Algoritmo 18 (traducción)

Esta es una traducción del original Algorithm por Carefully Random. Yo lo amo; amo como de excitada te pone, amo el lado dominante que ha sacado de ti, amo que me convirtieras en tu esclava y amo como puedes obligarme a hacer cualquier cosa.

Disclaimer: Cuento con la autorización del autor original para traducir su obra al español y publicarla en esta página.

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ALGORITMO

Por Carefully Random

Traducido por Hacedor de Historias

Capítulo 18

Lucy y Trev salieron del cine tomados de la mano. Trev se dedicaba a despotricar acerca de todo lo que acaban de ver mientras que Lucy le seguía la corriente y asentía cuando lo consideraba necesario.

Ella nunca había sido una gran fan de las películas de superhéroes. Si bien había tolerado la obsesión de Trev por esos personajes vestidos de forma ridícula cuando ambos eran niños, odiaba que mantuviese su entusiasmo ahora que ambos habían crecido. Recordaba lo decepcionada que se había sentido de él al comprobar que conservaba su afición cuando se mudaron juntos.

«Pero una buena novia debería mantener la mente abierta a los gustos de su novio» , se recordó a sí misma. No tenía que compartir el gusto de Trev por las películas de superhéroes, solo tenía que comprender por qué las disfrutaba. Él era un hombre, por tanto tenía necesidad de arreglar cosas y ser valiente y rescatar personas, así que por supuesto que admiraba al Capitanlo que sea y al Espider man ese. Lucy describió sus momentos favoritos de la película cuando Trev se lo pidió, los cuáles fueron aquellos escasos momentos del filme en que los personajes estaban fuera de sus disfraces y casi parecían personas reales con problemas de la vida diaria. No obstante, se calló sus opiniones burlonas acerca de las escenas de acción animadas por CGI y omitió algunas agujeros de guion de los que se había percatado; una buena novia no atacaría algo que su novio disfrutaba tanto.

Sabía que estaría actuando de manera completamente diferente si hubieran ido a ver la película el fin de semana anterior. Joder, ni siquiera hubieran ido al cine si todo hubiera pasado el fin de semana anterior porque de seguro Trev estaría saliendo con su preciosísimo grupo de amigos en lugar de con ella.

Pero Lucy había descubierto que desde que empezó la semana no solo podía tolerar a los amigos de Trev, sino que también toleraba un montón de cosas que antes no le agradaban de él. «Una buena novia debería amar a su novio por encima de las cosas que no le gustasen de él» , razonó. También, cada vez le era más y más fácil dejar que esos pensamientos intrusivos invadieran su mente y la despojasen de su resistencia a cambiar.

Sonrió mientras disfrutaba el tacto de la mano de Trev envolviendo la suya. Se sentía bien tomarlo de la mano, y podía estar segura de que por lo menos ese pensamiento siempre había sido suyo.

Trev todavía no había mencionado a James y Lucy comenzaba a pensar que no iba a hacerlo. Tal vez era demasiado doloroso para él hablar de lo que pasó. Se preguntó si quizá ella se había ofrecido voluntariamente a ser hipnotizada por ese programa de computadora como penalización por su infidelidad y por eso Trev ya no insistía más en el tema. Dado que no tenía memoria de lo que pasó solo podía elucubrar sobre ello.

En cualquier caso, todavía no estaba segura de qué haría una buena novia en su situación. ¿Debería confesar lo que pasó o hacer como que nunca sucedió? ¿Traer las cosas a la luz o seguir escondiéndolas bajo la alfombra indefinidamente? Sabía que no había sido una buena novia en ese entonces, su comportamiento había sido inexcusable y cada vez que se acordaba de ello se llenaba de culpa y arrepentimiento. Una buena novia nunca hubiera sido infiel, así de simple. Pero ¿qué haría una buena novia para mejorar una situación donde ya existía engaño?

Por primera vez la respuesta no parecía obvia y por ello había decidido que una buena novia se tomaría el tiempo necesario para considerar toda la situación antes de tomar una decisión apresurada por las emociones.

—¿Tienes frío, bebé? —preguntó él mientras caminaban a la estación del metro más cercana.

Lucy se había ofrecido a cocinarle a Trev su cena favorita, así que ahora se dirigían al supermercado por los ingredientes para preparar lasaña, luego regresarían al apartamento.

—Estoy bien, —contestó con tono agradecido.

Y de pronto se dio cuenta de que, de hecho, lo estaba, estaba agradecida por su novio. Por primera vez estaba intentando, realmente intentando, ser una buena novia y los resultados hasta el momento habían sido excepcionales. Por primera vez Trev había mandado a volar a sus amigos para pasar más tiempo con ella. Estaba más presente y era más atento con ella, y ella amaba esas cosas y lo amaba a él.

Intentar elaborar un plan para recuperar su antigua personalidad en este punto se hubiera sentido como una victoria ‘a lo Pirro’ porque se estaría arriesgando a perder la relación con Trev por la que siempre había soñado. Claro, era demasiado pronto para asegurar que las cosas seguirían bien a largo plazo, pero los resultados hasta ahora habían sido prometedores.

—Te amo, —dijo mirando con adoración a Trev.

—Yo también te amo, —le contestó él.

Trev se inclinó para besarla y ella se fundió en sus brazos mientras deseaba que el momento durara para siempre. Pero luego se dio cuenta que solo quería que el momento durara tanto como Trev quisiera. Una buena novia intentaría satisfacer todas sus necesidades. Una buena novia lo haría todo por él. Una buena novia sería completamente devota a él y se inclinaría ante su voluntad.

