Algoritmo 13 (traducción)

Esta es una traducción del original Algorithm por Carefully Random. Sintió su corazón latir cada vez más rápido y fue consciente de cada bocanada de aire que llegaba a sus pulmones. ¿Qué estaba pasando? ¿Erin estaba a punto de revelarlo todo?

Disclaimer: Cuento con la autorización del autor original para traducir su obra al español y publicarla en esta página.

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ALGORITMO

Por Carefully Random

Traducido por Hacedor de Historias

Capítulo 13

Tiffany suspiró mientras abría la puerta de su piso cuando las bisagras chirriaron de forma desagradable. Eso la incomodó, era una falla que había querido arreglar por semanas. Ahora el estrépito no le permitiría escurrirse a su habitación sin llamar la atención de Hannah. Quizá si corría a su cuarto podría…

—¡Tiff! —La cabeza de Hanna apareció por la puerta de su habitación como el pájaro de un reloj cucú que se asoma al dar la hora—. ¡Otra vez llegas tarde!

—Sí, eso parece —Tiffany forzó una sonrisa—. Al menos dejé una nota esta vez…

—O sea, no tengo ningún problema con eso porque somos universitarias ahora, así que somos completamente libres de ir y venir a las tantas de la madrugada, y no sé tú, pero por mi parte este es un nivel de libertad que nunca había tenido y, honestamente, todavía me estoy acostumbrando a ello, aunque siendo sincera es más cool así en este piso rentado lejos del campus, aunque los apartamentos para estudiantes fueron como mi mundo ideal, ¡oh como en Aladino ! Sería genial ir al campus en alfombra voladora, ¿no crees? Quiero decir, sé que estaría aterrada de tragarme un bicho o de que una abeja vuele hacia mi cabeza porque conociendo mi suerte sería solo un piquete al inicio, pero ya sabes cómo esas cosas empeoran después de unos minutos. Oh cielos, no tuve la oportunidad de decírtelo ayer porque no te vi, pero una abeja voló directamente a la botella de refresco de una amiga y no te imaginas lo que hizo: posó sus labios directamente sobre ella y después no dejó de sacudir la botella, pero la abeja seguía…

A Tiffany le tomo algunos instantes ajustar sus sentidos para sintonizar a medias a Hanna y seguir funcionando sin quedar atrapada asintiendo en una conversación unidireccional que nunca acabaría. Era una técnica que había perfeccionado en los pocos meses que habían vivido juntas, Tiffany asentía o mascullaba monosílabos mostrándose de acuerdo con lo que sea que Hanna estuviera diciendo en la verborrea que desataba al llegar a casa, hasta que pareciera que estaba prestando atención. Luego gradualmente comenzaba a moverse por el piso y Hanna simplemente la seguía a donde quiera que fuera mientras continuaba hablando. Tiffany seguía asintiendo ocasionalmente o decía un par de palabras para demostrarle a Hanna que la estaba escuchando, pero por lo demás podían pasar horas en las que ella se encargaba de sus asuntos completamente muda con una conversación no solicitada sonando de fondo.

Había encontrado esta solución mucho más fácil que intentar callar a Hanna, lo que solo resultaba en herir sus sentimientos y hacer que el espacio que cohabitaban se volviera terriblemente incomodo por varios días. De modo que terminó de quitarse sus zapatos y colgó su abrigo, lanzó su mochila a su cuarto, usó el baño (Hanna gracias a dios se mantuvo fuera de la puerta para esta parte) y finalmente se sirvió un vaso de agua en la estrecha cocina del apartamento. Todo el tiempo se mantuvo más o menos pendiente de lo que Hanna parloteaba: la abeja sobrevivió y nadie fue picado; la clase de cálculo le estaba resultando difícil; que si por favor podía lavar los platos tan pronto como terminara de usarlos; y que esperaba poder visitar a sus padres en unas pocas semanas…

Tenía menos energía de lo usual para lidiar con Hanna. De haber sabido que la ingeniosa y servicial chica que se sentaba a su lado el semestre pasado era capaz de tanto parloteo incesante hubiera reconsiderado proponerle rentar un apartamento juntas. Lo que sabía de Hanna antes de que se mudara es que era amable, ordenada, pulcra y bastante reservada. Lo que aprendió de ella luego de que se mudara es que Hanna solo era así de tímida hasta que tomaba confianza con alguien y estaban en un lugar privado, además no entendía el concepto de espacio personal. Tiffany había tenido que lidiar con estas pequeñas molestias desde entonces.

Una de las catalinetas más frecuentes de Hanna era su lamento por no tener un novio y ser completamente torpe cuando se trataba de citas. Aparentemente todo su catálogo de experiencias respecto al tema se reducía a dos semanas en la secundaria en las que lo único que sucedió fueron algunos picos en los labios y un poco de toqueteo seductor en los hombros. Tiffany la había llevado a un par de fiestas de dormitorio los últimos meses, pero Hanna todavía tenía la mentalidad de “enciérrate en tu burbuja y escóndete en la cocina” cuando se trataba de encuentros sociales.

Mientras Hannah conversaba animadamente sobre como el libro de Diario de una pasión era mucho mejor que la película, Tiffany observaba a la pelirroja de arriba abajo. Su abundante cabello rojizo y rizado, la característica más llamativa de Hanna, estaba algo descuidado y amarrado en una escueta coleta de caballo, como era lo usual. Tenía que cambiar su acondicionador por algo que funcionara mejor, pensó para sí, eso la transformaría por completo. Su rostro pecoso era adorable como la cara de un conejito, pero pensaba que un toque de labial y un poco de delineador podrían hacer maravillas y transformarla de una conejita adorable a una conejita sexy. Hanna tenía ojos verdes y profundos que serían encantadores si se les diera el énfasis adecuado.

