Algo más íntimo...
¡Tú estás loco Spike! ¡Esto no está bien! dijo Lindsay sin soltar su erección...
Una noche más, su madre esperaba noticias del chico para interesarse por cómo le había ido. Este le relató la maravillosa experiencia que había tenido primero con la hija, con el coito simulado y luego con la madre y amiga de Lindsay en una follada visceral e improvisada.
—¿Entonces te la has follado? —preguntó incrédula ella.
—Sí, ha llegado un momento en el que me lo ha pedido porque ya no podía más, según ella y sí, me ha dejado hacerlo —admitió Spike.
—¡Oh qué interesante! —admitió la madre.
—No estás celosa ni nada, pensando que es capaz de hacerlo con hombres —preguntó Spike.
—No, ella elige y el que lo haga contigo tiene un morbo especial, ¿te has dado cuenta de que compartimos amante?
—¡Oh sí! Te puedo hacer una confesión.
—¿Sí? —dijo su madre expectante.
—Me gustaría veros hacer el amor y luego hacérselo a ella —dijo Spike para sorpresa de Lindsay.
—¿Un trio? ¡Um, Spike creo que no te diría que no! —admitió Lindsay.
—¿Estás cachonda?
—¿Por qué lo preguntas?
—Bueno admito que la otra noche te expié y después de hablar conmigo y que te contase todo parece que sentiste la necesidad de masturbarte, ¿verdad?
—¡Cómo te atreves a espiarme! —protestó Lindsay.
—Porque compartimos secretos y amantes, y eso de alguna manera nos une más de lo que podría pensar, ¿sabes?
Lindsay estaba sentada al otro extremo del sofá, con su pierna más cercana flexionada hacia Spike y apoyada sobre el sofá, lucía un bonito vestido estampado por la rodilla y estaba con los brazos apoyados en el respaldo y el reposabrazos de este. Cuando el súbito gesto de Spike la sorprendió.
El chico puso su mano sobre su rodilla y cogiendo su vestido lo apartó descubriendo sus muslos tan blancos como las braguitas que llevaba puestas.
—¡Pero qué haces Spike!
—Nada, sólo pienso que tal vez podrías tocarte un poco delante de mí, ¿te apetece?
—¡Tú estás loco! —dijo ella apartando su mano y tapando de nuevo sus muslos y sus blancas braguitas.
—Vamos mamá, sé que te gusta que te cuente mis encuentros con Dorothy y Evolet porque te excitan. Si quieres que siga haciéndolo mastúrbate para mí, te confieso que la otra noche disfruté contemplando cómo disfrutabas de tu masturbación.
Aquello iba más allá de lo que Lindsay hubiese podido imaginar, pero de alguna manera su hijo tenía razón. Ella disfrutaba de sus encuentros narrados, tanto como él desarrollándolos y aplacaba sus ardores cuando este se los confesaba.
—Verás Spike, admito que lo que dices es cierto. Me excita mucho oírte contar los encuentros que tienes con Evolet y Dorothy y me masturbo pensando en ellos. Pero de ahí a masturbarme delante de ti… ¡eso me da mucha vergüenza hijo! —admitió Lidnsay.
—Lo entiendo perfectamente mamá —dijo Spike volviendo a colocar su mano en la rodilla de ella—. Te lo estoy pidiendo porque la otra noche, mientras te espiaba también me excité. Sé que te parecerá raro, tal vez obsceno, pero ahora mismo también estoy excitado. Te lo demostraré —dijo Spike.
Ni corto ni perezoso, el chico extrajo su erección y la mostró orgulloso a Lindsay, quien abrió la boca inadvertidamente sorprendida por la osadía de su hijo allí presente.
Así, delante suyo, comenzó a masturbarse suavemente mientras su mano volvía a la rodilla de ella.
—Masturbémonos juntos, compartamos este momento íntimo, ¡no me dirás que no tienes ganas, porque sé que sería mentira!
Así que decidió hacer una locura, aceptar el ofrecimiento de su hijo y se dedicarse unas caricias íntimas sentada junto a él en el sofá.
—¿Contento? —dijo ella cuando apenas se había tocado por encima de las bragas disimuladamente.