—Vamos, —dijo Trev—. Si perdemos este tren tendremos que esperar horas hasta el siguiente.

—Cómo prefieras, bebé, —suspiró Lucy mientras dejaba que él la envolviese con su brazo y continuaban caminando.

En cierta forma pudo notar como su antiguo yo se desvanecía y tuvo la sensación de que pronto no quedaría nada de quién era ella. En su lugar su cuerpo sería habitado únicamente por ese constructo mental de cómo pensaba que una buena novia debía ser.

Esa idea la puso nerviosa, pero solo brevemente, después de todo, una buena novia no se preocuparía por esa clase de cosas. Una buena novia siempre se esforzaría por ser mejor, a cualquier costo.

Mientras se acercaban a la entrada del vagón Lucy se sometió a esa idea sabiendo que era inútil tratar de resistirla. Lentamente, sintió como los cambios la consumían.


¿Esto es una idea estúpida? —murmuró Tiffany a Erin mientras el bus traqueteaba calle abajo—. ¿Estoy siendo estúpida corriendo a la boca del lobo?

—No… —contestó Erin rápidamente, aunque su expresión dudosa la delataba. Cuando vio que Tiffany la observaba impaciente suspiró y titubeó—: ¡No! No es estúpido Tiff, es solo…

Tiffany apretó la mandíbula y le indicó a Erin que continuase con un asentimiento tenso y una mirada expectante.

—Supongo que me preocupa que solo tengamos una oportunidad de confrontarla, —explicó Erin entrecerrando los ojos, claramente incomoda—. Es decir, si las cosas salen mal por cualquier razón, la siguiente vez que lo intentemos quizá ni siquiera nos dejen pasar la puerta y entonces no serviría de nada el algoritmo portátil, suponiendo que esté listo para entonces.

Tiffany exhaló agudamente y recorrió su cabello con las manos, presa del estrés. Miró a otro lado con expresión derrotada, pero Erin la reconfortó de inmediato:

—Pero escucha Tiff, también es verdad lo que dijiste antes. Si Alice realmente está en problemas tan grandes como parece, entonces cada segundo cuenta. Llegar a ella ahora quizá signifique la diferencia entre traerla de vuelta a casa o que se pierda en un mal viaje sin retorno.

—¿Entonces? —Tiffany regresó a ver a Erin con intensidad—. ¿Esto es un error o no?

Erin se encogió de hombros desesperanzada

—No lo sabremos hasta que lo intentemos, pero es lo mejor que podemos intentar ahora, así que ¿por qué no hacerlo?

—Ahg, no puedo creer que dejé que esto sucediera…

Tiffany se desplomó sobre el asiento. Que el bus se moviera tan lento no la estaba ayudando. Debería haberle pedido dinero prestado a Josh para un taxi. Le hubiera ayudado sin problemas incluso si no estuviera programado para obedecer su voluntad.

—No te culpes, Tiff. —Erin colocó una mano sobre su hombro—. Porque no es tu culpa.

—No lo sé, Erin. Creo que en cierta forma sí lo es. Soy olvidadiza —Tiffany levantó un dedo frente su rostro mientras se sentaba recta—. Improviso demasiado y no hago planes a futuro. —Otro dedo más se levantó—. Y… no lo sé, —Tiffany frunció el ceño varios instantes—. ¡Siempre arruino las cosas! —El tercer dedo se levantó.

Erin se rio suavemente.

—Así que estabas caliente y por eso te distrajiste algunas veces…Supongo que a ninguno de nosotros nos excita tanto usar el Algoritmo como a ti…

Tiffany miró incrédula a Erin varios segundos. Esta vez fue la chica tomboy quien le dedicó una mirada impaciente.

—Bien, de acuerdo… —admitió Tiffany volviendo a hundirse en el asiento—. Desde la primera vez que te vi hipnotizada en esa silla, la idea de esclavizarlos a todos me ha estado volviendo loca…

Erin se inclinó sobre Tiffany, sus labios se detuvieron apenas a centímetros de su oído, su voz apenas un murmullo, para que los otros pasajeros no pudieran escucharla.

—Y eso no está mal, Mistress … Yo lo amo; amo como de excitada te pone, amo el lado dominante que ha sacado de ti, amo que me convirtieras en tu esclava y amo como puedes obligarme a hacer cualquier cosa. Es tan tremendamente ardiente. Y cuando estás relajada y solo dejas que tu encanto salga naturalmente, es algo simplemente mágico.

Tiffany cerró sus ojos y tomó aire profundamente. Le pareció que las palabras de Erin eran como pequeñas vigas de apoyo que la levantaban y prevenían que se desplomase en su aflicción. Era agotador, exhaustivo incluso, sentir que debía ser fuerte y estar siempre en control cuando lo que realmente quería ahora era encogerse en los brazos de Erin y llorar hasta quedarse dormida, y al despertar, descubrir que todo había sido un mal sueño.

Excepto que, realmente eso no era lo que quería, ¡para nada! La euforia del control y la excitación de imponer su voluntad a otros eran, literalmente, su mayor fantasía traída a la realidad. El problema era que la realidad continuaba regresando a abofetearla en la cara siempre que intentaba disfrutar de su sueño cumplido. Pero como Erin acaba de decir; en los momentos que se dejaba llevar las cosas eran realmente mágicas.