El mayor cambio que Tiffany le haría si pudiera (aparte de eliminar la verborrea) era su sentido de la moda. Eran casi de la misma edad, pero Hanna aun se vestía como si fuera una chica de secundaria, su atuendo la mayoría de días consistía en camisetas de High School Musical y atuendos de colores chillones que no combinaban.

Al fijarse en Hanna, Tiffany no pudo evitar pensar en Lucy. En tanto que no le gustaba para nada la pequeña castaña con su doble cara de perra y niña buena, tenía que admitir que vestía de forma impresionante. Su maquillaje y cabello siempre se complementaban de forma elegante y los sabía llevar con una confianza digna de admirar. Por supuesto Lucy arruinaba cualquier sentido de admiración hacia ella con su personalidad insufrible y grosera, pero dicho eso, estaba claro que podría enseñarle a Hanan una cosa o dos acerca de cómo cuidar su aspecto. Hanna no era tan delgada ni tan pequeña como Lucy, pero sí era considerablemente bajita y Lucy debía ser la única persona capaz de convertir lo adorable de la chica en seductor.

Excepto claro por Tiffany, si conseguía poner a Hanna frente al algoritmo por unos minutos, bueno…

No pudo evitar imaginarse a su compañera de piso en trance, con la mente vacía y, sobre todo, muda. Podría susurrarle pequeños comandos inocuos directo a su mente subconsciente y hacer pequeños arreglos aquí y allá, hacerla poco más simpática, un poco más presentable…

—¡Ey!

Tiffany interrumpió la excitada descripción de Hanna de un manga llamado Basquet Fruits provocando que la pelirroja pestañeara sorprendida un par de veces.

—¿Te gustaría venir conmigo a pasar el rato en el apartamento de mi amigo Josh la próxima vez que vaya?

—Espera, ¿en serio? —Hannah levanto las cejas tan alto que amenazaban con desaparecer bajo su flequillo—. Es que, recuerdo que dijiste que a Josh le gusta su pequeño círculo cerrado de amigos y entiendo completamente que no quieras arruinar eso y… ¿estás segura?  O sea, no es que no me haya preguntado miles de veces cómo será de bueno el lugar ya que pasas tanto tiempo allí que…

Tiffany no podía soportarla más. Poso un dedo sobre los labios de Hannah y la calló gentilmente.

—Shhh. Sí, estoy segura. —dijo intentando no reírse de la incredulidad de Hanna que permanecía atónita—. Pero ahora estoy realmente agotada y necesito ir a dormir. Te daré los detalles más tarde.

Apartó su dedo de los labios semiabiertos de su compañera de piso y se retiró a su habitación. Cerró la puerta y se aseguró de bloquearla esperando que no fuera una de esas veces que Hannah continuaba la conversación a través de la cerradura, por fortuna solo la escuchó decir:

—Okay… Uhm… ¡Buenas noches!

Y Hannah se marchó.

Tiffany exhaló un suspiro de alivio y colapsó en la cama. Podía sentir como el sueño le ganaba, pero lo combatió y en lugar de dormirse giró sobre sí misma y tomó su teléfono. Revisó de inmediato si Alice había contestado a los mensajes que le había enviado mientras estaba en el bus.

No hubo suerte. Los mensajes se marcaban como recibidos, pero Alice no los había visto aún. Debe estar ya dormida, pensó, por lo general responde rápido.

¿Qué era eso que recordaba Alice que ella había olvidado? La volvía loca pensar que Erin ya lo sabía pues tenía sus memorias de vuelta mientras que ella misma no podía recordar ni un solo evento de la noche.

A pesar de lo mucho que le hubiera gustado recuperar sus recuerdos permitiendo que Josh la pusiera en trance sabía que tomó la decisión correcta regresando a casa en su lugar. En algún punto Josh estuvo sentado en la silla con nadie más excepto con Erin, así que no había forma de saber cuántos comandos y ordenes secretas esta había implantado en su mente. Bastaba que le hubiera ordenado que pusiera un trigger en Tiffany cuando se presentase la oportunidad y entonces ella fácilmente podría haber terminado de la misma forma que Alice empezó la noche…Desnuda, de rodillas, y en un obediente trance para Erin.

Mistress Erin…

Mistress Erin, en ese traje de látex que le hizo caer de rodillas y que la tentó a someterse en cuerpo y mente. Tiffany sintió como sus mejillas se enrojecían al recordarlo y la invadió una urgencia por tocarse mientras se imaginaba a sí misma lamiendo los pies de Mistress Erin cuando esta le ordenaba obedecer.

Joder… Tenía que descubrir como tomar el control sobre todos o si no Erin lo haría primero. Tiffany entonces se sometería irremediablemente a su diosa de látex rojo y estaba un sesenta por ciento segura de que no quería llegar a ese punto.

Sin embargo, ya no se sentía confiada sobre su plan de convertirse en la que estuviera al mando. Sus amigos parecían muy conscientes de lo peligroso que el Algoritmo era ahora que había trastocado sus mentes en una sola noche y aun así todos parecían más que dispuestos a continuar desarrollando el programa. Dispuestos a desarrollar el algoritmo hasta el punto en que pudiera poner a cualquier persona en trance en cuestión de segundos…

¿Pero con qué objetivo? No podía desarrollar algo tan increíblemente poderoso y no usarlo, ¿verdad? Y si lo usaban ¿qué uso le darían? ¿Y con quién?

No pudo contenerse. Tomo una libreta vacía y comenzó a llenarla con ideas, nombres y planes.

Erin. Esclava. Hacerlo de tal forma que no vuelva a molestarme de nuevo. Hacer que use su traje de látex más a menudo. Quizá hacer que ella me controle a mí a veces, sería bastante ardiente jugar a ser la esclava de vez en cuando.

