Algoritmo 16 (traducción)

Esta es una traducción del original Algorithm por Carefully Random. —¿Qué hay de ti, bebé? ¿No vas a comer algo? —Estoy bien, —contestó Lucy, mirándolo con ojos hambrientos—. Comeré después. Ahora mismo, yo soy tú postre… —Se inclinó sobre su oído y le susurró—: Termina tu desayuno y luego, devórame

Disclaimer: Cuento con la autorización del autor original para traducir su obra al español y publicarla en esta página.

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ALGORITMO

Por Carefully Random

Traducido por Hacedor de Historias

Capítulo 16

Josh despertó cinco minutos antes de que su alarma sonara a las 5:30 y prácticamente saltó de la cama. Cuando su alarma finalmente sonó ya había completado cien repeticiones de planchas y luego de silenciarla se vistió con prontitud para su carrera matutina.

Sin embargo, cuando llegó a la puerta de su habitación se detuvo, dio la vuelta y fue a sentarse frente a la computadora. Lo primero que notó es que había un mensaje de alerta del nuevo programa de seguridad que había programado el día anterior. Tendría que revisar eso con calma más tarde. Ahora mismo había algo importante que hacer.

Abrió varias pestañas con diferentes páginas web, Josh trabajaba con eficiencia y sin emoción. Era importante que hiciera esto ahora y que luego lo olvidara.

Unos minutos más tarde había hecho todo lo que necesitaba. En uno o dos días tendría más cosas que hacer, pero él no sabría que cosas hasta fuera el momento indicado. Ahora mismo, tras haber terminado su tarea, iría a correr como normalmente lo hacía y olvidaría por completo el trabajo que hizo en su computadora.

Diez minutos más tarde llegó a la parte inferior de un viaducto, el lugar donde se encontraba con su compañero de equipo, Bobby, antes de su carrera matutina

—¡Bueno, bueno! —saludó Bobby mientras hacía estiramientos para calentar—. ¡La bella durmiente ha llegado!

—Jódete, Bobby. Me quedé dormido solo cinco minutos. —Josh rodó los ojos mientras lo saludaba chocando las manos y luego comenzó a estirarse junto a su compañero a pesar de haber corrido todo el camino hasta ahí.

—¿Qué? ¿La práctica de ayer te dejó exhausto? —Bobby sonrió burlón—. ¿No quieres que te arrope con un cuento antes de dormir?

—Ya veremos quién está exhausto en una hora, —replicó Josh—. ¿Estás listo?

—Hagámoslo. —Bobby asintió y los dos salieron corriendo.


Trev rodó sobre la cama, bostezando lentamente mientras poco a poco despertaba de un sueño profundo. Una sonrisa adormilada se extendió por su rostro mientras recordaba cómo se quedó dormido luego de haber recibido la mamada más deliciosa de su vida la noche anterior.

—Uhm, buenos días, —murmuró con los ojos todavía cerrados mientras extendía su brazo para acurrucarse junto a Lucy.

Cuando no la sintió ahí se sentó y miró alrededor confundido.

—¿Lucy? —la llamó delicadamente, como si se estuviera escondiendo en algún lugar de la habitación—. ¿Bebé?

Justo entonces Lucy entró por la puerta de la habitación. Llevaba una bandeja de desayuno con mucho cuidado y traía puesta una de las sudaderas de Trev la cual le llegaba casi a las rodillas.

—Oh, estás despierto, —saludó con una plácida sonrisa—. Justo a tiempo.

—¿Qué es esto? —preguntó Trev, frotándose los ojos y apoyándose contra el respaldar de la cama.

—Bueno, ahora mismo es una bandeja de desayuno en el aire… —dijo Lucy acercándose a él sosteniendo la bandeja con manos firmes—. Y ahora… —colocó la bandeja sobre el regazo de su novio—, ¡es desayuno en la cama! Buenos días, bebé.

Lucy se inclinó sobre él y le dio un beso en la mejilla.

—¡Buenos días! ¡Bebé, esto es asombroso! —exclamó Trev con una sonrisa de sorpresa—. ¿Cuál es la ocasión?

—Bueno, tú has hecho lo mismo por mí tantas veces… —dijo Lucy desviando la mirada un momento—. Supongo que quería regresarte el favor.

—Bueno, esto parece delicioso.

Trev suspiró de gusto mientras sus ojos repasaban la comida que tenía enfrente: Huevos revueltos sobre una tostada, a un lado tocino y al otro un tazón de Lucky Charms , un vaso de jugo de naranja y una taza de café—.

—Gracias, bebé, —dijo mirando a su novia con gratitud.

—No es nada. —Lucy sonrió dulcemente—. Ahora, ¡adelante! ¡No dejes que se enfríe!

Trev bebió la mitad de su jugo de naranja en un solo movimiento y estaba a punto de devorar los huevos revueltos cuando regresó a ver a Lucy. Ella simplemente se quedaba ahí, de pie, mirándolo con una sonrisa en el rostro.