Así que sí, ¡que se fueran a la mierda sus inseguridades! ¡Que se fueran a la mierda dudar y titubear y sabotearse a sí misma! Iba a vencer sus obstáculos, abrirse camino a su manera y disfrutar de ese sentimiento mágico al final del día en su máxima expresión. Apretó los puños con decisión y luego los soltó sintiéndose revitalizada. Ella tenía el control. Ella era la Mistress y a pesar de los pensamientos intrusivos que tenía de vez en cuando intentando convencerla de lo contrario, ser la dominante era lo que quería en ese momento.

Exhaló lenta y profundamente y sintió como una ola de calma y certeza acallaba el barullo de su corazón.

Cuando emergió de su ensoñación Tiffany vio que Erin estaba observando distraídamente la ventana por encima de ella. Sus miradas pronto se encontraron y la chica tomboy le sonrió desde el corazón. Tiffany nunca había visto a Erin sonreír así. Siempre eran sutiles sonrisas de autosuficiencia o descaradas muecas de dicha, y siempre expresaba su felicidad como si estuviera desempeñando el papel de la chica ruda y cool . A Tiffany ese aspecto andrógino siempre le había parecido inusualmente ardiente, pero ahora Erin, con esa sonrisa sincera le dejaba ver un lado oculto de su belleza. Sus ojos de avellana resplandecían y le provocaban una extraña sensación como de aleteos en su pecho.

—Gracias, —Tiffany alcanzó la mejilla de Erin y la acarició cariñosamente—. En serio, Erin, gracias.

Erin se inclinó sobre ella de nuevo, ahora con una mirada hambrienta y fija sobre sus labios. Cuando los labios de Erin estuvieron a punto de tocar a los de Tiffany, ella cerro sus ojos y susurró,

—Lo que sea por ti, Mistress .

Sus suaves labios se unieron y Tiffany dejó que su mente se derritiera perdida en la pasión y el placer de las caricias de su esclava recorriendo su cuello y su cabello. Las manos de Erin masajearon los hombros y piernas de Tiffany, comunicando un fuerte deseo por recorrer su cuerpo por debajo de sus ropas en lugar de sobre estas. Sus lenguas danzaron y se enredaron la una a la otra hasta que el bus se detuvo de improviso y comenzó a pegar bocinazos contra un auto que le había cortado el paso. Las chicas casi se cayeron de sus asientos. Pero Tiffany y Erin estallaron en risas y pronto se reacomodaron para volver a perderse la una en la otra, ignorando a una mujer mayor que las juzgaba negando con la cabeza y a un grupo de adolescentes que las miraban con los ojos como platos y las bocas abiertas.

Tiffany pasó el resto del viaje con un humor mucho más alivianado y antes de que se diera cuenta ya estaban en la parada a un par de cuadras del domicilio de Dillon.

Mientras bajaba del bus con Erin a sus espaldas sintió como la aprensión volvía a apoderarse de ella como si tan solo hubiera estado esperando a que pisara la acera para reaparecer. No obstante, no era tan intensa como antes, por lo que se las arregló para hacerla a un lado y comenzar a moverse siguiendo el mapa en su teléfono.

Caminaron con rumbo claro a través de las calles abarrotadas de la ciudad. Había un bulevar con algunas tiendas locales y cafeterías ocupando los primeros pisos de los edificios residenciales. Las fachadas parecían algo descuidadas, pero por lo demás la zona parecía segura. Tiffany había esperado un barrio de mala muerte, pero el aspecto agradable del lugar no bastó para calmar sus nervios.

Llegaron a la entrada del edificio de departamentos justo cuando alguien estaba saliendo por lo que pudieron aprovechar la puerta abierta y entrar por su cuenta.

—Tercer piso, —leyó Tiffany desde su teléfono en el mensaje de Marion.

—¡Qué! ¡Nunca me dijiste que tendríamos que subir escaleras! Lo siento, Tiff, estoy fuera de esto, —bromeó Erin.

—No hagas que te obligue a llevarme cargada en tus espaldas toda la subida… —Tiffany sonrió con autosuficiencia cuando los ojos de Erin se abrieron como platos.

—Guau, ¡pero que cruel, Mistress! —Erin se acercó juguetona a Tiffany—. Supongo que tendré que resistirme a tu control, ¡romper las cadenas!

—No puedes, —Tiffany guiñó un ojo mientras atraía a Erin hacia ella—. Soy irresistible.

Si Erin estuvo de acuerdo con esa afirmación, no hubo manera de saberlo, porque que su respuesta fue ahogada por los suaves gemidos de placer que ambas exhalaron cuando sus labios volvieron a juntarse. Tiffany sintió que se recargaba de fuerzas y valentía de las caricias y devoción de su esclava.

Su mente fantaseó con todas las formas con las que jugaría con Erin más tarde. Una involucraba congelarla como una estatua y remover sus ropas prenda a prenda mientras la programaba para sentirse más y más excitada conforme su piel era expuesta. Otra involucraba programarla para sentir como su voluntad se drenaba cada vez que besaba a alguien, a la vez que la volvía adicta a besar. ¡tantas ideas con las que disfrutar! Pero había cosas más importantes que hacer primero…

—Vamos, —Tiffany tomó la mano de Erin y la guio escaleras arriba a paso ligero.

—Así que, ¿cómo vamos a hacer esto? —preguntó Erin cuando alcanzaron el tercer piso—. ¿Entramos con toda la mala leche del mundo y le reclamamos lo estúpido que es huir así? ¿Vamos como novias arrepentidas y preocupadas por ella que le suplican regresar con sus amigos? ¡Oh! ¿Hacemos la rutina de policía buena, policía mala?