Alice. Amante. Hacer que permanezca limpia hasta que se cure de sus adicciones y hacer que deje de ir tras chicos de mierda que solo son malos para ella. Hacer que se enamore de mí. Hacerla feliz. <3

Josh. Esclavo (platónico). Hacer que sienta confortable saliendo del closet, ayudarlo a encontrar un buen chico. Usar el programa para hacer que ese chico sea leal y honesto con Josh. Ser la dama de honor en su boda.

Trev. Esclavo. Hacer que termine con la perra de Lucy. Después de eso… no sé, quizá hacerlo mi amante junto a Alice o tenerlo de rodillas junto a Erin.

Lucy. Esclava, oh, sí ESCLAVA . Quizá empleada doméstica, tal vez la haga usar un disfraz de sirvienta francesa, se encargará de mis labores, mis comidas y quizá, uhm… otras cosas , lol :D

Hannah. Esclava. Convertirla en la perfecta compañera de piso. Hacer que deje de hablar tanto, y hacer que aprenda a cuidar de si misma para que se vea como una conejita sexy y no como una niña de secundaria. Hacer que ella se encargue de todo en el apartamento y después ¿quizá de mí? No lo sé, quizá ya tenga suficientes esclavos para entonces…

Marion. No esclava, pero… implantar triggers en caso de los necesite. Después de todo, no puedo transformar a Alice en la mejor versión de sí misma sin la ayuda de su compañera de piso.

Más por agregar…

Planes

Tengo triggers para Alice y Trev, así que los usaré para llegar a los demás. Debo asegurarme de que Josh y Erin no están juntos en el mismo lugar… ¡Dividir y conquistar! ¡Muajaja! >:D

Usar a Trev para llegar a Lucy. Usar a Alice para llegar a Marion. Encargarme de Hannah por mi cuenta. Después, usar a todos juntos para emboscar a Erin y Josh…

¡Oh! Casi olvido a una persona.

Tiffany…

Lavarle el cerebro a Tiffany. Ponerla en la silla junto a un esclavo leal que le dirá solo las instrucciones que se le ordenó. Así podré arreglarla y convertirla en…

¿Mistress?

¿Reina?

No lo sé, lo pensaré luego. En cualquier caso, darle confianza… Hacer que se ame a sí misma, que no sea severa con cualquier minúscula falla de sus esclavos… Hacer que sea amable con todos, especialmente con aquellos que controla. Hacerla feliz…

Hacerla…

El bolígrafo de Tiffany se le escapado de entre las manos cuando el cansancio finalmente la venció. Cerrando los ojos dejó que su cabeza se hundiera en la almohada junto a sus anotaciones y cayó dormida, llena de sueños.


Tiffany se despertó con un ronquido y comenzó su día. Un poco desorientada miró alrededor en su cuarto dejando que el sopor del sueño se le quitara. Se había dejado la luz encendida, todavía estaba usando la ropa de ayer y a juzgar por esos borrones en la libreta aplastada sobre la almohada debía tener la cara llena de manchas de tinta. Con un quejido miró la hora en su teléfono y luego maldijo en voz alta mientras se levantaba con prisa de la cama.

Los siguientes veinte minutos se vieron como un remolino vertiginoso mientras se apresuraba a deshacerse de su ropa sucia, lavarse los dientes, echarse agua a la cara y tratar de vestirse contando con guardarropa muy limitado mientras la pila de lavandería que ya rebalsaba la canasta se mofaba de ella en silencio.

Con un atuendo medio decente que incluía pantimedias azul oscuro, una minifalda negra y una sudadera rojo vino, Tiffany salió corriendo de su apartamento mientras devoraba un plátano y una rebanada de pan con Nutella caóticamente untada sobre ella.

Se escabulló en la clase veinte minutos tarde. Se refugió en la última fila y organizó sus cosas apuradamente suplicando que nadie girará la cabeza y notará el estado de su cabello sin arreglar o las manchas de tinta sobre su mejilla que no alcanzó a limpiar.

No quería bajar su rendimiento académico debido a su recién descubierta obsesión con el Algoritmo, pero honestamente las posibilidades estaban en su contra. Sin embargo, Tiffany encontró que de hecho era capaz de enfocarse bastante bien en la clase, aunque su mente divagaba más de lo usual.

Llevó la libreta emborronada consigo y no pudo evitar garabatear los nombres de algunas chicas que la volvían loca. Hizo unas pocas anotaciones sobre lo que les ordenaría hacer mientras se preguntaba si alguien se daría cuenta del rubor en sus mejillas.

El día pasó entre un montón de exposiciones y trabajos prácticos, no es que le sorprendiese pues el viernes solía ser el día más ajetreado para ella. Aunque típicamente era lo suficientemente organizada durante la semana para que el trabajo se distribuyera uniformemente y alcanzara a ir al cine MovieMagic inmediatamente después de acabar clases. Hoy, sin embargo, tuvo que retirarse media hora antes y correr a casa para ducharse y cambiarse.

Llegó al trabajo cinco minutos tarde disculpándose avergonzada. Su gerente, Dennis, le dio un insoportable sermón que ya tenía preparado sobre la importancia de respetar el tiempo de la compañía y cuán decepcionado estaba con ella. Cuando Tiffany le mencionó que esta era la primera vez que llegaba tarde Dennis se tomó unos momentos para pensarlo, le murmuró que no volviera a suceder y se retiró a reñir a uno de los nuevos por ser demasiado generoso con el queso en una porción de nachos.

Tiffany pasó la mayor parte de su turno imaginando maneras de castigar a Dennis si alguna vez llegaba a tenerlo bajo el poder del algoritmo. ¿Quizá podrían disminuir el hardware del programa hasta hacerlo del tamaño de una Tablet? Se emocionó al pensar como sería tener semejante poder a donde quiera que fuera. Tenía que preguntarle a Josh si era posible en la primera oportunidad que tuviera.