—Ehhh, ¿qué hay de ti, bebé? —preguntó Trev levantando una ceja—. ¿No vas a comer algo?

No era propio de Lucy saltarse el desayuno. Dios, no era propio de ella hacer cosas así por él, pero trataba de no pensarlo mucho, después de todo ‘a caballo regalado no se le miran los dientes’.

—Estoy bien, —contestó Lucy, mirando a Trev con ojos hambrientos—. Comeré después. Ahora mismo, yo soy tú postre…

Y con esas palabras se despojó de la sudadera que llevaba para revelar su delgado cuerpo cubierto tan solo por un brasier de encaje blanco y pantis a juego.

Mientras Trev se quedaba boquiabierto Lucy subió a la cama trepando lentamente sobre él. Se inclinó sobre su oído y le susurró:

—Estoy tan mojada por tu culpa ahora mismo. Acaba de comer tu desayuno y luego, devórame…

Algunos minutos más tarde la bandeja de desayuno yacía abandonada en el piso y los gemidos de placer de Lucy inundaban el apartamento.


Tiffany se estiró sobre su cama y abrió los ojos con precaución, como si estuviese asustada de lo que iba a ver. Los rayos del sol se filtraban por la rencilla de las cortinas e iluminaban la oscura habitación lo suficiente como para distinguir su entorno.

Erin estaba allí, con su cuerpo desnudo y extendido sobre la cama, con las sabanas enrolladas entre sus piernas en una especie de nudo de pescador. Tiffany exhaló un profundo y largo suspiro de alivio mientras se recostaba sobre el espaldar de la cama. Así que lo de ayer no había sido un sueño ni una alucinación inducida por trance… Todo había sido real y eso significaba…

¡Un momento!

Los ojos de Tiffany estaban recorriendo la piel expuesta de Erin cuando algo llamó su atención. ¿Eso era un tatuaje? Y ¡oh cielos! ¡allí había otro! Uno estaba sobre su muslo interno y solo podía verlo a la mitad y el otro estaba justo encima de su vagina. Se acercó para inspeccionarlo con más detalle. Era difícil de leer por la oscuridad, pero parecía ser algún texto de color negro escrito en caligrafía cursiva. ¿Cómo no lo había visto antes? ¿Qué otras cosas se habían perdido?

Cuando Erin abrió los ojos unos instantes después, sonrió adormilada y se acurrucó más cerca de Tiffany acariciándole una pierna con su mano en un gesto cariñoso.

—Buenos días, Mistress … —susurró con voz rasposa. Luego tosió un par de veces y añadió con ironía—: Genial, tengo flema mañanera.

—¡Tienes dos tatuajes! —exclamó Tiffany, encogiéndose de placer ante la caricia de Erin.

—Tengo cuatro tatuajes, —corrigió Erin sonriendo con las mejillas juguetonamente —. No puedo creer que solo hayas encontrado dos…

La chica tomboy se inclinó sobre Tiffany y le dio una mordidita en el muslo mirándola con ojos hambrientos.

—Mmmm.

Tiffany cerró los ojos e inclinó su cabeza hacia atrás. Tomó con sus manos el cabello y la piel expuesta de Erin y los acarició sensualmente.

Erin respondió dándole suaves besos a Tiffany, escalando por su cuerpo y saboreando cada centímetro su piel acaramelada con los ojos cerrados. Tiffany respiraba profundamente dejando que el placer la inundara. Erin se entretuvo un rato en su suave estómago, besándolo en toda su amplitud antes de subir hacia sus senos. Allí, pellizcó y retorció los pezones de Tiffany, arrancándole gemidos de placer de los labios.

Cuando Erin volvió a ascender hasta quedar a la misma altura de su Ama, dejo que su frente reposara sobre la de Tiffany por un momento. Ambas tenían los ojos cerrados y el único sonido que había entre las dos eran los suaves suspiros de su respiración que compartían con las manos entrelazadas tras el cuello de la otra.

—Quiero servirle, Mistress, —suplicó Erin, su voz un mero susurró.

—Quiero ver todos tus tatuajes esclava, —respondió Tiffany susurrando también—, pero puedes servirme primero…

Sus labios se cerraron sobre los de la otra y Tiffany sintió el gozo y la dicha extenderse por todo su cuerpo mientras la lengua de Erin danzaba con la suya propia. Los dedos de su amante resbalaron hasta su sexo húmedo y comenzaron a hacer círculos alrededor de su clítoris. Tiffany dejó salir un gemido de placer mientras Erin besaba su cuello y luego su hombro, su cuerpo vibraba de la excitación acumulada. Se sentía increíble, pero sabía cómo hacer que se sintiera aún mejor.

Le costó un poco concentrarse, pero finalmente se las arregló para posar uno de sus dedos sobre la frente de Erin.

Erin retrocedió de inmediato y por medio segundo miró a Tiffany con confusión antes de que sus ojos se desenfocaran y su expresión se disolviera, como ausente.

Tiffany suspiró feliz y le sonrió a su esclava, ahora congelada en el trance.