Tiffany tomo un momento para ponderar sus opciones

—Uhm… honestamente, solo iba a improvisar

Cuando llegaron a la puerta del departamento Tiffany regresó a ver a Erin, quién estaba haciendo un esfuerzo importante por esconder una mirada inaudita de desaprobación.

—¿Qué? ¿Qué hay de malo con improvisar? —se defendió—. No tenemos idea de que va a pasar, planear en base a suposiciones no tiene sentido.

Erin parecía no poder decidir si Tiffany hablaba en serio o le estaba tomando el pelo. Eventualmente negó con la cabeza y murmuro.

—Okey, claramente no practicas deportes…

—Ey, estoy abierta a sugerencias, —Tiffany encogió los hombros y levantó la mano con intención de golpear la puerta.

Erin inclinó la cabeza a un lado.

—Solo… Muéstrate confiada. Va bien contigo y me hace querer obedecerte en todo. Esperemos que también funcione con Alice.

—Mostrarme confiada. Creo que sé cómo hacer eso… —Tiffany sonrió satisfecha y tocó la puerta.

—Y yo… Yo voy a hacer el papel de ‘mantengo mi distancia, pero también estoy preocupada’, —Erin se rasco la barbilla en un gesto pensativo y añadió—: Con un toque de ‘la amiga desesperada’.

Tiffany abrió la boca para replicar, pero se detuvo abruptamente cuando escuchó girar la manilla. Tomó un paso atrás y trató de verse confiada mientras la puerta se abría.

Dillon se veía bastante igual a cómo Tiffany lo recordaba. Los rasgos más destacables eran: su cabello negro, corto y revuelto, algo de barba descuidada y esos ojos azules decorados con piercings que lo caracterizaban. Su postura era alta y su cuerpo tenía buena contextura y lo cubrían un par de jeans de diseñador y una camiseta negra. Tenía varias perforaciones en ambas orejas y algunos tatuajes asomaban desde su cuello y brazos.

En cuanto vio a Tiff, Dillon cruzó los brazos y entrecerró los ojos, una sonrisa a medias se insinuó entre sus labios.

—Tiff, y… déjenme adivinar, ¿Erin? —Dillón soltó una especie de bufido burlón mientras recorría con la mirada a la chica tomboy.

—Hola, Dillon, —saludó Tiffany en el tono más neutral que pudo conseguir—. Estamos aquí para ver a-

—A Alice, lo sé, —interrumpió Dillon—. Esperen ahí.

Les cerró la puerta en sus caras dejando a Tiffany presa de la irritación.

—Bueno, creo que en cierta forma es ardiente, —comentó Erin—. También parece que tiene buen gusto en tatuajes.

Tiffany rodo los ojos de forma muy exagerada.

—Intenta no hacerle el amor hasta que recuperemos a Alice.

Erin se encogió de hombros con una risita a medias

—Yo realmente no hago el amor, Tiff, lo mío es más del tipo ‘sexo desenfrenado sin ataduras’

Tiffany se sorprendió a sí misma sonriendo

—Bueno, eres excelente con el sexo.

Erin sonrió ampliamente, pero antes de que pudiera soltar otra respuesta ingeniosa Dillon volvió a abrir la puerta y con un gesto burdo les indicó que pasaran.

Tiffany entró con precaución, mirando todo a su alrededor e intentando memorizarlo. Lo primero que su cerebro registró fue el olor, el lugar apestaba como una tabaquería. Por lo demás se veía como cualquier otro apartamento, con los muebles algo raídos, paredes blanco humo y una alfombra descolorida. Tenía pinta de que el sitio nunca se había limpiado a fondo, pero tampoco era un desastre completo.

Llegaron a una sala de estar donde otro tipo estaba sentado en un sofá viejo, completamente abstraído en el videojuego que proyectaba la gigantesca pantalla de enfrente. Era un chico escuálido, su largo cabello cobrizo estaba atado en una cola de caballo grasienta y una pequeña perilla de chivo crecía desde su barbilla. Su rostro mostraba una expresión agresiva detrás de las gafas que llevaba. Ni siquiera pareció notar cuando Dillon, Tiffany y Erin entraron.

—Tomen asiento, —indicó Dillon—. Por favor ignoren a Ross, está viciado al Fortnite, —se giró hacia el gamer y le ladró—: ¡Ross! ¡Haz algo de espacio!

—¡Chupamela! —murmuró Ross mientras se arrastraba hasta un extremo del sofá.

Tiffany se sentó en el sofá tan lejos como pudo de Ross, mientras que Erin, a su lado, ocupó una silla color paja con reposabrazos.

Dillon desapareció por un pasillo y regresó algunos instantes después con una silla de cocina plegable en una mano y una lata de cerveza en la otra. Desplegó la silla frente a ellas con el espaldar para delante y después le ofreció la lata a Tiffany

—¿Una cerveza? —preguntó, casi estampándole la lata en la cara.

Tiffany declinó cortésmente y Dillon le repitió la oferta a Erin.

—Claro. —contestó ella, tomando el envase y abriéndolo—. ¿Por qué no?

Tiffany le frunció el ceño a Erin. No debería estar bebiendo, ¡no ahora! ¡Tenían que estar alertas! Pero no quería comenzar a recriminarle a Erin en frente de Dillon, así que trato de dejarlo pasar.

—Cool, —dijo Dillon mientras volvía a la cocina para servirse una cerveza propia. Cuando regresó abrió la lata, tomo asiento en la silla de cocina y observó a Tiffany y Erin con curiosidad y desconfianza.

Así que… Alice realmente no quiere verte. Vino aquí para alejarse de ti —comenzó a explicar Dillon sin emoción en la voz—. El hecho de que la rastrearan hasta aquí y vinieran a acosarla como un par de stalkers… francamente es un poco perturbador.