Su turno pasó mientras ella permanecía en una especie de ensoñación. Su trabajo era bastante simple así que ya sabía hacerlo en piloto automático. ¿Dos tickets para la última decepción en live action de Disney? Claro. ¿Palomitas mitad saladas mitad dulces? No hay problema. ¿Sabía que tenemos una oferta en la cual recibes una bebida y un hot dog por cinco veces el precio tendrían esas cosas si metieras el equivalente en calorías como parece que estás haciendo en esa abultada chaqueta? ¿No estás interesado? Guau…

Cuando Tiffany fue a atender al siguiente cliente casi gritó de la sorpresa.

—¡E-Erin! —tartamudeó, su corazón le golpeaba el pecho como un martillo.

Erin sonreía maliciosamente, deleitándose de la sorpresa de su interlocutora. Tiffany notó que tenía tierra en la mejilla y un raspado en carne viva surcaba su frente.

—¡Ohdiosmio! ¡¿Estás bien?!

—Estoy genial, Tiff —replicó Erin alegre, antes de darse cuenta de lo que estaba mirando—. Oh, ¿esto? —Señalo su frente de forma casual—. Solo un pequeño tropiezo en el medio tubo. Pasa literalmente todo el tiempo, no te preocupes.

—Dios, se ve doloroso… —Tiffany frunció el ceño.

A Erin le gustaba practicar s kateboarding y hacer trucos, esta no era la primera vez que aparecía con rasguños o moretones. Esta mañana llevaba ropas más sueltas, su sudadera morada estaba cubierta de tierra y sus Jeans acampanados tenían algunas manchas. El rasguño en su ceja se veía bastante reciente y no parecía que lo hubiera limpiado.

Tiffany miro hacia el vestíbulo del cine con nerviosismo. Parecía bastante vacío ya que todas las películas de la noche habían comenzado. Las únicas ventas que podrían haber ahora serían de la gente loca que se salía de la película a media función para compras más palomitas o bebida.

—Ven, —hizo un gesto con la mano—. Te llevaré a la sala de empleados para que te limpies.

Erin ladeó la cabeza y miró a Tiffany de arriba abajo. Sonrió ligeramente de forma provocadora.

—Ouww, Tiff, ¿acaso estás siendo dulce conmigo?

—¿Qué? ¡No! —chilló Tiffany, su voz sonó bastante más aguda de lo que le hubiera gustado.

¿Por qué se estaba sonrojando? Debería estar aterrada. Erin podría estar aquí para ponerla en trance y ordenarle que se arrodillara como signo de su obediencia ciega hacia ella. Bastaría que dijera una sola palabra y caería bajo su hechizo, lista para comenzar una nueva vida de esclavitud y sumisión. Se preguntó si estaría llevando su traje de látex bajo la ropa de nuevo, o si llevaría otra cosa igual de ardiente que le haría babear de deseo cuando la revelase.

Al darse cuenta de que estaba mirando sin decir nada Tiffany se forzó a escupir algunas palabras más.

—Es que parece que podrías necesitar limpiar tu ropa y una bandita eso es todo…

—Oh ya veo, mi herida es tan espantosa que debes hacer algo para arreglarla, ¡¿es eso?! —gruñó Erin indignada.

—¡No! ¿Qué? ¡No! Mira, yo…

Tiffany sentía sus mejillas arder al rojo vivo, pero entonces Erin estalló en risas.

—Relájate Tiff, ¡solo estoy jugando contigo! —bufó la chica tomboy riéndose todavía más cuando vio la expresión enojada de Tiffany—. Okey, Okey. Ahora en serio…

Erin exhaló profundamente en un intento de silenciar sus risas.

Tiffany se la quedó observando a través del cristal taquilla, Erin levantó las manos en señal de paz y ladeó la cabeza juguetonamente.

—Okay, dejando las bromas a un lado. Realmente tenemos que hablar, —explicó—. Pero no quiero interrumpir tu trabajo ni nada. ¿Podemos vernos en la cafetería que hay al frente cuando acabe tu turno? ¿Eso será pronto?

—No lo sé… supongo… —contestó Tiffany sosteniendo su brazo con ansiedad—. …Supongo que serán 45 minutos o algo así.

—Eso funciona para mí —Erin asintió—. En serio tengo que hablar contigo. De preferencia con unas papas fritas y café.

Erin comenzó a alejarse con el skateboard bajo el brazo.

—¿No es demasiado tarde para un café? —gritó Tiffany tras ella.

—¡ Nunca es demasiado tarde para un café, Tiff! ¡Eso es solo un mito! —replicó Erin gritando de vuelta y girándose para guiñar el ojo mientras llegaba a la salida—. Además… —exclamó a mitad de la puerta—, Necesitaré un boost de cafeína si voy a contarte todas locuras de anoche…

Tiffany la observó desvanecerse por la puerta, preguntándose si tendría el valor suficiente para reunirse con ella. Parecía una trampa, excepto por el hecho de que Erin ya la hubiera puesto en trance ahí mismo de haber podido. Además, le estaba prometiendo contarle todo lo que pasó la noche anterior, sabía que no había forma de que se resistiera a ir.

Lo que quedaba de su turno terminó a paso lento de caracol. Su mente no podía dejar de pensar en lo que Erin iba a decirle, lo que le iba a revelar de la noche anterior. ¿En serio le diría toda la verdad? ¿O solo le daría la información que ella quería que tuviera? Tiffany solía ser buena leyendo a las personas, pero no tenía idea alguna de cómo funcionaba la mente de Erin. Aun así, no podía evitar que un sentimiento de aprehensión se apoderara de ella mientras los minutos pasaban.