—¡Vamos, puedes hacerlo mejor! La otra noche te vi correrte y fue muy bonito —le confesó Spike. Yo pensaré de nuevo en Dorothy y tú pensarás también en ella mientras ambos nos masturbamos, será como el preludio a nuestro trío.
Y por raro que parezca, Lindsay se entregó a la masturbación en el sofá donde estaba sentada con su hijo y este se masturbó ante su atenta mirada.
Ella empezó disimulando, tratando de no enseñar demasiado, con sus muslos desnudos y sus braguitas a un lado de las ingles. Pero a medida que sentía más placer, se fue relajando y prestando menos atención al no enseñar y más al disfrutar.
Mientras, Spike, que empuñaba su herramienta con fuerza ante ella y la movía parsimoniosamente, seguía con su mano en la rodilla de ella.
En este momento de intimidad su mano se atrevió a bajar al interior de su muslo y acariciarlo. Su piel era tan suave y delicada que se le hacía una delicia tal atrevimiento.
—¿Qué haces Spike? —preguntó ella apartándola tras unos segundos de atrevimiento de él.
—Nada, sólo comprobar qué tan suave estás mamá —dijo él desenfadado.
Lindsay había introducido ya su mano en su bata y al tiempo que se acariciaba abajo, lo hacía arriba, pellizcándose suavemente sus pechos hasta ponerse duros los pezones y tirando de estos para sentir una electrizante sensación que le recorría todo el cuerpo.
Cuando sintió la mano del chico introducirse en su intimidad y agarrarle un pecho de repente, fue aún más electrizante la sensación, pero aquello era demasiado, ¿dónde pretendía llegar Spike?
—¡Pero Spike, no seas malo! —optó por protestar de forma suave y sacó su mano de su intimidad.
—¡Qué suaves tienes los pechos mamá! Tan suaves como los de Dorothy —apreció el chico tras su nueva travesura.
Y acto seguido fue a por la mano de ella y la puso en su mástil erecto.
—Mira qué suave y dura la tengo yo —dijo Spike una vez más.
—¡Oh Spike, ciertamente es así! Pensar que con esta herramienta te has follado a mi amiga me excita —admitió la madre ahora permitiéndose darle un par de meneos a aquel mástil insolente.
—¡Oh, qué bien lo haces, sigue por favor! —le rogó su hijo.
—¡Tú estás loco Spike! ¡Esto no está bien! —dijo Lindsay sin soltar su erección.
—¿Y qué está bien, follarme a tu amiga sí, pero tocarte a ti es pecado, no? —preguntó él con ironía.
Ahora sus dedos se colaron por entre los de ella, buscando su sexo allí entre sus piernas y encontró una gran lubricidad, un suave calor que manaba de allí.
—¡Uf Spike! ¡No sigas con este atrevimiento! No te reconozco hijo —confesó ella apartando de nuevo su mano.
Entonces él llevó sus dedos a su nariz y allí olió el sexo caliente de su madre, alto tan zafio y descarado que escandalizó a Lindsay.
—¡Oh, qué delicioso olor mamá! Tu sexo huele distinto del de Dorothy, ¿sabes que le se lo he comido?
—¿En serio hijo? ¿Y te ha gustado?
—Gustarme no, me ha encantado. Aunque no tanto como cuando ella me la ha chupado, eso es algo brutal, apunto he estado de correrme en su boca —se atrevió a confesarle Spike, sin poder creer que pudiese tener esta conversación con su madre.
—¿Y te la ha chupado bien? —dijo Lindsay sintiéndose muy excitada, centrándose de nuevo en su paja y sintiéndose más próxima al ansiado desenlace.
—¡Oh sí, la chupa muy bien mamá! Te gusta que te diga las guarradas que hemos hecho, ¿eh?
—¡Oh sí, lo admito Spike, me calienta mucho y no se bien por qué!
—Entonces mejor no te cuento lo que he sentido cuando me ha montado —rio Spike.
—¡Oh sí, cuéntamelo! —le rogó ella.
—Literalmente se ha sentado en mi polla mamá y me ha cabalgado. Me follaba subiendo y bajando mientras yo ensimismado me aferraba a sus caderas, apretándola cuando bajaba y sacándola cuando subía, follando al compás mientras sentía que no podía más.