Las palabras golpearon a Tiffany como una tonelada de ladrillos. De inmediato se sintió tensa por completo y descubrió que le fallaban las palabras. ¿ Stalkers? ¿Perturbador? Se sentía furiosa y ultrajada, pero también culpable y avergonzada. ¿Así era como Alice la veía? ¿Esa era la impresión que le daban a Dillon? El nudo en su garganta pareció aumentar a pesar de las ganas que tenía de defenderse, de explicar que habían venido a recatar a Alice de él.

Tiffany se sintió aliviada cuando Erin intervino:

—Mira, somos amigas de Alice, —dijo con tono encendido—, mientras que tú eres alguien con quien se estuvo acostando por ¿cuánto? ¿una o dos semanas? Vinimos para ayudarla así que si ella está aquí queremos hablarle.

Dillon sonrió con suficiencia, claramente entretenido por la furia de Erin, luego bebió un largo sorbo de su lata antes de clavarle la mirada directamente a la chica tomboy .

—Para empezar, fueron un par de meses, no semanas, —corrigió—. Y no solo nos acostamos, yo quería ir en serio con ella, pero ella dijo que no. No es que nada de eso importe ahora, pero si vas a tratar de difamarme por lo menos asegúrate de que tu información es correcta.

Erin solo se le quedó mirando como respuesta. Tiffany apretó los puños por detrás de su espalda.

—En segundo lugar, —continuó Dillon—, ustedes literalmente son las personas de las que ella quería alejarse. Así que no entiendo cómo piensan que la están ayudando, viniendo hasta aquí.

Dillon se encogió de hombros y tomó otro sorbo de cerveza.

—Pero podemos ayudarla, —murmuró Tiffany, de pronto no tan convencida de lo que decía—.

No tenían que hacerle nada a Alice mientras estuviera en trance, solo que ayudarla. No debía instalar más compulsiones. Solo tenía que restaurar su personalidad a como era antes y asegurarle que todo saldría bien. Alice trataba de escapar de su control, Tiffany sentía que podía respetar su deseo, o por lo menos entenderlo.

—Podemos ayudarla, —repitió ahora con más confianza.

—¿Ayudarla cómo? ¿Es que acaso solo está estresada por todo el trabajo de la universidad y ustedes la ayudaran a relajarse? ¿Es eso? —dijo Dillon en tono sarcástico—. O es más bien que ustedes dos la han estado acosando… ¿cómo? ¿Sexualmente? ¿Con sesiones de striptease que solo terminan cuando se lía con una de ustedes dos? Ayúdenme a entender eso porque Alice estaba un poco histérica cuando vino ayer a contarme todo lo que le han hecho.

Los ojos de Dillon se estrecharon, escrutando las reacciones de Tiffany y Erin.

La mente de Tiffany quería divagar con suposiciones sobre cuánto había

compartido Alice, pero se esforzó por sostener la mirada de Dillón. Sus penetrantes ojos estaban llenos de curiosidad, pero también notó emoción y sobre todo expectación.

Se percató de que Erin se removía incomoda en su asiento. El instinto de Tiffany le decía que Dillon sabia más de lo que estaba dejando ver y seguramente las estuviera probando para confirmar sus sospechas, así que tomó aire y lanzó un tiro a ciegas.

—Mira, sé que Alice te contó sobre el programa que hicimos. Lo llamamos el Algoritmo. Así que por favor déjate de mierdas y dinos si podemos verla o no.

A Dillon pareció costarle sostener su sonrisa de suficiencia mientras revisa a Tiffany de arriba abajo.

—Pero que lista eres, Tiff, —terminó diciendo—. Ella me contó algo de eso, claro, pero no creo haber entendido por completo de que estaba hablando…

Tiffany no dijo nada y continó atenta a sus expresiones. Había detectado un montón de nervios y tensión en Dillon, así que razonó que o bien estaba diciendo la verdad o una versión muy cercana de esta.

—Y bueno… —continuó Dillón—, ella de hecho está dispuesta a hablar con ustedes, pero tiene algunas condiciones, Si las aceptan ella saldrá, si se rehúsan pueden irse y eso es todo, ni hablan con ella ni la ven.

Tiffany tomó una pausa para pensar, mirando de reojo a Erin. Su esclava le devolvió un asentimiento de cabeza que le dio toda la confianza que necesitaba

—Muy bien, ¿qué condiciones?

—De acuerdo…

Dillon se enderezó sobre su asiento y por primera vez Tiffany fue consciente de lo grande y fuerte que era él en comparación con ella. Intentó no dejar que este descubrimiento se transmitiera en su rostro como nerviosismo mientras escuchaba las condiciones.

—Primero, solo hablaran con ella cuándo les dirija la palabra explícitamente. No pueden decirle ni siquiera ‘hola’ hasta que ella hable. ¿Entendido?

—Okey… —Tiffany asintió lentamente.

—De acuerdo, —secundó Erin.

—Segundo, no le pueden pedirle que haga nada o decir cualquier cosa que pueda ser tomada como una orden o una sugerencia, cosas como ‘ven a casa, Alice’ o ‘trata de verlo desde nuestra perspectiva, Alice’ o similares. ¿Entendido?

Tiffany se detuvo a pensar por un momento. Así que Alice estaba consciente de cuán fácil podían influir sobre ella. Esto hacía las cosas más complicadas, pero no imposibles.

—Bien, —contestó con Erin asintiendo tras ella.