—¿Estás relajada y en blanco? —preguntó contenta.

—Sí, Mistress, —replicó Erin, con la voz monótona y vacía de cualquier emoción.

—¿A quién sirves, esclava? —preguntó ahora Tiffany mientras acariciaba el cabello de Erin.

—A usted, Mistress Tiffany.

—Así es. Tú obedeces todo lo que te diga, ¿no es así?

—Sí, Mistress Tiffany.

—Uhm, —Tiffany frunció el ceño—. Nunca me habías llamado ‘Tiffany’ antes, siempre había sido ‘Tiff’. ¿Por qué usas mi nombre completo ahora?

—Es más formal Mistress . Se siente más respetuoso, —entonó Erin, todavía completamente en blanco mientras permanecía de rodillas frente al cuerpo desnudo de su Ama.

—Parece apropiado, —Tiffany se encogió de hombros—. Okey, cuando te despierte, siempre que chasquee mis dedos sentirás el mismo orgasmo increíble que experimentaste la noche de ayer, ¿entendido? —preguntó.

—Sí, Mistress, —respondió Erin.

—Bien y por el resto de la mañana, cuando me toques sentirás las mismas caricias sobre tu piel y experimentarás tanto placer como yo, ¿entendido? —comandó Tiffany con un brillo de excitación sobre sus ojos.

—Sí, Mistress , —repitió Erin con el mismo tono y volumen. Sonaba tan idéntica que bien podría ser una grabación en bucle.

—Bien. Despierta ahora, —ordenó Tiffany mientras se acomodaba para sentarse sobre la cama frente a su esclava.

Erin pestañeó un par de veces antes de que sus ojos se reenfocaran sobre su Ama, su rostro adoptó una expresión curiosa mientras lo hacía.

—Me hipnotizaste de nuevo, —declaró con los ojos bien abiertos y una expresión única que era una mezcla entre divertida y seductora.

—Sí, ¿eso está bien? —preguntó Tiffany nerviosa. De pronto le preocupaba que jugar con la mente de Erin estuviera fuera de lugar.

—¡Es jodidamente ardiente! —sonrió su esclava, antes de inclinar su cabeza a un lado juguetonamente—. Aunque tu repentina preocupación es un poco como un balde de agua fría que lo anula, pero está bien.

—Lo siento —se disculpó Tiffany—. Supongo que soy nueva en esto y todavía no estoy segura de que cosas están bien y cuáles no…

¿Por qué estaba tan nerviosa de repente? Algo le había pasado al ver a Erin tan vacía e indefensa que le provocó una descarga de miedo a Tiffany.

—No te preocupes por eso, Tiff. Soy tú esclava, ¡puedes hacer lo que quieras conmigo!

—Pero como puedo hacerlo cuando yo te arrebaté el control —discutió Tiffany—. ¿Cómo sé que realmente quieres esto? ¿Cómo sé que no estoy yendo demasiado lejos?

Erin suspiró sin intentar esconder su irritación mientras se apartaba de Tiffany y se sentaba con los brazos cruzados.

—Y mi erección se fue. —Terminó el gesto rodando los ojos con decepción.

—¿Tú qué? —Exclamó Tiffany sorprendida incapaz de contener una mirada hacia abajo para asegurarse que no se había perdido otra cosa además de los tatuajes.

—¡Mi erección femenina! —exclamó Erin sacudiendo la cabeza—. Mi excitación, mi deseo o como quieras llamarlo, la versión de ‘estar duro’ pero en mujer que sentía se acaba de esfumar. Estaba super caliente hace unos segundos, especialmente al salir del trance y darme cuenta de que me tenías tan indefensa. Pero de pronto la sexy Mistress Tiffany se fue y la insegura y apologética Tiff volvió preguntándome si “esto está bien” o si “no es demasiado”. ¡Bah! Que forma de arruinar un momento ardiente perfecto.

—Pero solo estaba… —farfulló Tiffany.

Su confusión se estaba mezclando con irritación. ¿Qué acaba de pasar? ¿Cómo la energía de la habitación había dado un salto tan drástico?

—Solo estabas ¿qué? ¿Arrepintiéndote de haber esclavizado mi mente? —gruñó Erin—. ¡Oh no! ¡dilemas éticos! ¡Rápido!, avergüénzate y cuestiona tus desiciones.

Tiffany sintió su pecho hincharse mientras Erin hablaba. La ira bullía en su interior y sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. No se dio cuenta de que sus puños estaban apretados.

—¿Entonces qué? ¿Tengo que ser la perfecta, confiada y sexy Mistress o no me encuentras atractiva? —exclamó con enojo sintiendo como el calor de la ira le quemaba las mejillas.

—¿Qué? ¡No! —chilló Erin confundida y enfadada—. Solo estoy desanimada porque mataste el ambiente, eso es todo.

