Algo me despertó
Algo me despertó en esa calurosa noche de verano. Un coche había aparcado al lado de la verja de mi jardín. Dentro dos chicos guapos se demostraban su amor. Así que desnudo como estaba los invité a pasar y que nos diéramos placer juntos.
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Algo me despertó.
Algo me despertó y por mas vueltas que daba en la cama no conseguía volver a dormir. Así que me levanté con la intención de beber un vaso de agua, comer algo o leer o ver la tele. Esa noche hacía mucho calor y dormía desnudo del todo sin taparme en absoluto. Un impulso o quizá el ruido de un motor me hizo acercarme al ventanal que separaba mi salón del jardín.
No me conservo mal del todo, un gimnasio en el sótano y una pequeña piscina en el jardín me lo permiten. Tengo los cuarenta cumplidos, moreno y ya me ha salido alguna cana. Alto y delgado con un culo duro y respingón, fibrado.
Es una zona solitaria, una casa aislada, prácticamente en medio del campo. Y cual fue mi sorpresa al ver junto a mi valla un coche aparcado. Era un modelo viejo y sencillo. El vehículo no estaba vacío, el movimiento de los amortiguadores demostraba que estaba ocupado.
Dentro una pareja se besaba con pasión. Las cuatro ventanillas bajadas del todo debido al calor hacía que no se empañasen y me permitían un cómodo espectáculo. Las luces de mi jardín iluminaban la parte alta de los asientos y los veía besarse con auténtica furia.
Eran bellos y jóvenes, sus lenguas se cruzaban dentro y fuera de las bocas dejando caer hilos de saliva por sus pechos desnudos. Dos chicos fibrados, sin vello, sensuales cuerpos frotándose. No es que yo fuera gay, puede que más bien bisex, por lo menos de concepto, hacía mucho que no estaba con otro hombre. Pero soy lo suficiente morboso como para reconocer un bello espectáculo allí donde lo encuentre. También había hecho mis experimentos en ese campo hacía tiempo, con amigos o dejándome ligar en algún pub de ambiente, ya hacía años de eso.
Al verlos mi pene reaccionó de inmediato poniéndose firme, sabiendo que deseaba estar con ellos. No tenía claro si lo contrario también era cierto pero sentía que debíamos darnos una oportunidad. Pensaba que serian morbosos y que una oportunidad de hacer un trio en una cama más cómoda que el asiento de atrás de un coche no sería para que la dejaran escapar.
Me acerqué a los ventanales del salón y encendí las luces de dentro de la casa. Sabía que me podrían ver completamente desnudo desde el vehículo, bien iluminado y mirándolos con descaro. Esperé a ver su reacción; lo primero fue un susto que hizo que escondieran las cabezas por debajo del nivel de las ventanillas. Luego la curiosidad hizo acto de presencia, sus cabezas iban asomando poco a poco. Seguí sin moverme mientras dejaba que me miraran a gusto.
Esperaba no asustarlos del todo y que se marcharan. Si hubiera pasado eso tendría que haberme conformado con hacerme una paja y volverme a la cama. Pero no se oía el sonido del motor así que crucé la cristalera y caminé despacio por el jardín, descalzo y desnudo, exhibíendome, dejando que ellos eligieran.
Me acerqué a la valla sonriendo y con una erección que apenas había disminuido en todo ese rato. Saludé con la mano, solo un gesto y ellos respondieron de igual manera, buena señal. Aún mejor cuando abrieron la puerta mas cercana a mí. Lo que me permitió una mejor vista de sus cuerpos que no habían tapado.
¡Hola! Habéis elegido un buen sitio para aparcar.
Creíamos que no vivía nadie aquí. No queríamos molestar, ni despertarlo.
No molestais, me ha despertado el calor.
Asumiendo que la cosa iba bien los invité a una copa dentro y que como podían apreciar podían dejar sus ropas en el vehículo con toda confianza.
-¿Queréis tomaros una copa conmigo? Como podéis ver no hace falta que os vistais. Todos podemos disfrutar de la desnudez.
Se miraron a los ojos aún dudando. Pero parecieron darse confianza en uno al otro.
- De acuerdo. Eres muy amable.