—Y finalmente, no pueden decir ‘ duerme, Alice, duerme’ o cualquier otra frase que suene fuera de lugar. Si lo hacen o si notó que Alice de repente comienza a actuar diferente por ninguna razón voy a terminar su conversación, y debo añadir que Alice no especificó como terminarla, —Tiffany sintió un escalofrió recorrer su cuerpo—. ¿De acuerdo?

Tiffany no creía tener elección. Si esta era la única forma de ver a Alice entonces que así fuera.

—Muy bien, de acuerdo.

—Lo que digas, solo déjanos verla, —gruñó Erin.

—Bien, —dijo Dillon, con un tono plano y carente de emociones—. Ustedes parecen ser chicas listas, estoy seguro de que ambas se comportarán y no me obligaran a hacer nada de lo que me arrepienta, —terminó dejando esa nada sutil amenaza en el aire.

Dillon regresó algunos momentos más tarde empujando una silla de escritorio y colocándola detrás de la silla de cocina en la que él mismo se había sentado antes. Volvió a tomar asiento en esta última y Alice entró lentamente a la habitación.

Ella levantó una ceja mientras se acercaba cuidadosamente a la silla de escritorio para ocuparla. Tiffany y Erin se la observaron examinándola de arriba abajo. Sus parpados tenían ojeras fuertemente marcadas y su piel parecía tener un tono más pálido de lo usual. Su cabello dorado normalmente suelto y voluminoso gracias a su rutina de cuidado diario ahora se veía caído y maltratado. Sus ropas estaban arrugadas por completo y se movía con nerviosismo e incertidumbre.

Mientras tomaba asiento en la silla de escritorio Alice miró a Tiffany y luego a Erin con ansiedad como si se tratara de un pequeño conejo asustado encarando la escopeta de su cazador.

Un pesado y sordo silencio se precipitó sobre todos. El único sonido en la habitación venía de Ross golpeando furiosamente los botones de su mando mientras no prestaba atención a absolutamente nadie, los audífonos que llevaba garantizaban que el mundo no lo molestara.

Tiffany y Erin permanecieron con la mirada fija en Alice, respetando sus deseos de ser la primera en hablar, aunque les costaba bastante hacerlo. Dillon mientras tanto intercambiaba su mirada entre cada una de las tres chicas, observándolas detenidamente con gran interés.

Finalmente, Alice habló, su voz por lo menos era tan clara y melodiosa como siempre, aunque denotaba tal ansiedad que parecía que el sentimiento se había enraizado en lo profundo de sus cuerdas vocales.

—No estaba segura si iban a venir. Una parte de mí esperaba que lo hicieran, pero la otra tenía la esperanza de que no.

—Por supuesto que vinimos. —Tiffany suspiró profundamente—. Lamento que no lo hiciéramos antes. Estoy arrepentida por un montón de cosas.

—Estoy segura de que lo estas, Tiff, y tú también, Erin. —Alice asintió significativamente a cada una de las dos—. Pero honestamente, ahora mismo solo puedo manejar hablar con una de ustedes a la vez. La otra necesita estar en trance para que pueda asegurarme de que no va a saltar a decirme algún comando oculto.

Tiffany sintió una oleada de preocupación golpearla tan pronto como escuchó estas palabras. ¿Una de las dos tenía que entrar en trance? Eso no parecía seguro en lo absoluto.

—¿Y bien…? —dijo Alice impaciente, su voz dura y llena de nerviosismo—. ¿Quién es la que está en control de la otra? Se que pusiste a Erin a hacerte cosas la otra noche, Tiff, pero todos, incluida tú, perdieron algunos recuerdos de lo que pasó, así que ya no estoy segura. Pero hablo en serio, una de las dos tiene que poner a la otra en trance, eso o me voy.

Tiffany intercambió una mirada nerviosa con Erin, pero cuando sus ojos se encontraron con los de su esclava vio como esta le daba un ligerísimo asentimiento. ‘Haz lo que pienses que es mejor, yo estaré bien’ es lo que parecía querer decirle con ese gesto.

Tiffany regresó a ver a Alice, confrontando la mirada consternada de esta última. Alice tenía los labios apretados y su postura era tan rígida sobre la silla que parecía estar a medio camino de levantarse y salir volando de allí. «Solo está asustada» se recordó Tiffany, «yo le hice esto y debo ayudarla, tengo que probarle que puede confiar en mí».

—Okey, —dijo lentamente—. Voy a poner a Erin en trance ahora. —Esperó a que Alice tomará aliento y asintiera rápidamente antes de continuar—. Duerme, Erin, duerme.

Erin exhaló un profundo suspiro mientras su cuerpo entero se relajaba. Sus pupilas se dilataron y su mirada alerta se disolvió en la distancia mientras su expresión decaía a un molde en blanco sin emociones. Tiffany rápidamente sujetó la cerveza que sostenía Erin antes de que resbalara de su agarre y la colocó a salvo en el piso.

Tiffany esperó pacientemente mientras Alice, sentada en silencio, se quedaba mirando a Erin por largo rato. Noto que Dillon también examinaba a Erin con interés, aunque parecía estar haciendo un esfuerzo por quedarse callado. Tiffany sintió como se le ponía la piel de gallina al imaginar en qué clase de cosas estaría pensando. Sus ojos parecían poseídos por el deseo y la codicia y estaban aprendiendo algo nuevo con cada instante de observación.

—¿Ella realmente está en trance? —preguntó Alice, aun con los ojos fijos en Erin.

—Sí, —respondió Tiffany en un tono neutral—. Igual que cuando tú estabas en la silla e igual que cuando estuve yo.