—¡Bueno, me pareció bastante claro que tú querías que fuera esa persona específica, Erin! —Bufó Tiffany cruzando los brazos y doblando las piernas de modo que escondieran su torso desnudo—. Pero yo no soy así todo el tiempo, ¡tengo que saber si la estoy cagando para no llevar las cosas demasiado lejos y herirte!

—Cierto, ¡pero anoche me convertiste en tu esclava ! —replicó exasperada Erin—. ¡Y yo quería que lo hicieras! ¡No puedo darte un mayor nivel de consentimiento que ese!

Tiffany arrastró las manos por la cara con frustración.

—¡Erin! No voy a simplemente asumir que puedo hacer cualquier cosa que quie…

—¡Pero puedes hacerlo! —la interrumpió Erin casi gritando. Se había inclinado hacia ella con la cara enrojecida y los ojos llorosos—. Puedes y quiero que lo hagas, ¿de acuerdo? ¿Es tan difícil de entender?

Erin observó la mirada de shock en el rostro de Tiffany y relajo su voz y su expresión.

—Lo que quiero decir es… —continuó calmadamente, mirando hacia otro lado por un segundo antes de volver a centrar sus ojos en los de Tiffany—. Pensé que lo habías comprendido cuando hablamos ayer. Me siento segura cuando sé que tú estás en control, controlándome a mí. Anoche me sentí más segura de lo que me he sentido en años… Yo solo… hace rato, cuando me sacaste del trance y de pronto estabas tan dubitativa, de pronto me sentí muy, muy insegura. Lamento ser tan perra al respecto pero…

Tiffany ya no pudo contener sus lágrimas. Intentó decir algo mientras comenzaba a moquear y gimotear

—Yo… ¡Yo también lo lamento! —sollozó.

Antes de que pudiera emitir otra silaba Erin había gateado hasta ella y la acogió entre sus brazos.

—Mira, Tiff, —dijo Erin con nerviosismo—. Mi instinto cuando veo a una chica llorar es irme a otro lado, quizá sería mejor que me pongas en trance ahora, soy bastante inútil en esta situación.

—No, —replicó Tiffany con firmeza, enjuagando sus lágrimas—. No, estoy bien. Eres una persona maravillosa y lo siento. Todavía estoy acostumbrándome a esto. No quería matar el ambiente.

—No, joder, soy yo la que debería disculparse… —Erin suspiró—. También estoy acostumbrándome a esto y podría ser menos intensa… menos demandante…

—No quiero que dejes de ser tu misma solo para intentar complacerme… —le recordó Tiffany mientras cerraba los ojos y reposaba la cabeza sobre su hombro.

Tiffany dejo salir un profundo suspiro y la clama regresó a su corazón. Se abrazaron en un pacífico silencio, sus cuerpos cálidos presionados el uno contra el otro.

—Tiff, escucha, —dijo Erin con solemnidad unos momentos después. Se separó de Tiffany para mirarla a los ojos antes de continuar. Su Ama parecía confundida, pero la escuchó con atención

—Sé que puedo ser ruda y que me paso de la raya, —Los ojos de Erin estaban brillantes y amenazaban con derramarse en otro torrente de lágrimas—. Pero tienes que creerme cuando te digo que quiero que me ayudes a comportarme mejor.

—¿Comportarte mejor? —repitió Tiffany pestañeando varias veces.

—¡Sí! Castígame cuando me porte mal y prémiame cuando me porte bien… Contrólame, guíame, entréname

Tiffany sonrió remordiéndose suavemente los labios.

—Erin, si estás intentado encenderme de nuevo, tienes que saber que, ehm, está funcionando por completo.

—¡Ti-iff! —Erin hizo un puchero mientras lloriqueaba—. ¡Lo digo en serio! ¡Ayúdame a no ser tan… abrasiva! Me enseñé a mí misma a comportarme de la manera en que lo hago porque no quería volverme cercana a nadie, pero ahora no puedo detenerme y no quiero perderte ni a ti, ni a Alice, ni a Trev, ni a Josh. Ustedes son distintos de los idiotas con los que he estado toda mi vida. Ustedes van enserio y sé que solo es cuestión de tiempo antes de que diga o haga algo soberanamente tonto por lo que ya no quieran ser mis amigos.

—Erin, relájate, eso no va a pasar, —intentó tranquilizarla Tiffany, pero cuando vio que Erin solo estaba agitándose más añadió—: Por supuesto que voy a ayudarte. Eres mi esclava después de todo y voy a asegurarme de que te comportes adecuadamente.

Erin se relajó visiblemente el momento en que esas palabras abandonaron los labios de Tiffany. Sonrió ampliamente y asintió con la cabeza.

—Gracias Mistress, —ronroneó—. Esta esclava está profundamente agradecida.

Uhm, reflexionó Tiffany, intentando contener su propia alegría.

—Bueno si estás tan agradecida ahora, me pregunto cómo te vas a sentir en unos segundos…

Y sin esperar un instante, Tiffany chasqueó los dedos frente al rostro de Erin.