Bajaron del coche, se calzaron una sandalias sencillas y cruzaron por la puerta del jardín que les abrí. Ya mas de cerca comprobé que mi primera impresión era acertada eran guapos y estaban buenos. Uno rubio y otro moreno, Marcos y Alex, fibrados y delgados, sus cuerpos jóvenes de piel perfecta, depilados y muy sexis. Sus pollas, supongo que por culpa del susto, no estaban duras del todo y colgaban entre sus muslos. Ellos también me examinaban a mí y no pareció disgustarles lo que estaban viendo.
Los tres estábamos algo nerviosos, lógico considerando que éramos completos desconocidos. Aunque estábamos sin ropa, parece que la situación inesperada nos cortaba un poco. Las erecciónes que lucíamos los tres habían bajado algo en las presentaciones y cruzando el jardín. Aunque las pollas seguían bastante morcillonas. Le indiqué a uno de ellos que pusiera algo de música, mientras yo preparaba unas copas para romper el hielo.
- Ahí está el equipo ¿puedes poner algo de música? ¿Que queréis beber?
Marcos le dio un beso en los labios, uno suave, al otro antes de levantarse e ir hacia a la cadena que yo tenía encima de un mueble en un rincón del salón. Me gustó el detalle y estaba algo envidioso, quería que me besaran a mí.
Así que les dije medio en broma, medio en serio:
- si vais a repartir besos yo también quiero.
Sin una palabra el que estaba de pie, el rubio se acercó a mi y me dio uno de los besos mas morbosos y lascivos que me han dado nunca. Sus labios atrapaban los míos y los mordisqueaban con suavidad aún sin usar la lengua. Cuando agarraban uno pasaba la lengua por allí pero sin entrar en mi boca. Mi erección volvió a los niveles de antes y eso que tampoco habíamos usado las manos para nada.
Cuando me acerqué al sofá a llevarle la copa a Alex me incliné y también lo besé. La misma técnica, la misma excitación y su polla reaccionó como la mía. Viendo que ya habíamos roto el hielo me relajé convencido de que el resto de la noche iba a ser lasciva y mágica para los tres.
Alex, extendió el brazo me acarició el pecho con suavidad. Agarrando uno de mis pezones entre dos dedos. Yo seguía dándole saliva. Marcos se acercaba a nosotros por detrás rozando mi culo con su firme polla. Me enderecé con lo que el rubio pudo pegarse a mi espalda poniendo su ya dura verga justo en el canal entre mis nalgas. Mordisqueaba mi hombro y cuello el besos húmedos.
Pero justo delante de mí Alex que seguía sentado en el sofá tenía mi rabo justo enfrente de sus bellos ojos. Lo levantó con su mano y empezó a darle besos y lamidas a mis huevos depilados. Aquellos dos sabían como hacer las cosas. Ya no podía controlar los gemidos y suspiros que escapaban de mi boca.
Marcos había rodeado mi pecho con sus brazos y pellizcaba mis pezones. Eché la cabeza atrás sobre su hombro y él besaba y lamía mi cuello de la clavícula a la oreja. Hasta meter la punta de la lengua en mi oído. Alex por su parte había subido por la polla sin separar la sin hueso del tronco hasta meterse el glande entre sus bonitos labios.
Estaba a puntito de correrme en su lengua, viéndolo él, me dejó descansar. Fue a por su amigo que seguía detrás de mí acariciándome. Me hice un poco a un lado y esa boquita golosa buscó el nabo de Marcos. Tardó un momento en dejarlo a punto de la erupción, como a mi. Ninguno de los dos queríamos correremos tan pronto.
Cogí su mano para levantarlo y llevarlos a los dos a mi dormitorio. La cama era suficiente para los tres. Entre Marcos y yo tumbamos a Alex sobre mis sábanas para lamerlo y comernoslo enterito. Nuestras lenguas recorrían cada centímetro de su suave piel. De la cara a los pies pasando por el cuello, los hombros, todo el pecho, incluido cada durísimo pezón.
