Algo pendiente
Cuando hay algo pendiente es mejor dejarse llevar.
Hace un día frío, típico de este mes, así que me abrocho los botones del abrigo y voy en busca de la bufanda. Me pregunto si le gustará el vestido negro ceñido a conjunto con unos tacones del mismo color. Hace tiempo que teníamos algo pendiente, ambos lo sabíamos. Cuando las ganas arden, un café no basta.
Nos hemos citado en su casa para cenar. Solía ser una mujer que esperaba a enamorarse para pasar a mayores, ahora simplemente disfruto de mi vida…y de mi cuerpo. Vive en una casa a las afueras de la ciudad. La casa, rodeada de un jardín maravilloso, no es muy grande. Fachada de color marrón y tanto ventanas como la puerta de entrada blancas. Suspiro y toco al timbre.
Una sonrisa mezcla picara con alegría sale a recibirme. Me saluda con dos besos acompañados de una mano que baja hacia la parte mas baja de mi espalda apretándome contra el. Adrián es rubio con ojos azules, alto y de espaldas anchas. Me invita a pasar al salón donde ya tiene lista la mesa con unas velas en el centro. Me ayuda a quitarme el abrigo y lo deja en un lateral del sofá junto a mi bolso mirándome.
-Estás preciosa.- Se acerca suavemente, pasa sus brazos alrededor de mi cintura y posa despacio sus labios sobre mi cuello.
Me besa, al principio despacio, luego casi con desesperación. Mis manos pasean por su torso y se cuelan bajo su jersey. Me lleva por el pasillo hasta su habitación, chocamos contra la pared mientras le quito el jersey por encima de la cabeza. Besa mi cuello mientras observo de reojo el tatuaje de su brazo que llega desde el bíceps hasta la muñeca.
Me da la vuelta y me desabrocha el vestido dejándolo caer al suelo. Me giro y llevo mis manos al botón de su pantalón, le beso el cuello voy bajando hasta su cintura, el pantalón cae y ahora voy directa a su ropa interior. Suspira cuando nota mi lengua alrededor de su miembro. Enreda mi pelo en sus manos y aprieta hacia el. Empiezo despacio, le miro a los ojos y gime sintiendo como entra y sale. Ahora gime y me agarra del brazo hacia arriba, me besa con absoluta desesperación y me empuja hacia la cama.
-Nena, mi turno.
Sentencia mientras me quita el sujetador. Ahora son sus manos las que tocan y su lengua la que siento en mi cuerpo. Se arrodilla delante de mi para quitarme las braguitas. Vuelve a besarme y desciende por mi cuerpo recreándose. Toco su pelo corto, gimo y suspiro sintiéndole. Se coloca entre mis piernas y me besa. Sentimos el roce de nuestros cuerpos, hago que se tumbe y me siento a horcajadas sobre el sintiéndome llena. Subo y bajo, sus manos agarran, aprietan mi cintura facilitándome el movimiento. Nos miramos a los ojos. Se que está a punto, me vuelve a tumbar y esta vez es él quien empuja. Me agarro a su cuello, le araño en la espalda y se deja llevar echándose sobre mi. Se queda en silencio con la cabeza entre mi cuello y la almohada, acariciando mi pelo.