El sexo que tuvieron a continuación fue paradisiaco y la ducha a continuación, un segundo cielo de dicha. Sin embargo, cuando estaba intentando vestirse Tiffany tuvo que poner a Erin en trance para evitar que la desvistiera de nuevo. Su esclava había permanecido como una estatua de mármol mientras ella se vestía con un conjunto fresco para pasar el día. Después le había ordenado a Erin vestirse también pero manteniéndola en un profundo trance, la chica tomboy se puso sus ropas de la noche anterior como una automata obediente.

—Me pregunto cómo sería tenerte así todo el día… —se preguntó Tiffany divertida mientras inspeccionaba a su esclava, ahora completamente vestida—. No será hoy, pero lo probaré un día de estos.

Tiffany revisó sus extremidades para asegurarse que todo estaba bien cubierto. Escondido bajo sus oscuros jeans ajustados, su remera negra y su fina sudadera roja podía sentir el traje de látex rojo abrazando su piel con fuerza. Era el mismo que Erin había usado hace dos noches. El que le había hecho caer de rodillas ante la chica tomboy , pero que ahora la llenaba de coraje a ella. Ella era la Ama. Ella estaba en control. Había conseguido esclavizar el cuerpo y la mente de Erin a través de su fuerza de voluntad y agudeza de ingenio y se sentía bien. Todavía era completamente increíble e irreal, pero a la vez se sentía bien.

—Erin. Cuando comience a besarte tú me besaras de vuelta y eso gradualmente te sacará del trance de vuelta a la realidad. ¿Entendido?

—Uhm, sí, —replicó Erin con una voz monótona que Tiffany había aprendido a adorar.

Para ella sonaba como la manifestación de su poder y dominancia. Recorrió con su mano la pálida mejilla de Erin y comenzó a besar sus labios color cereza. Pronto los labios de Erin comenzaron a devolverle el beso y una cálida lengua se encontró con la suya mientras sus propias señales de placer una vez más estallaban en su mente. El cuerpo de Erin comenzó a moverse y pronto estuvo recorriendo con sus manos el cuerpo de Tiffany y su cabello.

Eventualmente Tiffany rompió el beso y dijo con renuencia:

—Vamos… tenemos que movernos antes de que perdamos el día entero…

—Mmmm. ¿Estás segura de que no quieres ponerme en trance y despertarme un poco más tarde? —dijo Erin arrastrando las palabras somnolienta—. No creo que este lista para ponerme en pie todavía…

—Por tentador que suene, no quiero quedarme en mi habitación sin haber visto una pizca de luz todo el día, Erin. —Tiffany rodó los ojos mientras veía la cara adormilada de la chica tomboy despertar por completo.

—Oh, relájate, Tiff, —Erin se rio cansada—. Todavía es temprano…

—Tu definición de temprano está desafiando todos los límites de la palabra… —contestó Tiffany mientras se dirigía a la pequeña cocina del departamento—. Oh, ¡eh, Hanna! —añadió con entusiasmo cuando vio a su compañera de piso sentada en la escueta mesa de la habitación.

—¡Tiff! ¡Hola! —dijo Hanna agudamente, como si la hubieran atrapado con las manos en la masa—. Y hola, eh, Erin ¿verdad? —añadió casi fracturándose de terror cuando Erin ingresó a la cocina detrás de Tiff.

—¿Cómo estás? —preguntó Tiffany, tratando de esconder su ceño de preocupación. Había esperado alguna clase de reacción de Hanna basada en lo que Erin le había contado sobre anoche, pero no el pánico que parecía consumir de pronto a la pequeña pelirroja.

—Oh, todo bien, todo bien, mira, les daré algo de espacio a ustedes dos. Solo pensaba que podría adelantar un poco de estudio, pero vine aquí dado que no las vi salir y pensé que cuando lo hicieran querrían la sala libre y…

Hannah había comenzado a recoger todas sus notas de estudio frenéticamente y estaba a punto de adelantar a Tiffany en un claro intento por escapar.

—¡Ey, ey, ey! —exclamó Tiffany levantando las manos y bloqueando la vía de escape de su compañera—. Hannah, está bien. De hecho, estoy contenta de haberte encontrado. Erin quiere disculparse contigo por lo de anoche.

—¿Ah sí? —Erin pareció confusa un instante, pero cuando vio la intensa mirada de Tiffany el entendimiento la inundó—. Quiero decir: ¡ah! sí. —improvisó mientras miraba incómodamente a la cocina por un lugar donde reclinarse.

Eventualmente se apoyó contra el lavabo y tomó una profunda bocana de aire antes de seguir:

—Lo siento por lo de anoche, Hannah, —expresó Erin en un calmado, aunque tembloroso tono.

Tiffany podía sentir su incomodidad a través de la habitación, pero se sentía orgullosa por el esfuerzo que su esclava estaba haciendo

—No quería hacerte sentir incomoda, quería estar a solas con Tiffany, pero podría haberlo hecho de una forma mucho más gentil, —continuó Erin—. Así que, eh, sí, lo siento. No sucederá de nuevo.