Finalmente registró su fin de turno y cruzó la calle nerviosa en dirección a la cafetería. Mientras entraba, escaneó el lugar con cuidado. Era un establecimiento de 24 horas y estaba inundado de calma y tranquilidad que de seguro desaparecerían cuando los bares cercanos comenzaran a cerrar, pero eso sería pasado las 11, mientras tanto había algo de tiempo. Por el momento apenas había un puñado de clientes en el lugar que añadían un poco de ruido fondo al ambiente junto con el zumbido de los refrigeradores y el canal de noticias que se reproducía en la televisión detrás del mostrador.

Y allí, en la esquina más alejada estaba Erin, saludándola con la mano. Ella estaba sentada con una taza de café y una gran pila de libros universitarios que de alguna manera había conseguido llevar en su pequeña mochila. El corazón de Tiffany dio un brinco. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Se mordió el labio inferior preguntándose que sería lo que iba a pasar. Su mente se llenó de imágenes de Erin chasqueando los dedos frente sus ojos. Se vio a si misma cayendo en un trance vacío viendo a la nada mientras la chica tomboy le daba instrucciones acerca de cómo iba a servirle. Entonces se desnudaba allí mismo en la cafetería antes de caer de rodillas frente a ella e inclinarse sobre el coño impaciente de su nueva ama.

Sintiendo una oleada de placer recorrer su sexo, Tiffany se obligó a volver a la realidad y titubeando caminó hacia Erin.

—¡Viniste! —Erin sonrió mientras Tiffany se sentaba frente a ella.

—¿Pensaste que no lo haría? —preguntó Tiffany, genuinamente interesada. Mientras más pudiera averiguar de los pensamientos y motivaciones de Erin, mejor podría protegerse de sus propias fantasías.

Antes de que pudiera procesar si lo que acaba de razonar siquiera tenía sentido su atención fue arrastrada de vuelta a la conversación

No estaba segura —Erin se encogió de hombros dejando sus libros a un lado—. No sé, pensaba que lo más probable era que si aparecieras, pero era una apuesta sesenta-cuarenta —Hizo un gesto como de sopesar las cosas con sus manos.

—¿Y qué hubieras hecho si no venía? —preguntó Tiffany mientras tomaba un menú y comenzaba a examinarlo.

—Eh, bueno, hubiera ordenado algo de comer eventualmente. —Erin volvió a encoger los hombros—. Y luego te hubiera mandado un mensaje de texto con una carita triste. Sin palabras, solo una carita triste. Luego hubiera dejado que te sintieras culpable por eso hasta que nos volviéramos a ver en donde Josh. Excepto, que no podría haberte mensajeado inmediatamente porque olvidé mi teléfono en el skatepark como una completa idiota.

Erin se inclinó hacia adelante antes de seguir hablando.

—Por cierto, Tiffany, ¿podrías prestarme tu teléfono un minuto? ¿Tienes datos móviles verdad? No me sé el número de Mike de memoria, pero si me dejas entrar a mi mail solo por un segundo puedo mandarle un correo para decirle que hacer con mi teléfono y amenazarlo en caso de que quiera husmear en él.

Tiffany se sintió insegura de inmediato. Erin parecía nerviosa al pedirle su teléfono, lo cual era raro, porque ¿Qué había de extraño en ello? Eso hacía que no quisiera prestárselo, ¿pero no sería demasiado grosero el no hacerlo? ¿Qué tal si Erin solo estaba nerviosa porque su teléfono estaba perdido?

No podía ignorar la alarma que había saltado en su cabeza, pero tampoco sentía que tenía justificación para negarse al pedido de Erin. De modo que desbloqueó su teléfono y se lo ofreció diciendo:

—Claro, por supuesto, —Consciente de que no podía ver la pantalla, añadió—: ¿Necesitas que te muestre cómo funciona?

Erin negó con la cabeza vigorosamente mientras tipeaba en el teléfono.

—Nop, un Android es como cualquier Android, estoy bien. Solo deja que termine esto y luego ordenaremos unas papas.

La tensión crecía mientras la chica tomboy escribía. Tiffany no sabía que decir, pero no podía dejar de pensar que Erin tramaba algo. ¿Qué tal si esta era la trampa? Se imaginó recuperando su teléfono cuando de repente los patrones espiralados del Algoritmo aparecían frente a ella. Su vista se vería atraída a la pantalla, su expresión quedaría boquiabierta y Erin observaría divertida como caía en un trance vacío.

Sacudió la cabeza para deshacerse de esa idea, pero sintió pánico y miró con fervor a Erin para ver si lo había notado. Gracias a dios seguía concentrada en el teléfono.

—Querido… idiota… —murmuró Erin mientras sus dedos danzaban sobre la pantalla táctil—. Devuélveme mi teléfono mañana en el parque en la misma condición en que lo encontraste o tomaré teléfono y te lo meteré por el culo… Gracias.

Sonrió mientras presionaba un par de botones más y después le devolvió el teléfono a Tiffany. Esta lo revisó buscando cualquier rastro de la actividad de Erin, pero todo lo que vio fu su fondo de pantalla.

—Estaba en modo incognito —explicó Erin de forma casual—. Así que no tienes que preocuparte por quitar mis contraseñas del navegador. Como sea, ¡pidamos papas! —Se levanto y juntó sus manos emocionada—. ¿Quieres una bebida? ¿Qué vas a ordenar?

Tiffany se encogió de hombros y contestó:

—No lo sé, quizá, ¿una cola de dieta?

