Algo no buscado
Por motivos de trabajo tiene que irse a vivir a casa de su suegra sin saber lo que ahi sucederia.
Esta historia que les voy a contar les va a demostrar que el sexo con familiares le puede suceder a cualquiera sin avisar bajo que circunstancias.
Mi nombre es Roberto, mi esposa y yo hemos estado casados por 10 años, ambos tenemos 32 años, tenemos dos niños uno de 7 y otro de 5 años.
MI esposa es una gran mujer y nuestra vida es muy buena, nunca hemos tenido ningún problema, yo la amo porque ella es una gran mujer, esposa y madre.
En setiembre del año anterior la compañía para la que trabajo, me enviaba a hacer un trabajo especial por 4 meses, a otra ciudad lejos de la capital, la oferta era muy buena, mas dinero y un aumento de puesto, mi esposa estuvo de acuerdo en que fuera, pero mi mujer tuvo una idea ella insistió en que me hospedara en casa de su madre Teresa, una señora muy buena y conservadora de 61 años, viuda, ella vivía en la misma ciudad en la que debía hacer mi trabajo, yo podría quedarme en su casa toda la semana y los fines de semana viajaría a ver a mi esposa, eso durante los 4 meses.
Así que yo llegaba a la casa de su madre el miércoles por la tarde, la cena estaba lista, la señora me recibió muy cordialmente, era una señora muy agradable, cabello gris cubierto de canas, su cuerpo era grande y alta, sus pechos eran también grandes, su cintura definida, caderas redondas y unas piernas largas, aunque ella vestía muy conservadoramente y esto casi no se podía apreciar. La verdad nunca había tenido ningún interese sexual por esta señora.
Ese día durante la cena, mi suegra y yo hablábamos de la familia, la cena estaba deliciosa, a las 10.30 de la noche la señora se disculpo para irse a su habitación a dormir mientras yo iba a la mía.
Así pasaron los días, la señora era muy amable conmigo, se preocupaba porque no me faltara nada, se levantaba temprano a prepararme el desayuno, lavar mi ropa, en fin hacer que mi estadía en su casa fuera lo mejor posible, me llevaba muy bien con esta señora, así que un mes después de estar en su casa, y ante tantas cortesías la invite a que saliéramos a cenar a uno de los Restaurantes mas finos del lugar. Ella decía que no hacia falta que no me molestara, yo le insistí, ella acepto, parecía muy feliz con la idea.
La casa de mi suegra estaba apartada un poco de la ciudad, así que a las 8 salimos al Restaurante, atravesamos el puente que separaba la casa de mi suegra de la carretera y nos dirigimos a comer, aunque la tormenta que empezó a caer oscurecía un poco la noche.
La cena estuvo estupenda, conversamos sobre la familia toda la noche, mi suegra era una señora muy agradable en realidad.
Cuando conducíamos regreso a la casa vimos que debido a la tormenta, el puente se había inundado y no habría paso esa noche, así que le dije a mi suegra que regresáramos a la ciudad, y pasáramos la noche en un hotel.
El recepcionista del hotel nos decía que no tenía habitaciones disponibles que debido a la lluvia, el hotel estaba lleno y que solo le quedaba una habitación con dos camas dobles. Doña Teresa me dijo que a ella no le importaba dormir en la misma habitación conmigo, que de por si eran camas separadas. Cuando llegamos ala habitación nos dimos cuenta de que las camas no eran dos, sino solamente una con una tamaño Rey. Le pregunte a mi señora suegra que que hacíamos, ella me dijo que no me preocupara que yo era como un hijo para ella, y que no había problema en que durmiéramos en la misma cama había mucho espacio para los dos.
Entramos, Doña teresa dirigiéndose al baño dijo que tomaría una ducha y se cambiaria, yo bajaba al vestíbulo para darle un poco de privacidad.
Cuando volví ella estaba envuelta en las sabanas, así que fui al baño me duche, yo siempre había dormido desnudo, pero esa noche no podría dormiría en la misma cama con mi suegra, así que Salí del baño en calzoncillos, la luz estaba apagada por lo que no se veía mucho en la habitación.
Me acosté del otro lado de la cama, y le decía a mi suegra Buenas Noches mientras me giraba y me acostaba dándole la espalda. Para ser sincero no tuve ni un solo mal pensamiento al estar ahí acostado con mi suegra. La respetaba y admiraba con la honorable señora que era.