La disculpa se mantuvo en el aire por unos momentos. Hannah cerró sus ojos y tomo una profunda inspiración antes de sonreírle agradecida a Erin.

—Gracias —dijo cálidamente—. Estaba bastante asustada y me hizo sentir super incomoda, pero si le gustas a Tiffany debes ser buena persona.

—Bueno, ¡yo no estaría tan segura! —Erin se rio—. Pero confió en que ella me ayudará con eso —miró a Tiffany con ojos que destellaban una profunda y enorme gratitud.

—Así que, ¿son como una pareja? —preguntó Hannah, reanimándose y dando saltitos en el lugar mientras su mirada ansiosa y emocionada iba y venía entre las dos.

El corazón de Tiffany aceleró de la sorpresa. “Ehhhh” fue todo lo que consiguió decir mientras su mente corría. ¿ Eran una pareja ahora?

Por un lado, había tenido más sexo con Erin en las últimas 48 horas de lo que había tenido con cualquier otra chicas con la que hubiera salido. Por otro lado, cada aspecto íntimo de su relación había sucedido en las últimas 48 horas y en ese mismo tiempo también se había liado con Alice y le había ordenado a Josh que se la follara mientras cada uno de sus amigos ayudaba en la tarea. ¿Erin y ella serían exclusivas ahora? ¿Qué pasaba con los planes que había hecho de usar el algoritmo en varias personas de su vida? ¿Abandonaría esos planes ahora? Erin y ella probablemente tendrían que hablar sobre esto…

Pero eso en sí mismo era un problema. Erin claramente prefería que ella tomara el mando y decidiera todo lo que tuviera que ver con ambas, pero ¿eso incluía si podía o no esclavizar a otras personas? De pronto se sintió muy insegura y perdida, sin embargo, sabía que compartir esos sentimientos con Erin la enloquecería de nuevo.

¿Con quién más podía hablar? ¿Con quién ibas cuando necesitabas hablar sobre esclavizar mentes, sentimientos conflictivos y los matices de las relaciones de pareja todo en una sola conversación? Tenía que decir algo, pero ¿qué tal si Erin tenía una idea completamente diferente? ¿Qué tal si esclava y Mistress era una cosa, pero quería que fueran una pareja tradicional en lo demás?

Se sentía confusa y mareada, pero al final Erin la salvó hablando primero:

—Así que sí… todavía no hemos conversado sobre eso… —explicó Erin en un tono deliberadamente incomodo—. Como podrás notar por la cara de pánico de Tiffany, parece que ella todavía no sabe que somos.

Al escuchar esto, Tiffany sintió como se sonrojaba profusamente. La consoló un poco notar que Hannah estaba haciendo lo mismo.

—No lo sé, supongo que puedes llamarnos un trabajo en proceso —continuó Erin guiñando el ojo y con un tono más animado ahora.

Erin se quedó mirando a las dos compañeras de cuarto, ambas congeladas de la vergüenza y en silencio, luego juntó las manos en un sonoro aplauso antes de seguir hablando:

—¡Bien! ¡Cambiando de tema! ¡Hannah! —exclamó girando de repente para encarar a la asustada pelirroja—. ¿Ya has almorzado?

—¡N-no! —chilló Hannah en respuesta.

—¡Perfecto! —Erin sonrió y dio media vuelta para encarar ahora a Tiffany—. Tiff, imagino que tú también estarás hambrienta, al igual que yo.

Tiffany asintió levemente, tratando de relajarse, pero todavía con las mejillas encendidas en rojo. Observó como Erin comenzaba a hurgar por la cocina, reclutando a Hannah para que la ayudará a picar vegetales y medir arroz. Sintió como su ansiedad se desvanecía mientras la chica tomboy iniciaba una charla casual con la pelirroja. Una charla casual que pronto derivó en una verborrea de Hannah sobre como las películas de Disney todavía eran las más relevantes para la cultura moderna y por qué era mejor tener una quinta estación para llenar la brusca transición entre invierno y primavera y mil cosas más…

En algún momento, mientras la pelirroja agitaba la comida comentando que los Illuminati todavía existían y utilizaban los clubs de golf como fachada, Erin se acercó a Tiffany y le puso una taza de té en las manos.

—Gracias, —musitó ella.

Su esclava simplemente contestó con una sonrisa adorable y la besó con cariño antes de regresar a ayudar a Hannah.

Tiffany sintió una calidez en su corazón y una añoranza en sus labios que no había experimentado antes, y se aferró a ese sentimiento mientras la comida estaba siendo cocinada.

Las tres comieron juntas, Erin y Hannah se encargaron de la mayoría de la charla mientras que Tiffany solo intervenía aquí y allá. Cuando terminaron de almorzar Hannah se disculpó educadamente y anunció que iba a encontrarse con un amigo para un poco de café y estudio. Unos minutos más tarde se despedía con un dulce adiós desde la puerta del apartamento, dejando a Tiffany y Erin solas.

Intercambiaron miradas en silencio.