Los regueros de saliva se mezclaban y a veces juntábamos las sin hueso. Si mi mano sujetaba la polla, la de Marcos le acariciaba los huevos. Llegamos al vientre y veía como su amigo besaba su ombligo. Mirándome lascivo el chico se saltó los genitales y fue a por uno de los pies. Como Alex empezó a retorcerse por las cosquillas. Yo sujeté el otro pie y lo llevé a mi boca. Chupé sus dedos uno por uno, la planta del pie y el empeine antes de subir lamiendo su pantorrilla.
Cada uno por una pierna subíamos buscando la polla. Yo llegué antes a los huevos y Marcos se metió el glande en la boca. Mi saliva resbalaba por el perineo del chico. Así que aproveché y empecé a buscar entre las duras nalgas. El ano estaba apretado pero pronto se relajó con la caricia de mis dedos ensalivados. Con un gesto de asentimiento su amigo me dio el permiso.
- Yo ya me lo he follado, hoy te toca a tí.
Pude ponerme entre sus piernas y levantarla hasta mis hombros.
El lubricante está en ese cajón. ¿Me lo alcanzas?
Pues claro.
Se estiró hasta la mesilla y abriendo el pequeño envase paso una buena cantidad del gel en mi duro glande y en el culo de Alex. Incluso sujetó las nalgas de Alex para que se la fuera metiendo despacio y firme.
No tenía prisa, quería disfrutar de ese bello cuerpo masculino. Marcos me besaba lascivo y pellizcaba mis pezones a la vez. O se metía los dos de los pies de su amigo en la boca, justo al lado de mi cuello.
- Correte, llénale el culo de semen.
La polla dura de Alex botaba apuntando al techo o golpeando el duro vientre al ritmo de mis embestidas. Para mantenerla aún más dura de vez en cuando se agachaba y le daba una lamida. También empezó a jugar con mi ano. Todavía tenía el lubricante y empezó a ponérmelo en el ano.
Mientras lamía mi oreja me dijo:
-A qué tiene una polla preciosa, ¿la quieres en tu culito?
-¿No la quieres tú?
-A mí ya me ha follado.
En ese momento me corrí. Cuando saqué la polla mi semen salía del ano cayendo a mi sábana. Marcos pidió meter la cabeza entre nuestros cuerpos lo suficiente como para darle un par de lamidas.
Dejé descansar sus piernas en el colchón. Y ahora Marcos separaba mis nalgas para que fuera yo el que sentado sobre la cadera de Alex me fuera clavando ese durísimo rabo. Bajando despacio el culo sobre el pubis del chico. Me apoyaba en sus pectorales, acariciando sus pezones. Él también acariciaba los míos o sujetaba mi cintura ayudándome a moverme.
Marcos también quería su orgasmo. Se sentó un momento sobre la cara de Alex que le comió el culo ante mis ojos. Su polla me señalaba.
- Sube y dámela. Quiero chuparla.
Se levantó y me la puso delante de la boca. Así que no tuve más que separar los labios para poder lamerla. De los huevos a la punta la tenía toda para mí. Mientras me movía con suavidad ya no paré. Quería la lefa de los dos chicos.
Alex se corrió en mi culo y en ese momento Marcos me llenó la boca de semen. Solo tuve que inclinarme un poco para dejarlo caer en la boca de Alex. Para después seguir inclinándome y meter la lengua en su boca para jugar con la lefa de su amigo y su saliva.
Marcos se colocó detrás de mí para lamer mi ano y la polla y los huevos de su amigo.
¿Tenéis que iros? Podéis quedaros si queréis. Estoy de vacaciones.
Tenemos que dormir en nuestras casas. Pero podríamos volver de día.
Habrá que ir al coche a por vuestras ropas. Pero podéis ducharos aquí.
Así lo hicimos. Yo mismo recogí sus pantalones y camisetas de la bandeja trasera mientras ellos se duchaban juntos. No sería casualidad que salieran del baño con las pollas duras de nuevo. Como no podían irse en esas condiciones, sentado en un sillón, les hice una mamada a los dos. Me metía cada rabo en la boca alternativamente, mientras pajeaba el otro. Ellos gemían y se besaban intercambiando saliva.
Guardé la lefa en la boca y ellos se inclinaron a recoger su parte directamente de mi lengua. Con los rabos bien limpios y sabor a semen en la boca marcharon a su casa. Aún quedaba mucho verano para poder disfrutar en mi jardín y mi cama con los dos chicos.
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