—¡Uf Spike! ¡No puedo más, creo que voy a correrme!
—Justo eso ha dicho ella cuando me ha pedido que se la metiese —dijo Spike.
Y de nuevo sin pedir permiso metió su mano justo bajo su sexo y coló su dedo en su lubricado surco, desapareciendo este en su caliente intimidad.
Su acto osado, provocó el frenesí en ella. Una súbita explosión termonuclear en su centro del placer la hizo convulsionarse y soltar su squirt incontrolable.
—¡Oh cariño, no, me corro! —gritó antes de entregarse al frenético baile de San Vito.
Podríamos decir que su madre se corrió en su mano, sintiendo Spike las contracciones de su sexo en sus dedos, introducidos en éste sin su permiso, pero finalmente con su consentimiento.
Al final apartó su mano, tras disfrutar de uno de los mejores orgasmos que había tenido…
—¿Te ha gustado? —preguntó Spike cuando hubo terminado.
—¡Oh hijo, pero por qué has hecho eso! —protestó ella empujándole su hombro.
—No sé, me has excitado mucho mamá, ¡y quiero que me acabes tú ahora! —dijo Spike para su sorpresa.
Cogiendo su mano la llevó a su caliente erección y Lindsay intentó decir que no.
—Pero Spike, ¡esto que hacemos no está bien! —dijo ella sin soltar su herramienta en un vano intento por hacerle cambiar de opinión.
—¡Vamos menéala! Luego pensaremos acerca del bien y del mal… —protestó Spike a su lado.
Lindsay decidió aceptar el reto y moviendo su estaca se concentró en llevarlo al éxtasis como él la había acompañado en el suyo. Después de todo su sentía el poder en su mano, la poderosa herramienta de su hijo palpitaba y ella se entregó a moverla con pasión.
No tardó mucho en irse el chaval, mientras su madre movía, él se permitió coger de nuevo sus pechos y el suave tacto de los mismos le incitó, mientras con los ojos cerrados sentía como la explosión final nacía en la base de su pene y subía rápidamente hasta su glande, saliendo como un volcán por la punta.
Los chorros de virilidad sorprendieron a una Lindsay desatada, entregada a la masturbación, deseando complacer a su hijo, aunque supiese que estaba mal. Entregados al fuego como estaban, ya no le importaba quemarse, sólo quería complacerlo.
Mirando los chorros de esperma que Spike le soltaba, sintió una rara emoción al ver la tensión de su cuerpo y luego esta súbita explosión. Apuró con los últimos movimientos sus gran corrida y satisfecha terminó por estrujar su pene y así sacar hasta la última gota.
—¡No dirás que no lo he hecho bien, so bribón! —le espetó a su lado.
—¡Sí, lo admito! ¡Mamá, esto ha sido un subidón!
Así que bien entrada la madrugada, se fue cada uno por su lado, ella a lavarse su intimidad y él a descargar su apretada vejiga después de tanta sacudida.
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Este es un capítulo de mi nueva novela, para esos que dicen que por qué no escribo algo nuevo aquí he dejado una buena muestra de que escribo y escribo...
Si te ha gustado este caliente relato, tal vez te gusten Las Memorias de Adam , el segundo libro de la trilogía original de Zorro Blanco, os dejo aquí la sinopsis de la obra:
Tras el ataque al corazón de Richard, Tom y Cathy se trasladan a una granja al sur de EEUU. Un lugar perdido donde su padre trata de reponerse de la estresante vida que había llevado hasta el momento como agente de bolsa en New York City.
Sin nada más que hacer, Tom un día descubre un misterioso baúl en el sótano, pero tiene una llave y no logra encontrarla, ahí descubrirán un legajo que los transportará a otro tiempo en ese mismo lugar, a los tiempos de las plantaciones y los esclavos, donde éstos servían a señores autoritarios que los usaban para el trabajo duro del campo.
En el libro descubrirán las vivencias de un personaje, del que no sabrán su nombre hasta el final, y verán cómo sus vidas van cambiando al rito que van leyendo cada capítulo de estas memorias...