Algo más que primos (2)

Julián y Javier siguen descubriendo que se sienten más que primos.

Recién cumplidos los dieciocho, Julián se sacó el carné de conducir. Aprovechaba para hacer kilómetros con un coche viejo de su padre. Javier era ya un adolescente bien parecido y con un culo no muy grande pero bien formado. Julián se volvía loco por ese culo. Aquella mañana iban por carreteras secundarías cerca de Madrid.

Javier echaba una cabezada y Julián disfrutaba conduciendo. Hacía calor. Y el sol y los pensamientos terminaron por ponerle burro. Ver a su primo cerca le excitaba siempre; se había puesto burro y estaba empalmado. Se salió de la carretera por un camino secundario y se medio metió entre unos matojos.

Se bajo con rapidez y abrió la puerta del copiloto. Javier no sabía aun donde estaba. Medio dormido sintió que le sacaba de su asiento, le tiraba sobre el capo y le bajaba el pantalón y los calzones. Julián se bajo la cremallera del pantalón.

Tanteó con la mano el culo de su primo y cuando encontró el agujero, acerque su polla y se la metió de un golpe. Javier despertó de golpe, a medias por sorpresa y a medias por dolor. Comenzó a decirle guarrerías al oído. Javier se iba despertando roto por el placer.

  • ¡Qué ganas tenía de follarte! Este culo me vuelve loco; lo quiero entero para mí. Eres mi esclavo y no lo debes olvidar. Tu culo es para que me lo folle siempre que yo quiera.

Le cogió la polla; se había empalmado. Hizo un tubo con su mano, y con sus vaivenes, dejó que se deslizara hacia dentro y hacia fuera.

  • Dime que te gusta

  • Sabes que me gusta primo; dame fuerte

Sus gemidos se confundían y se hacían casi uno.

  • Julián, quiero que me azotes. Quiero ser tu esclavo; y debes hacer conmigo lo que quieres. Azótame.

Se salió y quitándose el cinturón comenzó a azotarle. Primero en una nalga y luego en otra. El culo de Javier comenzó a ponerse rojo. Javier gritaba con cada azote y sus muecas eran de placer y de dolor. Julián no quería pasarse y paró.

Javier se dio la vuelta y le beso con fuerza. Le susurro en el oído que le azotara más. Julián dejó el cinturón y con sus manos siguió el juego. A cada azote Javier le besaba con más pasión, metiendo su lengua lo más dentro que podía. Julián continuó excitándose. Los azotes eran cada vez más fuertes.

  • ¿Estas bien? – preguntó Julián

  • De puta madre; tú no pares.

Le volvió a tumbar sobre el capó y le metió dos dedos por el culo. Javier se retorcía y comenzó a masturbarse. Javier le azotó con fuerza.

  • No te he permitido que te masturbes.

  • Perdón.

Siguió tanteando con sus dedos el agujero y Javier no dejaba de gemir. Sacó los dedos y volvió a meterle la polla, mientras pellizcaba su culo. Sintió que se iba y dejando caer su peso sobre su primo, se corrió. Le oprimió

contra el coche, exhausto. Le lamió la nuca mientras susurraba

  • Córrete antes de que se me encoja

Y con su peso encima, se la cogió y la batió con firmeza y rapidez. Cuando Julián sintió que se iba, le mordió una oreja. Se quedaron quietos y en silencio unos segundos.

Pero la postura era incomoda, así que se incorporó. Julián abrió el maletero para sacar un trapo y limpiarse. Se subieron al coche; Javier miraba a Julián dulcemente. Este se inclinó sobre él y beso su boca.

Me estas volviendo loco – le dijo.

Sonrió con una candidez en absoluto fingida. Julián se daba cuenta de que estaba atrapado, de que aquello comenzaba a suponer algo más que sexo.

  • Me gustas; me gustas mucho, cabrón.

Sintió que se llenaba, que su cara se iluminaba, que le dedicaba una sonrisa llena de ternura.

  • ¿Lo dices en serio? – preguntó suavemente Javier.

  • Si; muy en serio.

  • Es lo mejor que me has dicho. Porque yo si estoy loco por ti.

Julián arrancó sin mirarle. Y cuando ya había metido la quinta, ya en la carretera principal, puso mi mano sobre el muslo de Javier. Por primera vez, él se atrevió a cogerla. Julián sonrió; realmente me sentía muy bien.