Erin hizo un gesto levantando el pulgar antes de dirigirse al mostrador para pedir su orden. Tiffany la observó por algunos instantes antes de regresar su atención a los libros que reposaban sobre la mesa: ciencia política, literatura inglesa e historia. Tiffany tomó el libro más cercano, un grueso volumen sobre la cultura de la Inglaterra en la época victoriana y lo estudió con fascinación.

Tiffany era un ratón de biblioteca. Se comía los libros casi como si fueran el alimento que necesitaba para sobrevivir. Hacía lecturas adicionales en todas las materias que estudiaba y usualmente tenía dos o tres novelas para pasar el rato que terminaba de leer en solo par de semanas. Los libros que Erin traía le parecían fascinantes a pesar de que ninguno de ellos se relacionaba de forma directa con su propio campo de estudios en psicología, biología y ciencias forenses. Se preguntó por qué hasta ahora no se había enterado de que Erin estudiaba temas tan interesantes. La chica tomboy realmente nunca conversaba sobre la universidad o las tareas, siempre actuaba como si esas cosas no le importaban.

—¡Ah, la época Victoriana! —exclamó Erin cuando regresó a sentarse frente a Tiffany—. Es una buena lectura, pero créeme, no te gustaría ser una mujer en aquellas épocas. Bueno quizá estaría bien si fueras rica y tuvieras un poco de suerte, pero aun así…

—Parece que te divertiste estudiando… —mencionó Tiffany.

—Sip, —Erin se encogió de hombros—. Espero que esto me ayude a hacer algo con mi vida, todavía no tengo idea de lo que quiero hacer exactamente. Mis planes actuales son más que nada a corto plazo.

—¿Ah sí? —contestó Tiffany—. ¿Y cuáles son tus planes?

—Oh, ya sabes… —Erin rodó los ojos y miró hacia otro lado—. No cagarla mucho, arreglármelas para pagar la renta de este mes, no enredarme en un drama de mierda y no decir o hacerle nada estúpido a nadie . Lo usual.

—Sí… —Tiffany asintió mostrándose de acuerdo—. Supongo que esos son ideales bastantes decentes para el día a día.

—No obstante, tú y yo estamos fallando en el último, Tiff… —dijo Erin, su mirada ahora completamente centrada en la de ella.

Tiffany se inclinó hacia adelante y también centró la mirada en la chica tomboy de ojos verdes. Hoy Erin se veía más como su yo usual, es decir sin maquillaje, resaltando sus rasgos andróginos. Pero ahora que había visto los encantos femeninos de Erin era imposible no notarlos. Le sorprendió que todavía se sintiera atraída a ella aún con su ropa holgada y con la herida en su frente. Quizá era porque sabía lo que se escondía debajo. O quizá era la memoria de haberla visto en trance bajo la influencia del programa hace dos días cuando todo comenzó.

—Lo… lo sé, —replicó Tiffany. Sintió su corazón latir cada vez más rápido y fue consciente de cada bocanada de aire que llegaba a sus pulmones. ¿Qué estaba pasando? ¿Erin estaba a punto de revelarlo todo?

—Así que… —comenzó a decir Erin, inclinándose más hacia adelante—. Lo que tenía que decirte es que… —pareció que tenía problemas para formar las palabras, su cara se contorsionaba en varias expresiones de molestia e indecisión—. Sabes… no quiero decírtelo todavía. Sé que voy a tener que hacerlo eventualmente, pero creo que todavía tengo que elegir el momento adecuado. ¿Alguna vez te ha pasado que sabes que necesitas hacer algo, pero lo sigues posponiendo?

—¡¿Qué ibas a decirme?! —preguntó Tiffany ansiosa, cerrando sus manos en puños mientras luchaba para mantenerlas quietas bajo sus brazos cruzados.

—Unas cuantas cosas. Hay algo que necesito decirte y algo que simplemente quiero decirte. Pero todo se trata de la noche de ayer… —Erin desvió la mirada por unos segundos frunciendo el ceño pensativo. Cuando regresó a ver a Tiffany tenía una expresión divertida—. Literalmente no sé por dónde empezar…

—Empieza por el principio —sugirió Tiffany—. Lo último que recuerdo es que estábamos fuera del apartamento de Josh y tú ibas diciéndome que me convertirías en un emú.

—¡Ja! —Erin sonrió de oreja a oreja—. Yo dije eso, ¿no es verdad? —Se rio suavemente entre dientes y se llevó las manos a la cara como si estuviera avergonzada.

El corazón de Tiffany todavía latía con emoción y anticipación, pero no puedo evitar sonreír por los gestos de Erin.

—Bueno, alerta de spoiler , nunca te convertiste en un emú… Supongo que lo primero que paso es que nos recibieron Josh y Trev cuando entramos, Lucy estaba en el baño y nos dimos cuenta de que Trev todavía estaba haciendo la cosa de mi Lady que le dijimos hace dos días…

—¡Oh cierto! —los ojos de Tiffany se abrieron como platos al recordar cómo se habían reído de eso la primera noche—. ¿Qué dijo Lucy sobre eso?

—Bueno, esa es la cosa. No queríamos que ella lo notara, así que rápidamente tuvimos que poner a Trev en trance para quitar la sugestión. Lo conseguimos, apenas a tiempo, debo añadir. Pero entonces Josh sugirió que jugáramos este juego…

Erin explicó las reglas del particular juego de la botella y comenzó a detallar quien perdió y que fue lo que les hicieron hacer con el programa. En algún punto las papas y bebidas que habían pedido llegaron a la mesa y Tiffany comenzó a picar mientras escuchaba el relato de Erin y se fascinaba por haber sido un participante activo de aquella noche y no poder recordar nada. Su corazón acelerado comenzó a enlentecer mientras Erin continuaba hablando y pronto se encontró calmada, aunque todavía estaba completamente cautivada por el relato.

—Así que solo quedaban tú y Lucy… —continuó Erin, inclinándose y haciendo que su voz sonara profunda y dramática.

