tarde y se apresuró al apartamento de Alice. Solo vivían a un par de calles y el sol apenas comenzaba a ponerse cuando Tiffany atravesó la puerta principal del edificio donde vivía la rubia.
Subió las escaleras zumbando y solo cuando estuvo frente a la puerta del piso de su amiga se dio cuenta cuan increíblemente caliente se había puesto en anticipación a este momento. No le parecía que sería capaz resistirse a poner a Alice en trace e inmediatamente ordenarle que le comiera el coño una y otra vez hasta que tuvieran que partir al apartamento de Josh. Su corazón palpitaba tan rápido como la había hecho cuando le implantó sus triggers a Alice esa mañana y no sabía si se lo estaba imaginando o no, pero le parecía poder oler las pantys que se había puesto hace menos de 20 minutos ya completamente humedecidas en su excitación.
Llamó a la puerta con el puño tembloroso de los nervios. La voz de Alice resonó fuerte y claro a través de la puerta, invitándola a pasar. Abrió la Puerta con una amplia y radiante sonrisa iluminando su rostro.
Cuando ingresó al recibidor de Alice se quedó boquiabierta.
Alice estaba en el piso, arrodillada en dirección a Tiffany y completamente desnuda. Su cabello rubio caía elegantemente junto a su pálida piel lechosa cubriendo sus pequeños pechos firmes. Su rostro miraba a Tiffany con expresión completamente vacía y perdida. Sus manos reposaban sobre sus contorneadas piernas atléticas y su cuerpo se mantenía completa y absolutamente quieto, sin moverse y sin dar muestras de recibimiento a Tiffany en lo más mínimo.
Sentada en una silla situada deliberadamente detrás de Alice estaba Erin. Usaba sus típicos jeans holgados y una camisa a cuadros de talla grande por encima de una camiseta de corte suelto. Su desordenado pelo marrón corto caía desgarbadamente hacia un lado mientras observaba a Tiffany, sus oscuros ojos cafés destellaban calma y confianza. Una sonrisa de suficiencia se asentaba sobre sus lisos labios ya que claramente le parecía divertido el desconcierto absoluto en el que Tiffany se encontraba.
La mente de Tiffany simplemente se fundió. No podía procesar lo que estaba viendo frente a ella. Era como si tratase de hallarle sentido a una novela en la que se saltó una docena de capítulos. Abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, pero solo emergió un breve sonido apagado. El silencio pareció durar eternidades hasta que finalmente Erin lo rompió como un mazo que rompe un delicado jarrón.
—Me alegro de que consiguieras venir, Tiff —dijo con una frialdad que no acostumbraba proyectar—. Es tiempo de que tú y yo tengamos una pequeña charla…
Continuará
______________________________________________________________________________
Los comentarios sobre esta traducción o sobre el desarrollo del relato son bien recibidos y serán transmitidos al autor original, por si desean expresar su apoyo.