En algún momento de la noche una molestia me despierta, era una pierna de mi suegra que estaba sobre la mía, sus brazos estaba alrededor de mi, abrazándome, sus senos estaban descansando sobre mi pecho, yo me quedo ahí quieto sin poderme mover, yo sentía su cuerpo unido al mío, su vagina pulsando contra mi cadera, como haría para moverme sin despertarla, seria muy bochornoso despertarla y que viera como me tenia abrazado, así que decidí moverme un poco para darme vuelta, pensado que ella se giraría y apartaría su cuerpo de mi, pero en su lugar ella me abrazo por detrás sus manos en mi pecho, sentía sus senos pulsando contra mi espalda, ella estaba profundamente dormida, yo intentaba moverme suavemente para cambiar de posición, yo rodaba despacio sobre ella, tratando de liberarme, entonces ella giraba, entonces ella levantaba un poco las caderas, pulsándolas contra mi, con sus piernas rempujando las sabanas abajo para descubrirse parcialmente, tras este movimiento ella dobla las rodillas, y abre un poco sus piernas, uno de sus pecho estaba prácticamente fuera del camisón que estaba usando pues dos de sus botones se habían abierto, el camisón estaba arrojado en su cintura, unos calzones blancos eran completamente visibles. Su vagina de veía grande bajo el tejido apretado.
Yo no podía ayudarme a mi mismo. MI verga se había parado, tenia varios días de no tener sexo, yo rodaba sobre ella y situaba mi pierna en las suyas, y mi rodilla en su apretada vagina. Ella abría mas las piernas, mi verga estaba pulsando contra su pierna, yo movía mi pierna lentamente haciendo que mi rodilla rozara su vagina sobre el calzón, y así ligeramente yo situaba una mano sobre su pecho expuesto, y lo acariciaba ligeramente, yo empezaba a rozar su pezón con mi dedo índice y sus pezones empezaban a endurecerse. Yo estaba tan excitado como no lo había estado en mucho tiempo.
Después de unos minutos ella suelta un gemido pequeño, me asuste y me moví un poco rodando a un lado, entonces ella pone su brazo sobre mi, ella me acerca de nuevo a ella, arrastradome de nuevo sobre su cuerpo, mis manos acarician su trasero mientras ella lo levanta pegando su vagina a mi verga cubierta por mi calzoncillo, yo retrocedía un poco mientras bajaba mi calzoncillo, liberando mi verga que estaba completamente dura, y de nuevo bajaba para hacer contacto contra la suave tela de su calzón, yo empiezo a mover mis caderas mientras mi verga roza su frente.
MI suegra empieza a moverse también, su respiración se volvía mas fuerte, yo bajaba mi mano a su calzón, yo siento como gemía mas duro, yo movía mi mano dentro de su calzón, y tocaba su caliente y mojada vagina, cubierta de pelos gruesos grises también, ella empezaba a mover mas sus caderas al sentir mis caricias, mi verga estaba pidiendo entrar en su raja, así que yo movía mi mano y bajaba su calzón, ella estaba tan mojada que al acercar mi verga y empujarla dentro de su raja, esta entro resbalada, yo me quedaba dentro suyo unos segundos pensando si me movía o no, era tanta la excitación que pronto me regaría.
En un momento de cordura yo me pregunte si mi suegra estaría de verdad dormida o estaría fingiendo, de pronto ella misma fue la que se empezó a mover con mi verga dentro, entonces yo también empecé un rítmico movimiento penetrándola completamente a mi placer.
Ella lentamente levantaba las piernas en el aire y sincronizaba sus movimientos con los míos, volviéndose mas rápidos, cogiendomela durante 20 minutos, yo no podía comparar esa experiencia con ninguna en mi vida, así que cuando sentía que mis bolas expulsaban todo su semen, aceleraba mas los movimientos de mi verga mientras la vagina de mi suegra se contraía recibiendo todo mi semen. Cuando ambos finalizábamos, permanecíamos así abrazos, no sabiendo se estaba dormida o despierta porque ninguna palabra era dicha. Con mi verga entre sus piernas yo me quedaba dormido.
Yo despete la mañana siguiente con la cama vacía, mi suegra estaban en el baño y salio completamente vestida, me decía que me apurara para regresar a la casa.
Durante el camino nada fue dicho sobre lo sucedido, como si todo hubiera sido un sueño. Aunque ella estaba de muy buen humor y feliz, cuando llegamos a su casa y llamamos a mí esposa por teléfono, mi esposa me decía que su madre se escuchaba mejor que en muchos años, desde la muerte de su marido.
Yo le decía a mi esposa que regresaría para el fin de semana.
Pasó el día como si nada hubiera sucedido y despidiéndome de mi suegra, me dio un beso en la mejilla diciéndome que habían sido unos de los mejores días que había pasado desde que me case con su hija.