—Es cierto, tú estuviste… —Alice suspiró de forma pesada—. Tiff, sé que no recuerdas esa noche, pero fue realmente intensa y siento que estoy enloqueciendo.

Tiffany se removió en su asiento. Supuso que Alice debía pensar que aún tenía lagunas de memoria de la noche en que estuvieron todos juntos donde Josh… Intento pensar si había alguna manera de usar ese conocimiento a su favor, pero no se le ocurrió ninguna idea. De todas formas, no tenía intención de sacar a Alice de su error así que asintió sombríamente y dijo:

—Sí, desearía poder acordarme. Fue demasiado loco que todos tuviéramos amnesia de repente.

—Pero yo no la tuve, —Alice se inclinó hacia adelante, su voz llena de urgencia—. Todavía tengo algunos huecos en mi memoria y esa noche estuve en ese estado de falsa borrachera y colocada por bastante rato, pero… Dios, Tiff, todo lo que recuerdo me da nauseas. Yo… yo desearía poder decir que me siento segura contigo, Tiff, pero honestamente, no es así.

Tiffany echo su mirada al piso. ¡Vamos, tenía que encaminar mejor esta conversación!  Al regresar a mirar a Alice con una expresión suplicante pregunto:

—¿Por qué?

—Mira a Erin, Tiff… —Alice negó con la cabeza irritada y exasperada—. La tenías exactamente así, en trance, la otra noche haciendo… haciéndote cosas a ti, ordenándole que lo hiciera… Y claramente no has dejado de hacerlo. Claramente te gusta lavarle el cerebro y convertirla en tu… tu… ¡tu maldito juguete o algo así!

—Pero, —comenzó a protestar Tiffany, sin embargo, Alice no se dejó interrumpir.

—…y mis rodillas tenían raspones cuando salimos las tres de mi apartamento esa noche. No me puse a considerarlo en el momento, pero cuando miro atrás, ¡me doy cuenta de que debiste haberme hecho lo mismo a mí! ¡No puedo soportar eso Tiff! ¡no puedo!

—¡Espera! —Suplicó Tiffany a la defensiva, inclinándose hacia Alice. Notó que Dillon se puso en guardia debido a este gesto, así que corrigió su postura y levantó una mano hacia él en señal de que iba a comportarse. Cuando volvió a hablar todavía conservaba la ansiedad en su voz—. ¡Esa fue Erin! ¡Ella te puso en trance y de rodillas, cierto, pero no pasó nada más!

—¿En verdad esperas que me crea eso? —Alice lanzó los brazos al aire—. ¿Siquiera importa si fuiste tú o ella? —Señaló a Erin, todavía relajada y en trance, echada sobre la silla—. Mis recuerdos eran borrosos hasta que salimos de mi apartamento y luego de pronto en el bus empiezan a llegarme estos pensamientos sobre tú y yo y ella haciendo… ¡haciéndonos cosas entre las tres! Se sentían como mis propios pensamientos, ¡pero sabía que no lo eran! Y no se van… tampoco puedo hacer que paren. Puedo enterrarlos algún tiempo entre bebidas y drogas, pero siempre regresan. ¿Tienes alguna idea de lo que se siente tener pensamientos en tu cabeza que sabes que no son tuyos? ¡Sientes una terrible impotencia, porque no eres capaz de detenerlos! Te sientes tan débil e indefensa sin importar cuanto luches… Es desgastante, Tiff, y ya estoy exhausta.

Alice se echó para delante y enterró la cabeza entre sus manos. Dejo salir un gemido solitario y volvió a enderezarse en la silla, forzándose a mantener algo de compostura.

El corazón de Tifany pesaba como el plomó y lentamente se estaba hundiendo por su estómago, hacia el fondo de su existencia. La forma en que Alice se había expresado dejaba claro que lo que Erin planeó como una sugestión traviesa e inofensiva había calado de forma totalmente diferente en la mente de Alice. ¿Cómo podía solucionar esto? ¿Cómo podía siquiera empezar a mejorarlo? Intentó pensar en algo que decir. Algo sabio e inspirador, algo que le haría ganarse a Alice y recuperar su confianza.

Pero las palabras que buscaba simplemente no existían. Si fuera capaz de poner a Alice en trance en ese momento quizá pudiera implantar palabras así y hacerle creer a Alice que podía confiar en ella, pero en una conversación normal con palabras normales Tiffany no tenía nada que decir. Sin los efectos del algoritmo dotando su voz de firme autoridad se sentía impotente, débil y patética.

Sintió lágrimas en sus ojos.

—Sé cómo se siente, —murmuró entre gemidos.

Alice la miró con curiosidad y sospecha, pero no dijo nada.

Tiffany tomó su silencio como una invitación para seguir hablando.

—La noche de ayer, Erin me puso en trance. Cuando desperté estaba atada a mi propia cama, vendada y amordazada. Sentía que debía estar aterrada, pero… era como si mi miedo estuviera siendo empujado a un lado y en vez de aterrarme lo disfruté. Pero todo el tiempo era consciente de que no lo estaría disfrutando su mi mente no hubiera sido programada para eso, y todavía se siente extraño y me pone incomoda volver a pensar en eso. Porque si se puede hacer eso con mi cabeza, ¿que no se podría hacer? Podría ser programada para ser cualquier persona, pensar lo que sea, y podría hacerse de manera que ni siquiera sea consciente y eso me aterra muchísimo.

Tiffany suspiró y dejó las palabras colgando en el aire. No quería mencionar que a la vez que le aterraba la idea también le excitaba más allá de su propia comprensión, no parecía apropiado. Pero eso le hizo pensar en otra cosa que podría decir.