—¿Y ahí es cuando perdí? —preguntó Tiffany—. Así es como perdí la memoria. Mierda. ¿Lucy ganó? ¡Pero dijo que ella tampoco podía recordar!

—¡Ejem! ¿Tiff? —interrumpió Erin colocando una mano sobre la de Tiffany.

Tiffany calló mientras una sensación eléctrica recorría su brazo. Sin titubear en sus movimientos tomó una profunda inspiración antes de dirigir su mirada hacia abajo, hacia la mano de Erin, y luego rápidamente regreso a verla a la cara. Erin se veía determinada y parecía que una sonrisa divertida comenzaba a formarse en su rostro.

—Déjame contar la historia, ¿de acuerdo?

—O-okey… —Tiffany sintió como su voz se quebraba mientras su cuerpo se congelaba y permanecía sentada rígida. Su corazón comenzó a acelerarse de nuevo cuando la mano de Erin sujeto la suya propia y la chica tomboy gentilmente la acercó sobre la mesa hacia ella.

Erin miró nerviosa a Tiffany a los ojos y después hacia abajo, hacia sus manos entrelazadas. Lentamente giró la mano de Tiffany de modo que la palma estuviera hacia arriba y con su mano libre comenzó a trazar pequeños círculos sobre ella.

Tiffany sintió un cálido placer cosquilleante escalar por su brazo mientras el dedo de Erin gentilmente recorría su palma. Se sintió extrañamente atraída por seguir los movimientos de Erin y una especia de calma mezclada con anticipación la inundó. Esto debía ser. Erin debía haberla condicionado para responder a este estímulo. Se sintió regocijada sabiendo que Erin estaba a punto de ponerla en un profundo trance. ¿Por qué no la detenía? ¿Por qué no intentaba escapar cuando todavía podía? La respuesta apareció en su mente como si hubiera sido colocada allí en secreto algún tiempo atrás. No era capaz de escapar porque había sido programada para quedarse quieta y observar y dejar que el dedo de Erin moviéndose en círculos las pusiera en un profundo trance.

—Entonces la botella estaba… dado vueltas… girando y girando… girando y girando… lista para señalarte a ti o a Lucy.

“Esto debe ser”, pensó Tiffany mientras su corazón se aceleraba todavía más. Erin ya debía haberla programado para obedecer. Solo le parecía que aún era libre cuando en realidad nunca tuvo la oportunidad de escoger el no haber venido con Erin y nunca sería capaz de escapar de la trampa en la que se encontraba… Se dejó llevar y decidió esperar el momento en que su mente se disolvería.

—Lo que me recuerda, Lucy también quería descubrir lo que pasó la noche de ayer… —Erin hablaba con suavidad—. Ella me escribió… hoy más temprano, preguntando si podríamos reunirnos…

Tiffany sintió como perdía un poco de su relajación. ¿Lucy? ¿Qué tenía que ver Lucy con todo esto?

—Y ya que sus recuerdos terminan en la parte en que la botella está girando… —El dedo de Erin todavía trazaba círculos en la palma de Tiffany, pero por alguna razón parecía haber perdido su toque mágico—. …Tiene sentido esperarla aquí, con la botella girando y girando, hasta que ella llegue y ambas puedan descubrir el desenlace juntas.

Algo hizo clic en la mente de Tiffany. De inmediato, la emoción, la excitación, la anticipación y la relajación se esfumaron como una sábana que se prende en llamas hasta consumirse por completo. Alejó su mano del dedo de Erin.

—¿Lucy? —preguntó sin intentar esconder su desdén—. ¿Le pediste a Lucy que venga a aquí a pasar el rato contigo? ¿Con nosotras?

Erin se veía como si la hubieran abofeteado en la cara.

—Yo… Yo …Bueno, yo…

—¿En qué estaba pensando…? ¡Oh soy una idiota! —murmuró Tiffany—. Si fueras a ponerme en trance lo hubieras hecho en el momento que obtuviste tus memorias de vuelta. Esto no era… ¡Argh!

Tiffany se pasó las manos por el cabello. La vergüenza se apoderaba de ella a un ritmo imparable. ¡En verdad pensó que Erin la quería y que este era su jugada para convertirla en su esclava! Claramente se había convencido a sí misma tanto de que eso era lo que quería que pensó que ya había perdido el control… ¿Pero traer a Lucy?

El encantamiento estaba roto. Tiffany ya no sabía que pensar.

—Mira, Tiff, ¡Lucy solo quería saber lo que pasó ayer también! ¡Pero quizá llame a tu teléfono en lugar del mío porque yo lo olvidé! No entiendo, ¿cuál es el problema?

Tiffany miró a Erin sintiéndose disgustada consigo misma y furiosa con ella. Ninguna de esas emociones tenía sentido, pero no sabía cómo hacer que se fueran. No, teníaque hacer que se fueran antes de que dijera algo irracional e injusto. ¿Y qué sería eso?

¡Cómo te atreves a no esclavizarme bajo tu voluntad! ¡No puedo creer que no estés actuando acorde con el fantasioso escenario que monté en mi cabeza y que no he compartido con nadie!

Casi se ríe de la locura que tenía en su propia cabeza.

En su lugar suspiró. Erin no tenía forma de controlarla ni tampoco se acercaría tanto a ella si Tiffany tuviera forma de controlarla, por lo tanto, ninguna había vencido a la otra. Una parte de su cabeza se sentía tentada a exclamar: “duerme, Erin, duerme”, solo para probar suerte, pero se sentiría completamente tonta cuando lo hiciera y nada pasara y Erin sabía exactamente lo que estaba intentado. Si ayer había comprobado que no tenía el trigger implantado en Josh, ¿cómo podría tenerlo en Erin?