Erin se mordió el labio y miró a Tiffany de arriba a abajo con deseo. Tiffany negó con la cabeza con una sonrisa burlona en su rostro.

—Se lo que estás pensado, Erin… —comenzó a decir de forma astuta.

—Sí… —Erin sonrió y asintió mientras se acercaba lentamente a su Mistress .

—No… —Tiffany volvió a negar con la cabeza mordiéndose el labio y clavando los ojos en Erin—. No podemos simplemente tener sexo todo el día sin hacer nada más…

—Claro que podemos… —ronroneó Erin mientras acortaba el espacio entre las dos—. ¿Para qué crees que se inventó el fin de semana?

Sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo de Tiffany mientras besaba su cuello. Un placer cálido envolvió la mente de su Ama y silenció sus intentos de protesta con gemidos acogedores. La mano de Erin diestramente desabrochó sus jeans y en poco tiempo sus finos dedos le acariciaban el clítoris por encima del traje de látex.

—¡Joder! ¡Estás llevando el traje! —exclamó la esclava deliciosamente sorprendida, su expresión más hambrienta de placer que nunca.

—Uhmmm, sí, —respondió Tiffany con voz rasposa—. Iba a ser, ¡Oh!, una sorpresa… para, ¡uhmmm!, más tarde, —consiguió decir.

Mientras Tiffany gemía de erótica dicha, Erin comenzó a unírsele, experimentado las mismas sensaciones que su Ama como le había indicado esta durante el trance.

Algo acerca del tacto de Erin parecía demoler todas las ilusiones que Tiffany se había hecho de su propio autocontrol. Hace solo unos momentos había decidido que después de comer se pondrían a limpiar el apartamento y no harían ninguna otra cosa hasta terminar esa tarea, pero ahora sus planes estaban siendo desplazados por la excitación que inundaba cada nervio de su cuerpo.

—Deje que esta esclava le sirva, Mistress … —gimió Erin a su oído—. Permítame hacer que se corra de nuevo, y de nuevo y de nuevo…

—Sí… Oh joder sí… —Tiffany apenas conseguía pronunciar palabra pues las hábiles caricias de Erin le robaban el aliento.

¿Qué importaba realmente si tenían un poco más de sexo increíble antes de hacer otra cosa? Debería disfrutar de su esclava y dejar de preocuparse… Debería disfrutar de tener a Erin bajo su completo control…

Excepto que, ¿quién estaba realmente bajo el control de quién?

—Erin… détente… —exhaló, apenas por encima de un susurro.

Erin o bien no la escuchó o bien la ignoró pues en lugar de detenerse invadió su garganta con su lengua. Tiffany se encontró a sí misma devolviéndole el beso, era fácil dejarse llevar por el torrente de la pasión. Pero eso no era estar en control…

—Erin, détente por un momento, —volvió a decir, ahora con voz más clara, tras escapar del beso por unos instantes.

—No… —murmuró Erin entre besos que plantaba sobre el cuello y hombro de su Ama— … esta esclava necesita… servir…

—Esclava, dije détente, ¡Ahora! —exclamó Tiffany con un subidón de autoridad irradiando en su voz.

Erin casi brincó de la sorpresa y se retiró hacia a atrás para observar a su Ama con completa confusión. Sin los dedos de su esclava acariciando su sexo, Tiffany sintió como el sentido común poco a poco regresaba a ella.

—Arrodíllate —indico suavemente.

La expresión de Erin de pronto parecía reluctante. Titubeaba y parecía que estaba buscando las palabras adecuadas para protestar.

Arrodíllate, —volvió a ordenar Tiffany, esta vez con más asertividad en su voz.

Erin se dejó caer de rodillas y miró hacia arriba, como en un puchero resentido

—Veo que todavía tenemos que trabajar en tu respuesta a las ordenes… —mencionó Tiffany como si estuviera entrenando a un cachorro—. Y en cuando es y no es momento de servirme de esa forma. Ahora, ¿que tienes que decir?

—Dios, eres ardiente cuando tomas el mando… —murmuró Erin con una expresión juguetona y desafiante.

Tiffany abofeteó la mejilla de Erin tan rápido que ella misma se sorprendió. De inmediato sintió la urgencia de disculparse, pero recordó lo que había pasado en la mañana así que decidió no hacerlo y solo esperar que Erin estuviera bien con eso. Su corazón la golpeaba en el pecho y ella peleaba de regreso envuelta en pánico, estaba determinada a mantener el control y la confianza esta vez.

—Dije… —enunció mirando con fervor a una Erín en shock—. … ¿qué tienes que decir?

—Lo siento, Mistress —respondió Erin rápidamente— Lamento haber sido desobediente, M istress. Nolo volveré a hacer, seré una buena chica. Gracias por corregirme.

—Eso está mejor —dijo Tiffany, manteniendo una expresión firme—. Ahora, vas a desnudarte hasta tu ropa interior y vas a lavar todos los trastes, luego limpiarás el apartamento entero hasta que esté impoluto y después, y solo después , tendrás permitido tocarme. ¿Entendido?