Miro a Alice a los ojos y con voz temblorosa añadió:

—Y yo supongo… Bueno, Erin y yo disfrutamos de la idea de ser controladas, de que se implanten pensamientos y sugestiones en nuestras cabezas. No nos detuvimos a pensar que quizá tu no lo disfrutarías. Y yo realmente, realmente , lamento eso.

—Gracias, —contestó Alice con cautela—. Aprecio que digas eso.

Tiffany ofreció una débil sonrisa esperanzada, pero la expresión de Alice permanecía llena de dolor y tristeza.

—Lucy implantó palabras e ideas en tu cabeza, ¿sabes? —comentó Alice, inclinando su cabeza ligeramente—. Sucedió la noche que pasamos en casa de Josh, sé que no lo puedes recordar, pero no pareció que tú lo disfrutaras y de hecho te las arreglaste para escapar de su control.

«¡Apenas!» pensó Tiffany, rememorar ese episodio estaba despertando sentimientos de inquietud.

—Me alegra haberlo hecho, —dijo quedamente—. No quiero ser controlada por Lucy… Quiero decir, cuando dije que disfrutaba la idea de que implantaran pensamientos en mi cabeza me refería a que fueran implantados por alguien que me agrade y en quien confíe… —En este punto Tiffany sintió como la voz se le hacía un nudo en la garganta, pero hizo un esfuerzo y añadió en voz algo ronca—:  Alguien como tú.

—No tengo ningún interés en hacer lo que tú haces, Tiff, —dijo Alice con aspereza—. Luego señalo a Erin una vez más—. No quiero estar en tu situación como tampoco quiero estar en la de ella. Honestamente quisiera poder decir que ojalá nunca hubiéramos hecho el maldito Algoritmo, pero en realidad deseo más que nada seguir trabajando en él, quiero que lo acabemos y que descubramos todo lo que puede hacer. Pero sé que ese es otro pensamiento que no es mío.

» No puedo confiar en mis propios pensamientos, Tiff, y definitivamente no puedo confiar en ti… No solo contigo dentro de mi cabeza sino incluso contigo cerca de mí… No sé qué palabras podrías decir para que de pronto deje de ser yo. Esa, por cierto, es la razón por la que apagué mi teléfono y me desconecté por completo. Necesito aclarar mi cabeza y mis pensamientos y de lo único que estoy segura es de que no puedo confiar en ti para que me ayudes. Por eso es que deben irse.

Alice terminó esta última oración con un tono de finiquitó tan fuerte que incluso ella pareció sorprendida. Parecía a punto de echarse a llorar una vez más, pero apretó los labios y cerró los puños con fuerza y repitió:

—Tienen que irse.

—¡Alice, por favor! —suplicó Tiffany, pero en ese momento Dillon aclaró sonoramente su garganta y la miró con intensidad—. ¡Cierto! ¡Perdón! —se disculpó Tiffany irritada antes de seguir—. Alice, ¿hay algo que pueda hacer para que me dejes ayudarte? ¿¡Algo que pueda hacer para que confíes en mí!? Tiene que haber algo, ¿verdad? ¡Haré cualquier cosa! ¡Absolutamente cualquier cosa!

El corazón de Tiffany latía a un millón de kilómetros por hora y podía sentir como la adrenalina recorría su cuerpo en estampida.

—Hay una cosa, supongo.

—Lo que sea, —Tiffany se había inclinado para adelante, agarrándose a cada palabra que salía de la boca de Alice.

—Dijiste que Erin te puso en trance esta noche, ¿verdad? —preguntó Alice.

Tiffany sintió como el mundo se congelaba y se encogía a su alrededor, sabía cuáles serían las siguientes palabras de Alice antes de que las dijera.

—Has que te ponga en trance ahora. Las dos entran en trance para mí. Eso o se van.

A pesar de saber que vendrían, las palabras todavía golpearon a Tiffany como una tonelada de ladrillos cuando llegaron a sus oídos. Se sintió paralizada en el lugar, cada musculo de su cuerpo temblaba de pánico…

Su mente comenzó a trabajar frené-

—¡Y tampoco puedes quedarte pensando cómo salirte con la tuya! —la interrumpió Alice al percatarse de lo que hacía—. Te pones en trance ahora mismo o se van, Tiff. Tendrás que confiar en mí porque estoy segura hasta la mierda que esta es la única manera en la que yo puedo confiar en ti.

Tiffany era incapaz de procesar la tremenda sobrecarga de información que experimentaba. Había demasiado por considerar, demasiado para tener en cuenta. Pero no podía hacerlo, tenía que decidir ahí mismo.

Y entonces, como una centella, una respuesta impulsiva escapó de sus labios…

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Luego de un par de meses de inactividad retomo las traducciones de Algoritmo. Si has llegado hasta aquí te agradezco la paciencia. Traducir Algoritmo es una meta personal que me he propuesto cumplir por lo que puedes tener la seguirdad de que continuarán habiendo entregas, aunque se distancien en el tiempo, las publicaciones seguiran hasta que lleguen al último capítulo.

Si no puedes esperar a la siguiente entrega traducida de Algoritmo puedes visitar la historia original en inglés en el sito de mcstories y que desde allí pueden apoyar a Carefully Random, el autor original y visitar su página o su servidor de Discord. También recuerden que siempre le transmito al autor origina sus comentarios de apoyo a la historia y que también aprecio sus comentarios o críticas sobre mi traducción, me ayudan a mejorar.