—Lo siento, Erin. No debí haber venido, —se disculpó Tiffany mientras se ponía en pie y hacía lo mejor que podía para controlar su rabia por unos minutos—. Sí, quiero saber lo que sucedió ayer, pero claramente no es el mejor lugar ni el mejor momento. Quizá podamos reunirnos en otra ocasión o puedes decirnos a todos juntos la próxima vez que Josh nos invite a su piso. Si es que nos invita de nuevo…

—¡Tiff! Espera —demandó Erin poniéndose en pie. Se veía herida y confusa—. ¿Es porque invité a Lucy?

—¡No! Bueno, quizá. Es… es complicado, ¿de acuerdo…?

Eso era verdad, después de todo. Le gustaba Erin. Nunca se había dado cuenta de que le gustaba hasta que todo lo del Algoritmo sucedió, pero ahora quería besarla, sentir su tacto, recorrer su cabello con los dedos y morder su cuello mientras Erin hacía lo propio. Pero, sobre todo, Erin le provocaba fantasías de control, de poder. Quería susurrarle ordenes irresistibles al oído y transfórmala en una obediente y feliz esclava sexual. Quería que Erin chasqueara los dedos y sentir su voluntad desvanecerse en un desastre ardiente de excitación y sumisión. Quería todo eso y mucho de eso parecía ser mutuamente excluyente al punto que solo la confundía y la desorientaba. Necesitaba tiempo para pensar, tiempo para calmarse. Y necesitaba, realmente necesitaba, condensar sus constantes fantasías jugosas en un orgasmo real y su mente y su coño seguían empujando su excitación demasiado lejos para permitirle pensar claro.

Necesitaba irse.

—Mira, escríbeme un mensaje o algo cuando tengas tu teléfono de vuelta. —propuso Tiffany con gentileza—. Incluso si solo es una carita triste para molestarme. Adiós…

El rostro de Erin era un coctel de emociones. Tristeza, enojo, confusión y algo más que Tiffany no podía definir. En lugar de decir nada, le dio una breve despedida con la mano y regresó a su mesa.

Tiffany volteó la vista cuando llegó a la salida de la cafetería para ver a Erin con la cabeza enterrada furiosamente en un uno de sus libros, tan furiosa que parecía que el libro podría prenderse en fuego solo de su expresión. Tiffany sintió una punzada de culpa mientras caminaba fuera de la cafetería hacia el aire frío de la noche.

Parecía como si la noche se hubiera hecho bastante más fría y oscura desde que entró a la cafetería a pesar del poco tiempo que había pasado. La calle estaba bastante abarrotada de gente que aprovechaba su noche de viernes en bares y clubes. Las luces de neón brillante iluminaban la mitad de las ventanas en la calle y el sonido amortiguado de un bajo podía escucharse desde algún lugar en los alrededores. Tiffany se abrazó a si misma para tener más calor y trato de sofocar un sollozo.

No había caminado más de veinte metros en dirección a su estación de bus cuando su teléfono comenzó a sonar. Se detuvo para mirar quien llamaba y gruñó. Era Lucy. Seguramente estaba cerca, quizá le preocupaba que no podría encontrar el lugar sin el número de Erin. Por mucho que le fastidiase la idea de hablar con Lucy ahora mismo, pensó que lo mejor para sacársela de encima sería contestar, decirle que Erin seguía en la cafetería y que ella ya no y cortésmente cortarla si intentaba hacer más preguntas. Así que contestó y se acercó el teléfono al oído.

Las únicas palabras que escuchó fueron:

—Tiffany en trance.

Una niebla se apoderó de la mente de Tiffany tan repentinamente que apenas se dio cuenta de ello. Intentó pensar en el significado de esas palabras, pero el pensamiento se esfumo más rápido de lo que podía formarlo. Sus ojos pestañearon por unos momentos y después se enfocaron a la nada frente a ella. Su respiración desaceleró hasta convertirse en una inspiración regular y profunda y una exhalación lenta y relajada. Su mano lentamente se dejó caer desde su oreja obedeciendo poco a poco a la gravedad hasta quedar flácida en su costado. Su teléfono resbaló peligrosamente entre sus dedos sueltos, pero, aunque sintió el plástico deslizarse no hizo ningún esfuerzo por prevenir que se caiga. Se quedó parada perfectamente quieta, de vez en cuando corrigiendo su balance perturbado por el fresco viento de la noche, pero por lo demás, inmóvil.

No supo que estaba en trance. No supo nada en ese momento. Simplemente estaba relajada, quieta, en calma y libre de todo pensamiento.

—Allí estás, —dijo una voz—. Ups, mejor lo agarro antes de que lo botes.

Su teléfono gentilmente fue arrebatado de sus dedos.

—¿Estás calmada y en trance?

—Sí —Las palabras escaparon de su boca, no como una réplica consciente, sino como una verdad inescapable

—Bien… —contestó la voz—. De acuerdo, entonces, escucha con atención…

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Una entrega más de Algoritmo. ¿Lucy regresó al juego? Y ¿cuáles son las verdaderas intenciones de Erin? ¿Por qué quería reunir a Tiff con Lucy para contarles lo que pasó? ¿Llegará Tiffany a hacer realidad las anotaciones de su libreta y esclavizará a sus amigos? O ¿Terminará bajo el dominio de alguien más?

Recuerden que si no aguantan a esperar pueden visitar la historia original en inglés en el sito de mcstories y que desde allí pueden apoyar a Carefully Random, el autor original. También recuerden que siempre le transmito sus comentarios de apoyo a la historia y que también aprecio sus comentarios sobre mi traducción, me ayudan a mejorar. Un agradecimiento especial a Azas quién dejó maravillosas palabras de apoyo en el capítulo anterior.