—Sí, Mistress. —respondió Erin obedientemente.

—Ahora, ¿vas a ser una buena chica y obedecer todo lo que te diga sin quejarte o necesito ponerte en trance para ordenártelo? Preferiría no tener que hacerlo, pero lo haré si es necesario.

—Seré una Buena chica, M istress —contestó Erin con solemnidad.

—Buena chica —Tiffany sonrió tomando a su esclava por la barbilla y disfrutando el sobrecogimiento de afecto con el que esta reaccionó—. ¿Bueno? —añadió—. ¿Qué estás esperando?

Observó atentamente como Erin se desnudaba según lo ordenado y obedientemente comenzaba a trabajar. La excitación regresó a Tiffany mientras observaba el exquisito trasero de su esclava, disfrutando de la satisfacción de saber que lo ponía a trabajar según sus deseos.

Todas esas fantasías sobre controlar mentes, todo ese tiempo que había pasado leyendo relatos en línea y explorando comunidades de hipnotismo… Nada podría haberla preparado para el sentimiento de placer y poder que sentía al saber que sus fantasías se habían convertido en realidad. Más de una vez se acercó a Erin por detrás para susurrarle dulces palabras de aliento por ser tan buena esclava. Y en su último acercamiento dejó que sus propias manos recorrieran el sexo de Erin, sus dedos resbalaron al húmedo interior de su vagina goteante y la masturbaron hasta el orgasmo mientras esta terminaba de lavar los últimos platos.

La siguiente hora la usó para estudiar en el sillón, ocasionalmente revisando como progresaba Erin. La devota esclava perseguía su objetivo con determinación mientras que Tiffany tenía que esforzarse para repasar sus apuntes a medio hacer y comenzar a escribir el ensayo en el que debía convertirlos.

Realmente hubiera preferido tener a Erin de rodillas todo ese tiempo, dejando que acaricie su sexo con su lengua mientras ella estudiaba. Pero este servilismo doméstico era más para Erin que para sí misma. Erin quería ser entrenada y los actos de servidumbre eran algo que Tiffany podía disfrutar. Claro que… si tuviera una segunda esclava, una de las dos podría hacer el servicio doméstico mientras que la otra la serviría a ella… Ese era un pensamiento interesante.

No pasó mucho antes de que Erin regresara y se arrodillara ante Tiffany.

—He terminado, Mistress, —anunció la trabajadora esclava.

—Bien hecho, esclava, —Tiffany le sonrió a Erin quien todavía tenía algo de brillante sudor sobre sus cejas—. Espera aquí mientras inspecciono todo.

—Sí Mistress, —respondió Erin y miró con añoranza como su Ama abandonaba la habitación para hacer un rápido tour por el piso.

—¡Santos cielos, Erin, este lugar se ve de maravilla! —exclamó Tiffany mientras regresaba al salón.

Se sentó en el sillón enfrente de su esclava y silbó alegremente mirando el cuarto inmaculado.

—Gracias, Mistress . Me alegra que le guste —dijo Erin con una sonrisa de alivio.

Es tiempo de tu recompensa, me parece. —mencionó Tiffany sugestivamente mientras invitaba a Erin a acercarse con un movimiento de su dedo. Erin casi chilló de placer mientras se adelantaba sobre sus cuatro extremidades hacia su Ama. Sin embargo, justo antes de alcanzarla, Tiffany levanto su mano en un gesto de alto; Erin se detuvo al instante.

—Buena chica, eso estuvo mucho mejor, —sonrió Tiffany—. Okey, lo que vamos a hacer —se acercó a Erin en un gesto seductor—. Lo que vamos a hacer ahora, lo íbamos a hacer de cualquier modo, pero tu verdadera recompensa será que vas a decidir qué haremos después, durante el resto de la tarde. Y sí, eso puede ser pasar el resto del día teniendo sexo.

Tiffany le sonrió a su esclava. Había descansado lo suficiente y se sentía lista para seguir por lo menos unas cinco rondas más.

—Gracias, Mistress , —respondió Erin contenta—. Resulta que, de hecho, tengo una idea que podríamos poner en práctica esta tarde

—Soy toda oídos, —dijo Tiffany inclinándose adelante.

—Cuando estaba limpiando tu habitación me crucé con la página de tú libreta donde habías escrito todas las personas que querías poner en trance, —explicó Erin con una expresión maliciosa—. Ya has conseguido que la primera persona de la lista esté bajo tu completo control… así que pensé que podrimos organizarnos e ir tras la siguiente…

El corazón de Tiffany bailó en una mezcla de emoción y temor al escuchar eso. Recordaba claramente quien era la segunda en su lista.

—De acuerdo, —dijo emocionada— haremos eso.

Erin se acercó a ella, esperando pacientemente que Tiffany le permitiera una vez más tocarla y besarla por todo su cuerpo.

—Pero primero… —Tiffany sonrió y elevó su mano— …haremos esto .

Y chasqueó los dedos una vez más.

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